Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16

La tensión se sentía en cada espacio de esa habitación. Hubo un momento en el que Hoseok se quedó completamente quieto, con miles de pensamientos corriendo por su mente, todo se nubló a su alrededor, se puso de pie, caminando hacia la salida, pero Ken lo detuvo. Al sentir las manos sobre su cuerpo se removió tratando de quitárselas de encima.

—¡Hoseok basta!

—¡Suéltame!

Ken se negó, Jackson se unió para impedir su paso, en ese estado no estaban seguros de lo que sería capaz de hacer.

—¡¿Qué piensas que vas a hacer?! ¿Lo vas a sacar de ahí como si nada? Piensa, sé sensato, no puedes arriesgarlo de esa manera.

—¡Lo van a matar!

—No—negó Jackson—. Antes tienen que hacer un juicio.

SeokJin quien se había mantenido en silencio pensando, se acercó a Hoseok, planteándose frente a él. Podía ver en sus ojos la furia, lo conocía muy bien cómo para saber que Jung Hoseok era capaz de hacer una locura.

—Ellos no saben que tú estás implicado, bueno, no de esa manera, tenemos que ser más inteligentes, piensa Hoseok, una estrategia.

Hoseok se detuvo de luchar, cerró los ojos, todo lo que había estado temiendo desde la noche anterior y que lo dejó en vela ahora estaba frente a él, nadie comprendía lo que estaba pasando por su mente y el miedo que tenía, no fue hasta que escucharon la puerta, que la tensión se volvió más densa. Jiyong entró junto a dos soldados.

—El consejo ha llamado a la detención de Jung Hoseok, por su complicidad en el caso de Kim Minseok. Lo siento.

Era el protocolo, ellos lo sabían, por esa razón, SeokJin se acercó a Hoseok. —No digas, ni hagas nada, trataré de que el juicio sea esta tarde, Hoseok, recuerda, la ignorancia no te hace culpable.

—¿Qué? —preguntó entrecerrando los ojos.

No escuchó la respuesta, porque, los soldados habían entrado para escoltarlo a los calabozos a la espera del juicio, ellos no lo tocaron, le indicaron el camino, estaba seguro de que sus hombres no se encontraban felices de su detención. No le importaba lo que pudiera pasarle en esos momentos, su única preocupación era Xiumin.

SeokJin observó cómo se lo llevaban con una mueca, aunque quería impedirlo, sabía bien que no era la forma de salvarlos del problema, al contrario, sólo haría que aceleraran las cosas. Ken y Jackson se quedaron en silencio.

—¿Cómo es que supieron dónde estaba? Yo y dos hombres de confianza éramos los únicos que lo sabían.

JiYong quien no había salido de inmediato suspiró. —Fue DongHae quien entregó la noticia al consejo, quien lo descubrió fue el general Seo.

—Chanbien, el lacayo de Seungri—asintió Jackson.

—Le tendieron una trampa, lo estaban vigilando, claro que no se quedarían de brazos cruzados después de lo que hizo en la reunión, ahora, lo importante es saber cómo lo sacaremos de esto.

—Es sencillo Ken—dijo JiYong con seriedad—. A quien debemos salvar es a Hoseok, que diga que ese chico sólo estaba buscando apoyo, puede alegar que el hijo no es suyo y que es un traidor, que estaba aquí para acusarlo, pero que se adelantaron.

SeokJin negó de inmediato. —No Jiyong, en esta situación tienes que salvar a los dos o a ninguno, Hoseok está demasiado involucrado sentimentalmente con el soldado Kim, si hacemos eso, nos odiara, y dios sabe que nadie de nosotros quiere a un Jung como enemigo, tenemos que armar una cuartada. Ken, necesito que reúnas a los hombres que entrenaron con Xiumin, ellos deben de declarar, porque ninguno sabía que era doncel ¿Verdad?

Ken asintió. —Nadie lo sabía, ni Hoseok, se acaba de enterar.

