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Capítulo 18-Los Insectos de la Muerte

"El mal es siempre mediocre y humano. Comparte nuestra cama... Y come en nuestra mesa". W H Auden.

Abby había regresado de sus vacaciones a la isla de Margarita, necesitaba ese viaje para superar la desaparición de Miguel Ángel hace varios meses atras. Al encender la luz de su sala se encuentra con el propio Miguel Ángel, quien le estaba esperando, pero yacía dormido en su sillón. Ella queda sorprendida por tal escena, se acerca lentamente a él y le da una bofetada para despertarlo y también como represalia por haber desaparecido.

-Veo que me extrañaste-dijo Miguel Ángel, sobándose la mejilla por el golpe.

-Vete de mi casa, no quiero verte-exigió en tono cortante-. Abandonaste a tus únicos amigos por quien sabe cuanto tiempo, me dejaste precupada porque pensé que habías terminado en un hospital mental o que te habías quitado la vida y ¿Regresas como si nada?

-Tenía que pensar un montón de cosas, sentía que me iba a volver loco-explicó tomándola de la mano.

-Yo también vi ese chico en la morgue, fue muy horrible, simplemente no pude dejar de temblar-confesó aferrándose a Miguel Ángel-. Es solo que...

Miguel Ángel abrazó a Abby con fuerza, ninguno de los dos quería despegarse del otro.

-No merezco tu perdón, pero no puedo dejar de amarte Abby-admitió ocultando su rubor entre su busto-. Eres el atlas que sostiene todo mi mundo, eres la única mujer con la que estoy dispuesto a pasar toda mi vida a su lado. Te amo tanto, Abby.

Abby besó su frente, se separó de él un rato, dirigiéndose a la cocina.

-Puedes quedarte a dormir esta noche aquí, pero en el sillón-informó yendo a comer algo.

-¿Segura que no quieres compañia esta noche?-preguntó Miguel Ángel en tono coqueto.

El rubor se apoderó de las mejillas de Abby-. No, lo siento, será para otra ocasión-respondió con cierto titubeo.

Miguel Ángel recibió un mensaje Diana, habían encontrado un cádaver y tenía que salir a investigar en plena noche sin luna. El detective partió junto a la forense, llegando ambos hasta las afueras de Caracas, a un lado de la carretera donde la malesa se había apoderado de casi todo el terreno.

El croar grave de los sapos se escucha por todas partes, así como la melodía de los grillos y el zumbar de un montón de moscas. El CICPC había puesto reflectores por todo el lugar para iluminar la zona y así poder investigar.

-En la noche más oscura, no quiero ocultar mi sombra ni me espanto de la suya. Lo malo no es el lanzazo sino quien no lo retruca; tiene que beber arena el que no bebe agua nunca-cantaba Miguel Ángel con teatralidad.

Abby se adelantó para reunirse con el Dr. Torres y Miguel Ángel sin más opción se va con Diana, un poco triste, pero tenía trabajo que hacer.

-¿Qué tenemos, Diana?-preguntó.

-Un camionero se detuvo para mear en la carretera, sin darse cuenta que estaba a pocos metros de un cuerpo-informó Diana, leyendo lo que había anotado en su libreta-. El cuerpo está en gran estado de descomposición y esta rodeado por un mosquero.

Miguel Ángel se acercó al cuerpo, su compañera mantuvo las distancias por el terrible olor que emabana del cuerpo. El Dr. Torres y Abby se ponen de cuclillas junto a él para inspeccionar el cádaver. Sus ropas estaban sucias y agujereadas, sus tacones tenía barro y uno de ellos estaba tenía el tacón roto.

-Chrysomya rufifacies-murmuró Miguel Ángel con fascinación-. Sin dificultad ninguna. La colmena en el papayo que es palo de blanda pulpa: el que no carga machete saca la miel con las uñas.

-Recolectaré varias muestras estos ejemplares, tanto adultas como larvas para determinar el tiempo de muerte-dijo Abby, buscando su equipo.

-La víctima parece ser una mujer adulta, desde aquí puedo notar varias fracturas de sus huesos-explicaba el Dr. Torres-. No parecen ser obra de animales salvajes, por lo que posiblemente fue obra de su agresor.

-Noto una fractura en su craneo, posiblemente la causa de la muerte-indicó Miguel Ángel, revisando los bolsillos de la víctima, sin importarle todas las moscas que volaban en su cara-. No tiene ni billetera o cédula, las moscas se dieron un festín con su rostro, por lo que nos tomará un tiempo identificarla.

Abby volvió con su equipo, siendo ayudada por Miguel Ángel y el Dr. Torres en recolectar todas las moscas y larvas que podían.

-Entomología forense ¿Verdad?-preguntó Diana, manteniéndose alejada. Todo ese mosquero le provocaba cierto repelús.

-En 1850, en Francia para ser más específico, el Dr. Bergeret usó por primera vez la entomología forense-relató Miguel Ángel-. Se trataba del caso de un neonato que fue emparedado en una chimena, él trató de determinar el intérvalo postmortem basándose en las larvas encontradas en los restos.

-Las Chrysomya rufifacies, también conocidas como barredores del Viejo Mundo, son las más importantes en el establecimiento de la hora de la muerte-continuó Abby-. Una vez que analice todas las que recolectemos, podremos establecer su fecha de muerte.

Tras una hora de recoletar moscas y larvas, el cuerpo fue llevado a la morgue. El Dr. Torres junto a Miguel Ángel y Diana hicieron la autopsia, mientras que Abby analizaba a los insectos.

-Sin duda debo admitir que me equivoqué en cuanto a estas facturas-comentó el doctor-. No parecen ser hechas por golpes, se asemejan más a las vistas por caidas, más especificamente hablando, caidas por escaleras.

-Alguien debió haberla empujado y llevado su cadáver lejos-agregó Miguel Ángel-¿Cuánto tiempo tardarán los registros dentales?

-Aproximadamente una media hora-respondió-. Deberían ir a descansar, los llamaron a las dos de la mañana.

Diana y Miguel Ángel se fueron a la oficina de esta, donde hicieron café y se pusieron a conversar un poco.

-¿Y eso que te viniste con Abby?-preguntó Diana, curiosa.

-Me enteré por parte del Dr. Torres que regresaría hoy, quería ir a verla-respondió cabizbajo y pensativo-. Está bastante distante, obviamente no me va a perdonar tan fácil por haber desaparecido. Tengo miedo de que termine conmigo.

Diana casi se ahoga con su café por esa última parte.

-¿Ustedes tenían una relación?-preguntó arqueando una ceja.

-Ah, cierto, se me olvidó comentártelo, por alguna razón cada vez que quería decirte se me venía otra cosa en la mente-decía mirando fijamente el techo-. No te ofendas Diana, pero me gustan las altas y...

-Espera, ¿Por qué eso me ofendería? Yo soy casi tan alta como ella-interrumpió extrañada.

-Porque a diferencia de tí, Abby tiene otra cosa que me gusta y eso son los senos grandes-respondió con una sonrisa divertida.

-Ah, ya veo, ¿Unas últimas palabras antes de que te tire la jarra de café hirviendo?-preguntó con la misma sonrisa.

-Si, de hecho si: no te enfades Diana, el estrés puede reducir aún más sus senos-dijo para luego salir corriendo.

Diana entre risas persiguió a Miguel Ángel para poder aplicarle una técnica de judo y así pasó la media hora, mediante estupideces del duo detectivesco.

-Víctima se llama Catalina Veracruz, de vieintiseis años-decía Diana, leyendo la información que le envió el Dr. Torres-. Técnica en gas, sin ningún pariente aquí en Caracas.

-Aunque en su facebook se muestra que tenía una relación con este tipo, Jhon Rojas-dijo Miguel Ángel, mirando su teléfono-. Hay que interrogarlo.

El señor Jhon Rojas, era un hombre de veintisiete años, con bigote arreglado y barba afeitada, cabello castaño, ropa que consitía en pantalones cortos café y camisa verda con mangas cortas. Tras darle la noticia de la muerte de su pareja, se le veía afectado, aunque no tanto como Miguel Ángel esperaba, también notó como se rascaba la cabeza constantemente.

-Lamentamos su pérdida, Sr. Rojas-decía Diana, sacando su libreta de apuntes-. Aún así, debe entender que tenemos que hacerle varias preguntas al respecto.

-Entiendo-dijo con un tono de voz apagado.

-Noto que han discutido recientemente, tal parece que se separaron-comentó Miguel Ángel-¿Donde vivían antes?

-En... en un departamento, pero ¿Cómo sabe que ella no vivía aquí?-preguntó Jhon.

-No noto zapatos de mujer por ninguna parte, al igual que alguna prenda-respondió-. Tampoco veo fotos de ustedes juntos, en su página de facebook mencionaba que llevaban cuatro años juntos. Además, no parece afectarle tanto su muerte, así que sin duda hay cierto recentimiento.

-Vivíamos en su departamento, en San Agustín-respondió-. Hace unas semanas atras, ví varios mensajes suyos en su celular, me estaba engañando con otro hombre. La verdad lo empecé a sospechar desde hace unos meses atras y confirmé mis sospechas. Trabajo operando una grua y he tenido que pasar mucho tiempo fuera de casa.

-¿Discutieron?-preguntó Diana, arqueando una ceja.

-Si... Me echó de su departamento y regersé a vivir a mi vieja casa, por suerte el señor me la volvió a vender a mitad de precio, pero eso me costó algunos ahorros de mi vida.

-¿Puede darnos la fecha exacta en la que la vió por última vez?-preguntó Miguel Ángel.

-Creo que fue el... dos de febrero-dijo con dificultad para recordar.

-Si tenemos más preguntas se lo haremos saber, Sr. Rojas-dijo Miguel Ángel, listo para irse junto a Diana.

Por los momentos, Jhon Rojas era el principal sospechoso, pero debían ir al departamento de Catalina Veracruz para buscar más evidencia. El cual estaba en buen estado a pesar de tener señales de abandono, como el polvo que cubría gran parte de los muebles del lugar. Miguel fue a la sala, había restos de un vaso de vidrio tirados en una esquina, por el lugar en el que estaban, era imposible que se hubieran caido de algún sitio, si no más bien, alguien lo había lanzado y por la falta de sangre era evidente que había fallado ¿Había sido el Sr. Rojas? ¿Su amante? ¿O la propia Catalina?

Acto seguido fue hasta al cuarto, la cama estaba desacomodada, algo sucia y no había señales de ropa masculina, solo ropa de mujer. Buscaron huellas dactilares por todas partes, encontrandos algunas en el baño, el cuarto y la cocina. Miguel Ángel quiso inspeccionar la cama, por lo que usa luminol y apaga las luces, encontrando rastros de semen en el colchón.

Diana llevó las muestras de la puerta al CICPC para poder analizarla junto con las huellas dactilares. Miguel Ángel regresó a su departamento por la noche, quería dormir temprano para poder trabajar al día siguiente con toda su energía. Tomaba una taza de té de manzanilla mientras leía un libro, su lectura se vió interrumpida cuando alguien toca la puerta. Miguel Ángel se levanta de su sillón cama para atender a su visita y resulta ser Abby.

-Hola, eh, terminé de analizar las moscas, la víctima murió hace tres semanas, basándome en el desarrollo de las larvas-explicó algo inquieta.

-Hmm... Interesante-decía Miguel Ángel, masajeando su barbilla, para luego mirar a Abby-. Sé que tienes algo más que decirme, de lo contrario me hubieras dicho todo eso por mensaje o llamada.

-¿Puedo pasar?-preguntó ruborizada.

https://youtu.be/lM2gwHoki5o

Miguel Ángel asintió con la cabeza y cuando Abby puso un pie dentro del departamento, tomó a Miguel Ángel de las mejillas y lo besó con pasión. Ambos hicieron el amor en el sillón cama, al acabar, Miguel Ángel pasó sus manos por el cuerpo desnudo y tatuado de Abby, el cual se sentía como la seda, la chica por su parte, sentía un escalofrío por el toque del detective.

-A veces me pregunto ¿Por qué te gusto?-preguntó Miguel Ángel, pensativo.

Abby señaló con su dedo toda esta situación con una sonrisa juguetona.

-Hablo en serio-replicó Miguel Ángel, riendo-. Yo... Tengo miedo de que salgas lastimada, tanto Miguel Ángel como el Rey Carmesí tienen enemigos.

-Podré manejarlo-afrimó mirando a Miguel Ángel con seriedad-. Al fin y al cabo, eres el hombre del cual me enamoré. Pese a toda esa oscuridad que llevas dentro, hay una luz aún más brillante en tí-Abby lo abrazó, acercando su rostro hacia su pecho-. Siempre que te sientas mal, estaré allí para tí.  Dejame ser tu consuelo en todo este mundo de asesinatos, gangsters y sicarios.

Miguel Ángel escuchó los latidos del corazón de Abby, aún seguían algo agitados por haber tenido relaciones, pero por alguna razón eran reconfortantes. Volvió a besarla para hacer el amor una vez más. Ambos durmieron abrazados durante toda la noche y Miguel Ángel se sentía "seguro" una vez más.

Al día siguiente, Diana llevaba a Miguel Ángel al CICPC en auto. Este último iba recostado en los asientos traseros, tenía una mano en su pecho para sentir los latidos de su corazón.

-Desde pequeño, me gustaba sentir los latidos de mi corazón, por alguna razón me hacían sentir... "Vivo"-comentó, pensativo-. Hace varios años, Dulce me enseñó que sentir los latidos del corazón de otra persona, no solo te hace sentir vivo, sino también a salvo.

-¿Te reconciliaste con Abby?-preguntó Diana, sonriendo.

-Si... Honestamente, aún me asusta lo que pueda pasar, realmente no quiero que le pase nada malo-dijo melancólico.

-Miguel Ángel, eres uno de los mayores reyes del crimen de Caracas, así como una de las mentes más brillantes en la criminología-dijo Diana, tratando de subirle los ánimos-¿Realmente esperas que le pase algo malo contigo a su lado?

-Supongo que tienes razón-sonrió aliviado.

En el CICPC, Diana le entregó las muestras de ADN.

-Las muestras de semen coinciden un 50% con el Sr. Rojas, eso quiere decir que puede ser padre o hermano-dijo Miguel Ángel, pensativo-. Según lo que he investigado del Sr. Rojas, su padre falleció de un ACV hace cinco años, por lo que solo queda su hermano.

-Tadeo Rojas vive en la calle Arturo Michelena-informó Diana-. Haré que lo traigan para interrogarlo.

Diana fue la encargada de interrogarlo, Miguel Ángel decidió investigar en la oficina de esta sobre su paradero hace tres semanas. 

Tadeo Rojas un hombre de treinta y pico años, con cabello rizado y moreno, afeitado y vestido de forma casual.

-¿En serio? ¿La novia de su hermano menor?-preguntó Diana, con aires burlescos.

-Simplemente pasó-se excusó.

-¿Entonces tropezó, cayendo sobre ella y de la nada ya estaban teniendo coito?-interrogó, sin dejar de lado su humor negro-. La verdad, eso no es lo que me importa, lo que quiero saber es: ¿Donde estuvo cuando la víctima murió hace tres semanas?

-Estaba de viaje en Anaco, quería ver a un amigo que iba a ser padre y fuí al babyshower-respondió tranquilamente.

-¿Discutió con la víctima antes de irse?-volvió a preguntar, mostrando las fotos del departamento-. Encontramos este vaso roto en su departamento, ¿Quien se lo lanzó a quien?

Tadeo se quedó callado, sin querer ver ni a la detective ni a la foto.

-Usted y su hermano son los principales sospechosos en la muerte de Catalina Veracruz, será mejor que no se atreva a mentirme, porque lo averiguaré y lo meteré en una celda tan oscura que ni sabrá donde tiene el culo-advirtió con un tono agresivo e intimidante.

-Está bien, está bien. Ella pensó que lo nuestro era exclusivo o algo así-admitío sin mucha pena-. Encontró los mensajes de mis otras chicas y se molestó, me tiró un vaso de vidrio y me corrió del departamento, no volví a verla después de eso. 

-¿Y eso es todo? ¿Le tiró un vaso de vidrio y usted deja que lo saquen a patadas, como a un afeminado?-indagó tratando de provocarlo.

-¡Mire, podré mentirle a las mujeres un millón de veces, pero nunca le haría daño!-exclamó sintiéndose ofendido por las preguntas de la detective.

-¿Cuándo fue que lo echó del lugar?

-El... ¿Cuatro? ¿Cinco? uno de esos dos días fue, después me fuí a Anaco al babyshower y volví hace poco-dijo con dificultad.

Diana despidió al mujeriego al no tener más cosas por las cuales preguntar y regresó con Miguel Ángel, quien estaba metido en laptop buscando información.

-¿Algún avance?-preguntó sentándose a su lado.

-Lo que él dice es cierto-respondió, sacando una chupeta de fresa de su bolsillo para comérsela-. Hablé con un colega de Anaco, pasó el fin de semana en las celdas por indecencia pública, lo encontraron meando en la calle en plena borrachera.

-Bien, bien. Recapitulemos-dijo Diana.

Miguel Ángel se levantó y tomó un marcador para dibujar en el pizarrón la linea de tiempo de todo este caso.

-Estamos a 21 de febrero, hace tres semanas, entre el seis y el siete la víctima fue asesinada-decía pensativo-. Sabemos que Jhon Rojas la vió por últimas vez el dos de frebreo, no sabemos si tiene cuartada para esos días, a diferencia de Tadeo.

-Hay que interrogarlo-dijo Diana, sacando las llaves de su auto.

Cuando iban de camino a interrogar a Jhon Rojas, Diana recibió una llamada de un operador de llamadas de emergencia, diciéndole que había un disturbio público relacionado a su caso, por lo que cambiaron su dirección rumbo al lugar del disturbio para ver que sucedía. Lo que estaba sucediendo, era que los dos hermanos Rojas se encontraban enfrascado en una pelea a puñetazos y estacionado en la acera había un auto bastante destruido, a su lado, en el suelo, estaba un bate de beisball.

-¿Los separas tú? ¿O lo hago yo?-preguntó Diana, apreciando el show.

-¿Qué te parece esto? Uno para cada uno-dijo Miguel Ángel, sacando otra chupeta para merendar.

-Sale y vale-respondió con genuina diversión por la situación.

Diana sometió a Tadeo con una de sus técnicas de judo, mientras que Miguel Ángel noqueo a Jhon con un gancho a la mandíbula. Ambos fueron arrestados y llevados de vuelta al CICPC. El duo detectivesco entraron a la sala de interrogatorios donde estaban retenidos y comenzó la serie de preguntas.

-¿Listos para contar que fue lo que paso?-dijo Miguel Ángel, apoyando los pies en la mesa.

-¡Encontré a este maldito loco destrozando mi auto con un bate!-exlamó Tadeo, furioso.

-¡Eso es lo que te mereces por acostarte con mi novia!-gritó Jhon, quien de no estar esposado a la mesa, sin duda trataría de matar a golpes a su hermano.

-¿Siempre lo supo?-interrogó Diana.

-Espere pacientemente su regreso para poder matarlo-admitió sin muchos rodeos.

-¿Así como mataste a Catalina?-preguntó Tadeo, mirando furia a su hermano.

-Yo no la maté-respondió cabizbajo.

-¿Donde estuvo entre el seis y el siete de febrero?-preguntó Miguel Ángel.

-En urgencias, me dieron de alta el ocho de febrero por la tarde-respondió apretando los puños del coraje-. Traté de suicidarme tomando pastillas, pero una vecina me encontró y llamó una ambulancia.

-¿Que tú qué?-Tadeo se notaba sorprendido por esa confesión.

-¿Qué esperabas, querido hermano?-en sus palabras había demasiado odio, verguenza y tristeza-. Era el amor de mi vida, quería casarme con ella. Hasta que tú apareciste y arruinaste todo, perdí a la única mujer de la cual me he enamorado, mis ahorros para volver a comprar mi vieja casa, mi dignidad como hombre, todo estaba perdido.

-Jhon... Yo... No lo sabía.

