25
La caverna estaba iluminada por antorchas en la pared, en medio, había una laguna de agua cálida, Hoseok se quitó la ropa y entró de inmediato, Xiumin parecía más interesado en mirar alrededor. Todo era nuevo para él.
—Ven, el agua es caliente, ayuda a los músculos.
Xiumin se quitó la ropa, bajo la intensa mirada de Hoseok.
—No me veas.
—Llevo años viéndote, aunque ahora tu cuerpo es diferente.
—Es por la barriga.
—No—rio por lo bajo—. No sé cómo explicarlo.
Xiumin entró, con un suspiro por el calor del agua, estaba deliciosa, se acercó a Hoseok, quien se mantuvo quieto.
—¿Habías venido aquí con alguien más?
—Sí.
Se arrepintió de haber contestado, miró de reojo a Xiumin quien mantenía la vista fija en la antorcha que estaba en la pared, mordía ligeramente su labio inferior.
—¿Ahora entiendes por qué no es bueno hablar de mi pasado?
—¿Crees que estoy celoso? —dijo con una ligera sonrisa en el rostro.
—¿No lo estás?
—Te he visto acostarte con decenas de hombres y mujeres, no me siento amenazado.
Hoseok bufó. —No fueron tantos. No exageres.
—Ya no importa, ahora estás conmigo y sé que vas a terminar amándome.
—¿A sí?
—Sí, te voy a obligar a hacerlo.
Hoseok entonó una ceja, se volvió ligeramente para tomarlo de la cintura y subirlo a su regazo, Xiumin lo abrazó por los hombros, se veía lindo, acarició su espalda mojada y le sonrió socarron.
—¿Y cómo planeas hacerlo?
Xiumin beso su mejilla de forma dulce. —Primero, haré que me desees, tanto que no podrías aguantar sin tocarme.
—Eso suena interesante, estamos hablando mi idioma.
Movió ligeramente la cadera, sobre aquel miembro despierto, Hoseok gimió, antes de tomar su boca y besar con necesidad, no podía tener suficiente de su cuerpo. Xiumin levantó la cadera, ayudando a Hoseok a penetrarlo, bajo lentamente sobre su erección, jadeando por lo bien que le llenaba, beso su cuello, mordiendo su piel caliente. Comenzó moviendo ligeramente su cuerpo, en un vaivén lento, pero, delicioso.
—Estás haciendo un gran trabajo.
Xiumin lo besó, jadeando en su boca, probando el sabor de su lengua, siempre fue exquisito, el sabor era adictivo, creaba en su cuerpo sensaciones que no podía ignorar. Hoseok, por su parte probó con parsimonia la suavidad de sus labios, acariciando su cuerpo, aumentando las estocadas, tenerlo sobre él, moviéndose, con la poca iluminación, entre el agua cálida, mirando sus ojos brillantes, le hizo experimentar un sinfín de emociones que creyó muertas por mucho tiempo.
Cerró los ojos, mirando estrellas bajo sus párpados, Xiumin le abrazó con fuerza, su aliento cálido estaba en su oreja, causando cosquillas, afianzó sus manos en su cintura, ayudandolo a subir, se sentía muy bien estar en su interior. Parecía que todo lo demás podía desaparecer sin problema.
El éxtasis de sus cuerpos, en sintonía, les hizo cruzar la cumbre máxima del placer, Xiumin grito su nombre, y él gruñó, ambos llegando al climax tan esperado, no salió de su cuerpo, no quería hacerlo, deseaba quedarse ahí para siempre, lo abrazó, besando su hombro.
—Xiumin, hace mucho tiempo que lograste hacer que te deseara—susurró contra su piel—. Pienso en tu cuerpo, en estos momentos de forma constante, conozco cada rincón de tu cuerpo, me lo sé de memoria.
—¿Y te gusto?
—Me encantas.