—Minseok tampoco lo sabía, esto fue una sorpresa para él, ¿Entienden?

—La ignorancia te hace inocente—asintió Jackson con una sonrisa ladina. 
















Caminaba molesto, porque ese día llegarían de la capital nuevos soldados que tenía que entrenar, chiquillos de entre dieciséis y dieciocho años, eran una burla, pero después de un mes lograba hacerlos hombres, sus métodos de entrenamiento no eran los más ortodoxos del mundo, ni los más humanizados, pero servían en su cometido.

Sus hombres estaban en fila, sonriendo, porque esperaban divertirse con los nuevos, les darían  lecciones que recordarian toda su vida, novatadas, Hoseok no intervenía, era una tradición.

Los muchachos llegaron, caminando, sudados y sedientos, Ken, quien venía de la capital, se bajó del caballo y se acercó a él.

—Todos tuyos—dijo con una sonrisa.

—¿No te quedarás para el festín?

Hizo una ligera mueca. —Tengo que volver, su majestad me necesita.

—Si, me imagino que te necesita mucho, sólo recuerda tener cuidado, nadie le quita al León su presa.

Ken asintió. —Son jóvenes, pero han hecho un buen trabajo en la capital, el rey Kim, quiere que los entrenes con fuerza, la mayoría se ellos tiene que volver a la capital.

—Si Namjoon lo quiere lo haré, pero no quiero quejas después—se volvió hacia los jóvenes que miraban alrededor temerosos, eran por lo menos veinte—. ¡En fila!

Rápidamente se movieron, haciendo una fila desorganizada, bajando la cabeza y temblando ligeramente. Hoseok se regocijo con aquellas reacciones, no recordaba ser tan débil en su juventud. Caminó con las manos enlazadas en la espalda, yendo de un lado al otro, observando fijamente a los nuevos, aún se veían jóvenes, inexpertos y sus cuerpos no tenían la musculatura adecuada.

—Nombre y edad—dijo parándose frente a uno de ellos.

Uno a uno fue diciendo su nombre y la edad, con voz temblorosa y sin mirarlo a los ojos. Así, hasta que llegó frente a un chico que mantenía la vista en alto, su cabello negro, brillante, ojos expresivos que le observaron fijamente, su mirada era tan profunda que elevó una ceja curioso.

—¿Nombre?

—Kim Minseok, pero me dicen Xiumin, tengo dieciocho años señor.

La voz clara impresionó hasta a sus soldados, Hoseok asintió.

—Xiumin, bienvenido—susurró siguiendo su recorrido.

La siguiente fase era dejarlos en ropa interior y hacerlos correr por todo el campo hasta que llegara la noche, mientras lo hacían eran humillados, se les lanzaba agua, lodo y piedras, se les gritaba apodos hirientes, y si alguno paraba o caía, les cortaban el cabello. Hoseok observaba todo con un sonrisa sádica, sólo así, sus soldados aguantarán estar en cualquier lugar y temerian parar. La noche oscureció, y solo cinco estuvieron de pie, aunque parecía que en cualquier momento se iban a desmayar, entre ellos, Xiumin, quien estaba destrozado, sucio y sudoroso, pero miraba fijamente a sus generales, esperando la siguiente orden.

Después de ese recorrido, prendían las antorchas y los ponían a pelear, sin espada, a puño limpio, evaluaba su fuerza, su rendimiento luego de estar en condiciones deplorables.

Se sentó mirando, con una botella de alcohol en la mano, Ken a su lado reía, por lo torpes que eran, después de una semana podrían hacer todo eso sin problema alguno, pero, por el momento eran novatos, niños que aprendían a ser hombres.

—Mira a ese—dijo señalando a dos chicos que peleaban barbaricos.

Hoseok elevó una ceja. —¿Qué sabes de Xiumin? Es bueno.

—Es hijo del soldado Kim Hansol, un veterano de la guerra, murió hace unos cinco años, por lo que sé lo entrenaba junto a su hermano, este murió hace dos años.

—Entiendo—asintió sin despegar la mirada de él.

Sus movimientos no eran expertos, pero sí precisos, se daba cuenta que sonreía cada que recibía un golpe, regresando el ataque con mayor fuerza, aunque parecía un niño delicado, demostraba todo lo contrario. Y Hoseok, no dejaba de verlo, se concentró tanto en él que soltó una carcajada cuando su contrincante cayó de rodillas, Xiumin sonrió victorioso, desde ahí, la chispa se encendió, sin siquiera darse cuenta.

Al cabo de dos horas todos descansaban, él se había quedado al lado de Ken y otros de sus hombres bebiendo, estaban riendo debido a la diversión que les causaba tener gente nueva a la cual adiestrar.

—Namjoon quiere personas fuertes, pero es demasiado indulgente con los soldados de la capital, no puedo hacer todo el trabajo.

—Ahora menos, está muy ocupado trayendo nuevas mujeres al harem.

—Ken, si quieres mi consejo, no te involucres demasiado, sé que estás en algo con...pero, no pierdas la cabeza.

—Es fácil para ti decirlo, nunca has estado enamorado.

Hoseok rio por lo bajo debido a la ironía de sus palabras. —Si supieras.

Dejo que bebieran hasta no saber de sí mismos, mientras él estaba sumido en sus pensamientos, había cosas que le dolían hasta el alma, situaciones que jamás remediaria y que lo hacían sentirse desdichado e infeliz. No había escapatoria para el destino, ni para el peso de los recuerdos.

—Tomaré un baño—se dirigió a su tienda, tomó una toalla y salió, todo estaba en completo silencio, caminó al río cercano.

El sauce estaba tranquilo, se quitó toda la ropa y se adentró, el agua estaba fría, pero le encantaba de esa manera, se detuvo hasta que el agua llegó a su cadera, entonces se agachó para sumergirse, salió peinando su cabello mojado hacia atrás, en ese instante, escuchó pasos acercándose, se volvió lentamente mirando a alguien que se quedaba petrificado en la orilla.

—Lo siento señor.

—Está bien, entra.

El chico se quedó parado sin habla. —Puedo volver después.

Hoseok soltó una carcajada. —Debes acostumbrarte, está es la vida a la que estas desafinado, bañarte y que otros te vean, es el menor de tus problemas.

Xiumin asintió, comenzó a quitarse la ropa y Hoseok se volvió hacia el frente para no mirarlo, sabía que al ser jóvenes no estaban acostumbrados a esa clase de comportamiento sin pudor.

—¡Está fría!

—No lo pienses, solo zambullete.

Escuchó maldiciones antes de que el agua se agitara, lo vio de reojo entrar de una y salir temblando, soltó una carcajada divertido.

—¿Tienes jabón? —preguntó con normalidad—. Lo olvidé.

Xiumin le tendió una barra de jabón y le sonrió. —Aquí tiene señor.

Lo tomó para comenzar a pasarlo por su cuerpo, dándose cuenta que Xiumin no le quitaba la vista de encima, sus ojos vagaban a su pecho, elevó una ceja.

—¿Interesante la vista?

—Lo siento—dijo desviando la mirada.

—No te preocupes, tu cuerpo también se verá así a medida que entrenes.

—Eso espero—asintió sonriendo—. No me gusta ser tan delgado y pequeño.

—Tu estatura te ayuda a tener mayor agilidad. Tienes que aprender a trabajar con lo que te tocó.

—Entiendo—susurró.

—Ten—alargó la mano para entregarle el jabón.

Ambos se limpiaron en silencio, Hoseok, se sentía curioso, el chico sabía pelear muy bien, estaba seguro de que con entrenamiento sería uno de sus mejores guerreros.

—Sabes pelear bien, también, tienes buena resistencia ¿Por qué?

—Mi padre nos entrenaba a mi hermano y a mi, aprendimos bien, desde niño nos mostró la forma en la que se entrenaba y crecimos con la idea de lo que se tiene que hacer en el campo de batalla. Era un buen soldado.

—Ya lo creo, presta atención a los entrenamientos, tienes talento.

—Gracias general Jung. Usted es una leyenda, todos hablan de lo magnifico que es peleando.

—Lo soy—se encogió de hombros. La modestia no existía en su vocabulario—. Descansa.

Estaba por irse, cuando escuchó el grito de Xiumin, y el chapoteo del agua, se volvió sin encontrarlo.

—¡¿Xiumin?!

Se acercó a donde había estado segundos atrás, se sumergió, pero la oscuridad no le permitió ver nada, buscó con sus manos, hasta que dio con su cuerpo, lo tomó del brazo y lo jalo hacia su cuerpo, ambos salieron a la superficie, con el cabello goteando, su mano estaba afianzada en su cintura, la cual era pequeña, su piel suave, parpadeo mirándolo perplejo.

—¿Estás bien?

—Pise algo lamoso—susurró sin dejar de mirar sus ojos. Brillaba y Hoseok lo soltó con cuidado.

—Ten más cuidado—se volvió retomando su camino, saliendo del río, enredo la toalla en su cadera y se fue tomando su ropa.

Xiumin no le despegó la vista, sus mejillas estaban sonrosadas, sonrió tímidamente antes de sumergirse en el agua.









Los días entrenando a los nuevos soldados eran largos y duros, Hoseok era un tirano, todo el mundo lo sabía, así que no fue blando con ninguno de ellos y al cabo de dos semanas los resultados se estaban viendo, de enquencles a hombres fuertes que luchaban hasta el cansancio.

Por las noches descansaban, o bebían, él los miraba más activos y cooperativos, se adentró a su tienda en tranquilidad, beberia solo, porque era una forma de deseatresarse, amana beber y odiaba estar solo, por lo que quedar alcoholizado le ayudaba a no pensar.

Sin embargo, esa noche en la madrugada, alguien llegó a su tienda, lo vio entrar sin llamar, sus ojos brillantes que le trastocaban, su cuerpo cubierto con el traje de batalla. Hoseok no era estupido, le era sencillo leer a las personas, y lo que Xiumin estaba haciendo era una incitación a mirarlo.

En los entrenamientos trataba de llamar su atención siendo el mejor, su sonrisa lo delataba cada vez que se miraban, siempre había tenido especial interés en personas fuertes y capaces, que sabían lo que querían. Tanto hombres, como mujeres o donceles, no le importaba el género, no le importaba nada, le gustaba el sexo, disfrutar de su libertad, y ese chico entraba en los estándares de todo lo que deseaba tener.

—¿Estás realmente seguro?

Xiumin asintió. —Lo estoy señor.

Hoseok se puso de pie, caminó hacia él, lo ponía nervioso y lo sabía bien, se posicionó a su espalda hablando en su oído.

—¿Realmente seguro?

—Sí.

Xiumin se dio la vuelta, lo tomó de las mejillas y lo besó, Hoseok rio por lo bajo, siguió el beso, que no era muy bueno, sentía la inexperiencia del otro, sin pensarlo, tomó su traje y comenzó a desnudarlo, dejando al descubierto su piel suave y delicada. Nadie podía pensar que ese chico era un az del combate.

—Acuéstate.

Acató la orden, se recostó en el montón de mantas mientras él se quitaba la ropa y se acostaba sobre su cuerpo, abriendo sus piernas.

—¿Has estado con un hombre antes?

—N..no—susurró.

—¿Con una mujer o doncel?

—No señor—dijo con una mueca.

—¿Soy el primero?

—Sí.

En sus veintiséis años jamás había estado con alguien casto o virgen, sonrió ladino, ser el primero, siempre era una buena sensación.

—Bien, entonces, tendrás la dicha de que tu primera vez sea con alguien como yo.

Xiumin gimio y besó sus labios desesperado. Era la primera vez que lo tocaban, y aunque Hoseok, pensaba que era una cosa de una sola vez, se convirtió en más, porque a pesar de estar con más personas, siempre regresaba a él, a la calidez de su cuerpo. Ahí fue el inicio de su historia....







Hoseok estaba pensando en aquella primera noche a su lado, habían pasado más de seis años, y ahora, se encontraba en esa celda, pensando lo peor, porque tal vez, ninguno podría sobrevivir a las leyes de Scarlanding.

—Te fallé Taeyon, no pude mantener mi promesa. Lo siento.












SeokJin tenía malos recuerdos de aquellas celdas, su piel se erizaba cada que estaba por los calabozos, con aquel aroma fétido y la humedad, además de que todo estaba en completa oscuridad, espero a que abrieran la celda para entrar seguido de Ken y Jackson.

Lo vio recostado en la cama dando la espalda, parecía pequeño, quien lo viera no pensaría que era el mismo guerrero que sin pensarlo se lanzó hacia una flecha para protejer a una niña inocente.

—Kim Minseok, tú rey está aquí—dijo Ken de forma autoritaria.

Xiumin se levantó de golpe, ignorando el mareo que atacaba su cuerpo, se bajó de la cama de piedra y se hincó hacia su rey, bajando la cabeza al suelo. Sus ojos picaban con ganas de llorar.

—Mi señor—dijo en un balbuceo.

—Levántate.

—Lo siento, en verdad lo lamento mi señor, yo no quería ser un traidor, no quería mentir. Perdóneme.

—Xiumin levántate—dijo Jin con un vuelco en el corazón.

—Mi señor, se lo suplico, el general Jung no tiene nada que ver, estaba en su casa por ayuda, pero él me iba a entregar.

—Niño levántate—susurró con un nudo en la garganta.

—Aceptaré cualquier castigo, porque creo en las leyes de Scarlanding, mi señor, perdóneme.

—Soldado levántese es una orden—dijo con frialdad.

Xiumin se levantó de inmediato sin alzar la cabeza, sus manos temblaban, trataba de cubrir su pequeño vientre que era visible por lo delgado de su cuerpo, SeokJin se acercó y lo abrazó con fuerza, acariciando sus hombros.

—Tranquilo.

—Mi señor—tembló antes de comenzar a llorar.

—No llores, tranquilo—lo separó de su cuerpo y le observó—. Mírame—cuando elevó la vista, se dio cuenta de su semblante deshecho, estaba demacrado, con círculos negros bajo sus ojos.

—No quería que esto pasara, lo lamentó mi señor.

—El padre es Hoseok ¿Verdad? —preguntó tratando de analizar sus reacciones.

Xiumin tembló. —Él no lo sabía, yo tuve la culpa, yo mentí, pero él es inocente señor, le suplico que haga lo posible para que no lo involucren.

—¿Morirás por salvarlo a él?

—Sin dudarlo—asintió, sus ojos no mostraban más que seguridad de sus palabras.

SeokJin sonrió. —Bueno—suspiró acariciando su cabello—. Eso no va a pasar, porque tú no lo sabías, tú no sabías que eras doncel.

—Pero...

—Sí, Xiumin, creciste con hombres guerreros, te entrenaron para ser uno, por eso, tú no sabías de tu condición, y cuando lo supiste sentiste miedo y te fuiste, no querías caer en desgracia, ¿Verdad?

Xiumin frunció el ceño confundido, miró de reojo a Ken quien asintió.

—Así es Xiumin, tú no lo sabías, no había forma de saberlo y en los estudios médicos nunca dieron indicio de que lo fueras.

—Yo...

—Ni tú ni Hoseok lo sabían, ¿Entiendes?

Al ver la sonrisa de SeokJin, Xiumin se encogió, tal vez, había una forma de salvarse.

🤍


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro