Jonatan
"En Dios haremos proezas y el destruirá a nuestros enemigos"
David
Después de la muerte del gigante Saúl no le permitió a David regresar a su casa si no que lo llevó a vivir como si fuera uno de sus hijos a su palacio en Hebrón.
Allí David comenzó en entrenamiento militar y al cabo de dos años se había vuelto tan diestro con el uso de las armas que Saúl lo nombró su escudero.
Pero no todo iba bien, los filisteos amenazaban con invadir territorio israelita otra vez y sería necesaria otra campaña en Micmas a cargo de Saúl y en Gaaba a cargo de Jonatán los dos campamentos estaban separados por un despeñadero pero se unían mas abajo en un arrollo que conducía al bosque.
Ambos lugares estaban en territorio benjamita y traían una especial preocupación al Rey y a su hijo ya que ambos habían nacido cerca del lugar de la campaña.
Los escuadrones hebreos rodeaban a la guarnición filistea pero aún Saúl no había dado ninguna orden.
Jonatán estaba impaciente,siempre había sido un hombre de mucha acción y estar descansando a la sombra de un granado mientras se suponía que debería estar luchando lo ponía de mal humor.
Junto a él estaba Joab, su paje de armas afilando aún mas la espada del príncipe. El hijo de Saúl conocía el temperamento de Joab y sabía que aunque en esos momentos guardara silencio las ordenes de aguardar en el lugar lo molestaban aún mas que el hecho de ser un escudero a causa de su corta edad.
Joab había intentado por todos los medios meterse al ejército, era un muchacho inteligente y aunque de modos algo rudos era habil en extremo en todo tipo de combate pero solo tenía dieciséis años y a duras penas consiguió meterse como escudero.
-Joab- llamó el príncipe- estamos cerca del campamento filisteo creo que sería bueno que nos acerquemos y veamos si podemos hacer alguna cosa.
El paje se levanto emocionado y cargó en su espalda la enorme alijaba donde cargaba las armas del príncipe.
-Vamos hagamos lo que sea que estés pensando- dijo con seguridad-yo estoy contigo.
Jonatán asintió con la cabeza y le hizo una seña al escudero para que lo siguiera en silencio. Sigilosamente se escabulleron del campamento y siguieron el arroyo cruzando el bosque.
Al bosque le seguía un precipicio abrupto de unos quince metros de altura que los filisteos habían escogido como lugar para acampar debido a su invulnerabilidad estratégica.
Cuando el Príncipe y su escudero casi llegaban al final del bosque se escodieron tras un enorme tronco caído y observaron detenidamente la guarnición filistea.
-Escucha-comenzó Jonatán- para Yahvé es fácil darnos la victoria seamos dos o miles, pero- hizo una pausa levantando el índice para que Joab prestara atención- necesitamos una señal de que el estará de nuestro lado.
-¿Qué?-respondió Joab con arrogancia- ¿Crees que traigo aquí el
Arca o al profeta?- señaló la alijaba en su espala.
-No seas estúpido Joab- dijo Jonatán tratando de reprimir una sonrisa- escucha esto es lo que vamos a hacer. Dejaremos que los filisteos nos vean y si nos dicen qur subamos es porque Yahvé nos ha dado la victoria y debemos atacarlos pero, si nos ignoran volveremos al campamento ¿Has comprendido?
Joab se limitó a asentir y mirar el barranco.
-Bien,vamos entonces.
Jonatán corrió presuroso al pie del risco mientras Joab lo seguía de cerca. Ambos alzaron la cabeza y notaron que habían dos o tres filisteos montando guardia.
-¡Eh par de fatuos!-gritó uno de ellos al ver a los hebreos-¡Suban aquí y les daremos una lección!
Joab y el Príncipe intercambiaron una mirada rápida, esa era la señal que estaban esperando.
Jonatán se aferró a la pared del barranco y comenzó a escalar con las manos y los pies sonteniendo en su boca un afilado cuchillo. Joab rápidamente siguió el ejemplo de su señor y con algo mas de dificultad por la alforja que cargaba en la espalda comenzó a escalar el barranco como si fuera una araña.
Les tomó unos cuantos minutos llegar a la cima del despeñadero y se encontraron con que la gran parte de la guarnición enemiga que acampaba allí. Al parecer la mayoria de los hombres estaban en sus tiendas porque Jonatan y su siervo solo encontraron en una primer instancia a los tres vigías que habían visto al pie del precipicio.
-¿Qué es esto?-preguntó uno de ellos en tono jocoso-¿Acaso ya salieron de sus cuevas los israelitas?
Los tres filisteos rieron a carcajadas pero Joab preso de la ira cercenó el cuello de uno y lo empujó hasta hacerlo caer por el desfiladero. Los otros dos se pusieron alertas por la muerte de su compañero y rápidamente dejaron de burlarse para buscar sus armas, pero ya era tarde dando muestras de gran habilidad Jonatán clavó su cuchillo en el vientre de ambos y Joab término de matarlos.
El príncipe retiró de uno de los cadáveres una espada curva mucha mas peligrosa que la suya propia y que en ese momento empuñaba Joab.
Poco a poco mas soldados salían de sus tiendas pero no encontraban escapatoria de los brazos incansables del Príncipe hebreo y su Paje de armas quienes mataron mas de una veintena de soldados enemigos.
Luego todo fue muy confuso, un pánico sobrenatural turbó las mentes de todos los soldados filisteos, comenzaron a salir como hormigas de sus tiendas y parecían totalmente fuera de sus cabales,el descontrol llegó a ser tal que comenzaron una horrorosa carnicería asesinandose entre sí provocando tal ruido que lo oyeron hasta en el campamento de Saúl.
Los escuadrones hebreos captaron rápidamente la situación y se lanzaron a la carrera hasta llegar a la guarnición filistea, ellos también mataron cientos de hombres y la victoria fue aplastante.
Cuando todo terminó el ejército hebreo estaba fervoroso y alegre, pero aún faltaba terminar con la otra parte de el ejército filisteo que acampaba unos veinte kilómetros bosque adentro de donde se encontraban los israelitas.
-¡Escuchen todos!-Saúl comenzó a gritar mientras los capitanes reunían y ponían en orden a sus filas-Si alguno de ustedes sea atreve a comer o a beber algo antes de que yo tome venganza de mis enemigos juro por Dios que ese hombre morirá.
Pero había un pequeño problema, Jonatán ya había bajado del despeñadero junto con su escudero y ninguno de los dos escuchó las ordenes del Rey.
Pero igualmente se pusieron en marcha con el resto de los israelitas para terminar con la amenaza filistea.
Entre los soldados se encontraba David, el buscaba aprender todo lo posible de Saúl y de Abner el general por eso en todo el trayecto olvidó completamente a Jonatán quién se había hecho íntimo amigo suyo los últimos dos años que vivió en el Palacio.
David llevaba casi dos horas de charla amistosa con Saúl cuando uno de los soldados se arrodilló delante del rey.
-Habla soldado- ordenó Saúl-¿Qué te trae aquí?
-Mi señor- el soldado pretendía hablar con humildad pero un brillo maligno irradiaba de sus ojos- uno de sus hombres ha cometido pecado al quebrar el juramento.
-¿Quién se ha atrevido a desafiar mis órdenes?-Saúl estaba indignado-Debe morir.
-Le juro mi señor que no lo sé-se disculpó el soldado.
Saúl entonces se giró en dirección a su ejército y alzo una de sus manos para que se detuvieran.
-¿Quién de ustedes ha cometido pecado?-gritó con furia-¿Acaso alguno de ustedes se atrevió a comer algo mientras el resto de nosotros desfallece de hambre?
De pronto, la multitud guardó silencio, muchos de ellos habían visto al Príncipe que estando a punto de desmayar probó un poco de miel para sentirse mejor.
Pero nadie se atrevió a decir nada.
Una mano temblorosa con la palma abierta se alzó sobre las cabezas de los hebreos, los soldados al notarlo se movieron dejando un pasillo que mostraba a Jonatán.
-Hijo mío ¿Qué has hecho?- preguntó Saúl con terror-¿Acaso tú?
-Si padre-Jonatán bajó la cabeza avergonzado- yo no escuché tu juramento y probé un poco de miel.
-Debes morir-Saúl señaló con una espada y frunciendo el rostro a su hijo-¡Que Dios traiga el peor de los castigos sobre mi si no te mato hoy mismo!
Saúl desenvainó la espada que cargaba en su cadera y se acercó hasta donde estaba su hijo.
-¡No!-un grito desgarrador cruzó los aires y llegó hasta los oídos del Rey.
Saúl se buscó al dueño del grito enfurecido pero se encontró con qur el propio David era el culpable de la interrupción.
-Gracias a Jonatán hemos obtenido hoy la victoria-argumentó el escudero de Saúl- además el no escuchó el juramento, no sería justo.
-¡Tiene razón!- vociferó uno de los capitanes- ni un sólo cabello va a caer de la cabeza del príncipe hoy.
El resto del ejército también expresó su descontento impidiendole a Saúl asesinar a su hijo. Finalmente el rey desistió su tenebroso proyecto.
-Esta bien- Saúl se dió por vencido- descansemos aquí, coman lo que han traido dejaremos de perseguir a los filisteos.
El pueblo se regocijó ante las palabras de Saúl y sin medir se entregaron al placer de la comida.
Después de todo no hay victoria sin comida.
Jonatán buscó a David y lo abrazó.
-Gracias amigo-dijo aliviado-te voy a dar mi espada como promeza de mi amistad.
-No es por nada- David sonrío humildemente- no me parecía justo y ya.
Pero no todos estaban tan felices,Saúl estaba furioso no concebía la posibilidad de que su escudero que no era más que un pastor de ovejas contrariara su voluntad.
-No es nada- dijo para si intentando calmarse- nadie lo recordará además tampoco quería matar a mi hijo.
Saúl olvidó pronto el incidente pero jamás pensó que sería el inicio de su fin.
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