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33

SeokJin acostó a YeonJun en su cuna, acarició su mejilla regordeta y sollozo quedito, para no despertarlo, su corazón dolía, sin sentir más que tristeza susurró.

—Lo siento, pero sólo así podré mantener mi promesa—limpió sus lágrimas y salió de la habitación sintiendo un vacío en su pecho.

Estaba decidido, SeokJin se quería ir de Scarlanding, cuanto antes.







No lo soportó, no pudo cerrar los ojos y relajarse por un minuto a sabiendas que SeokJin se encontraba más lejos que nunca, no pudo dejar de pensar en su cuerpo, en su sonrisa y en aquellos ojos vivaces que brillaban más que cualquier diamante. Lo extrañaba y de repente, después de seis años su cama le pareció inmensa y fría, esa soledad le hacía ahogarse en la nostalgia, que maravillosos eran los días en donde podía abrazar su cuerpo cálido y desnudo, donde dormía con la seguridad de que al despertar lo primero que vería serían aquellos ojos que tanto amaba. Porque lo amaba.

No podía seguir fingiendo, no podía apagar sus emociones viviendo como un desgraciado que no se preocupaba por la niña que nunca había sostenido en brazos o por el niño que lo había mirado de forma asustada cuando lo recogió en el consejo. No estaba dispuesto a nuevamente perder lo que tanto añoraba y que por años fungió parte importante de su día a día. Donde todo estaba dañado, donde la soledad arribaba y la mente trabajaba era SeokJin quien prevalecía, tan fresco como la primera vez que sintió un latido diferente en el corazón. 

Había enajenado todos sus sentidos, miraba a la nada sin pensamiento alguno, su dedo que aún mantenía la marca blanquecina de la unión que compartía con Jin comenzó a pesar como cientos de rocas amontonadas en un saco. Se sentó, con los ojos cristalinos supo bien lo que tenía que hacer. 

No podía permitir que los demás dañaran lo que habían trabajado, porque su reencuentro solo reafirmó lo que sabían desde hace años, ellos eran el uno para el otro. Se amaban.







Un rey huyendo del castillo en la madrugada, sin guardia era algo digno de ver, Namjoon siempre se caracterizo por ser impulsivo, todo podría esperarse del rey, pero salir sin escolta era peligros. A él poco le importaba, en lo único que podía pensar en esos momentos de opresión era en tener la oportunidad de mirar a SeokJin, de escuchar su voz calmada y fundirse en sus brazos, estaba ansioso, como nunca antes. 

En el camino tomo en retrospectiva todo lo que había sucedido, sus errores que eran tan grandes que cualquiera podía verlos a kilómetros de distancia. Se reprochaba su insensible respuesta, su dolor le había llevado a tomar malas decisiones, una de ellas y la peor fue la traición. Podría decir con simpleza que fue la molestia quien le llevo a tomar a Jisoo, y a las otras chicas, creía que SeokJin le había fallado y su alma herida quiso devolverle con la misma cara de la moneda, pero ahora que estaba seguro de que no había sido así, se culpaba de cualquier mal. Desearía retroceder el tiempo y haber confiado en el amor de su esposo, pero era imposible. 

¿SeokJin llegaría a perdonarlo? La respuesta a esa pregunta le atormentaba. Porque de no ser perdonado, su mente sería el verdugo que le torturaría todas las noches, de una cosa estaba seguro, quería intentar arreglar las cosas y no dejarlo ir. Necesitaba aferrarse a esa mínima esperanza. 

Llego al palacio de las rosas, miró al guardia que estaba atento a sus movimientos, cuando este se acercó y pudo verlo la sorpresa quedó impregnada en su rostro, le abrieron la enorme reja blanca sin necesidad de decir algo, al final del día era el rey. Estos beneficios eran aprovechados al máximo cuando la ocasión lo ameritaba, como en esa noche fría y escueta. Cabalgó los extensos jardines que estaba seguro que llevaban impregnado el toque sofisticado de SeokJin. A medida que se acercaba las piernas le temblaban, los latidos de su corazón se hacían presentes impetuosos rebotando en su pecho y las palmas de las manos le sudaban, era un manojo de nervios. 

