85
Mentiría si dijera que pudo conciliar el sueño, no lo hizo, por más que trató era imposible sabiendo que Kadet estaba en el castillo, cuidando de su hija recién nacida, era una tempestad en su interior, algo que no podía controlar, lo necesitaba tanto como necesitaba respirar. Tomó todo lo que tenía de su autocontrol para esperar, hasta que el cielo se aclaró, entonces se aseo y cambió, yendo hacía esa habitación, no había nadie alrededor, tal vez era demasiado temprano o estaban cuidando del descanso de la princesa, como fuera, Hoseok sólo pensaba en verlo. Entró a la habitación, tomando un fuerte respiro, no había nadie en la sala recibidora, eso le alentó a seguir y abrir la habitación sin llamar, miró alrededor, lo encontró meciéndose en el sillón reclinable, con los ojos cerrados mientras alimentaba a la pequeña bebé, cerró la puerta con mucho cuidado, para no perturbarlo, se acercó a pasos lentos y pausados, sigiloso. Cuando estuvo cerca de él lo observó con cuidado, su rostro apacible, el cómo sus pestañas acariciaban su piel lechosa, sus labios rellenos y ligeramente abiertos, una imagen que estaba muy bien guardada en su mente, una que creyó jamás presenciar. Unos ojos castaños lo recibieron de repente, Kadet abrió los ojos y le sonrió.
—Es muy temprano ¿Qué haces aquí? —preguntó adormilado.
—No pude dormir y al parecer tú tampoco ¿Es muy demandante? —observó a la pequeña, que se había quedado dormida comiendo.
—No, pero, estuve al pendiente de ella toda la noche, me levantaba sólo para asegurarme de que estaba bien.
—Entiendo, en verdad gracias por lo que estás haciendo.
—No es nada—se encogió de hombros—. Es tuya, así que...
Se hincó a su lado, sonriendo llevó la mano a su mejilla donde acaricio, Kadet cerró los ojos debido a la calidez de su caricia, bajó la mano a su cuello y acaricio detrás de su oreja, algo que por su suspiró supo que le gustó. Kadet sonrió antes de abrir los ojos y levantarse, Hoseok lo ayudó sosteniendo su brazo, la sensación era tan familia que la emoción creció en su interior, Kadet la recostó en la cuna y la observó unos momentos.
—Ella estará bien, en unos días llorará como si no hubiese mañana, ¿No crees que es dulce? Por un momento son pequeños extraños y después se vuelven algo para atesorar.
—Lo son—asintió acercándose a él.
Kadet suspiró alejándose de la cuna, llevaba un camisón de dormir, que se caía ligeramente por su hombro izquierdo, sonrió al tiempo que se posicionaba detrás de él, sin dobles intenciones, sólo para arreglarlo, pero algo llamó su atención, era una cicatriz blanquecina lineal, con el centro un poco circular, de una herida que fue profunda en su tiempo una que él mismo curó, delineó con la yema de sus dedos esa parte de su piel, quedándose sin aliento, Kadet se estremeció por su toque, pasó sus dedos hacía la parte frontal, donde se encontraba el otro extremo de la cicatriz.
—¿Cómo te hiciste esta cicatriz? —susurró con voz ahogada.
—Mmmm no estoy seguro, pero, creo que fue en mi infancia.
No fue así. Quiso decirle, porque esa cicatriz fue hecha por una flecha que lo atravesó, una que estaba dirigida a niños inocentes y que él valientemente se interpuso para salvarlos.
Apretó los labios en su nuca, hasta la cicatriz. Con manos temblorosas bajó la otra manga del camisón, Kadet se tensó un poco, pero no lo detuvo, se dejó llevar por sus caricias, descubrió su torso, dejando descansar el camisón en su cadera, se separó un poco y miró su espalda, se sentía ahogado. En su espalda baja del lado derecho, había una cicatriz curva que rodeaba su costado hasta terminar debajo de su pectoral, era más gruesa, apretó los ojos tocándola.
—¿Y está? —preguntó en un susurro.
—No lo sé, hay muchas cosas que no sé, pero Zoltan dice que fue por caer de un caballo.
Rio de forma nasal negando, quería explicarle que nunca ha caído de un caballo, porque era un experto en ello, que esa herida fue hecha la noche donde defendió a los herederos de una emboscada en el castillo estando embarazado de su hija, que fue valiente y audaz, luchando hasta el final.
Acarició su piel, abrazando su cuerpo, enterrando la cabeza en su hombro, sus ojos ardían porque quería llorar. Dentro de él siempre lo supo, era imposible que existiera una persona exactamente igual a su difunto esposo, había señales claras, el hecho de que estuviera en Las Cumbres, casado con un desgraciado que lo trataba mal, en un lugar que odiaba a lo donceles, pero, quiso fingir que no era así, porque entonces el dolor, sufrimiento y la crueldad del destino lo harían reaccionar. Ellos le habían arrebatado a Xiumin, haciéndole creer que estaba muerto, mientras lo condenaban a una vida llena de maltratos y desprecios, la pregunta que se hacía era ¿Por qué? ¿Qué era lo que hicieron? ¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones? Su dolor era indescriptible, su amado había sufrido tanto y él no pudo hacer nada para evitarlo.
No quería separarse de él, porque era la única ancla que lo ligaba a la tierra, a no perder la cabeza y cometer una locura, ni siquiera sabía cómo reaccionar, sólo no quería apartarse de él.
—Hoseok—su voz lo hizo apretarlo más a su cuerpo—. Alguien va a venir pronto, no podemos hacer esto aquí.
—Me importa un carajo.
—Lo sé, pero tienes que pensar en el plan, en Namjoon y en nosotros, no podemos arruinarlo ahora.