Xiumin se separó y le miró con cariño. —Eres dulce Jung Hoseok, muy dulce.
—No siempre puedo ser un duro guerrero.
—Deberiamos ir a la habitación, una noche para nosotros dos.
Hoseok besó sus labios. —Me agrada la idea.
—El general Jung te busca, está en las caballerizas.
Xiumin quien estaba poniéndose la vestimenta de batalla asintió, habían despertado con la orden de ir a la zona de batalla para luchar y recuperar vivos a los tres consortes reales, los tres reyes estaban desesperados por encontrarlos, todos en el reino podían sentir la tensión recorrer sus venas.
Corrió hasta las caballerizas, no le gustaba ese lugar desde que se supo que ahí habían asesinado a una de las concubinas del rey. Entró conteniendo la respiración, cuando lo vio, acariciando a su caballo azabache, lo miró con seriedad. Él más que nadie sabía que Hoseok estaba muy molesto y desesperado porque todo comenzará.
—Mi señor, me ha llamado.
—Tengo una orden para ti Minseok.
Eran pocas veces las que Hoseok le llamaba Minseok, sólo cuando se trataba de algo serio.
—¿Cuál es mi señor?
—Quiero que te quedes en el castillo, vas a ayudar a cuidar a los nobles.
Era repentino, como uno de los mejores soldados no era común que se le pidiera no participar en batalla, se suponía que los guardias del palacio estaban capacitados para cuidarlo.
—Tengo órdenes de estar al frente mi señor, el general Lee me ha dado mi posición.
—Yo soy quien tiene la última palabra en todo lo referente al ejército, yo te doy órdenes y tú las sigues.
—Pero...
—Quiero que cuides del hermano menor del rey. Quédate aquí.
—He escuchado que el hermano del rey tiene mucha vigilancia, incluso que será mandado con los hijos de los reyes a otro lugar. No me necesita.
—Es una orden soldado.
Xiumin no quería aceptar, no podría soportar con el dolor de verlo ir a batalla sin saber si volverá.
—Declino su orden, porque no es sensata y no tiene un objetivo claro.
—¿Objetivo claro?
—Dime que no estás haciendo esto porque me acuesto contigo. Yo no quiero tratos especiales, voy a ir al campo de batalla.
Hoseok le observó con diversión, bufó asintiendo, para tomar camino, pasando a su lado, golpeó ligeramente su hombro, estaba molesto, suspiró pesadamente, regresando a su labor, pero, no pudo sacarse de la mente a Hoseok.
Terminó por escaparse para llegar al castillo y buscarlo, necesitaba verlo, saber que ambos estaban bien, busco rápidamente por todas partes, estaba quedándose sin opciones, cuando se plantó frente a una sala pequeña, la puerta no estaba realmente abierta, pero tampoco cerrada.
Podía escuchar las voces de Hoseok y de JiYong, el tío del rey, y hermano de la difunta reina, ambos parecían pelear.
—...Te dije que no lo quiero cerca de aquí, debiste asegurarte que se fuera a la villa Kim.
—No pude convencerlo.
—No quiero que salga del castillo, necesito que se quede aquí.
—Ya lo sé, tranquilo no va a salir, no sería capaz de dejarlo sin protección.
—Gracias, Jaehyun es mi hijo JiYong, y no quiero que nada le pase.
Los ojos de Xiumin se abrieron en demasia, pensó que había escuchado mal, dió un mal paso y se recargó de más en la pared, creando un ligero ruido.
—Escuché algo, no debemos hablar de esto aquí.
Camino lentamente al final del pasillo, para salir corriendo escaleras abajo, su corazón latia con mucha fuerza, se recargó en la pared de piedras del palacio, estaba confundido, si Jaehyun era el hijo de Hoseok ¿Quien era su madre? Tenía una idea, pero para él era imposible. Salió corriendo al campo donde todos estaban reunidos.
