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Un nuevo día traía una nueva realidad, Namjoon abrió los ojos, sin saber en qué momento se había quedado dormido, miró alrededor dándose cuenta que estaba solo, era de día, pero, la habitación se halla inmersa en la oscuridad debido a las gruesas cortinas que impedían el paso de la luz, apretó la mandíbula antes de sentarse y dar un rápido vistazo. La impresión y emoción indescriptible que sintió la noche anterior habían terminado, dejando paso a la confusión y la incredulidad. Aunque había salido de Las Cumbres, Namjoon no se sentía ni libre y mucho menos a salvo, estaba seguro que el rey Choi no se quedaría de brazos cruzados, se preguntaba qué es lo que había pasado en Las Cumbres cuando salieron de ahí.
Se puso de pie, el cansancio le estaba cobrando una enorme factura ahora que no tenía que estar en modo supervivencia, abrió las cortinas y dejó entrar la luz, odiaba la oscuridad, había aprendido a aborrecerla después de meses en el calabozo. Miró la tarde, el cielo despejado y el sol abrasador, algo que quiso volver a experimentar, pero que no podía disfrutar del todo. Se mantuvo ahí unos momentos dejando que la calidez del sol bañara su cuerpo y lo ayudará a dejar de sentir esa tensión que por muchos años lo había acompañado. Después, fue al baño, era incluso más amplio de lo que recordaba, aunque en su situación cualquier sitio lo era.
La tina estaba llena de agua aún tibia, se preguntaba si SeokJin había tomado un baño o simplemente pidió que la llenaran de agua caliente para cuando despertara, se despojó de su ropa y miró su cuerpo en el espejo largo que había en un rincón, apretó la mandíbula, sus huesos se marcaban en sus hombros y costillas, estaba desnutrido, su cabello era una mata desastrosa, había intentado cortarlo con la ayuda de Thorkell, pero aún así era horrendo, su rostro parecía cansado, el de un anciano que había vivido una vida difícil. Sus ojos opacos y la barba hasta su cuello, pero, lo que más odio de su reflejo no fue sentirse un extraño, sino las marcadas cicatrices en su torso, espalda y brazos, marcas que jamás se irían y se quedarían como un recordatorio de todo lo que le hicieron sufrir. Dejó de mirarse porque su reflejo le daba náuseas, entró a la tina gimiendo cuando el agua cubrió su cintura, se recostó en el borde, dejando que su cuerpo se sumergiera.
¿Hace cuánto no tomaba un baño decente? No podía recordarlo, una vez cada dos semanas les dejaban refrescarse en el rio, se había acostumbrado a su mal olor y la putridez del ambiente, así que oler las esencias de flores le causaba una satisfacción extrema, pensar que esa fue su realidad hace seis años le causaba conflicto, sin duda, ya no era el Kim Namjoon que recordaba.
Lavó su cuerpo y restregó el trapo con jabón en su cuerpo de forma casi agresiva, lavando los extractos de suciedad, el agua se tornaba turbia debido a ello, su piel estaba muy expuesta a las quemaduras de sol, no lucía como alguien de la realeza, fue meticuloso, lavo también su cabello enmarañado y su rostro, cuando terminó, el agua se había tornado oscura y él se levantó, al menos su cuerpo ya no se sentía tan pegajoso y maloliente, le impresionó que Jin hubiese podido dormir a su lado sin asquearse. Tomó una bata de baño con la que cubrió su lamentable cuerpo y volvió al espejo, buscó alrededor hasta que encontró unas tijeras y una navaja fina.
Jamás le gusto tener barba larga, a pesar de ser un símbolo de valentía y de respeto, él la odiaba ya que lo hacía ver más viejo, con las tijeras recortó la mayor parte de vello hasta que esté quedó al ras de su piel, después tomó un poco de jabón e hizo espuma, para ponerla en su rostro y rasurarse. Cuando terminó limpió su cara y se miró, seguía viéndose lamentable, pero era mejor que la suciedad. Tomó nuevamente las tijeras y cortó grandes mechones de cabello, uno que sabía que no se desenredaria ni con el más suave aceite. Lo hizo sin dejar de mirarse, conteniendo esas ganas que tenía de llorar del coraje o lanzar algo en contra de su reflejo. No quería que nada le recordara a Las Cumbres, así que dejó su cabello muy corto, más de lo que alguna vez lo tuvo, volvió a limpiarse y regresó a la habitación, necesitaba ropa limpia y quería cambiarse antes de que Jin o alguien lo viera, le avergonzaban las marcas en su cuerpo.
