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{EPÍLOGO} ✅

Mis ojos se abren lentamente, la luz del sol entra por las ventanas y golpea mi rostro con delicadeza. Mi cuerpo se remueve en toda la base de la cama evitandola y mis manos buscan a Mikhail entre las sedosas sabanas.

No encuentro nada.

Me siento de un solo respingón y examino con la mirada todo el lugar, en efecto. Mikhail no esta...

Me pongo de pie y cubro mi desnudez con una de las sábanas, recojo mi pijama y me lo pongo lo más rápido que puedo, sin más salgo de su habitación y voy a la mía, hay algunos hombres en los pasillos pero paso por su lado sin darles mucha importancia.

Lavo mi rostro y maquillo un poco mi piel para luego pintar ligeramente mis labios con un tono rojo suave. Agarro todo mi cabello en una cola alta, elijo un conjunto sencillo de color negro y sin más salgo de la habitación, lista para buscar a ese maldito alemán que me dejó completamente sola en la suya.

Las mujeres del personal limpian la mansión como de costumbre y una que otra acomoda perfectamente los cuadros y me saludan amablemente.

Busco en la sala y en el comedor pero no lo encuentro, así que decido buscar en el único lugar en el que puede estar. Llego hasta su despacho y la puerta está entre abierta, es entonces que los escucho.

Aiden y Mikhai, ambos están discutiendo.

Sé que la curiosidad no es una virtud, pero aunque lo niegue, quiero saber exactamente de qué hablan.

Me asomo más y me dispongo a oír.

— ¡¿Joder pero en qué rayos estás pensando Mikhail?! — Aiden golpea la mesa.

Mikhail se quita el saco molesto y lo tira a su sillón.

— ¡¿Ya lo sé esta bien?! ¡Lo sé joder! — revolotea su cabello con una mano.

— ¡¿Entonces por qué no la haz dejado ir aún?!

Me quedo perpleja.

— ¡Por qué no puedo joder!

— ¡Dime por qué Mikhail! — exige el moreno.

— ¡Joder no sé porqué!

Ambos se quedan en completo silencio, el moreno frota su sien con cansancio.

— Yo te diré porqué Mikhail — susurra — No la haz dejado ir por el simple hecho de que te haz enamorado de ella. No la dejas ir porque te has encariñado tanto de ella hasta el punto que sin darte cuenta le haz dado tu corazón. Solo te diré esto como un buen amigo Mikhail, Calipso tiene una vida, tiene familia y hogar al cual volver, debe saber que el trato ya ha terminado, que tú haz cumplido tus objetivos y que ahora ella es libre. Debe seguir su vida fuera de peligro y tú eres eso para ella Mikhail, tu eres su único peligro, así que si no estas dispuesto a llevar esa responsabilidad contigo dejala ser y vivir como debe y tú también hazlo tal como eres y siempre haz sido, sé el rey de la mafia...

Me quedo atónita. Sin darme cuenta he entrado por completo a la habitación, mi cuerpo no se mueve mientras que mi mirada solo se dedica a verlo, a ver a Mikhail.

Este igualmente me observa, lo que refleja en su mirada no es más que tristeza. Aiden no dice nada, simplemente se da vuelta y camina hacia mi dirección, cuando llega solo suelta un suspiro y sin más sale del lugar dando un ligero portazo, dejándonos a mi y a Mikhail en completo silencio.

Camino hacia él con suma lentitud y cuando estoy lo suficientemente cerca, me detengo.

— ¿Es cierto? ¿Soy libre...? — susurro.

Él aleja la mirada y la lleva hacia un lado, con ese acto me da a entender que ahora mismo no tiene la suficiente fuerza para decírmelo en la cara.

— ¿Ese era el trato o no? — dice secamente.

— ¿Eso quieres tú? — voltea en mi dirección con preocupación — ¿Quieres que me vaya?

Esta vez baja la mirada.

— Lo que más quiero, es que estés a salvo.

— No hablo de eso Mikhail — lo corto — hablo de que si quieres que me vaya de tu lado...

—  Mi prioridad contigo siempre fue y siempre será ver por tu seguridad, Calipso.

— Solo quiero que me digas algo y eso me bastará para que me quede a tu lado...

Su mirada destella confusión.

— ¿Qué debo decir?

