24
El clima en Ryuumoon era agradable, hace mucho que no disfrutaba de usar ropas delgadas, del sol y del olor a naturaleza, le parecía un reino hermoso, nunca imagino estar en un lugar como ese, las personas que había conocido eran amables y dulces, sobre todo Jimin, quien parecía ser menor que él por su entusiasmo e inocencia, a su lado se sentía un viejo amargado. Aquella mañana en particular, le había invitado a dar un paseo por el jardín, estaba disfrutando de este, mirando las flores de colores preciosos, le gustaba tocarlas, sentir su textura suave, algunas de ellas desprendían aromas exquisitos, deseo por un momento que estas flores crecieran en su reino, cosa que era improbable por las extremas condiciones climáticas.
—Hace una buen clima—Jimin interrumpió sus pensamientos, le miró con una sonrisa, este estaba encantado tomando el sol—. Me gustan los días claros.
—Antes también me gustaban—respondió con un suspiro—. Recuerdo que cuando eramos niños, mi hermano y yo corríamos por la pradera sin que nos importara nada, mamá pasaba horas buscándolos, cuando cumplí los trece años, mi hermano me enseñó a andar a caballo, entonces recorrimos las montañas, era mágico.
Hablar de su hermano y de los días cuando ambos jugaban en la intemperie le dio un aire melancólico, en ese entonces las cosas eran más simples.
—Suena encantador, yo no sé montar a caballo—dijo con una sonrisa amable.
—No es muy complicado, le enseñaría, pero mi estado no lo permite—río por lo bajo, recordando aquel incidente que le había sacado un susto de muerte—. Jungkook me regaló un caballo, es hermoso, pero vaya que me trajo problemas.
—¿Le hizo ese regalo? —preguntó sorprendido.
—Sí, hicimos un paseo por el bosque, es aterrador, pero, él me guió.
—Espero que pronto vuelva a montar y que hagan esos paseos.
Taehyung bajo la mirada pensativo, sus manos se juntaron y jugó con ellas unos momentos, antes de morder su labio inferior y asentir.
—Espero que cuando nazca mi bebé las cosas sean más cálidas, tengo miedo que llegue en invierno—suspiró divagando, no le gustaba estar experimentando demasiada confianza ante Jimin, este no podía saber de sus dificultades, porque posiblemente dejaría en mal su matrimonio.
—El nacimiento del primer hijo siempre es una gran celebración.
Taehyung le miró de golpe, tragó en seco, boqueo, estaba por decir algo, pero terminó cerrando la boca y asintiendo, Jimin estaba distraído con las flores, por lo que no prestó atención a sus gestos.
No quiso culparlo, él no sabía sobre su hija, no estaba al tanto de lo que había sucedido, por eso simplemente suspiró, había cosas que eran imborrables y comentarios que, aunque pasaran los años, no dejaban de afectarle, dudaba que alguna vez dejaran de hacerlo.
—Jimin, eres muy dulce, me ha gustado conocerte—dijo con una ligera sonrisa, ocultando la oscuridad en sus ojos.
Jimin se volvió y ensanchó sus labios, haciendo desaparecer sus ojos. —También me ha gustado conocerte, eres muy amable y elegante, todo lo que cualquiera quisiera hacer, además de que tu belleza es formidable.
—Sientete libre de escribirme, quiero saber cómo te va siendo rey.
—Tú también escríbeme, me gustara saber cuando el bebé nazca—sin pedir permiso, llevó una de sus manos al vientre de Taehyung, sólo tocando, este se quedó perplejo, nadie tocaba su vientre, más que Hwasa, Solar y Moon, pero nadie se interesaba de hacerlo, aquel gesto le incomodó al inicio, pero después le llenó de calor el pecho.
—Aún es pequeño—susurró poniendo una mano sobre la de Jimin, sintiendo su calor a través del inocente toque—. Y discreto, ni siquiera tengo algo preparado para cuando llegue.
—¡Podemos ir al pueblo! —soltó Jimin emocionado—. Ahí hay muchas cosas, compraré un regalo para él o ella.
Taehyung sonrió, sus mejillas gorditas se ensancharon, haciéndolo ver más tierno, en esos momentos podía comparar a Jimin con su hermano, personas transparentes, que no tenían dobles intensiones, puros de corazón y de mente. —Creo que es buena idea, pero, tenemos que pedir permiso.
