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71

El palacio estaba envuelto en la expectativa, era la última noche de la visita de los príncipes de Las Cumbres y  SeokJin estaba ansioso, porque por más que buscaron, no pudieron encontrar algún indicio que les dijera que ellos estaban involucrados en los fatídicos sucesos que habían puesto en desventaja a ScarLanding. Hoseok, se mantenía apacible, si bien, tomaba su distancia con Karina en la intimidad, a los ojos de los demás, eran amables y tenían platicas que no iban a ninguna parte, ella era un libro cerrado, difícil de leer y comprender. Se sentía entre la espada y la pared, nunca tuvo problemas por cumplir con su deber, era bueno en lo que hacía, excelente, un guerrero que no tenía miedo de hacer lo que otros repudiarían, sin embargo, sus emociones y pensamientos no estaban en el mismo lugar, se sentía incómodo e incorrecto por fallar a la promesa que le hizo a Xiumin, aun a pesar de que estaba muerto. Karina era buena, amable y dulce, aun sabiendo que escondía algo, le atraía, sí, lo hacía, no se hubiera acostado con ella de no ser así, pero, eso no significaba nada.

—Lo siento—dijo Jin bebiendo una copa de vino antes de la cena que tendrían para despedir a los príncipes.

Ambos estaban solos, en la oficina real, perdidos en su pensamientos. Hoseok, miró a Jin con una interrogante en el rostro.

—¿De qué hablas?

—He estado pensando, me he puesto también en tu lugar y he llegado a una conclusión. Lo siento Hoseok, jamás debí pedirte esto.

—No entiendo la naturaleza de tu disculpa, de igual forma no te estoy pidiendo que lo hagas.

—Lo sé, aún así, quiero disculparme contigo—hizo una mueca—. Estoy obsesionado Hoseok, esto no me ha dejado ver más allá de mi propio dolor. No ví el tuyo, te he pedido que estés cerca de Karina, a pesar de saber que vives con el dolor de perder a la persona que amas, lo lamento mucho. Fui muy egoísta, lo sigo siendo.

Hoseok suspiró. —Basta Jin, deja de atormentarte de esta manera, estoy bien, tengo un deber que cumplir y eso siempre estará primero que nada.

—No, no lo entiendes. Si alguien me hubiera pedido hacer lo que yo te hice, posiblemente no podría hacerlo, mucho menos después de todo. No necesito que buscas más, tampoco que estés cerca de Karina, lo lamento.

—¿Estás así por qué no hemos descubierto nada? —preguntó con una ceja alzada—. Siempre te he dicho que la paciencia es una virtud, debes mantenerte tranquilo.

SeokJin rio de forma amarga, bebió un poco más de su copa y suspiró.

—¿Por qué quiero que regrese Hoseok? ¿Por qué me he obsesionado de esta forma? He pensado mucho en mi pasado, en lo que Namjoon y yo vivimos, no fue una historia completa de amor, me hizo mucho daño, y yo en lo único que pienso es en traerlo de vuelta.

—El amor es así, no elegimos a la persona que amamos, sólo pasa, de alguna manera se vuelve tu todo, no dudo que Namjoon haya fallado a sus más grandes votos, pero, te amaba, no hubo un momento en el que no pensó en ti, incluso nos hizo prometer a todos que estaríamos para ti y sus hijos, movió las piezas como un juego, para dejarte bien protegido, eso también es amor, tal vez en tu mente y corazón se han quedado cosas inconclusas, por eso sientes tanta presión por qué él regrese, entiendo, creo que soy la única persona que te comprende, si yo tuviera una mínima de posibilidad de que Xiumin estuviera con vida, también lo buscaría por mar y tierra.

SeokJin hizo una mueca, bebiendo un poco de vino, mirando el fuego de la chimenea.

—Ellos jamás nos dejarán entrar, hemos buscado en todas partes Hoseok, es el único lugar que falta, ellos saben algo, son responsables de todo lo que ha pasado.

—Entraremos ahí Jin de no ser por las buenas, va a ser por las malas, sólo tenemos que esperar el momento indicado para ello. Paciencia Jin, la paciencia lo es todo en la guerra.

—Pensé que en la guerra lo único que importaba era la fuerza bruta.

Hoseok soltó una carcajada, bebió su copa de un trago y suspiró.

—Me conoces bien Jinnie, vamos, tenemos una cena incómoda a la cual asistir.

—Vamos.