Bajo del caballo, amarrando la correa a uno de los pilares de aquellas escaleras, las cuales subió inseguro, muy diferente a otras ocasiones. Esa noche tenía un sabor diferente y no sabía la verdadera razón. La puerta estaba custodiada por más guardias que hicieron una reverencia que contesto con un asentimiento de cabeza, estos le abrieron la puerta dejando a la vista el amplio salón alumbrado con algunas velas, estaba todo en silencio, sus pasos eran escuchados fácilmente, dejo de lado su inestable respiración para subir los escalones, sus manos tocaron el fío del pasamanos y los vellos de su cuerpo se enchinaron, su boca estaba seca, sus labios partidos por haberlos mordido sin piedad en todo el camino, sus ojos miraban alrededor poniendo cuidado en sus pasos, no quería caer y arruinarlo todo. 

Al llegar arriba suspiro, estaba cada vez más cerca, los pasillos eran amplios y a diferencia del castillos las paredes estaban desnudas, no había arte, la sobriedad de la decoración le llamó la atención, porque SeokJin era amante del arte y de las cosas que llamaran la atención, los colores y las formas, le gustaba destacar, recordaba todo el dinero que tuvo que invertir en los mejores pintores y artesanos para mantenerlo feliz. Suspiro dándose cuenta que conocía muy poco del Jin actual. 

Paso cerca de la puerta de su hija, sonrió inconsciente de ello, debían de hablar de muchas cosas pero esa no era la noche para eso, quería olvidarse de todo y sólo observarlo. Era tarde en la madrugada y estaba seguro de que le encontraría dormido, paro en seco al estar frente a la enorme puerta que había visto por última vez cuando se fue de viaje, limpio su sudada mano en los pantalones antes de tomar el pomo, lo giro con cuidado actuando por instinto. 

No se esperaba que unos ojos brillantes por la tenue luz le miraran, se quedó quieto por unos momentos al verle, perfecto en aquella bata color carmín que resaltaba la palidez de su pecho, su boca salivo, como un animal hambriento, cerró la puerta sin decir palabra alguna y se quedo de pie, con las manos en sus costados esperando. 

SeokJin bajo la copa de vino que llevaba en su mano desde hace algunos minutos, estaba sorprendido, asustado y extrañado, una parte de él se sentía realmente molesto de verlo entrar a hurtadillas como si se tratará de un ladrón. Pero la otra, y que le costaba decir era la más fuerte, hizo que su corazón palpitará con fuerza, la sangre corrió por sus venas hasta asentarse en sus pómulos, mordió su labio inferior ladeando la cabeza. 

No necesitaron palabras, no, sólo hizo falta un intercambio de miradas para que sus sentidos se abrieran como una flor en primavera, sus pupilas se dilataron mostrando la realidad de la situación, ellos se deseaban, más de lo que podían controlar y por esa razón estaban aterrados. Sin embargo, el acercamiento era inminente, SeokJin se puso de pie en un ágil movimiento que hizo a Namjoon sisear, ambos caminaron lentamente como si se tratara de un ritual específico donde cualquier movimiento rudo fuera prohibido. 

No dejaron de mirarse hasta que estuvieron tan cerca que podían sentir el aliento del otro en sus rostros, Namjoon avanzó siendo el primero en tocar, lo tomo de la cintura acercando su cálido cuerpo a su pecho, miró sus labios sediento y con travesía los probó. SeokJin dejó salir un jadeo de placer en la boca ajena, sus manos fueron a parar a su pecho viajando a sus hombros con lentitud, sus bocas se movían llenas de necesidad, aquello que tanto desearon por días por fin estaba sucediendo, sus alientos mezclados con el sabor de sus bocas intensificó el toque, SeokJin lo tomó de la nuca hambriento, sin dejarlo siquiera respirar, Namjoon en cambio no perdió tiempo y lo acercó tanto que podía sentir cada fibra de su cuerpo. Era excitante, especial y peligroso. 

Ambos lo sabían, eran su perdición, sin embargo, no dudaron en desprenderse de aquello que estorbaba, sus pensamientos y su ropaje. Luchaban con aquellas prendas que los sofocaban, para Namjoon fue fácil dejar a su esposo a merced de sus manos, la piel suave y lechosa le daba la bienvenida burlándose de su resistencia. SeokJin lucho con los botones debido a sus dedos temblorosos. Cuando ambos quedaron desnudos, piel con piel, calor con calor se separaron, se miraron intensamente, desnudando más que sus cuerpos, dejando ver sus almas al descubierto. 

