Todo tiene un precio
"Aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno porqué tú estarás a mi lado"
David
El sol se escondía tras las colinas mediterráneas cuando David estaba cerca del campamento filisteo.
Iba el sólo en una misión prácticamente suicida, debía matar al menos cien filisteos si quería casarse con la hija menor de Saúl, Mical.
David se preguntaba si Jonatán le había revelado a su padre lo que David le había contado aquella vez que había bebido de más.
-Sabes, tus hermanas son muy bellas- había confesado- pero Mical es mucho más hermosa que Meerab y parece mucho más inteligente preferiría casarme con ella.
David creía que Jonatan se lo había contado a Saúl y por eso le había entregado a Adriel la mano de Merab y ahora le ofrecía a cambio de cien pulgares derechos filisteos la mano de Mical.
El confiado de David ni se imaginaba que Saúl intentaba matarlo por medio de los filisteos y que todo era una trampa.
Más temprano ese día, David había llegado al palacio con buenas noticias sobre su reciente campaña militar y mientras hablaba Saúl le arrojó una lanza. Claro que de inmediato se justificó diciendo que no era más que una broma y rápidamente le desvió la conversación proponiendole la mano de su hija.
David no era tonto, pero no se atrevía a desconfiar de la palabra del escogido de Dios y pr eso se tragó la treta de Saúl y había aceptado el cambio por la mano de Mical aunque ciertamente el merecía casarse con ella ya que el Rey había prometido la mano de una de sus hijas a aquel que matara a Goliat.
Pero David no tenía temor, el confiaba que Yahvé iba a estar de su lado cuando combatiera con los filisteos y no iba a permitir que muriera, por eso aceptó sin titubeos el ofrecimiento de Saúl y se había puesto en marcha casi de inmediato.
El joven había oído de una pequeña guarnición filistea al norte de Israel, sabía que allí no habían más de doscientos hombres y ese era su destino.
Había anochecido cuando avistó las fogatas filisteas y las voces de los soldados. Entonces se apeó del caballo y lo ató en un árbol para que pastara a partir de ese momento iría a pié.
Sigilosamente se fué acercando tratando de no hacer ruido, lo que era una tarea dificultosa porque estaba en medio del bosque y el sudelo estaba lleno de ramas y ojas secas. Pronto estuvo a escasos metros de la guarnición enemiga, la estudió por un par de minutos como un león vigilando a su presa.
Sólo habían tres guardias vigilando, el resto seguramente dormía apaciblememte en sus tiendas. Era un noche sin luna y eso era una ventaja para el hebreo que se acercó sigilosamente al primer guardia y lo decapitó de un sólo golpe.
Restaban dos, uno de ellos estaba de pié lejos de la fogata y el otro estaba junto a ella, David se acercó a este último y repitió el golpe asesinándolo sin que el filisteo se diera cuenta y después apago la fogata.
El tercer guardia notó la presencia de un extraño en su guarnición, pero sin luz lo único que podía hacer era aguardar en el lugar esperando no ser notado, mas David ya lo había visto desde antes y se le acercó fugazmente, el filisteo opuso bastante resistencia pero al final murió igual de rápido que sus compañeros.
Ya sin guardias el israelita tenía el paso libre para poder ir tienda por tienda quitando la vida a aquellos soldados que dormían sin sospechar nada.
Entró a la primer tienda y eliminó a los tres hombres que dormían allí y así sucesivamente hasta que ya habia asesinado a sesenta hombres pero en eso uno de los soldados se despertó y gritó dando aviso a sus compañeros que medio dormidos salieron de sus tiendas, David entonces tuvo que apresurarse para acabar con aquellos que se levantaban y pudo terminar con varios pero cada vez eran más y más lo que lo rodeaban y comenzó a ver lo difícil de su empresa.
Esquivó varios golpes, recibió otros y repartió muchos más pero cada vez mas filisteos se levantaban con el propósito de acabar con su vida.
David se creyó perdido cuando notó que algunos soldados filisteos empezaban a caer y tomando nuevos animos atravesó con su espada a más de sus enemigos para encontrarse que Joab su sobrino estaba allí y acababa de salvar su vida.
No dijo nada en ese momento y esperó a que toda la guarnición filistea muriese para recriminarle algo al hijo de su hermana.
Luego de cortar doscientos pulgares filisteos y guardarlos en un saco se acercó hasta su sobrino que estaba ocupado tomando parte del botín filisteo.
-¿Qué haces aquí Joab?-preguntó molesto-¡Yo debía venir solo!
-Oh tío no hay de que- respondió sin dejar de vaciar la tienda filistea de todo lo valioso que tenía- no necesitas agradecer tanto que haya salvado tu miserable vida de la trampa de Saúl.
-¿Qué rayos dices Joab?-David estaba cada vez mas airado-¿Cómo te atreves a difamar al rey?
Joab se puso de pié y clavó su mirada azul en los ojos de David, se veía decepcionado como quién habla con un niño pequeño.
-Pregúntale a tu amigo el Príncipe-dijo con un semblante tan serio que le pondría los pelos de punta incluso a un general hebreo- Si su Padre aún te tiene en alta estima y no hace todo lo que esta en su mano para acabar contigo.
-¡Joab cayate no tienes idea de lo que...!
-Deberías escucharme y si tanto confías en Saúl no tendrías miedo de hablar con Jonatan- aseveró convencido Joab- adelante hazlo, yo me largo.
El muchacho se fué molesto, era claro para todos menos para el propio David que las intenciones de Saúl ni eran buenas, o quizá en el fondo el general ya lo sabía pero no quería creerlo.
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