Salieron de la sala privada, Hoseok iba detrás de Jin, junto a sus sirvientes y a Jackson, quien se les había unido en el pasillo. Aún no sabía que es lo que haría, pero esa noche era crucial para hacer un movimiento, necesitaba entrar a Las Cumbres, y por el momento Karina era la única que podía ayudarlo, el camino fue largo, pero, llegaron al gran comedor, en dónde los príncipes ya se encontraban, bien vestidos, Karina llevaba una coleta alta, que afinaba sus facciones, su piel resaltaba en aquel vestido azul rey aterciopelado, era hermosa, de eso no cabia la menor duda. Ellos se levantaron e hicieron una reverencia hacia Jin y Hoseok lo hizo hacia ellos.

—Pueden sentarse—indicó Jin con una sonrisa bien acruada.

Se sentaron y esperaron a que la cena estuviera servida, ahí también se encontraban JiYong y varios miembros del consejo, era una cena privada, los príncipes lo habían pedido de esa forma, después de todas las celebraciones que habían tenido en el reino, dijeron que querían un descanso, algo tranquilo antes de zarpar.

—General, me ha sorprendido la forma en la que sus hombres entrenan—dijo Minhyuk con una sonrisa—. Estoy seguro de que Zoltan se sentiría como niño en una feria, es la clase de entrenamiento duro que le encanta hacer.

—Disculpe majestad ¿Puedo preguntar quien es Zoltan? —preguntó siguiendo el tono de la conversación.

—Es el general a cargo del ejército de Las Cumbres, ustedes se llevarían muy bien, tienen mucho en común—dijo con una sonrisa.

Karina a su lado miró a su hermano y negó tensa, Hoseok la había observando por un buen tiempo como para poder reconocer la tensión en su rostro.

—Hermano, no creo que al general Jung le interese hablar de alguien a quien no conoce. No es una plática para una cena tan importante.

Hoseok sonrió a medias antes de negar. —No es una molestia en lo absoluto, me complacería conocer al general, incluso podríamos intercambiar estrategias, siempre es bueno aprender nuevas cosas, no quedarnos con las viejas enseñanzas.

Minhyuk asintió. —Zoltan es un hombre reservado, por algo me recuerda a usted, tiene un gran sentido del deber, y es fuerte, tengo un extenso respeto por los hombres que dan su vida por sus reinos, sin importar nada, esa valentía es envidiable.

SeokJin quien escuchaba atento la conversación asintió.

—Hay muchas similitudes entre este reino y Las Cumbres, su vista me ha ayudado a esclarecer la armonía entre nuestros reinos, me alegra su compañía, por favor, sean libres de venir cuando lo deseen, me gustaría también conocer al rey Choi.

—Nuestro padre—sonrió Minhyuk—. Es una persona muy reservada, le gusta su privacidad, pocas veces lo vemos, disfruta de estar solo, su templanza es envidiable.

—He escuchado tantas historias del rey—asintió Jin—.  Es un hombre poderoso, estoy seguro de que ha de entrenarlo bien para seguir sus pasos príncipe Minhyuk.

—Es así su majestad—sonrió—. Me voy con una impresión aún mejor de ScarLanding, aprecio su benevolencia y su maravillosa hospitalidad.

SeokJin sonrió, así era como Minhyuk daba terminada la conversación sobre su reino, era así siempre, no había forma de saber más, bebió más de su copa y aparento tranquilidad, se había dado cuenta que a través de los años después de la desaparición de Namjoon se volvió un experto en fingir, nadie estaba seguro de lo que en verdad sentía y aunque quería explotar, encerrarlos y torturarlos hasta que dijeran la verdad, debía guardar la calma, lo que menos necesitaba en ese momento era una guerra.

Hoseok peino su cabello hacia atrás, relamiendo sus labios antes de dar vuelta por el pasillo que llevaba al ala en dónde la princesa se hospedaba, era sigiloso, cuidaba no ser visto por nadie, tenía la fortuna de que no hubiera guardias de Las Cumbres en el castillo, eso fue órdenes de SeokJin y los príncipes acataron la orden, sólo estaban sus sirvientes, llegó hasta la puerta blanca y tocó ligeramente. Espero, maldiciendo en voz baja, pensando que sería un sirviente quien abriría, pero, no fue así, Karina se asomó ligeramente, al verlo, sus ojos se abrieron en demasia.

—General—susurró.

—Majestad—dijo con un suspiro—. ¿Podemos hablar?

—Adelante—asintió haciéndose a un lado para dejarlo pasar.

Entró, siendo golpeado por el aroma a flores, la habitación amplia de la princesa estaba repleta de ellas, recordaba vagamente sus pláticas, en dónde Karina le decía que en Las Cumbres no había flores tan hermosas, sonrió a medias antes de volverse para verla, acariciaba las puntas de su cabello suelto que llegaba a su cintura, en una bata rosa pálido, lucia aún mas hermosa sin maquillaje. Su yo del pasado no habría escatimado en halagos, le coquetearia sin importarle nada, eso hablaba de lo mucho que la vida lo había cambiado.

—Veo que no mentía cuando dijo que amaba las flores.

