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El músico de la Corte


Dedicado a: Davanlove

-¡Siba!¡Siba! - el siervo levantó la mirada de su trabajo y frunció el ceño al ver a uno de los guardias. El soldado había llegado corriendo y respiraba muy rápido tratando de recomponerse.

-¿Qué sucede Misael?- preguntó asustado al ver la urgencia que transmitía el rostro del guardia -¿Está todo bien?

-Es el Rey- Misael tragó con fuerza antes de continuar -Él está,cómo decirlo, bien usted ya sabe, esta pasando otra vez.

-Bien hecho soldado - respondió el siervo y se encaminó a la recámara que el Rey ocupaba. Recorrió rápidamente los pasillos de piso de cedro y se detuvo justo en frente a la puerta que separaba la habitación del resto del Palacio.
Apoyó la oreja en la puerta y agudizó el oído, pero lo único que alcanzó a oír una especie de gimoteo y la respiración acelerada de Saúl.

Siba golpeó tres veces la puerta y aguardó unos segundos hasta oír una respuesta.

-¿Quién llama a mi puerta? - la voz potente pero temblorosa del monarca resonó en los oidos de Siba. De ninguna manera se parecía a la del rey que el pueblo creía conocer.

-Soy yo majestad -respondió el hombrecillo aterrado - Siba su leal servidor.

-Pasa Siba ayúdame por favor -se oyó la lastimera súplica de Saúl -ayúdame.

Siba empujó la puerta con suavidad haciendola girar con cuidado sobre sus postigos para evitar que hiciera un desagradable ruido.

-¡Por las sandalias de Moisés! - exclamó por error el siervo al ver el espectáculo que ofrecía la alcoba del rey, todod era un caos e incluso había una lanza clavada en la pared -¿Qué ocurrió mi Rey?

-Él está atormentandome de nuevo- parecía sollozar mientras hablaba -Desde que Yahvé ha apartado su protección de mí, ese espíritu maligno me visita y atormenta. Debes ayudarme Siba.

Siba miró con pena al Rey, estaba hecho un ovillo en una esquina de la habitación, tenía los cabellos desarreglados y el rostro enrojecido, al igual que sus ojos azules.

-Señor yo no se, no se que podría hacer.

-Intentalo Siba -el hombre se estremeció -Haz lo que sea necesario.

-Señor,le juro que hare todo lo posible para ayudarlo - respondió al fin con una reverencia.

-Te estaré agradecido, ahora retirese por favor.

-Si majestad.

Siba salió lleno de preocupación de la alcoba real, no tenía idea de cómo un simple mayordomo como el podría ayudar a Saúl con un espíritu maligno.

-Siba- uno de los guardias lo quitó de su estupor tomándolo por el hombro- sé cómo puedes ayudar al Rey.

-¿En serio? -preguntó tratando de mostrarse incrédulo pero no pudo evitar que un atisbo de esperanza se asomara en su rostro -¿Cómo?

-Es bastante simple, consiga a alguien que sepa tocar bien el arpa y verá como su problema desaparece.

-¿Donde conseguiré a alguién así? -Siba estaba más que satisfecho.

-David, hijo de Jesé es el hermano de mi esposa -contestó luego de pensar unos segundos - es el mejor que he oído, puedo traerlo yo mismo después de todo a Jesé le gustará ver a su hija y a su nietos Joab, Abisai y Azael.

-Brillante, le ordeno soldado que busque a su esposa y a su hijo y que me traiga inmediatamente a ese joven.

-En seguida.

Amram salió a todo prisa del palacio y preparó a su familia para el viaje, su esposa Sarvia estaba muy sorprendida pero felíz, por lo que el trecho hasta Bet-lehem prometía ser bastante ameno.

-¿Porqué vamos a casa de mis padres? -preguntó Sarvia de repente.

-Tengo unos asuntos que resolver con tu padre de parte del Rey -respondió tratando de evitar deliberadamente la cuestión -eso es todo.

-¿Qué clase de asuntos son esos? -Sarvia miró fija y seriamente a su marido, ella había dejado de caminar y se veía bastante nerviosa -¿Qué le importa al Rey la casa de Jesé?

