
12 { ¿Me gusta? } ✅
Mikhail sostiene mi mano con fuerza mientras que Aiden camina a nuestras espaldas. Dos hombres cargan nuestras maletas y nosotros nos dedicamos a continuar caminando hacia el jet privado.
Mikhail no para de hablar por el móvil en alemán. Maldice y parece estar discutiendo contra la otra línea mientras me guía con cuidado.
Miro hacia atrás y noto que Aiden hace lo mismo, él también habla por el móvil. Esta vez son ambos los que maldicen y hablan en un tono molesto. Ruedo los ojos por lo graciosos que se ven.
Llegamos hasta el lugar de despegue y esperamos unos cuantos segundos antes de subir. Mikhail cuelga el móvil al igual que Aiden mientras yo miro el jet con cautela, de verdad es bastante elegante.
Admito que me da pavor subir ya que odio las alturas, ¿Pero qué puedo hacer? no creo que vaya a correr justo ahora.
Mikhail sube un escalón y me extiende la mano. Le sonrío sarcásticamente y tomo su acto sin rechinar. Él me ayuda a subir cuidadosamente, siento que Aiden viene detrás de mi por lo que me doy vuelta nuevamente. Él me saca la lengua con burla y yo repito su acto.
Cuando entramos me quedo con la boca entre abierta. Todo es perfectamente lujoso, ¿Qué puedo esperar? Mikhail es un mafioso y el dinero no le falta así como también los buenos lujos.
No suelta mi mano ni un solo segundo hasta que llegamos a nuestros asientos. Tomo mi lugar en medio y suelto un suspiro, en cuestión de segundos Mikhail toma su lugar al frente de mi y Aiden hace lo mismo hacia el otro lado de la fila quedando igual en frente.
— ¿Te gusta? — pregunta Mikhail con una sonrisa quitándose las gafas.
Miro al rededor y examino asintiendo.
— Es hermoso... — le sonrío.
Él me sigue igualmente y es entonces cuando una de las azafatas se nos acerca.
— ¿Va a querer algo de tomar señor? — le dice sonriente.
Todo parece ir de lo más normal con ella hasta que apega su cuerpo más hacia él.
Mikhail le sonríe amable mientras busca en la cartilla algo que llame su atención, ¡Maldición!, ¡¿Por qué los hombres nunca se dan cuenta?!
Calmate Calipso, ellq solo hace su trabajo.
— Sí. Traigame una copa de vino. — le informa.
Esta me mira pero la sonrisa se le esfuma.
— ¿Y usted señorita? — pregunta seria.
Le sonrío falsamente. Entonces no hay amabilidad para mí, Perra.
— Lo mismo, gracias. — le digo sarcástica.
Esta asiente de mala gana y se dirije a Aiden. Él le hace unas cuantas preguntas sobre algunos bocadillos hasta que pide una copa de vino blanco y algo más que no logro oír.
La azafata vuelve en cuestión de segundos con tres copas de vino. Pone el primero en la mesilla de Aiden y la segunda en la nuestra. Noto que se ha retocando el pinta labios y ha bajado un poco más su blusa dejando así perfecta vista de su escote.
La rabia me hierve más cuando "Accidentalmente" choca su hombro con Mikhail y suelta un: "Ow perdoneme señor" como disculpa sonriendo, a lo que Mikhail le dice que no importa.
Lo que más gracia me da es que la mujer trata de llamar la atención de Mikhail y el muy tonto ni siquiera le echa importancia.
Entonces algo se me viene por la mente y me digo a mi misma que es mi oportunidad de darle una buena lección. Tomo la copa de vino y me paro dispuesta a salir pero "Accidentalmente" me tropiezo y le hecho todo el liquido rojo a su lindo traje color blanco.
— ¡Oh rayos! — se queja esta haciéndose a un lado.
— Ow, lo siento creo que mi tacón se ha atorado.
Aiden suelta una pequeña risa. Miro a Mikhail y esta estupefacto, él me mira y yo le fulminó con enojo antes de tirar la servilleta en la mesa y dar media vuelta con dirección al sanitario.
Entro en el y cuando pienso cerrar la puerta alguien la empuja y se mete para luego cerrar la misma con seguro.
— ¡Joder me asustaste! — pongo una mano en mi pecho.
Mikhail se recarga en la puerta y cruza los brazos seriamente.
— ¿Qué fue eso de hace un rato? — pregunta con seriedad.
— Nada. — me excuso poniendo mi bolso en el lavado.
— Calipso... — insiste molesto.
Saco mi pinta labios y repaso este por mi boca con cuidado.
— Calipso te estoy hablando, contestame. — se queja aún más serio.
Bufo y guardo con irritación el material en mi bolso para encararlo.
— ¡¿Dios es que a caso no te disté cuenta?! — lo miro indignada.
— ¿De qué? — frunce el ceño sin entender.
— ¡Esa chica se te ha estado insinuando! ¿Y lo peor? ¡Eres tan estúpido que no te das ni cuenta! — escupo con enojo.
Él me mira confuso y trata de que algo coherente salga de su boca.
— Estás... ¿Estás celosa?
Oh... Mierda...
— ¡Claro que no! ¡¿Por qué debería de estarlo?! — bajo la mirada tratando de ocultar toda muestra de nerviosismo.
— ¡Estás celosa Calipso! — sonrie.
— ¡Dije que no! — niego rotundamente.
— ¡Oh si lo estas!
— ¡No!
— ¡Sí! — insiste.
— ¡Que no!
— ¡Que sí! ¿Y sabes cómo lo sé? — toma mi quijada — Porque estás roja como un tomate...
Ambos nos quedamos callados, perfecto ahora no puedo negarlo, ¿Qué puedo decir? ¿Qué me he vuelto a resfriar? eso sería estúpido. Mikhail pararía al instante el vuelo y adiós viaje. Adiós el asunto importante con ese tal Hector y su odiosa hermana.
— ¡Esta bien joder! ¡Me he puesto celosa! ¿Cómo no estarlo? ¡Tú mismo me dijiste que yo era tuya y yo misma te dejé en claro que eso incluye que tú eres mío!, ¡Sí vas a presentarme como tu prometida no puedes permitir que otras chicas se te insinúen o yo quedaré como una tonta!
Mikhail sonríe sin poder creerlo. De seguro piensa que estoy mintiendo y juro que si es así voy a hacer que se trague sus propios dientes.
Con rapidez y astucia toma mis muñecas y me pone contra la pered. Doy un ligero grito por el impacto hasta que su cercanía me roba el aliento.
— Calipso... — susurra muy cerca de mi — no me dirás que te estas enamorando de mí, ¿O sí?
Me quedo neutra viendo sus hermosos azules y el cómo su sonrisa no desaparece aún observando mi nerviosismo.
¿Estoy enamorada de él? ¿Mikhail me gusta? ¿Puede alguien llamar tu atención a grandes rasgos en un tiempo tan corto?
No lo sé. Mikhail me atrae, es imposible que no lo haga. Es en cierta forma atento, tiene un humor bastante estúpido, un ego enorme, es peligroso y puede ser peligroso en mi vida. Es apuesto y siempre está al tanto conmigo. No para de ofrecerme las más tiernas sonrisas aunque por el contrario es bastante frío y cortante con los que lo rodean. Es imponente a la vista de todos pero no puede negar que conmigo es un simple niño que hace caso a todo.
Es tierno aunque yo le muestre mi peor comportamiento y por más que siempre estoy jugando con su deseo él esta ahí, siempre vuelve a seguir molestando con su pervertideses.
Me atrae porque no se rinde en llamar mi atención.
Mikhail... ¿Me gusta?
Él espera mi respuesta pero poco a poco su mirada va perdiendo brillo.
No le respondo y tampoco lo aparto, al contrario es él quien se hace a un lado y me deja sola en lugar.
Pongo un mano en mi pecho y puedo escuchar perfectamente como este golpea fuertemente. Mikhail ha salido en cierta forma decepcionado.
Miro mi rostro en el espejo y noto que estoy temblando. Mi labio inferior tiembla a más no poder y por un momento siento que voy a caer. Mojo mi rostro con agua fría y cuando la seco noto que me he puesto pálida.
No le doy importancia y salgo del lugar tratando de respirar. Al salir la azafata a la cual le he hechado el vino pasa por mi lado. Me mira aterrada como si fuera un demonio o algo así pero tampoco le doy importancia.
Vuelvo a mi lugar y tomo asiento nuevamente. Aiden toma la copa de vino que le han traído mientras lee un libro. La portada llama mi atención ya que tiene una pareja separada por una espada. El título no puedo llegar a verlo ya que Mikhail pasa por el pasillo e igualmente toma su lugar.
No lo veo y él no me mira a mí. Ambos nos evitamos, observo a Aiden y él nos ve frunciendo una ceja, un poco incómodo vuelve a su distracción.
Una de las azafatas anuncia que en breve despegáremos por lo que nos pide amablemente que ajustemos nuestros cinturones. Así lo hacemos en cuestión de tiempo.
Segundos después todo se pone en movimiento. Respiro una y otra vez aguantando las ganas de gritar, no soy fan de estas cosas, esta clase de viajes no son para mí ya que tengo un estomago muy sensible.
Cierro los ojos con fuerza pero los abro tratando de fingir que todo va bien. En efecto, nadie sufre igual que yo. Tanto Mikhail como Aiden están tranquilos, lo que significa que la única que siente que va a morir aquí soy yo.
Cuando todo se calma nos quitamos los cinturones. Algo en mi se alivia pero las ganas de volver al baño vuelven. Mi orgullo es tan grande que me niego a decirle a Mikhail que esto del vuelo ya me esta matando.
Él vuelve a sacar su teléfono móvil y hace una llamada no se oye muy alegre, al contrario más que una charla parece una discusión. Se pone en pie y se va hacia algún lado privado para poder maldecir en paz.
Miro hacia la ventana y el dolor de cabeza vuelve, respiro lentamente y trato de calmarme pero se me es imposible.
Una mano toca mi hombro y me doy cuenta que solo se trata de Aiden. Él se quita las gafas y me mira frunciendo una ceja.
— ¿Te encuentras bien? — dice examinado mi rostro.
— ¿Por qué lo dices? — trato de fingir con una sonrisa.
— Estás pálida...
— No, no, estoy bien, esto de viajes por altura no es mi fuerte... — respondo delirando.
Él asiente y toma una pequeña maleta que esta debajo de su asiento. Busca algo con apuro y cuando lo encuentra me lo da.
— Tomate esto, de seguro debe de dolerte la cabeza. No solo aliviará el dolor si no que te hará dormír durante el resto del viaje.
Le sonrío y me tomo la pequeña tableta. Veo a Aiden y él ha vuelto a centrar la mirada en su libro por lo que no me limito a preguntar.
— ¿Te gusta leer? — pregunto.
Él me mira y niega con la cabeza.
— No.
— ¿Y por qué lo haces? — hago una mueca rara.
— La bateria de mi móvil ha muerto y este libro es de Mikhail, no he encontrado algo en qué distraerme así que lo he tomado prestado, de no ser por eso ahora mismo estuviera haciendo llamadas junto con él. — señala con la quijada a Mikhail.
Sonrio sin poder creerlo. Así que a Mikhail le gusta leer...
— ¿Y qué género es?
— Púes al parecer romance. No sabía que a él le gustaba este tipo de libros...
Ambos reímos sin poder evitarlo hasta que Mikhail pasa por medio de nosotros y le quita el libro a Aiden.
— ¿Por qué haz tenido que sacar justo este? — reprocha sin poder creerlo.
— ¿Eso significa que hay más Romeo y Julieta por allí? — Aiden bufa poniéndose sus gafas.
Mikhail rueda los ojos y toma su lugar, por un momento me mira pero aparta la cabeza hacia un lado dejando el libro en el asiento de su lado.
No le doy importancia y me hago un ovillo para poder dormir. Al final de cuentas la tableta que Aiden me ha dado si me está haciendo efecto.
••••
Voy abriendo los ojos lentamente. Siento que alguien acaricia mi cabeza, la sensación es agradable por lo que me levanto para ver quién es aquel o aquella que tiene esa mano tan suave.
Veo a Mikhail.
No sé cuanto tiempo es el que he dormido, ni siquiera sé cuan fuerte ha sido esa tableta pero me ha puesto en coma durante un buen tiempo que ni me he dado cuenta en qué momento Mikhail ha venido a parar a mi lado.
Mi cabeza esta recargada en su hombro. Mi mano entrelazada con la suya mientras que él tiene una mano apollada detrás de mi nuca y de paso se da la libertad de acariciarme.
Mira atentamente su laptop. No le doy importancia ya que lo único que se puede ver es un sin fin de números, estadísticas y más cosas.
Bostezo ligeramente y me remuevo un poco.
— ¿Aún estás molesto? — susurro cerrando nuevamente los ojos.
Su pecho inhala una cantidad de aire y segundos después exhala con lentitud.
— ¿Por qué debería de estar molesto? ¿A caso hiciste algo malo o solo me engañaste en tus sueños con algún idiota?
Su voz me relaja, Mikhail es tan cálido que no me importa y me da igual acercarme más hacia él. Mi acto le toma de improvisto por lo que segundos después terminamos abrazados.
La verdad es que aún soñolienta no puedo dejar de pensar en lo que ha pasado en el sanitario. Mikhail lucía decepcionado y en cierta forma yo también lo estaba. No de él, de mí, por no haberle dicho la verdad o mejor dicho, por no haber dicho ni una sola palabra. Tal vez lo hice sentir menos preciado y es que no es así, Mikhail es arrogante y tierno a la vez y no sé exactamente porqué es que de repente estoy empezando a preguntarme cada segundo por él.
¡Dios hasta yo misma estoy empezando a asustarme!
Así que... No puedo seguir evitando lo que es evidente.
— ¿Mikhail? — lo llamo bajito.
— ¿Mm...?
— Me gustas...
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