—Siento lastima por no poder llevarlas conmigo—suspiró pesadamente—. ScarLanding es hermoso, me llevo buenos recuerdos de este lugar—le miró por unos momentos—. Le agradezco por su hospitalidad y su paciencia, entiendo si pude llegar a ser...intensa. Jamás fue mi intención incomodar.

Hoseok negó antes de acercarse a ella y tomar sus manos, eran pequeñas y más delgadas, las acaricio un momento, sin dobles intenciones.

—Mi princesa—dijo mirándola a los ojos—. Eres una mujer hermosa, he quedado eclipsado con tu belleza perfecta, jamás me has incomodado, al contrario, tu compañía ha sido especial, lamento que mi pasado salga a la luz ante mi presente—rio llevando una mano a su mejilla—. Me ha cautivado, y su visita se queda en mi corazón, es por eso que quiero pedirle una oportunidad.

—¿Oportunidad? —susurró perpleja.

—Quiero casarme con usted.

Karina le miró fijamente antes de hacer una mueca llena de dolor, negó alejándose de él, Hoseok la observó confundido.

—No, no Hoseok.

—Me siento herido ¿He confundido sus sentimientos?

—No—susurró dándole la espalda—. No es eso, estoy segura que me he enamorado de ti, pero, no es correcto.

—¿Por qué no lo es? Si es por esa estupidez de los hijos, no me interesa, no necesito un heredero, tengo a Yuna, ambos podemos tenerla a ella, necesita una madre, está creciendo como una salvaje, hay cosas que yo no puedo hacer por ella, sé que...mi pasado podría ser un problema, pero, puedo cambiar las cosas.

Karina se volvió para observarlo, sus ojos estaban brillantes debido a las lágrimas que no podía derramar.

—¿De verdad piensas eso? ¿O esto es sólo una forma de entrar a mi reino? No quiero que me mientas, o que avives cualquier llama de ilusión que hay en mí.

—Espera Karina—se acercó tomando sus hombros—. Vales más que un reino, me gustas y creo que ambos podríamos llegar a ser un buen matrimonio.

Karina dudo, Hoseok se sintió terrible por alimentar sus ilusiones, sin embargo, no estaba mintiendo, el matrimonio era la opción más sencilla para llegar a Las Cumbres, acaricio sus hombros tratando de transmitirle seguridad y afecto, ella lo observó por unos momentos antes de desviar la mirada.

—No soy quien crees, no soy buena y un matrimonio conmigo puede estar lleno de desgracias.

—¿Crees que yo soy en mejor prospecto del mundo? No, también tengo mis defectos, muy grandes por cierto, pero, quiero algo diferente, te quiero a ti.

Karina no dejo que dijera más, lo abrazó por el cuello pegando su cuerpo, Hoseok la sostuvo muy cerca, sintiendo cada una de sus curvas, la beso con profundidad, con la mano en su nuca y la otra en su cintura, dejandose llevar por las necesidades de su cuerpo, sin pensar demasiado en lo que estaba haciendo, no era una tortura, Karina era una mujer preciosa, de piel delicada, suave y cálida, era diferente, trataba de ser cuidadoso, le gustaba su receptividad, que jadeara sobre sus labios sosteniendo con fuerza sus hombros. La intimidad con ella estaba bien, los disfrutó y se aseguró de que ella hiciera lo mismo, fue un trato secreto, una noche fresca, tocó y beso su cuerpo con devoción, admirando su anatomía, ella, lo observaba sorprendida, su cuerpo era grande, músculoso, bien formado, no era suave, había más cicatrices de las que podía contar, pero a ella no parecía importarle, al contrario, disfruto de cada instante, de la forma en la que su cuerpo cubría el suyo y la profundidad de su placer. Jamás había estado con un hombre tan experimentado y bien dotado, ella por fin estaba viviendo lo que era la satisfacción de su cuerpo, se preguntaba, profundamente si así sería estar casada con él, con noches interminables de placer. Lo deseaba.

Cuando sus cuerpos explotaron en el climax máximo, Hoseok la sostuvo entre sus brazos, besando su cabeza, acariciando su cabello que olía muy bien.

—Hablaré con mi padre, pediré que acepte una auditoría contigo.

Hoseok suspiró. —Esperare con ansias mi princesa.

Ella se acurrucó en su pecho, besando su cuello, relajándose para dormir, era cómodo, no se quejaba de ello, se sentía cálido, sin embargo, aunque ella era preciosa y tenía un cuerpo insuperable, había algo que no estaba bien, algo que se sentía inadecuado. Cerró los ojos y pensó en Xiumin, había tomado una decisión, aunque su corazón se hiciera piedra, tenía que dejar de pensar en él. Dejarlo ir para siempre.