Quiso reír debido a la ironía, para un hombre que jamás se negó nada, ahora tendría que abstenerse de destruirlo todo con sus propias manos. Lo volvió para mirarlo, su pequeño guerrero que resultaba ser también su adorado doncel, llevó su mano a su mejilla, acuciando con cuidado, era como verlo por primera vez, los recuerdos del amor de su vida, del dolor de su partida y su destinado reencuentro. Besó sus labios aprovechándose de tomar todo lo que tenía a sus manos, sin importar nada, reconociendo por fin lo que le era imposible descifrar.
Había muchas preguntas en su mente que necesitaban con urgencia respuestas, pero, por ese momento lo único en lo que se concentró fue en besarlo a profundidad, explorando su boca, mientras que sus manos acariciaban su espalda desnuda, quería fundirse en su cuerpo sin restricciones, sin embargo, su eterno amante se alejó, mirándolo con mejillas sonrojadas, labios hinchados y ojos brillantes.
—Tenemos que parar.
—No quiero hacerlo—dijo en un hilo de voz.
—¿Ocurre algo? —preguntó sin dejar de mirar sus ojos.
—No, sólo tengo esta necesidad de estar contigo.
Kadet mordió su labio inferior. —Podemos vernos esta tarde en el lugar de siempre, hay algo que quiero mostrarte—le sonrió.
—Bien—asintió, lo ayudó a acomodar el camisón en su lugar y le dio un beso en la frente—. Te esperaré ahí.
Sin detenerse se dio la vuelta, necesitaba salir de ahí inmediatamente, antes de causar un problema. Sus pasos se escuchaban con fuerza mientras cruzaba aquellos pasillos de piedra, había una furia incontrolable creciendo en su interior, nunca antes se había sentido de esa forma, era exasperante, se sentía como un león enjaulado, quería sangre, hacer pagar a todo aquel que creyó que podría lastimar a las personas que amaba. Salió al campo de entrenamiento, miró a algunos de los soldados entrenando, no eran buenos, sin embargo, no estaba seguro si esa era otra fachada más.
—Necesito entrenar—dijo llegando a un grupo reducido de ellos, eran grandes y musculosos—. ¿Quien quiere pelear conmigo?
—General—saludaron con una inclinación.
—¿Alguien está dispuesto a pelear conmigo?
Los chicos se miraron entre sí, dudando de su petición.
—¿Tienen miedo? ¿No es esto por lo que están aquí? Podrían aprender algunas cosas.
Uno de ellos, el más grande se acercó, Hoseok sonrió a medias y sacó su espada. Caminaron al centro poniéndose en posición de ataque. Hoseok no se contuvo ni por un segundo, no tenía razón para hacerlo, la sangre hervía en su cuerpo como ácido que recorría sus venas, el odio y el rencor eran un veneno letal, atacó con fuerza, el sordo sonido de ambas hojas golpeándose creo un eco en el campo, las vistas estaban puestas sobre ellos, incluso pudo ver la sorpresa en el hombre que se desestabilizó por unos momentos. No le importo pelear de forma desorganizada, haciendo caso omiso a sus propias recomendaciones, no era el momento para una lucha limpia.
Quería sangre, necesitaba hacer pagar a las personas que tomaron lo más preciado en su vida para convertirlo en un cascarón, en un chico asustado que desconfiaba de sus propias capacidades, quien ya no recordaba lo que habían vivido junto, ni el hecho de que había una niña pequeña que lo añoro por años. Eso es lo que más le dolía, el recuerdo de su pequeña Yuna, quien tuvo que crecer entre guerreros, recibiendo amor materno de alguien que no era su padre, porque a esas personas le pareció una buena idea arrebatarle a su padre cuando más lo necesitaba.
Entre la pelea, su mente vagaba entre el presente y sus pensamientos más oscuros, poco a poco, todo comenzó a tomar sentido, no era normal el hecho de que lo hayan dejado entrar después de muchos años cerrando sus puertas a los visitantes, incluso aunque Karina podría o no ser consciente de lo que sucedía, no era una coincidencia que ambos se hubieran encontrado en la intimidad, ni que hubieran engendrado a esa niña, todo tenía una razón, una muy cruel y despiadada, lo habían alejado de su reino, porque sabían que era el mejor guerrero, eso le cabreaba demasiado, incluso habían usado a Kadet para distraerlo por completo de sus investigaciones, todo tenía un por qué y ellos estaban en una gran desventaja. Estaba furioso, golpeó con fuerza, elevando su espada, ese chico no tenía posibilidades, nadie que se enfrentara a él las tenía, era excelente en batalla, podía hacer que cualquier cayera sin importar nada y así fue como ese hombre cayó de espaldas en la tierra, con el terror en sus ojos, Hoseok sudaba, respiraba de forma inestable, por un momento olvidó que estaba entrenando y quiso encajar la espada en el pecho de aquel chico, pero se detuvo en el último momento.
—La fuerza que tienes en las manos debes canalizarla también a tus pies ¿Quien sigue? —miró alrededor, algunos lo miraban con temor y otros con un gran asombro, uno de ellos dió un paso adelante y Hoseok sonrió.
—Eres tan preciosa—susurró mirando a su pequeña hija, la cual dormía de forma apacible en sus brazos.
Lo primero que hizo cuando despertó fue preguntar por ella y pedir que la trajera a sus brazos, la necesitaba con una intensidad que nunca antes había sentido, era pequeña y hermosa, no se cansaba de verla. La noche anterior creyó que no sería capaz de mantenerse con vida para conocerla, pero, su cuerpo aguanto a pesar del gran esfuerzo físico y mental. Se enfrentó a la muerte y sintió un terror indescriptible, algo que no podía controlar, algo que llegaría en cualquier momento, sin embargo la existencia de su hija era a lo que quería aferrarse, durante mucho tiempo no le importó realmente lo que sucediera con ella, tampoco sentía que a su familia le interesara, al final del día era a quien menos querían y de quien menos esperaban algo, una simple moneda de cambio, no se llevaba bien con sus hermanos y su padre se negaba a verla, la única que le llegó a amar de verdad era su madre, cuya pérdida fue lo más doloroso que había vivido jamás.
Ahora era madre, aun cuando creyó que eso jamás sería posible, tenía en sus brazos a su pequeña hija y no se imaginaba irse y no verla crecer o darle el amor que ella necesitaba. Esa nueva perspectiva sobre la vida le hizo abrir los ojos y comprender mucho mejor lo que su familia había hecho con Namjoon y con Minseok, no sólo los habían condenado a una vida de años de humillación y esclavitud, sino que los separaron de las personas que amaban y sus hijos, la última vez que vio a Yuna, reconoció la necesidad que tenía por un toque maternal, sus dudad, sus preguntas dolorosas y sin respuestas, además de su tenacidad, era igual en espíritu a Hoseok, la acompañó a ver la tumba de Minseok, con el conocimiento de que ahí no estaba realmente el cuerpo de su padre, porque él estaba con vida. En esa ocasión también visitó la tumba de GeunSuk, su difunto esposo, ella lo había llegado a amar, apreciaba su seriedad y su sonrisa, aunque ellos nunca fueron cercanos, le dolía su partida, no entendía cómo es que Hoseok pudo sobrevivir después de perder a la persona que amaba y que lo amaba.
Se sentía culpable, porque, aunque no haya sido idea suya, se dejó llevar, teniendo acciones egoístas y crueles, añorando alguien que no era suyo y tomando lo que no le correspondía, ahora, tenía la intuición de que, si la muerte no la había llamado en el parto, lo haría en cualquier momento. ¿Tendría que hacer lo correcto? Eso le aterraba.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta y pasos acercándose, Karina levantó la mirada observando a su hermano, este le sonrió acercándose hasta permanecer a un lado de la cama.
—Es bonita—dijo observando a la bebé—. Jung dijo que la habías llamado WonYoung.
—Sí—asintió con una mueca.
—Es apropiado, aunque, tal vez EunHa no lo vea de esa forma, lo que diga, trata de ignorarlo.
Kaina asintió. —¿Crees que algún día ella logre perdonarme?
—No hiciste nada malo, era lo correcto.
—Por mi culpa la separaron de la persona que ama.
—Karina, esa relación estaba sujeta al fracaso, ambos sabemos que Zoltan tenía un deber que cumplir, no te preocupes, padre fue muy claro, pronto ella tendrá su recompensa, todos nosotros la tendremos.
—Minhyuk ¿Realmente crees que lo tendremos? Alguno de nosotros ¿Lo hemos tenido?
Minhyuk suspiró sin dejar de mirarla, Karina sabía que hablar con su hermano de ciertas cosas era un terreno peligroso, había temas que ninguno de los dos quería sacar a colación, porque ponía en manifiesto la realidad que los abordaba, cada uno de ellos, incluyendo a EunHa y Mino, habían creído las palabras de su padre, esa ilusión por poder tener todo lo que deseaban en determinado momento, algo que no comprendían y lo hacían sin cuestionarse realmente si era lo correcto o no.
—¿Qué es lo que está pasando contigo? —preguntó Minhyuk con una mueca—. Dime ¿Qué es lo que estás haciendo?
—Te lo has preguntado ¿Verdad? —no dejó de mirarlo—. Ya hemos perdido todo, Minhyuk, ¿Qué más tenemos que perder?
—¿Estás cuestionando las decisiones de nuestro padre? —elevó una ceja—. No creo que sea correcto que hablemos de esto, entiendo que estés sensible por el nacimiento de la niña, pero, no quiero escucharte decir esto, mucho menos frente a alguien más.
—Minhyuk—susurró negándose a dejar el tema en paz—. Pronto estaremos rodeados, y no podremos salir del hoyo en el que nos condenamos—suspiró—. ¿Piensas en lo que hemos hecho?
—Karina, basta.
—Amo a Hoseok, me he enamorado de él y amar también significa sentir compasión por el otro—susurró con voz temblorosa—. Lo que hemos hecho, porque hemos participado en la mentira, es lo peor—negó mirando a su bebé por unos momentos—. Si la verdad avanza y sale a la luz ¿Crees que nuestros hijos estarán orgullosos de nuestras acciones?
—Es suficiente—dijo como advertencia.
—¿Has pensado en ella?
Minhyuk la miró, por unos momentos pudo ver la desolación en sus ojos, el cómo su rostro cambiaba, era claro que para él hablar de su antiguo gran amor era una condena.
—Todos los días—desvió la mirada para observar por la ventana, el cielo era oscuro, se acercaba una gran tormenta—. Pero...
—¿Realmente crees que ellos no tuvieron nada que ver?
—No quiero pensar en eso—bufó.
—Han manipulado nuestras vidas por siempre, ¿Qué te hace pensar que no hicieron eso? Tomando en cuenta lo que le han hecho a Kim y Jung. Minhyuk, ¿Hasta cuándo va a seguir sucediendo? No quiero seguir con esto, he hecho cosas terribles a las personas que más amo, he perdido suficiente y siento que en cualquier momento perderé mucho más.
—No podemos hacer nada—regresó la mirada para observarla—. Y lo sabes, aunque le confieses todo a Jung, aunque ayudemos a Kim a salir de aquí, aunque le digamos a Kadet quien es en realidad, nada va a cambiar, porque son ellos o somos nosotros Karina y lo sabes, nuestro padre nunca da terceras oportunidades, cada uno de nosotros gasto ese privilegio hace mucho. Tienes que olvidarte de esto, y no hablarlo con nadie más, si amas a tu hija, hazlo por ella.
Lagrimas recorrieron las mejillas de Karina, porque sabía que Minhyuk tenía razón, aunque ellos se negaran a continuar, su padre jamás lo permitiría, cada uno de ellos estaba siendo castigado por haberle fallado a su padre, eran vigilados y cualquier movimiento en falso podría ser su perdición, lo demostró muchas veces, ellos no eran tratados como sus hijos, sino como marionetas que eran usadas para sus planes inciertos.
—No puedo seguir mirándolos a la cara y fingir que no se nada, creí que podría hacerlo, una parte de mí lo deseaba, quise creer que podría hacer que me amara, pero no sabes cómo se miran, lo miserables que son, no puedo seguir haciendo esto.
—¿Y qué es lo que quieres hacer? Entiende que no podemos hacer nada, además, ¿Dejarás que ellos dos se queden juntos? Nuevamente te quedarás sola.
Karina sintió un terrible dolo en su pecho, ¿Podría renunciar? Apretó la mandíbula para no sollozar, miró a su hija y tuvo la respuesta.
—No es mío, no lo es y jamás lo será, la tengo a ella y es más que suficiente. No podré vivir con mi consciencia, suficiente con todo lo que he hecho, ya no puedo más con esto.
—Tienes que descansar—dijo Minhyuk con un suspiro—. Estás delicada no sólo físicamente sino también emocionalmente, estás hablando demasiado, ambos sabemos que Jung lo sabe todo, no es estúpido—susurró acercándose a ella—. Lo único que podemos hacer para ayudar es mantenernos callados y fingiendo que todo está bien ¿Entiendes? Si intentas algo más será perjudicial para todos, sabemos de lo que nuestro padre es capaz. Por tu bien—dijo acariciando su cabello—. No digas nada, deja que las cosas sigan su curso.
—¿Y si algo malo pasa?
—No lo sé—suspiró—. Debe haber alguna manera, pero no podemos hablar de más, sigue las órdenes, algo malo se aproxima y por una vez, tienes que pensar más allá. Mantén la boca cerrada ¿Te quedó claro?
—Sí—susurró asintiendo.
Minhyuk le dio un último vistazo antes de salir, tragó en seco, de todos ellos su hermana siempre fue la menos capacitada para aguantar cierto tipo de presiones, para tomar decisiones y para seguir las ordenes sin involucrar sus emociones, aun no podía comprender por qué su padre la había elegido a ella para acercarse a Jung. Al principio sólo era sacar información, pero, Karina llevó las cosas a otro nivel, tal vez guiada por el pensamiento de que nada malo podría suceder, la noticia del bebé fue una sorpresa, que su padre usó con fines que nuca le reveló, se opuso completamente, porque era un peligro muy grande, sin embargo, las cosas comenzaron a tomar sentido, nada era una coincidencia, ni el rapto de Namjoon, el dejar vivo a Kadet aunque este hubiera perdido la memoria y la visita de Jung. Todo estaba fríamente calculado por su padre.
¿Estaba de acuerdo con ello? No, aún tenía sus dudas y sus propios demonios que lo atacaban, sin embargo, le temía más a las repercusiones que pudiera tener a manos de su padre, quien nunca fue una persona sensata ni mucho menos compasiva, estaba preocupado por su hermana, sólo esperaba que esta guardara silencio, fue ese su pensamiento, sin tomar en cuenta que no era el único que quiso visitar a su hermana esa mañana, EunHa salió de su escondite detrás de la puerta y sonrió.
Tuvo que tomar una ducha después de horas de entrenamiento, el cual ayudó a aclarar su mente y regresarlo a la realidad, no podía perder el control de esa forma, tenía que poner a raya sus pensamientos y emociones para no reaccionar de esa manera, sus objetivos se volvieron más claros, tenía que salir de ahí y no sólo eso, llevarse a Namjoon y a Xiumin con él. Debía ponerse a trabajar, pero antes, decidió verlo para satisfacer esa terrible necesidad por él. Llegó al río, ansioso por verlo de nuevo. Sonrió al mirarlo recargado en la misma roca de siempre, no estaba vestido como un soldado, sino como siempre, con un vestido color beige que asentaba su palidez, era tan diferente a Xiumin y a la vez tan iguales, que le era confuso. Al escuchar el ruido se volvió para mirarlo con una sonrisa, una que despertó su corazón y lo llenó de una calidez enorme.
—¿Tarde? —preguntó con una mueca.
—No—susurró y miró al cielo gris oscuro—. Pero, tenemos que darnos prisa, ven.
Lo siguió hasta la balsa de la última vez, subió y le sonrió para que hiciera lo mismo. Hoseok se sentó frente a él y tomó los remos.
—¿Me indicas el camino chico misterioso? —elevó una ceja haciéndolo reír.
—Bien—asintió.
Había algo dentro de la balsa, pero no preguntó lo que era, tenía una duda mucho mayor.
—¿Tuviste problemas para salir?
—Mmm no, Zoltan dejó ordenado que nadie me molestara, le dije a Clara que me llevara la comida y vino para descansar—rio bajito, como si hubiese confesado una travesura.
—¿De verdad? —elevó una ceja—. Vaya, ahora estoy intrigado, te has vuelto un experto en el arte de ocultar cosas y el escape.
—Tengo algunos trucos—se encogió de hombros—. Tal vez no sea un guerrero como te gustan, pero soy bueno en algunas cosas, así de pequeñas—hizo una seña con su dedo índice y pulgar, enfatizando lo pequeño.
—¿Son competencias? —rio por lo bajo.
