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27

DongWook estaba esperando junto a sus ayudantes a las concubinas del rey. Dentro de aquella sala designada sólo para ellas, la tensión iba en aumento, el rey y el consejo habían requerido de sus servicios para examinar a las cuatro chicas, buscando especificamente algún indicio de que alguna de ellas estuviese en estado sin saberlo. No comprendía el por qué de la petición, hasta que se enteró del destino que tendrían aquellas señoritas.

No estaba en posición de juzgar las decisiones de su rey, sin embargo, tenía la certeza de que aquella situación era lamentable para ellas, ya que, su reputación en Scarlanding estaba manchada, el reino entero las veía como las rameras reales, incluso los nobles las observaban con renuencia, los únicos que estaban de acuerdo, eran sus familias las únicas que se beneficiaban de su estatus. Regresar a la vida normal, encontrar una nueva pareja y vivir fuera de la protección del castillo sería difícil. Y era una pena, porque las cuatro estaban en sus veintes. Dejó de lado sus pensamientos para esperar, detrás de aquellas puertas ellas estaban haciendo lo que les indico, poco sabía que cada una tenía sus propias destrezas.

Dahyun salió del baño, Rosé estaba en la puerta jugando con aquel vaso de metal, sus ojos se encontraban perdidos desde hace dos días cuando se enteraron de la resolución del rey, una parte de ellas estaba feliz porque tenían la posibilidad de ser libres, pero la otra estaba temerosa de que se descubriera su secreto. Cuando sus miradas se encontraron, Rosé estuvo a punto de decir algo, pero Dahyun tomó el vaso que ella sostenía y le dio el propio.

—Nadie va a enterarse, no tengas miedo—prometió mirándola tan intenso, que Rosé asintió ligeramente, aún no estaba del todo convencida de sus palabras, sin embargo, no dijo en voz alta sus más grandes temores. No era el momento.

Fueron llamadas después de unos minutos a la sala, les habían dado el tiempo necesario para estar listas, las cuatro se formaron frente al doctor y sus ayudantes, tres de ellas llevaban los vasos mientras que la última tenía las manos en la espalda.

DongWook indicó a sus ayudantes que recogieran los tres vasos, harían una prueba con vinagre, tomaría un tiempo, pero les ayudaría, después quien diera positivo, la revisaría, llegó hasta la última chica, quien mantenía la cabeza gacha.

—¿Y tú muestra? —preguntó con amabilidad.

—Estoy enferma—susurró sonrojada, sacó las manos de su espalda, mostrando una pieza de ropa blanca que se encontraba manchada de carmín.

DongWook asintió. —Bien, entonces tú has de quedar fuera de la prueba. ¿Cuál es tú nombre?

—LeeHi—murmuró escondiendo la prenda y bajando la mirada avergonzada.

—Muy bien señoritas—dijo con un suspiro—. Gracias por su cooperación.














Namjoon negaba al tiempo que se acomodaba en la silla, Jackson quien le observaba fijamente, la seriedad reinaba, debido a los asuntos pendientes que estaban discutiendo desde hace un rato, el rey miró el mapa, fijándose en las posibles rutas por donde aquellos desgraciados se habían ido, tenía serios problemas con los rebeldes, no sabía cómo habían llegado tan lejos, se acercaban, y él tenía que detenerlos.

—Podemos avisar al reino de las cumbres—dijo Namjoon—. Esta ruta da al puerto, pudieron escapar en alguna embarcación.

—Sigo pensando que están más cerca—negó pensativo—. Nos falta vigilar las fronteras del norte y del este.

—Haremos una expedición, también daré aviso a Hoseok, ese es el territorio donde opera.

—Muy bien...—la voz de Jackson fue interrumpida por el llamado de la puerta—. Iré.

Se alejó del escritorio para abrir la puerta, detrás de esta se encontraba DongWook, su semblante serio hizo que Namjoon se enderezara en la silla. Jackson lo dejó pasar y cerró tras de él, DongWook se acercó al rey y con una reverencia se presentó.

—Tengo los resultados mi señor.

—¿Y bien? —preguntó con una ceja alzada. El nerviosismo corría por sus venas, porque intuía que algo no estaba bien.

—Una de ellas está en espera, la he revisado, tiene por lo menos tres meses de gestación, me ha explicado que es irregular, por lo que no se dio cuenta.

Aquello fue como recibir un balde de agua fría, helando su cuerpo por completo, se quedó sin habla, su corazón latió con fuerza, porque sin dudas eso complicaba las cosas aún más.

—¿Quién? —fue lo único que pudo preguntar.

—La señorita Lee—respondió—. Lee Ailee.

La respiración escapó de su cuerpo, sus ojos se entrecerraron y una opresión en su pecho creció, tragó en seco y empuñó las manos.

—¿Estás seguro?

—Completamente mi señor.

Eso fue suficiente para levantarse y salir en completa seriedad de la oficina, camino ignorando a los guardias que le hacían reverencia, su mente estaba en blanco, lo único que le importaba en ese momento era reunirse con Ailee, si pensaba demasiado, entonces, su mente se llenaría del recuedo de SeokJin. No le gustaba, pero ninguno era el culpable, la verdadera culpa recaía en sus hombros y era difícil de cargar. Llegó al ala del concubinato, entró a la sala y le encontró vacía, fue a la habitación de Ailee y abrió sin tocar. En la cama sentada se encontraba esta, su hermana estaba a su lado.

—LeeHi, déjanos solos—dio la orden.

La pelinegra tardó en acatarla, abrazó rápidamente a su hermana antes de salir de la habitación cerrando tras de sí. Ailee no le miró, de hacerlo podría haber visto sus ojos cristalinos por el llanto retenido. De sus concubinas, ella era la más madura, la mayor, quien era más sensata al hablar, quien le divertía, que no lo juzgaba, siempre se encontraba feliz de hablar con ella, de estar a su lado, podría decir que era su favorita y peor aún, que había desarrollado un sentimiento fuerte por ella, de no estar SeokJin en su corazón, esa mujer podría ser el amor de su vida.

Se acercó a ella y se sentó a su lado, alargó la mano y tomó la suya, era delicada, pensaba que si apretaba demasiado podría lastimarla. Le miró de reojo, sin intentar esconder que de alguna manera estaba feliz con la noticia.

—Lo siento—dijo ella en un susurró.

—¿Por qué te disculpas? —preguntó con voz ahogada.

—No sé—bajo la mirada—. Siento que es lo correcto.

—¿Cómo te sientes? —apretó su mano—. Puede ser difícil para ti, ¿Lo es?

—No creo que deba de decir cómo me siento.

Namjoon se volvió para tomarla del mentón y hacer que subiera la mirada, observó sus ojos, de un color precioso, verdes, que le examinaban con tristeza, suspiró y le sonrió.

—Dime.

—Estoy feliz—balbuceo—. Pero tengo miedo. No quiero perderlo, así como lo he perdido a usted.

Namjoon no pudo evitar acercarla a su pecho y abrazarla, al tiempo que besaba su cabeza y permitía que esta llorará, sus sentimientos en ese momento se encontraban confundidos, temió la decisión que había tomado al alejarla del bebé que apenas estaba en su vientre, porque la conocía y sabía que ella no lo soportaría, su corazón era demasiado noble para sufrir de esa manera.

—También estoy feliz, no te preocupes, te voy a proteger, confía en mi.















Namjoon miró al mensajero, quien había llegado a su oficina por petición propia, después de su promesa y de dejar que Ailee llorara, había decidido hablar con SeokJin de lo que estaba pasando, porque si quería que las cosas entre ambos avanzaran, no le ocultaria algo tan importante.

—Lleva este mensaje a tu alteza, dile que iré a verlo después de la puesta de sol.

—De hecho mi señor, su alteza ha dejado un mensaje, tome.

Abrio la hoja encontrando una perfecta caligrafía, sonrió de inmediato.

Esta es una cordial invitación a cenar en mi palacio.
Te espero
Con cariño. Jin.




Yo sé que no se esperaban estos giros de trama hahaha 💚

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