Miró la ropa de su closet, todo estaba ahí, apretó la mandíbula y tomo un conjunto oscuro, se cambió y evito volver a mirarse al espejo, fue justo en ese momento cuando la puerta se abrió. SeokJin lo miró con ojos muy abiertos.
Namjoon lo vio la noche anterior, sin embargo, a la luz del día, Jin lucía perfecto, había cambiado un poco, sus fracciones se volvieron más cansadas y maduras, pero contenía esa belleza artistica que siempre lo caracterizó, su cabello oscuro enmarcaba su bonito rostro, iba bien vestido, limpio y pulcro, ambos se miraron, volviendo a ser golpeados por la realidad de tenerse de nuevo cerca. Él quiso acercarse, pero el contacto visual se interrumpió por los sirvientes que entraron con bandejas llenas de comida, su estómago rugió. Le hicieron reverencias que le parecían extrañas.
—Pueden salir, yo me encargo—dijo Jin después de unos momentos—. Pensé que estarías durmiendo aún—habló cuando se quedaron a solas—. Veo que....estabas de humor para un cambio de imagen.
—Es mejor que verme tan sucio y desalineado.
—¿Te sientes bien? —había algo de preocupación en sus ojos.
—Sí.
—El médico te revisara está tarde.
—No necesito un médico, estoy bien.
Por alguna razón, esa interacción era muy diferente al reencuentro de la noche anterior, ninguno de los dos sabía cómo reaccionar o si debía hablar o seguir ignorando la realidad en esa habitación. SeokJin señaló la mesa de centro donde estaban las bandejas de comida.
—Siéntate, les he dicho que preparen tus platillos favoritos.
Namjoon no dudo en hacerlo, se sentó en el suelo, algo a lo que estaba acostumbrado y tomó la comida con la mano llevandosela a la boca en un intento desesperado por comer lo más rápido que podía, era un condicionamiento, lo que había aprendido cuando les lanzaban comida al suelo y hacían que se pelearán por ella, con el tiempo aprendió a ser muy rápido, casi tragaba la cómoda completa, bebió vino que le supo a gloria, y siguió alimentándose, había de todo, pastas, patatas, carne, pescado y postres. Su comida favorita estaba ahí, se atascó de comida sin importarle nada, hasta que sintió una mano en su muñeca, miró mal a Jin antes de caer en cuenta, este le observaba un poco sorprendido, pero al mismo tiempo, con una enorme tristeza.
—Come con cuidado, tranquilo, nadie te la va a quitar—rio para aligerar el ambiente.
Namjoon suspiró tomando una servilleta para limpiar sus manos y boca, así no era como un rey tenía que comer. Miró los cubiertos con duda.
—Puedes comer como quieras, aquí sólo estamos nosotros dos, pero, hazlo con cuidado, tengo miedo de que te termines ahogando.
—Lo siento—dijo una vez que tragó.
—¿Por qué te disculpas? Me alegra mucho que estés comiendo, anda hazlo.
—Come conmigo.
—Tal vez un postre—sonrió tomando una pequeña tarta, Namjoon le sonrió volviendo a comer, ahora más despacio, disfrutando del sabor de la comida.
Gimió lleno de emoción al sentir el sabor tan delicioso de los postres. Miró a SeokJin y se sonrieron. Bebió un poco más de vino, limpiando su boca y suspiró. Apretó la mandíbula y contuvo la respiración para no derramar lágrimas, sin embargo, no estaba siendo muy convincente, ya que sintió de nuevo la mano de Jin sobre la suya.
—¿Quieres hablar de eso? —preguntó.
—¿Quieres escucharlo? —rio seco mirándolo con una mueca.
—Sí, me volví muy fuerte ¿Sabes?
—Tendremos que hablar de todo, pero, ahora sólo quiero hacerme a la idea que regresé. ¿Ya puedo ver a los niños?
Los ojos de SeokJin brillaron, asintió antes de ponerse de pie y llevarlo consigo, sin soltar sus manos. Estaba nervioso, había pensado mucho en sus hijos, a los cuales ya no recordaba, creyó que nunca sería capaz de volver a verlos, pero, ahora, tenía la oportunidad de volver a verlos, se preguntaba si ellos podrían recordarlo. Jin lo guiaba hacia la sala infantil, tomaba su mano con fuerza. Una vez que estuvieron frente a la puerta se volvió para sonreírle.
—¿Listo? —preguntó con un suspiro.
—La verdad es que no, pero, vamos.
La risa de Jin elevó sus sentidos, abrió la puerta y ambos entraron, la habitación era amplia, y muy iluminada, estaba llena de juguetes y de nanas. SeokJin se hizo a un lado para dejarlo ver, observó a niños pequeños jugando de forma distraída. Trató de observarlo, de decir algo, pero, lo único que hizo fue mirarlos. Pasaba su vista por la habitación, hasta que sus ojos se toparon con los ojos más hermosos que haya visto jamás.
Sus ojos azul violeta le observaron y Namjoon casi cae de espaldas al verla, había crecido, sin duda sería una niña alta, su cabello era largo y oscuro, su piel clara y facciones delicadas, justo como Jin, ella le observó al principio con confusión, para después dar paso a la sorpresa, Namjoon sintió sus piernas debilitarse, cuando Tzuyu corrió hacia él, se agachó para recibirla y fue lo mejor que sintió en años, la abrazó con fuerza besando su cabeza, conteniendo una enorme emoción. Ella lo recordaba y saberlo le reconfortó de una forma increíble.
Tzuyu se separó de él para mirarlo con ojos cristalinos. Movió sus manos y Namjoon sonrió al poder entender lo que ella quería decirle.
"¿Papá? ¿Dónde estabas? Todos dijeron que habías muerto ¿Fue mentira?"
"Tuve un accidente, pero, estoy con vida y regreso" respondió sin dar muchos detalles, aún no sabía qué decirle, tendría que hablar con Jin.
"¿Te vas a quedar?"
"Sí, no volveré a irme, te lo prometo".
Tzuyu volvió a abrazarlo con fuerza, Namjoon miró a Jin quien sonreía, llamó a los demás niños con emoción.
—Vengan aquí, tengo que presentarles a alguien, no lo recuerdan, pero, les he hablado mucho de él.
Los niños se acercaron a Jin, una de las pequeñas habló.
—¿Quien es? Y ¿Quien es la persona que abraza a Zu?
—¿Recuerdan lo que les dije de papá? Él no estuvo aquí por mucho tiempo y creímos que estaba perdido, es complicado de explicar, pero hemos encontrado a papá Namjoon, y ahora él está aquí.
—¿Qué? —preguntó un pequeño de ojos castaños, iguales a los suyos con una ceja alzada—. No sé parece a papá. No es como su retrato.
—Ha cambiado un poco, ustedes también cambiaron, pero, podremos volver a conocernos.
Tzuyu se separó de él y miró a sus hermanos. Namjoon se dió cuenta que todos usaban las señas al hablar, manteniéndola al tanto de lo que estaban diciendo. SeokJin puso en fila a los pequeños. Los miró muy atento, ya no eran los bebés que conocía.
—Cada uno va a presentarse, después papá lo hará.
Namjoon rio un poco porque era claro que Jin estaba improvisando. Eran niños muy lindos, la primera de ellas era Mina, tenía los ojos castaños achocolatados justo como los suyos, cabello muy oscuro y facciones perfectas, podía ver un poco de Jisoo en ella, aunque no quiso pensar mucho en ello.
—Soy Kim Mina.
Se acercó a ella y dió una caricia a su cabeza. —Mi Mina, eres tan grande y bonita.
Miró a la otra pequeña, de cabello castaño claro, ojos achocolatados iguales a los suyos y más bajita, era tan tierna y dulce.
—Kim JiEun.
—Tan linda, Dios, no puedo creer lo mucho que han crecido, son tan bonitas.
Acarició las mejillas de ambas niñas antes de pasar al pequeño, una combinación perfecta entre Jin y él, sus ojos al igual que los de las niñas eran justo como los suyos, pero había mucho de Jin en él.
—Kim Soobin.
—La última vez que te ví eras un bebé recién nacido—su voz sonaba inestable, tomó lo hombros del niño y le sonrió, él regresó la sonrisa.
Su vista captó a otro pequeño que estaba casi detrás de Soobin, lo miró y dejó de respirar por un instante. Era el más pequeño, llevaba su cabello un poco largo, oscuro como el de Jin, su piel clara, resaltaba unos ojos color avellana, ese niño era la imagen de su esposo, tan lindo y tierno, lo miraba con ojos muy abiertos, Namjoon le sonrió, pero terminó corriendo hacia Jin, quien acarició su cabeza que se escondía detrás de su pierna.
—Él es Kim Yeosang. Es algo tímido. ¿Yeo?
El pequeño volvió a mirar a Namjoon, pero se escondió de nuevo. Sonrió enternecido, eran niños preciosos y perfectos, que habían crecido de forma tranquila y sana. Suspiró pesadamente antes de mirarlos a todos.
—Soy Kim Namjoon, soy su padre y sé que ninguno de ustedes me recuerda, ya que cuando me fuí eran unos bebés, pero, quiero que sepan que no deje de pensar en ustedes ni un sólo día, no pude venir antes, porque estaba atrapado y perdido, pero, su padre fue tan valiente que me trajo de nuevo aquí. Quiero conocerlos y que me conozcan, los amo mucho hijos, y seré el padre que ustedes merecen.
Su voz sonaba inestable y no podía verse, pero estaba seguro que para los demás lucía triste y lamentable, por eso, los niños volvieron a acercarse a él, ahora abrazándolo, algo que le dió vida, que lo llenó de un calor abrasador y una sensación de alivio y felicidad. Algo que no había sentido en mucho tiempo, sonrió al instante de recibir ese cariño de sus hijos. Miró a Jin antes de caer en cuenta de algo importante.
—¿Y Yeonjun?
Soobin lo miró con un puchero. —Yeo se fue a estudiar por un tiempo fuera, pero yo quiero que regrese ya.
Volvió a mirar a Jin quien cambió su expresión por completo, se volvió más frío y apretaba su mandíbula, sus ojos le decían todo, tendrían que hablar de eso pronto. Asintió y volvió a mirar a sus hijos, haciendo preguntas y riendo con ellos. Sin embargo, aunque quería sumirse en esa felicidad, también había algo dentro de él que le carcomía, el odio y el rencor de saber todo lo que se había perdido por los deseos crueles y egoístas de alguien más. Le habían quitado más de lo que pensaba. No sólo habían dejado cicatrices en su cuerpo, sino también en su interior.
Estaba muy nervioso, miraba con asombro el imponente castillo, que resultaba ser mucho más vivaz que el de Las Cumbres, estaba al lado de Hoseok quien lo guiaba dentro, estaba seguro de las miradas curiosas que recibía y también de los grandes admiradores que Jung tenía, abrazó con mayor firmeza a SungChan, que estaba dormido. Entraron al castillo y se maravilló por todo lo que podía ver, era tan grande, elegante e iluminado, era perfecto.
—Te mostraré el palacio después, tengo que reunirme con Jin y con Namjoon, también con los reyes para algo importante, tengo una habitación aquí, te quedarás ahí dentro descansando y después, conocerás a Yuna ¿Está bien? Haré que una de las sirvientas se quede contigo por si necesitas algo.
—Eso es demasiado, pero, gracias.
Hoseok le sonrió, lo llevó hasta la habitación que había ocupado en el castillo, era amplia y limpia, dejó al bebé sobre la cama y suspiró mirando alrededor.
—Tengo que irme, espera aquí, no tardaré mucho, pediré que te suban algo de té.
Kadet asintió antes de acercarse a él y tomar sus mejillas para besar sus labios.
—¿Vas a tardar demasiado? —preguntó con un suspiro.
—No, vendré pronto, no te preocupes por nada—besó nuevamente sus labios y le sonrió.
Kadet regresó la sonrisa y miró como Hoseok salía de ahí, suspiró, había sido una mañana larga, primero al darse cuenta que estaba lejos de Las Cumbres, segundo, la emoción de despertar al lado de Hoseok y tercero, la elección de ropa, le sorprendió entender que los donceles tenían una forma especial de vestir, pero, no tenía que usar vestidos incómodos si no quería, llevaba un traje lindo color beige, era simple, no tenía que usar ninguna cinta en el cuello, ni maquillaje cargado o joyas, podía usar lo que quisiera como Hoseok le había dicho. La gente tampoco le miraba mal o con asco, eran amables y le sonreían, Kadet estaba impresionado y al mismo tiempo ansioso de conocer a otros donceles como él.
La puerta fue llamada, Kadet dió el permiso para que entraran, una joven hizo una reverencia, tenía una bandeja con el té, la cual dejo en la mesita enana cerca de los sillones.
—Mi señor, es bueno volver a verlo—dijo con una gran emoción—. Oh lo siento, el general Jung me dijo que no dijera nada, ammm ¿Desea té?
Kadet la miró pasmado, ella parecía conocerlo, asintió y le sonrió.
—Gracias.
—No se preocupe señor, si necesita algo puede pedirlo, es más ¿No quiere beber el té en el balcón? Es una mañana maravillosa.
—¿Puedo?
—Claro—dijo ella antes de abrir las puertas del balcón, en dónde había una mesa y sillas blancas, lo que la chica decía era verdad, el clima era increíble, y el cielo estaba despejado. Ella llevó el té a la mesa y le indico que se acercará.
Salió y aspiró el aire limpio. Se sentó y miro como la mujer le servía el té.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó un poco apenado—. Lo siento, pero no recuerdo muchas cosas.
—Sí, el general Jung me habló un poco de eso—ella lucía melancólica—. Soy Jia, mi tía trabajó con usted y el general en su casa, por eso lo conozco.
—Oh, eso es agradable. Me gustaría que me contarás algunas cosas, estoy perdido.
—Es normal señor, pero no tiene nada de qué preocuparse, ahora que volvió y que el rey también lo hizo las cosas estarán bien.
Kadet suspiró y asintió, bebió un poco de té y fue delicioso, había comido demasiado después de días de no poder alimentarse.
—¿Cómo le gustaría que le llame? El general me lo dijo, pero, he olvidado, era algo como Kai...Kader...
—Kadet—respondió con una sonrisa.
—¡Eso! Es bonito, oh, ya quiero que lo vea Yuna, es una niña encantadora.
—Lo sé—sonrió a medias, Hoseok le había contado muchas cosas de ella.
Miró hacia abajo, había un gran movimiento, pero algo llamó su atención, era una niña que salía corriendo en un pequeño traje de guerrera hacia donde los soldados entrenaban. Supo al instante quien era, no tenía que preguntar, ella corría sin mirar el camino, cosa que hizo que Kadet se levantará de golpe. Jamás había sentido aquella sensación que recorrió todo su cuerpo, como si una fuerza externa lo jalara hacia ese lugar.
—¿Puedes cuidar de SungChan un momento? Ammm, así se llama mi bebé, está en la cama.
Jia asintió, aunque no comprendió su petición hasta que no lo vio salir corriendo hacia la puerta de la habitación.
—Señor Jung...
No escuchó, ya estaba afuera de la habitación mirando a ambos lados del pasillo, recorrió el camino por dónde habían llegado, hasta la parte inferior del castillo, caminó inseguro hasta la puerta que daba al patio de armas. No sabía lo que estaba haciendo, pero, la vergüenza y el miedo de pronto dejaron de estar en primer plano, dando paso a otra cosa más. Caminó de forma insegura por el campo, mirando de reojo a los soldados que estaban muy ocupados entrenando, captó la atención de un par de ojos, pero sólo eso, se preguntaba a dónde había ido la pequeña niña.
Cruzó hasta que llegó a los pinos altos, a lo lejos y a pesar del ruido del entrenamiento, podía escuchar el fuerte cause de un río, tuvo un escalofrío de pies a cabeza, se preocupó de que la pequeña niña estuviera ahí en peligro. Se adentro un poco, conteniendo su respiración, mirando alrededor con desesperación. Entonces, detrás de unos árboles escuchó pequeños gruñidos infantiles. Se asomó con cuidado de no hacer ruido.
La pequeña niña estaba gruñendo como si se tratara de una guerrera en plena pelea, tenía una daga plateada que golpeaba sin mucha fuerza sobre la copa de uno de los árboles.