La puerta se abrió, haciéndolo que se volviera de golpe, Zoltan estaba ahí, era la primera vez que iba a verlo después de lo sucedido con Namjoon, Kadet tenía miedo de su reacción, creyó que al regresar a la casa algo malo le sucedería, había prometido que lo asesinaría, pero no fue así, llevaron al doctor quien lo revisó y dijo que estaba físicamente estable, pero que había sufrido un susto muy grande, tuvo que actuar histérico, eso le ayudó a que tuvieran un poco de compasión, le daban más comida y evitaban los regaños, nadie iba a verlo, lo que le ayudó a tener su espacio.

Kadet retrocedió un poco cuando Zoltan entró de lleno a la habitación, sus manos estaban detrás de su espalda, lo observaba sin molestia, él no comprendía a su esposo, jamás lo hizo, constantemente se preguntaba la razón por la cual estaba con él, porque se habían casado si era tan odiado, recibir respuesta era complicado. A veces, Zoltan era amable, incluso le llevaba pequeñas cosas como regalos, pero, al cabo de un momento se volvía agresivo, nunca sabía cómo es que reaccionaria, por lo que siempre estaba a la expectativa de que algo malo sucediera entre ellos.

—¿Cómo te sientes? Después de una semana de descanso ¿Sigues sintiendo miedo de salir?

Kadet bajo la mirada a sus manos, asintió ligeramente.

—Me siento bien, pero aún temo salir. ¿Tengo que hacerlo?

—No—dijo con un suspiro—. Quiero hablar de algo contigo.

—¿Sobre qué?

—Sientate—indicó.

Kadet se sentó en el sillón, Zoltan hizo lo mismo a su lado, no se tocaban, pero estaban cerca.

—Lo que dije y lo que iba a hacer esa noche, lo lamento.

Jamás se había disculpado, volvió la cabeza hacia arriba para mirarlo, su rostro siempre era frío, pero, esa mañana lucía un poco más amable, era extraño, tanto que lo puso incómodo.

—Es... está bien...fue mi culpa, lo hice enojar.

Zoltan rio de forma amarga, alargó la mano y tomó la suya, trato de contener el temblor debido al miedo.

—Sólo sé obediente Kadet, me gusta la obediencia—dicho esto se puso de pie—. Me iré un par de días a una expedición, no quiero saber que has hecho algo estúpido como volver al bosque ¿Entendido? Cuídate.

Dicho esto, se fue, dejándolo solo y con un millón de dudas en la cabeza, suspiró cansado, era siempre de esa forma, él haciéndole daño y después disculpándose, ¿Qué versión era el Zoltan verdadero? Cuando se halló solo, regresó a la cama, se agachó sacando de debajo lo que había escondido con recelo. Dos días atrás había salido a tomar aire, encontrando un traje de soldado en la basura, suponía que era uno de los trajes viejos del hermano menor de Zoltan, Dako, estaba comenzando en el ejército, lo tomó sin que nadie se diera cuenta.

Acarició la tela áspera con temor, tendría que hacer grandes ajustes, pero, era lo que tenía en esos momentos, hizo una mueca cansina, en todos esos días su mente no dejaba de pensar en Namjoon, en si este estaba con vida o no, si es que habían tenido clemencia suponía recibió un fuerte y doloroso castigo. No era su asunto, no importaba aquel hombre, o al menos no debía de hacerlo, sin embargo, no dejaba de pensar en su cuerpo maltrecho, sólo quería saber si estaba bien.

Tomó su caja de costura y empezó a hacer los ajustes y cortes necesarios, era media tarde cuando terminó, justo a tiempo antes de que la puerta fuera llamada, era una de las sirvientas trayendo la cena. Abrió, haciéndose a un lado, ella le sonrió, era una chica joven, que siempre lo había tratado con respeto.

—Aqui tiene la cena—dejo la bandeja sobre la mesita—. He dicho que pongan más pan, dijo que se le antojaba ¿No es así?

—Sí, me gusta el pan, muchas gracias.

Ella negó. —Me alegra que esté mejor, me voy, descanse.

—Gracias—susurró.

Cuando ella se fue se sentó al lado de la comida, miró la sopa y el pan, relamió sus labios hambriento, comió la sopa con entusiasmo sin tocar las tres piezas de pan. Después de la cena, había caído la tarde, era momento de movilizarse, nada le aseguraba que su plan saldría a la perfección, por lo menos debía intentarlo, se quitó la ropa, evitando mirarse al espejo y vistió la ropa de soldado, peino su cabello y se puso el pequeño sombrero, limpió su rostro eliminando el maquillaje, lucía diferente, pero no le incomodó, guardó en los bolsillos las piezas de pan y en una cantimplora pequeña vacío agua. Tomó una enorme bocanada de aire antes de salir de su habitación.