—Oh no—negó—. Aunque...me quedé pensando, Jung Hoseok parece ser un hombre con una vida trágica, pero interesante, me pegunto sobre tus gustos.
—No discrimino bebé—se encogió de hombros—. Mis gustos son normales, por el momento están centrados en ciertas personas con pequeñas habilidades de escape y otros trucos.
Kadet soltó una carcajada. —Buscaré más pequeñitas cosas para sumar puntos.
Hoseok negó, aunque sintió una nota de melancolía, mirando a Kadet, quien era en realidad Xiumin, no pudo ver mucho de su amado esposo, era una persona totalmente diferente, ¿Dónde había quedado esa ferocidad que siempre lo caracterizo? ¿Y su valentía y astucia? ¿Dónde quedó su guerrero? Ahora, la persona que estaba frente a él, más dulce y delicado, mas asustadizo e inseguro, cuya autonomía había sido pisoteada y humillada, dejando como resultado un lindo doncel que creía que sólo era bueno para "pequeñas cosas", se sentía desecho, sin embargo, se había planteado el objetivo de devolverle aquello que perdió, no sabía si sus recuerdos regresarían, pero, al menos lo liberaría y le ayudaría a recuperar su fuerza y seguridad. Se había enamorado de esta nueva versión de su Xiumin, y lo haría de cualquier manera estuviera donde estuviera y fuera quién fuera, porque ellos estaban destinados a estar juntos sin importar las circunstancias.
Kadet lo guío hacia una cueva de piedra bajo una gran montaña rocosa, era oscuro, pero extrañamente el agua estaba perdiendo su intensidad, tardaron u poco en cruzar, y cuando lo hicieron un paraíso se abrió a sus ojos, era un lago de agua cristalina, rodeado de vegetación, con arena blanca y algunas piedras grandes, había una cueva que era visible a la orilla.
—Llegamos—dijo con una sonrisa—. Hace tiempo que no estoy aquí, de hecho, la última vez que vine fue para esconder a Namjoon.
—Es un lugar hermoso—dijo llevando la balsa a la orilla, bajó para poder acomodarla de tal manera que no pudiera moverse, Kadet bajo detrás de él llevando algunas cosas consigo.
—Lo es, me gustaba mucho venir aquí.
—¿Cómo es que lo encontraste? —preguntó curioso.
—No me gusta estar en casa, siempre salía e investigaba—se encogió de hombros—. Otra pequeña cosa que se me da bien.
—La lista sigue creciendo—se acercó y tomó sus mejillas para darle el tan esperado beso, fue dulce y tierno.
Lo acercó de la cintura pegando sus pechos, sentía el calor a través de la tela fina. Su boca era un pecado, sabía delicioso, se separaron para mirar sus ojos, le gustaba mucho la forma como Kadet se sonrojaba y sus ojos brillaban, eso era algo que no había cambiado en lo absoluto. Hubo un estruendo en el cielo que les hizo mirar hacia arriba.
—Pero, creo que no tuve en consideración el tiempo—sonrió.
—Se volverá más fresco—asintió acariciando sus brazos—. ¿Te parece bien si llevamos nuestra fiesta a la cueva?, encenderé algo de fuego.
Kadet asintió, ambos entraron a la cueva, era más amplia de lo que se veía por fuera, sorprendentemente no tan sucia, no le tomó mucho prender una fogata, justo a tiempo para que la lluvia comenzara a caer, miró hacia afuera, Kadet estaba parado en la orilla mirando al cielo, parecía no importarle mojarse, Hoseok terminó saliendo en su encuentro, se posicionó a su lado y lo observó. Tenía los ojos cerrados, disfrutando de la lluvia ligera mojando su rostro, algunos mechones de su cabello se pegaban a su frente y mejillas. Hoseol hizo exactamente lo mismo que él, cerró los ojos y miró al cielo, dejándose envolver por la frialdad y la humedad, era revitalizante, trató de relajar sus hombros de la tensión de la mañana, y de bloquear cualquier pensamiento negativo y emoción corrosiva. Sintió un pequeño toque en su mejilla, abrió los ojos y miró a Kadet.
—¿Por qué estás llorando? —le preguntó sin dejar de mirarlo, con una preocupación que enmarcaba su rostro.
—Estoy seguro que es la lluvia—la realidad es que no sabía si lágrimas traicioneras habían salido de sus ojos sin permiso, últimamente se sentía inseguro de sus reacciones y propias emociones.
La lluvia aumentó su intensidad, Hoseok tomó su mano para entrar a la cueva, Kadet reía, algo que le recordó a Yuna después de realizar alguna travesura. Se miraron con intensidad, Hoseok no dudó ni un momento en acercarse y acariciar su mejilla, Kadet cerró los ojos y se recargó en su toque, suspiró bajito como un alivio al fin estar juntos.
—¿Sabes? Hay algo que me dejó pensando esta mañana—susurró sin abrir los ojos—. No sé cómo sea en ScarLanding, pero aquí un cuerpo marcado con tantas cicatrices carece de atractivo, cuando me preguntó sobre esas marcas, tuve temor de que creyera que no era tan lindo como pensaba. Tal vez logré decepcionarlo.
Hoseok rio por lo bajo. —Mi cuerpo entero está lleno de esas cicatrices, aún no lo entiendes, no hay nada en el mundo que haga que te vea menos atractivo.
Kadet abrió los ojos y lo miró con un brillo especial avivado por el fuego, acarició con su pulgar su labio inferior.
—Debemos entrar en calor—susurró sin dejar de mirarlo—. No quiero que enferme por mi culpa.
—Tengo una idea para ello—sonrió a medias—. Date la vuelta.
