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62

Observaba fijamente la ventana, hacía viento, podía ver los árboles moverse, estaba nublado y hacía frío, ese día en especial el ambiente tenía un aura tétrica, no le gustaba esos días, no había pasado mucho tiempo desde el ataque que recibieron, apenas seis meses habían pasado y las cosas cambiaban, ScarLanding no era el mismo y él tampoco.

—¿Sucede algo? No has dejado de soltar suspiros.

SeokJin se volvió para sonreír ligeramente a Mark, que ese día había pasado a visitarlo, lo agradecía mucho, la compañía de los demás le ayudaba a salir de sus pensamientos. Su mente no era un lugar tranquilo desde hace mucho tiempo, tampoco su actitud lo era, había cambiado, volviéndose más solitario, triste y negativo, ya no recordaba la persona que era antes de aceptar ser regente del reino, ahora, debía tener cuidado constante, no tenía tiempo libre y mantenía sus emociones al margen, salvó por algunos cuentos, los más cercanos, quienes lo entendían y no lo juzgaban.

—Es un día triste.

—Lo es—asintió mientras le pasaba una taza de té caliente—. Nada ha sido lo mismo en mucho tiempo

—Muchas personas inocentes perdieron la vida.

Mark hizo una mueca. —Es verdad, aún hay familias que no se han recuperado del golpe, fue brutal, ¿Han sabido algo?

—No, los barcos huyeron y no sabemos con exactitud dónde desembarcaron, pero, sé que pertenecían a Las Cumbres, de eso no tengo la menor duda, hemos tratado de buscar pruebas.

—¿Y Hoseok? ¿No va a regresar aún?

—No, no me dijo cuando iba a regresar, está al pendiente desde la frontera, pero, no es lo mismo ¿Sabes? Algo me dice que no tiene intenciones de regresar pronto y eso me preocupa. No sé cómo está llevándolo.

—Perdió a su esposo—susurró bajando la mirada—. No es algo fácil de sobrellevar, tú más que nadie lo sabe.

—Y porque lo sé, no quiero que se esconda ahí, no debe ser así, Yuna lo necesita.

—¿Cómo está ella?

—Crece muy rápido, en un mes cumple un año, me da pesar mirarla, la pobre ha perdido mucho y ni siquiera lo sabe, Hoseok debería estar aquí con ella.

—No creo que quiera verla, se parece mucho a él.

—Tiene los ojos de Xiumin, mirarla es como mirarlo a él. Lo extraño, se volvió una parte especial de este reino, no ha habido soldado más valiente que él, es una lástima la forma en la que acabó.

—¿Y qué piensas hacer? Tú mejor que nadie conoce a Hoseok, dime ¿Qué podría hacer para que regresará?

—Tengo algo en mente, pero es peligroso, porque no sé cómo lo vaya a tomar.

Mark asintió. —Pero, no está de más probarlo ¿No lo crees? Dime ¿Qué es?

—Mandaré a Yuna a la frontera. Necesita de su padre, aunque la he criado estos meses, no soy lo que ella necesita, y Hoseok no puede huir de la realidad para siempre.

—¿Crees que él pueda cuidarla?

—Es un guerrero, claro que no puede hacerlo, pero tiene que aprender, Yuna es la única persona que le queda, no puede abandonarla, ya tenemos demasiado niños sin padre o madre, ella no puede caer en lo mismo, así que mañana viajará a la frontera.

—Hoseok te va a odiar.

—Le di tiempo, pero, es momento de aceptar que Xiumin no está y que Yuna debe ser cuidada por él.

—Pagaría por verlo—rio por lo bajo—. Sé que hará un buen trabajo.

—¿Lo crees? Me pesa la consciencia, no quisiera hacer algo que los lastimara.

—Hoseok es un hombre de honor y dulce, sé que la va a aceptar, lo amaba.

SeokJin asintio bajando la mirada a sus manos. —Será difícil, pero es necesario.

Hace años Kim SeokJin había creído en la esperanza, en que las mejores cosas podían venir en momentos inolvidables, ahora, creía todo lo contrario, para él no existía sólo el presente y estaba tan molesto con el destino, que no veía un mañana feliz, lo único que en su vida tenía algo de sentido eran sus pequeños hijos, a quienes no podía ver a menudo por las responsabilidades que recaían en sus hombros, estaba empezando a odiar ser rey, ahora, entendía mucho de Namjoon. Sus noches eran largas debido a los desvelos y sus días demasiado cortos, estaba molesto y triste la mayor parte del tiempo, y odiaba su destino, ya ni siquiera podía mantener viva la esperanza de que Namjoon estuviese en un lugar con vida, poco a poco estaba aceptando su muerte.
















Bebió lo que quedaba de la botella de alcohol, la lanzó lejos, estaba por amanecer y él se había pasado la noche entera en vela bebiendo, como todos los días, era la única forma que encontraba para poder sobrevivir. No era fácil vivir, Hoseok, dejo de verle sentido al hecho de mantenerse con vida, todos los días era un martirio mantenerse en pie. Las noches eran aún peores, no podía sacar de su mente aquel ataque y posterior incendio, dónde había perdido lo que más amaba, nuevamente. Ya nada importaba, había amado y perdido, vuelto amar y perdido de nuevo,

Los recuerdos de momentos felices eran una daga que le apuñalaba hasta dejarlo sin aliento, Xiumin estaba en su mente, como un recordatorio consiente de lo débil que era, ya nada quedaba para él, más que vivir por el simple hecho de respirar. Los primeros días había sido una tortura tal, que por unos instantes deseo acabar con su vida, imaginó decenas de escenarios, quería hacerlo, dejar de sentir dolor para siempre, pero, no quería que su nombre quedará en desgracia, no por él, sino por Yuna.

Trataba de no pensar en ella, ya no recordaba como era, habían pasado seis meses, pero, para él, cada día era una eternidad más sin su compañía, amaba a su hija, sí, lo hacía, pero, tenía miedo, había comenzado a creer que el problema era él y que la razón por la cual había perdido todo lo que amaba era debido a una maldición que llevaba consigo y contaminaba a quienes se acercaban, debido a esto, era preciso que se mantuviera lo más alejado posible de Yuna, no quería herirla, no quería verla y sobre todo, no quería que muriera, estaba cansado, exhausto de perder a quienes amaba, por eso, la idea de dejarla en el castillo era la mejor por el momento, no tenía contemplado regresar, no era un buen activo y en la frontera podía estar alejado de todos los recuerdos. Aunque, no funcionaba, y debía estar ebrio y entrenando para mantener su mente a raya. 

Aún esperaba verlo entrar en su tienda, con aquellos ojos castaños grandes y brillantes, esa sonrisa dulce, con voz tranquila y una mirada llena de devoción, una que hizo que se enamorara aunque no quería hacerlo, lo necesitaba. Antes había amado y cuando Taeyon murió, no creyó que existiría un dolor tan fuerte, se equivocó por completo, Xiumin le había dolido en el alma, su cuerpo entero sufrió un dolor inexplicable, su corazón se rompió en pedazos y estaba seguro de que jamás volvería a ser el mismo.

No quería saber nada del amor, nada del sexo, no quería conocer a nadie, no se había acostado con otras personas, para él eso era un engaño, se sentía solo, extrañandolo por las noches, llorando en ocasiones al recordar su risa, era insufrible, entendía ahora, con más precisión lo que era morir en vida.

Los días eran largos, las noches oscuras y su vida estaba en una pausa inexplicable, no quería pensar, deseaba dejar de sentir, pero era imposible, había perdido a su verdadero amor.

—¡Mensajero del palacio!

Escuchó el grito fuera de su tienda y dejo la botella a un lado, se levantó se la silla y salió, ya no sonreía, no decía chistes y su sarcasmo era inexistente, quienes le miraban sólo podían ver su ceño fruncido, le tenían miedo, nadie hablaba con él, porque era tan fácil explotar, podía golpear a cualquiera, lo hacía seguido.

Se paró junto a sus hombres quienes esperaban la llegada de los caballos provenientes del palacio, cruzó los brazos encontrándose con Jungho, quien bajo del caballo e hizo una reverencia.

—Mi señor, hemos traído un mensaje de su majestad.

—Adelante.

Se esperaba una carta de Jin, diciendo que tenía que volver, había recibido muchas ese último mes, las ignoraba, porque sabía que no era importante, todo estaba tranquilo en el reino. La tranquilidad después de una terrible tormenta, muchas personas habían muerto en el último ataque, y todos mantenían el luto aún después de meses. Otro de los soldados bajo de su caballo con una canastilla, se acercó con temor y se acercó.

—Mi señor—dijo con voz temblorosa, alargando la canastilla.

Hoseok miró dentro, hizo a un lado la manta y se encontró con la bebé dormida, se alejó, como si hubiese visto algo terrible, les miró con molestia.

—¡¿Qué hace ella aquí?! ¿Cómo se atreven a traerla?

—Fueron órdenes de su alteza real, general Jung, nuestro deber era traer a la niña.

Hoseok podía sentir su sangre hervir dentro de sus venas, no podía creer que Jin estuviera haciéndole algo así, sabiendo como es que se sentía, nadie más que él podría imaginarlo, sintió enojo, mucho, miró a los hombres con desprecio y completa seriedad.

—No la quiero aquí ¡Llévensela! ¡Es una orden!

Todo el mundo a su alrededor se quedó quieto, respetaban bastante a su general como para nunca desobedecer una orden, sin embargo, y muy a pesar de ellos no podían obedecer, si se interponía con la orden del rey, se miraron entre sí, sin saber cómo responder.

—¿Estás pidiendo que falten a una orden directa de su alteza Jung?

La voz de JongDae le hizo salir de su enojo, este le miraba con seriedad, pero al mismo tiempo con comprensión, entendió sus palabras, él no debía ir en contra de lo que Jin decía, jamás, eso sería tomado como traición y él no era un traidor. Suspiró aguantando su furia, asintió.

—JongDae—llamó, este se acercó y tomó la canastilla, el soldado le tendió a él una carta de Jin, lo sabía por el sello—. Pueden irse. Llévala a mi tienda.

Caminó directo al bosque, sin importarle realmente como estaba siendo observado, juzgado o sus miradas de lastima, estaba cansado, demasiado molesto con Jin, no podía creer que le estuviera haciendo la vida más miserable, no tenía planes de ver a Yuna, no en un largo periodo de tiempo, pero, ahí estaba y él no quería verle la cara.

Dio un grito lleno de ferocidad y frustración al viento, sollozo poco después, conteniendo la respiración, era más de lo que podía soportar, la carta en sus manos pesaba mucho, hizo una mueca y la abrió, la hermosa letra de Jin lo envolvió.

Hoseok.

Sé que no estás feliz por lo que hice, que vas a molestarte, querer romperlo todo y maldecir hasta el último miembro de mi descendencia, lo entiendo a la perfección, pero tú también debes entenderme a mí.

Te amo, como a un preciado hermano, y no puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo te destruyes, ¿Crees que no lo sé? Bebes todos los días, no comes, siempre estás de mal humor y te han visto destrozado, no quiero eso para ti, tal vez pienses que es la peor idea que he tenido, tal vez es así, pero, Yuna necesita a su papá.

Es una niña preciosa, no quiero dejarla ir se mis brazos, la amo, pero ella no me necesita a mí, ella te necesita a ti, tú eres su padre Hoseok, casi cumple un año, y los extraña, yo sé que lo hace, por favor, cuídala, al menos un mes, si después de ese tiempo quieres regresarla, entonces puedes hacerlo sin problema, yo la criaré para siempre y jamás tendrás que preocuparte por nada, pero al menos inténtalo.

La perdida de Xiumin nos dejó un hueco en el corazón, era un ser admirable, valiente y lleno de amor, todo el amor que tenía te lo dio a cada instante, por eso, creo que es justo que tú regreses ese amor en la persona que lleva su sangre, tú hija.

Espero que lo entiendas y no me odies, te quiero Hoseok.

Jin.

La carta venía con una serie de instrucciones sobre el cuidado de Yuna, Hoseok sabía lo suficiente de bebés, él había aprendido para enseñarle todo a Xiumin y que no sintiera la presión o la angustia de ser primerizo. Xiumin, Xiumin, Xiumin, el recuerdo era aún más doloroso, limpió algunas lágrimas que escaparon de sus ojos involuntariamente y guardó la carta en su pantalón, necesitaba pensar en lo que haría.

Regresó a su tienda, ya todo estaba en silencio, sus hombres dormían por fin, negó con una mueca, entró a la tienda y vio a JongDae sentado en una silla bebiendo algo.

—Pensé que no volverías en un buen rato.

—No puedes huir para siempre de la guerra ¿No lo crees?

—Se parece mucho a él—dijo con un nudo en la voz.

JongDae y él se había acercado mucho después de la muerte de Xiumin, con el tiempo, Hoseok vio la realidad en sus ojos, él había estado enamorado de Xiumin, y lejos de sentirse celoso, fue aún más doloroso entender que su esposo era apreciado y amado por muchas personas, que su personalidad hacia caer a cualquiera y que jamás debió morir, él compartía su sentimiento, no a la misma escala, eso era imposible, Hoseok estaba seguro de que nadie en el mundo había amado como él lo hizo. JongDae le ayudaba a no estar solo.

—Puedes irte a descansar, está dormida.

—¿Estás seguro?

—Sí, vete.

JongDae salió de la tienda no sin antes darle un apretón en el hombro, en señal de apoyo y camaderia. Hoseok se sentó en la silla cuando JongDae se fue y sirvió mas alcohol, bebiendo de un trago, era una noche horrible. No podía ni siquiera mirar en su dirección, ¿Qué iba a hacer cuando despertara y lo mirara con los ojos que tanto amaba? Ella tenía los ojos de Xiumin, eso sería demasiado.

Escuchó algunos quejidos pequeños y agudos, se volvió a ver la cama y la vio sentada, despeinada, tenía el cabello castaño muy corto, tallaba sus ojos, cuando miró alrededor hizo un puchero y comenzó a llorar. El llanto que se clavo en su pecho, desvió la mirada para no verla, era demasiado, estaba seguro que en cualquier momento sufriría un colapso, cerró los ojos con fuerza conteniendo un sollozo.

—¿Por qué te fuiste Xiumin? No puedo...

Estaba lamentándose así mismo, cuando sintió unas pequeñas manos en su pantalón. Abrió los ojos y la observó, había gateando desde el tendido que hacía pasar por cama hasta sus pies, se aferraba con sus regordetas mano a su pantalón, sollozando con fuerza, Hoseok miró sus ojos y perdió toda la compostura, empezó a llorar con fuerza, era hermosa, tan parecida a él, no dudo en levantarla y abrazarla, meciendola, olía a bebé, los recuerdos llegaron a su mente de forma cruel. Ambos llorando sin saber cómo parar.

Hoseok se fue calmando, y Yuna convirtió su llanto en suspiros, se quedó dormida en sus brazos y Hoseok no la soltó, se quedó ahí, abrazándola por mucho tiempo, apretó la mandíbula y negó con un sonrisa triste.

—Xiumin, es igual a ti.









Los primeros días de la llegada de Yuna fueron una tortura, no sólo para él sino para todos quienes escuchaban los llantos de la bebé a todas horas, Hoseok estaba perdiendo la paciencia. Había hecho todo lo que Jin le indicaba, conseguido leche de vaca fresca, hirviéndola, haciendo papillas de frutas y verduras, cambiando sus pañales, mandando a alguien a qué lavara esos pañales de tela, siempre era el peor en el entrenamiento, sus soldados trataban de jugar con ella, pero Yuna no cooperaba con nada. JongDae tampoco podía hacer nada, nadie, no dormía, no podía estar al pendiente de nada. Yuna no quería estar ahí, y él no quería que llorara más.

Era de madrugada, cubría su rostro con la almohada, ella estaba a su lado, haciendo su cosa favorita en el mundo, llorar. Soltó la almohada y se sentó en la cama, miró a Yuna con cansancio y desesperación, la tomó en brazos y ella se retorcía, gruñó, pero no la soltó, sus ojos de llenaron de lágrimas.

—Yuna, por favor, basta—dijo con voz contenida—. No sé qué quieres, no sé qué hacer—sollozo—. Lo siento ¿Está bien? Lo lamento, no quería dejarte por tanto tiempo, tenía miedo Yuna, tengo mucho miedo y lo extraño tanto—negó sin dejar de llorar, sin darse cuenta de que Yuna lo observaba con un puchero tembloroso—. Extraño tanto a tu papá, lo amaba tanto, Dios mío, quiero regresar el tiempo, fueron seis años negandome, quisiera verlo y abrazarlo, decirle que lo amo y...me siento tan perdido.

Yuna le pegó con la manita en la barbilla, Hoseok la observó, y sonrió.

—¿Ya se te bajó el enojo? ¿Podemos dormir? —susurro acariciando su mejilla—. Bien, vamos a dormir ¿Está bien?

Se recostó y la abrazo a su pecho, Yuna le pegaba ligeramente en el brazo, eso era extraño, así que Hoseok dio pequeños golpecitos en su espalda, lo que fue suficiente para que ella se quedará dormida.

Fue un día que marcó un antes y un después entre ellos, a la mañana siguiente cuando despertó, más tarde de lo normal, Yuna estaba jugando con sus pies, balbuceando, esperando a que él despertara, Hoseok sonrió al verla, más cuando esos grandes ojos castaños se fijaron en él.

