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01

El chico de cabello rubio que se hallaba tirado sobre la cama en medio de una mediana habitación estornudó por quinta vez en los últimos cinco segundos.

Estaba cansado, Park Jimin se encontraba totalmente exhausto desde el día anterior, porque, aunque ya estaba acostumbrado a enfermarse demasiado seguido, cada vez era más dificil hacer que su cuerpo resistiera.

Dio un largo suspiro y se enredó en las calentitas sabanas de seda, pensando hasta cuando soportaría lo que conllevaba ser un gamma, un ser débil. Había veces en las que solo quería morir de una vez por todas, pero en otras ocasiones, en las que vivía como una persona más, el deseo de poder hacer lo que todos los demás hacían, seguir con sus padres y poder formar una familia, le daban ganas de luchar, mas sabía que las últimas opciones no eran viables.

¿Cómo podría encontrar un alfa que estuviera dispuesto a aceptar lo que él era? Nadie en su sano juicio se ataría a un ser como él, ni aunque recibiera  dinero, por tal razón, se reusaba a salir en una búsqueda desesperada por un alfa, ya que preferiría morir con su orgullo intacto a perderlo sin lograr nada y de igual forma terminar en un ataúd. 

—Jimin, cariño, ¿estás seguro que no necesitas tomar otra de tus pastillas? —su madre apareció bajo el marco de la puerta de su habitación.

—No, mamá, ya me siento mucho mejor. —Mintió.

La menuda mujer de cabellos castaños entrecerró los ojos a la vez que se adentraba en la habitación.

—Sabes, tu padre y yo pedimos un comprobante de ingreso y también comenzamos a hacer cuentas y-

—No sigas, mamá, mi decisión está tomada y nada me hará cambiar de opinión. Los amo demasiado y estoy agradecido con ustedes por haberme dado lo mejor, pero por favor, no quiero hacerlo.

Jimin se mordió el labio inferior al ver la reacción de su madre, cambiando su semblante preocupado a uno completamente entristecido, sus ojos marrones volviéndose brillosos a causa de las lagrimas acumuladas.

—Sé y comprendo que mi partida les dolerá demasiado y me siento demasiado mal por ello, pero no quiero vivir una vida en la que mi compañero esté atado a mi solo por dinero... Además, ¿qué pasa si en algún momento se cansa? de igual forma romperá el lazo conmigo y moriré, solo me alargará un poco más el tiempo y tal vez me haga sufrir.

—Entiendo, hijo, pero también existe la opción de que todo salga bien, incluso podrías terminar teniendo una bonita historia de amor. —Insistió, sentándose en la esquina de la cama.

—Eso solo pasa en las peliculas, mamá, nadie se enamoraría de un gamma ni aunque este mismo fuese el hombre más rico de la tierra y lo sabes.

La mujer se quedó en total silencio mientras veía a los ojos a su amado hijo. Jimin comprendía por dolor tan grande que sus padres debían de estar pasando en estos momentos, incluso por la desesperación de sentir que su único hijo moriría en un par de meses más, porque Jimin era amado hasta los huesos por sus progenitores y desde que nació fue demostrado, inclusive si nació siendo un gamma.

—Pero sí alguien se enamoraría de ti, de Park Jimin. —Insistió la madre, negándose a aceptar la decisión de su hijo— Eres como un rayo de luz, tan vivo y tan brillante. Estoy completamente segura que existe un alfa allá afuera qué estaría dispuesto a dar su vida por ti, porque lo vales.

—Aunque así fuera, ¿Cuánto tiempo crees que tarde en encontrarlo? Tal vez toda una vida, y lastimosamente, no tengo tanto tiempo.

—¿Cómo lo sabes si no sales de acá y ni siquiera lo intentas?

—Si salgo de estas cuatro paredes moriré a la primera gripe que me de. Ni alcanzaría a llegar a la esquina cuando ya tendría una alergia segura.

—Por eso mismo queremos traerte opciones acá y...

—¡Ya basta, Mamá! Ya he dicho que no estoy dispuesto a hacerlo y no me harán cambiar de opinión. Podemos seguir todo el día discutiendo si quieres, pero mi palabra ya está dicha.

La mujer negó resignada mientras se cruzaba de brazos.

Jimin tragó dolorosamente intentando no ser tan sensible y comenzar a llorar en ese mismo instante. Realmente amaba a sus padres con todo su corazón, pero no estaba dispuesto a dejar que alguien lo marque solo por dinero y seguir con una lamentable vida.

—Está bien —se rindió—. Sabía que era difícil, pero al parecer es imposible...

—Lo siento.

—Está bien, todo está bien.

Su madre comenzó a llorar desconsolada, por lo que Jimin delicadamente se levantó de suj cama para acercarse a ella y abrazarla de forma cálida, intentando transmitirle buenos sentimientos, apesar de estar sufriendo por dentro.

—Quiero ir a tu cafeteria favorita y disfrutar de un buen café con un postre a tu lado.

—¡No! —su madre negó rotundamente— No estás bien en la ste momento, salir podría ser devastador.

—Dijiste que no debería de estar todo el día acostado, que debería de intentar distraerme.

—Pero no cuando es por obligación, si te sientes mal, sigue descansando, cariño —se apartó del abrazo y en su lugar, alzó sus manos para tomar sus mejillas.

