Capitulo 12
Dedicado a @FranyelisCorona gracias por tus constantes votos, tu apoyo en cada novela. Por esto te regalo este extenso capitulo. También a todo aquel que lee. Voten para que en el siguiente puedan ser mencionados.
Abdias
La característica adrenalina que corre por el cuerpo preparándolo para defenderse de un ataque, reverbera desde los tuétanos de los huesos e inmediatamente reconociendo la sensación me posiciono a la defensiva.
Cauteloso observo tratando de deducir cual será el siguiente movimiento, la paciencia y el análisis son una gran ventaja de un guerrero, pero si actúas por impulso la desesperación cobra grandes repercusiones que podría derivar hasta la amputación de un miembro y siendo menos afortunado la sentencia de muerte.
Se abalanzo sin preocupación con sus garras filosas brillando por la luz del sol, lo esquivo con éxito asegurándome de derribarlo con mi movimiento directo a sus pies que inestables cedieron. Apresurado se puso en pie, su mirada clavada en mi prometía dar lo mejor para no quedar en vergüenza. De esta manera lanzo sendos golpes que esquive sin ningún tipo de esfuerzo, sus garras rozaron mi hombro derecho el escozor me impulso a propinarle un puñetazo que no medí la fuerza enviándolo a unos cuantos metros lejos de mi.
Como hasta el momento se levanto pero siendo más lento, su respiración forzosa y sus boca se habría queriendo absorber una cantidad de oxigeno que llenen sus pulmones. Intento volver encajar sus garras, pero antes que pudiera reaccionar las mías se anclaron en su brazo, su grito acompaño a la sustancia roja que corría libremente cayendo al suelo. Me separe dando por terminado el entrenamiento.
- Esto por hoy, ve a que te atiendan el brazo.- le ordene a mi contrincante. Para nosotros el entrenamiento que no hay sangre, sudor y lagrimas de por medio no cumple con los propósitos, puesto que se debe preparar para la batalla.
Un guerrero sin experiencia en una batalla no nos crea cierto atractivo. El entrenamiento debe llevarte al límite porque no puedes cansarte en una guerra o estarás perdido.
Debemos ser precavidos y no dejar nada por sentado, Hunter es una potencial amenaza y no sabemos cuándo golpeara. Lo bueno es que tenemos un infiltrado en su batallón, solo esperamos su llamada avisándonos de su inminente llegada.
Consideramos que puede atacar durante o después del calor del acoplamiento, razón por la que los entrenamientos han sido reforzados. Aunque no creo que sea un idiota, sabe que cuando los lobos no pueden follar aman una buena lucha para sacar toda la adrenalina, lo que puede jugarle a favor o en contra.
Tres días, tres malditos días para que llegue lo inevitable. Tendré que ir a la cabaña que tengo al otro extremo, no quiero que mi lobo decida pasar el calor del acoplamiento con Elizaveta. La cual ha tenido que digerir muchas cosas, la muerte de su familia y enterarse de sus orígenes. Es demasiado para ella.
Cuando entro a la casa choco con Elizaveta quien al ver mi hombro solo niega y suspira.
- No sé porque son tan salvajes. Ven curare eso.- toca con cuidado mi hombro herido y mi lobo gruñe de satisfacción por su toque.
- No te preocupes no es nada.
- No importa quiero hacerlo, así que muévete.- sonrió porque la única que me habla de esta manera es ella, los demás me respetan pero ella le importa un comino. Quizás sea una de las razones por la que me gusta. Abdías no vayas ahí.
Resignado la sigo quien se encamina hasta su habitación, desde que entro su aroma me golpea de lleno y mi lobo empieza a ronronear en mi pecho aturdido por su olor. Se me están agotando las fuerzas, no sé si pueda seguir conteniéndome.
La pierdo de vista cuando entra al baño me siento en su cama a esperarla, cuando sale con un botiquín en sus manos. Depositándolo sobre la mesita de noche y extrayendo algodón y alcohol. Por un momento me olvido de todo menos de ella que se inclina para desinfectar la herida, su concentración me permite escudriñarla a conciencia percatándome de diminutas pecas que se esparcen en sus mejillas que solo de cerca se pueden ver.