Kadet mordió su labio inferior y se dio la vuelta, Hoseok sonrió en grande, con sus manos desató las cintas de su vestido, de forma delicada, admitía que odiaba esas cosas, pero en él lucían hermosas, de hecho, cualquier cosa que Xiumin usara para él era perfecto, ya sea en ropa de doncel, de guerrero o con vestidos coloridos, de cabello largo o corto, no importaba, era suyo y todo le quedaba bien. Abrió el vestido, debajo no había nada y se preguntaba si era a propósito, recorrió con sus dedos su nuca, erizando su piel, bajó las mangas por sus brazos, repartiendo besos en su hombro, aspirando su aroma dulce, sus manos acariciaron sus costados haciéndolo reír, una vez que llegó a su cadera, pasó sus manos por su cintura hasta su vientre. Kadet ladeo el cuello para que siguiera besándolo. Kadet se dio la vuelta, sus mejillas estaban sonrojadas por la exposición, llevó sus dedos temblorosos a los botones de su chaqueta, espero, conteniendo una sonrisa por la ternura que le causaba. Bajó la prenda por sus hombros y posó las palmas de sus manos en sus anchos hombros, lo vio conservarlo con mucho interés, hizo su recorrido hacía su pecho, llegando al borde de la camisa, la cual levantó, Hoseok vio su indecisión, así que lo ayudó sacándose él la camisa, su torso desnudo quedó al descubierto, y la expresión de sorpresa de Kadet no se hizo esperar.
—¿La vista es satisfactoria para ti? —preguntó con un poco de burla.
—No finjas que no lo sabes, la humildad no cabe en ti—rio por lo bajo.
—Lo sé, pero, me gustaría escucharlo.
—Ya—negó bajando la mirada.
Hoseok tomó sus manos y las puso sobre su pecho, el tacto frío erizó su piel, Kadet sonrió y con un sonrojo se extendía a todo su rostro, fue dulce y gentil, aunque un poco avergonzado, Hoseok amó esa expresión de inocentes toques y miradas llenas de anhelo, tomó su mejilla y besó sus labios con profundidad. Sus caricias incentivaron que él hiciera lo mismo, terminó desnudando su cuerpo, acariciando cada extensión de su piel suave y cálida, al separarse, Kadet respiraba de forma inestable.
Miró a sus ropas en el suelo y trató de acomodarlas de forma correcta para ayudar a Kadet a tenderse sobre ellas, bajo su intensa mirada terminó por desnudarse también, regresando al calor de su cuerpo.
—No puedes llegar a imaginarte lo mucho que deseaba esto—susurró sobre la piel de su cuello—. Fue una tortura que ha durado una eternidad, el tenerte, perderte y encontrarte. Mi amor infinito, cada pensamiento ha sido tuyo desde el primer momento.
Sintió como el cuerpo de Kadet temblaba y levantó la cabeza para mirarlo, se alarmó cuando observó sus lágrimas.
—¿Por qué lloras? —preguntó sin despegar la mirada de sus ojos.
—No lo sé—susurró—. Tal vez es porque te amo demasiado y quisiera que este momento durara para siempre.
—Lo hará, nosotros estaremos para siempre juntos y te amaré sin medida todos los días hasta que mi vida se acabe.
—No digas eso—tomó sus mejillas y le sonrió—. No nubles nuestra felicidad llamando a la muerte, vivamos este momento juntos.
Lo besó, disfrutando de la sensación que sus cuerpos les traían, cada roce era un choque eléctrico que recorría sus seres haciéndolos sentir la mayor expresión del placer, sus manos recorrían su cuerpo suave como mantequilla, deslizándose a esos lugares prohibidos que le llenaban del mejor placer de todos, era adictivo. Llegó hasta lo profundo de su ser, tocando su corazón, quiso entregarle en cada uno de sus movimientos la adoración que sentía por él, había sido su dulce amante por más de diez años, cuando lo conoció sin saber que su existencia sería el declive completo de su existencia, estaba hecho a su medida y lo amaría en todas sus versiones. Lo adoraba para siempre. Sin dejar de mirar sus ojos, entregó su amor, hasta que llegó el momento de una amarga despedida.
—General Jung, que sorpresa encontrarlo aquí. Mis hombres me dijeron que hace un par de días estuvo aquí entrenando con ellos, lamento haberme perdido tan increíble demostración.
Hoseok miró a Zoltan con una sonrisa que parecía más una mueca, había estado evitando encontrarse con él, por el bien de ambos.
—Me he malacostumbrado estando aquí, normalmente entreno todos los días.
—Eso es algo que tenemos en común.
—Sí, creo que tenemos mucho en común ¿No lo cree?
—Creo que sí—asintió desviando la mirada—. Las tormentas han comenzado, es la época del año más difícil, espero que no le moleste.
—No encuentro como me molestaría un poco de lluvia, he estado en climas más extremos.
—¿De verdad? —elevó una ceja—. ¿Cómo cuáles?
—El reino del Norte tiene uno de los climas más extremos, pero me temo que no parece conocido para usted ¿Verdad?
—Lamentablemente no, pero he escuchado muchas historias sobre los otros reinos.
—Seguro que sí—suspiró.
Se mantuvieron en silencio mirando el entrenamiento, Hoseok estaba orgulloso de su autocontrol en ese momento, porque las ganas sobraban cuando se trataba de hacerlo pagar por el daño que le estaba causando a Xiumin, jamás le perdonaría el hecho de que haya osado lastimar a su esposo y mucho menos tocarlo, ahora tenía un hijo de él y eso era algo que le molestaba mucho. Miró de reojo como alguien más se acercaba, su corazón latió con fuerza al ver a Kadet, este estaba de visita en el castillo, había pasado un rato con la princesa, quien aún se encontraba descansado.
—Oh, Kadet ¿Ya te vas? —la voz de Zoltan se volvió más amable, maldijo internamente, sabiendo que sólo lo hacía para molestarlo.
—Sí—asintió—. Mi visita a la princesa ha terminado. General Jung, es bueno verlo.
—Joven Choi, me alegra también verlo—le sonrió.
Kadet asintió, era tonto actuar como extraños cuando dos días atrás se amaron sin medidas, le causaba gracia el juego de destino. Como si de una broma se tratara, Eunha apareció, dando un paseo acompañada de sus damas, se acercó a ellos con una enorme sonrisa falsa.
—General Jung, general Choi y Kadet, es agradable verlos esta mañana.
Los tres hicieron una inclinación formal hacia la princesa.
—Princesa, es bueno verla también—dijo Hoseok con una sonrisa tensa.
—¿Presencian el entrenamiento? Siempre me ha llamado la atención su forma de luchar—dijo mirando a los hombres—. Muchas veces me imaginé aprendiendo, pero verán que mi padre es difícil de convencer.
—Es por su seguridad alteza, estás no son cosas para princesas como usted—dijo Zoltan con un suspiro.
—Aun así, tengo curiosidad—se encogió de hombros—. ¿Usted no la tiene joven Choi?
Kadet miró a la princesa antes de negar. —No, soy torpe, no podría hacer nada como eso, mucho menos con una espada.
—¿De verdad? —elevó una ceja—. ¿Y si lo intentamos?
Hoseok entrecerró los ojos, era claro que EunHa lo quería molestar y de paso sacarlo a él de sus casillas.
—No es buena idea princesa—soltó Zoltan sin dejar de observarla.
—¿Por qué no? Puede ser un poco divertido, quiero hacerlo.
—Dudo que pueda sostener una espada—rio Hoseok—. Son muy pesadas.
—¿Todas ellas?
Zoltan bufó y llamó a uno de sus hombres. —Trae una espada ligera para la princesa, está bien si sostiene una, para que vea lo complicado que es.
El soldado asintió y corrió al cobertizo de armas, Hoseok se mantuvo en silencio, observando a Eunha hablar hasta por los codos de la buena estrategia que es dejar que todos sepan usar una espada. Kadet estaba incómodo, y eso a Hoseok le molestaba de sobre manera, no sabía lo que ella le había hecho en el pasado, pero debió ser duro para que lo intimidara de esa forma, entendía la razón, EunHa era una mujer despechada y desconfiaba de su amor. El soldado volvió trayendo una espada ligera, Zoltan se la tendió con cuidado, por la manera en la que ella la tomó fue claro que no era su primera vez, algo se traía entre manos, posiblemente había aprendido algo de sus noches de locura con Zoltan.
—Oh, no creo que sea un problema ¿Estás listo Kadet?
—No, yo no puedo...
—Vamos, te ordeno hacerlo, ¿Te vas a negar?
Kadet miró a Zoltan, quien se encogió de hombros. —La princesa quiere que la ayudes, no te preocupes, no tiene por qué pasar nada, nosotros estamos aquí. Toma mi espada.
—Si me permite declinar general, no creo que una demostración sea lo ideal, más si estamos hablando de dos personas que no saben pelear, pero, si van a insistir, no es justo que el joven Choi use una espada normal—tomó de su cinturón la espada que le pertenecí a Xiumin—. Tome esta, era la espada de mi esposo, es más ligera que una normal.
Se acercó a Kadet y puso la espada en sus manos, lo miró con una mueca y le guiñó un ojo. Tenía que detener esa tontería, pero si lo hacía, además de llamar la atención por la ofensa, y si eso despertaría el coraje de la princesa, estaba preocupado, pero una parte de él quería comprobar algo. Eunha sonrió y se puso en posición frente a un muy asustado Kadet, quien levantó la espada con incomodidad. Con agresividad, EunHa atacó a Kadet, quien al recibir el golpe en la espada casi cae, Hoseok apretó los puños, estaba por intervenir cuando lo vio estabilizarse con la pierna y evitar su caída.
—Vamos, pelea—gruñó EunHa notablemente molesta por no haberlo hecho caer como ella quería.
Kadet miró de reojo a Hoseok quien sólo asintió de forma discreta, vio como sus manos apretaron la empuñadura, su rostro cambio a uno más concentrado y apoyándose en su pie ligeramente atrás, regresó el ataque, fue el inicio de una serie de golpes que fueron bien dirigidos, EunHa bufó atacando de nuevo, pero Kadet esquivaba los ataques y por un segundo, regresó su guerrero. Xiumin tenía una característica muy suya a la hora de pelear, parecía estar en una danza donde movía los pies de forma extraña, pero le ayudaba a esquivar y balancear sus ataques y eso era justo lo que veían en ese momento. Para los demás podrían ser desorganizado, él mismo trato de corregirlo muchas veces, pero, terminó aceptando que ese era su estilo, sonrió, aunque Kadet lucía temeroso de sus golpes y su guardia, estaba ahí, esa memoria muscular que parecía innata.
En un movimiento de defensa, Kadet mandó sin intención a EunHa al suelo, parando el combate, algunas personas que habían visto la demostración se quedaron estáticos.
—Lo...lo siento—dijo Kadet tembloroso por la adrenalina y ahora el miedo.
Zoltan se acercó rápidamente a EunHa para ayudar a levantarse, ella apretó la mandíbula muy molesta por esa humillación.
—No sé preocupe joven Choi, buena demostración—sonrió ella de forma falsa, era claro que estaba luchando por mantener su autocontrol.
—La acompañaré dentro—dijo Zoltan con seriedad—. Kadet, ve a casa.
EunHa miró una vez más a Kadet y se volvió siendo acompañada por Zoltan. Hoseok soltó una ligera risa cuando los perdieron de vista, lo que hizo que Kadet lo mirara con una ceja alzada.
