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57

—La bebé crece bien—sonrió Irene mientras mecía a la pequeña que estaba por despertar. 

SeokJin quien se encontraba a unos pasos de distancia tomando el té asintió distraído, habían pasado algunos días desde que nació JiEun y habían ordenado que nadie cuidaría de ella a excepción de él, se encontraba mucho mejor, en dos días iría por sus hijos a la Villa de su padre, pero estaba inseguro de haber tomado la decisión correcta, las cosas con Namjoon estaban bien, sin embargo aún quedaban cabos que atar, mostrarle su mayor tesoro a Namjoon era un verdadero acto de confianza, ella era todo lo que tenía y lo que en verdad quería en ese mundo, si se veía lastimada él podría morir de la desgracia. 

—¿Pasa algo mi señor? —preguntó su dama.

—Nada, sólo....no es nada—le sonrió—. Lleva a la niña con la nodriza, yo aún no puedo alimentarla.

—De inmediato—hizo una reverencia y se alejó.

SeokJin se quedó mirando a la nada, en su pecho crecía una enorme opresión, estaba preocupado y en su mente sólo se encontraba la imagen de su hija, cerró los ojos esperando que no fuera nada, que estuviera tomando la decisión correcta y que su hija pronto se encontrará en sus brazos.

















Namjoon se encontraba en su oficina hablando con sus consejeros y generales, Hoseok le explicaba la estrategia que estaban por usar para encontrar la cede del ejército rebelde, él escuchaba atentamente, aunque su interés en el tema era genuino su mente divagaba, últimamente las cosas estaban cambiando y el ambiente era tan tranquilo que parecía irreal, era como la calma antes de la verdadera tormenta, esperaba que los dioses hayan tomado su sufrimiento como una prueba de su fortaleza y ahora le dejarán gozar de lo que estaba construyendo. SeokJin y él estaban distantes, pero bien, no se gritaban u odiaban, su esposo estaba molesto porque se había negado a ver a JiEun, o incluso a reconocer su existencia, pero si no hablaban de ella o de Ailee, las cosas entre ambos marchaban bien.

—Si vamos por el este podríamos encontrarlos—dijo con la mano en la barbilla—. ¿Qué piensas Namjoon?

El nombrado suspiró. —No sé si seamos capaces de encontrarlos bajo esa estrategia, es la más obvia, es imposible hacerlo, es mejor ir por el oeste.

Jackson asintio. —Concuerdo con el rey es...

La puerta fue tocada, los tres hombres levantaron la vista. —Abre—le dijo al sirviente que se mantenía al lado de esta. 

Se sentó derecho y miró como un hombre apurado entraba, no lo reconoció, entrecerró los ojos y sus guardias se pusieran a la defensiva

—¡Mi señor! —dijo el hombre inclinándose. Estaba agitado, sudoroso y temeroso.

—¿Quién eres tú y a qué has venido? —preguntó con frialdad.

El hombre levantó la vista. —Vengo de la Villa Kim—explicó de inmediato—. Hay un problema mi señor, uno muy grave.

—¿Qué ocurre? —actuó atento al escuchar de donde provenía, un mal presentimiento albergo su pecho.

—Señor...mi amo me ha mandado a entregarle esto con suma urgencia. 

Con una seña le indicó a su sirviente que recibiera el recado, cuando lo hizo lo llevo a sus manos, el sello era de los Kim por lo que no tardó en abrirlo. Leyó las primeras líneas y sus ojos se abrieron aterrorizados, sus manos temblaron y su gesto se endureció, arrugó la hoja con coraje, era como si su peor pesadilla se hiciera realidad, nada se comparaba a ese momento de angustia real. Tragó sintiendo la inestabilidad de su cuerpo.

—¿Qué ocurre mi señor? —preguntó Hoseok preocupado, usando los honoríficos por encontrarse fuente a personas ajenas, no le gustaba el rostro que tenía impreso el rey, era de total terror y preocupación.

—Ellos....ellos se llevaron a la princesa. Se la llevaron.

—¿Qué? —dijo debido a la impresión.

—¡Esos desgraciados se llevaron a mi hija, tienen a Kim Tzuyu! —se levantó de inmediato—. Prepara los caballos, tenemos que llegar a la Villa Kim de inmediato—bajo los escalones de su silla real y miró a todos a su alrededor tanto sirvientes como guardias bajaron la mirada atemorizados—. Que su alteza no se entere a dónde vamos ¿Entendido?

—¡Si mi señor! —dijeron al mismo tiempo sin levantar la mirada.


















El viaje a la Villa Kim fue hecho en el menor tiempo posible, sin embargo, su mente se encontraba tan afectada que para él fue una osadía llegar, en lo único que podía pensar era en la niña que no conocía y en SeokJin, este último estaría destrozado si se enteraba, tomaba con fuerza las correas del caballo, sus guardias se mantenían atentos porque su rey no disminuía la velocidad, el viaje de un día en carruaje lo hizo en menos de cuatro horas, entró a la Villa de los Kim, sólo una vez había estado en ese lugar y fue para recoger a SeokJin en sus años de juventud, comenzó a disminuir la velocidad haciendo relinchar al caballo, los sirvientes y el duque Kim ya lo esperaban en la puerta, bajo de inmediato, a medida que se acercaba podía ver la máscara de dolor del padre de su esposo, este se inclinó con respeto.

—Mi señor—dijo con respeto, pero al mismo tiempo con anticipación.

—Duque—respondió de la misma manera—. ¿Qué ha sucedido?

—Es mejor que entremos—le dijo mirando alrededor—. Puede ser inseguro.

Se podía sentir la tensión de sus cuerpos, a medida que avanzaban por el pasillo hasta el que sería por un tiempo el cuarto de la menor, dentro de encontraba su nana con los ojos rojos debido al llanto de impotencia que había tenido desde que se enteró que la pequeña no estaba, a unos pasos otra de las nana cargaba a Mina mientras que YeonJun estaba en la alfombra jugando.

—Cuéntale al rey lo sucedido—ordenó Kim con seriedad.

—Mi señor...yo acosté a la niña y la dejé durmiendo mientras iba a mis apocentos que están justo al lado, cuando hice ronda de revisión dos horas después ella ya no estaba. Se la llevaron, la ventana estaba abierta. 

Namjoon entrecerró los ojos. —¿Por qué no dormías con ella?

—Nuestro señor no lo permite—respondió de inmediato—. Si la princesa ve a alguien en la habitación no puede conciliar el sueño.

Asintió no sabiendo que contestar, porque había mucho que no sabía sobre los niños y mucho menos sobre la hija que años atrás había abandonado.

—¿Encontraron algo? —preguntó perdido.

—Esto—el duque Kim le tendió una nota, de inmediato la tomó leyendo su contenido.

Rey Kim de Scarlanding

Tengo algo que es suyo y con eso estamos a mano, si quiere a la princesa viva, hagamos una reunión cerca de la muralla en dos días a la medianoche, si es una emboscada su hija pagará el precio

E.L

—No lo comprendo—susurró lento de furia, con las manos temblorosas.

—Yo tampoco ¿Qué puede tener usted que sea de ellos mi señor?

Arrugó la hoja en sus manos. —La fecha es mañana, tengo que prepararme. Yo...dejaré unos hombres para que cuiden de los niños mientras vuelvo.

—Mi señor, mi hijo.... él...

Namjoon aligero su gesto. —No lo sabe—suspiró temeroso—. Debo de arreglar esto antes de que se entere.

El duque negó. —Si me permite decirlo mi señor, su alteza necesita saberlo, porque....si las cosas salen mal él...

—Nada va a salir mal—tragó en seco—. Además en su estado, recibir estas noticias sería muy peligroso. Yo traeré a la princesa de vuelta, lo juro por todo lo que poseo.

El hombre a su lado sólo le observó, había algo implícito en aquellas palabras que le hizo tener más miedo que antes, si su hijo estaba en una situación de riesgo por lo que creía, enterarse de algo así podría ponerlo en peligro, asintió, esperando que el rey cumpliera con su palabra.













Seokjin miró a Irene con una ceja alzada, durante toda la tarde había estado intranquilo, con un dolor en el pecho que no era capaz de descifrar. —¿Qué pasa? ¿Por qué vienes tan mortificada?

La chica dejó de masajear su brazo y le miró. —Nada mi señor, es sólo que escuche algo en el castillo.

—¿Qué escuchaste? —preguntó entrecerrando los ojos—. Irene habla, sabes que tu lealtad está conmigo, con nadie más.

Tomó aire y se acercó dando a entender que era secreto lo que estaba a punto de decir, SeokJin hizo el mismo movimiento para escucharla con claridad. —El rey Kim ha viajado de emergencia a la Villa de su padre. Pero, nadie sabe la razón.

Se separó de golpe frunciendo el ceño. —No comprendo ¿Por qué viajaría a ver a mi padre?

Ella negó sin saber la respuesta, SeokJin sintió su pulso aumentar, en su mente sólo se evocaba el recuerdo de sus pequeños, algo no estaba bien y tenía miedo.











Yeji miraba a la niña que jugaba con el pequeño peluche a los pies de la cama. —No puedo creer esto—susurró molesta.

—Un hijo por un hijo—respondió Daniel.

—Pero, ella no tiene la culpa—bufó rodando los ojos—. Es indefensa.

—Es una niña, no pasa nada—gruñó frustrado—. Estará a salvó mientras Namjoon entregué lo que Tablo quiere.

—LeeHi no vale tanto la pena—negó en un murmuró.

—Que no te escuché decir eso porque serás asesinada—respondió de inmediato.

—Sólo digo la realidad—sonrió cínica—. Espero que no se decepcione, ella no ha sabido cumplir con sus objetivos, es desechable y débil.

—Tablo sólo la quiere por el niño que lleva—se encogió de hombros. 

—Por su bien espero que aún exista.
















Namjoon llegó a su recamara ya pasada la hora de dormir, creyó encontrarse con la imagen de SeokJin durmiendo apacible, pero fue todo lo contrario, este iba de un lado para el otro hasta que le miró y se quedó quieto.

—¿Dónde estabas? —preguntó serio—. Te he buscado durante horas, pero nadie me podía decir en donde te encontrabas.

—En una expedición—respondió de inmediato.

SeokJin negó. —¿Por qué estabas en la villa de mi padre?

Los ojos de su esposo se veían tan temerosos que mordió su labio inferior, a esas alturas estaba comprobando que algo malo sucedía.

—No es nada, una expedición—volvio a decir.

—¿Por qué no te creo? —respondió exaltado—. Díme la verdad, por favor Namjoon.

Estaba cansado, preocupado y dolido, si lo decía en voz alta habría de ser su sentencia, pero no podía negarse al ver esos ojos llenos de temor, se acercó hasta estar frente a él y tomó sus hombros. —Escucha todo va a estar bien...

—No entiendo—susurró—. Me estás asustando. Dime qué ocurre.

—Yo...prometo que voy a resolver esto, te lo juro por mi vida—suplicó—. Pero, no te alteres, trata de estar tranquilo, por el bebé.

—Habla Namjoon—dijo de repente sintiendo miedo de lo que escuchaba.

—La resistencia...se ha llevado a...—tragó duro—. Se han llevado a Tzuyu.

Y en ese instante el mundo de Kim SeokJin se partió en pedazos.








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