—Es verdad, pidamos permiso, en caso de que nos lo nieguen, siempre podemos llamar a los comerciantes a venir aquí, aunque de verdad espero que nos dejen salir, Ryuumoon es hermoso.
—Entonces, vamos a pedir ese permiso—dijo Taehyung tomando su mano para llevarlo al castillo, ese día quería estar fuera, necesitaba pensar y alejarse del lugar en donde estaba Jungkook era la única forma de hacerlo, el dolor en su corazón no se aligeraba, había muchas cosas que tenía que resolver, pero no podía hacerlo en ese reino. Tendría que esperar una resolución que le lastimaba el alma.
Las risas en aquella oficina podían escucharse incluso en los pasillos, Yoongi no dejaba de llenar su copa y la de su viejo amigo con vino, ambos hablaban de las mejores anécdotas de su infancia, recordaban con cariño las enseñanzas que recibieron, sus mejores juegos y las peores peleas.
—Recuerdo bien ese día—dijo Yoongi con una mueca divertida—. Te juro que pensé por un momento que Hoseok sacaría su espada y nos atravesaría con ella.
—Muchas veces sobrepasamos la paciencia de ese hombre—negó sin dejar de reír.
Estar al lado de su viejo amigo le estaba ayudando a mantener la calma, a olvidar por unos momentos la desdicha que achacaba su interior, era la fórmula necesaria para dejar en claro sus pensamientos, conforme pasaba el tiempo y el regreso se presentaba, sentía temor a lo que se tendría que enfrentar cuando estuviese en su reino.
—Namjoon está mejor, me llevé un susto cuando supe que estaba enfermo—suspiró—. Pero siento que algo está sucediendo.
—No lo creo, Namjoon siempre fue claro y directo, si necesitara ayuda ya nos hubiese dicho.
—Sería bueno si nos volvemos a reunir ¿No lo crees?
Jungkook asintió. —Sería bueno recordar nuestros días de gloria, hacer algo juntos, como cazar.
—Tengo buenos recuerdos de ScarLanding, sin embargo, hay cosas que quisiera evitar en ese lugar.
—¿Aún piensas en él? —preguntó con una ceja alzada.
—No de la misma manera, ya no hay cariño o dolor, simplemente no quiero volverme a enfrentar a él, siento que seria innecesario.
—¿Sientes arrepentimiento por lo que hiciste en el pasado? —cuestionó con una mueca.
—De algunas cosas sí, pero ¿De qué me sirve el remordimiento? El pasado se ha ido Jungkook, lo que queda es el presente.
—Debo regalarle alguna joya a tu esposo, no puedo creer que seas tu el que esta frente a mi, hablando tan sabio, no me gusta.
—Aún sigo siendo el mismo hijo de puta que puede sacarte la mierda si quiero—dijo soltando una carcajada, contagiando a Jungkook.
—Mierda que tienes gran ego—bufó—. Recuerda que también tengo lo mío, te gané aquella vez, suplicaste clemencia.
—El maldito de Namjoon sólo se reía—gruñó—Eran buenos tiempos—suspiró negando—. Ahora que nos hemos reunido después de tanto tiempo, es cuando hecho de menos nuestros días de aprendices, ahora todo es diferente ¿No lo crees?
Jungkook asintió ladino. —Cuando éramos príncipes y no sabíamos el peso de la corona, al menos lo hemos estado haciendo bien.
—Me has sorprendido, fuiste el más joven siendo coronado, también el primero, con sólo quince años, es impresionante, has levantado el imperio del Norte con tus propias manos.
—Siempre se puede hacer más, pero, casarme con Taehyung y unificar el Norte con el pequeño reino de la provincia ha ayudado demasiado, ahora podemos sembrar gran parte de los alimentos que consume el reino.
—Hablas friamente de tu matrimonio, pero ambos sabemos que estas perdido por él.
—Perdido—susurró—. Esa es la palabra que me define este momento.
Yoongi estaba por preguntarle la razón, pero el sonido de la puerta le interrumpió, dio el permiso para entrar y espero, cuando la puerta se abrió, lo primero que vio fue una cabellera castaña clara con reflejos dorada y otra completamente rubia, los observó entrar con una sonrisa, ambos eran tan distintos, pero la juventud y la jovialidad brillaba en sus ojos de una forma especial. Hicieron una pequeña reverencia, que él y Jungkook respondieron con un asentimiento de cabeza.
—Lamentamos la interrupción—dijo Jimin educadamente—. Pero estamos aquí para pedir un permiso especial.
Yoongi elevó la ceja. —¿Cuál es el permiso especial que quieren pedir?
Jungkook se volvió, igual de curioso, miró a su esposo, pero este estaba con la mirada baja, desde la noche anterior no había hablado, y al ver a los dos juntos, se dio cuenta de sus marcadas diferencias de comportamiento. Jimin parecía tan feliz, pero su esposo un cachorro asustado.
—Queremos ver si es posible, que tengamos un paseo por el reino.
—¿Un paseo?
—Sí—asintió nervioso—. Quisiera mostrarle el reino a Taehyung, mostrarle la belleza de Ryuumoon, lo que no puede encontrar dentro del castillo.
—Eso es repentino—dijo Yoongi aclarando su garganta—. ¿Jungkook?
El pelinegro fijó la mirada en Taehyung y después en Jimin. —¿Quires ir Taehyung? —preguntó haciendo que el nombrado levantara la mirada.
—Sí—susurró—. Me gustaría conocer el reino.
Quería negarse, porque estaban en un lugar desconocido, además de que no deseaba que este la pasara mal si enfermaba en el camino, sin embargo, asintió ligeramente, aquello podría servirle para distraerlo.
—Si es así, entonces no hay problema alguno, sólo tienes que ir acompañado, BoGum te escoltara.
—Bien, avisaré al cochero y a SeHun, preparará algunos hombres que les acompañen, Jimin quiero total obediencia, pueden ir después del almuerzo y regresar antes de la cena, mañana nuestros invitados se irán, y tienen que descansar.
—Muchísimas gracias—dijo Jimim con una ligera reverencia de cabeza.
—Gracias—imitó Taehyung—. Me prepararé con algo más cómodo.
—Te acompaño—dijo Jungkook poniéndose de pie, se encaminó hasta donde Taehyung estaba y ambos abandonaron la oficina en silencio.
Caminaron por el pasillo, Jungkook miraba de soslayo a Taehyung, quien parecía incómodo en su presencia, no lo culpaba, lo que había sucedido la noche anterior terminó por romper su relación. Ambos entraron en la habitación, Jungkook miró como Taehyung caminaba hacia el clóset, donde habían acomodado sus cosas. Se perdió en sus pensamientos, dejando que este se quitara la ropa.
Jungkook observó a Taehyung abrochar su camisa, era negra, de mangas largas, de un material menos grueso, casi seda. No despegaba su mirada de él, aunque no había dicho nada desde que entraron en la habitación, ambos parecían de acuerdo con ese silencio, era mejor que seguir hablando y decir algo que pudiera lastimar al otro. Pero a Taehyung le estaba matando ese silencio.
—No me mires, por favor—susurró bajando la mirada.
—¿Estás seguro que quieres ir? ¿Y si te sientes mal? —habló con frialdad.
—Hoy no me he sentido mal, supongo que no me hará mal un poco de aire fresco.
—Si te sientes mal tienen que volver de inmediato.
—Pareciera que estás preocupado—dijo sobre su hombro.
—No lo estoy, eres tú quien tercamente se puso en esta posición.
—También es tu hijo Jungkook—susurró con la tristeza marcando su rostro.
—Uno que no queiro Taehyung, te lo dije, es tu responsabilidad, no la mía.
—Bien—se volvió, mirándose en el espejo, con los ojos muy abiertos y las lágrimas a punto de derramarse por sus mejillas.
Jungkook sabía que se estaba comportando como un idiota, pero era algo que no podía parar, sin embargo, seguir viendo llorar a Taehyung le estaba afectando, por lo que se levantó y caminó hacia él, lo abrazó por la espalda, evitando tocar su vientre, puso las manos en la cadera y el rostro en su nuca, suspiró tembloroso, Taehyung se quedó perplejo, las lágrimas seguían derramandose por sus mejillas.
—No hagas esto Jungkook—se separó de su agarre—. Estoy cansado de que me alejes y después te acerques, deja de jugar conmigo.
—Taehyung...
—Ya no puedo soportarlo—sollozo dirigiéndose al baño, dejándolo solo en medio de la habitación.
Taehyung miraba por la ventanilla con una ligera sonrisa en el rostro, estaba entretenido por el paisaje boscoso, no era que fuera este lo más interesante, pero le ayudaba a evitar pensar en lo que había pasado aquella tarde, estaba confundido, no comprendía las reacciones de Jungkook, poco a poco lo estaba desconociendo y eso le asustaba.
—Es un paisaje hermoso—declaró al cabo de unos momentos en silencio—. Hay demasiado verde, en el Norte no hay cosas verdes, incluso cuando la nieve no está en el suelo, los ramajes de los árboles parecen opacos, sólo hay pinos, aquí veo algunos árboles frutales. Es encantador.
—Me alegra que te guste, me imagino que el Norte también debe tener su belleza entre la frialdad.
Taehyung asintió ligeramente. —Existen las flores de invierno, son hermosas. Creo que...no creí que llegaría a decir que si me voy, extrañaré mucho estar ahí.
—Pero no tienes que extrañarlo, es tu hogar ahora—le sonrió amable, pensando que sus palabras le ayudarían, pero era todo lo contrario.
Ambos guardaron silencio el resto del viaje, pasaron los caminos rocosos, hasta que entraron al centro del reino, donde era la cuna de los comercios y el movimiento, muchos trabajaban ahí y por las noches, regresaban a sus hogares, los más privilegiados estaban en la colina o en el mismo centro, y quienes tenían menor suerte, se encontraban en las afueras.
—Hemos llegado—dijo Jimin con una sonrisa.
Esperaron pacientes hasta que la puertilla del carruaje se abrió, Jimin fue el primero en bajar con ayuda de SeHun, después lo hizo Taehyung siendo ayudado por su general BoGum, cuando ambos pisaron el suelo se dieron cuenta de la ola de miradas que tenían sobre ellos, algunos con asombro, otros con temor, tanto Jimin como Taehyung miraron al frente guardando la compostura, para este último aquello no era tan complicado, porque estaba acostumbrado, su entrenamiento había sido en pro de asegurar que pudiese actuar con prudencia en los lugares públicos y frente a su reino.
—Vayamos a estas tiendas—susurró Jimin, por su tono Taehyung supo que estaba nervioso.
Taehyung, comprendiendo cómo este podría sentirse tomó su mano e hizo que esta se quedara en el interior de su codo, mientras él mantenía las manos junta en su estómago, ese era un acto de bondad de su parte, para transmitirle seguridad y darle apoyo, en el Norte muchos lo hacían, Jimin agradeció el gesto y continuó más animado.
—Es la primera vez que sales siendo un rey ¿Verdad? —preguntó Taehyung con discreción.
—Sí—susurró la respuesta.
—Siempre tienes que mantener la cabeza en alto, no olvides que este es tu reino, ellos tienen que mirarte con respeto—le dijo en voz baja, esas palabras eran las mismas que su maestra de etiqueta le había repetido a lo largo de su infancia—. Camina derecho, con movimientos lentos, pero precisos, tienes que verte elegante, las miradas siempre estarán sobre ti, por lo que tienes que ser muy consciente de lo que haces, no puedes equivocarte y sí lo haces, nadie más debe notarlo.
Jimin le miró de soslayo. —Sabes mucho de esto.
—Fui entrenado desde niño—dijo con una media sonrisa—. A mi hermano y a mí nos enseñaron a ser los perfectos esposos, mi hermano es mucho mejor que yo en esto.
—Eso sería imposible—respondió con los ojos muy abiertos.
—De verdad—asintió, hablar de Baekhyun le traía una enorme nostalgia, necesitaba verlo, contarle lo que estaba pasando, porque sabía que de todo el mundo, él era el único que podría ayudarlo y consolarlo.
—Mi hermano es muy fuerte e inteligente—dijo mordiendo su labio inferior—. Él es asombroso.
—Debió ser difícil separarte de ellos—suspiró, en eso ambos eran muy parecidos—. Pero al menos están en el mismo reino, para ver a mi hermano son dos días de viaje—chasqueo la lengua—. Aunque venir aquí fue el triple de ese tiempo.
—Espero que el viaje de regreso sea más ameno, el rey Jeon ha hablado de sus dificultades.
—Está bien, si es por mi hijo lo vale—asintió, parecía que estaba intentando convencerse de esas palabras.
Jimin los guío a una de las tiendas del reino, donde los nobles acostumbraban a comprar prendas ya confeccionadas, había otros lugares donde vendían telas, las cuales eran trabajadas por los sastres a petición de los nobles, entre más costosa era la tela, demostraba el estatus que se tenía, eran prendas a las que no todos los habitantes de Ryuumoon podían acceder.
—Bienvenido mi señor—dijo el dueño de la tienda haciendo una reverencia junto a sus ayudantes cuando los vio entrar.
—Buenas tardes—respondieron al unisón, causando en ambos una sonrisa apenada.
—Por favor entren, tenemos la última moda en prendas, todo de la mejor calidad.
Taehyung miró alrededor con ojos abiertos, sus manos tocaron algunas prendas, eran colores cálidos y telas delgadas, muy diferente a lo que se acostumbraba a usar en el Norte, en donde la sobriedad era sinónimo de elegancia, él siempre quiso usar trajes así de llamativos y coloridos, pero si lo hacía, estaba seguro de que enfermaría al instante, su cuerpo no aguantaría estar en el invierno con ropas tan ligeras.
—Definitivamente la moda aquí es muy diferente del Norte, más ostentosa—asintió con una sonrisa infantil.
—¿Cómo es la vestimenta allá? —preguntó curioso.
—Abrigadora, no importa mucho los trajes o vestidos que lleves abajo, sino el abrigo, hay de muchos tipos, tengo unos de pieles muy hermosos—le guiñó un ojo—. Pero, vaya que estos trajes son hermosos.
—¿Cuál de ellos te gusta? —preguntó curioso.
—Este dorado es hermoso—dijo con un suspiro.
—¡Pruébatelo! —exclamó con una enorme sonrisa.
—No, esto no me quedará, el bebé...—balbuceo abriendo mucho los ojos.
—No pierdes nada con probarlo—lo tomó del aparador y se lo entregó—. Anda.
Taehyung bajó nervioso la mirada, pero lo tomó, el sastre le indicó donde podía probárselo, BoGum se puso frente a la puerta. Una vez dentro miró la prenda, acarició la tela con una sonrisa cálida, pensaba que sería maravilloso si Jungkook le viese con aquel traje, en su mundo ideal, el que había construido a base de imaginación, su esposo estaría encantado de verlo, y le halagaria de todas las maneras posibles, pero en realidad, dudaba que ahora se fijara en él.
Comenzó a ponerse la ropa, creía que esta no le quedaría, pero los pantalones eran más anchos de lo que esperaba, la camisa blanca le cerraba, aunque le quedara ceñida al cuerpo, tuvo problemas con el chaleco que se abrochaba con cintas detrás, no había forma de ponérselo, estuvo batallando mientras soltaba bufidos.
—¿Está todo en orden mi señor? —preguntó BoGum a través de la puerta.
Chasqueo la lengua, miró la puerta unos segundos antes de abrirla. —¿Me ayudas?
BoGum le miró confundido, hasta que este se dio la vuelta mostrando su espalda y las cintas, Taehyung sabía que era inapropiado lo que estaba pidiendo, pero confiaba en BoGum, además de que no creía que a alguien pudiese interesarle. Este comenzó a abrochar las cintas con las manos temblando.
—Ten cuidado, no las aprietes mucho—pidió cauteloso.
—Claro mi señor—susurró en un hilo de voz, prostrego el momento lo que pudo, cuando acabó se alejo—. Listo.
—Gracias—le dijo sonriendo, al tiempo que se ponía la chaqueta, se miró al espejo, su vientre no era tan grande, por lo que se podía ocultar bien, pensaba que se veía bien, pero no se sentía hermoso.
—Se ve increíble mi señor—dijo halagado su belleza.
—Gracias BoGum—asintió antes de salir.
Caminó por el pequeño pasillo hasta que llegó a donde dejó a Jimin, este se volvió para mirarlo, sus ojos se abrieron al igual que su boca, le miraba tan profundo que se sintió apenado.
—¿Muy mal? —preguntó nervioso.
—Luces hermoso—sonrió enternecido, dijo con una enorme sonrisa—. Nos lo llevamos—dijo al dueño de la tienda, quien asintió enseguida.
—Jimin...—hizo una mueca.
—Es un regalo, no puedes negarte—le respondió con una sonrisa tan dulce que Taehyung fue incapaz de negarse.
Regresó al cambiador a quitarse el traje y volver a vestir con su ropa, esa vez no necesito de BoGum lo cual agradecio, cuando salió de ahí, Jimin le esperaba paciente, en sus manos cargaba una caja de buen tamaño, se acercó y este se la entregó, dejándolo apenado.
—Esto es demasiado—balbuceo nervioso.
—Esto no es para ti, es para el bebé, espero te guste.
—Gracias—susurró con un nudo en la garganta. Jimin era inconsciente de lo bien que le estaba haciendo que fuera el único que no ignorara el hecho de que estaba esperando un bebé, le agradeció en silencio, sólo porque no quería ponerse a llorar.
Cuando estuvieron listos para salir, Jimin quiso mostrarle lo que había en el centro del reino, pasaron por unos puestos de dulces, Taeyung quiso probar uno, aunque BoGum le dijera que eso no estaba permitido, mientras lo degustaba sus ojos se abrillantaban, Jimin arrugó la nariz y se hizo a un lado, gesto que no pasó desapercibido por Taehyung.
—¿Estás bien? —preguntó acercándose.
—Hay un olor muy fuerte que me incomoda, no es nada, últimamente no me gusta el aroma del queso.
—¿Es de siempre? —cuestionó con una ceja alzada.
—No, de algunos días—se encogió de hombros—. Vamos.
Caminaron por los lugares que conocía muy bien, Taehyung disfrutaba de mirar las calles, los puestos y los niños que corrían alrededor, era un lugar cálido, era la mejor definición que podía dar, la calidez de su gente, del clima y de las cosas hacia que su corazón sanará lentamente, estar ahí le trajo paz, cosa que no sucedía en su reino desde hace tiempo, estaban caminando por una calle, cuando Jimin se detuvo, preocupado, se acercó a él.
—¿Estás bien? —preguntó nuevamente—. ¿Sigues con malestar? Deberíamos regresar.
—Ahí estaba mi panadería—susurró con un nudo en la garganta—. Espero que la señora Choi haya mejorado su receta, yo tenía los mejores sazones.
—Aun extrañas tu vida antes de ser rey ¿Verdad?
—Sí, lo hago, y no sé si es lo correcto.
Taehyung tomó su mano y la apretó. —Está bien, es normal extrañar algo que te trajo felicidad—suspiró—. Dímelo a mí, pero hay comienzos que son buenos.
—Eres más sabio que yo y eres menor, eso no está bien—bufó antes de sonreír.
—Quisiera no ser sabio y ser como tú, sigue siendo así Jimin.
Lo que Jimin no sabía era que la sabiduría de Taehyung se había formado a partir del dolor, nada le había enseñado con tanta frialdad que la pérdida, la angustia y el sufrimiento, él creía que Jimin era afortunado, de tener un esposo que lo amaba, un reino cálido y una sonrisa encantadora, era inocente y Taehyung deseo que esa inocencia y la felicidad de sus ojos nunca se apagara, porque jamás podría desearle a nadie el dolor que estaba sufriendo en esos momentos.
Era de noche y Jungkook aún no regresaba a la habitación, no podía dormir, se movía sobre la cama con calor, se levantó resignado y se acercó a la salita de la habitación, ahí estaban las velas prendidas, estaba aburrido, su vista paró en el rincón de la habitación en donde estaba la caja que Jimin le había dado aquella tarde, ese era el regalo para su bebé, el primero.
Se levantó y la tomó, regresando a su lugar, estaba mordiendo su labio inferior, no sabía lo que podía encontrarse dentro, chasqueo la lengua y la abrió, la caja tenía un papel rojo el cual hizo a un lado, entonces miró el contenido. Se trataba de dos trajes completos, uno color crema y el otro color azul cielo, eran diminutos y hermosos, no pudo evitar comenzar a llorar, acaricio aquellas prendas y negó.
—Tienes que usarlas—susurró acariciando su vientre—. Tú tienes que usarlas.
El dolor se estaba volviendo insoportable, un cúmulo de sensaciones desagradables de las cuales no se podía deshacer, porque se estaban clavando en su interior. Sabia que cuando regresara al Norte el tiempo habría acabado, pero él quería seguir luchando, aunque en cada batalla saliera más lastimado. Lo intentaría una última vez.
💙💙💙
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro