Capítulo 15-El retorno del Rey
"El mundo nos rompe a todos, y después muchos se vuelven más fuertes en los lugares rotos". Ernest Hemingway.
Han pasado seis meses y medio después de que Miguel Ángel haya desaparecido de Caracas. Diana ha tenido que encargarse de todos los asuntos de los caballeros del Rey Carmesí, al principio fue díficil, pero después de tres meses ya se había acostumbrado a dirigir a la pandilla justiciera del Municipio Libertador de Caracas. Sin Miguel Ángel, el CICPC se enfrentó a varios casos extraños, algunos les tomó mese resolver, cuando antes, se resolvían en un par de días. Sin embargo, hoy era el día, hoy el Rey iba a regresar.
En la morgue, Miguel Ángel caminaba tranquilo, pero sus manos le temblaban, tenía miedo de ver a Abi y que ella lo odie por haberse ido sin haber dicho nada, pero en el lugar solo se encuentra con el Dr. Torres.
-Vaya, bienvenido de vuelta Miguel Ángel-dijo el Dr. Torres, algo asombrado.
-Gracias doctor, también es bueno verlo ¿Y Abi?-preguntó Miguel Ángel.
-De vacaciones en Margarita con su hermana, regresará en dos meses-respondió el Dr. Torres, acercándose un poco a Miguel Ángel-¿Cómo has estado, mijo?
-He tenido tiempo para pensar-respondió Miguel Ángel, antes de irse.
El siguiente destino de Miguel Ángel sería El Hogar de Afrodita, donde visitó a Dulce. Después de unos abrazos, los dos estuvieron hablando un rato en la habitación de Dulce.
-La verdad tengo algo de miedo de encontrarme con Diana, si como tú dices, mi partida le afecto mucho, entonces lo más probable es que me odie ¿tú que opinas, Dulce?-cuando Miguel Ángel se da la vuelta, Dulce estaba dormida y babeando en su cama-¡Dulce se acabó el helado!
-¡¿Incluso el de chocolate?!-se despertó agitada hasta que se dio cuenta de lo que pasó, por lo que solo pudo reír apenada-. Perdón por eso. Respondiendo a lo que me preguntaste, nunca podrás saber realmente lo que piensa Diana si no vas y la visitas, enfrenta las consecuencias y reconsiliate con ella.
-Ok... gracias, Dulce-dijo Miguel Ángel, retirándose.
Cuando Miguel Ángel estuvo enfrente del departamento de Diana, le temblaron las manos y sus dientes rechinaban, pero al final, reunió el suficiente valor como para tocar la puerta.
Diana abrió la puerta y vio a un Miguel Ángel algo diferente al que había conocido hace casi un año. No llevaba sus lentes oscuros o su gorro de lana, llevaba una chaqueta con capucha de color rojo y camisa negra, junto con pantalones de jean. Su sonrisa se veía serena, sus ojos transmitían algo de paz, su cabello carmesí se veía peinado de una forma estética, como Diana solía peinárselo.
-Hola Diana... perdón por desaparecer por tanto tiempo-declaró Miguel Ángel, con una sonrisa nerviosa.
Antes de que Miguel Ángel pudiera seguir hablando, Diana lo golpea en la cara, tumbándolo al suelo. Acto seguido, se le monta encima para seguir dándole golpes.
-¡Maldito coñoesumadre! ¡Desapareces por medio año y apareces como si nada!-exclamaba Diana mientras lloraba-¡¿Tienes idea de cuanto me preocupe por tí?! ¡Pense que habías muerto!... pensé que me dejarías sola... para siempre.
Cuando Diana dejó de golpearlo, Miguel Ángel la abrazó y la consoló en su llanto.
-Lo siento, lo siento tanto Diana-dijo Miguel Ángel, con una voz suave.
Una vez que las cosas se calmaron, Miguel Ángel invitó a Diana a una panadería cercana, donde conversarían del tiempo perdido, mientras comían una torta de chocolate y bebían jugo de melón.
-He recorrido una buena parte del norte de Venezuela en busca de calmar mi dolor-relató Miguel Ángel-. Visité a mi madre en Anaco, le confesé que soy el Rey Carmesí, me abofeteó y me dijo que jamás regresara. Me lo merezco.
-Cuanto lo siento, Miguel Ángel-dijo Diana, con una gran lastima hacia su compañero.
-Esta bien, he podido reflexionar un par de cosas-dijo Miguel Ángel, mientras comía su torta-. He llegado a tres concluciones importantes: 1) No quiero volver a esconderme, el mundo tiene que aceptar como soy y si no lo hace, lo mandaré a chuparla. 2) Lo que le pasó a Luisito, fue trágico, pero eso casi me hace romper mi código moral, he aprendido a controlar mi ira y ahora quiero comenzar de nuevo, ahora soy un nuevo Miguel Ángel. Haré más por mejorar la ciudad y tal vez.. tenga que replantear algunas cosas que hago como el Rey Carmesí.
-¿Y cual es la tercera conclusión?-preguntó Diana, dándole un sorbo a su refresco.
-Oh, cierto... Diana, yo te amo-justo al decir esas palabras, Diana escupió todo el refresco que tenía en la boca hacia la cara de Miguel Ángel-. Eso fue... refrescante-dijo mientras se limpiaba con las servilletas.
-¡¿De qué carajo estás hablando?! Digo... no te ofendas, pero yo soy... incapaz de verte como algo más que un hermano-Diana tenía mil cosas que decir, pero Miguel Ángel la detiene para que pudiera explicarse.
-Si, creo que tenía que ser más detallado, pero los dos somos iguales-dijo Miguel Ángel, sonriendo mientras miraba el techo-. Sin ofender Diana, pero no puedo verte como una mujer. En el pasado lo había hecho, pero me dí cuenta lo que realmente significa el amor que yo siento por tí-Miguel Ángel puso su mano sobre la de Diana y la miro a los ojos con seridad-. Tú eres mi familia, Diana.
-Me alegro que así sea-dijo Diana, sonriendo.
-¿Se ha sabido algo más del Zodiaco?-preguntó Miguel Ángel, con seriedad.
-No. El alcalde me ha dado cierta información para seguir investigando, pero es díficil diferenciar cual caso es del Zodiaco y cual es un caso aislado-respondió Diana, pensativa.
-No solo hay que centrarnos en Venezuela, Scorpion dijo que operaban en toda América, por lo que tenemos que empezar a expadirnos, detective-comentó Miguel Ángel, terminando su torta.
-Oye... yo... bueno, estuve investigando un poco sobre tí y tu pasado-dijo Diana un poco incómoda por hablar sobre ese tema-. Quería entender por qué alguien como tu se convirtió en el Rey Carmesí y empecé a preguntar a otros guardianes escarlata, cada uno me decía algo diferente. Selena me dijo que fue porque tuviste un caso de un niño que perdió a su padre por la mafia. Roswell me dijo que fue por un caso de una familia inmigrante, en la cual un niño perdió a su padre. Siempre es distinto, pero lo único constante es el niño que pierde a su padre, por lo que investigué y me encontré con tu caso.
-Fue cuando tenía once años, mi padre fue asesinado por un malandro-confesó Miguel Ángel, manteniéndose sereno, pero se notaba que había cierto dolor en sus palabras-. Fue la primera vez que ví a la muerte. Yo iba con él, volviendo de la avenida y entonces un malandro intentó robarnos, mi padre lo enfrentó y ese coñoesumadre le disparó; yo me quedé paralizado por el temor. Desde entonces juré no quedarme quieto ante la injustica, por eso mismo me convertí en detective del CICPC, luego en detective privado y en el Rey Carmesí. Todo fue por la justicia, aunque, tal vez haya sido para aliviar mi culpa por eso.
-Eras un niño, Miguel Ángel, lo más probable es que también te hubieran matado-dijo Diana, tratando de aliviarlo-. Ya no tienes porque culparte de nada.