—No es gracioso.
—Lo es, creeme que lo es—suspiró mirándolo—. ¿Estás seguro que no tienes habilidades como guerrero? A lo que ví, podrías ser uno muy bueno, sólo tienes que practicar. Le dije a Dion y a Kian que los ayudaría a entrenar, únete a nosotros.
Kadet entrecerró los ojos y negó. —Lo que hice estuvo mal.
—Cada persona obtiene lo que quiere, ella deseaba humillarte y pelear contigo, no lo logró, así que no es tu culpa, ella lo quería, vamos, todo estará bien.
—Bueno—suspiró sonriendo un poco, miró la espada que sostenía y se la entregó—. ¿Por qué tiene esta espada tan liviana?
—Era de Xiumin, la tengo como un recuerdo—se encogió de hombros.
—Oh, eso es lindo, ¿Ya puedo agregar esto a la lista de pequeñas cosas que puedo hacer?
—Sí, la lista está aumentando.
Kadet le sonrió de forma adorable, Hoseok estaba enternecido, su pequeño doncel no sabía las grandes cosas que podía hacer, pero no importaba, porque él se las recordaría.
EunHa caminaba al lado de Zoltan, echando humos, estaba realmente molesta por tal humillación.
—Déjenos solos—ordenó a sus damas, quienes con una inclinación caminaron por el pasillo dejándolos solos—. Tienes que castigarlo.
Zoltan suspiró. —¿Por qué pediste hacer eso? Sabes que aunque no recuerde nada fue un guerrero, hay cosas que son naturales en él. Te pusiste sola en desventaja.
—¿Acaso estás diciendo que es mi culpa? —soltó con una mueca.
—No, no dije eso, sólo no entiendo tus motivaciones.
—Quiero que lo castigues.
—EunHa, yo no creo que estés pensando de forma clara.
—¿Por qué no quieres hacerlo? —elevó una ceja—. ¿Por qué te estás negando a hacerle daño?
—No es eso, sólo...
EunHa lo miró fijamente. —Mentiste, cuando dijiste que no sentías nada por él, estás enamorandote ¿Verdad?
—No, a la persona que amo es a ti.
—¡No mientas! Desde que regresé estás diferente. ¡Te enamoraste de él!
—Escucha, no es así.
—¡No intentes verme la cara de estúpida! ¡Admitelo!
Zoltan le miró con agobio. —Te amo a ti, eres mi vida entera, entiende eso.
—No estás respondiendo con honestidad.
—¡No sé lo que siento por él! No es amor, pero...no quiero... sólo no...mira, no puedo hacerle daño, porque no hizo nada malo.
—¡¿Cómo te atreves a enamorarte de él?! Prometiste que no lo harías...¡¿Quieres estar con él?!
—¡No! Entiende que no, te amo a ti, es sólo que... él no es tan malo.
El odio y el rencor crecieron en su interior como una gran tormenta. Miró a Zoltan por última vez antes de darse la vuelta y caminar hacia el castillo.
—¡EunHa! —le grito para detenerla, pero ella no lo hizo.
Se sentía herida y humillada, con un gran resentimiento en su interior. Había amado a Zoltan desde siempre, ellos se demostraron amor y juraron promesas que ahora el general estaba rompiendo. Era injusto que le arrebataran lo que era suyo, y todo ese resentimiento y odio paró a una persona. Ellos tenían una relación secreta hasta que fueron descubiertos por Karina, su hermana, quien le dijo a su padre sus intenciones de huir, en ese entonces, EunHa no había estado de acuerdo con el hecho de que encargarán a Zoltan hacerse cargo de ese doncel, no lo aceptaba, por eso, ambos decidieron huir juntos, cuando su padre se enteró por boca de su hermana, todo se arruinó, ella fue expulsada del castillo y llevada con Mino a un palacio lejano y Zoltan fue obligado a tener un hijo con Kadet, sólo para darles una lección, en ese entonces odio a su familia por completo, cuando regresó sabiendo que Jung estaba ahí, creyó que era su salida, que Kadet sería sacado del mapa y ella podría volver a los brazos de su amado, pero nunca imaginó que Zoltan empezaría a sentir cosas por ese doncel, estaba desecha y molesta. Su hermana al final tenía lo que quería, era la más hermosa de la familia y ahora su deseo de ser madre se había cumplido, ¿Y ella? ¿Era justo que Karina fuera feliz después de arruinar su felicidad? No creía que fuera justo, Karina fue la responsable de la muerte de su madre y ahora quería quitarle egoístamente todo lo que quería, ella era la única responsable. No sé detuvo a pensar claramente en lo que haría.
Había escuchado la conversación de sus hermanos y creyó conveniente para ella guardar esa información para cuando lo necesitara, sin embargo, estaba tan destruida y con el corazón herido, que no dudo en plantarse frente a esa puerta, miró a los guardias con seriedad.
—Quiero hablar con mi padre, díganle que estoy aquí para reportar un acto de traición.
Uno de los guardias asintió y entró para dar el mensaje, ella espero por unos momentos, sintiendo tanto odio en su interior que no podía calmar el temblor de su cuerpo, quería verlos caer, necesitaba que pagarán por lo que estaba sintiendo en su corazón, no era justo que ella sufriera, ella pensaba que merecía todo. El guardia salió y mantuvo la puerta abierta.
—Su padre la espera.
EunHa sonrió con desprecio antes de entrar, ya no había vuelta atrás y ella no se arrepentía de nada. La venganza era dulce, por primera vez comprendió las palabras de Jisoo, jamás debía confiar en nadie, ni en su propia sangre.
Emocionada porque ya estamos a nada de qué explote la bomba. Espero que les guste. Comenten plis que les está pareciendo 🤍🤍
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro