05
—Quita esa sonrisa, no me causa gracia.
—Oh vamos, no es para tanto, estoy bien.
—¡Casi mueres SeokJin! Nada de lo que te dije tuvo sentido para ti, debiste obedecer, pero no, te gusta jugar con el destino, eres como...
SeokJin sonrió de lado. —Como Namjoon—asintió—. ¿Qué esperabas? Nos criamos juntos, somos iguales.
Hoseok suspiró, había pasado el peor de sus miedos al ver a SeokJin caer inconsciente entre sus brazos luego del alumbramiento, sintió el terror, el aroma a la muerte, creyó que los ojos de SeokJin se cerrarían para siempre, su debilidad y tristeza infinita pudo haber deshecho su salud, pero, sorpresivamente, se estabilizó, volvió a abrir los ojos luego de unas horas críticas de rezos y miedo, sus primeras palabras fueron dirigidas a saber sobre su hijo, ahora lo tenía en brazos y no había dejado de mirarlo.
El pueblo entero, ajeno a lo que había pasado en aquella habitación, estaban en una celebración que parecía no tener fin, todos festejaban el nacimiento del último hijo del rey Kim Namjoon. Después de saber que su majestad estaba bien, el palacio se llenó de vida, todos querían ver al pequeño príncipe, pero SeokJin no parecía querer soltarlo.
—Deja de pelear conmigo y ven a verlo—le miró con una sonrisa—. Es precioso, muy tierno y hermoso, tiene los ojos de la reina, al igual que sus hermanas.
Hoseok suspiró, para él era un poco difícil ver los ojos de su difunta amada en tan adorables niños, los hijos de Namjoon y de Jin eran preciosos, amables e inteligentes, sentía que el destino los iba a plagar de grandesas. Cumpliría el último deseo de Namjoon, crearía un reino protegido, para que nada les sucediera a los que más había amado.
Se acercó al lado de SeokJin y miró al recién nacido, estaba dormido, su rostro era tierno, redondo, de tez blanca y labios pequeños, era imposible saber a quien se parecería en esos momentos, pero, podía ver un poco de SeokJin en él.
—Es precioso, has dado a luz a un príncipe hermoso, ahora ¿Cómo lo vas a llamar?
SeokJin acarició la mejilla del bebé. —Yeosang, Kim Yeosang, Namjoon me leía un cuento cuando éramos niños acerca de un rey que se llamaba así, uno que era amable y bueno con sus soberanos, espero que mi hijo sea así, lo criaré para que sea una gran persona. ¿Te gusta?
—Es un buen nombre—asintió, no dejando ver la melancolía que le había traído el relato de Jin, al verlo reconoció su propio dolor, el de perder a la persona que se ama.
—Lamento haberte asustado, pero, aunque sentía que lo haría, no podía morir, aún me falta mucho por hacer, cuidar del reino, proteger a mis hijos y encontrar a Namjoon.
Hoseok suspiró, se sentó en la cama, a su lado, le miró con preocupación. —Sé que nada de lo que te diga hará que dejes de buscarlo, prometí que te ayudaría hasta el final y lo haré, pero, la gente ha comenzado a hablar, ambos sabemos que entre menos sepa el consejo es mejor, no confío en ellos, no quiero que se crean con el derecho de revocar tus privilegios, la gente puede pensar que estás loco, por eso tienes que ser prudente, no hables de más con nadie, y estos comentarios es mejor que los guardes para ti.
—¿Piensan que estoy perdiendo la cabeza por el dolor? —susurró, su labio inferior tembló—. Tal vez lo estoy haciendo Hoseok, tal vez estoy perdiendo la cabeza, pero no puedo evitarlo, todos los días, todas las noches, pienso en él. Namjoon ha dejado un hueco en mi alma, sé que debo aceptar su muerte, que buscarlo es un error, que no encontraré nada, pero, lo siento en mi corazón, sé que hay una mínima esperanza de que esté con vida y no descansaré hasta encontrar la verdad, no importa si al final caigo en la decepción, quiero intentarlo.
—Lo entiendo—dijo alargando la mano para limpiar de su mejilla un lágrima—. Te entiendo mejor de lo que cualquier persona en el mundo podría entenderte, y te ayudaré, sólo quiero que tengas cuidado, porque si ellos se levantan contra ti, no me importará rodar sus cabezas.
SeokJin rio a pesar de las lágrimas. —Bueno, no queremos que eso pase, gracias por decírmelo, voy a tener más cuidado.
—Muy bien. Tengo que trabajar, tú descansa, Jiyong hará todo lo que haga falta, no tienes qué preocuparte de más.
—Voy a tomar tu palabra, descansaré, me siento deshecho.
Hoseok asintió antes de caminar a la salida de la habitación, miró por última vez a SeokJin, quien volvió la vista al bebé mientras lloraba, salió de ahí, conocía ese dolor, uno que tardaría años en irse, para él habían pasado múltiples inviernos y el suplicio seguía, pensaba que en realidad ese dolor jamás se iría, sólo aprendería a vivir con el.
Podía escuchar a todos riendo y teniendo un buen día, era un momento de celebración, aunque en el fondo también compartieran un sentimiento amargo, porque el príncipe había nacido, y el rey no estaba ahí para verlo.
—Hoseok—dijo Jackson acercándose—. ¿Cómo está su alteza?
—Afortunadamente ha pasado lo peor, pero tiene que descansar, es preciso que no se mueva de esa maldita habitación hasta que pase la cuarentena, tiene que recobrar fuerza ¿Han ido bien las celebraciones?
—Hasta el momento no ha habido algún problema, esperemos que las cosas sigan así, aunque...
—¿Qué? —preguntó con una ceja alzada.
—El consejo se ha reunido, por lo que escuché, quieren un baile en honor al nuevo príncipe, sin embargo, entienden la situación así que será después de la cuarentena de su alteza.
—Ellos sólo buscan una forma de despilfarrar el tesoro del imperio, pero ¿Quienes somos nosotros para juzgar? Hay buena comida y alcohol.
—JiYong ha mandado las cartas avisando a los reinos sobre el nacimiento del príncipe, se espera que lleguen regalos en estos días, tenemos que vigilar bien lo que entrará a Scarlanding.
—No es divertido hablar contigo Jack, siempre hablas de trabajo—bufó—. Estaba mejor en la frontera, hablando de eso ¿Ken no se ha comunicado?
—No, supongo que en estos días lo hará.
Jackson le miró de soslayo, Hoseok carraspeo. —¿Qué?
—¿Crees que acepte quedarse por unos días?
—Si se lo ordenó sí.
—No creo que sea correcto, el consejo estaba al tanto de la relación que tenía con su alteza, los rumores pueden iniciar.
—Ken no se quedará, lo necesito en la frontera, es en el único en quien confío, así que no tiene que haber problema.
—Me preocupa el consejo, aunque no lo digan, sé que no estuvieron muy de acuerdo con que SeoKjin sea rey, los más cercanos a la línea de sucesión sólo esperan alguna equivocación.
Hoseok chasqueo la lengua. —Si quieren levantarse contra Jin, rodarán cabezas, y no creo que Yoongi y Jungkook que son los aliados más fuertes de Scarlanding estén felices de aquello, ninguno de ellos los conoce molestos. Esperemos que nada suceda, estoy cansado de la guerra. Hablaré con JiYong. Nos vemos.
—Bien.
Tomó otro camino, uno que le llevaba al despacho de JiYong, tocó la puerta esperando, recibiendo desde dentro el permiso para entrar, al hacerlo, pudo ver sus ojos llenos de cansancio. Conocía a JiYong desde los quince años, cuando comenzó a servir a la reina, era a sus ojos un hombre de veintiún años que se comportaba como si fuese de la realeza, era malcriado y contestón, siempre estaba al lado de la reina, ella le cuidaba, y le reprendía, habían tenido varios enfrentamientos, pero, a pesar de eso sabía que la lealtad de JiYong era intachable.
