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34

El viaje no era largo, situación que le ponía nostálgico, era esa una de las razones por las cuales podtía llegaba a odiar a Namjoon, ya que, tiempo atrás este le había prohibido visitar a su padre, por miedo de que jamás volviera y como castigo por haberlo traicionado, tuvo que conformarse con las cartas que se enviaban, en donde su padre le decía la añoranza que tenía de conocer a sus nietos. Era indigna la forma en que fue tratado, Namjoon no lo quería cerca, pero tampoco alejado de sus tierras, no era más que un esclavo de su desdichado destino. 

Cerró los ojos porque el paisaje lleno de árboles le mareaba, quería devolver el estómago y la sensación era terrible. Frente a él estaba Joy cargando a Mina, Tzuyu estaba dormida en sus piernas y YeonJun estaba en sus brazos dormido, desde el día que se lo devolvieron, ambos se habían negado a separarse, tampoco Tzuyu había querido que alguien tocara a su hermano.

Después de vivir la agonía de saber que se metieron con lo que más amaba en el mundo, tenía miedo, sea cual sea el plan que le deparaba el destino creía que no saldría ileso del dolor. Su fortaleza se veía quebrantada cada que estaba cerca de Namjoon, porque le pesaba admitir que a pesar del dolor, la humillación y la traición seguía amándolo. Y la despedida se plantaba en su mente de forma directa, esos besos recorriendo su cuerpo y la promesa de volver a ser una pareja.

Pero ya no era el mismo chico ingenuo de antes, si tenía la posibilidad de elegir su opción siempre sería Tzuyu, YeonJun y Mina, ellos le necesitaban y el amor que les tenía era más fuerte que el que sentía hacia Namjoon.

Recordó así la última plática que habían sostenido antes de partir, donde esté le pedía prudencia y sobre todo regresar. SeokJin había ideado un plan, él se iba a quedar en la villa Kim con su padre, Namjoon no tenía jurídiccion en sus tierras, podría estar en su hogar, mirando a sus hijos crecer siendo felices. Pero la opresión en su pecho tras esa resolución no se minimizaba. Quería regresar.

Pero regresar también significaba aceptar el hecho de que ahi estuvieron viviendo sus concubinas, una de ellas, su hermana, que había dado a luz a una pequeña que estaba bajo su cuidado y con quien se había encariñado, otra, que llevaba en su vientre un hijo de su esposo, no las odiaba, a ninguna de las dos, pese a la traición, jamás podría desearles mal, su historia sólo era una triste forma recordatoria de que algunos destinos están entrelazados y que comparten al dolor como medio. Dios sabía bien que en su tiempo quiso proteger a Jisoo, ella era muy joven cuando fue mandada al castillo como su dama personal, una chica rebosante de belleza, que llamaba la atención de todos, vacía de corazón, lo único que deseaba era ser reconocida, parte de ese pensamiento arraigado era por la crianza que su madrastra le había dado, Jisoo no tenía límites, sin embargo, jamás le dio indicios de que su objetivo era el rey y mucho menos imagino que ella disfrutaría verlo sufrir.

No era estúpido, por alguna razón, sentía en su corazón que ella estaba detrás de su acusación frente al consejo. Si era así, entonces Jin, comenzaría a aborrecer su existencia. Porque nadie se metía con sus hijos.

Quería a Namjoon pero una de las cosas que no estaba dispuesto a perdonar que haya despreciado a su hija, ella no tenía la culpa en esa guerra de poder. Su hija había nacido no del amor, sino del dolor de la traición, pero era una buena vuelta de vida, después de perder a su primogénito en aquel asalto a su dignidad, creyó que jamás podría reponerse, nunca contó con que Namjoon le humillaría y lastimaría obligándolo a estar con él a la fuerza antes de correrlo. Su hija era creada del odio, sin embargo, su sola presencia emanaba amor y dulzura. Y ahora él quería conocerla y por alguna razón, no deseaba que eso pasara. No quería que ella saliera herida.

Cada vez estaba más cerca de las tierras que lo habían visto crecer y los latidos de su corazón resentía ese hecho, deseaba bajar y abrazar a todo aquel que había extrañado durante años. Una pequeña manita se posó en su mejilla, regresó la mirada hacía abajo y vio a su hija, observarla con esos ojos de un azul singular, con la luz apropiada se podía apreciar un brillo violeta, los mismos ojos de la reina, quien fue como una madre para él. Los ojos de su hija se desvivían en preocupación, cuando abrazó su mano se dio cuenta de que la pequeña estaba así porque sin saberlo había derramado algunas lágrimas de melancolía por el pasado. 

Sonrió tenuemente, soltó su mano y comenzó con las señas "Todo está bien, quita esa cara"

"No llores"

"No lo haré" 

"¿Promesa"dijo la pequeña tocando su pecho a la altura del corazón 

"Promesa"

La puso en su costado, bajando un poco a YeonJun, para que viera por la ventana las enormes hectáreas de bosque, el verdor acompañado con el olor de naturaleza les tranquilizó. Estaban a nada de llegar al único lugar donde se sentía seguro. 

















Que sus pies tocaran el suelo de piedra de aquella entrada le quito el aliento, llevaba a Tzuyu de la mano quien observaba todo a su alrededor con una enorme sonrisa, sus otros dos bebés iban en brazos de sus nanas. El palacio de piedra blanca se abría paso frente a sus ojos, no espero mucho y aunque no había avisado a su padre que llegaría este ya debía intuirlo, los emblemas reales del carruaje eran inconfundibles. 

Kim WooBin abrió la puerta con desespero, miró a los pies de las escaleras a su hijo y sus ojos se llenaron de lágrimas, trago en seco y fue bajando lentamente ayudándose de un bastón, hace algunos años que había caído de un caballo lastimándose la rodilla. SeokJin sonrió a pesar de las lágrimas que mojaban su rostro, se acercó soltando la mano de Tzuyu quien fue tomada en brazos por Irene. 

Caminaron el tramo que a su parecer fue el más largo de sus vidas, ya que la incredulidad del momento no les dejaba ver que vivían la cruda realidad, no un sueño. WooBin pudo apreciar con anhelo el semblante maduro y perfecto de su hijo, su belleza adornaba cada espacio de su rostro, sus ojos brillantes eran iguales a los que vagamente recordaba. Al llegar a él lo abrazó a su cuerpo con fuerza, aspiro su aroma y sintió cada parte de su cuerpo que temblaba ante el sollozo. 

—¡Mi hijo!—dijo ahogado por la emoción—No puedo creer que por fin estas aquí.

—Papá, lo siento papá, no quería tardar tanto—sollozo como niño en el cuello de su padre.

—Lo importante es que ahora estás aquí, conmigo—le separó de su cuerpo tomándolo de los hombros y sonriendo, sus ojos se arrugaban en un gesto amable a pesar de que sus labios no dejaban de temblar por el sentimiento—. Eres enorme, no puedo creer lo mucho que has crecido.

SeokJin rió. —Es una buena forma de decirme que estoy envejeciendo, tú te ves excepcional como siempre padre, el tiempo no ha pasado en el páramo ¿Verdad?

—El secreto es la magia del bosque cariño—acarició sus hombros, en una oportunidad donde pudo despegar la vista de su hijo miró hacía atrás, directamente a las mujeres que cargaban unos pequeños niños—. ¿Ellos son...?

SeokJin se alejó de su cuerpo, y miró a la dirección que apuntaba su padre, sonrió recordando que él no había sido capaz de conocerlos. —Sí, ella es Kim Tzuyu, padre, tu nieta, Kim YeonJun, tu nieto y Kim Mina, tu otra nieta.

El hombre tragó limpiando sus sudorosas manos en el pantalón de alta costura que llevaba, se acercó de la mano de SeokJin a la niña quien al verlo se escondió en el cuello de su nana. Jin la tomó en brazos.

—Mira—dijo mostrando el rostro de la pequeña que ahora parecía más curiosa.

—Sus ojos son como los de la reina—sonrió ladino al recordar con afecto a esa buena mujer.