-Hazme un favor, alejáte de mi vida, porque si te vuelvo a ver voy a matarte-amenazó con voz grave.

-Y si lo mata, yo iré a arrestarlo-agregó Miguel Ángel-. Es mala idea amenazar a alguien delante de unos detectives-Miguel Ángel se levanto de su asiento y se dirigió a la puerta-. Vámonos Diana, dile a los oficiales que los pongan en las celdas hasta mañana, así podrán calmarse un poco.

Diana y Miguel Ángel estaban en la oficina de esta. El detective privado de ojos carmesí, estaba sentado en el sofá, meditando en la postura del loto.

-Los dos tienen coartada, ¿Qué otra cosa nos queda?-se preguntaba Diana, mientras tomaba una taza de café-¿Qué opinas Miguel Ángel? ¿Miguel Ángel?

Mientras meditaba, Miguel Ángel parecía murmurar cosas. Estaba repasando todo lo obtenido de este caso, los testimonios, la causa de la muerte, todo. Abre los ojos lentamente y sonríe de forma pacífica.

-¿Alguna vez leíste Sherlock Holmes?-preguntó sintiéndose en paz al haber tenido una teoría que podría resolver todo.

-Por supuesto, desde que estaba en el liceo-respondió-¿Qué tiene que ver con el caso?

-"Cuando eliminas los imposible, lo que queda, aún improbable, debe ser la verdad". El Signo de los Cuatro, Sir Arthur Connan Doyle, febrero de 1890-decía levantándose del sofá-. Hay que volver al departamento de la víctima, necesito compronar una teoría y también necesito las pertenencias que tenía la víctima.

Miguel Ángel y Diana estaban en el descanso de las escaleras que conducía hacia el departamento de la víctima en el segundo piso. Rociaron luminol y había rastros de sangre.

-Aquí fue donde mataron a la víctima-indicó Miguel Ángel, sacando de la bolsa de evidencia los tacones de la víctima-. El tacón está roto, la víctima bajaba las escaleras cuando se rompió y cayó. La caida la mató, eso explicaría todas las frascturas que mencionó el Dr. Torres.

-¿Y quien la puso en medio de la carretera?-preguntó Diana.

-Preguntémosle al casero del edificio.

El casero del edificio era un joven de veinticinco años, se le veía bastante nervioso y sudaba como cerdo en un matadero.

-Heredé el edificio de mi abuelo y yo... yo... solamente no quería que hubiera problemas, una muerte así de horrible me haría bajar los precios de los departamentos y eso hubiera afectado mucho al negocio-se excusaba sin parar, hablando a toda máquina.

Miguel Ángel alzó la mano y este se calló al instante.

-Es un pendejo-se limitó a decir-. Queda arrestado por obstrucción a la justicia y solo para que sepa, solo habría de haber bajado el precio del departamento de la víctima, no del edificio entero, pendejo de mierda.

El joven entre lágrimas es esposado por Diana y el caso quedó oficialemente cerrado.

Aquella noche, Miguel Ángel estaba viendo una película de terror gore con Abby. Ella estaba recostada en el sillón, con sus piernas descansando en el regazo de Miguel Ángel, quien las masajeaba con cierta satisfacción.

-Lo que ocurre por no leer bien las leyes de renta-decía Abby, sorprendida por el relato de su novio.

-No es lo más estupido que he visto que ha llevado a alguien a cometer un crimen-dijo riendo-. Me alegra poder pasar el tiempo contigo una vez más, por eso, quería preguntarte algo... ¿Quisieras vivir conmigo?

Abby se sonrojó por esa pregunta, con una sonrisa acepto.

El lindo momento se ve interrumpido por la llegada de Lucas al departamento.

-¿Que lo qué, Miguel Ángel?-preguntó al pasar-. Perdonen la interrupción, Diana me mandó a buscar algo de azucar para el jugo.

-¿Quien es el niño?-preguntó Abby, confundida.

-Ah, claro, sabía que había algo que se me había olvidado decirte-dijo Miguel Ángel, dándose un pequeño toque en la frente-. Ahora tengo un discípulo.

https://youtu.be/e84KRojIkM8


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