—Va a ser difícil, mucho, la mayoría de los que están aquí van a perder la vida, pero, lo harán por el beneficio de su reino, quiero que salgan y peleen como los guerreros que son.
Xiumin escuchaba atento al general Lee, Ken, hablaba con seriedad, podía ver cerca a los soldados del reino del Norte y RyuuMoon prepararse, todos y cada uno de ellos parecía bestias a punto de saltar a la yugular de cualquiera que se parará frente a ellos. Los había visto entrenar, si pensaba que Hoseok era atroz, era porque no había conocido a aquellos hombres. Los soldados del Norte aguantaban cualquier cosa, corrían en la madrugada, sin zapatos ni camisa, los soldados de ScarLanding no paraban de pelear hasta que alguno de ellos estuviera sangrando o desmayado. Estaba realmente impresionado.
—¡Tomen sus cosas y prepárense! Nos iremos en una hora.
Xiumin junto a sus compañeros emprendieron camino a el campo de armas, estaba nervioso, mucho, sus manos temblaban y sudaba frío, pero, no podía dar un paso atrás, menos cuando Hoseok se lo había pedido horas atrás, no podía darse por vencido, quería estar con él y protegerlo. Aún en su mente rondaba lo que había visto momentos atrás, tenía muchas dudas, todas sobre Hoseok.
Este tenía un hijo de quince años, que se había pronunciado como hermano del rey Namjoon, estaba confundido, pero, se mantendría callado.
—Xiumin—Chen, uno de sus compañeros se acercó a él rápidamente.
—Chen.
—¿Estás listo?
—No realmente—suspiró—. Es mi primera guerra.
—La mía también, mantente con vida, sólo eso te pido.
Había tenido una buena amistad con Chen, era quien más le ayudaba, un chico amable y dulce, le sonrió asintiendo, Chen se acercó para poner una mano en su hombro y apretar ligeramente.
—El general Jung te mando a la retaguardia.
—Ire al frente.
—Fue una orden.
—En batalla las órdenes como esa no importan—rio por lo bajo.
—Mucha suerte, nuestro deber es traer con bien a los consortes reales.
—Te veré al regresar—le dió un abrazo rápido.
Chen palmeo su espalda, y se separó rápidamente. Xiumin elevó una ceja, confundido por la reacción de Chen, se volvió y miró a Hoseok, parado cerca de Ken, mirándolo fijamente, cosa que le puso nervioso al instante. Ambos emprendieron camino. Él fue directo al cuartel de armas por un escudo, se adentró tomando uno.
—Te dije que tenías que quedarte ¿No vas a obedecer mis órdenes?
—Lo siento general, pero, mi deber está sobre todo.
Hoseok le miró fijamente, acercándose, Xiumin sintió su corazón latir con fuerza sobre humana, lo sentía tan cerca que podía oler su aroma, Hoseok estaba en completa seriedad, mostrando su faceta de guerrero.
—No mueras.
—No lo haré.
—Si se pone difícil, tienes que salir corriendo.
—¿Corriendo? No es eso lo que nos han enseñado.
—Al carajo lo que te hemos enseñado, allá afuera es la batalla real, no un simulacro, no es un entrenamiento, las cosas se ponen feas, debes regresar.
Xiumin estaba confundido, dió un paso al frente y puso una mano en la mejilla helada de Hoseok.
—¿Por qué tengo que regresar? Dímelo.
—Porque...es una orden.
—No es suficiente con eso.
—Escucha, quiero que estés aquí cuando regrese.
—Sólo voy a regresar si tú regresas también.
Hoseok lo tomó con fuerza de la nuca y lo acercó a sus labios, ambos, compartieron un beso doloroso, uno cargado de miedo y de desesperanza, porque sabían bien que cualquier cosa podía pasar. Al separarse, Hoseok dió un paso hacia atrás.
—Pelee bien soldado.
—Sí mi general—su voz sonó más decidida que nunca.
Hoseok no estaba mintiendo cuando le dijo que la batalla no se asemejaba a nada que hubiese vivido antes, el miedo le lleno de una adrenalina que no sabía que tenía, luchaba con fuerza, peleando con su espada, dando muerte a cualquiera que se acercará. Estaba rompiendo las reglas, siguiendo a Hoseok por el campo de batalla, pendiente de cada uno de sus movimientos, estaba seguro de que si alguien se acercaba a él lo suficiente, se interpondría en el ataque, muriendo para salvarlo.
El campo de batalla era un mar de sangre, soldado caían dando su último aliento, veía la muerte en los ojos de sus compañeros y en los del enemigo, había perdido parte de su concentración, tras matar a un hombre, cayó al suelo, estaba luchando por levantarse mientras que bloqueaba el ataque de otro de los guerreros, su cuerpo estaba al límite, pero no podía más, apretó la mandíbula, seguro de que moriría, cuando aquel hombre cayó a su lado, Hoseok le miró con reproche.
—Levantate y busca un lugar donde refugiarte, no te quiero ver aquí Xiumin.
Se levantó rápidamente, estaba por decir algo cuando Hoseok subió a su caballo nuevamente y salió disparado a quien sabe dónde, tomó su espada y el escudo, su brazo izquierdo sangraba debido a un corte que no había podido esquivar, estaba retrocediendo, el miedo estaba cargandolo, cuando los vio, huyendo a la costa, dos hombres, sus rostros jamás podría olvidarlos, mucho menos el emblema en su armadura, porque eran los únicos que lo llevaban visible. Soldados de las Cumbres.
Se distrajo, por lo que no vio la espada que iba contra él, no fue hasta que escuchó el grito feroz de un soldado del Norte, quien le había salvado, peleó con astucia, tomando atención, tenía que sobrevivir. Necesitaba ver a Hoseok de nuevo.
Corría por el campo de batalla, buscándolo, cuando vio a algunos soldados moverse, los enemigos estaban retrocediendo, después de haber escuchado un cañón que provenía de un barco en la costa, confundido, peleó contra los últimos soldados que quedaban, cuando estuvieron muertos debido a su espada, corrió a la cabaña, sus piernas temblaban, no era el único que se acercaba a ese lugar.
—¡El rey ha muerto!
Los soldados estaban consternados, porque nadie estaba seguro de a cual de los tres reyes se referían, cuando llegó a lo alto de aquel acantilado, vio, al rey SeokJin llorando como loco en el borde, los otros dos reyes estaban sosteniendolo, entonces supo que fue su rey quién había caído.
Miró por todas partes, desesperado, entonces lo vio, Hoseok estaba parado en medio de aquel lugar, mirando el cuerpo inherte de aquel joven muchacho. Su hijo.
Podía ver sus manos hechas puños, y su mandíbula apretada, tratando de sostener sus lágrimas, quiso acercarse, pero le fue imposible.
Había mucho trabajo por hacer, desde levantar los cuerpos, investigar y dar aviso a sus generales que estaba con vida, la misión había sido un éxito de no ser por la muerte de Kim Namjoon.
Cuando regresaron al castillo, cansados, sucios y con la tristeza en sus ojos quiso buscarlo, estaba desesperado por encontrarlo.
—¿Has visto al general Jung?
Chen, quien estaba con la cabeza vendada negó. —Debe estar en el castillo, ya sabes, Namjoon era como un hermano para él.
—¿Estás bien?
—Me dieron un golpe en la cabeza con una piedra, quedé inconsciente, tal vez pensaron que había muerto.
—Es bueno que no lo hayas hecho.
—¿Estás herido?
—No.
—Tú brazo ¿Estás sangrando?
—No es mi sangre—mintió—. Nos vemos después, descansa.
