31
El lema de Scarlanding era claro, cualquier acto de traición contra la corona tenía que ser castigado, con la cárcel o la muerte, sin importar de quien se tratara, el consejo sólo estaba para proteger al monarca del reino, si el rey no se encontraba, podían tomar la decisión de cualquier detención, había sido así desde el anterior reinado y no tenían por qué cambiar, por eso aquella mañana cuando dos mujeres y un hombre llegaron pidiendo una audiencia urgente, argumentando que tenían información importante de un acto de traición decidieron escucharlos.
Los presentes miraron a la mujer, la cual conocían, era una de las matronas del pueblo, la que había ayudado a traer al mundo a muchos de los bebés el reino, era respetada y querida por muchos, incluso por la antigua reina y las concubinas del antiguo rey, iba acompañada de una mujer menuda y asustadiza, su fachada la hacía parecer una sirvienta común, y un hombre que, por su aspecto robusto, pasaba por un pueblerino normal.
—¿A qué viene su petición de una asamblea? —peguntó Seungri con seriedad.
La matrona de nombre Hanuel, dio un paso al frente luego de una reverencia. —Hemos venido a denunciar una falta en contra del rey de Scarlanding.
—Una falta—asintió Vernon ¿Realizada por quién?
JiYong se había mantenido al margen, sólo observando, pero que ellas estuvieran ahí le causaba conflicto, no sabía que se traían entre manos, y la espera le estaba poniendo ansioso, observó como la mujer no se inmutó, simplemente suspiro antes de hablar.
—Una falta hecha por su esposo Kim SeokJin hace dos años—confesó dejando a quienes la escuchaban perplejos.
—¿De qué barbaridades estás hablando? —cuestionó JiYong molesto.
El consejo se quedó en silencio, miraron despectivamente a la mujer que, sin nota de dudas, se acomodó las mangas del vestido y siguió. —Su alteza ha cometido una falta en contra del rey de Scarlanding. Fue hace dos años.
—¿Puedes describir la falta? Por favor—dijo Leeteuk rompiendo con el silencio de la sala.
—Hace dos años su alteza dio a luz a un hijo varón que no lleva la sangre del rey. Me consta, porque yo mismo ayudé a traer a ese niño al mundo.
JiYong se quedó pasmado, durante eso dos años había temido gravemente que algo como eso ocurriera, porque por más que hubieran deseado, no podían callar la verdad que se asomaba, no por ellos sino por quienes estaban implicados, sus manos comenzaron a sudar, un escalofrío recorrió su cuerpo entero, fijó su vista en el consejo, quienes se observaban entre sí, al igual que él estaban sorprendidos.
En Scarlanding la ley del rey se respetaba, pero anterior a éstas habían ciertas normas que prevalecieron desde el inicio, donde las mujeres y los donceles que pertenecían a la realeza, no tenían el mismo trato que los hombres, ese era el caso de los reyes, aunque Jin haya sido entrenado junto a Namjoon, entre ellos habían diferencias marcadas. Mientras que Namjoon podía tener las mujeres y los hijos que quisiera, Jin lo tenía estrictamente prohibido, de dar a luz a un hijo que no llevara la sangre del rey, este sería asesinado o se le arrebataria, para ser llevado a un orfanato, todo empeoraba si la criatura era varón, porque el deber del rey o la reina era traer un hijo varón con sangre real, tener un hijo de otro y que sea varón era un enorme acto de traición. Eran leyes antiguas, que ni el mismo Namjoon podía eliminar.
—Eso es inaudito—soltó Seungri—. ¿Tienes pruebas?
—Ella es una de las nanas que trabajó en el palacio de las rosas, ella cuidó del niño, él es el capataz, él también vio al niño, somos tres personas que dan su palabra, ese niño existe, Kim SeokJin es el padre y no lleva la sangre del rey, sino la de su amante, un soldado.
Nuevamente silencio, de haber estado Namjoon presente, habría sido la oportunidad perfecta para condenarlo, o para ayudarlo, pero él no estaba ahí, sólo eran hombres que decidían mientras su rey se encontraba fuera, muchos de ellos ancianos que sólo tenían en mente cumplir las leyes. Hombres leales, pero no necesitaban su lealtad en esos momentos. JiYong gruñó.
—Lo que dice esta mujer es inaudito—soltó renuente, matándola con la mirada fría—. Kim SeokJin sólo ha dado a luz a una niña, la princesa Kim Tzuyu.