No me percato cuando termina hasta que su mirada conecta con la mía, el ambiente se calienta cuando sus ojos caen a mi boca y puedo leer las ansias que están escritas en su iris. Por un segundo olvido todo lo que me detiene dejando que mis instintos tomen el lugar, halándola hacia mí y colocándola a horcajadas, su sorpresa no se hace esperar y un lindo sonrojo colorea sus pálidas mejillas dándole un tono seductor que escandidla a mi lobo.
Un gruñido retumba en mi pecho al mismo tiempo que mis manos sujetan su rostro de porcelana, mi pulgar acaricia su mejilla mientras mi mano derecha corre a su nuca donde sus cabellos acarician mis dedos los cuales sumerjo en ellos. Sin perder el momento acerco nuestros labios que se prenden en un beso avasallador, sus turgentes labios corresponden a los míos moviéndose en una maldita sincronía digna de un premio. Muerdo su labio inferior invitándola a abrir su cavidad para que mi lengua explore libremente su interior, con un suave gemido recibe mi solicitud. Mi lengua barre con la suya, gimo por su sabor, calidez y dulzura.
Ella entrelaza sus brazos alrededor de mi cuello, ajuste mi agarre en ella bajando mis manos a su cintura tratando de acercarla más a mi cuerpo. Sus labios, su lengua se sienten tan bien que me perdí en la danza sutil de nuestras bocas acopladas de manera simultánea. Los jadeos llenaron la estancia y nos besamos hasta que escuche la voz de Alana fuera de la casa, gracias a mi audición.
Separe nuestros labios antes que todo se intensificara más.
Sus labios hinchados, sus pupilas dilatadas y ese exquisito olor de excitación estaban por mandar a la mierda todas las restricciones y con gusto permitir perderme en la lujuria.
Pero el recuerdo latente de mi compromiso con Alana hizo que reaccionara, con las pocas fuerza de voluntad que poseía la coloque en la cama.
- Lo siento Elizaveta. Yo..- esos ojos que me miraban con pasión se enfriaron mostrándome tristeza.
- Abdías, solo sal de mi habitación.
- Pero Eli...
- ¡Que te largues!- me empujo sacándome de su habitación, me sentí el peor de todos los hombres.
"No sabes como quisiera corresponderte mi Eli" digo en voz baja antes de ir a mi habitación.
Mi lobo gruñe enfadado conmigo, muy bien lo que faltaba que también él se enojara conmigo. Cierro la puerta de mi baño, despojándome de mi ropa de entrenamiento entrando a la ducha. Permito que el agua que cae se lleve toda mi frustración y me pueda ayudar bajando mi muy animado amigo que desde que está cerca de Elizaveta reacciona a su aroma, a su toque, a su sonrisa... a ella.
Envuelto en una toalla salgo del baño directo a mi armario, encuentro a Alana sentada en la cama con una pose provocativa que no genera ningún tipo de excitación en mi.
- Hola amor.- dice melosa mientras se pone en pie.- Te extrañe.- coloca sus manos en mi cuello e intenta besarme, pero mi lobo gruñe en desacuerdo.
Me separo de ella.- ¿Qué haces aquí?
- ¿A caso no puedo venir a visitar a mi prometido?
- No es eso. Solo que pensé que estarías en la universidad.
- Decidí pasar el día contigo.- dijo sonriendo coqueta.- ya sabes, podemos terminar lo que no pudimos hace unos meses.
- Estoy...
- Ya sé estas ocupado. Últimamente es lo único que dices.- tomo distancia fulminándome con su mirada.- Siento que pase a ultima plana. ¿Dime que te traes con esa chica "la quiero como una hermana"?- pregunta mientras hace comillas con sus dedos.
- Alana otra vez no, por favor.
- Y ¿qué esperas? ¿Cómo quieres que reaccione? Si veo como poco a poco ella se está ganando la atención de mi hombre, de mi futuro compañero.
- No seas paranoica.
- ¿Que no sea paranoica? No soy ciega Abdías, y puedo ver el creciente interés que ambos sienten. No me gusta ni un poco. Acuérdate que eres mi prometido, espero me respetes y cumplas tu palabra.- salió cerrando con furia la puerta.
-¡Diablos!- grito frustrado.
Me siento entre la espada y la pared.
Entre el deseo y el deber.
Entre el amor y el compromiso.
Ese peso que me atormenta día y noche se burla de mí afincándose más en mis hombros. Esas agujas se clavan más profundas en mi corazón, impidiendo que pueda respirar bien. Soy un hombre de honor y palabra que desearía poder ser egoísta por una vez para hacer lo que mi lobo, mi ser, mi corazón y mi mente gritan unidos a una sola voz marcar a la única por el que mi cuerpo responde... Elizaveta.
Elizaveta
Mi cuerpo es un coctel de emociones que varían, la rabia, la tristeza, la desolación hacen estragos en mi cuerpo. Unas rebeldes lágrimas rodaron por mi mejilla después de sacar a Abdías de mi habitación.
¿Como de un momento de absoluta alegría pasas a uno de tristeza?
Pensé que había derribado un gigante cuando sus labios tocaron los míos, pero que ilusa. Prefiero que saliera sin decir palabras que se arrepintiera por lo que hicimos.
Cansada de dar vueltas, decidí salir a tomar un respiro de aire puro. Terminando de bajar las escaleras escuche mi nombre ser pronunciado por la odiosa de la prometida de Abdías. Mude mi rostro, no dejare que vea mi tristeza.
- Hola Alana.- le sonrío con suficiencia.
- Tenemos que hablar.- dice mientras su fría mirada se posa en mi.
- ¿En serio? ¿No que soy demasiado insignificante para que me dirijas la palabra?
- Sígueme, hay algo que tengo que decirte.- se da la vuelta y camina.
¿Que se cree esta? Que dirá salta y lo hare. Solo porque la curiosidad me carcome iré a averiguar qué diablos quiere conmigo.
Tomo la dirección que siguió, le encuentro sentada pulcramente en una tumbona cerca de la piscina con su cara de que todo le hiede y nada le huele. Suspiro tomando asiento al frente de ella.
Su mirada sostiene la mía como si tratara de resolver algún acertijo.- Quiero que hablemos de mujer a mujer.
Levanto una ceja sin lograr entender de qué va todo esto.
- Está bien.- digo despacio finalmente reaccionando.
- Como sabes soy la prometida de Abdías.- ruedo los ojos al escuchar su típica frase.- Y sé que tu estas enamorada de él.
- ¿Y? ¿Qué hay de malo en eso?- no pretendo negarle la realidad.
- Pues que no me gusta la cercanía que tienes con él. Ni siquiera lo llamas por su titulo.
- A él no le molesta que lo llame por su nombre.- contraataco
- Pero a mí si me molesta.
- Y ¿crees que eso me importa?
- No sé qué pretendes con todo esto chiquilla, pero no ganaras nada. – sonríe sínicamente. - Así que te pido te alejes de él.
- ¿Tienes miedo de mi acaso?
- Yo, ¿miedo de ti? Ja,ja, estás loca.- su risa no llegaba a sus ojos, lo que deduje como falsa seguridad.- Tu ni una erección eres capaz de provocar en él, no quisiera que te dañaran el corazón.
- Gracias por preocuparte por mi.- le regalo una sonrisa petulante.- Pero no entiendo porque tomas la molestia de decirme todo esto. Si tan segura estas que Abdías no se fijara en mi ¿Qué haces perdiendo tu tiempo?- su rostro se contrae en enojo.
- Solo quería ser considerada contigo. El se va a casar conmigo, tiene un compromiso que no puede dejar.
- Ah, ya veo. Entonces Abdías está contigo por mero deber, se siente obligado a casarse. Lo entiendo perfecto.- si las miradas mataran estaría diez metro bajo tierra o quizás más.
- Solo vine a perder mi tiempo. Haz lo que quiera pero te juro que nada de lo que hagas hará que él se fije en ti.-
¿Me está retando? Si hay algo que nunca hago es renunciar a un reto.
- ¿Estás segura?
- Muy segura. Eres demasiado insignificante.- me mira de pies a cabeza.
- Pues esta insignificante e indeseable va a hacer que Abdías se fije en mi. Y te vas a tragar todas tus palabras.
- ¿Eres capaz de romper un compromiso?- Sentí como una daga ajustarse en mi corazón, no sé si de verdad sería capaz de cometer un acto tan vil.
- Seamos honestas, solo estas con el por su titulo y lo que conlleva.
- Como si tú no estuvieses detrás de ello. La diferencia es que está más cerca de mí que de ti. Abdías no me importa, cuando me case y tenga el control, dejare que te folle si es lo que quieres.- si llegue a sentirme mal por hacer lo que he estado haciendo, me rectifico. Debo salvar a Abdías de esta víbora.
- No tendrás que hacerlo, porque yo no seré su amante. Seré su esposa.- le guiño un ojo y la dejo reventando de rabia en el lugar, llamando mi atención. Esta estúpida no sabe lo que acaba de hacer, me dio fuerzas para seguir luchando por Abdías sin sentir remordimientos por lo que voy hacer.
Voy a la cocina donde encuentro a Verak haciendo la lista de compras. Me siento en frente de ella y deja lo que está haciendo, de tanto insistir le digo todo lo que me paso en este día.
- Tengo una idea.
- ¿Cuál?
- Llamare el chico que te dije, el está enterado es mi sobrino Theo y te va a ayudar. Necesitamos darle celos al Rey.
- No creo que...
- Entonces no tienes nada que perder.
- Está bien.
Emocionada vi como llamo a su sobrino, incitándolo a venir rápido y con una sorpresa.
- Ve espera en el patio, por estas horas el Rey siempre sale a correr.
- Estás loca.
Los nervios me tenían de un lugar a otro, cada segundo que pasa lo sentía como una eternidad. Me voltee al sentir una presencia creyendo que era el sobrino de Verak, encontrándome con Abdías.
- ¿Qué haces?
- Nada que te importe.- su mirada se detiene sobre mi rostro estudiándolo.
- ¿Por que estas nerviosa?
- No estoy nerviosa. Solo estoy un poco impaciente.
- ¿Impaciente?
- Sí, estoy esperando a alguien. Así que si fueras tan amable de dejarme sola.
- ¿Qué dijiste?- lo observo en silencio. Se acerca invadiendo mi espacio.- ¿A quién rayos esperas?
- Vuelvo y repito. NO TE IMPORTA.- le grito. Cuando me iba a contestar fue interrumpido por una voz gruesa.
- Hola Eliza. Perdón si te hice esperar mucho.- volteo a mirar a Theo encontrándome con adonis. Pero si es guapo. "Ay Verak no haces las cosas a medias"
- Hola Theo.- pronuncio su nombre cargado de emoción, me acerco y lo abrazo.- No te preocupes, a ti te esperaría siempre.- Espero esto funcione. Aunque la vista no está nada mal.
- Se nos hace tarde, vamos a por ese helado que te prometí.- despliega una hermosa sonrisa que me hace sonrojar.
- Claro vamos.
- No Eliza, no puedes ir.- reacciona por fin Abdías.
- ¿Perdón?
- Que no puedes ir.
- ¿Por?
- Pues por...
- No tengo nada pendiente, excepto ese helado que Theo me va a comprar así que nos vemos Abdías.
Tomo a Theo de la mano, dejando a un enojado Abdías. Caminamos de prisa hasta su auto donde nos subimos y conduce hasta la heladería que hay en la manada.
- Waoo cuantas vibraciones había. El Rey estaba bien enojado y estaba a punto de caerme a golpes.
- No creo el...
- En serio, su lobo estaba por tomar el control. Sus ojos cambiaron a rojo ¿No lo viste?
- No.
- Pues lo que ustedes querían lograr ya lo hicieron.
Sonrío por lo que dijo Theo. Decidí celebrar este pequeño triunfo, llegamos a la heladería, una vez con nuestros sabores favoritos salimos a caminar un poco. Estaba tan entretenida que no me di cuenta cuando Abdías había llegado a nuestro lado.
Su mirada era intimidante y su aura transmitía vibraciones de poder súper fuertes.- Elizaveta nos vamos.- su autoritaria voz hace eco en el lugar.
-No.
- No te pregunte.- su voz ronca sonaba como inhumana.
- Yo regresare con Theo.
- No estarás cerca de él.
- Abdías déjame ser, tu estas comprometido así que shu shu.- lo eche como echando fuera a una gallina. Tomo mi mano y me halo llevándome con él.
- Suéltala, ella no quiere irse.- Theo lo detiene y toma mi mano. Graso error.
En un parpadeo Abdías noqueo a Theo dejándolo tendido en el suelo. Nunca lo he visto tan fuera de control.
- ¿Qué hiciste Abdías?
- Se lo merece por estar coqueteando contigo.
- Estás loco.
- Si estoy totalmente loco. Pero por ti.- el shock no permite que salga palabras de mí, ni siquiera puedo moverme para ayudar a Theo. Aunque algunas personas se acercaron a ayudarlo.
