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12

El día estaba nublado. Relampagueaba, sin embargo, eso no fue motivo suficiente para cancelar el entrenamiento, en su mente estaban presentes las palabras de Namjoon, sobre su temor acerca del futuro, no deseaba que sus hijos se quedaran sin la protección de un ejército digno, tampoco él, Hoseok estaba seguro de que su estadía en el castillo no era casualidad, que Namjoon le había llamado porque confiaba en él. Y no lo iba a defraudar.

Observaba con seriedad el entrenamiento de dos de sus hombres, uno de ellos llamaba más su atención, se movía bien a pesar de haber estado un mes fuera de combate. Era pequeño, lo que le daba la ventaja de ser ligero, astuto con sus movimientos, pero torpe con sus manos, su cuerpo se veía bien en aquel traje de combate, sus ojos eran profundos, su mirada misteriosa, tal y como la tenía cuando estaba en medio de un orgasmo, trató de despejar de su mente aquel recuerdo de la noche anterior. Por eso, enamorarse era un problema, lo desviaba de su verdadero objetivo.

Mentiría si dijera que no le gustaba verlo, le atraía demasiado, era dulce, apuesto y tenía un buen cuerpo, molesto gruñó cuando este cayó al suelo.

—¡Pareces un novato soldado! —gritó—. Un imbecil inútil. Si no te pones en forma te irás.

Todos se quedaron en silencio, Xiumin bajo la mirada humillado, Hoseok molesto por sentir lo que estaba sintiendo se acercó a él.

—Cuando hablo espero que me mire a la cara.

Elevó su vista y susojos se encontraron. —Lo siento señor.

—¿Por qué lo sientes? ¿Por ser un incompetente? O ¿Por ser un descuidado?

Para nadie era un misterio que el general Jung estaba intimando com Xiumin, pero, este jamás había reaccionado de esa manera, les hacia pensar que en realidad nadie tenía posibilidades contra Jung Hoseok, que este no discriminaba a la hora de humillar y llamar la atención, lo cual era una gran vergüenza para quien estaba en esa situación. Sin embargo, admiraron la fortaleza de Xiumin para mantener la mirada en alto sin doblegarse.

—Mis disculpas mi señor, no volveré a ser descuidado.

—Eso espero, porque si lo haces no dudaré en mandarte a custodiar la corte.

La lluvia comenzó a caer, Hoseok no despegó su mirada de Xiumin, quien no se veía afectado por lo que había dicho, había una nota de ferocidad en sus ojos que realmente le gustaba. Le estaba poniendo caliente, así que desvió la mirada.

—Se acabó por hoy—dijo mirando como sus hombres hacían una reverencia y cada uno rompía filas para irse.

El campo se fue despejando poco a poco, de reojo observó cómo Xiumin caminaba cabizbajo a la bodega de armas, miró alrededor y le siguió, se sentía un idiota por haberlo tratado de esa manera frente a todos, sin embargo, no sabía bien cómo manejar sus sentimientos, gruñó, no estaba acostumbrado a perder la cabeza de esa manera, se adentró y cerró la puerta, debido al ruido Xiumin se volvió para mirarlo, sus ojos estaban rojos, posiblemente por haber retenido las lágrimas de enojo.

—Quiero estar solo—dijo mientras acomodaba uno de los mazos que había tomado.

—No te enojes.

—Decir eso no me hará sentir menos enojado—gruñó.

Hoseok suspiró y se acercó a él. —Lo siento.

—¿Por qué lo sientes? ¿Por ser un tirano? O ¿Por ser un idiota?

—Supongo que por las dos. Ya, quita esa cara.

—Me acabas de humillar en frente de todos.

—Aquí no eres mi novio, eres mi soldado y si haces algo mal te lo haré saber de la misma forma en que se lo hago saber a los demás.

Xiumin desvió la mirada. —Idiota.

Hoseok reprimió una carcajada, se acercó a él y lo tomó de la cintura, agradeciendo que este no huyera de su agarre, llevó el rostro a su cuello, olía demasiado bien, besó tenuemente, subiendo sus besos a su oreja.

—Perdóname, no puedes estar molesto conmigo.

—¿Por qué no?

—Porque no lo tienes permitido. Anda, mírame.

—No soy un inútil.

—No lo eres—susurró acariciando su trasero.

—Ni un imbecil.

—No, claro que no, eres mi guerrero, por eso tienes que ser mejor que los demás.

Xiumin lo tomó de las mejillas y comenzó a besarlo de forma posesiva y profunda, Hoseok suspiró, ahogado de deseo, llevó sus manos al pantalón ajeno y comenzó a desabrocharlo, bajandolo junto a su ropa interior, lo volteó, de forma que sus manos quedaron en la pared, acarició su cadera y mordió el lóbulo de su oreja haciéndolo gemir.

Desabrocho su propio pantalón, para sacar su muy despierta erección y penetrarlo de una, para que no gritara, le puso la mano en su boca.

—Shhh—murmuró—. En silencio.

Empezó con estocadas fuertes, le había puesto tan duro verlo entrenar que no podía contenerse, Xiumin gimoteaba siendo callado por su mano, estaban perdidos en la lujuria de su encuentro, parecía que ninguno podía tener suficiente del otro, era un desborde de emociones y pasión.

—Me encantas—gruñó yendo aún más fuerte, Xiumin estaba experimentando tanto, que sus piernas se encontraban débiles, a punto de caer de no ser por la mano de Hoseok que lo mantenía en su lugar.

Gritó cuando se vino, esto hizo que Hoseok llegara más al fondo, mordiendo su labio inferior, terminando por llenarlo con su semilla, se quedó unos momentos abrazandolo, dejando que hablara, pero este lo único que podía hacer era tomar aire.

—¿Me has perdonado?

—S...sí—susurró.

—Bien—se separó para ayudarlo a ponerse los pantalones, él abrocho el suyo—. Ve a casa y no me esperes, haré guardia, nos vemos más tarde—besó tenuemente sus labios y salió rápidamente de ahí.

Xiumin espero para desplomarse en el piso, sintiendo el peor mareo de su vida, incluso peor, que los que había estado sintiendo por las mañanas y cuando entrenaba, tomó aire, su cuerpo se sentía frío, quería vomitar, pero se acostó en el piso tratando de recuperarse.

Abrió los ojos lentamente, que se llenaron de lágrimas. —No, por favor, no.

Estaba jodido, y sabía bien que pasaría poco tiempo para que la verdad se describiera y así, morir. Porque las leyes de Scarlanding nunca serían indulgentes con los mentirosos.

















Hoseok entró a la oficina de Jin, quien estaba mirando con el ceño fruncido una carta.

—¿Algo anda mal?

Este elevó la vista y negó.  —Es mi padre, quiere que vaya a verlo junto a los niños, pero no es posible en este momento.

—Es mejor que te quedes en el castillo, cualquiera podría aprovecharse de tu ausencia.

—Ya lo creo—suspiró—. Mañana comienzan los tres días de festival ¿Sabes lo que significa?

—No entrenamiento, y buen alcohol.

—Eso mismo, este año no habrá baile en el castillo, no quiero gente ajena aquí, pero habrán varias festividades en el reino, me voy a relajar con mis niños.

—¿No saldrás? —preguntó con una ceja alzada.

—No, tal vez para las velas flotantes, para más no, aún estoy en luto.

—Ha pasado un año, podrías ir a alguna festividad.

—Prefiero no hacerlo, me quedaré, tú puedes divertirte, conozco algunos donceles muy lindos que están interesados en ti.

Hoseok rodó los ojos. —No empieces, si te quedas también lo haré, dejemos que Jackson vaya con su familia.

—Me parece bien, después de esos días podrías ir a la frontera como lo pediste ¿Cuánto planeas quedarte?

—Dos semanas o un mes, hay muchas cosas que tengo que supervisar ¿Trataras de no meterte en problemas?

—Lo voy a intentar—rio por lo bajo—. Ve con bien, y regresa pronto.

—Lo haré.

Al mirar su rostro se dio cuenta de algo, SeokJin, al igual que los reyes, eran fáciles de leer, sobre todo para él.

—Ya dilo.

—Tengo curiosidad, hay un rumor que dice que estás saliendo con un soldado.

—Que sapos—rodó los ojos—. Mi vida sexual le vale un carajo a todos.

—Oh vamo, dime quién es—retó con una sonrisa de burla.

—Lo conoces, Minseok—respondió a regañadientes.

Los ojos de Jin se ampliaron, boqueo por unos momentos antes de bufar.

—¿Y por qué lo trataste así ese día?

—Mi actitud no va a cambiar por el hecho de estar con él. Sabes cómo soy.

—No cometas el mismo error que Namjoon, Yoongi o Jungkook, a las personas nos gusta ser tratadas con respeto y amor, sea como sea, espero que lo hayas compensado.

Hoseok hizo una mueca, él realmente no sabía cómo llevar una relación, puesto que nunca había estado en una, con Taeyeon fue secreto y los demás fue meramente sexual, así que, Xiumin estaba haciéndolo explorar un terreno desconocido.

—Bien, lo haré, es extraño, no te ves escandalizado por estar con él siendo que no es doncel.

—¿Realmente importa? Si lo quieres, es lo que cuenta, sabes que no soy moralista, sería hipócrita de mi parte.

—Igual, no es como si fuera a durar.

—¿Por qué no? Es un lindo chico, me agrada.

—Te agrada sólo porque salvo a Tzuyu.

—Es razón suficiente para que me agrade—elevó una ceja—. Vamos, dime qué está mal.

—Nada, ese es el problema, nada con él está mal—bufó—. Es lindo, sensual, amable, servicial y fuerte, es lo que me gusta. Ese es el problema.

—No entiendo.

—El amor no está hecho para mí Jin, ya te lo dije.

—No seas melodramático, si apareció en tu vida es por algo, sólo no lo pienses vivelo.

—Si tú tuvieras la oportunidad de conocer a alguien que te hiciese sentir como Namjoon te hacía sentir, o por lo mejor una fracción de eso, ¿Lo aceptarías?

—Sí—asintió—. Aunque siempre había creído que el amor sólo se vive una vez, la realidad es que no es así, el amor viene en muchas formas, y nunca es igual, tal vez lo dudaría, pero, sino encuentro a Namjoon, sería una opción, enamorarme, ¿Le tienes miedo?

—Es nuevo para mí, antes estuve enamorado y amé demasiado, tanto que pensé que no tenía nada más que ofrecer, pero, llegó él después de quince años, rompiendo lo que yo he construido, me siento indefenso y eso me molesta, porque no hay forma de que las cosas terminen bien, no para mí.

—No llames a la mala suerte, inténtalo, hasta donde puedas, no amas igual, sino diferente, pero espera, ¿Diecinueve años? ¿Desde entonces no has amado a nadie?

—Perdí el amor demasiado joven para saber lo que era el amor, trágico, pero verdadero, desde entonces no ha habido una persona que llene el vacío, aunque desde hace un tiempo no duele igual.

—Tú me dijiste que es preciso pensar cuando dejar ir, bueno, deberías hacer lo mismo ¿No lo crees? Sigue adelante, sé feliz. Lo mereces.

Hoseok soltó una carcajada, negando al hecho de pensar que podía merecer ser feliz.

—Le prometí a ella que no habría nadie más, que sólo la amaría por la eternidad, no quiero faltar a mi promesa.

—Pues deberías—suspiró mirando hacia la ventana con melancolía—. Donde están dudo que les importe lo que nosotros hacemos, dudo mucho que quieran que sigamos con promesas que sólo nos causan dolor, porque de amarnos querrían lo mejor para nosotros, la felicidad sólo se puede obtener en vida, muerto, no sirve de nada, no hay nada que disfrutar más que la paz. Sólo sé feliz. Nada más importa ahora, tú amada sabrá que siempre la amarás, pero es tiempo de avanzar.

—Eres sabio, me pregunto ¿Cómo es que terminaste enamorado de alguien como Namjoon? Era buen rey, pero, como persona, falló demasiado.

SeokJin rio por lo bajo. —Lo odie, por un tiempo lo hice, no sé porqué lo amo, sólo es así, los últimos días a su lado fueron increíbles, es como si algo nos dijera que se acabaría.

—No elegimos a quien amar—asintió distraído.

—Pero sí la forma de amar, no olvides eso.

















Scarlanding tenía una serie de festividades para celebrar el día que se ganó la guerra, durante tres días, el pueblo entero se detenía, realizando actividades de regocijo,  el ejército dejaba de entrenar, y se dedicaban a cuidar de la cuidad y del castillo, anteriormente se llevaba a cabo un baile, pero, después de la muerte de Namjoon, Seokjin se sentía intranquilo, nunca le había ido bien en los bailes.

Hoseok se quedó en el castillo supervisando que todo estuviera en orden, acompañando a Jin al festival, donde el reino pudo verlo de lejos, la gente lo amaba, y eso despertaba en quienes querían el trono el desprecio. Lo sabía con sólo mirar sus rostros, escondidos entre el consejo.

La última noche había presenciado las luces, un espectáculo de velas que se elevaban al cielo, pensó en Taeyeon, ella era como una de esas luces, tan hermosa, brillante y libre, se dio cuenta de que en realidad jamás la tuvo, ella lo tuvo a él. Miraba de reojo a Jin quien limpiaba las lágrimas en su rostro, podía sentir su dolor y la forma atroz en la que extrañaba a Namjoon.

—Ve a descansar, mañana partes temprano—dijo Jin con una sonrisa cansada—. Quiero dormir hasta después de medio día.

—Hazlo—se encogió de hombros.

—Regresa con bien—dijo acercándose para darle un abrazo.

Hoseok bufó, dándole palmadas en la espalda, al separarse le sonrió.

—No seas dramático, volveré, cuídate bien, tienes que llamarme si algo pasa.

—Lo haré, no te preocupes y...saluda a Ken de mi parte.

—Bien.

—Hoseok—dijo al llegar a la puerta de su habitación—. Usa está noche para ir con él, despídete.

Rodó los ojos sin dejar de sonreír, Jin le guiño un ojo antes de entrar a sus aposentos, se quedó ahí unos momentos antes de emprender camino a la salida del castillo. Había decidido irse por la mañana, antes de que amaneciera, necesitaba que su viaje fuera lo más discreto posible, había dejado a sus mejores hombres en el castillo con indicaciones específicas sobre el cuidado de SeokJin, le ponía ansioso temer que irse, por una parte, porque no estaría protegiendo a su rey y por la otra, porque estaría días sin ver  a Xiumin.

Era esa debilidad que le causaba conflicto, no quería depender del amor, no como lo hizo cuando era demasiado joven, no quería volver a perderse, es por eso, que dudaba de sus decisiones, sin embargo, su camino le llevó a la casa que era acogedora, en donde le gustaba descansar.

Tocó, pero no había nadie, tenía la llave, pero la había olvidado días atrás dentro, se sentó afuera, mirando el cielo, a lo lejos aún se escuchaban las celebraciones finales del reino, recordaba sólo una vez haberlas disfrutado y no salió nada bien. Maldito Yoongi.


Estaba anocheciendo, Hoseok miraba fijamente a los tres niños tontos que peleaban y caían riéndose el uno del otro. Namjoon era una flama, siempre vivaz, Yoongi un bárbaro de primera, cuyas ideas sobre castigos les dejaban con la boca abierta y Jungkook era el más tranquilo de los tres, pero burlesco.

—Me tengo que ir—dijo Namjoon—. El baile es está noche. ¿Puedo?

Hoseok asintió. —Ve.

Namjoon salió corriendo directo al castillo. Yoongi elevó una ceja. —¿No deberíamos hacer lo mismo? Aunque no quiero ir a ese estúpido baile.

Jungkook rodó los ojos. —Un rey no descansa.

—Calla niño—bufó con los brazos cruzados.

Jungkook alargó la espada al pecho de Yoongi, quien soltó una carcajada antes de abalanzarse encima y empezar los golpes. Hoseok se dio la vuelta, ya había terminado, escuchaba los gritos de Yoongi.

—¡No me muerda pequeña rata!

—¡Estúpido malnacido!

Se volvió y regresó, no podía dejar que tuvieran marcas y que alguien las viera, tomó a Jungkook que era el más pequeño y lo arrastro lejos. Yoongi se paró para ir sobre él, pero lo detuvo de la cabeza y lo arrojó al suelo.

—¡Basta!

Ambos pararon, se miraron y soltaron una carcajada, Hoseok pensaba que eran unos idiotas.

—Vayan a limpiarse, tienen que estar en el baile.

—Yo no, iré al pueblo a festejar.

—No, largo—ordenó.

Jungkook caminó al castillo y Yoongi también lo hizo, no sin antes gruñir. Hoseok también tenía que ponerse presentable, aunque no quería hacerlo, estaba preocupado, la noche anterior, él y la reina habían estado juntos, pero había hecho algo indebido, porque dejó una marca en su cuello, estaba asustado de que el rey pudiera verla y la maltratara.

Esas no eran preocupaciones que debería tener un chico de su edad, pero no podía parar. La necesitaba para respirar, era su todo.

Cambió su ropa de entrenamiento, por el traje de gala que les habían asignado para cuidar, era reconocido por ser el entrenador de los futuros reyes de los más grandes reinos, la presión estaba sobre sus hombros y apenas tenía diecisiete años, estaba a cargo de un pedante de quince años, un mocoso burlesco de trece y un niño que se creía mejor que los demás de once. Le tenían cansado, pero juró que pasara lo que pasara los convertiría en buenos guerreros.

—Te ves bien hijo—dijo su padre al verlo, este se veía aún mejor.

—Gracias padre.

—Ten los ojos en aquellos niños, ya sabes cómo se ponen.

—Lo haré.

—No quiero sorpresas está noche.

—No las habrá.

Pero, Hoseok, hablaba antes de saber la locura de aquellos tres mocosos. La sala estaba repleta, sabía que tenía que cuidar de cerca que los tres niños no hicieran revuelo, pero, su vista estaba fija en la reina. Esa noche llevaba una gargantilla de diamantes que cubría la mayor parte de su cuello, además de un vestido rojo que acentuaba el color pálido de su piel, se veía hermosa, la joya más preciosa del mundo.

—Yoongi se fue—dijeron a su lado.

Se volvió de inmediato viendo a Jungkook, con un elegante traje azul y un collar de perlas con un zafiro, le miraba con seriedad, pero había un tono de burla en su voz.

—¿Y por qué no lo detuviste?

Jungkook se encogió de hombros. —No lo .

Hoseok miró alrededor, aparentemente nadie había notado la ausencia de Yoongi, gruñó, y se volvió hacia Jungkook.

—Ni se te ocurra decir que no está.

—Bien.

Salió casi corriendo de ahí, miraba alrededor tratando de dar con el mocoso, pero no había nada, sabía bien que Yoongi era tan escurridizo que había salido sin que nadie se diera cuenta, era tan desesperante, que estaba seguro que si lo encontraba le daría un golpe.

—¡Jackson!

El chico de dieciséis años, alto y con un rostro angelical, le miró con una ceja alzada. —Hoseok.

—¿Viste a Yoongi?

Lo vio hacer una mueca. —Sabes que no estoy a su cuidado.

—Por favor.

—Se fue por la puerta este, le dije que se detuviera, pero me mandó a la mierda, ya sabes como es el reicito—bufó.

—Gracias.

Salió disparado a la puerta este, miró atrás, sólo esperaba que nadie se enterara.



—Jungkook ¿Dónde está Yoongi? —preguntó la reina con una sonrisa.

—Escapo—se encogió de hombros, a él nadie le decía rata.









Hoseok estaba andando entre la gente, mirando alrededor, había un caos, gente celebrando, bailando, bebiendo y haciendo cosas que normalmente no estaba bien visto hacer. Maldijo una y otra vez, prometiendo que a la mañana siguiente los despertaría tan temprano y los haría entrenar todo el día, no le importaría sus lloriqueos.

Buscó por más de una hora, estaba punto de perder la cabeza cuando escucho un revuelo, negó cerrando los ojos, corrió y lleno al tumulto de personas, había dos peleando en medio, reconoció la cabellera azabache y gruñó.

—¡Yoongi, detente!

Lo tomó de los hombros, pero este no se detuvo, el otro era mucho más grande y fuerte, pero, Yoongi era imparable, daba golpes desorganizados, era malo en el combate cuerpo con cuerpo, tenía que entrenar más, pero su soberbia no ayudaba en nada.

—¡Basta!

Se metió en la pelea, golpeando al hombre más fuerte, este cayó al suelo, Yoongi se levantó y trató de ir en contra del hombre en el suelo, pero lo detuvo, a lo lejos las personas, sonidos estridentes de caballos. Hoseok alcanzó a ver a los hombres en trajes negro, los soldados de Ryuumoon.

Yoongi se paró derecho, entonces, las personas alrededor pudieron saber de quién se trataba, limpió con el dorso de la mano la sangre en su labio. Un soldado se acercó.

—Mi señor ¿Está bien?

—Castigalo—dijo mirando al hombre, minutos antes había chocado contra él, haciendo que este empezara una pelea.

Hoseok miró a Yoongi, al tiempo que el soldado de Ryuumoon tomaba al hombre y otro comenzaba a golpearlo con suma fuerza, asustando a los presentes, porque por más que rogaba no se detenían.

—Basta Yoongi—dijo poniendo una mano en su hombro.

Pero, la forma en la que se volvió para mirarlo le hizo bajar la mano, el odio y el rencor en sus ojos, los oscurecía aún más, sonrió antes de dar la orden de detenerse.

Al regresar su padre lo regañó e hizo que se disculpara con su rey, odio cada segundo de estar hincado frente a él. Lo odiaba con todas sus fuerzas.









Era una mañana fría, estaba molesto, demasiado, al ver a los tres pedazos de idiotas mantuvo la calma, se acercó a Yoongi quien le sonreía burlesco, suspiró antes de levantar el puño y darle un golpe en la mandíbula, uno que hizo que cayera al suelo, los otros dos se quedado pasmados.

—¡Levantate!

Yoongi se levantó, estaba por dar un paso adelante, pero Hoseok avanzo haciendo que se quedara en su lugar.

—¡¿Te crees muy malo?! ¡Eres una mierda con la espada! ¡No sabes pelear! Y quieres que otro limpie tu mierda. ¡El rey cobarde te llaman!

—¡Cállate!

Hoseok volvió a darle un golpe en la mandíbula, está vez no cayó, pero se quedó quieto, mirándolo.

—¡¿Crees que te tengo miedo?! ¿A ti? —soltó una carcajada—. ¿Esa es la clase de rey que serás? Un tirano desdichado. Está actitud de sentirte un dios, lo único que hará es hundirte. ¡¿Eso quieres?! Porque si sigues desafiandome dejaré de entrenarlos.

Jungkook suspiró pesadamente. —Yo no tengo la culpa.

—Serás un rey Jungkook, creo que serás bueno, pero, tu egoísmo hará que tu reino caiga—se puso frente a él, mirándolo fijamente, era pequeño, apenas un niño—. Serás tan malditamente egoísta que vas a perderlo todo, cuando estés en el poder vas a conocer lo que es la traición, la vivirás en carne propia, entonces entenderás que la lealtad es tu mayor arma.

Jungkook apretó la mandíbula. Hoseok miró a Namjoon.

—Yo no hice nada—dijo elevando las manos.

—Estás tan enfrascado en ti mismo, te amas tanto maldita sea, que no eres capaz de prever nada, este es tu reino y ellos son tus invitados ¡Tienes que poner orden!

Se alejó unos pasos, ellos bajaron la mirada, dejando boquiabiertos a los soldados de los tres reinos que miraban pasmados la escena, porque nadie se había atrevido a hablarles de esa manera. Pero, Hoseok no les tenía miedo.

—¡Van a entrenar toda la maldita tarde, toda la maldita noche y toda la maldita mañana del día siguiente! —gruñó—. ¡No me importa si les duele, no me importa si se mueren por inanición, van a entrenar pedazos de idiota, no me importa quienes son sus padres!

Ellos no contestaron, simplemente asintieron.

—¡¿Entendido?!

—¡Entendido! —dijeron los tres.

Desde ese momento todo el mundo supo que sólo había una persona que podría controlar a los reyes y ese era el general Jung.











—Hola—dijeron rompiendo sus pensamientos.

Hoseok se volvió a ver a a Xiumin llegando, estaba diferente, lucía lindo con su cabello peinado hacia atrás y un traje de color azul pastel, sobre este reina una capa blanca, se levantó y se acercó.

—¿Y esa ropa?

—Estaba en el festival, y...se ve mal ¿Verdad?

—En lo absoluto, te vez muy bien, demasiado bien, pero ¿Esa no es ropa para un doncel? ¿De dónde la sacaste?

—Fue un regalo ¿Quieres entrar?

—Sí, vamos.

Entraron, al instante, Hoseok tomó sus labios, besadolo con necesidad.

—Me iré por la mañana, ¿Me esperarías?

Xiumin tragó en seco antes de asentir. —Lo haré.

Aquella afirmación para Hoseok fue extraña, algo internamente le decía que las cosas no estaban bien, pero lo ignoró por completo. Disfruto de él esa noche, sin pensar que posiblemente podría ser la última.


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