—Usted, mi lord, estaba al tanto de todo, durante estos años ha acudido al palacio de las rosas y ha visto a los niños, también sabía de la relación de Kim SeokJin con Lee Ken.
Las miradas entonces cayeron sobre él. El golpe fue tan directo, que no tuvo la agilidad para decir algo, simplemente la fulminó con la mirada, ella había sido la partera esa noche, pero lo que decir, le confundía. Vio en sus ojos algo que no pudo descifrar en el momento, pero que le estremeció.
—¿Eso es verdad JiYong? —preguntó DongHae, el hermano del antiguo rey.
—Recuerda que estas bajo juramento JiYong—añadió Han.
Estaba en un conflicto interno, entre lo que debía hacer, y lo que estaba obligado a hacer. Ninguna de las dos respuestas traería nada bueno, aclaró su garganta.
—Las cosas no sucedieron como ustedes piensan.
—¿Kim SeokJin tiene un hijo que no lleva la sangre del rey? Responde con claridad.
Sus manos se contrajeron en puños, denotando lo molesto que estaba, la injusticia se apoderaba de su ser, porque para él no se le debería estar cuestionando a nadie sobre esa situación, no cuando Namjoon era libre de hacer lo que quería, era esta situación la que SeokJin quería evitar, pero una de la que estaba muy consciente.
—Sí—terminó respondiendo—. Pero las cosas no son como ellos dicen, SeokJin...
—¡Esto es suficiente! —gruñó Han mandandolo a callar al instante—. Las leyes de Scarlanding están ahí por una razón y deben de ser cumplidas, sobre todo, por quienes dicen gobernar nuestro reino, no podemos ser indulgentes, mucho menos si hay testigos de una falta tan grande. Hay un niño varón que no comparte la sangre del rey, su alteza ha cometido un acto de traición directo hacia la corona, no podemos dejarlo pasar.
JiYong se paró derecho. —¿Y que pretenden hacer? Tenemos que esperar al rey, sólo él puede decidir.
—Eso es verdad—dijo Leeteuk—. Debemos esperar al rey.
—Mientras tanto, Kim SeokJin, Kwon JiYong y el bastardo tendrán que ser traídos al castillo y encerrados, así lo dicta el protocolo, hasta que el rey vuelva ellos serán juzgados.
Al ser el más anciano del consejo, las decisiones y la palabra de Han tenía un peso sobre los demás. Aunque no estaban seguros de aquella resolución, sabían que era la única forma en la que debían actuar, pero, al tratarse del rey, el temor de ser juzgados y castigados era grande, sobre todo, ahora que Namjoon había expresado abiertamente su idea de retomar la relación con su esposo y había deshecho el harem.
—Toda responsabilidad caerá sobre ti—dijo JiYong mirando a Han con astucia—. Ambos sabemos cuál será la resolución del rey.
—Yo sólo actuó conforme a la ley JiYong—sonrió ladino—. Acompañenlo a su habitación, serán recluidos ahí, no en los calabozos.
JiYong apretó la mandíbula, consciente de la razón por la que los mandaban ahí, era porque sabían que Namjoon los mataría si supiera que encerraron nuevamente a SeokJin en aquel lugar. Estaba molesto y temeroso de lo que pasaría a continuación, fue escoltado a su habitación, la cual sería resguardada, al llegar a la puerta, tomó del brazo a uno de los guardias al cual miró con seriedad.
—Toma un caballo y busca a Namjoon, tienes que hacerlo de inmediato.
—Pero señor...—respondió con los ojos muy abiertos.
—Pero nada, tienes que decirle lo que está pasando y que venga, tienes que hacerlo por tu alteza ¿No le eres fiel a tu rey?
El guardia asintió, tragó en seco antes de responder con sinceridad. —Lo haré, mi señor.
JiYong suspiró y se adentró en su habitación, estaba nervioso, un cúmulo de emociones incómodas se alojaban en su interior, estaba seguro de que Namjoon se pondría furioso, pero mientras tanto, Jin viviría una de las peores experiencias de su vida al enfrentarse a aquellos que querían arrebatarle a su hijo. Lo comparecía, terminó por sentarse a esperar. Las cosas se pondrían peor de lo que llegó a imaginar.
Namjoon observaba con una ceja alzada y los brazos cruzados a sus hombres entrenando, eran fuertes y ágiles, podía corroborarlo al ver sus miradas llenos de decisión y sus espadas levantándose con precisión a pesar de que llevaban horas haciéndolo. Hoseok le había explicado que esa era la única forma de entretenerse, el entrenar, luchar y vigilar, o beber. No sé imaginaba la presión que sentían.
Los soldados que estaban en la capital, custodiando el pueblo y al castillo eran más sedentarios, tenían entrenamiento, pero no de la misma manera que los soldados de la frontera, Hoseok era el mejor entrenador que cualquiera de los reinos pudiera tener y agradecía que estuviese en el suyo.
—¿Cuál es tu mejor hombre? Hoseok—dijo mirando con burla a su amigos, quien rodó los ojos.
—¿Tú mejor hombre contra mi mejor hombre? Bueno, eso sería interesante—asintió—. Lee.
Cuando Namjoon observó como Ken su sonrisa se volvió más amplia, Jackson estaba por dar un paso al frente, pero él lo detuvo, poniendo la mano en su hombro, suspiró y se acercó desenvainando su espada y acercándose, todo a su alrededor guardaron silencio, la seriedad inundó el campo, Ken miró de soslayo a Hoseok, quien dio un asentimiento, se puso en posición e hizo una reverencia al rey.
—Un combate en este día, me vendría bien—dijo con una media sonrisa.
—Mi señor—asintió Ken.
Los ojos de Namjoon brillaron, con una chispa de astucia y diversión, tomó su espada en alto, no era la primera ni sería la última vez que se enfrentaría a alguien, pero, la adrenalina corría por sus venas, como si ese evento fuera la lucha más importante de su vida, y lo era, no sólo estaba en juego su reputación, sino que pelearía contra el hombre que ocupó su lugar cuando él no estaba cerca, quien sacudió el mundo de SeokJin, tomó sus besos y caricias y quien le había dado un hijo. Aunque, por más que lo veía, no podía observar algo del niño en su rostro.
Ken fue el primero en moverse, poniendo a Namjoon en alerta, cada uno de sus movimientos era fuerte, pero tenían un pequeño patrón, que reconoció desde el principio, tomó con fuerza su espada y se acercó, dando un golpe que fue perfectamente bloqueado por el guerrero, sonrió ladino volviendo a atacar ahora con más fuerza, Ken lo esquivó por la derecha antes de arremeter con fuerza, con un movimiento de brazos Namjoon bloqueó el golpe y giró la muñeca, para así zafarse del agarré.
Los fríos metales se acariciaban, dejando en el aire un característico sonido, que cada uno de los presentes reconocía, ya no los estremecía, estaban con la vista fija en el combate con el rey, admirando la manera en la que este se movía, con ferocidad, pero al mismo tiempo con elegancia, Ken lo hacía de forma brusca, aunque algunos movimientos al girar resultaban más delicados, Hoseok sonrió al verlos, era una técnica que nunca vio en su guerrero, sino en alguien más.
Ken golpeo tan fuerte la espada de Namjoon que este retrocedió ligeramente afectado, vio sus ojos castaños brillar de odio, se puso en guardia, antes de que el gruñido de Namjoon se escuchara alrededor, sin miedo, con una ferocidad brutal atacó a su contrincante, Ken retrocedió muy tarde, cuando Namjoon había golpeado su espada, llevando la vibración del golpe hasta sus manos, apretó la mandíbula e intentó volver a defenderse, logrando estabilizar la contienda.
—Aprendiste bien de tu señor—dijo entre dientes sin mirar su rostro, el cual cambio a una mueca inconforme—. ¿Creíste que no lo sabría? Esos movimientos son de SeokJin, conozco a mi esposo, mejor de lo que alguna vez podrías llegar a conocerlo tú.
Ken apretó la mandíbula y el agarre en su espada, volvió a girar las muñecas para volver a golpear, pero la fuerza de Namjoon lo distrajo, este dio una patada en su estómago lanzándolo hacia atrás, haciendo que cayera al suelo de espaldas, soltó su espada, el más grande error de un guerrero.
—Siempre gano—dijo acercando la punta de la espada a su rostro. Ken le miró con desprecio, al tiempo que los guerreros alrededor festejaban. Nuevamente había perdido en contra de Kin Namjoon.