—¡Rindete! —dijo con voz grave o al menos un intento de ella.
Era un desastre, tenía poco menos de cinco años, y era un hermoso desastre, su cabello estaba hecho un caos, una maraña de ebras castañas que miraban hacia todos lados, apretaba el gesto y hacia movimientos de pelea, torpes, pero bien ejecutados. Sonrió al escucharla, sintió un enorme peso en su pecho, una opresión que lo dejaba sin aliento, era extraño, porque jamás había sentido algo así, había una fuerza interna y primitiva que lo atraía, algo que le decía que quería abrazarla y jamás soltarla.
Pudo sentir un poco de eso cuando vio a Hoseok y se sintió intrigado y atraído, pero, con ella era mucho más fuerte, despertaba un instinto extremo, lo mismo que sentía cada que veía a SungChan, pero acompañado de una sensación de tristeza y culpa. La miró jugar, creyéndose una gran guerrera, al tiempo que ligeras lágrimas recorrían sus mejillas, sentía un enorme peso en su conciencia al darse cuenta que aunque no fue su culpa, había dejado sola a una pequeña niña que necesitaba de él, a su bebé, el fruto del amor que sabía tuvo con Hoseok, hicieron que dejara a su familia y le vendieron una mentira aprovechando su falta de memoria, una que jamás podría recuperar por completo, había perdido quien era y la posibilidad de ver crecer a su hija. Sintió odio por primera vez, un odio que recorría su estómago causándole náuseas, estaba enfermo por todo lo que hicieron con él.
Sollozó un poco deteniendo a la niña, quien se volvió a mirarlo, fue un golpe aún peor para Kadet entender por fin lo que Hoseok le había tratado de explicar y es que el parecido de Yuna con él era increíble, era como verse en una mini versión, la pequeña le miró entrecerrando los ojos, antes de ladear la cabeza y abrir sus preciosos ojos en demasia.
—¿Papá?
Escuchar su vocesita llamarlo papá, fue suficiente para que Kadet se agachara buscando estabilidad, no podía hablar, lo único que pudo hacer es ordenarle a sus brazos abrirse, Yuna lo observó antes de hacer un puchero y correr a sus brazos. Fue un aliento a su corazón, una luz que lo iluminó, la rodeó con sus brazos y cerró los ojos con fuerza, todo en ella era perfecto, su aroma, su estatura, su cabello y su rostro. Todo en ella era perfecto. Su cabeza dolió de forma atroz.
....No podía creer que un bebé había crecido en su interior y que ahora estaba en sus brazos, no dejaba de mirarla preguntándose ¿Cómo es que cuidaría de ella? Le había dolido bastante como para no amarla como la amaba, suspiró acariciando sus diminutos dedos, volvió a contarlos nuevamente, diez en la mano, diez en los pies, sí, todo estaba bien. Suspiró profundamente.
”¿Sabes? Tienes a un padre que sabe hacer muchas cosas como sobrevivir en el bosque, soportar el agua helada y heridas de guerra, puedo mantenerme en pie durante días sin comer bocado y pelear, pero, no sé nada sobre bebés, así que debes tenerme paciencia Yuna, por favor ten compasión por tu padre, que te ama demasiado y hará lo mejor que pueda para cuidarte, en verdad no sé que hacer, pero, aprenderé, prometo que lo haré, sólo sé paciente. Si lloras yo voy a llorar"
La naricita de la pequeña bebé se arrugó y apretó los ojos antes de bostezar, acarició su mejilla con cariño, tenía que ser muy cuidadoso con ella, observó su rostro por mucho tiempo hasta que abrió los ojos.
"Buenos días Yuna"...
Kadet sollozo quedito, su cabeza dolía demasiado, pero, esa imagen de una bebé mirándolo no desapareció, hizo que estrechará con fuerza a Yuna.
—¿De verdad eres papá? Te pareces a papá.
La separó de su cuerpo y limpió sus lágrimas antes de asentir.
—Sí, soy papá, lamento haber tardado demasiado.
—Papá dijo que eran bonito—dijo Yuna tocando su mejilla—. Pero, eres demasiado bonito, ¿Crees que yo soy bonita? Me dicen que me parezco a ti.