—Lo son, es hermoso que hayan prevalecido en ella, la más pequeña es Mina—asintió, con una mano le dijo a su hija que se trataba de su abuelo, gesto que no paso desapercibido por el mayor quien frunció el ceño dolido—. Ella es...

—Lo sé, lo decía en tu carta—dijo con un suspiro, se acercó a la niña y beso su frente —. Pero no importa hijo, vamos adentro, tenemos mucho de qué hablar. 

















WoonBin llevaba a su nieta en su regazo mientras tomaba el té con su hijo en el pequeño saloncito que usaba como oficina, mientras veía a SeokJin ir de un lado a otro observando a su alrededor, a simple vista su ágil andar le dio a entender que su hijo había cambiado mucho, ya no era el niño revoltoso que corría alrededor de la casa o subía a los árboles sin importarle su seguridad. 

SeokJin se centró con curiosidad en las adquisiciones que su padres poseía, había figuras de metal además de algunas fotografías, una de ellas llamó su atención, se trataba de un niño cargando a una pequeña bebé, no tuvo que preguntar porque sabía muy bien de quienes se trataba, suspiro tomándola entre sus manos. Recordando los días donde Jisoo aún se quedaba a su lado, le seguía a todas partes sonriendo emocionada. Los tiempos cambiaron sobretodo cuando él tuvo que irse al castillo a vivir como futuro rey. 

—Ella y tu son muy parecidos—dijo su padre a sus espaldas—. Aunque no comparten la misma madre sus rasgos son míos, veo mucho de ustedes en Tzuyu y Mina.

—Podremos ser parecidos físicamente, pero somos completamente diferentes, es como comparar un río con la montaña, ambos tienen propósitos específicos—se dio la vuelta observando a su padre, dejo la fotografía donde estaba y se encaminó a sentarse frente a él, sonrió al ver lo cómoda que se encontraba Tzuyu en sus brazos, los dos más pequeños se habían quedado dormidos—. Le agradas, normalmente huye de los desconocidos, veremos como se comporta YeonJun.

Él acarició la mejilla de la niña quien se entretenía con una muñeca perteneciente a Jisoo. —Es hermosa, muchos rumores he escuchado sobre ella, pero ninguno se le parece, decían que era castaña como Namjoon.

—Pues no lo es, eso saco de mí —rió por lo bajo—. Y francamente me alegra.

—¿Namjoon sabe sobre su condición? —preguntó curioso.

—No—confesó con seriedad dejando de lado su personalidad bromista y encantadora, dando paso a un gesto burdo—. Y no tiene por qué saberlo. No es momento.

—¿Han hablado? —presionó—. Sé que ha conseguido más mujeres ¿Cómo estás con eso?

—Vamos padre, nosotros sabíamos bien que esto podría pasar, el rey no tiene ninguna restricción, él sabe bien con cuales beneficios cuenta—suspiro riendo—. Yo como buen esposo tengo que aceptarlo ¿No es eso lo que me enseñaron? 

WoonBin bajo la mirada. —Lo siento, en su momento de verdad creí que estaba cuidando tu futuro cuando acepté esta unión con el rey, ellos me dieron su palabra de que te protegerían. Nunca pensé que sufrirías tanto.

—Me protegieron de los demás padre, no de la corona—murmuró—. A veces pienso en cómo sería mi vida de haberme casado con alguien normal, de haber trabajado en estas tierras y procurado sólo mi felicidad, sin la tensión de seguir protocolos idiotas que atropellan mi dignidad por el hecho de ser doncel o ser un esclavo en mi propia casa—miró a la ventana, a lo lejos podía ver el árbol al que acostumbraba subir—. Todo hubiera sido diferente, pero no los tendría a ellos.

—Mirado en dolor con el que expresas tu corazón, me doy cuenta de lo mucho que te he fallado como padre, era mi deber protegerte, a ti y a Jisoo, pero sólo les traje infelicidad—suspiró con tristeza—. Estás tierras no lo valen, nunca lo valieron, pero estaba cegado.

—No fue tu culpa, aunque hayas tomado esa decisión, Namjoon y yo fuimos dueños de nuestro destino juntos, al igual que Jisoo, los tres decidimos destruirnos y los somos los únicos culpables.

—Jamás debí dejar que ella pisara el reino, sabía que la codicia estaba en su corazón, pero no creí que fuera capaz de usurpar el lugar que te correspondía, ni mucho menos renegar de su hija y aceptar que la alejaran de ella—dijo lamentándose—. Yo debí ser más duro, cuando quise detenerla ya era tarde, Namjoon la había tomado y ahora...

—Ella está perdida en el odio, sabes que se niega a alejarse del palacio, ni siquiera ha preguntado por su hija—soltó como una bomba de tiempo que hizo a su padre mirarlo asombrado.

—Ella debe volver aquí. Pero, hijo, después de todo lo que ha pasado, ¿Qué piensas hacer?

—Había decidido ser el verdadero dueño de mi destino, quería  renunciar a la corona—confeso con lágrimas en los ojos sintiendo la misma opresión en su pecho—. Yo no quiero esto, no estoy listo para ver como he sido humillado, no quiero que mis hijos sufran mi desventura—bajo la mirada—. Sabía que si se hacia la disolución quedaría en desgracia por el resto de mis días, pero no podía seguir de esta manera, he sufrido lo suficiente como para saber que no merezco la corona. Lo lamento padre, pero a pesar de saber esto, soy débil y decidí darle una oportunidad a Namjoon.  

El hombre dejo a la niña en el sillón cercano, se levantó como pudo y se acercó a su hijo tomando sus manos. —Soy un hombre que no comete el mismo error dos veces, este es tu hogar hijo, yo soy tu familia y te aceptaré aquí en cualquiera de las condiciones, lo único que deseo es tu felicidad, porque te amo y se lo prometí a tu madre. Ahora, no eres débil, jamás lo has sido, eres la persona más fuerte que conozco, pero mi borreguito, ¿Estás seguro de que estar con él es lo mejor?

SeokJin sollozo herido y al mismo tiempo aliviado por las palabras de aliento que le daba la única persona que en esos momentos significaba su todo, le abrazó con fuerza, dejándose llevar por el cúmulo de emociones que arraigaba su corazón. 

—Sinceramente no lo sé y por eso tengo mucho miedo.

—¿Aún lo amas Jin? —preguntó mientras acariciaba su cabello.

—Jamás he dejar de amarlo padre—confesó con los ojos cerrados fuertemente—. Jamás podré olvidarle, pero que lo ame y que quiera darle una oportunidad no significa que esté dispuesto a sufrir todo de nuevo, no, no quiero eso.  

—Quédate aquí mi Jin, conmigo, hasta que tu corazón sane o tus ideas se aclaren y puedas encontrar la paz que mereces—suspiró aguantando las ganas de llorar con su hijo—. Los cuatro se quedarán, quiero conocer a mis pequeños.  



















Era madrugada cuando salió de la casa, su rumbo era fijo, un día con su padre en la casa donde creció había sido suficiente como para aligerar el dolor de su alma. Atravesó el jardín hasta llegar a la copa de aquel enorme árbol.

—Si caigo y muero, bueno ese será el destino—sonrió mientras intentaba trepar, sus manos era débiles y su cuerpo pesado, pero no le importó esforzarse de más para llegar a aquella rama que sostuvo su cuerpo en cada una de sus travesuras. 

Miró las estrellas con cierta nostalgia, estaba en una fase de depuración de todo el dolor que sus hombros cargaban, de la soledad de su alma y el miedo de su corazón. Suspiro, recordó aquella tarde, como su padre se llevaba la vida sonriendo a sus hijos y a aquella nueva dama de llaves MinHy quien se veía la mujer más amable y simpática del mundo entero. Ambos lo hicieron sentir en casa, ahora sólo tenía que sanar y ser feliz alejado de aquellos recuerdos que le hacían daño. 














Tuve tarea por eso subo hasta ahorita, subiré dos más, no sé si los publique ahorita o en la mañana, de todas formas gracias por leer :D


Así son los ojos de Tzuyu ¿Conocen a Elizabeth Taylor? Esa mujer pone en tela de juicio mi heterosexualidad xD

Pd. Aún amo a esa mujer

💚💚







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