Sentía la adrenalina recorrer su cuerpo, un enorme nudo en la garganta, sus manos temblaban cada vez que daba un paso, contuvo la respiración antes de cruzar los pasillos, cuando estuvo en el jardín trasero supo que lo había logrado, dio otra mirada antes de salir corriendo hacia el bosque. En todo el camino pensaba que lo mejor era regresar, que no podía arriesgar su vida ni la de su bebé por un completo extraño, era ilógico y estúpido, comprobó que era más tonto de lo que los demás pensaban. Zoltan siempre se la pasaba hablando de lo estúpido e ignorante que era, que estaba destinado al fracaso porque todo lo que hacía estaba mal.

Ignoró la voz en su cabeza y siguió su camino, no esperaba que su canoa estuviera ahí, pero, de forma inesperada, seguía en el mismo lugar donde la dejaron aquel día, estaba sorprendido, le quitó las hojas y la metió al río, nada le garantizaba que la vigilancia fuera la misma. Normalmente había andado por las tres islas sin problemas, y sin adentrarse demasiado, pero, ese día planeaba algo diferente.

Llegó a la orilla de la tercera isla, la apodada isla de la muerte, era un terreno inexplorado para él, bajo con cuidado, no sabía a dónde iría, pero a lo lejos se escuchaban sonidos de piedras siendo arrojadas o algo que era golpeado de forma constante. Se escondió bien entre las rocas mientras se adentraba, directo al otro lado de la isla. Su única ventaja era ser pequeño, podía camuflarse bien, miró detrás de unas rocas enormes, casi al llegar a la playa, había muchos hombres en un estado deplorable, picando piedras, otros recogiendolas y muchos más excavando, se veían terribles, completamente desnutridos, con golpes y moretones, algunos de los guardias estaban ahí, sosteniendo látigos, retrocedió un poco. Era una mala idea estar ahí.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Su cuerpo se congeló por completo, sosteniendo la respiración se volvió muy lentamente, ahí estaba Thorkell, uno de los soldados que siempre acompañaba a Zoltan, estaba perdido, sus manos temblaron y retrocedió un poco, tropezando con las piedras sueltas, habría caído al suelo de no ser por la mano de Thorkell que lo sostuvo con precisión del brazo.

—No puedes estar aquí Kadet, tienes que irte.

Su voz no denotaba enojo o autoridad, sino preocupación, lo miró fijamente.

—¿Se lo dirás? —preguntó en un susurro.

—No se lo diré si prometes irte y jamás regresar aquí.

Boqueo sorprendido, Thorkell soltó su brazo y se alejó un poco, sin dejar de observarlo, Kadet se dió cuenta de lo rojas que estaban sus orejas.

—¿Murió? En prisionero...Namjoon, ¿Está vivo?

—¿Por qué estás preguntando por la persona que te aprisionó?....oh, Dios mío fue una mentira—dijo entrecerrando los ojos—. Kadet, vete de aquí, te estás arriesgando demasiado, ahora también mientes eso no está bien.

—Espera—sostuvo su brazo—. Tu sabes la forma en la que me ha golpeado, como me ha tratado, a veces dejo de comer días, me castiga y es cruel, toda su familia, no puedes culparme por haber querido huir.

Thorkell suspiró pesadamente. —Si alguien más te ve aquí, entonces habrá problemas, muy serios, ese prisionero no es cualquiera, si estás intentando hacer que escape, olvídalo.

—Sólo le traje pan—se encogió de hombros—. Ni yo puedo escapar de mi situación, ¿Cómo haré que alguien más lo haga? No soy tan tonto.

El soldado bufó, asintió ligeramente. —Espera allá, dónde están esas hojas, lo llevaré contigo, pero es la última vez Kadet.

Kadet le sonrió en grande antes de asentir e ir al lugar que le indicó, esperaba con el miedo recorriendo cada espacio de su cuerpo, no sabía si Thorkell cumpliría su palabra, tampoco era como si tuviera que hacerlo, al contrario, debía lavarse las manos y no involucrarse en ese problema, aunque Kadet esperaba que no fuera así y que realmente pudiera ayudarlo. Espero unos minutos eternos, hasta que los vio acercarse, Namjoon seguía igual de sucio que cuando lo conoció, aunque ahora llevas feos moretones en el rostro y el cuerpo.

—¿Qué estás haciendo aquí Kadet? Es peligroso.

Thorkell hizo un paso hacia atrás, pero sin intención de dejarlos a solas.

—Estaba preocupado, pensé que habrías muerto.

Namjoon rio por lo bajo. —No, ya te dije que no soy fácil de matar, no deberías estar aquí, tú también puedes correr peligro.

Kadet se encogió de hombros. —Toma—saco de su bolsillo los tres panes y la cantimplora, los ojos de Namjoon se abrieron en demasia antes de aceptar y meterlos en su boca, comiendo rápidamente, realmente hambriento, Kadet lo miró con lastima conocía ese sentimiento, Thorkell se quedó observándo a ambos, sin mala expresión, Kadet sabia que el soldado no podía hacer realmente nada, sólo seguir ordenes, Namjoon comió el pan en un tiempo record y bebió toda el agua mojando su barba.

—Lo siendo, pero, cuando has pasado sin comer días, los modales salen sobrando ¿Quien lo diría? Si mis instructores supieran esto—negó—. Si Jin me viera así—hizo una mueca de dolor, antes de observar a Kadet—. Te lo agradezco mucho, pero no vuelvas a hacer esto, es peligroso para ti.

Kadet asintió cabizbajo. —Cuídate.

Namjoon sonrió y se acercó, puso una mano en su hombro y apretó ligeramente.

—Ya te dije que soy difícil de matar, tranquilo, no me van a derrotar tan fácilmente.

Thorkell negó antes de guiar a Namjoon de regreso, Kadet hizo una mueca, comenzó su camino de regreso, Namjoon tenía razón, él no podía estar ahí, no debía regresar, porque era peligroso, llegó a la orilla del río y se sentó en una piedra, mordió su labio inferior, tal vez su vida era tan miserable que sentía que debía hacer algo para cambiarla, no lo sabía, pero estaba confundido.

—Kadet, casi anochece, tienes que regresar.

—Thorkell ¿Puedes hacer algo por mí?

—No me gusta a dónde va esto.

—Sólo déjame venir, no siempre, al menos una vez cada tantas semanas, por favor.

—¿Te has vuelto loco? Es imposible, ya te dije que Namjoon no es un prisionero normal, no puede estar sin vigilancia.

—Jamás diré que tú me has ayudado. Lo juro.

Thorkell negó. —Regresa, vete ya, te estás exponiendo.

—Lo siento—susurró tomando su balsa, sin mirarlo, estaba tentando a su suerte y eso sería muy peligroso.



















Era la despedida de los príncipes, Jin había organizado algunos cofres con cosas especiales como regalos, se despidió de ellos en el castillo, Hoseok tuvo que escoltarlos junto a los demás guardias al puerto, odiaba estar en ese lugar, evocaba en él un recuerdo del cual quería escapar y olvidar, pero que permanecía fresco en su mente.

—Príncipe—hizo una reverencia—. Espero que tengan un buen viaje.

Minhyuk asintió con una sonrisa. —Gracias por todo general Jung.

Hoseok observó a Minhyuk la forma en la que decía su apellido era extraña, con una mueca, como si le costará hacerlo, creyó que era porque sentía que él era infieror de alguna manera. Se volvió hacia Karina, le pidió a uno de sus soldados que se acercará, este lo hizo y le tendió una planta, eran pequeñas flores de colores sobre una masetera de barro pintada a mano.

—Necesita poco sol y riego cada día, es un regalo, para que lleve algo de ScarLanding con usted.

Karina tocó las flores de forma delicada antes de sonreír en grande, miró a Hoseok con ojos brillantes y llenos de cariño.

—Muchas gracias general Jung.

—Es un gusto—tomo su mano y beso sus dedos—. Espero que lo que hablamos siga en pie.

—Sí, pronto recibirá respuesta.

Hoseok dió un paso atrás y dejo que los príncipes subieran al barco, aún tenía ese presentimiento extraño, de que algo sucedería, pero, estaba listo para enfrentarlo.










—Los príncipes han vuelto—Kadet escuchó desde la cocina a Zoltan hablar, se encogió, estaba con las cocineras, preparando el té.

Debía servirle el té a su suegra y cuñadas, una de su tareas diarias, las veía tomar el té mientras hablaban pestes de las personas y lo criticaban por todo, desde su aspecto físico hasta la forma en la que hacia las cosas. Zoltan entró a la cocina, el temor que le tenían hizo a todos hacer una reverencia.

—¿Que haces aquí?

—T...tengo que servir el té.

—Deja eso, ven.

Las cocineras lo miraron con tristeza, Kadet suspiró fingiendo una sonrisa al tiempo que seguía a Zoltan fuera de la cocina, lo siguió de cerca, cuidadosamente, mientas que él subía las escaleras y se dirigían a su habitación, sólo dos veces en su vida había estado en la habitación de Zoltan, entró y espero a que él hiciera lo mismo para cerrar la puerta. Olía a madera y cuero, siempre le gustó ese aroma, muy característico de su esposo, sobre la cama había una caja envuelta en seda blanca.

—Ábrelo.