—Tú eres perfecta, muy muy muy bonita, más que yo seguro.
Yuna le sonrió. —Espera, pero, ¿Es un sueño? Me dijeron que estabas en el cielo, que nunca iba a poder verte y hasta ví tu tumba. ¿Me caí? Ay papá se va a enojar si me caí.
Kadet soltó una ligera carcajada, ahora comprendía la razón por la cual Hoseok la llamaba especial.
—Hubo un accidente y paré en otro lugar muy lejano, casi no recuerdo nada de lo que pasó, vivía ahí sin saber quien era hasta que llegó tu padre, él me trajo aquí. No estás soñando y tampoco te caiste.
Yuna asintió. —¿Ya estás bien? ¿Por qué estás triste?
—Porque creciste mucho—le sonrió.
—No te creo que no sea un sueño, pero está bien, si en sueños te puedo ver. Jamás soñé así.
Kadet suspiró. —¿Y qué estabas haciendo aquí?
—Estaba entrenando, papá va a regresar pronto y debo mostrarle que he mejorado mucho.
—¿De verdad? ¿Y qué has hecho? Cuéntame todo.
Yuna comenzó a hablar de muchas cosas, Kadet sonreía sin dejar de mirarla y poner atención a su relato. Era perfecta, Jung Yuna era una niña extraordinaria.
—....En verdad lo lamento—sus ojos demostraban lo derrotado que se sentía. No sabía cómo sentirse, si bien, Yeonjun era su sobrino, jamás había tratado con él de forma directa, el sólo hecho de mirar sus ojos le causaba incomodidad por el gran parecido que tenía con su hermana—. No pensé que se lo llevaría y ahora no sé dónde está.
Jin estaba arrepentido, sabía que ese niño significaba mucho para él, suspiró y asintió. SeokJin era su padre, así que era quien más estaba sufriendo.
—Tranquilo, Minhyuk no le hará daño.
—¿Cómo lo sabes?
—Simplemente lo sé, vamos a encontrarlo, sólo tienes que mantener la esperanza, YeonJun estará bien.
SeokJin asintió aunque por su rostro supo que no estaba nada convencido. Hoseok puso una mano en su hombro antes de darse la vuelta y salir de la oficina, aún no se reuniría con los reyes, Namjoon le dijo que era una reunión importante y que era mejor que sólo ellos cuatro estuvieran presentes, sin Jin y sus esposos. Estaba consciente de que la guerra se aproximaba, pero, no quería pensar en eso. Lo único que le importaba en ese momento era encontrar a Yuna, no podía esperar para verla, la había extrañado demasiado, quería explicarle la situación de forma que ella pudiera entenderla.
Se preguntaba como reaccionaria Kadet, estaba algo preocupado de que fuera demasiado para él, sin embargo, era algo que tenía que suceder, no podía protegerlo de todo, estaba incómodo con la situación, muchas cosas estaban pasando a su alrededor y debía tener la consciencia precisa para hacerle frente. Buscó a su hija por todas partes, sin encontrar algún rastro de ella, se dirigió al campo de entrenamiento, porque conocía muy bien a su hija, miró a uno de los soldados y se acercó, este hizo una reverencia.
—¿Has visto a Yuna?
—Pasó por aquí, pero no la he visto.
Suspiró mirando alrededor, había una extensión de pinos donde siempre la encontraba, tenía que poner mayor cuidado en ella, aunque no era tan imprudente como para entrar al río, o al menos eso esperaba, tenía que ponerle un alto, cuando estuvo cerca el sonido de las voces y las risas llamó su atención, caminó ahora más anisoso que antes, y lo que vio hizo que su mente y corazón se partieran en cientos de pedazos. Kadet estaba sentado, recargado en el tronco de un pino, con Yuna en su regazo, ella hablaba hasta por los codos, manteniendo una sonrisa en el rostro de Kadet, quien la observaba con ilusión.
—....Entonces, papá se molestó, pero no fue mi culpa, él dijo que no podía entrenar con sus soldados, no me dijo que no podía entrenar con los demás niños, pero ellos no saben pelear y lloraron. ¿Puedes creer lo debiles que son? Jamás serán buenos guerreros.
Kadet soltó una carcajada que para Hoseok fue el mejor sonido que escuchó en su vida, la risa de su hija combinada con la del amor de su vida, por muchos años se pregunto cuando alcanzaría la felicidad y podía decir que era en ese momento, se lamentó tanto que Yuna no pudiera estar con Xiumin, porque era increíble, pero ahora, tenían una nueva oportunidad.
—Y volvería a regañarte, por ser aprovechada, que tú sepas pelear, no significa que los otros niños también lo hagan.
Su voz llamó la atención de padre e hija, Yuna abrió sus ojos grande y se levantó del regazo de Kadet para acercarse corriendo hacia él, Hoseok la recibió con los brazos abiertos, sintiendo que regresaba a la vida, la estrechó con fuerza haciéndola reír.
—No sabes lo mucho que te extrañé pequeño monstruo.
—¡Papá! ¿Por qué también estás en mi sueño?
Hoseok entrecerró el gesto y la miró, ella le observaba confundida.
—¿Sueño?
—Ella sigue diciendo que este es su sueño, porque estoy aquí—explicó Kadet con una mueca.
Hoseok suspiró acercándose a su doncel para sentarse a su lado con la niña en su regazo, miró a Yuna quien asentía a lo que Kadet decía. Sintió remordimiento y pesar de que su pequeña hija pensara que era un sueño.
—Oh, ¿Un sueño? Mmmm, entonces si te pellizco podrías despertar—dijo eso pellizcando de forma ligera su brazo, Yuna exclamó por la sorpresa, pero después los miró a ambos aún más confundida—. ¿Lo ves? No es un sueño, he encontrado a tu papá, es algo complicado de explicar, lo único que debes saber es que es real, aunque papá prefiere que ahora lo llamemos Kadet.
Yuna miró a Kadet con duda. —¿En verdad eres mi papá? ¿Por qué te llamas Kadet y no Minseok?
—Papá sufrió un accidente, donde perdió la memoria, eso significa que no recuerda muchas cosas y le dijeron que se llamaba Kadet, pero él es Xiumin, y es tu padre, lo que más importa ahora es que está aquí con nosotros. Sé que tienes muchas dudas, pero, pronto lo vas a entender.
—¿No es un sueño?
—No corazón, no lo es—sonrió Kadet, acariciando su mejilla—. Tú papá tiene razón, es difícil de entender, pero, ahora estoy aquí, y no me iré jamás.
Yuna sonrió a lo grande, yendo a abrazar nuevamente a Kadet, quien beso su mejilla y la recostó en su pecho. La escena era la más dulce del mundo.
—Dije que te traería un lindo regalo ¿No es así?
—Sí, me gusta mi regalo papá.
—Y te va a gustar más, porque no sólo papá regresó, ahora tienes un hermanito, es un bebé muy bonito, y te juro que lo vas a adorar.
—¿Un bebé? —elevó una ceja.
—Sí, se llama SungChan—sonrió Hoseok—. Son muchas cosas, pero, te ayudaremos a que el cambio no sea abrumador, es difícil de entender, pero, la familia que siempre deseaste ahora se hará realidad Yuna, ya no estamos solo los dos, ahora tendrás hermanitos con quién jugar y a quienes les puedes enseñar a pelear y tenemos a papá de vuelta, somos una familia.
Yuna le sonrió y asintió, Hoseok sabía que sería difícil para ella comprenderlo, pero por el momento lo estaba tomando bien.
—Está bien—dijo Yuna acurrucándose en los brazos de Kadet.
Hoseok le sonrió a Kadet, quien mantenía los ojos cerrados con la mejilla apoyada en la cabeza de su hija. Quería que ese momento durará para siempre. Hoseok jamás pensó que su vida cambiaría tanto después de conocer a un pequeño doncel que se hizo pasar por un guerrero, cuando miraba hacia atrás se daba cuenta de todo lo que habían vivido y también todo lo sufrido, de pronto todo el dolor, la tristeza y soledad valieron la pena si podía tener a ese increíble hombre a su lado, con quién compartía lo más preciado en su vida, sus pequeños hijos y un sinfín de recuerdos que sin esperarlo habían sanado su herido corazón.
Hay que lindoooo reencuentros.
PD. La relación de Namjoon con su hijo Yeosang será súper bonita, esperen a eso.
Muchas gracias por leer, los amo 🤍
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