SeokJin lo tomó de la mano y lo llevo de esta al lecho, se sentó y con sus manos se impulsó hasta quedar en medio de la cama, se recostó mirándolo con una tenue sonrisa en los labios, Namjoon sentía que podía llegar al éxtasis con sólo mirarlo a los ojos. Tomó mucho de sí mismo para subirse y comenzar a acariciarlo, se tomaría el tiempo necesario para sentir con la yema de sus dedos cada parte suave de su cuerpo, Jin cerro los ojos cuando los toques subieron a sus muslos, era exquisito, la manera en que sus dedos hacían cosquillas en sus partes sensibles, cómo su aliento chocaba en su piel quemando y sus labios saboreando lo prohibido, cerro fuertemente los ojos gimiendo cuando sintió la humedad de la boca preparándolo. Lo tomó fuertemente del cabello haciendo que Namjoon en un arranque de efusividad le diera una palmada en la pierna. 

—Ya—susurró perdido.

Namjoon le abrió las piernas, se acomodó entre estas y le beso con pasión, sus lenguas y besos eran adictivos, no dejo que nada se escapara de su ser, lo llevó al límite. Poco a poco se fue introduciendo en la calidez de quien era el amor de su vida, sonrió entre el beso mirando como Jin jadeaba y apretaba sus hombros, beso su frente y nariz. 

—Te amo—susurró.

SeokJin abrió los ojos pasmado, se miraron y por más que deseo en esos momentos las palabras no abandonaron sus labios, en vez de eso le acercó para besarle con mayor necesidad, no podía responder, sabiendo lo que sentía, pero esa mentira fue suficiente para que se derritiera en sus brazos. 

Cada movimiento iba acompañado de desconocido reconocimiento, como si el tiempo que habían estado separados los hubiera vueltos extraños de cama. Namjoon estaba ensimismado en cada una de las reacciones ajenas, le mordió el cuello marcando su blanca piel, escuchando de cerca aquellos gemidos ahogados, junto sus frentes y jadeando llegó al clímax, subió al cielo en una espiral de emociones inciertas, en un remolino de terror por el rechazo y por la llegada de la mañana. 

Namjoon lo amaba tanto, se dio cuenta muy tarde que recuperar el cariño que su esposo le había brindado durante años sería una travesía agonizante, sin embargo estaba dispuesto a pasar por aquel dolor miles de veces si con eso volvía a ganar por lo menos un poco del afecto perdido, quedaron jadeando abrazados, con sus cuerpos sudando y cansados. No se separaron. 

SeokJin acariciaba la cabeza que se encontraba en su pecho con tranquilidad. —Namjoon—dijo al cabo de unos minutos donde su respiración se reguló casi por completo—. Quiero ir a ver a mi padre.

—Pero...¿Es por lo sucedido? Lo dejé claro, te voy a proteger, y a los niños, lo prometo.

Se levantó ligeramente para mirarlo a los ojos, sólo así pudo ver su mortificación, sus ojos rojizos e hinchados debido al llanto. Relamió sus labios y negó.

—Mientras en el Castillo haya personas que me odian, jamás estaré tranquilo, me quitaron a mi hijo Namjoon, me procesaron por traición.

—Debí haber hecho algo antes, pensé que ocultarlo como lo querías sería lo mejor, jamás pensé que ellos harían esto, ahora han perdido los beneficios que tenían, no pueden procesar ni hacer nada antes de no ser aprobado por mí. El consejo perdió lo que los mantenía elevados creyéndose invencibles.

—Necesito un respiro—suspiró—. Quiero ver a mi padre, hace años que no lo hago.

El mayor se tensó de pies a cabeza. —¿Volverás? —preguntó con miedo de la respuesta.

—Sí—susurró inseguro de mantener aquella promesa, porque en esos momentos lo único que quería era proteger a sus hijos. No confiaba en los fieles de Scarlanding.

—Eres libre de irte—dijo mirando sus ojos y acercándose a su boca—. Pero te amo y tengo miedo de que no vuelvas, así que te advierto, que si no lo haces créeme que iré a verte.

—Si no fueras el rey podríamos huir al sur—río por lo bajo.