Se escabulló por el campo de entrenamiento, dónde estaban todos esperando, nadie noto su presencia, porque estaban muy ocupados atendiendo a los reyes, por lo que había escuchado el rey SeokJin estaba en un estado de histeria, el rey Jeon Taehyung y el rey Min Jimin estaban heridos, y eran atendidos.
Vagaba por los pasillos del castillo, hasta que vio a una mucama caminar rápidamente por uno de estos.
—Señorita, disculpe ¿Sabe dónde está el general Jung?
La mujer asintió. —Esta en una de las habitaciones del ala este, con permiso.
Xiumin asintió, caminando a donde ella le indicaba, pasaba por las habitaciones, sin saber dónde estaba exactamente, hasta que llegó a una habitación cerrada, la voz de Hoseok y de alguien más era notoria, se quedó en un rincón, esperando que el acompañante de Hoseok saliera, sentía una presión en la boca del estómago, su mente estaba transitando por múltiples escenarios, que le llenaban de tristeza, pensaba que estaba con alguien más, tratando de olvidar.
Esperó por mucho tiempo, lo suficiente para que la herida que tenía en el brazo comenzará a doler. Así, hasta que la puerta se abrió, miró bajo la sombra salir al rey Jeon, quien lucía cansado, desapareció por el pasillo, Xiumin salió de su escondite y se adentró a la habitación sin llamar.
Hoseok estaba sentado en una silla, bebiendo una botella de alcohol nueva, en la mesa había un par más vacías, recibió una morada oscura, Xiumin se puso nervioso.
—¿Qué haces aquí?
—Vine a ver cómo estaba, yo...lamento mucho lo de...—paro en seco, relamió sus labios, no estaba seguro de cómo tomaría Hoseok que él supiera la verdad—. Lo sucedido, lo siento.
Hoseok suspiró profundamente. —Gracias, ve a descansar.
Por el sonido de su voz, podía decir con certeza que no estaba muy sobrio, apenas y podía mantener su mirada.
—¿Puedo ayudarte en algo?
—No, no ahora...no estoy pensando bien.
—Sé que no lo estás pasando bien, quiero ayudar si puedo.
Hubo silencio por unos momentos, hasta que Hoseok, dejó la botella en la mesa y alargó el brazo.
—Ven.
Xiumin se movió nervioso, tomó su mano, Hoseok lo uso como apoyo para levantarse, cuando estuvo de pie, lo jaló hacia su cuerpo, lo volvió, haciendo que quedara frente a la mesa, contuvo la respiración cuando sintió como bajaba sus pantalones, sentía el aliento en su cuello, besando sin medida, entró de una en su cuerpo, soltó un jadeó, Hoseok, tomó su cadera con fuerza, mucha más de la común, enterraba sus dedos en su piel, sus uñas en su carne, gimió, pero de dolor, era una bestia, gruñía sobre su cuello, lo hizo retorcerse, tiro las botellas de la mesa, cubrió su cuerpo entero, se enterró en lo más profundo de su ser, estaba tan afectado, que no pudo hacer nada más que quedarse quieto, o al menos eso pensaba, porque Hoseok apretó sus brazos para sostenerlo mejor y lastimo su herida, sollozo ligeramente, pero, el otro pareció no escucharlo, se mantuvo así, hasta que terminó en su interior.
Abrazo su cuerpo y respiro de forma inestable en su nuca, Xiumin apretó la mandíbula para no llorar. Su brazo dolía demasiado, Hoseok quito sus manos y lo volvió de inmediato. Al ver su rostro pudo apreciar su confusión.
—Estás herido.
Sus manos comenzaron a quitarle la parte superior del traje de combate, dejando su cuerpo al descubierto, bajo por los hombros con cuidado, y miró su brazo izquierdo.
—Te lastimé, yo...
—No es nada yo...
Hoseok lo cargo en brazos, se asustó, pensaba que por lo ebrio que se encontraba no podría sostenerlo, pero, extrañamente había podido mantener el equilibrio. Fueron al cuarto de baño, dónde la tina estaba llena de agua, lo bajo lentamente, el agua estaba tibia, posiblemente la habían subido hace rato para él.
Se quedó sentado mirando el agua, Hoseok comenzó a lavar su herida manchando el agua de carmín.
—Lo lamento, yo...por eso te dije que te fueras, no estoy pensando bien.
—Te dije que te ayudaría, no hay problema, está bien.
—Tus ojos me dicen lo contrario.
—Estás muy ebrio para saberlo.
—Al momento de ver tu brazo sangrando, el alcohol ha bajado un poco.
Se quedaron en silencio, mientras que Hoseok ayudaba a lavarlo.
—Ven conmigo, entra.
—No quiero lastimarte.
—Quiero ayudarte a lavar tus heridas también.
Hoseok lo pensó unos momentos antes de comenzar a desnudarse, tenían la fortuna de que la tina sea grande y que su cuerpo fuera más pequeño, lo vio entrar, se quedó ahí mirándolo con seriedad. Xiumin se lavanto un poco y tomó el trapo para comenzar a lavarlo, Hoseok cerró los ojos, los mantuvo así por unos momentos, hasta que se levantó, lo tomó de la cintura con cuidado y le ayudó a salir, ambos mojados caminaron hacia la cama, se sentaron frente al otro, Hoseok tomó un poco de ungüento y le aplicó en la herida, después vendó.
—Lamento haberte lastimado.
—Tranquilo, no pasa nada.
Hoseok tembló, mordió con fuerza su labio inferior.
—No tienes que contenerte, no conmigo. Yo no te voy a juzgar.
Entonces lo abrazó con fuerza, escondiendo la cabeza en su hombro. Y las lágrimas descendieron por sus mejillas de forma violenta, sollozaba con fuerza, Xiumin dejo que sus lágrimas recorrieran sus mejillas, acarició su cabello, besando su cabeza, no entendía su dolor, pero lo hacía propio.
—Ya no me queda nada—sollozo—. Sólo me quedas tú. No puedes dejarme, no puedes irte.
—Jamás me iré.
—Tienes que perdonar a este imbécil, no quise hacer eso de esa manera, no te voy a lastimar, lo prometo.
—No me lastimas, tranquilo.
—Abrazame, por favor.
Cayeron a la cama, le abrazó con fuerza, permitiendo que llorara, consolando sus lamentos, porque no sólo había perdido un amigo, sino también un hijo. Y no podía imaginar su dolor.
Poco tiempo después se quedaron dormidos, abrazados, dándose calor.
—¿Hoseok? —susurró adormecido, mirando alrededor, había dormido demasiado, pero su cuerpo estaba adolorido por la batalla.
—Duerme, apenas está amaneciendo, pedí que te trajeran algo de comer.
Lo miró vestido con un traje fúnebre, tragó en seco, Hoseok se sentó a su lado, acariciando su cabello.
—Debería estar en pie.
—No, los servicios fúnebres van a comenzar más tarde—suspiró—. Descansa más.
Le dió un beso en la frente y se encaminó a la salida, antes de irse le miró sobre su hombro y sonrió. Una sonrisa tan melancólica que le hizo adolecer el corazón. Quería sanarlo, quería que estuviera bien. Lo necesitaba.
Se despertó con la respiración errática, estaba recostado en el pecho desnudo de Hoseok, se levantó con mucho cuidado de no despertarlo, tenía que salir de ahí rápidamente, había recordado algo muy importante. Se vistió con sumo cuidado, tomó la capa y comenzó a avanzar a la salida. Tomó el pomo de la puerta y contuvo la respiración.
—¿A dónde se supone que vas Jung Minseok?
Paró en seco, tragando miró sobre su hombro a Hoseok, quien le observaba con los brazos cruzados en el pecho y una ceja alzada. Suspiró pesadamente...
Lamento la tardanza 🤍🤍
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