87
Los días transcurrían con una tranquilidad y un silencio siniestro, uno que les indicaba que algo atroz se avecinaba. Namjoon estaba perdiendo la cabeza, la soga estaba en su cuello y apretaba cada vez más fuerte, el consejo estaba al pendiente de sus decisiones así como su gente, a esas alturas el pueblo estaba al tanto del rey sin corona.
Yoongi trataba de tranquilizarlo, le decía constantemente que todo saldría bien y aunque creía en las palabras de su fiel amigo no podía negar que como una persona analítica siempre estaba al tanto de todos los resultados y por primera vez en su vida las cartas no estaban a su favor.
Jaehyun también se encontraba a su lado, en las últimas semanas la confianza en él había crecido gracias a sus palabras honestas y a su ayuda continua. Le dió las claves exactas para entender a su padre y a la forma en la que este trabajaba, aún era un misterio el por qué lo había dejado como heredero al trono, pero tomando en cuenta que su padre había mostrado de mil manera diferentes que lo odiaba la duda se disipaba. Nunca creyó que odiaría a alguien de la manera en la que el odiaba a su padre, a la persona que le había enseñado sobre la vida, y quién fue el primero en traicionarlo, no se arrepentía, lo hubiera asesinado mil veces más por haberle hecho daño a la persona que más amaba en el mundo, a SeokJin, el hermoso pelinegro que era su vida entera, de quién verdaderamente guiaba su vida, sólo le importaba la opinión que tuviera este sobre él.
Durante años se alejó de su única debilidad, hizo atrocidades y comercio severas injusticias pero estaba listo para enmendarlo, no dejaría que nada le pasará a Jin mientras él estaba vivo. Por él podría morir y lo haría si tuviera la oportunidad.
JongSuk era un peligro, lo sabía con sólo mirar su sonrisa de satisfacción, no sabía de lo que era capaz y eso le molestaba. Porque nadie era mejor que él.
—Debes de dormir—le escuchó acercarse hasta posicionarse a su lado, acarició sus hombros y los masajeo—. Son pasadas las tres de la mañana—suspiró—. A este paso enfermarás y no creo que la muerte siga siendo tan indulgente.
—Sobreviví a dos intentos de asesinato y al más potente veneno—rio seco cerrando los ojos y disfrutando del toque de su esposo—. Puedo con un desvelo, no tienes que preocuparte, ve a dormir.
SeokJin bufó. —Nunca aprendes Kim Namjoon, pero está bien, sé lo difícil que es dormir. No puedo hacerlo.
—¿Debería retirarme? —preguntó mirando a la fotografía de su madre que descansaba en una de las paredes cercanas a la ventana—. Tal vez tengan razón, no tengo lo que se requiere para ser un rey.
—No digas estupideces—negó tomándolo de los hombros y sentándose en sus piernas para poder mirarlo fijamente—. Veme Namjoon, tú eres un buen rey y el pueblo lo sabe, yo lo sé, Yoongi y Jungkook confían tanto en tu juicio que vinieron hasta aquí para ayudarte, has dado todo por tu reino, incluso eres mucho mejor que tú padre y tu abuelo. Eres justo.
—Lo dices porque me amas—sonrio a medias.
—Puedo amarte, pero incluso en los días donde te odiaba y estábamos separados creía que eras el mejor rey. No tiene que ver con lo que yo crea, sino con lo que has hecho, tú mereces ser rey, no ellos. JiYong te dijo que no vieras el pesimismo en el camino, todo puede cambiar, la jugada no siempre es la misma y lo sabes bien.
Namjoon apretó la mandíbula y lo abrazó con fuerza, aspiro el dulce aroma de su cuello y se relajo por completo, porque SeokJin siempre sería ese componente especial que haría a su cuerpo reaccionar como si estuviera bajo los efectos de fuertes opiáceos, era una droga sentirlo y tocarlo.
—Si algo llega a pasarme Jin, debes de prometer que te alejaras del reino, no me importa nada, la mierda del protocolo, no te quiero cerca de ellos y mucho menos que mis hijos los reconozcan como reyes.
—No digas eso—tragó en seco imaginando una vida sin él—. No cuando estamos de nuevo juntos. Prometiste casarte conmigo después de tu coronación y no dejaré que rompas esa promesa.