-Oye tranquila mujer- Amram sabía que su esposa tenía cierta aversión para con el Rey, pero nunca pensó que fuera tanto -¿Cuál es el problema?

-Ya te dije Amram,responde -ella se había plantado en el suelo y por lo visto no tenía intenciones de moverse -¿Para qué vamos a la casa de mi Padre?

-Debo llevar a tu hermano David a palacio.

-Amram tu no debes hacer eso o ¿Quieres que maten a mi hermano? -ella parecía presa de un ataque de histeria.

-¿Por qué dices eso? -Amram estaba confundido -David solo va a tocar el arpa para Saúl. No veo cuál es el problema.

-Es que -Sarvia le dió la espalda a su esposo y observó por unos segundos a sistemas tres hijos que estaban durmiendo amontonados en el asno - cuando David era pequeño, Samuel el profeta lo ungió para ser el siguiente rey de Israel.

-¿Cómo dices? -Amram estaba espantado -Eso es traición Sarvia.

-Yo lo se,lo se Amram pero nadie en mi familia lo esperaba- mi hermano tenía diez años por ese entonces y solo es un simple pastor de ovejas.

-Tranquila estoy seguro de que Saúl no tiene idea -Amram la tomó de la mano y acarició su mejilla con los dedos-David estará a salvo en el palacio. Además yo lo recomendé.

-Te creo Amram - ella lo tomó por el cuello de la túnica y lo acercó a su rostro -pero le llega a pasar algo a mi hermano te juro que voy a matarte.

-¡Tu y ti maldito carácter Sarvia! -Amram estaba molesto, Sarvia no era como todas las mujeres, era indomable y sus tres hijos parecían haber heredado eso de ella -Te digo que eso no será necesario y mira ahí es la casa de tu padre, vamos.

La casa era un caos, desde que Abigail y Sarvia se habían casado no había nadie para ayudar a su madre además siete hijos no eran nada fácil de controlar.

-¡Sarvia!- Jesé su padre estaba encantado con la visita-¿Qué estas haciendo en la casa de tu viejo padre?

-¡Padre! -la joven se abalanzó a los brazos de Jesé -Vinimos porque Saul quiere escuchar a David tocar el arpa. Tranquilo no tiene idea de lo que le dijo Samuel, no hay de que preocuparse.

-Bien supongo que no hay de que preocuparse entonces -Jesé sonrió aliviado- tus hermanos estan en el campo, excepto Eliab el está en el ejército.

-Bien iré a saludarlos -Sarvia sonrió -dile a Amram donde esta David, creo que es bastante urgente.

-Claro hija mía.

El hombresote rubio aguardó unos momentos hasta que su hija estuviera fuera para hablar con su yerno.

-No me malentiendas Amran eres un buen hombre y me alegra ver a mis nietos -Jesé estaba serio y Amram comenzaba a asustarse -David está con el rebaño, pero en cuanto le suceda algún mal será tu culpa.

-Si Señor de hecho voy a buscarlo ahora, si no le molesta.

-Por supuesto que no ve, yo voy a estar con mis nietos.

Amram ni siquiera llegó a contestar que salió como una flecha a buscar a David. El rebaño en esa ocasión no estaba muy lejos por lo que no se le hizo difícil hallarlo.

-¡David! -gritó al ver al muchacho a unos cientos de metros.

El joven miró en dirección al soldado,lo saludó extendiendo el brazo y corrió al encuentro de su cuñado.

-¡Amram! -el joven extendió los brazos y abrazó al guardia -¿Trajiste a mis sobrinos?

-Oh si,si,si pero me temo que no vas a poder verlos -Amram no perdía la sonrisa por nada y David estaba confundido.

-¿Porqué dices eso?- el parecía decepcionado, siempre se había llevado muy bien con sus sobrinos.

-Vine para llevarte al palacio, David -la tonta sonrisa del soldado no desaparecía.

-¿Estoy en problemas? -David estaba pálido y parecía asustado.

-Tranquilo es sólo para tocar el arpa, Saúl no tiene idea de que eres su sucesor.

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