Namjoon besó ligeramente su nariz y después sus labios. —Te seguiré a donde sea, lo haré Jin.

—Namjoon, te amo, la respuesta es sí, podemos tener una nueva oportunidad, pero antes, quiero ver que realmente me amas, quiero que lo demuestres—soltó en un susurro inaudible.

Lo besó con intensidad, aquel beso que se volvió profundo, una despedida que no sabía amarga, al contrario, que llevaba consigo una promesa que estaban dispuestos a cumplir.









Jackson pudo entrar a su casa después de días, ser el general principal, guardia del rey le tenía alejado durante días, no bastaba con que su casa estuviese cerca del castillo, eran tierras amplias, su casa era grande y tenían un jardín envidiable, Mark estaba obsesionado con las plantas, le gustaba ver todo lleno de vida y colorido, él no podía negarle nada, cualquier cosa que pidiera se la daría, tal vez, como pago por no irse. Con esa amargura que adornaba los bordes de su corazón entró, era de noche, por lo que tal vez no podría ver a sus hijos despiertos, sin embargo, por ese día lo prefería de esa manera, de hecho, esperaba que Mark estuviese dormido así no se vería su rostro y pensaría en lo que Namjoon dijo aquella noche antes de partir a la frontera.

Era claro que Mark nunca había hecho algo "especial" para él antes de partir, por lo que no le fue difícil adivinar con quien si lo había hecho, le pesaba en el alma saber que antes que él hubo alguien más, una persona que llegó para nublar sus vidas, porque a pesar de los años estaba seguro de que en el corazón de Mark aún había un lugar para su antiguo amado.

Él lo sabia bien, durante años estuvo enamorado de Mark, creía que era el ser humano más hermoso y perfecto del universo, lastimosamente observó como caía en las redes de una persona que no era buena para su seguridad, quien sólo lo quería para un rato de diversión, fue quien limpió sus lágrimas y armó de nuevo su vida cuando fue dejado de lado. No se arrepentía, porque estaba enamorado de él, pero sentía el peso de sus decisiones, porque no podía borrar el recuerdo de aquel hombre.

La casa estaba oscura, cerró la puerta con cuidado, se quitó la espada y la dejó al lado de la puerta, estaba demasiado cansado como para acomodar sus cosas, se acercó a una de las velas y las prendió con los fósforos, iluminó parte de la sala de estar, tenía hambre, pero más sueño que eso.

—¿Jackson?

La voz clara, le hizo dar un brinco del susto, se volvió con los ojos muy abiertos al tiempo que observaba a su esposo, vestido con un camisón de algodón blanco, su cabello castaño revuelto y sus ojos somnolientos, tragó en seco cuando este se acercó y le abrazó, rodeó su cintura acomodando la cabeza en su pecho. Pasaron unos segundos para que pudiera reaccionar y rodear sus hombros, escondiendo la cabeza en su cabello, aspirando su aroma dulce, su corazón latía con fuerza, el nudo en la boca de su estómago se extendió hasta su garganta.

—Estaba preocupado, pensé que llegarías antes, pero después de saber lo que le hicieron a Jin—lo sintió encogerse, temeroso, no fue difícil comprender porqué—. Supe que estabas atendiendo ese asunto
¿Cómo está? ¿Cómo estás? ¿Tienes hambre? Levantaré a una sirvienta para que te prepare el baño.

Lo separó de su cuerpo y suspiró. —Esas son muchas preguntas, su alteza está bien, también el niño y el rey.

Mark le miró con la cabeza ladeada. Hizo un pequeño puchero, que no pasó desapercibido por Mark, quien acarició su mejilla dejando de lado su inseguridad y sus pensamientos fatalistas.

—¿Por qué esa cara?

—No has respondido lo más importante—chasqueo la lengua.

—Te dije que Jin está bien—rio por lo bajo.

—Oh, claro que me importa Jin, pero, pregunté por ti, ¿Fue un viaje difícil? Ah que estupideces digo, claro que fue difícil. ¿Tienes hambre? Te prepararé algo rápido, pero antes llamaré al mozo para que lleve agua caliente al baño, siéntate en la mesa.

Se separó de su cuerpo y corrió al pasillo que daba a la cocina, suspiró y le siguió con cuidado, entrando en el comedor, se sentó dejando la vela sobre la mesa, esta iluminaba ligeramente alrededor, pudo ver que había algunas modificaciones, como un mantel rojo con bordados de flores de colores que posiblemente Mark había hecho, lo acarició con la punta de los dedos, todo lo que él hacía era hermoso.

—No es mucho—dijo poniendo un plato frente a él, sirvió el vino y también lo puso. Se trataba de carne seca, queso y pan con mermelada. Sonrió ladino.

—Gracias—asintió poniéndose a comer, Mark se sentó a su lado observándolo.

—Te ves más cansado que otras veces.

Jackson asintió. —Lo estoy, estoy tan cansado que no creo que pueda siquiera entrar en la tina ¿Es necesario el baño?

—Eso te va a ayudar a descansar—dijo con una media sonrisa.

—¿Es tu forma de decir que apesto? —elevó una ceja con burla.

—Tal vez un poco—rio cantarin—. Yo te ayudo.

Se quedó en silencio unos momentos, recordando lo que Namjoon había dicho y el sentimiento que dejó en él, chasqueo la lengua, y sin dejar de comer asintió.

—Está bien—dijo antes de beber su segunda copa de vino. Estaba muy cansado para hablar o para pelear, cualquiera de las dos cosas quitaban más energía a su ser.

Fue así que terminó dentro de la tina con agua caliente, su esposo había sido diligente a la hora de desnudarlo y ayudarlo, con caricias tenues pasaba la esponja por su pecho y espalda, sentía glorioso, se reojo observaba como este sonreía feliz, algo que le llamaba la atención, si bien, su esposo se caracterizaba por tener una personalidad amable y risueña, la forma en que sus ojos brillaban era especial aquella noche.

—¿Por qué pareces tan feliz de hacer esto? ¿No te molesta?

—Te extrañé mucho—suspiró mordiendo su labio inferior como si intentara frenar sus palabras—. Y, porque es la primera vez que hago esto para ti, mi madre, siempre que mi padre viajaba o iba a batallas, le despedía y lo recibía de esta manera, era una forma de agradecer el labor que hacia, de hacerlo sentir querido y cuidado. Siempre sentí la necesidad de hacerlo para ti, pero siempre que te vas o regresas lo haces a altas horas en la noche o demasiado temprano.

Jackson sonrió ladino, alargó la mano para acariciar su mejilla encendida. —¿Es este en consejo que le diste a su alteza?

—No es tanto como un consejo, sólo lo comenté, no sabía que lo haría—dijo sorprendido—. Supongo que el rey disfrutó.

—Lo hiciste antes por él ¿Verdad?

Se arrepintió al momento de haber hecho esa pregunta, porque el semblante de Mark cambió por completo, bajo la mirada, que le elevó de nuevo tomándolo con delicadeza del mentón, se dio cuenta que estaba intentando no mostrar aflicción.

—¿Aún su recuerdo te atormenta?

—A mi no—susurró sin mirarlo—. Pero parece que a ti sí.

—Explícame, por favor.

—Jackson—suspiró mirándolo—. Han pasado once años, ya no soy el chico de diecisiete años que se enamoró de un imposible, soy un hombre que está casado y enamorado, sí, hice muchas cosas con él de las cuales no me arrepiento, pero, no por eso significa que lo que he hecho contigo o lo que he construido tenga menos peso, me gustaría que no estuvieras buscando nombrarlo cada que hago algo por ti.

—Lo siento—bufó apendado, se acercó para tomarlo de las mejillas y mojar su rostro—. Es sólo que, a veces siento que estoy compitiendo con alguien superior.

—¿Estás loco? No hay competencia—lo tomó de los hombros—. Tú eres el ganador, además no tenemos de qué preocuparnos, él jamás regresará. No tienes que tener miedo, te amo a ti.

Jackson pegó sus frentes y sonrió ligeramente. —Te amo tanto, tienes razón, él no está aquí y dudo que alguna vez regrese.

—Sigamos con el baño.

Asintió alejándose, la opresión en su pecho se aligeró, pero no del todo, si se trataba de él, siempre estaría a la defensiva. Porque el miedo de perder lo que más amaba pervaleceria para siempre.

Bueno ¿Qué les pareció? quiero irme rápido antes de entrar de lleno a los deberes y dejar de ser tan constante, no se preocupen cada semana habrá capitulo...Gracias por todo n.n❤️

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