— Dime lo que tú corazón sienta y así podré estar a tu lado...

Batalla mentalmente para luego  mostrar su típica seriedad.

— No tengo nada que decir Calipso y no entiendo a qué te refieres exactamente.

Lo miro estupefacta. ¿Será un maldita broma? porque si es así no le estoy tomando el chiste.

— ¿Y lo que dijo Aiden? — interrogo.

— Yo te preguntaré algo Calipso — esta vez es el quien suena dolido, se acerca lo suficiente hasta mi y me mira confuso — ¿Deseas volver a tu hogar? ¿Deseas estar con tu familia Calipso? ¿Dejarías todo eso y te quedarías conmigo?, ¿Vivirías en constante peligro conmigo?

Me quedo totalmente quieta. Su pregunta me ha tomado por completa sorpresa. Mikhail me gusta, lo digo y lo mantengo, creo que nuestros sentimientos han cambiado y ahora son más fuertes, siento que he llegado a amarlo.

Pero... ¿Dejar a mi familia?, ¿Ponerlos en riesgo metiéndome en este tipo de vida?

No puedo hacerlo. Pero tampoco quiero dejar a Mikhail, él se ha vuelto en alguien muy importante para mi y ha ocupado un lugar muy importante en mi corazón. Todo es tan rápido, no puedo pensar con claridad, necesito tiempo, pero parece que Mikhail no tiene lo suficiente en este momento y es que así es su vida, ajetreada y peligrosa, para él no hay un después porque su vida se basa en el ahora.

— ¿Me estas pidiendo que elija? —
sollozo.

Él alivia la mirada.

— Jamás te pediría eso, así que debes volver a casa Calipso. Soy un maldito peligro para ti, por otra parte nuestro contrato ya ha terminado. Cumpliste tu parte y ahora yo cumpliré la mía. Eres libre.

— ¿Pero qué pasará contigo? — tomo sus mejillas y lo acerco hasta mi rostro.

Siento como las lágrimas salen de mís ojos sin parar, la sola idea de dejarlo solo me parte el corazón, si tan solo no tendría que elegir. Si tan solo pudiera quedarme con ambos caminos.

— Yo estaré aquí... — sonríe ténue y sin más se da media vuelta con la única intención de irse.

No lo detengo, las piernas no me funcionan, no lo harán de todas formas ya que mi conciencia me dice claramente qué debo hacer y a dónde pertenezco. No pertenezco aquí y jamás podré hacerlo, eso implicaría dejar de lado todo lo que conozco. ¿Esto es el amor?¿Sufrir es parte de ello?

Ahora lo entiendo...

Limpio mis lágrimas y con poco esfuerzo comienzo a caminar hacia la salida. Arreglo mi cabello y trato de respirar tranquilamente, siento mi cara pegajosa pero no le doy importancia.

Lo presiento. Esto es el final...

Salgo de la habitación a paso rápido y cuando estoy a punto de subir los escalones me encuentro con Aiden y Melissa. Ambos sonríen y hablan de cosas que no me interesa saber ahora mismo, ellos están tan acostumbrados a esta vida, nacieron prácticamente en ella, yo no...

Trato de pasar desapercibida, pero es inútil, Aiden me capta y se acerca hasta mi con rapidez.

— ¿Cómo estás? — pregunta con nerviosismo.

Le sonrío.

— Estoy bien. Feliz se podría decir, volveré a ver a mi familia y volveré a Italia... — mi voz suena rasposa.

— Eso suena... Bien... — finge alegría — Mikhail me dijo que saldrían en unos cuantos minutos y me pidió que alistaras tus cosas para regresar a Italia. Puedes llevarte lo que quiera.

— ¿Tan pronto? — me sobresalto.

— ¿Qué acaso no estás feliz? Mikhail no quiere hacerte esperar tanto. Él dice que debes de estar ansiosa de volver y quiere regresarte la vida que tenías antes de toda esta mierda...

— Claro... — lagrimeo — iré a lavarme la cara... — me excuso.

Este asiente con tristeza, no pienso más y subo a trote los escalones. Entro en la habitación y me siento a salvo, solo así me desmorono, lloro a todo pulmón.

¿Por qué estoy llorando?

Es obvio. No quiero irme, pero tampoco puedo quedarme, siento que estoy contra la espada y la pared. Todo da giros y vuelvo a la misma mierda, siento que me encuentro en una maldita caja, una en donde no hay salida y el aire comienza a faltar por lo que poco a poco comienzo a sofocarme.

La impotencia de gritar no se hace de esperar, respiro una y otra vez y cuando logro calmar mis impulsos me pongo de pie y me dirijo al baño. Limpio mis lágrimas y cuando salgo empiezo a recoger todo lo que Mikhail me ha comprado, los pongo en la maleta qué casualmente ya de encontraba en la habitación. Cuando termino, sostengo los suspensores y salgo de la habitación.

Fuera dos hombres me esperan, estos toman mis maletas y salen a toda prisa. No le doy importancia, continúo bajando los escalones hasta llegar a la puerta principal. Abro esta y me quedo totalmente quieta, Mikhail esta ahí, pero no se atreve a mirarme directamente.

Aiden me sonríe, es una sonrisa falsa a simple vista, Melissa no es la excepción, su sonrisa es más falsa que la simple palabra, al parecer nadie está contento hoy.

Llego hasta ellos, primeramente abrazo a Melissa y en el acto me acerco a su oido.

— No lo dejes ir estúpida. Aiden es un muy buen muchacho y no dudo que va a cuidar muy bien de ti... — ella asiente repetidas veces y me abraza con más fuerza.

Ambas nos soltamos y sin más abrazo a Aiden.

— No seas un jodido idiota y cuidala bien. Sé que te gusta así que no andes negándolo. Muchas gracias Aiden, si tú no hubieras estado en esa subasta ahora mismo no sabría que hubiera sido de mi. Gracias a ti pude conocerlo a él, cuidalo por mí...

Aiden asiente y me abraza.

— Buen viaje... — su mano deposita algo en la palma de mi mano así que lo miro — Llámame cuando nesecites algo...

Es lo único que dice, asiento levemente y sin más guardo el móvil que me ha dado en mi bolsillo.

Escucho el pequeño tosido de Mikhail por lo que me doy vuelta y lo observo.

— Es hora de irnos — mantiene la cabeza gacha.

No digo nada. En cambio solo asiento y lo sigo. Llegamos hasta uno de los jets privados del alemán. Este me ayuda subir con cuidado, siempre sin decir nada, incluso el simple toque de su mano hace que mi corazón lata con desenfreno.

Segundos después, la puerta se cierra y siento que mi corazón va a explotar de tanto bombear frenéticamente.

¿Qué rayos debo hacer?

¿Estoy haciendo lo correcto?, porque ahora que la separación estaba más cerca cada vez, me sentía más insegura de mi decisión, aunque... Ya no había vuelta atrás.

Mikhail continúa caminado y toma asiento en lo profundo del lugar. Suelto un suspiro y tomo asiento lo más lejos posible de su presencia.

No quiero verlo, no porque este enojada, sino porque sé que no soportaría y decidiría quedarme a toda costa. Me negaría a irme y entonces todo en mi mente volvería a repetirse. Tomé una decisión y ahora mismo no es el momento para cambiar de opinión.

El jet despega, tapó mi rostro con ambas manos, tarde me he dado cuenta que he estado llorando. Todo el viaje la pasamos así. Silencio y más silencio, respiraciones y una que otra sugerencia de una de las azafatas.

Ni él ni yo hemos intercambiado palabra alguna, ambos mantenemos lejanía para la separación no duela tanto después.

Horas más tarde llegamos a Italia, miro por la ventana y el lugar esta como siempre. Por una parte me da alegría poder ver este lugar nuevamente, odiaba París y extrañaba mi país natal, por otra, siento que mi corazón se esta partiendo lentamente porque sé perfectamente que en cuanto de un paso fuera de este jet, todo será como antes.

Veré a mis padres, volveré a trabajar medio tiempo en la cafetería del señor Preston y continuaré con mis estudios. En palabras simples, volveré a la vida aburrida que tenía y tendré por siempre.

Las puerta se abren y Mikhail se da paso por el lugar para esta vez ayudarme a bajar. Esta vez no tomo su mano, no quiero que desestabilice de nuevo, él se aclara la garganta y asiente mi decisión.

Cada vez falta poco...

¡Dios! ¡Siento que quiero gritar!

Cuando mis piernas tocan tierra firme vuelve mi duda, pero todo se esfuma en el momento en el que Mikhail abre la puerta del auto negro que esta en frente.

Hora de ir a casa Calipso...

Suelto un suspiro rendido y sin más entro. El chofer pregunta la dirección y yo se la doy sin tardar, puedo notar mi voz ténue y decepcionada.

Mikhail permanece a un canto de la ventana y mira por ella sin darme atención. Hago lo mismo, me voy al lado contrario y me dedico a ver por la ventanilla.

El auto se pone en movimiento y en cuestión de solo minutos hemos recorrido el lugar, las callase por la que antes paseaba y los parques qué frecuentaba. El transporte se detiene a dos calles de mi barrio. Todo tal y como lo recordaba, silencioso y tranquilo.

Mikhail es el primero en bajar, seguido de mi, abre la cajuela y me da dos maletas.

Entonces comienza lo peor. La despedida...

— Mikhail yo...

— Por favor no digas nada — ruega — si lo haces no dudaré en secuestrarte una vez más... Así que por favor no digas nada...

— No sabes cuánto desearía irme contigo... — sollozo.

— Pero no puedes hacerlo Calipso... Vete y vive. Vive tu vida con total normalidad...

Lágrimas caen de mis ojos al instante.

— Voy a extrañarte... — mi voz se quiebra.

— No sabes cuanto lo haré también, cada día sin ti será un infierno para mí.

Cierro los ojos y sin más me doy vuelta, me niego a verlo, ahora no puedo, no puedo retroceder cuando estoy a pocos pasos...

Camino por la calle sujetando ambas maletas, una a cada lado.

— Adiós Calipso... — es lo último que dice.

No me doy vuelta, en cambio cierro los ojos y continúo caminando, no hay abrazos, ni besos ni siquiera un apretón de manos...

Minutos después paro en seco y giro sobre mis talones. Siento que algo de mi se ha ido, él ya no esta...

Mikhail se ha ido...

Empiezo a llorar y continuo caminando hasta llegar a la pequeña casa color verde que esta al final de la calle. Me detengo en frente de la puerta y tomando una gran bocana de aire, limpio mis lágrimas y toco el timbre.

Minutos después la puerta se abre dejándome ver a una señora. Una muy idéntica a mi, lleva puesto su mandil favorito de cocina y su mano sujeta el cucharón de madera. Segundos después un hombre se hace presente en mi campo de visión, papá lleva puesto sus típicas gafas, sostiene como siempre el periódico del día en la mano.

Ambos lucen impactados y felices.

— Lo siento... — sollozo — he tenido ciertas complicaciones en París y los he extrañado mucho ...

Mamá sonríe felizmente y papá es el primero en recibirme con un fuerte abrazo. Nos abrazamos todos fuertemente y después de unos segundos nos separamos.

— Nos llegó tu correo cariño, nos emocionamos mucho al saber que volverías a Italia... ¿Las cosas en París no fueron muy buenas o sí?

Niego riendo mientras limpio mis mejillas, quisiera contarles por todo lo que he pasado, pero no puedo, según mi mentira, la he pasado mal en París y he decidido regresar a Italia.

— Tu madre ha estado preparando tu platillo favorito cariño. — papá sonríe mientras me ayuda a meter mis maletas.

Abrazo a mamá con más fuerza y continuo llorando en su pecho, ella me mira un poco extrañada pero acaricia mi cabello mientras papá se pierde en la sala.

— Mamá... — susurro.

— ¿Hmm? — pregunta ella sin dejar de acariciar mi cabeza.

— Fue horrible... — solloce.

Ella asintió, sin embargo, no estaba entendiendo mi punto, fue horrible tener que separarme de Mikhail, se sintió horrible cuando se marchó, sentí mi corazón partiendo se en dos.

— Ay, mi amor, te creo, pero la vida es así Calipso, las cosas no siempre son como nosotros queremos, pero como yo lo veo tienes opciones... Rendirte ante tu caída, porque te aseguro que tendrás muchas más o... Levantarte y seguir luchando por lo que quieres, siendo consciente que los peligros siempre nos esperan a la vuelta de la esquina, la vida es así hija, nunca estamos seguros en realidad, no en este mundo, a veces nuestra estancia es corta y por eso debemos asegurarnos de disfrutar cada instante que se nos ofrece.

Asiento levemente, me separo de mamá y limpio nuevamente mi rostro, ver su sonrisa me daba fuerzas y confianza, sus palabras me dieron seguridad, me hicieron darme cuenta de lo que quiero, que quiero estar con Mikajil a pesar de todo lo que eso implica, a pesar de ponerme en riesgo, de estar en peligro pero siempre a su lado, quiero compartir cada segundo de mi vida con él...

— Que tonta... — arreglé mi cabello — creo olvidé algo en el aeropuerto... Debería ir a buscarlo cuanto antes.

Mamá frunce el ceño confusa.

— ¿Es muy importante?

— Mucho. — aseguro caminando de nuevo hacia la puerta.

— ¿Deseas que tu padre te lleve?

— ¡No, no, tomaré un taxi!, ¡No tardaré mamá!

— ¡De acuerdo cariño solo cuídate! — fruta mientras yo salgo corriendo.

Mis piernas corren a toda velocidad mientras que mi mano saca el teléfono móvil que Aiden me dió antes de marcharme de la mansión

Marco el número que esta grabado y espero unos segundos mientras la línea suena del otro lado, por favor... Aiden.

¿Diga? habla.

— ¡Aiden nesecito tu ayuda!

Eso fue muy rápido... — ríe.

¡Solo cállate y dime dónde está Mikhail! — levanto la voz.

Tranquila mujer, acabo de hablar hace unos minutos con él. Fue a ver a unos socios en uno de los hoteles de Italia pero ni te molestes, ahora mismo está de camino a su Jet. Si tienes suerte lo alcanzarás antes de que el jet parta...

¡¿Cómo entraré en el edificio?!

Déjamelo a mi dulzura, te mandaré la ubicación.

Cuelgo sin más y paro en la esquina del barrio. Elevo la mano para parar a un taxi y este se detiene al instante.

¡Gracias Dios!

Le doy la dirección que Aiden me ha pasado y el chófer  no tarda en arrancar el vehículo. Varios minutos después llego hacia mi destino, pago el monto al chofer del taxi y sin más corro hacia el edificio.

En la entrada un hombre me detiene.

— Nombre — pide.

— Calipso... — respondo casi temblando.

Este busca en su lista y me deja el paso libre.

¡Gracias Aiden!

Nuevamente emprendo mi camino a toda prisa, corro por los enormes pasillos a toda prisa, busco el número de cabina a cunado entro, puedo ver a lo lejos su Jet y ahí esta...

Mikhail camina solitariamente hacia su jet privado. Me detengo frente al cristal y golpeo este repetidas veces.

— ¡Mikhail! ¡Mikhail espera! — este no me escucha por lo que continúo corriendo.

¡Mierda!

Miro una que otra vez por el ventanal, veo cómo lentamente sube los escalones. ¡No puedo perderlo!

Llego hasta la puerta y la abro de un solo golpe. Esta a punto de subir el último escalón.

— ¡Mikhail! ¡Mikhail espera! — grito con más fuerza.

Este para en seco y se da media vuelta con suma lentitud. Entonces todo se detiene. Me mira y yo lo miro a él. Luce confuso, luce alegre, luce sorprendido...

Baja los escalones con rapidez y yo corro hacia él lo más veloz que mis piernas me lo permiten. Cuando estamos lo suficientemente cerca no espero más y me lanzo hacia él.

Mikhail me atrapa y me abraza con fuerza, solloza levemente mientras sonríe con alegría. Me separo de él y tomo sus mejillas.

— ¡Dios! ¡En serio no sé qué jodidos me has hecho pero creo que ahora me enamorado perdidamente de ti maldito alemán! — me carcajeó sollozante.

Mikhail igualmente ríe y toma mis mejillas con cariño.

— ¡No puedo creer que estés aquí joder!

Entonces me pongo de puntillas y me acerco lo suficiente hasta llegar a sus labios.

— Púes creelo, estoy aquí y no voy a irme jamás, ¿Lo olvidaste? Me lo prometiste, yo soy tuya y tu eres mío, yo soy tu reina y tú... Tú eres mi rey, mi rey de la jodida mafia...

Él sonrió y acerca sus labios a los míos es entonces que yo tomó sus mejillas y lo uno a mí con un tierno beso.

Continuará...

Si deseas saber más de este libro IMPORTANTE SEGUIR LEYENDO

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