Las puertas del palacio de las rosas fueron abiertas dejando entrar a los guardias que iban en sus caballos con las miradas serias, Daniel bajó del caballo tomando en sus manos el pergamino expedido por el consejo, el que llevaba el sello real, subió los escalones de la entrada y espero en la puerta, esta fue abierta por los guardias que custodiaban el palacio.
—Llama a tu señor—dijo con voz fría.
Uno de los guardias asintió, yendo adentro, los guardias se acomodaron a sus espaldas, cada uno de ellos llevando consigo una máscara de completa incomodidad, pasaron unos minutos para poder ver a su alteza en la puerta, todos, sin excepción, hicieron una reverencia respetuosa a su rey. Daniel aclaró la garganta, dándole el pergamino a su rey, quien lo tomó confundido.
SeokJin abrió el pergamino y comenzó a leerlo, en ese momento, una oleada de miedo y terror se extendió por todo su cuerpo, boqueo incapaz de poder procesar cada una de las palabras escritas, hablaban de él y de su hijo, teniendo la orden de apresarlo y llevarlos a ambos al castillo. Alguien había revelado su secreto, pero ¿Quién? No lo sabía y no era el momento para siquiera pensar en ello.
—Lo siento, mi señor, tiene que acompañarnos y traer al niño—dijo apenado.
—¿Namjoon lo sabe?
—Mi señor no está enterado, esperarán a su regreso para el juicio.
Asintió, sabía que no podía negarse, de hacerlo, ellos tenían la orden de llevarlo a la fuerza, se volvió a Irene, quien observaba todo con los ojos muy abiertos, temerosa.
—Trae a YeonJun—susurró casi inaudible.
Aunque su corazón estaba encogido y su mente comenzaba a analizar todo lo que estaba sucediendo a su alrededor, no mostro lo afectado que estaba, tomó una bocanada de aire cuando Irene apareció con su hijo dormido, se acercó a ella y lo tomó en brazos, la miró fijamente.
—Cuida a las niñas, ya sabes qué hacer si yo...—susurró incapaz de terminar la frase, ella asintió con los ojos cristalinos, pero siendo tan fuerte como para no derramar una lagrima.
SeokJin acomodó al pequeño en su pecho y avanzó con la cabeza en alto, pensando que sus esperanzas estaban depositadas en una sola persona, pero ¿Confiaba en él? Era difícil responder a esa pregunta, cuando con anterioridad Namjoon había sido claro en sus deseos de que su hijo desapareciera. Cuando tuvo por primera vez a YeonJun en sus brazos, incluso desde antes de eso, sabía que algo como eso podía pasar, pero nunca pensó que sería justo en ese momento, aunque no le extrañaba, tras la posibilidad del regreso al castillo, la disolución del harem y la posibilidad de que él tenga al heredero de Scarlanding, muchos estaban detrás de él queriendo verlo caer. Y lo estaban logrando.
Iba en un carruaje directo al castillo, con la mandíbula apretada y sus manos firmes alrededor de su bebé, sus guardias y damas no les habían permitido acompañarlo, mordió su labio inferior mirando el rostro de su bebé. Piel clara, nariz respingada y labios rellenos, al igual que unas mejillas regordetas y cabello oscuro y lacio, era muy lindo, delineó con los dedos su carita y sonrió. Pasará lo que pasará, él haría todo lo posible porque YeonJun sobreviviera, era una promesa, que jamás rompería.
Cuando llegaron al castillo, lo ayudaron a bajar, las grandes puertas se abrieron para recibirlo, ahí lo acompañaron dentro, agradeció que aquel camino no lo condujera a los calabozos, sino a las habitaciones, a un ala que conocía bastante bien, donde vivían los miembros de la familia real, pararon frente a una puerta oscura.
—Es aquí, mi señor—dijo Daniel deteniéndose—. Tiene que entregar al niño.
—No—negó en un susurró, de pronto la sangre huyo de su cuerpo.
—Son las órdenes del consejo, mi señor, las damas del castillo lo cuidarán—miró que detrás de él había dos mujeres, las conocía, eran quienes le ayudaban cuando él vivía en el castillo—. Por favor mi señor.
Miró al niño que seguía durmiendo y sus ojos se llenaron de lágrimas, no quería dejarlo, tenía miedo, pero, aunque se negara, ellos podrían arrebatárselo y lloraría, no quería escuchar su llanto. Se acercó a ellas y se lo tendió a la primera, sin dejar de mirarla a los ojos.
—Cuídalo, o te prometo, que sufrirás—susurró con seriedad, intimidando a ambas mujeres, quienes asintieron, tomaron al niño con cuidado y se alejaron.
—¿Su alteza? —dijo Daniel haciendo que despegara la mirada del pasillo por donde se habían ido, se volvió y se acercó nuevamente a ellos, este abrió la puerta y le dejaron pasar, cuando se cerró, SeokJin se desplomó en la puerta y comenzó a llorar.
Su llanto trajo gruesas lágrimas que recorrían sus mejillas sin reparo, casi cae al piso debido a la debilidad de sus piernas, pero fue tomado de los hombros impidiéndolo, cuando miró al frente, se encontró con los ojos mortificados de JiYong, quien intentó jalarlo, Jin caminó a fuerza hasta que llegó a la cama, en donde comenzó a llorar de forma lamentable, siendo abrazado en un intento de consolarlo, cosa, que era difícil en ese momento de angustia.
—Mi hijo—susurró.
—Lo sé—susurró de vuelta JiYong con la mirada llena de mortificación y de dolor.
—No es justo JiYong—negó—. ¿Ellos saben todo? ¿Por qué estás aquí?
—Porque estaba enterado de lo que pasó. Fue una partera, una nana y un capataz—soltó con coraje.
—Pero...—ladeo la cabeza, confundido—. Eso no tiene sentido.
—Lo sé—asintió—. Pero, por lo pronto debemos esperar a Namjoon, mandé a un guardia a la frontera por él, no tardará en llegar, tal vez por la mañana.
—¿De qué me sirve que esté aquí? —dijo soltando el aire—. Moriré, mi hijo, ¿Qué podría pasarle? ¿Qué haré?
—¿No confías en que Namjoon te ayudará?
—No—dijo con seguridad—. Ese niño siempre ha sido un problema para él.
—Jin, Namjoon ha podido haberte destruido con YeonJun muchas veces, pero mantuvo el secreto, aun y cuando ustedes estaban en muy malos términos.
SeokJin limpió sus lágrimas con el dorso de la mano. —No sé, una parte de mi quiere confiar en él, pero otra recuerda lo que hizo, no es algo que pueda borrar, no es como si pudiera devolver el tiempo, no confió en él, sólo tengo miedo, nadie...nadie puede imaginar lo que estoy sintiendo en estos momentos.
—Sientes como si una parte de ti ha sido arrancada sin piedad ¿Verdad? —susurró con voz ahogada—. Te entiendo, mejor de lo que creer, mejor de lo que quisiera saber.
SeokJin le miró con un nudo en la garganta. JiYong le devolvió la mirada, sus ojos estaban rojos, pero seguían siendo duros y profundos, aunque en esa ocasión escondían algo más.
—¿De qué hablas? Tú no tienes hijos.
JiYong bajó la mirada y sonrió tenuemente. —Tengo un hijo.
—¿Qué?
—No me juzgues—soltó con voz ahogada—. Tenía quince años, Taeyong ni siquiera era reina, apenas comenzaba a conocer al rey, fue en una fiesta, un cuento de hadas de una noche—rio secamente—. Nunca fui afín a lo que mis padres decían, ni siquiera sabía que era un doncel, no pude hacer nada.
—¿Qué paso? —susurró intrigado.
—Me obligaron a tenerlo y después, se deshicieron de él—soltó mordiendo con fuerza su labio inferior—. Sólo Taeyong sabía dónde estaba, jamás deje que me dijera y hoy en día me arrepiento.
—Lo siento—susurró tomando sus manos.
JiYong le miró con seriedad. —No dejaré que te pase lo mismo, si Namjoon no te ayuda yo lo haré, lo prometo.
—No quiero perderlo, a pesar de todo, él es mi hijo y no tiene la culpa de nada de esta lucha de intereses, es un bebé—relamió sus labios sin dejar de llorar.
—Jin, haremos algo, pero, tendrás que renunciar a tu paternidad.
—¿De qué hablas? —entrecerró los ojos.
—Hablo de que tienes que renunciar a YeonJun.
Crear una nueva trama es más complejo de lo que pensé.ahhahaha
Pero me emociona, se vienen cosas que les volará la cabeza 💚
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