"Los caminos del malvado son torcidos, su boca está llena de maldición y acecha a sus enemigos y al indefenso, en sus garras caen muchos desdichados"

-David-

-¡Jonatan!- gritó Saúl de pie a un lado del lecho de su hijo- Vamos muchacho despierta.

Al ver que el Príncipe dormía profundamente, Saúl preso de la ira lo levantó por el cuello de la túnica intentando arrastrarlo fuera de la cama.

-¿Padre?- preguntó el príncipe con los ojos desorbitados y arrastrándose lo más lejos que podía del rey-¡Es mitad de la noche!

-Levantate hijo- ordenó el rey con firmeza- debemos buscar a un asesino y traidor.

-Padre estoy seguro de que lo que sea que haya hecho ese hombre es grave- dijo Jonatan tratando de calmar a su padre- Pero para eso están los soldados.

-¿Crees que no se administrar a mi reino?- gritó airado en sobremanera Saúl, las venas de su frente y cuello parecían a punto de explotar- Ese hombre, ¡Ese hombre intentó asesinar a tu hermana!

-¿Quién hizo algo así?- dijo con horror el joven-¿Fue Adriel el esposo de Merab?

-No- Saúl que antes gritaba como loco ahora estaba riéndose sombriamente de la pregunta de su hijo- No, hijo mío, fue el pastorcito de ovejas que ahora se cree rey.

-¿Hablas de David?- preguntó consternado- Padre eso es imposible yo conozco a Dav...

-¡Basta!- Saúl  se acercó hasta quedar a escasos milímetros del rostro de su hijo mientras sonreía como un desquiciado-¿Crees que lo conoces eh?¿Adivina a quién Samuel el vidente ungió para ser el siguiente rey de Israel?

Jonatan entreabrió sus labios temblorosos mientras todo su mundo se venía abajo.
-No...- murmuró apenas- Es imposible.

-¿Ves?-Saúl perdió la sonrisa mientras hablaba- Deberías matarlo si lo que quieres es ser Rey y proteger a tu esposa, si David llega a ser Rey no tendrá compasión de ti.

Jonatan tragó ruidosamente al ver cómo los ojos de su padre se volvían completamente negros perdiendo todo rastro de humanidad, pero decidió simular que no lo notó.

-Tienes razón, debemos matar a ese pastor.

-Al fin lo entiendes hijo, al fin lo entiendes.

Jonatán se levantó enérgicamente de la cama y siguió a su padre a los establos y luego a las calles de la ciudad, pronto se separaron para buscar mejor aunque era imposible encontrar a nadie en la espesura de la noche.

Jonatan cabalgó unas cuantas calles en silencio detrás de una pequeña agrupación de casas se escuchaba el murmullo de voces humanas qué el Príncipe decidió investigar, pero antes de llegar al lugar, alguien lo golpeó fuertemente en la nuca dejándolo inconsciente.

Lo siguiente que recordó fue estar tendido en una cama mientras tres hombres con el rostro cubierto lo vigilaban.

-Parece que está despertando- dijo uno de ellos.

-Así es-concordó uno de ellos para luego fijar sus ojos en los del Príncipe-Señor se dice que usted quiere matar a David hijo de Jesé ¿Eso es cierto?

Jonatan entrecerró los ojos, el conocía esa mirada azul no podía recordar a quién pertenecía pero estaba seguro de haber visto esos hojos desafiantes en algún lugar.

Ustedes- Balbuceó- Ustedes ¿Pueden entregarmelo?

-Responda la pregunta- le ordenó otro de los hombres.

Jonatan cerró los ojos, sólo esperaba que su padre jamás supiera la respuesta.

-No, jamás podría matarlo, el es mi mejor amigo, es mi hermano.

De pronto uno de los hombres se quitó la tela del rostro revelando a un boquiabierto David.

-Oh amigo mío- dijo con una sonrisa para luego abrazar al príncipe- Yo lo sé.

-David mi padre quiere matarte- confesó Jonatan lleno de pesar- No sé quienes son estos hombres pero sé que él te encontrará y no temerá asesinarte.

-¿En serio no reconoces a tu escudero?- preguntó Joab descuriendose el rostro- Se qué a pasado tiempo desde que trabajé para usted pero no creí que me olvidaría tan pronto.

-Por supuesto que no y mi padre, mi padre tampoco- murmuró con pesar- David debes irte mi padre sabe que Joab es tu sobrino vendrá a buscarte aquí.

-Lo sé sólo quería despedirne de ti amigo, ya me voy.

-Dame un abrazo hermano- dijo Jonatan con los ojos brillantes por las lágrimas- Vamos soy tu cuñado después de todo.

David sonrió con tristeza y con lágrimas en los ojos abrazó a aquel amigo que se le hacía mas querido que cualquiera de sus hermanos.

-Prometeme que tendrás compasión con mi familia cuando seas rey- le susurró en el oido el Príncipe haciendo que David se estremeciera- Se qué eres el escogido de Dios, ese es tu destino David.

-Lo prometo- dijo él con firmeza y cortando el abrazo- Debo irme ya, supongo Jonatan que podrás perdonarme que te robe el caballo.

-Haz lo que quieras- río el Príncipe- Mañana buscaré uno de tu establo para reponerlo.

-Shalom- dijo David con una sonrisa triste antes de irse definitivamente de Hebrón, por el momento su destino era escapar.