Kadet miró a Zoltan con una ceja alzada, señaló la caja, creyó que le gritaría, pero no fue así, se dirigió a la mesita de centro donde estaban sus licores y sirvió un poco en un vaso de vidrio, se sentó en la silla y lo miró fijamente. Kadet dudo unos momentos antes de deshacer el nudo de la tela y abrir la caja, dentro había un vestido, era color azul grisáceo fuerte, de manga larga, sencillo al frente, y hasta el cuello, en el borde de las mangas tenia un pequeño olan de encaje negro, en la espalda botones dorados que iban de la cintura a la nuca, llevaba unos guantes negros de terciopelo al igual que el listón que iría en su cuello. Lo tomó entre sus manos, la tela era suave y de calidad, no recordaba un vestido tan bonito, normalmente los que usaba eran baratos a excepción de los que estaban destinados a eventos importantes, aunque jamás asistía a uno.

—¿Te gusta?

—S.. sí, es muy bonito, gracias.

Zoltan sonrió apenas. —Pruebatelo.

Kadet le miró perplejo y nervioso, aunque era su esposo, sólo una vez lo había visto en paños menores, el día que concibieron a su bebé, a Zoltan parecía darle asco estar cerca de él, por eso, la repentina petición lo tomó por sorpresa.

—Pero...ya regreso.

—No, hazlo aquí, anda.

La forma en la que lo miraba no le gustaba, tragó en seco, era su esposo ¿Por qué estaba tan nervioso y temeroso? Asintió tomando la prenda y apretándola ligeramente.

—Necesito ayuda para desabotonarlo.

Zoltan no dijo nada, sólo se levantó y caminó hacia él, eso lo puso nervioso, cuando estuvo cerca, lo tomó de los hombros y lo volvió hacia el espejo de cuerpo completo que estaba cerca de la cama, sintió un mareo cuando sus manos empezaron a desabotonar el vestido que llevaba puesto, lo bajó por sus hombros lentamente, debajo llevaba el camisón interior, por lo que no estaba al cien por ciento desnudo, la prenda cayó en sus pies, se miró a través del espejo, dónde Zoltan lo observaba, era más alto que él, pasó su nariz, por su nuca enchinando su piel, una de sus manos paró en su cintura acercándolo a su cuerpo duro y caliente, pudo sentir su excitación en su espalda baja, mordió su labio inferior para no soltar una negativa, eso haría que lo golpeara, la mano de su esposo acaricio su cadera, antes de tocar su vientre ya hinchado, tenía más de tres meses de embarazo, no era muy notorio hasta que lo tocaba, se tenso, aunque Zoltan no estaba haciendo nada malo.

—Ha crecido—susurró en su oreja—. Es lo único que me impide tocarte, últimamente me pareces lindo ¿Por qué será?

Enrojeció hasta las orejas, no estaba acostumbrado a escuchar esas cosas viviendo de su esposo.

—No lo sé—susurró.

Zoltan rio por lo bajo y beso su mejilla.

—Creo que es porque te has portado bien, o tal vez este un poco celoso, dime querido ¿Te pareció atractivo Kim Namjoon?

Entonó los ojos, sin comprender su pregunta, negó al instante.

—No, él me tuvo cautivo, tenía miedo.

—Di que sólo eres mío y que siempre lo serás.

La forma tan profunda como lo miraba le hizo sentir incómodo y más que eso, experimentó una oleada de terror, estaba siendo posesivo y si no daba la respuesta correcta podría ser castigado.

—Soy tuyo, siempre lo seré Zoltan, mi cuerpo y mi existencia te pertenecen.

Eso pareció satisfacerlo, porque asintió antes de volverse a tomar el nuevo vestido y ayudar a ponerlo en su cuerpo.

—Levanta los brazos.

Acató la orden, la tela se sentía muy bien, Zoltan abrochó los botones y sonrió satisfecho, le quitó el liston del cuello y le puso el nuevo, Kadet se puso los guantes y se miró en el espejo, lucía bien, muy bien, se veía lindo a pesar de todo.

—Muy bien, ve a tu habitación, retoca tu peinado y maquillaje, iremos al castillo.

Le miró sorprendido, normalmente Zoltan jamás lo llevaba al castillo, bueno, nunca lo llevaba a ninguna parte en realidad. No preguntó, pero la duda pudo ser reflejada en su rostro.

—La princesa volvió y ella quiere tomar el té contigo, creo que le has caído bien desde la última vez que te vio, cuando fue el desayuno de jardín ¿Recuerdas?

—Sí, iré enseguida, gracias por el vestido.

—Si sigues así de obediente, habrán muchas más cosas, ve, esperaré en la entrada.

Asintió, salió de ahí rápidamente no quería hacerlo enojar y la tardanza era una cosa que le ponía muy molesto, en el camino pensó en las palabras de su esposo, ¿Podría haber una posibilidad? De qué todo cambiara y que su esposo por fin le mostrase algo de afecto, para eso, debía de detenerse y dejar de hacer cosas peligrosas, como ir a la isla de los prisioneros, sin embargo, por alguna razón, no sentía que era correcto hacerlo, aunque no conocía a ese hombre, había algo que lo atraía a él, no era nada emocional, sino el deber de cuidarlo, era extraño.

Cuando estuvo listo bajo, y subieron al carruaje que los llevaría al castillo, en el camino ninguno dijo nada. El castillo de Las Cumbres era enorme, una estructura hecha de piedra oscura, imponente y aterradora, le daba miedo estar ahí, era muy oscuro y las decoraciones carecían de color, las personas que vivían ahí, siempre mantenían un rostro sereno, pero al mismo tiempo frío, conocía a las dos princesas, EunHa quien siempre lo observaba con desdén y no ocultaba su odio, usaba cualquier oportunidad que tuviera para hacer comentarios crueles y despectivos sobre él, en cambio, la otra princesa, Karina era una mujer elegante, hermosa y muy amable, habían entablado una conversación antes de que está viajará, fue muy considerada con él, jamás lo vio como poca cosa, y eso le agradó, sin embargo, no creyó que fuera algo que se repitiera. La invitación a tomar el té tenía muy satisfecho a Zoltan, ¿Por eso lo estaba premiando? Necesitaba que esa reunión saliera bien, para no tener algún castigo, odiaba ser castigado.

Por dentro el castillo era aún más grande y frío, Zoltan lo guío hasta la sala privada de la princesa, ahí una de las damas esperaba afuera, está dió una reverencia.

—Mi señora lo espera.

Zoltan se volvió hacia Kadet. —Vendré por ti después de la hora del té, tengo que ver al príncipe.

—Sí—asintió inseguro.

La mujer le dejó entrar, a diferencia de las otras partes del castillo, el ala de la princesa era un lugar más colorido y cálido, ella estaba en la ventana, mirando unas flores de bonitos colores, las acariciaba con sus dedos, al darse cuenta de su presencia, se volvió y le sonrió.

—Hola Kadet, es bueno volver a verte.

Hizo una reverencia. —Mi señora, agradezco la invitación, me siento muy honrado.

—Dejemos el formalismo, por favor, llámame Karina.

—No podría—negó, esa era una clara falta de respeto.

Karina negó antes de acercarse y sonreír, parecía mucho más vibrante desde la última vez que la vio, como si el viaje hubiese sido muy pronechoso y reparador.

—Por favor, hazlo, me gustaría que lo hagas, así podríamos establar más rápido una amistad.

—Tra...trataré de hacerlo—sonrió con amabilidad.

—Siéntate, les pedí que hicieran algo caliente, no te preocupes el té es inofensivo, puedes tomarlo sin problemas, sé que estás en estado, por cierto, ¿Cómo te sientes?

No era secreto el hecho de que la princesa nunca podría tener hijos, era algo a lo que Kadet jamás le había puesto atención, porque no era su asunto y creía que las críticas hacia ella eran crueles, sin embargo, se sentía incómodo, no quería hacerla sentir mal, así que simplemente se encogió de hombros.

—Estoy bien ¿Y usted? Dígame ¿Cómo fue su viaje?

Sus ojos se iluminaron parecían estrellas.

—Fue maravillosos, ScarLanding es un reino muy hermoso, hay de todo, y flores de muchos colores, fue una estadía que jamás podré olvidar.

Kadet asintió, ahora comprendía por qué Namjoon quería regresar, se escucha un lugar más cálido que Las Cumbres.

—Se escucha interesante.

—Lo es, y las personas también son increíbles, de hecho, conocí a un general, que es maravilloso, espero que esto quede entre nosotros.

—Claro que sí, yo jamás diría algo.

—Eso lo sé, eres una persona especial. Me agradas.

—Es un honor escuchar eso mi señora, aunque no creo que haya nada especial en mí.

Ella le observó por unos momentos. —Lo hay, es por eso que me pregunto...—negó—. No es nada, no me hagas caso, mejor te contaré sobre los campos que ví.

Kadet asintió con una sonrisa nerviosa, quería agradarle a esa mujer, quería ser lo suficientemente bueno como para dejar de ser tratado como un esclavo, pero Kadet, no sabía lo que Karina estaba pensando, ella no era cruel ni despreciable, sin embargo, se había enamorado, y mirando a Kadet entendió que Hoseok no podía ir a Las Cumbres, ella hallaría una forma de regresar a sus brazos, pero siempre ocultando la verdad.

Porque no había forma de que ella permitiera que Jung Hoseok supiera dónde estaba Jung Xiumin.

Kadet

Zoltan

Karina




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