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Rey del Hielo

Jeon Jungkook conoció a Kim Taehyung cuando esté apenas tenía diecisiete años, se casaron y se convirtieron en los reyes. No se amaban. Él creía que era un mocoso superficial e idiota, pero al verlo en esos momentos mientras reía con su hermano sabía que había estado muy equivocado porque ese hermoso hombre rubio era un rey lleno de fortalezas y una virtud muy grande, su capacidad de amar.

Habían llegado a su palacio, rodeado de una capa de nieve, casi se lanzan al suelo para empaparse de esta, estaban felices, incluso su pequeño BeomGyu parecía muy cómodo en los brazos de su tío ChanYeol quien estaba con la boca abierta al igual que Baekhyun por todo lo que Taehyung les contaba.

—Agradezco al cielo que estén aqui—suspiró Baekhyun tomando la mano de su hermano—. Pero, mira nada más esa cara, te traeré una pomada de hierbas para que mejore.

El rubio asintió. —Gracias—suspiró mirando a Jungkook quien le sonrió—. Sólo espero que no quede marca.

—No lo creo—calmó su hermano con una cálida sonrisa—. Seguirás siendo hermoso ¿Verdad Jungkook?

El pelinegro asintió de inmediato. —Tae siempre será hermoso. 

La mirada que ambos compartieron, tan profunda y cargada de sentimientos hizo que tanto Baekhyun como ChanYeol se mirarán y sonrieran.




Taehyung estaba molesto por su debilidad en los momentos críticos, ni las palabras de aliento de Jungkook pudieron controlar esa decepción, por las mañanas muy temprano se levantaba, tomaba a su pequeño que dormía en la misma habitación que ellos por el invierno tan crudo y lo ponía en la cama con Jungkook, se vestía con algo abrigador y salía.

Entrenaba con dureza durante toda la mañana sin ser interrumpido, a veces regresaba y Jungkook aún dormía o estaba en su oficina por lo que no sabía de sus escapadas mañaneras.

Pero Taehyung no contaba con que BeomGyu se iba a levantar temprano pidiendo leche y que Jungkook se daría cuenta de lo que estaba pasando.

Tomaba con fuerza la espada y golpeaba con esta algunos sacos de maíz dentro del granero, su aliento salía como halo de su boca, sus manos y rostro estaban entumecidos por el frío.

Jungkook lo observó en la puerta negó preocupado y se acercó cuando Taehyung bajo el arma muy cansado, lo abrazó por la espalda cosa que hizo al rubio asustarse

—¡Jungkook! —exclamó sintiendo una rápida palpitacion por haber sido asustado de esa manera.

Cuando salió de su entonación y su respiración de regulo supo que había dude descubierto, quiso volverse pero no pudo, las manos de Jungkook lo aprisionaban

—Me levante sin ti—suspiró en su oreja—. ¿Por qué estás haciendo esto a mis espaldas? ¿No confías en mí?

Taehyung suspiró bajando la mirada. —No es eso y lo sabes— mordió su labio inferior—. Es sólo que...quería intentarlo por mi mismo.

El pelinegro negó y lo soltó, caminó hasta posicionarse frente a él y tomar sus mejillas heladas. —Vienes aquí sin guantes, al menos abrigate—bufó—. Lo que pasó no fue tu culpa y no había manera de que te defendieras, él te golpeó, aunque te hubieras defendido él era más alto y fuerte, estabas en desventaja, pero te aseguro que si en ese momento hubieras tenido una espada lo habrías asesinado en un abrir y cerrar de ojos.

Taehyung hizo un tierno puchero. —Yo quisiera ser igual de fuerte que tú, quiero defenderte así como defender a Beomie si es necesario.

Jungkook sonrió mirándolo a los ojos. —Espero que en verdad no tenga que ser necesario—acarició sus mejillas con sus pulgares—. Yo confío en que si llego a estar en problemas tú me vas a salvar TaeTae, porque aunque no lo puedas ver eres muy fuerte, completamente audaz y para mí mala suerte muy hermoso, has crecido y te has convertido en un hombre maravilloso—besó su frente—. Al menos déjame entrenar contigo.

Taehyung le abrazo acomodando la cabeza en su cuello. —Está bien, creo que puedo tener un entrenador.

—No—negó de inmediato—. Yo no hablé de ser tu entrenador, sólo dos guerreros entrenando juntos a la par y compartiendo trucos, sólo eso. Quiero que seas mi igual Tae.

Se separó para mirarlo. —¿Hablas enserio? —preguntó con una sonrisa deslumbrante.

Jungkook asintió desviando la mirada. —Ya es hora de que alguien entienda que un doncel puede ser tan fuerte como cualquiera ¿No lo crees?

Y fue así como poco a poco Jungkook ayudo a Taehyung y lo volvió más fuerte, ambos se complementaban de una manera maravillosa, no había una pareja como ellos. Su comienzo no fue en mejor, hicieron y dijeron cosas hirientes, sin embargo, del amor nace la sanación. Jungkook fue muy claro y mantuvo su promesa, incluyo a Taehyung en las decisiones del reino como su mano derecha, si él tomaba una decisión era respetada.

Pronto se convirtieron en un gran equipo. Era felices pero había algo que nublaba su alegría, BeomGyu tenía ya cuatro años y ellos no habían podido concebir de nuevo.

Taehyung se sentía mal, porque aunque había logrado tener a Beomie quería volver a ser padre, vivir una experiencia completamente diferente, ahora al lado de su amado esposo, Jungkook no tardó en notar su tristeza y planeo algo para tranquilizarlo.

Era verano cuando Taehyung recibió una nota que le decía que debía de cabalgar hasta la casa del bosque. Estaba saliendo completamente extasiado y entusiasmado por aquello

—Papi ¿A dónde vas? —preguntó su pequeño hijo con una sonrisa.

—Al bosque, regreso pronto—le beso la cabeza.

Él niño asintió frenético antes de irse corriendo, Taehyung pudo ver que detrás el pequeño pelinegro llevaba una manzana con caramelo, posiblemente robada de la cocina, bufó y negó, ya se encargaría de eso luego.

Cabalgó hasta la casita, una hermosa y pintoresca cabaña que tenía un enorme significado emocional, bajo de su caballo blanco y entró, estaba nervioso pero se armó de valor, ahí dentro no había alguien desconocido sino todo lo contrario, estaba su esposo el hombre que amaba.

Abrió la puerta y entró, se sorprendió al ver que todo a su alrededor estaba adorado con velas y flores, el aroma era delicioso, sus manos temblaban al igual que su corazón enternecido por la muestra de cariño y romanticismo.

Llegó a la sala donde encontró a Jungkook sentado sin camisa entre un montón de cobijas y almohadones, la chimenea les daba un calor innecesario porque sus pieles ardían aún sin ser tocados. Sonrió ladino

—No es nuestro aniversario.

Jungkook negó con una sonrisa juguetona. —No tiene que serlo para querer hacer algo lindo por ti.

El rubio se quitó la chaqueta y los zapatos antes de caminar por las cobijas hasta llegar a donde su rey estaba, se sentó a horcajadas en sus piernas extendidas y lo tomó del cuello mirando directo a sus ojos

—Entonces creo que tengo que disfrutarlo—susurró sobre sus labios.

—Tae—dijo con cariño tomando su mejilla y acunando su rostro—. No te preocupes, tenemos lo necesario para se felices, no pienses de más y disfruta de este momento y de todo lo que pasamos juntos.

Los ojos azules del rubio se llenaron de lágrimas. —Lo sabías ¿Verdad?

—Lo he notado, tu insistencia por el sexo y que estés triste—rio—. El bebé llegará cuando tenga que llegar, mejor seamos más cálidos y hagámoslo porque lo deseamos y amamos no por obligación mi amor, déjame cuidarte.

—¿Y si no puedo tener un hijo?

—Entonces nos quedaremos a criar a ese bribón roba dulces—se encogió de hombros soltando una risotada que encendió las mejillas de Taehyung quien comenzó a reír a la par.

—¿También lo sabes? —preguntó tratando de controlar su risa.

—Sí—asintió—. Eso mismo hacías tú—bufó—. Nos tenemos TaeTae y eso es suficiente.

Taehyung lo pensó, la realidad estaba ante sus ojos al igual que la felicidad, que venía empaquetada dentro de unos ojos castaños que le miraban con todas anhelo, suspiró y negó, tomó las mejillas de Jungkook y lo besó aceptando con cariño el vehemente amor que le ofrecían.

Esa noche fue la primera de muchas donde se dedicaron a amarse sólo pensando en la satisfacción del otro, deleitándose con sus expresiones y sonidos, disfrutando la forma en la que sus cuerpos encajaban a la perfección. Se amaban y eso nadie podía negarlo.

Ni siquiera el destino era capaz de negarles la alegría, pocos meses después Taehyung quedó en cinta, la felicidad que emanaban en cada uno de sus poros era palpable, incluso el pueblo hizo celebraciones en su honor.

Si Taehyung pensaba que Jungkook era sobreprotector se había equivocado, no había nada que no le diera, su preocupación era evidente a cada momento al igual que su felicidad. Sus dos pequeños amores le cuidaban con cariño y él no podía sentirse más feliz.

Afortunadamente sus alumbramiento fue tranquilo, muy diferente al anterior, Jungkook había permanecido a su lado en todo momento y BeomGyu estaba afuera con Hwasa emocionado por su hermanito o hermanita.

El castillo estaba en silencio hasta que el llanto de un bebé resonó en todas las paredes, alegrando el corazón de quienes lo escuchaban.

Taehyung sostuvo al bebé con lágrimas en los ojos y miró a Jungkook quien le besaba la frente

—Es preciosa—susurró el ojiazul—. Kookie es una niña.

El pelinegro asintió. —Nuestra princesa, Jeon Shuhua.

El rey del hielo que todo lo había perdido, que vivía sin abrir su corazón se dió cuenta en esos momentos que hasta el invierno más frío tiene rayos de sol que dan calor, el suyo tenía nombre y unos ojos azules que le miraban con adoración.

—Te amo Taehyung, gracias por quedarte a mi lado—susurró en sus labios sin poder detener esas emociones indescriptible que sentía.

—Te amo mi rey de hielo.

Y así el amor se materializaba en el más puro diamante, tan perfecto y hermoso. Con un beso sellaron el destino que les acompañaría hasta el último aliento.

Si me preguntan el rey del hielo fue mi favorita 💜


Sigue siendo mi pareja fav

💙💙💙

💙🩵

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