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Observó a su pequeña hija, había cumplido los cinco meses, ella crecía día con día, era una niña preciosa, tenía sus ojos, tal y como Hoseok había pedido, pero, sus gestos eran como los de su esposo, tan dulce, tan linda, era su todo, no paraba de escribir en su diario cuanto la amaba, mirándola dormir, con tranquilidad, ajena a todo el mundo, necesitándolo hasta para dormir, pidiendo su abrazo con sus delicadas y diminutas manitas, ella y Hoseok era lo que siempre había esperado, incluso cuando no sabía que los necesitaba, recordaba el día donde descubrió que la tendría, el miedo que recorría su cuerpo y los pensamientos alrededor de su mente, todo eso, todo lo vivido y lo sufrido, no se comparaban al dolor de ese momento.
—Mi señor—escuchó la voz de Wenn—. ¿Quiere que le suba el té?
Miraba al horizonte, a donde se hallaba el castillo, donde Hoseok se encontraba, quería salir corriendo hacía sus brazos, pero, en vez de eso suspiró y se volvió para mirarla, ella le observó con preocupación al ver las lágrimas que surcaban sus ojos.
—Tú lo sabías ¿Verdad?
—No entiendo señor.
—Tú sabías de quien estaba enamorada ella ¿No es así? No hay forma que ella haya hecho todo por sí sola.
Wenn le miró al principio confundida, pero mientras el tiempo con las miradas cruzadas aumentaba, se daba cuenta de lo que estaba diciendo.
—¿Cómo lo sabe?
—Ella no murió de una enfermedad ¿Verdad? —balbuceo.
—No—negó—. No fue así, yo...lo supe, porque ella comenzó a portarse extraña, temerosa, no salía, se la pasaba en casa, a veces llorando, la encaré, fue como mi hija—su voz se quebró—. Me contó todo y me hizo jurar que no le diría nada a nadie, callé por su protección.
—¿Qué le hicieron? Ella estaba en peligro, si ella sabía sobre lo que estaba sucediendo, era obvio que la querían silenciar.
—Una noche entraron, asesinaron a algunos de los guardias, me golpearon en la cabeza cuando quise ayudarla, pero, fue tarde, la golpearon hasta casi matarla.
Xiumin dejó correr sus lágrimas. —¿Su bebé?
—Vive.
—¿Cómo es eso posible? —la miró alarmado.
—Estaba muriendo, Hoseok llegó y la ayudó, la llevó a resguardarse al lugar más seguro en ese momento, yo los acompañé, ella vivió sus últimos días en el palacio de las Rosas.
—¿El rey Jin lo sabía? —parpadeó perplejo.
—Él es una gran persona—asintió—. La ayudó hasta el último momento, murió al dar a luz.
—¿Dónde está su hijo? —susurró mirando a Yuna.
—Estoy segura que lo conoce, es un niño hermoso, vive en el castillo, como el hijo adoptado de los reyes.
—¿Yeonjun? —susurró.
—Sí, se parece mucho a RyuJin—suspiró—. Hoseok no quería tenerlo cerca, le duele.
—Nunca le dijiste lo que ella hizo ¿Por qué?
Wenn se acercó y miró con él hacía la ventana. —Ella quería protegerlo, me recuerda mucho a ti.
Xiumin sollozo cubriendo su rostro, para no despertar a su hija, la mujer le miró con pena, quiso acercarse, cuando los ojos entristecidos de Xiumin se posaron en su rostro.
—Voy a morir.
—¿Por qué dice eso?
—Descubrí algo que no tenía que saber y ellos lo saben, vendrán por mí, puede ser en cualquier momento. Me he condenado.
—Tiene que decirle al señor Jung, él puede ayudarlo y...
—No—negó—. ¿Alguna vez has amado tanto a alguien que estás dispuesto a morir por protegerlo?
—No puede....—su voz se quebró.
—Cuando llegue el momento, que será hoy—susurró—. Tienes que llevarte a Yuna de aquí, lo que me importa es que la protejas a ella, entonces, cuando yo haya muerto y cuando Hoseok dejé de llorarme, le dirás que busque en la biblioteca. ¿Puedes hacer eso?
—No, llamaré al señor Jung—estaba por irse, pero Xiumin la tomó del brazo deteniéndola.
—Escucha—dijo desesperado—. Ellos saben que Hoseok no está enterado de nada, pero la amenaza es clara, juegan con el amor, lo mismo hicieron con ella—sollozo—. Y yo no estoy dispuesto a vivir sin él.
—Él tampoco podrá.
—Lo hará—asintió con seguridad, miró por unos segundos a Yuna—. Porque la tiene a ella.
—Mi señor...
—Este es mi destino—tomó sus hombros sonriendo a pesar de sus lágrimas—. No dejaré que él muera por mi culpa, su destino es mucho más grande que el mío, él tiene que ser fuerte para poder descubrir la verdad, nadie más que él puede hacerlo ¿Entiendes? ¿Quieres ayudarme? Protege a mi hija y la noche que Hoseok deje de llorar por mí, entonces dile, guarda mi secreto como has guardado el de ella.
Wenn negó, dejando correr sus propias lágrimas, pero, al ver el rostro decidido de Xiumin, asintió antes de solloza, él le abrazó con fuerza.
—Gracias, de verdad gracias, verás que esto tiene una razón de ser.
—¿Cómo lo voy a mirar a la cara después de esto?
—Con la seguridad de que has salvado la vida de personas muy importantes y que mi muerte no será en vano.
Xiumin se separó de ella, limpió sus lágrimas y cargó a Yuna, abrazándola con cariño contra su pecho, mientras miraba por la ventana, recordaba la noche anterior, donde Hoseok le hizo el amor en medio de la biblioteca, para quedarse hablando de muchas cosas, también recordaba esa mañana y el besó de despedida que le dio antes de que se fuera. Sabía que era hora, que no podía retrasar lo inevitable, que sus pasos estaban siendo observados y que no había nada que pudiese hacer.
Hoseok lo odiaría cuando supiera la verdad, pero, lo que estaba haciendo era por el bien de todos, tendría que personarlo, aunque lamentaba no seguir con su promesa, hacerle daño de esa forma, era mejor que cargar en su pecho la muerte de los inocentes, y la pérdida del amor de su vida, estaba seguro que Hoseok sobreviviría, pero él no podría, eso era imposible, tenía que afrontar su destino.
Besó con amor la cabeza de Yuna. —Por favor, recuerda siempre que te amo, velaré tus sueños por toda la eternidad, no estaré a tu lado, pero te prometo que estaré en tu corazón, nunca te dejaré sola.
Miró de nuevo hacía la ventana, había dos caballos acercándose, con jinetes vestidos de negro, le faltaba la respiración, le dio a Yuna a Wenn y bajo con ellas las escaleras.
—Tienes que irte—negó—. ¡Escóndete ya! —dijo cuando escuchó ruido tras la puerta.
Wenn conteniendo las lágrimas movió algo de la pared, abriendo un pasadizo que iba hacía la salida trasera, Xiumin negó riendo, él no sabía que la casa tenía esas sorpresas, la miró asintiendo, antes de cerrar, tomó su espada y trató de pelear. Wenn no pudo moverse, mantenía a Yuna cerca de su pecho, ella estaba durmiendo, por un pequeño orificio podía ver la entrada de la casa, su corazón estaba desbocado y casi grita cuando dos hombres con el rotro cubierto y largas espadas aparecieron con la ropa llena de sangre.
Vio a Xiumin luchar, mejor que cualquier guerrero, en su corazón esperaba que este acabara con los intrusos, y así lo llevaría con Hoseok, no podía moverse, del terror, era igual que esa noche, salvo que no podía intervenir, no si quería salvar a la pequeña bebé.
La pelea estaba siendo dura, vio con horror como le daban en un costado con la espada, Xiumin se tambaleo de dolor, y ahí fue cuando uno de ellos tomó un adorno de piedra que estaba en la chimenea y lo golpeo con una fuerza descomunal en la cabeza, el sonido que hizo fue horroroso, ella sollozo quedito cuando Xiumin cayó de espaldas.
—¿Está muerto? —preguntó uno de ellos.
—No lo sé. Hay que asegurarnos—dijo sosteniendo la espada en el aire para encajarla en su pecho.
Wenn se volvió, no pudo más, caminó en silencio por el extenso pasillo oscuro y húmedo, esperando no caer, las lágrimas se derramaban sobre el cabello de Yuna, todo parecía una pesadilla, una de la que no podía despertar, llegó al final, abrió la compuerta y el sol de la mañana la recibió, se escondió, tratando de ver si había alguien cerca, pero todo parecía silencioso, se encaminó a salir por el jardín al camino que llevaba al pueblo, pero al acercarse, había llamas rodeando algunos lugares, personas corriendo asustados, abrazó más a Yuna y siguió, estaba confundida ¿Qué había pasado en ScarLanding?
Un caballo se acercaba a ella a gran velocidad, a punto de arrollarla...
Obviamente vamos a saber más conforme avance la historia. Lo siento 🤍🤍
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