—Me siento mejor, y no es por obligación, realmente quiero salir aunque sea diez minutos de acá, ya que siento que en cualquier momento terminaré llorando de impotencia.

La mujer aceptó tranquilamente sin renegar más y Jimin se sintió aliviado porque verdaderamente quería ir por un café.

La pequeña caminata de tres cuadras estuvo relativamente bien, de no ser porque su madre parecía ir viendo a todos lados por si se atravesaba algún bicho que pudiera picarle. Jimin había reído y bufado durante el camino, ya que su madre le había obligado a tomarse otras pastillas para prevenir cualquier alergia que pudiera tener a causa del humo de los carros.

—Dicen que renovaron un poco el local, aun no lo he podido comprobar porque hace al menos un mes que no había tenido tiempo de venir a pasar el rato —comentó la omega, con emoción al ver el logo de su cafeteria favorita: Macka Coffee.

—Bienvenidos a Macka Coffee, pueden pasar y escoger la mesa de su preferencia —sonrió amablemente el vigilante, abriéndoles la puerta de vidrio para que se pudieran adentrar.

Jimin rió bajito al darse cuenta que el hombre de unos cuarenta años llevaba unas orejas de gato.

—¡Lo había olvidado! Hoy es el día internacional del gato, por lo que todo el personal está usando orejas de gato —exclamó emocionada su madre, y efectivamente, Jimin se dio cuenta que todos adentro usaban dichas orejas, incluso algunos clientes.

—Realmente todo está mucho más bonito y elegante.

Madre e hijo detallaron muy bien el lugar al mismo tiempo que escogían la mesa del fondo para sentarse tranquilamente. El ambiente se sentía muy tranquilo y la música suave de fondo le añadía un toque especial, agregando el delicioso aroma a café, leche y chocolate.

Su estómago rugió.

—Bienvenidos a Macka Coffee, ¿puedo tomar su orden ya o desean tomarse un momento para leer el menú?

Jimin alzó la mirada curioso al escuchar la voz muy grave que llegó hasta sus oídos.

Y gracias al cielo que Jimin podía ver y escuchar perfentamente, porque se habría enfadado de lo contrario si dios no le hubiera dado la oportunidad de permitirse escuchar y ver a tremendo hombre, el cual les estaba regañando una hermosa sonrisa en ese mismo instante.

En las pocas veces que salía de su casa, se encontraba con algún hombre atractivo, pero nadie, jamás, le ganaría al que sus ojitos veían ahora. Era alto, blanco, con unos bonitos ojos negros y una sonrisa de goma preciosa.

Park Jimin estaba hechizado.

—¿Jimin?

El gamma dio un pequeño brinco y, totalmente sonrojado, llevo la atención hacia su madre, quien lo veía con una sonrisa de oreja a oreja.

—Yo quiero un café con leche sin azúcar y no muy cargado —habló despacio, sin ver a los ojos al mesero.

—Disculpa, ¿podrías repetirlo?

No sabía si su mente y ojos me estaban jugando una mala pasada, pero podría jurar que el chico tenía una sonrisa traviesa mientras se inclinaba más para poder escucharle.

Y de repente, hacia mucho calor, incluso si el aire acondicionado al parecer estaba funcionando.

—Disculpe, joven, mi hijo es muy tímido. Traigale un café con leche sin azúcar, por favor.

Y Jimin lo supo.

Pudo sentirlo.

Pudo olerlo.

Jimin supo que el chico era un alfa, gracias al leve aroma a chocolate que inundó sus fosas nasales.

Intentó de esconder su aroma aún más, rezando para que su olor no saliera a flote, porque, ¿qué pasaría si el chico sintiera un olor a podrido? No todos sentían su real aroma, algunas personas, les molestaba su olor, al punto de decirle que era asqueroso y maloliente.

Sería la humillación de su vida si el mesero atractivo le hiciera mala cara por ello.

—Claro, ya está anotado —sonrió, el de cabello negro—. ¿Algún postre que deseen ordenar?

—Sí, a mí tráeme una porción de torta de frutas y para mi hijo una porción de torta de chocolate —pidió—, él ama el chocolate.

Jimin pensó que eso último no era necesario.

—Oh, creo que soy afortunado entonces.

Eso fue coqueteo, ¿no es así? una indirecta... Jamás alguien había coqueteado con él o algo parecido, pero sabía distinguirlo gracias a los cientos de libros que ha leído; el tono y la sonrisa lo decían todo.

El mesero olía a chocolate, por lo que estaba cien por ciento seguro que lo dijo por ello.

—Me caes bien, muchacho. —La omega rió divertida.

—Me encantaría seguir haciéndoles reír, pero tengo trabajo y una orden especial que sacar para esta mesa —dijo, inclinándose—. Mucho gusto y pueden disfrutar del ambiente y de la música mientras su pedido está listo.

Y Jimin lo vio irse. Vio su espalda y su sedoso cabello marcarse. Fue entonces cuando volvió a respirar.

—Mi pequeño Jiminnie ya tiene pretendiente, y al parecer, es mutuo.

—No sé de qué hablas, Mamá, pero espero que borres esa sonrisa porque no es nada de lo que estás penando.

Una gran mentira, porque incluso desde lejos, su mirada seguía buscando al lindo mesero.

Y fue gusto en el momento que volvieron a cruzar miradas, que Jimin pensó en que la vida por una vez le dio un obsequio: poder apreciar al ser más bonito que había visto.














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