-Gracias, Diana-dijo Miguel Ángel, sonriendo-. Gracias por ser mi mejor amiga, mi familia y mi Bruja de Fuego.
Cuando Miguel Ángel hizo las pases con Diana, fue a visitar a otros de sus guardianes escarlata para ponerse al día con ellos y corregir ciertas cosas. Fue hasta el casino de Selena Torricelli, siendo recibido por ella en su oficina. Selena al verlo se sorprende levemente, se acerca a él y pone sus manos encima de sus hombros y con toda la fuerza que tenía le dedica unas palabras.
-Bueno... yo... eh... te... te extrañé, Miguel Ángel-dijo, sin verlo directamente y algo ruborizada.
-Sigues siendo igual de adorable, Selena-dijo Miguel Ángel, con una sonrisa.
Selena, irritada, comienza a apretar con fuerza sus manos, haciendo que los gritos de Miguel Ángel se escucharan desde fuera de la oficina.
-Vaya, hacia tiempo que nadie me hacía enfadar así-dijo, retornando a su escritori-. Fufufu... necesitaba descargar el estrés de alguna manera. Gracias Miguel Ángel.
-Me alegra ayudar-dijo Miguel Ángel, tirado en el suelo, sin poder mover sus brazos.
Tras esa dolorosa (literalmente) reunión, Miguel Ángel fue hasta la oficia del alcalde del Municipio Libertador de Caracas, Aguilar Pascual.
-Bienvenido de vuelta, Miguel Ángel-dijo Aguilar, sacando dos puros cubanos-. Recientemente, las ventas de tabaco cubano han aumentado en Venezuela, no me sorprende, Cuba tiene el mejor tabaco de América-comentó mientras encendia uno de los puros para luego ofrecerle otro a Miguel Ángel.
Miguel Ángel tomó el puro y Aguilar lo encendió.
-¿Me puedes prestar tu yesquero?-preguntó Miguel Ángel, tomando el yesquero y luego sacando una foto de su bolsillo-. Es la foto que tomé hace unos cuantos años de nosotros dos.
Miguel Ángel quemó la foto y la tiró al cesto de basura metálico de la oficina.
-Perdóname por todo, Aguilar-dijo Miguel Ángel, con toda la sinceridad del mundo.
-El pasado queda en el pasado, lo que debemos hacer es trabajar aún más duro para que lo que pasó con aquel niño no se vuelva a repetir-dijo Aguilar, fumando pensativo aquel puro.
Una vez que Miguel Ángel se puso al día con todos, regresó a su apartamento. Eran como las cuatro y media de la tarde, sentado en las escaleras del primer piso del edificio había un chico, trigeño, con ojos castaños, parecía un preadolescente, con una chaqueta azul oscuro con lineas blancas, unos jean y zapatos anaranjados, en su espalda, llevaba una gran mochilla, con varios parches cocidos a ella de distintos colores, esa mochila era bastante grande, parecía más una maleta. El chico alza la vista al ver llegar a Miguel Ángel.
-¡Epale! ¿Usted es Miguel Ángel Pérez?-preguntó el chico.
-Si ¿Qué se te ofrece, chamo?-dijo Miguel Ángel.
-Mi nombre es Lucas, vengo de Barcelona-Lucas se quedó en silencio un rato, agarrando mucho aire para seguir hablando-. Yo soy el hijo de Martín Castillo, El Destripador del Municipio Libertador.
-¿Puedes probarlo?-preguntó Miguel Ángel, intrigado.
Lucas sacó de su mochila una foto muy vieja, en la cual aparecen una madre, su bebé recién nacidos y un Martín Castillo más joven, el nombre de la pareja estaba escrito en reverso de esta misma. Esto asombra a Miguel Ángel quien lo invita a pasar a su departamento. Los dos se sientan en la sala a conversar y Miguel Ángel sirve un poco de té de Santa María con limón.