Abdías me arrastra hasta su auto, y comienza a conducir hacia la casa.
- Abdías debemos ver si está bien.
- Estará bien.
- Lo noqueaste
- ¿Y?
- No puedes ser más bruto porque no puedes.
- ¿Que querías? No soporte ver cómo te tocaba, te miraba como deseo yo poder hacerlo.
- Pero puedes hacerlo, nada te detiene.
- Estoy comprometido.
- Eres un idiota. No te entiendo, quieres pero a la vez no. Te advierto que este postre no estará siempre en la vitrina, algún goloso me devorara.
Llegamos envueltos en un tenso silencio, enojada baje de su auto alejándome de él. Necesitando enfriar mi temperamento. Corrí a la cocina donde estaba Verak, quien se sobresalto. Wen me sonrió.
- Ay me diste un susto.
- Lo siento.
- Está bien. Y ¿cómo te fue?
- Bien y mal. Abdías se puso celoso, fue a la heladería, noqueo a tu sobrino y me trajo de regreso. Ah y me dijo que quisiera pero está comprometido.- le resumí a Verak todo los acontecimiento.
- Si, vamos en buen camino.- dice contenta mientras me quedo confundida como puede estar feliz escuchando que noquearon a su sobrino.
- En serio perdón por dudarlo. ¿Escuchaste la parte que dije que Abdías lo noqueo?
- Dije que sería una locura darle celos.- dice Wen.
- Si lo escuche querida pero mi sobrino sabia a lo que se atenía, el estará bien no te preocupes.- dice restándole importancia.- Y ¿qué idea tienes sabelotodo?- dice Verak fulminándolo con la mirada.
- En tres días será el calor del acoplamiento.
- Eres un genio.- exclama Verak.
- ¿Esperen? Creo que me perdí. ¿Qué diablos importa eso?- últimamente me siento una retrasa, que tienen que explicarme con pelos y señales todas sus ideas absurdas.
- Tienes mucho que aprender querida. Solo llévate de nosotros. En tres días llegara la temporada que ningún hombre lobo puede controlar sus instintos. Se vuelven más salvajes y se dejan llevar.
- Y justo eso lo aprovecharemos. Tu presencia llevara al límite de control a nuestro Rey, su lobo te quiere y el hará todo lo posible por tener lo que anhela.- agrega Wen .
- ¿Están seguros?
- Claro.- declara Verak con suficiencia.
- Tan seguro que se que el Rey intentara ir a otro lugar para no tenerte cerca.
- Y enton...- fui interrumpida
- Entonces tu iras donde el vaya. Lo vas a seducir y el hará el resto. . sentencia Verak mientras Wen asiente.
***
Justo como hace tres días Wen predijo Abdías se fue temprano para alejarse de la tentación. Lo que él no sabe es que le llegara a domicilios un regalo envuelto en prendas de encaje negro.
Aparco el auto a una distancia prudente de la solitaria cabaña de Abdías, la noche está muy oscura y fresca, según Wen a estas horas debe estar bastante deseoso y excitado. Me infundo valor y salgo del carro para encaminarme hacia donde se encuentra mi presa, mi querido lobito. Solo de imaginar realizado uno de mí más grandes sueño y cumplida una de mis tantas fantasías me siento humedecer y mi cuerpo se calienta en anticipación de lo que sucederá.
Abro la puerta de la cabaña con un juego de llaves extras que tenia Wen en su poder, todo estaba en silencio. Me aventure a ir tras de Abdías, pero ni rastro en la casa, solo estaba su ropa en un closet. Fui a la cocina y la puerta que daba paso a un hermoso bosque se encontraba abierta por lo que intuí que estaría corriendo en su forma lobuna.
Regrese al auto en busca de las cosas que había traído conmigo para ambientar el lugar.
"Manos a la obra Elizaveta"
***
Hola, espero les guste este capitulo.
Hoy no tocaba actualización de esta historia pero desde Ayer El Rey prometido venia acosándome con estos capítulos. tan es el caso que tengo parte del siguiente que posible publique mañana. Porque Eres mi Luna tengo conflicto con el capitulo que escribí, y no me llama por lo que lo borrare e intentare escribir otra vez el cap. si lo hago tendrán el capitulo Mañana crucen sus deditos.
CelesteFer✍
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