—Nos volveremos a encontrar Jin—susurró en su oído—. Siempre encontraremos la manera de encontrarnos, ya sea en esta vida o en la próxima, yo siempre estaré a tu lado, pero tienes que prometerme que te mantendrás a salvo. No por mi, ni por ti, sino por nuestros hijos.
—No voy a prometer nada—gruñó molesto—. Porque no te pasará nada.
Namjoon no pudo insistir aún y cuando su corazón le dictaba que lo hiciera porque no era nadie para prohibirle tener esa nota de esperanza en el corazón. No iba a decir lo que su mente le gritaba con dureza, mantendría sus sentimientos en guardia porque como rey si caía lo haría de pie, no sería fácil derrotarlo e incluso si murirera su recuerdo prevalecería durante siglos. Porque él era el verdadero heredero de Scarlanding.
Yoongi miró a Jimin dormir y su pecho se llenó de emoción, su pequeño ángel era precioso, sus labios entreabiertos le daban una sombra de inocencia irreal. Era suyo, Jimin era su rey y él no podía estar más feliz, sólo esperaba la respuesta de JongIn, sólo sabiendo que Mark pudo ser feliz sin él podría volver a la tranquilidad con la que había gozado desde que esos ojos claros le miraron con amor, sólo Jimin tenía el poder de hacerlo sentir humano y vivo.
Beso su frente antes de levantarse e irse a lavar, era muy temprano, tenía cosas que hacer antes de la reunión con el consejo, el problema en Scarlanding estaba tomando más tiempo de lo previsto lo cual era malo porque él seguía siendo el rey de RyuMoon, aunque su madre sabía liderar con ferocidad su pueblo era muy demandante y no tardaban en exigir su regreso.
Cuando salió del baño se encontró con la tierna imagen de Jimin despeinado con los ojos medio cerrados cargando a su hija, se acercó con una sonrisa idiota en los labios, esa misma sonrisa que sólo iba dirigida a su familia. Se sentó a su lado y acarició su mejilla.
—¿Te despertó? —preguntó con un susurro.
—Está comiendo—sonrió ligeramente—. Son iguales a ti, comen y duermen todo el tiempo.
Yoongi rio. —No es todo lo que hago, además, parte de eso es culpa tuya cariño, necesito el alimento para ganar fuerza porque eres difícil se satisfacer, siempre tan enérgico, me haces sentir como un anciano.
Jimin soltó una pequeña risa cargada de vergüenza y a la vez orgullo, porque para él tener cautivado a Min Yoongi era una gran azaña
—Agradezco su esfuerzo mi rey—dijo seguido de un bostezo.
Yoongi siguió admirandolo hasta que su hija terminó y se quedó dormida en sus brazos, lo vio tan cansado que se la quitó y la acostó nuevamente al lado de su hermano, regresó a su lado y lo recostó en la cama arropándolo hasta los hombros
—Descansa—susurró besando su mejilla—. Haré que te suban el desayuno.
—Gracias ...te amo—susurró antes de caer rendido.
El monarca suspiró tras alejarse de su pequeña familia. Al salir de la habitación sus guardias le saludaron con una inclinación, asintió y comenzó a caminar por el extenso pasillo, todo estaba en completo silencio, envuelto en la tenue luz de las velas, era una mañana fría por lo que se maldijo mentalmente por no llevar su abrigo. Scarlanding era para él el más grande misterio de la vida, un pueblo pintoresco, rico y lleno de tradiciones que escondía secretos siniestros, sabía por Hoseok que el padre de Namjoon había mandado a asesinar una villa completa porque se negaron a inclinarse ante él; no era muy diferente de las atrocidades que él cometía, pero a diferencia de los monarcas de Scarlanding él no ocultaba que era un verdadero monstruo. Estaba en su naturaleza resolver los conflictos de una forma violenta, sólo una persona había sobrevivido a su furia y esa era Jimin, pero no iba a negar que por muchas noches se planteó verdaderamente asesinarlo, lo pensó e imaginó y aunque dolía, estaba dispuesto a hacerlo de no ser por la plática que tuvo con su madre donde le rogaba que lo perdonará.
No le gustaban los secretos ni las traiciones, no lo perdonaba. Nadie podía pensarse mejor que él porque terminaba muerto y no era su culpa, él se los advertía.
—Yoongi debemos hablar—dijo JongIn llegando a su encuentro antes de salir hacia el patio de armas.
—Bien—dijo asintiendo, deseoso de saber lo que había investigado, para por fin sacarse ese peso extra de encima.
Ambos caminaron hacía los jardines en silencio, la atmósfera era tensa y eso sólo incómodo a Yoongi, algo le decía que las cosas no serían tan fáciles como pensaba.
—¿Qué es lo que encontraste? —preguntó con una mueca inconforme—. Sólo dilo, no me va bien el misterio.
—El chico que me mandaste a investigar está casado con la mano derecha de Kim Namjoon, se llama Jackson Wang, un general muy respetado—el nombramiento de ese hombre le hizo entrecerrar los ojos, lo conocía, era uno de los mejores hombres que Namjoon poseía, suspiró aliviado, al menos alguien había aceptado a Mark después de que se supiera que ambos habían mantenido un amorío transitorio—. Tiene dos hijos—Yoongi le miró con seriedad, su corazón dió un vuelco al imaginarse que aquello que años atrás habían planeado lo complio al lado de otro hombre.
—Perfecto—dijo con desdén.
—Lo es, tienen una niña menor de cinco años—sonrió para después volver a la seriedad total donde lo juzgaba con la mirada de forma severa—. Y un varón de once años.
El cuerpo de Yoongi experimento un terrible escalofrío desde la punta de sus pies hasta su cabeza, abrió los ojos lleno de asombro y su ceño se frunció....no era posible
—Un niño...—continuo JongIn—. Con el cabello más negro que la noche y la piel pálida cual leche...¿Por qué no me dijiste que tenías un hijo bastardo?
Yoongi negó parpadeando perplejo. —Porque no lo sabía—susurró incrédulo—. ¿Estás seguro que es mío?
—Es tu viva imagen Yoongi. Tienes mucho que explicarle a Jimin—bufó pensando en su propia situación, donde amaba a un hombre, pero estaba casado con otra—. Todos tenemos secretos, no tienes por qué decir nada Yoongi. Es más, no digas ni hagas nada.
Pero al ver el semblante de su rey supo que Mark y Jackson no estarían preparados para enfrentar la furia de un hombre que apretaba la mandíbula decidido a no dejar las cosas inconclusas
—Maldito—gruñó—. No tenía derecho, pero está bien—sonrió ladino—. Porque nunca es tarde para tomar lo que es mío.
—Una vez más—dijo con rudeza mientras tomaba la espada con fuerza.
Taehyung cansado y sintiendo el sudor recorrer su nuca y frente se levantó usando como apoyo la espada plateada, su respiración era errática, su pulso acelerado no le dejaba escuchar con claridad, su precio dolía al igual que sus manos por haber estado entrenando con demasiada fuerza.
—No pu...puedo—susurró tragando en seco, sentía sus piernas temblar y creía que en cualquier momento iba a caer de nuevo, no había descansado bien y eso le estaba afectando mucho.
—Ponte en posición—dijo ignorando sus súplicas porque lo conocía lo suficiente como para saber que aún podía dar mucho más—. Vamos Tae.
—Jungkook ....no...me duele—se quejó nuevamente.
Jungkook le miró con frialdad. —Nuevamente, en este momento soy tu entrenador no tu esposo, así que mueve las piernas y ponte en posición.
Con resignación lo hizo, Jungkook era un entrenado duro, siempre estaba llevándolo al límite de sus capacidades, no tenía piedad y aunque fuera algo que agradecía en esos momentos le angustiaba a tal grado de querer llorar y tirar la espada al suelo. Respiró y se puso en posición, iniciando con la contienda, se acercó con cautela al pelinegro quien solamente le miraba con cuidado, en el transcurso del tiempo donde ambos habían entrenado juntos se dió cuenta que era una terrible error subestimar a Taehyung, porque este era aún más ágil y fuerte de lo que parecía. Sonrió ladino cuando atacó con todas sus fuerzas, bloqueó el ataque haciendo que ambas hojas se encontrarán en el aire y que se escuchará el estruendo además de la vibración de estas al tocarse. Taehyung entrecerró los ojos y comenzó un ataque rápido, movió la espada con fuerza golpeando la ajena sin piedad, estaba cansado pero la adrenalina corría por su cuerpo sin miramiento. Soltó algunos gruñidos mientras que Jungkook mantenía el gesto serio y concentrado, poco a poco el contacto de estaba volviendo mucho más feroz, ambos llenos de excitacion por la lucha no midieron sus fuerzas.
Taehyung quiso golpearlo en la pierna, pero Jungkook lo detuvo al momento que agitaba la espada cortando por accidente su brazo. Taehyung gritó y soltó la espada al momento que caía de espaldas en el suelo. Jungkook paro en seco dándose cuenta tarde de su error de cálculo, tiró la espada y se arrodilló al lado de su esposo quien se tomaba el brazo derecho a la altura del hombro con fuerza, entre sus dedos se podía ver escurriendo la sangre carmín que mancho su traje azul cielo.
Las manos temblorosas de Jungkook quitaron las ajenas para examinar la herida, soltó un suspiro al descubrir que no era profunda, al menos un corte superficial, sin embargo, este sangraba y por la cara de Taehyung podía afirmar que dolía.
—Lo siento cariño, no he podido detener el ataque—se disculpo lleno de preocupación.
Taehyung hizo una mueca cuando Jungkook puso un pañuelo limpio sobre la herida. —Arde—gruñó.
—Lo sé—dijo al momento de tomarlo en brazos, llevaba encima una máscara llena de mortificación—. Soy un estúpido—gruñó a sí mismo—. Siempre soy cuidadoso, pero ahora creo que he perdido la cabeza en el calor del momento, lo siento mucho cariño.
—Está bien—suspiró cerrando los ojos, él no era bueno manejando el olor de la sangre, este le remontaba a recuerdos que prefería olvidar para siempre.
Jungkook lo llevó dentro del castillo, con ayuda de algunos sirvientes lo acostó en uno de los sillones de la sala de espera y ordenó que le llevarán lo necesario para curar la herida.
—¿Quiere que llamemos a un doctor? —preguntó una de las mujeres preocupada por la palidez del rey.
—N...no—susurró Taehyung.
—No es necesario—aseguró Jungkook rompiendo con dedos ágiles la manga de la camiseta que estaba pegada al cuerpo del rubio debido al sudor—. Trae lo que he pedido, por favor.
—Sí, mi señor.
—Lo siento—murmuró nuevamente.
Dos mujeres aparecieron cargando agua tibia y unos pañuelos de tela, los dejaron a su lado en la mesa de centro. —Aquí tiene.
—Gracias—dijo antes de centrarse en su tarea—. Taehyung, quiero que respires por la boca para que no huelas el aroma de la sangre. No quiero que te desmayes—dijo plenamente consciente de la incomodidad de su esposo—. Te voy a curar y te llevaré a la habitación para que descanses.
—Estoy bien—negó.
—¿Bien? No lo creo—bufó—. Pareces hermano de Yoongi con lo pálido que estás—mojó uno de los pañuelos y lo llevo a la herida con cuidado—. Lo siento mucho.
—No pasa nada—dijo con el ceño fruncido—. Los accidentes pasan amor. Sabíamos que algo así podría pasar, son las cosas que suceden cuando uno entrena.
—Debo de tener especial cuidado contigo—chasqueo la lengua—. Eres tan bueno que a veces olvidó que no eres uno de mis guerreros.
—No mientas—gruñó.
—No lo hago—sonrió con orgullo—. Te has convertido en un gran guerrero, incluso en algunas cosas has llegado a sobrepasarme, yo jamás pude tirar a Hoseok o hacerlo sudar y tú lo hiciste.
Taehyung cerró los ojos sin borrar esa sonrisa llena de satisfacción porque escuchar un cumplido de esa clase de Jungkook—que era muy especial si de combate se hablaba—era algo que no sucedía todos los días, eso hizo que casi olvidara el dolor y el ardor que sintió cuando le aplicó un ungüento de hierbas en la herida.
—Listo—dijo terminando de vendar la herida—. Lo siento.
Se sentó y le sonrió. —Está bien, los accidentes ocurren.
—Pero no contigo, debo de ser cuidadoso y no lastimarte. No quiero lastimarte.
Por la connotación de las palabras, sentía que no sólo se refería a la herida, suspiró abrazándolo con cuidado de no mover el brazo.
—Te amo Jungkook, tranquilo, no tengas miedo—susurró—. Sé que para la próxima serás más cuidadoso o tal vez sea yo quien se vengue. Te haré caer.
Jungkook comenzó a reír y acarició su cabeza. —Vamos a que descanses.
—Dilo—dijo con un gruñido molesto.
—También te amo TaeTae.
Los jardines del castillo eran una de las cosas que Jungkook más disfrutaba, las rosas eran preciosas, hubiera deseado que su reino tuviera mejores condiciones climáticas para albergar tanta vida natural.
Se encontraba fumando un puro que Namjoon amablemente le había dado luego de saber el susto que tuvo aquella mañana tras herir a Taehyung, aún recordaba sus manos llenas de sangre y temblaba de pies a cabeza.
Era un accidente, pero aún así se recriminaba no haber sido lo suficiente cuidadoso con su esposo, quien a pesar de ser fuerte y veloz seguía siendo un doncel. Chasqueo la lengua imaginando lo peor, una escenario que por nada del mundo quería volver a presenciar, Taehyung era todo lo que amaba en el mundo además de su hijo y tenía miedo de que algo le sucediera, estuvo a punto de perderlo una vez y la sensación fue tan siniestra que durante noches enteras no pudo dormir aún recordando su rostro sin vida.
Seguía sintiendo ese extraño presentimiento que le dictaba que no estaban a salvo en Scarlanding, por más que quería ignorarlo no podía, era imposible hacerlo porque nunca se equivocaba. Quería tomar a su familia y regresar a su reino, pero tampoco podía abandonar a su amigo cuando más lo necesitaba.
—Es una hermosa tarde ¿No lo cree?
Entrecerró los ojos mirando sobre su hombro. Cerca estaba una hermosa pelinegra que se parecía tanto a SeokJin, salvo que está era más baja y llevaba un vestido azul rey que asentaba su palidez.
—¿Nos conocemos? —preguntó con un ceja levantada.
—No mi señor—dijo apenada al instante que hacía una reverencia—. Soy Kim Jisoo, hermana de su alteza real Kim SeokJin. Encantada de conocerlo.
Eso explicaba el parecido, sin embargo, le parecía extraño que era la primera vez que la veía en el castillo
—Jeon Jungkook—dijo con un asentimiento de cabeza. Lo normal para una caballero era tomar la mano de la dama o doncel y dar un beso en su torso, sólo si está era de alta sociedad como la mujer frente a él, sin embargo, Jungkook huía del contacto con otras mujeres y donceles por respeto a Taehyung quien se sentía incómodo ante ese protocolo.
—El rey del norte—dijo mostrando una enorme sonrisa sarcástica—. He escuchado mucho de usted, pero es tan joven que me ha sorprendido, yo pensé que era mayor.
—No, de hecho soy el menor de los tres reyes—respondió sin expresión alguna.
Se quedaron en silencio, Jisoo estaba evaluando la manera en la que tenía que dirigirse a él y como podía usar sus encantos, pero el hombre parecía ser de piedra y no era como si ella se sintiera muy feliz de esa labor.
—¿Su estadía ha sido placentera?
—Lo ha sido, gracias.
—Existe....un lugar en el palacio de cristal—dijo llamando la atención de Jungkook—. Uno que es usado por el rey Kim siempre que lo necesita...—sonrió apenada—. Si usted quiere un trato especial por favor busqueme en el palacio sur, si quiere hablar y...
Ella no sabía ser una ramera, sólo había seducido a un hombre en su vida y fue gracias a que uso la situación de su hermano a su favor. Así que todo lo estaba haciendo mal.
—Si quiero hablar lo haré con mi esposo—dijo de forma tajante—. Si me disculpa.
Se dió la vuelta sin mirarla y se alejó molesto, por una mujer como aquella había perdido a su hija. Entró al castillo y miró a SeokJin, se acercó a él y le encaró
—¿Qué pasa Kook? —preguntó preocupado por el semblante del otro.
—Dile a tu hermana que deje de ofrecerse a los invitados—gruñó antes de seguir caminando.
SeokJin chasqueo la lengua. —No vas a joder ahora Jisoo—miró a una de sus damas—. Ve al palacio del sur e invitalas a una cena mañana por la noche—sonrió ladino—. Que Taehyung se encargue.
El consejo miraba al rey esperando, uno de los generales de la villa sur había llegado con una noticia atroz, el ejército rebelde había atacado de nuevo a un pequeño pueblo, no se detenían y eso le estaba preocupando. Era como si todo estuviera por estallar al mismo tiempo.
—Mandaremos tropas de inmediato—dijo con rudeza.
JongSuk le miró con una ceja alzada. —Esa es una buena opción, pero ¿Eso no dejaría al castillo y al pueblo principalmente desprotegidos?
Los miembros del consejo comenzaron a hablar. Yoongi miró de reojo a Namjoon
—Claro que siempre podemos intervenir nosotros—dijo con autoridad llamando la atención de todos—. Con una carta a RyuMoon puedo hacer que a primera hora de la mañana mis hombres estén en la villa sur y aniquilen al ejército rebelde.
—¿A qué precio? —preguntó JiYong con una ceja alzada.
—El territorio que logré salvar es mío—sonrió ladino—. Es lo justo ¿No lo creen?
Todos miraron al rey Namjoon esperando una respuesta. JongSuk sonrió satisfecho
—Si me permite opinar—dijo dirigiéndose a su hermano—. Yo creo que es una buena oferta. Necesitamos su ayuda y esa es una pequeña Villa.
—¡Estás hablando de regalar nuestro territorio! —gritó molesto y desesperado Donghae—. Es inaceptable.
Namjoon negó. —Pero es una opción—dijo con seriedad—. El rey Min se ha ofrecido a darnos su ayuda protegiendo el sur, eso nos ayudará a tener el tiempo suficiente para pensar en un plan de acción contra el ejército. No estoy diciendo que le daremos el territorio, sólo podremos hacer eso sí él realmente logra lo que ha prometido, así que piénsalo Min porque tú gente puede morir, además las tierras del sur son pobres y casi inahabitables.
—Un riesgo que puedo correr—asintió con suficiencia—. No es gran pérdida para mí.
Jungkook rió por lo bajo mirando el rostro de cada uno de los miembros del consejo los cuales miraban a Namjoon como si se hubiera vuelto loco.
—¿Para que me llamaste? —preguntó sentándose en el sillón rojo al lado de la ventana.
JongSuk sonrió al rey Min con suficiencia. —Porque sé que ambos podemos beneficiarnos de todos esto—suspiró—. Yo puedo ayudarlo a ganar ese territorio. Sé que expandir su reino podría ser bueno.
Yoongi levantó una ceja. —¿A cambio de qué?
—Quiero ser el rey de Scarlanding —respondió sin juegos.
—Vaya, entonces quieres destituir a Namjoon—parecio sorprendido—. ¿Qué me dice que no me vas a traicionar?
JongSuk sonrió. —No lo traicionare, usted ganará la lucha en el sur.
—¿Cómo estas tan seguro de eso? —preguntó con una ceja levantada
—Porque el rey sin corona siempre cumple con su palabra, no soy Namjoon, nosotros podemos lograr ser un gran imperio.
Yoongi asintió. —Ahora entiendo por qué el rey te dejó a cargo, eres más inteligente que Namjoon y ambicioso, eso me gusta.
La nueva de JongSuk le puso alerta. —El viejo sabía jugar sus cartas y sabía apostar, siempre apostó por lo mejor, usted rey Min me recuerda a él, quedé impresionado cuando no acepto el mandato de NamJoon.
—Namjoon fue mi amigo, pero no es un buen rey y me está perjudicando, así que dime el plan—dijo con seriedad—. Nosotros juntos lograremos mucho JongSuk.
El nombrado asintió emocionado de haberle ganado a Kim Namjoon, se quedaría con todo y de eso estaba seguro.
Empezamos el maratón, por favor comenten y voten que me ayuda mucho 💜
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