-¿Cual es el motivo de tu visita?-pregunta Miguel Ángel, tomando un sorbo de su té.
-Cuando mi... Martín Castillo fue arrestado, de pronto mi madre se empezó a comportar de una manera mucho más fría conmigo-relató Lucas-. Nunca me maltrató ni nada, pero había días en los que ni me miraba a la cara. Entonces quería saber porque ese cambio de comportamiento, por lo que investigué y encontré la foto, busqué el nombre del hombre en google y allí supe todo. Me Tardé un año en reunir el dinero para poder venir aquí, porque quería saber ¿Quien era mi pa... Martín Castillo? ¿Qué hizo? ¿Por qué lo hizo? ¿Cómo era antes de volverse un asesino? y sobre todo... ¿Estaré destinado a convertirme en lo mismo?
Antes de que Miguel Ángel pudiera decir algo, Diana entra al departamento.
-Hola Miguel Ángel, perdón, pero quería algo de jugo de guayaba-dijo Diana, atracando la nevera y sirviéndose el jugo-¿Quien es el chico?
-Él es Lucas, al parecer es el hijo de Martín Castillo-al decir eso, Diana casi se ahoga con el jugo-. Si yo también me sorprendí.
-¿Y ella es...?-preguntó Lucas.
-Ella es la detective Diana Santaella del CICPC, es mi compañera y mi hermosa concubina-justo cuando Miguel Ángel terminó esa frase, Diana le tiro un libro directo a la cabeza-¡Idiota! ¡No me tires libros de tapa dura a la cabeza! ¿¡Quieres matarme?!
-¡Pues no digas esas cosas cabeza 'e ñame!-exclamó Diana, algo apenada.
Diana salió del departamento, llevándose toda la jarra de jugo de guayaba como venganza.
-¿En donde nos quedamos?-preguntó Miguel Ángel, sobándose el lugar donde le golpeó el libro.
-Tengo mucho miedo de convertirme en un asesino serial, como él-dijo Lucas, nervioso.
-La gran mayoría de los asesinos seriales no nacen, se crean-dijo Miguel Ángel, tranquilizando un poco a Lucas-. Tu padre hizo cosas malas, porque a él también le pasaron cosas muy malas, pero eso no quiere decir que eso también te pasará a tí.
-¿Cómo puede estar tan seguro?-preguntó Lucas, dudoso.
-Yo conocí muy bien a tu padre y te puedo decir que en otra vida él pudo haber sido una buena persona-declaró con seguridad-. No existe el destino en este mundo, todo ocurre porque sí, porque el mundo es caótico. Tú mismo puedes decidir que hacer, si no quieres seguir con los caminos de tu padre, coño, no lo hagas. Haz algo bueno con tu existencia y redime el apellido Castillo.
-¿Qué camino debería tomar ahora?-se preguntaba Lucas.
-Lo sabrás en su momento-dijo Miguel Ángel, teminándose su té-. Si quieres podrías quedarte un tiempo por aquí hasta que aclares tur dudas.
-¿En serio? Pero ¿Me quedaré a dormir aquí?
-Claro que no, este es mi apartamento, te quedarás con Diana-dijo Miguel Ángel, con una sonrisa burlona.
Lucas acomodó sus cosas y se sentó en el sofá cama del apartemento de Diana.
-Oye Lucas ¿Cuantos años tienes?-preguntó Diana antes de entrar a su cuarto
-Trece ¿Por qué?
-Oh, entonces ya estás en esa edad ¿Eh? Bueno, te aviso que me gusta dormir en ropa interior o desnuda, por lo que toca siempre que esté en mi cuarto, al menos que quieras ver el espectáculo-dijo Diana, guiñando el ojo y lléndose a dormir.
Lucas se quedó el resto de la noche con esa imagen mental que le impidió dormir un par de horas.
¿Qué hará ahora Lucas? ¿Qué nuevos casos aparecerán ahora en Caracas y en toda Venezuela? Eso se sabrá muy pronto.
https://youtu.be/1L_d4ZzKIHE
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