—Buenos días. ¿Te vas a comportar?

Después de cambiarla, y de darle su leche, salieron, estaba de buen humor, y él se veía más descansado, lo cual los demás podían verlo.

—Bien, a entrenar.

El entrenamiento fue normal, como en mucho tiempo no había sido, Hoseok no les gritaba con molestia, estaba muy concentrado viendo a Yuna gatear en la tierra, ella se detenía y reía cuando alguno de los soldados se caía, cada uno de los que estaban ahí se enternecian al verla.

—Es linda—rio JungDae—. Parece que se divierte con el sufrimiento de otros.

—Es mi hija, lo lleva en la sangre—rio por lo bajo sorprendiendo a JungDae, hace mucho tiempo que no reía.

Yuna tenía una rutina establecida, comía a ciertas horas, dormía también mucho, cuando esto pasaba, Hoseok aprovechaba para comer y tomar un baño en el río, sus soldados jugaban con ella y él sólo la veía reír, sonreía igual que Xiumin, pensaba que esas similitudes serían su perdición, pero, con el paso de los días, las vio más como una bendición, ya no tenía a Xiumin a su lado, pero, estaba ella.

En las noches le daba un baño en una tina pequeña con agua caliente, ella jugaba con el agua y reía, poco a poco él comenzó a reír con ella. Los días pasaban, y poco a poco sentía que empezaba a sanar.

—¡Son unos inútiles! No saben hacer nada bien, si se viene una guerra van a morir, porque no saben cumplir ninguna orden.

Estaba realmente molesto con sus hombres, los tenía en fila y los regañaba de forma severa, pero ellos no parecían mostrarle atención, Hoseok bufó.

—¡¿Qué tanto miran?!

Uno de ellos señaló. Hoseok se volvió viendo a Yuna sobre sus piernas, ella trataba de mantener el equilibrio, era la primera vez que la veía de pie, se agachó y abrió los brazos.

—Ven aquí cachorrita—dijo con una sonrisa.

Yuna se movió sonriendo hacía él, era muy torpe, demasiado, tenía miedo de verla caer, pero, sorprendiendo a todos ella caminó hacia él, contenían el aliento, con miedo de verla caer, pero, su hija, pudo llegar a sus brazos, la sostuvo realmente orgulloso, sus hombres celebraron, Hoseok besó su mejilla regordeta y después se volvió hacia ellos.

—¡Ustedes sigan entrenando!

—¡Si señor!

Se apartó con Yuna en brazos y bufó.

—Si que sabes llamar la atención, ahora que sabes caminar, podemos empezar a entrenarte, niña no serás una presa fácil para nadie ¿Entendiste?

La pequeña Yuna puso sus manitas en las mejillas de Hoseok y balbuceo, no le entendía, pero para él, sonó como un sí.









—El general Jung se acerca.

SeokJin dejo de lado su libro y se levantó, había pasado más de un mes, él pensó que al no recibir noticias, todo estaba bien, JongDae le decía que Hoseok y la niña estaban bien, por lo que confío demasiado, estaba temeroso de que él fuera a regresarla, llegó a la entrada del castillo dónde los vio, Hoseok cabalgaba y en un fular en su espalda estaba ella, la pequeña de ojos preciosos, Jin sonrió al instante, cuando Hoseok bajo, corrió hacia él y extendió las manos.

—Ya veo que no estás feliz de verme a mí—bufó.

—Déjame verla, dios mío, está tan grande.

Hoseok se quitó a Yuna de encima y la entregó a Jin, está la abrazo, la pequeña parecía reconocerlo, porque no lloró en sus brazos.

—Y latosa, es muy dramática. Creo que eso lo ha aprendido de ti.

SeokJin rio por lo bajo, después le miró con tristeza. —¿Has venido a devolverla?

—¿Eso crees?

—Espero que no.

—Volveré a la capital, así que espero que mi puesto este listo.

—Bienvenido Hoseok.

Hoseok no estaba seguro de lo que hacía, pero tenía en cuenta que Yuna no podía crecer en la frontera y él necesitaba ayuda, podría dejarla, pero, inexplicablemente ya no quería estar separado de ella.








Empezamos está tercera parte regresando con Hobi.

También empezamos está semana de actualizaciones, así que estén al pendiente..

Comenten mucho plis 🤍

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