—Hola Hoseok—dijo con un suspiro despegando la vista de los papeles que llevaba en las manos.
—JiYong—hizo un asentimiento de cabeza—. Vengo a pedirte si era posible que dejemos al ejército irse temprano hoy, creo que deberían de disfrutar de las celebraciones ¿No te parece?
—Creo que está bien, ¿Cómo se encuentra Jin?
—Ha mejorado mucho en el transcurso del día—caminó hasta la silla que estaba frente al escritorio y tomó asiento—. Aunque me preocupa, la tristeza que ha llevado por meses ahora se ve más reflejada en sus ojos y acciones, temo que ahora que no está embarazado se deje caer.
—Lo sé—asintió con una mueca, se levantó para ir a su mesa de licor y servir dos vasos de whisky, volvió, pero está vez se sentó en la silla que estaba al lado de Hoseok, quedando cercas, le tendió el vaso, el cual tomó sin reproche alguno—. Lo he visto, y también me preocupa, por Dios, pensé que moriría este día, pero que este vivo es una buena señal.
—La realidad es que en Scarlanding, somos lo único que tiene, debemos protegerlo, así que espero que te asegures que nadie en el consejo sepa sobre su salud y su estado emocional, no quiero que Donghae tome esto para volver a proponer a Vernon y a Seungri al poder.
—Ni que lo digas—rodó los ojos bufando—. Sólo están esperando la oportunidad perfecta, no confío en ellos, Namjoon tampoco lo hacia, es por eso que dejo todo por escrito y le pidió ayuda a los reyes. De no ser así, ellos jamás habrían reconocido a Jin como el rey, tu sabes las leyes, un doncel no puede reinar.
—Son leyes estupidas, hechas por personas estupidas, sin ofender al abuelo de Namjoon, pero sabemos cómo es esto, estaremos al tanto, hay otra cosa de la que quiero hablar contigo.
—Dime—dijo mirándolo profundamente. En el mundo sólo había una persona que estaba al tanto de gran parte de su pasado.
—Encontré algo. Fue hace días, pero, no quise decirle a Jin, no podía agregar más peso a su estado.
—Me estás asustando Hoseok—dijo con una mueca—. Por favor, dime ¿Qué fue lo que encontraste?
—Busqué a un hombre, es un capitán, este me dijo que la noche de la pelea había una embarcación que salió a las cumbres, los vio subiendo varios cuerpos en la orilla y algunos en el desemboque del río, no sé que tan fidedigno sea, porque no hay forma que lo podamos describir ¿Sabes por qué?
—Porque nadie puede ir a las cumbres, si lo que dice ese hombre es verdad, entonces, hay una posibilidad de que ellos hayan tomado el cuerpo de Namjoon ¿Verdad?
—Si nos aferramos a la idea de que alguien tomó su cuerpo, sí, pero de lo que estoy completamente seguro es que esa noche había entre los enemigos soldados de las cumbres, la pregunta es ¿Por qué? Fueron aliados durante muchos años, siempre se mantuvieron al margen de todo, entonces, ¿Qué cambio?
—El rey Choi es despiadado, una persona que no le importa mentir y engañar para conseguir lo que quiere.
—Hablas como si lo conocieras—elevó ligeramente una ceja.
—No lo hago—desvío la mirada—. Es lo que sé de él, lo conocí cuando era más joven, de las únicas veces que vino a Scarlanding. Se supone que tenía que firmar un nuevo acuerdo con el abuelo de Namjoon, era un rey joven, pero...
Se quedó en silencio, bebió su whisky y suspiró. Hoseok se acercó ligeramente. —Tú JiYong, eres peligroso, porque sabes más de lo que puedes decir.
—¿Sigues molesto conmigo? —le miró con tristeza, sus rostros estaban muy cerca.
—¿Molesto? No ¿Por qué lo estaría?
—Ya te dije que sólo cumplí sus órdenes, ella no quería que te dijera nada, de no haberlo hecho como pidió, habrías muerto, ella te quería tanto que deseaba protegerte.
Apretó la mandíbula, esa era una de las razones por las cuales no hablaba con JiYong.
—¿Cómo es que dices eso? No te creo, no tiene sentido que ella me haya amado, no cuando me saco de su vida.
—Lo hizo para protegerte—lo tomó de los hombros, ambos muy cerca—. Puedes decir lo que quieras de ella, pero te amaba.
El corazón de Hoseok latio con fuerza. —Tú sabes la verdad, Namjoon dijo que su madre no había muerto como todos pensaban, que había más, pero jamás quiso decirme, ¿Cómo murió realmente Taeyeon?
JiYong se alejó con los ojos muy abiertos, sus muñecas fueron sostenidas fuertemente por Hoseok quien se levantó llevándolo consigo, era más alto que el otro, su rostro lucía molesto.
—Basta Hoseok—susurró asustado—. Hay cosas que es mejor dejar en el pasado.
—¿Te das cuenta que por seguir esa norma mi hijo murió?
JiYong cerró los ojos lastimado al escuchar el nombramiento de Jaehyun, tembló ligeramente, Hoseok no deshizo su agarre.
—Traté de hacer que se quedara esa noche, te lo juro.
Se miraron a los ojos, Hoseok estaba demasiado tenso para pensar con cordura, lo soltó y se alejó al ventanal.
—Los ssecretos son lo que han jodido a este reino y a las personas que viven dentro, si no me lo dices lo voy a descubrir y el resultado no te va a gustar.
—¿De qué sirve que lo sepas Hoseok? Ella ya no está.
—¡Siempre está! —se volvió molesto—. Taeyeon siempre está ¡¿Entendiste?! Ella nunca se irá.
JiYong con los ojos cristalinos se acercó a él, a pesar de temerle, alargó las manos temblorosas y tomó su brazo, Hoaeok suspiró y lo acercó a su cuerpo abrazandolo.
—Hoseok...
—Lo siento ¿Está bien? No te voy a hacer daño, pero JiYong, quiero saber. Necesito saberlo.
—SeoJoon, él la mato, cuando ella estaba demasiado enferma de dolor como para defenderse—sollozo contra su pecho—. Hay cosas que no podemos cambiar.
Hoseok dejó de lado aquella tensión, cerró los ojos y comenzó a llorar, en su corazón prevalecía el rencor, todo aquello que había amado se le había arrebatado sin piedad, su padre, su amada, su hermana y su hijo, cada una de las personas a las que amo estaban bajo tierra y era tarde para vengarse, era tarde para cobrar su dolor.
Sollozo sobre el hombro de JiYong quien acariciaba su cabeza, ellos podrían conocerse bien, sin embargo, habían muchas cosas que ninguno de los dos estaba dispuesto a confesar, JiYong lo separó de su cuerpo y lo tomó de las mejillas y acarició, Hoseok lo miró con tristeza.
—Namjoon vengo una muerte que era mía—susurró—. Nuestra.
—No se trata de venganza, lo sabes.
—Aún me deben la muerte de Jaehyun, no voy a descansar hasta no ver a los traidores muertos. Los mataré con mis propias manos.
—A veces, pienso que esto va a destruirte. Hoseok, no caigas en el juego del destino, estás hecho para mucho más que eso.
Hoseok bufó. —Te voy a besar.
—Está bien—asintió confundido.
Su mente se aclaró cuando sintió los labios de Hoseok sobre los suyos, eso jamás había pasado, ellos no se llevaban bien, peleaban todo el tiempo, pero la soledad y compartir el dolor era algo que los había acercado, JiYong sintió como su cadera fue tomada con fuerza y suspiró, lleno de satisfacción relamió sus labios, acariciando la lengua ajena, eso pareció gustarle a Hoseok quien lo llevaba a rastras al escritorio, lo subió de los costados y comenzó a atacarlo con besos en su cuello.
—No, Hoseok, no—se separó como pudo aunque no quería hacerlo—. Basta, esto va a arruinar todo. Lo sabes.
Hoseok dio un paso atrás y suspiró. —Lo siento.
—Ve a descansar, anda, disfruta de los festivales, la mayoría de los soldados se han ido con sus familias.
—Cuida a Jin mientras no estoy.
—Lo haré—asintió acomodando su camisa.
—Nos vemos Ji.
—Nos vemos.
Hoseok ni siquiera se volvió a verlo, salió despavorido de ahí, había tanta tensión en su cuerpo, que necesitaba compañía, quien sea, salió del castillo, había una gran celebración, tal vez podría beber algo y olvidarse de todo. Eso esperaba.
—¡General!
Se volvió encarando al chico que corría hacia él. —¿Qué?
—¿A dónde va?
—¿No se supone que tienes que estar en tu casa o en las fiestas? Di la orden para que se fueran temprano ¿Qué haces aún aquí?
—Yo...—susurró por lo bajo.
—Xiumin—suspiró—. ¿Me estabas esperando?
—Lo siento—hizo una mueca ligera—. No quería molestarlo, es sólo que, no quería estar en casa solo, y las celebraciones son algo alocadas.
Hoseok bufó, se acercó a él y le tomó la mano. —Vamonos.
—¿A dónde?
—A mi casa—suspiró ignorando por completo lo que estaba haciendo. Xiumin sonrió, él estaba emocionado, sin saber que podía salir muy lastimado.
Los regalos de los reinos y personas importantes de los alrededores llegaban día con día, desde telas de la mejor seda, diamantes, ganado, oro, alimentos y juguetes, todo destinado a disfrutar de la dicha del nacimiento del príncipe.
—Yoongi mandó armamento y Jungkook pieles—sonrió—. Recibí rubíes de Jimin y diamantes de Taehyung.
—Esos niños sí que despilfarran el dinero—bufó Hoseok.
—Son buenos regalos, me han gustado.
—Estás mucho mejor, te ves bien.
—Me siento mejor. Aún queda un paquete. Damelo.
Era un cofre, plateado, que no tenía tarjeta de representación ni un emblema, le pareció extraño, lo acercó a Jin, era ligero, este lo abrió con curiosidad, pensando que tal vez la nota venía dentro.
—¿Ropa? —preguntó Hoseok acercándose.
SeokJin levantó una chaqueta, era oscura, de cuero resistente, con manchas oscuras en algunas partes, sus manos comenzaron a temblar, sacó los pantalomcillos del mismo material, una camisa negra, y en el fondo estaba una cadena, la tomó con la boca deformada, una cadena de oro, que tenía un dije de león pequeño lleno de esmeraldas.
—¿Quién mandó esto? ¡¿Quien lo mandó?! ¡Respondan!
Miró a sus sirvientes quienes negaron, habían recibido regalos durante días, ellos no sabían quiénes los mandaban, mucho menos aquel extraño cofre que no tenía tarjeta. Hoseok trago en seco, reconociendo aquel traje.
—Jin.
—Namjoon estaba vestido con esto la noche que cayó, en su cuello estaba esta medalla, nunca se la quitaba, yo se la di.
—¡Quiero a todo el que recibió paquetes en mi despacho! —ordenó Hoseok.
SeokJin sollozo tomando el trozo de tela y lo estrujo en su pecho. Respiraba tratando de tomar aire, pero su pecho dolía tanto que se lo impedía, Hoseok estaba furioso, alguien de había burlado de ellos.
—¿Ahora me crees? —balbuceo SeokJin—. ¡Namjoon esta vivo, ellos lo tienen!
Hoseok asintió, pero, la furia lo cegó, porque alguien tuvo que haber tenido contacto con Namjoon esa noche, pero ¿Quién?
Espero que les haya gustado.
Me gusta mucho Xuimin 🤍
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