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55

—Mi señor—dijo Irene entrando para interrumpir su baño—. Ailee está en parto.

Aquel anuncio lo lleno de escalofríos, se levantó de la tina y dejó que sus damas le cubrieran, tenía que vestirse para ir a su encuentro, habían pasado algunas semanas desde que visitaba a Ailee con constancia, donde hablaban, no de la situación, ni de lo que había hecho, sino de cosas triviales como sus infancias, la crianza de los niños y la vida en el castillo, en ese tiempo Jin había aprendido sobre la bondad dentro de aquella chica, una bondad que la llevaría a la horca, por más que quiso nunca le confirmó sus sospechas, siempre afirmó que ella era la única culpable, aunque ambos sabían que no era así.

—Avisaron a Namjoon—preguntó mientras caminaba por el pasillo.

—Está enterado, mi señor, pero dijo que no quería saber nada.

Con Namjoon las cosas habían avanzado de una buena manera, este le cuidaba y estaba al pendiente de su salud y la del bebé que llevaba en su vientre, pero cada que tocaba el tema de Ailee se porta renuente, no había desechado la idea de matarla al nacer el bebé, pero, lo peor, era que no le había dicho lo que pasaría con la criatura.

Llegó a la habitación, la escuchó gritar y sufrir y su corazón se encogió, era como si el dolor lo estuviese sintiendo él, se acercó a ella, a un lado de la cama y le tomó la mano.

—Calma, respira—dijo en un tono alto para que pudiera escucharlo.

Ella lo miró con lágrimas en los ojos. —Duele mucho—susurró inaudible.

—Lo sé, sé que duele—asintió con un nudo en la garganta.

—No sé si pueda aguantar...duele—sollozo recargando la cabeza en el hombro de Jin.

—Puedes hacerlo, tienes que ser fuerte—le dijo sosteniéndola con fuerza.

¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué la sostenía o se preocupaba? No lo sabía, no estaba seguro de sus propias acciones, sin embargo, estar ahí lo sentía correcto, sostener su mano era lo único que quería hacer en esos momentos, ella parecía tan frágil, que por un momento se vio reflejado en sus ojos.

—Vamos, tienes que pujar con fuerza—dijo cuando sintió como se apalancaba.

La partera, que había atendido el parto de Jisoo, le miró con dureza. —Niña tiene que pujar con fuerza.

Ailee soltó un grito antes de pujar con todas sus fuerzas, pero no fue suficiente, cayó nuevamente en el hombro de Jin. —Tu puedes, vamos, una vez más.

Cuando otra contracción vino, Ailee volvió a pujar esta vez usando todas sus fuerzas, pero no era suficiente, así fue por varios minutos hasta que soltó un grito que desgarró su garganta y pujó con el alma entera, fue entonces que el sonido de un llanto de bebé inundo la habitación, ella cayó rendida en los brazos de Jin quien aún la sostenía.

—Es una niña—dijo la partera, quien se encargaba de cortar el cordón y limpiar a la niña.

Ailee comenzó a llorar, el simple sonido de su hija llorando fue lo que llenó a su corazón de un calor doloroso, porque era el mejor sonido que alguna vez había escuchado y también el más doloroso y desgarrador.

—Tome—dijo la partera acercando a la niña a ellos.

Jin la miró, era pequeña y linda, con mucho más cabello de lo que pensó, su rostro aún estaba hinchado, y abría la boca con insistencia. —Mi niña—susurró ella con un nudo en la garganta.

—Es hermosa—asintió Jin intentando ser fuerte—. Ailee tienes que decirme la verdad.

Ailee miraba a su hija, entonces, sólo entonces, pensó que podía hacer caso a Jin, podría decir la verdad, pero eso sólo significaba que debía traicionar a su hermana y que la vería sufrir por sus actos, amaba a su hija, más de lo que nunca imagino, pero LeeHi era su vida, la había criado y cuidado como si fuera su propia hija desde el primer momento en que nació, no podía hacerle eso. No tenía el corazón, pero tampoco para dejar desprotegida a su propia hija.

—Te lo suplico—dijo mirando a Jin de una forma desesperada—. Por lo que más quieras, cuida de ella.

SeokJin negó abriendo mucho los ojos. —No lo hagas, no.

—Sí me quedo, jamás podré ser feliz, pero si me voy, las habré salvado a ambas, tienes que prometerme que cuidarás de mi hija, por favor. Sé que tú puedes hacerlo, porque eres bueno.

—Ailee—negó—. ¿Quién fue? Si lo dices ahora, puedo hacer que tu condena sea otra, no morirás y podrás estar con tu hija.

—Lo siento—negó con lágrimas en sus ojos—. Por favor, cuida de ella, por favor, te lo suplico.

No iba a ceder, podía verlo en sus ojos, ella no cedería, no confesaría y moriría, y Jin sabiendo que es inocente, viviría con la angustia de saber quién era el verdadero culpable. Quiso negarse, pero no pudo, no cuando los ojos destrozados de aquella chica le miraban suplicantes y cuando el llanto de aquella niña inundó nuevamente la habitación.

—Lo haré—asintió sintiendo el peso en sus hombros.

—Lee JiEun, ese es su nombre—susurró besando la frente de la niña.






















—Pido indulgencia—dijo adentrándose a la habitación.

Namjoon quien estaba bebiendo en uno de los sillones le miró con cara de pocos amigos, por sus ojos supo que tenía el tiempo suficiente bebiendo como para estar ebrio y de mal humor.

—¿Qué?

—Pido indulgencia en nombre de Lee Ailee—dijo con inseguridad, la vista de Namjoon en ese estado siempre lo remontaba al pasado.

—Morirá en ocho horas—dijo con seriedad, su mirada era tan fría como un tempano de hielo—. No hay marcha atrás.

—Namjoon, ella no lo hizo.

—¿Cómo estás tan seguro de eso? —cuestionó con una ceja alzada.

—No tengo pruebas, pero lo sé—dijo con una mueca.

Namjoon soltó una carcajada, se levantó, haciendo que Jin se quedara quieto. —Sé que te has reunido con ella en secreto las últimas semanas, no entendía la razón, pensé que estabas buscando información ¿Pero esto? Jin, te has dejado engañar por una traidora.

—No es así Namjoon—negó—. Ella está encubriendo a alguien.

—En todo caso, sigue siendo una traidora, al encubrir al culpable, Jin, te ha engañado, ella lo hizo.

—¿Y si no? Deberíamos investigar más—balbuceo.

—¿Por qué estás de su lado? ¿Qué se supone que quieres lograr con esto? —cuestionó con una ceja alzada. Se acercó, pero Jin en un reflejo se hizo para atrás—. No te voy a hacer nada Jin.

—Puedes estar condenando a alguien inocente—dijo con una mueca—. ¿No es mejor otro castigo?

—No Jin, si sigo siendo indulgente con las personas que me traicionan, entonces ¿Qué clase de pensamiento tendrán de mí? No seré más que un rey débil y eso lo sabes bien, las reglas y los protocolos están hechos para cumplirse.

—Namjoon—negó.

—Ella morirá al mediodía—dijo con severidad—. Es mejor, que te mantengas al margen Jin, porque sigo siendo el rey y mis decisiones tienen que ser respetadas. No te muevas.

Jin se quedó plantado en aquel lugar, mirando cómo Namjoon se acercaba, el olor a alcohol era fuerte, estuvo a escasos centímetros y elevó la mano para acariciar su mejilla, se aceró a su rostro y besó su frente.

—No correré el riesgo Jin—dijo con melancolía—. No cuando estás aquí, mataré a quien sea, con tal de demostrar que soy fuerte y que deben temerme, es ella o es Scarlanding y lo que me importa, tú y mis hijos.

Se separó dejándolo sin aliento, sus mejillas estaban sonrojadas, sus ojos ardiendo debido a las lágrimas, sabía que estaba actuando como un idiota, claro que comprendía por qué Namjoon tenía que hacer todo aquello, sin embargo, el sentimiento de afinidad con Ailee y la niña recién nacida le hacía dejar de ver con objetividad la situación. Pero, no podía salvarla, no sin ir en contra de Namjoon. Cerró los ojos y se recargó en la pared, aquella sería la noche más larga de su vida. Una de tantas. 


















SeokJin estaba pálido mirando a todo su pueblo plantearse en aquella plaza alabando lo que el rey estaba haciendo, a su lado alejadas del trono se encontraban las tres ex concubinas, Namjoon las había llevado con el fin de que vieran su destino si se convertían en traidoras. SeokJin no podía verlas, pero escuchaba los lamentos de LeeHi quien se abrazaba a Dahyun, sentía rabia, porque ella no había mostrado preocupación por su hermana antes, Jisoo estaba pálida, mordía sus uñas con aplomo esperando lo peor. 

Miró a su lado como Namjoon sostenía los posa-brazos del trono con dureza haciendo que sus nudillos se volvieran blancos, las trompetas tocaron una melodía doliente, en medio de la plaza frente al descanso de los reyes se encontraba la horca, la cuerda que se balanceaba con el viento. 

—Namjoon puedes parar esto—susurró SeokJin en un último intento por hacerlo entrar en razón.

—No—respondió con dureza.

El espectáculo comenzó, los guardias aparecieron escoltando a la castaña clara que llevaba un vestido negro, ella iba con la mirada baja, la gente a su alrededor le gritaba cosas hirientes, insultos injustificados y maldiciones. Su verdugo la ayudó a subir los escalones de madera, subió con una calma monumental como si deseara alargar su tortura lo más que pudiera, miró hacía arriba, el cielo estaba especialmente gris esa mañana, sonrió con lástima, le hubiera encantado ver por última vez el cielo azul, ese que amaba y que se pasaba horas dibujándolo. Suspiró cuando subió a la tarima y caminó a donde la cuerda le esperaba, su cuerpo comenzó a temblar y sus lágrimas a desbordarse de sus ojos.  

El guardia tomó la cuerda y sin emoción la puso alrededor de su cuello, ella comenzó a sollozar sintiendo pánico, miró hacía el frente y sus ojos se conectaron con los del rey, Namjoon no podía dejar de verla, deseaba parar todo pero no lo hizo, empuñó con más fuerzas sus manos mientras era observado por la condenada. Entonces los ojos castaños y dolientes de Ailee miraron los de Jin, quien en ese momento estaba sin respiración, le sonrió, sus ojos suplicaban aquella promesa, SeokJin no pudo despedirse de ella, pero asintió, intentando hacerle ver que JiEun estaría bien.

Con las manos temblorosas, Namjoon subió la diestra para dar la orden, temblando la dejó caer mirando por última vez los enormes ojos que siempre le miraron con dulzura y paciencia. 

—¡Nooo! —grito LeeHi al ver la escena. Dahyun la pego a su pecho para que no lo viera más. Jisoo se tapo la boca con la mano completamente asqueada.

SeokJin desvió la mirada con nauseas, él único que se quedó mirando fue Namjoon guardando aquello en su memoria, atormentando sus recuerdos y acrecentando su culpa. 

Todo paso tan rápido, lo último que recordaba era a LeeHi gritando, no le importaba él no podía dejar de mirar el cuerpo inherte suspendido. 

SeokJin se puso de pie y salió corriendo del estrado, intentando tapar su boca, llegando al jardín bajo la tarima para vomitar, el mareo le hizo sollozar, sintió las manos de Irene sobre sus hombros y sus guardias custodiando para que nadie pudiera ver tan lamentable escena.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, ella estaba muerta y él tenía una promesa que cumplir. Namjoon se acercó a él y lo tomó de la cintura para entrar al castillo, el mareo no pasaba, las náuseas tampoco, se sentía enfermo. Asqueado y dolido.

—¿Puedes caminar?

No negó, pero tampoco asintió, lo cual le dijo a Namjoon que estaba lo suficientemente débil como para hacerlo, lo tomó en brazos y lo llevó escaleras arriba directo a sus aposentos.

Una vez adentro, lo dejó sobre la cama, pidiendo a una de las damas que los habían acompañado, un poco de agua fresca. SeokJin seguía llorando.

—No tenías que estar ahí, te dije que te quedaras en el castillo.

No respondió, siguió llorando, Namjoon mantenía la angustia en su rostro, acarició la mejilla de Jin y su vientre.

—Era necesario Jin, ella tenía que pagar.

—No así, no de esa forma—negó.

—¿Y si no hubiese sido yo? Si yo no habría sido envenenado sino Tzuyu, Mina o YeonJun, no me odies por querer eliminar a cualquiera que sea una amenaza para mi reino y para mi familia.

—Ella no haría eso—sollozo.

—SeokJin, tienes un corazón noble, pero, no, no me iba a arriesgar. No cuando estás esperando a mi hijo. Por favor, intenta entenderlo.

—En sus ojos, ella era inocente, lo vi en sus ojos.

Namjoon apretó la mandíbula. —La gente miente Jin. Tú y yo sabemos bien eso.

Se levantó, dispuesto a irse, porque aquella escena estaba siendo muy difícil, porque su corazón estaba destrozado y la culpa carcomida su pecho.

—Quiero a la niña, quiero cuidarla.

Namjoon se volvió con el rostro cenizo. —No, la niña será llevada al palacio de cristal, LeeHi se hará cargo de ella.

—No, la quiero yo—soltó con rudeza.

—¿Por qué? ¡Ailee era una traidora!

—¡Entonces por qué permitiste que naciera! Por qué no matarla hace meses. Quiero a la niña, me haré cargo de ella como lo he hecho con Mina.

Namjoon estaba por objetar, pero no lo hizo. —Haz lo que quieras, para mí esa niña no existe.

La frialdad de sus palabras hizo que Jin entrecerrara los ojos molesto. —No importa, no es la primera vez que lo haces.

—Estás siendo injusto.

—Lo aprendí de ti Namjoon.

Molesto, NamJoon abandonó la habitación, dejando a Jin solo, reafirmando que la vida en el castillo era un infierno disfrazado de lujos. Todo ahí estaba mal.












LeeHi terminó de cerrar aquella carta, sus lágrimas secas permanecían en su rostro, Jisoo se acercó a ella y tomó el sobre guardandolo en su vestido.

—Bien LeeHi, sólo descansa.

—Ella murió por mi culpa.

—La vengaras, lo harás—dijo con una mueca—. Prepárate que te traerán a la niña, tu deber es cuidar de ella.

LeeHi asintió con un nudo en la garganta y una opresión en su pecho que era difícil de aligerar. Jisoo salió de la habitación y caminó por el palacio, directo a la puerta de servicio, ahí, esperando, recargando en la pared de piedra estaba JinYoung.

—Toma—dijo entregándole la carta—. ¿Sabes a dónde ir?

—Lo sé—asintió—. Tablo ¿Verdad?

—El mismo—dijo con seriedad—. Hazla llegar en cuento antes, por favor.

JinYoung asintió antes de alejarse de ella, Jisoo lo observó con una sonrisa ladina, por fin, Kim SeokJin sufriría lo que era perder lo que más amaba.




Jin es el adopta niños jajajaja 💚

💚💚

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