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Habían pasado un par de meses desde el nacimiento de Yuna, y las cosas se iban acomodando con el transcurso de los días, Xiumin estaba feliz, su pequeña familia era lo más importante de su vida, no dejaba de estar agradecido por el cariño que lo odeaba, Hoseok había cambiado mucho desde entonces, se veía más relajado, más feliz, más alegre, estaba mostrando una faceta suya que Xiumin estaba amabando con intensidad, verlo jugar con su bebé, cargarla y hablando con ella era la cosas más dulce del mundo, si a su yo del pasado le hubiesen dicho sobre cómo sería su presente, posiblemente habría roto en carcajadas, pero estaba sucediendo.
Era una noche especial, se celebraría un baile en honor al cumpleaños de Kim SeokJin, este después de mucha insistencia aceptó por fin una celebración después de dos años de la muerte de su esposo, muchos podían pensar en ese acto como una resignación a la muerte del rey Namjoon, pero, lo que pocos sabían era que Jin, realmente jamás se iba a resignar a su pérdida.
El reino estaba en calma, tanta tranquilidad los ponía nerviosos, pero trataban de disfrutar del momento. El baile real era una noche importante, Xiumin había recibido muchos trajes y joyas, al ser el esposo del general Jung, se esperaba que se presentara como miembro de la alta clase, no le gustaba, seguía odiando usar los incómodos trajes de doncel, sentía que jamás se acostumbraría, pero, era su deber. No quería dejar en mal a Hoseok.
Se miró al espejo, su cabello castaño estaba bien peinado con ligeros rulos que caían un poco más arriba que sus hombros, justo debajo de sus orejas, con un adorno de perlas y diamantes en un lado, su traje era un conjunto de pantalones color beige, con una camisa de holanes rosa pastel y una chaqueta larga beige con perlas y bordados en rosa en las mangas y cuello, sobre eso iría una capa blanca, no se veía mal.
—Yuna, papá ha recuperado su figura—dijo orgulloso de haber vuelto a su peso normal, así podría comenzar a entrenar.
La bebé estaba acostada en la cama, dormida, era tranquila, por lo menos mientras no tuviese hambre, sólo entonces se volvía una bebé llorona y demandante, aún no podían ver con exactitud a quien se parecería, Hoseok deseaba que se pareciera a él, pero Xiumin amaría que su hija fuera igual al hombre que amaba.
—¿Estás listo? —preguntó Hoseok entrando a la habitación.
Al verlo, sus ojos brillaron debido a la forma tan perfecta con la que vestía, en su traje de gala de guerrero, con las medallas en sus hombros y su espada en la cintura, su rostro visible debido a que se hallaba recogido en una coleta baja en su nuca.
—Dios, te ves...wow.
Hoseok rio negando. —¿Cómo puedes decir eso vistiendo de esa forma? Pareces un príncipe, te ves encantador—se acercó para besar su sien—. Pero, hace falta algo importante.
—¿Sí? ¿Qué hace falta? Pensé que tendría todo.
—No todo—suspiró sacando de su traje una caja de terciopelo rojo, al abrirla mostro un precioso collar de perlas y pequeños diamantes entre cada una de ellas—. Era de mi madre, mi padre se lo regalo, pero antes fue de mi abuela, es algo así como una reliquia familiar, y creo que te verías hermoso usándola.
—Yo...no sé qué decir, es hermoso.
—Lo eres más tú—dijo colocándose a sus espaldas, para ponerle el collar—. Te queda precioso, creo que comenzaré a comprarte joyas.
Xiumin rio negando, se dio la vuelta para poner sus manos en su pecho. —La única pieza brillante y hermosa que quiero cerca de mí, eres tú.
—No hagas esto, tendré que hacerte el amor aquí, pero llegaremos tarde.
Estaban por besarse, cuando el llanto de su bebé lo distrajo, Hoseok se separó con una sonrisa para ir a cargar a su hija, la puso con cuidado contra su hombro, acariciando su espalda, ella dejó de llorar casi de inmediato, recargando la cabeza en el hombro de su padre.
—Tendré que alimentarla antes de irnos, no me siento feliz de dejarla.
—No será mucho tiempo, además la señorita Wenn la va a cuidar muy bien, ella es experta.
—Confío en ella, pero, soy receloso.
—He descubierto nuevas facetas tuyas que me gustan mucho—rio con picardía.
—Anda, dámela, no podemos llegar tarde.
—A la orden.
SeokJin esperaba que Irene le colocara la corona, se miraba al espejo, se veía bien, sin embargo, no era como si deseara pasar su cumpleaños celebrando con personas que no deseaba ver, la vida había cambiado mucho desde hace dos años atrás cuando Namjoon desapareció, ni siquiera era capaz de pensar en él como muerto, se negaba a hacerlo, la esperanza era lo que le permitió mantenerse en pie, lo que le impidió volverse completamente loco, eso y los pequeños niños que dependían de él.
—Se ve maravilloso—dijo Irene después de alejarse.
—Recuérdame ¿Por qué estoy haciendo esto?
—El luto ha permanecido por mucho tiempo mi señor, es bueno para el pueblo y su tío JiYong piensa que eso calmará los rumores en el consejo.
—Estoy odiando cada día más a esos idiotas—suspiró—. Supongo que es bueno, sólo espero que no duré demasiado.
—Actúe señor, sólo es una noche.
SeokJin suspiró pesadamente, ella tenía razón, era cuestión de aguantar una noche, después podía quitárselos de encima por un tiempo, habría banquete y baile, sólo debía sonreír y parecer feliz, era buen actor, no era la primera y estaba seguro que no sería la última vez que fingiría. Eso era ser un rey, en esos momentos se daba cuenta de todo lo que Namjoon, Yoongi y Jungkook llevaban sobre sus hombros, no era sencillo ser la cabecilla de un reino y esperar que todas las decisiones que tome sean buenas.
Se había prometido que cuidaría el reino por sus hijos, sobre todo por Soobin, el legítimo heredero de ScarLanding. Había muchos que querían su lugar, y Namjoon lo dejo a él para proteger a su hijo. No fallaría.
Salió de su habitación, cruzó los pasillos siendo seguido por sus damas de compañía y sus guardias, sus hijos estaban bien cuidados en un ala muy protegida del castillo, el entrenamiento de Hoseok estaba funcionando a la perfección, no se quejaba, aunque sus métodos eran drásticos. Se paró frente a la puerta del salón, dentro estaban las personas esperando, condes, duques, duquesas, miembros del consejo, personas de alta sociedad dentro de ScarLanding, todos estaban ahí para celebrar su cumpleaños, aunque sólo pocos de ellos realmente se preocupaban por él, encontrar buenos amigos era difícil en su posición.
—¡Presentando a su majestad, el rey regente Kim SeokJin!
Las grandes puertas se abrieron, todos miraron con asombro a su rey, quien lucía maravilloso, con aquel traje dorado, que resaltaba su rostro, y la capa negra con diamantes, sobre su cabeza había una corona de esmeraldas y diamantes, se hicieron a cada lado, dejando que entrara, sonrió, fingiendo felicidad por verlos ahí reunidos.
—Bienvenidos sean está noche, por favor, disfruten la velada—dijo con voz clara y amable, fingiendo una sonrisa de felicidad.
—¡Grande es el rey, larga vida al rey! —dijeron.
SeokJin caminó con elegancia, sin borrar la sonrisa de su rostro, hasta su trono, desde ahí podía ver el espectáculo que habían montado en su honor, dió un asentimiento y la música comenzó, era un banquete acompañado de entrenamiento, música, baile y juegos, miró a los bailarines con una mueca, odiaba las máscaras.
Le sirvieron una copa de vino, no sin antes probar que este no estuviese envenenado, no podía comer o beber nada que no fuera probado antes, siempre fue de esa manera, recordaba que Namjoon no le tomaba mucha importancia y por eso estuvo al borde de la muerte, esas reglas ahora eran estrictas para él, sobre todo, tomando en cuenta que no muchos estaban de acuerdo con su regencia.
Miró a los presentes, personas que reían y hablaban de forma animada, no tenía amigos cercanos ahí, conocer persona que realmente sean honestas y fieles era muy difícil en su posición, llegaba a sentirse solo, se preguntaba si a Namjoon le había pasado de esa manera. A lo lejos pudo ver a Hoseok y a su esposo, Minseok sonreír, se decían cosas al oído, sonrió ante la dulzura de su interacción, le hizo recordar a sus días felices con Namjoon, donde no había dolor ni preocupaciones.
—¿No estás feliz de tu celebración?
JiYong fue a su lado, sentandose a su diestra, le sonrió negando.
—Hace mucho tiempo que dejé de disfrutar estás cosas.
—Ellos están felices, piensan que la vida regreso al castillo.
—Si esto es lo que ellos llaman vida—bufó—. No hay nada qué hacer ¿Verdad?
—Es una noche Jin, vamos, es tu cumpleaños.
—JiYong, yo sólo quiero que el tiempo se detenga, quiero que dejen de pasar los días y los años, entre más pasa el tiempo, más me acostumbro a su ausencia.
—Jin, creo que es momento de seguir adelante.
—Sí, creo que es momento de seguir—susurró con lágrimas en los ojos—. Pero ¿Cómo?
Esa era una pregunta para la que no tenía respuesta.
—No me gusta estás cosas, pero el vino es bueno—dijo Hoseok con una sonrisa.
Xiumin sonrió. —Oh, a mí me gusta, la música es buena, es alegre.
—Claro que te gusta, está en tu naturaleza.
—Deja de criticarme—bufó dando un sorbo más al vino—. Algunas personas nos miran.
—Es debido a que estás conmigo, ellos se han de preguntar qué es lo que me has visto, eres precioso.
—No, creo que ellos piensan otra cosa, tal vez que no estoy al nivel del gran general Jung.
—Esas son tonterías—bufó—. Vamos a bailar, una pieza solamente.
—Dijiste que a ti no te gustaban estás cosas.
—Pero a ti sí. Te amo lo suficiente como para bailar—le tendió la mano—. Vamos.
Xiumin rio por lo bajo antes de asentir. —Lo acepto.
Lo llevo al centro, dónde otros bailaban, tomó su cintura y lo acercó, comenzó a balancearse, sintiéndose cohibido, Xiumin le miró a los ojos, aquellos que brillaban de forma especial, Hoseok quiso grabarse ese momento para siempre en su memoria, para recordarlo cada que necesitara, estaba feliz, pero había dentro de él una sensación incómoda, una que arrastró hasta el fondo, no quería seguir sintiendo miedo.
Estaban amontonados dentro de aquella torre de piedra, con frío, hambre y cansancio después de un día lleno de trabajo forzado, miraba hacia arriba, al final de la torre había barrotes, que a veces le permitía ver las estrellas o la oscuridad de la noche, ese día, estaba de suerte, porque la luna se hallaba sobre ellos, jugó con la rosa de papel que estaba en sus manos, la cual había hecho, con un nudo en la garganta, relamió sus resecos labios en un intento de calmar su ser.
—Feliz cumpleaños Jinnie—susurró, había pronunciado las mismas palabras todos los días desde hace una semana, no sabía qué día era, pero, estaba seguro que el cumpleaños de su amado se hallaba entre alguno de ellos—. Lo siento tanto.
—¿Quien es Jin? —susurraron a su lado.
Miró al hombre que estaba recostado intentando dormir, su cabello largo cubría su rostro.
—Mi esposo.
—Yo también tenía una esposa y dos hijos.
—Tengo cuatro hijos—dijo con una mueca—. Muy pequeños para recordarme.
—Mis hijos eran mayores, les fallé, no sabes cuánto me arrepiento de lo que hice. Sobre todo con el menor de ellos, mi pequeño de ojos color oro.
Le miró con una mueca de dolor. —Creo, que puedo entenderte, también fallé, y creo que ahora estoy recibiendo mi castigo.
La puerta se abrió, se encogió, guardando la flor y haciéndose el dormido, el guardia en la puerta miró dentro con desden.
—¡Namjoon, el rey quiere verte!
Se levantó como pudo, con la mirada llena de odio, caminó entre los cuerpos de aquellos esclavos y salió de la celda. En su mente lo único que permanecía y lo que hacía que no perdiera la cabeza era Jin, lo extrañaba, pero no estaba seguro de que algún día pudiera volver a verlo.
Ya lo sabíamos, pero hoy oficialmente lo confirmamos, Namjoon está vivo. Urrraaaa hahaha 🤍
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