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Capítulo 13-El veneno del escorpión

"Lo que es comida para unos, es veneno amargo para otros". Lucrecio.

Esa mañana de finales de junio, Miguel Ángel estaba dormido en su sofá cama junto a Abi, aropados con una sabana delgada, pero grande, en la mesita había un bolw con algunos restos de palomitas y la televisión seguía encendida. Los dos se despiertan, se estiran un poco y se levantan.

-Parece que nos quedamos dormidos-dijo Abi, yendo hasta la nevera para tomar jugo de naranja.

-Siendo honestos, la última película fue bastante aburrida-comentó Miguel Ángel, apagando el televisor.

Cuando Miguel Ángel revisa su teléfono, ve que tiene un mensaje reciente de Diana.

"Homicido de alto perfil, ven lo más pronto que puedas".

-Parece que tendremos mucho trabajo el día de hoy-dijo Miguel Ángel, yendosé a preparar sus cosas.

-Entonces tengo que irme, te veré en la morgue Miguel Ángel-se despidió tomando su bolso.

Antes de que Abi se fuera, Miguel Ángel la abraza y se quedaron así unos cuantos segundos.

-Tu senos son enormes-dijo Miguel, con humor.

-Lo sé. Por eso te gusta abrazarme, tu cara queda justo en ellos-Dijo Abi, continuando con la broma.

-¡Hey! Esa no es la única razón; me encanta todo de tí-dijo Miguel Ángel, pasando sus manos por debajo de la camiseta de Abi-. Tienes un frescura natural que me tranquiliza, tu sonrisa es un rayo de sol, tus piernas se sienten tan bien cada vez que las masajeo, el simple hecho de que me tomes de la mano, me quita todos mis temores, todas mis dudas y solo hay espacio para la alegría.

-Yo siento lo mismo contigo, Miguel Ángel-Abi besó a Miguel Ángel en los labios-. Desde hace tiempo que me he sentido así.

Los dos se besaron un buen rato, luego procedieron a hacer el amor en aquel sofá cama, lo que provocó que llegaran tarde al trabajo.

Cuando Miguel Ángel finalmente llegó a la escena del crimen, estaba contento, más contento de lo que había estado en años.

-¡Good morning, everyone!-exclamó saludando alegremente a Gabriel y Márquez.

-¿Qué mierda le pasa?-preguntó Márquez disimuladamente a Gabriel.

-No tengo idea, han pasado años desde que lo ví de esa manera.

Miguel Ángel apreciaba la escena del crimen, una de las mansiones más lujosas de Caracas, solo alguien de la clase más alta podía tener una así, durante el camino tuvo que esquivar algunos reporteros afuera del lugar, pero finalmente se pudo encontrar con su compañera.

-¿Qué tal, hermosa? ¡Estás tan sensual como siempre!-tras exclamar eso, Miguel Ángel le da una nalgada a Diana, la cual es rápidamente respondida por un golpe en toda su cara.

-¡Ese fue un extraordinario golpe, detective!-exclamó Miguel Ángel, aún sonriendo-. Incluso rompio mis lentes, que bueno que siempre llevo otro par de repuesto.

-¿Qué carajo le pasa ahora?-preguntó Diana, extrañada de este comportamiento.

-Solamente estoy féliz por el día de hoy, presiento que será un día de buena suerte-dijo levántandose del piso y poniéndose sus lentes oscuros de repuesto-¿Qué tenemos?

-Hay dos víctimas y posiblemente una más en camino-explicó Diana, guiando a Miguel Ángel hasta el comedor de la mansión.

En el comedor, sentados en una mesa  redonda, pequeña y blanca, yacían dos cadáveres. El primero era un hombre caucásico, pero con piel enrojecida, en sus treinta, con una barba de candado, traje elegante, ojos hinchados, con espuma en la boca. El segundo, era moreno, pero su piel estaba igual de enrojecida, con un pequeño afro y al igual que el primer hombre, llevaba un traje formal, estaba tumbado con la cara en la mesa.

-El hombre caucásico se llama William Marcano de Marcano-dijo Diana, esperando alguna reacción de Miguel Ángel-¿Y bien?

-¿Qué? ¿Es alguien importante?-preguntó Miguel Ángel alzándose de hombros.

-¿En serio no lo conoces? Es uno de los mayores empresarios del norte de Venezuela-explicó Diana-¿No ve las noticias? Ha recibido numerosos reconocimientos.

-¿Pa'qué yo vería noticias? Son deprimentes, prefiero ver animal planet-dijo Miguel Ángel, acercándose para ver a las víctimas-. ¿Quién es el segundo hombre?

-Jorge de Cataluña, otro empresario, socio comercial del Sr. Marcano-explicó Diana, revisando sus apuntes.

-Dijo que posiblemente habría una tercera víctima en camino ¿Quien? y ¿Por qué posiblemente?-preguntó Miguel Ángel, intrigado.

-Es el tercer socio comercial, Juan Robinson, está en el hospital-respondió Diana, procediendo a contar los hechos de toda esta escena del crimen-. Los tres hombres estaban desayunando aquí para hablar de negocios, cuando la sirvienta de la casa vino a recoger y a limpiar la mesa, vio como el Sr. Robinson estaba convulsionando en el suelo, mientras que el Sr. Marcano y el Sr. Cataluña estaban muertos en la mesa. Llamó a una ambulancia y mientras hablamos el Sr. Robinson está peleando por su vida en el hospital.

Cuando Miguel Ángel inspeccionó los cuerpos de ambos hombres, frunció el seño y se volteó rápidamente hacia su compañera.

-Llame inmediatamente al hospital y dígale que ese hombre fue envenenado por belladona y que le realicen un lavado estomacal.

Diana lo hizo y cuando regresó donde Miguel Ángelm él seguía inspeccionando los cadáveres y la comida que dejaron a medias.

-¿Cómo supo que era belladona?-preguntó.

-Tienen sintomas de ello-explicó Miguel Ángel-. Piel enrojecida y seca, ojos dilatados, las convulsiones ¿Cuantas personas viven en esta casa?

-Aquí vivía el Sr. Marcano junto a su hijo preadolescente-dijo Diana-. Su esposa murió debido a complicaciones en una cirugía que tenía que salvarla de un ACV hace tres años. Además aquí viven la sirvienta, que también funje como niñera, el cocinero y el jardinero.

-Que se lleven los cuerpos y que analizen toda la comida que hay aquí para buscar rastros de belladona-dijo Miguel Ángel, retirándose del comedor-. Vayamos a investigar a la gente de esta mansión.

Migue Ángel y Diana salieron del comedor y los detectives del CICPC se prepararon para recolectar todas evidencias posibles y llevarse los cadáveres. Mientras iban para interrogar a su primer sospechoso, el cocinero, chocan con sirvienta/niñera quien cae al suelo; ella era una mujer cercana a los treinta, con piel morena, cabello recogido en una cola de caballo, ojos verdes y el típico traje de una sirvienta. Miguel Ángel le ofrece su mano para levantarla.

-Cuanto lo siento, detectives, soy la sirvienta de la casa, Loreta Acusta-dijo cabizbaja y con timidez-. ¿Han visto al joven Lucio? No lo encuentro y temo que le haya pasado algo malo.

-Le avisaremos a los detectives del CICPC presentes que lo busquen no debe andar muy lejos-dijo Diana.

-Pero primero quisieramos hacerles unas cuantas preguntas-dijo Miguel Ángel, mientras que Diana sacaba su libreta-¿Cómo era usualemente el Sr. Marcano?

-Era un buen jefe aunque no éramos tan cercanos, solo llevo cuatro meses aquí ya que la empleada anterior se retiró-respondió aún cabizbaja-. Pobre Sr. Marcano... nadie debería morir así.

-¿Sabe de alguien que tenga motivos para matarlo a él y sus socios?-preguntó Diana, anotando todo.

-El era uno de los empresarios más famosos Venezuela, todos tenían algún motivo.

-¿Alguien en particular?-volvió a preguntar Miguel Ángel.

-Bueno, ha tenido ciertos roces con Santiago Arcadio, su rival empresarial, pero creo que nada que amerite  esto-respondió, algo insegura.

-Muy bien, última pregunta ¿Cómo era la relación del Sr. Marcano con su hijo?-preguntó Miguel Ángel, cruzado de brazos.

-Tengo entendido de que antes eran más cercanos, pero después de la muerte de su esposa se han vuelto bastante distantes.

-Muchas gracias por responder a nuestras preguntas, Srta. Acusta-dijo Miguel Ángel retirándose con su compañera.

-Que les vaya bien, detectives, yo seguiré buscando al joven Lucio.

El duo detectivesco se dirigió a la cocina, donde sentado en una silla estaba el cocinero, Leonardo Paganini, un adulto joven en sus veintisiete años, con el uniformo típico de un chef, ojos café y piel pálida.

-Buenos días, Sr. Paganini-dijo Miguel Ángel hechándose a él y a su compañera alcohol etílico en spray en sus manos, cosa que Paganini, como cocinero agradeció-. Queremos hacerles unas cuantas preguntas sobre la muerte del Sr. Marcano y sus socios.

-Déjenme adivirnar: yo soy el principal sospechoso-dijo, con bastante cinismo.

-Puede que sí, puede que no ¿Usted los mató?-preguntó Miguel Ángel con el mismo cinismo.

-No. Aunque si tengo que decir que el tipo no me caía del todo bien-admitió Paganini, con bastante indiferencia.

-¿Por qué?-preguntó Diana, arqueando una ceja.

-Era un quejica del infierno, siempre tenía una crítica sobre mi comida-dijo sacudiendo la cabeza por el enojo-. "Esta muy fría" "demasiado colesterol" "¿esto está cocinado correctamente?" ¡Dios mio! Lucio no se quejaba tanto de mi comida.

-¿Qué fue lo que preparó para el desayuno?-preguntó Miguel Ángel.

-Pan tostado, con salsa rosas, queso, jamón, tomate y lechuga, el pan era integral-respondió Paganini haciendo uso de memoria-. También preparé el café, pero yo no hecho la azucar, dejó que los comensales echen a gusto.

-¿Es cercano con Lucio?-preguntó Diana.

-Se podría decir, lo conozco desde los ocho años, lo he visto crecer-dijo Paganini, suspirando-¿Eso es todo, detectives? Voy a irme a la casa de mi hermana, por lo visto esta casa estará desocupada una vez que el caso termine.

-¿A qué se refiere?-preguntó Miguel Ángel, intrigado.

-Lucio no tiene familiares que vivan en Caracas, viven al otro lado del país en Apure-dijo Paganini, pensando que extrañaría al chico-. Lo más probable es que él se irá para allá.

Miguel Ángel y Diana dejaron solo al cocinero, quien apreciaría su cocina por última vez. Ahora se dirigían a interrogar al último recidente y trabajador de la mansión: el jardinero, Alfredo Babilonia. Estaba sentado en el patio, con su uniforme, era calvo, con una gran bigote blanco en su labio superior y que cubría sus orificios nasales, tenía ojos rasgados, orejas pequeñas y estaba casi encovardo, sin embargo, pese a su edad, era buena en lo que hacia, Miguel Ángel no dejaba de apreciar las hermosas plantas que decoraban el jardín.

-Sin duda esto le encantaría a mi Jardinero-pensó Miguel Ángel, recordando a un buen amigo.

-Buenos días Sr., Soy Miguel Ángel y ella es mi compañera Diana Santaella, estamos investigando el asesinato del Sr. Marcano y sus socios-se presentó Miguel Ángel, sentándose los dos a su lado-. Venimos a hacerle un par de preguntas.

-Adelante-dijo, con una voz debil que indicaba melancolía.

-¿Cómo era su relación con el Sr. Marcano?-preguntó Diana, lista para anotar todo.

-He trabajado para William desde hace veinte años, lo ví heredar el puesto de su padre, lo ví teniendo éxito, cansándose y teniendo a su primer hijo y ahora... desearía haber muerto yo en su lugar-dijo el anciano, comenzando a llorar-. Lo siento, William... lo siento tanto.

-Oh, señor Babilonia... no debe lamentarse de eso, usted no tuvo la culpa de lo que ocurrió-dijo Diana, consolando a ese pobre anciano.

-¿Había algo que preocupara al Sr. Marcano últimamente?-preguntó Miguel Ángel, sin inmutarse por el llanto del hombre.

El anciano Babilonia se secó las lágrimas, de cierta manera, Diana le había dado algo de fuerzas.

-Su empresa estaba pasando un mal rato, su rival comercial Santiago Acardio lo estaba arrasando-dijo el anciano, cabizbajo-. Estuvo estresado durante todos estos días, desde hace tres meses.

Miguel Ángel voltó de reojo, viendo hacia el techo de la mansión, sonrió de forma pícara y luego se levantó junto a su compañera.

-Gracias Sr. Babilonia, nos comunicaremos con usted si necesitamos que responda más preguntas-dijo Miguel Ángel, despidiéndose.

Miguel Ángel y Diana vuelven a entrar a la mansión, donde Miguel Ángel se dirige a una de las ventanas que lo lleva directamente al techo de la mansión, allí sentado y observando el horizonte, se encontraba Lucio Marcano de Marcano, de 14 años, caucásico, con cabello liso y arreglado, vestido de manera casual, con ojos café, estaba sentado en posición fetal. Se había percatado de la presencia de Miguel Ángel y Diana, pero no se volteo a verlos.

-Lamento tu pérdida, chamo-dijo Miguel Ángel, sentándose a su lado junto a Diana.

-Soy cristiano detective, se supone que nos crían durante toda la vida para creer en la vida después de la muerte-dijo, con una cara melancólica, pero ausente de lágrimas-. Además, desde que mamá murió, él se olvidó que yo existía, todos en la casa lo hicieron, a excepción de Leo.

-¿Podrías ser más detallado en la relación con tu padre?-preguntó Diana.

-Simplemente después de que mamá murió se alejó de todo menos de los negocios-dijo, recostándose mientras observaba las nubes-. Era frío y distante conmigo, apenas me dirigía la palabras. Por alguna razón comenzó a comportarse mucho más frío desde hace tres años y medio.

-¿Cómo así?-preguntó Miguel Ángel, intrigado.

-Los viernes a las 9 p.m, siempre salía de la casa y no volvía sino hasta el siguiente dia al medio día-explicó-. Jamás supe a donde iba, tal vez salía con alguna mujer y no quería decírmelo aún ¿Quién sabe?

-¿Cómo es tu relación con el resto de los empleados de la casa?-volvió a preguntar Miguel Ángel.

-El Sr. Babilonia es el que conozco desde hace más tiempo, ha sido el más constante en la casa, es como un abuelo para mí-respondió Lucio-. Leo es genial, me trata como a un hermano menor y la verdad, cocina bien y me enseñó varias cosas de cocina. Loreta es la más aburrida de todos y eso que el Sr. Babilonia ya no es tan joven como cuando era niño, pero Loreta es muy... meh. Es casi como una sombra, solo está allí, pero nadie le hace caso, excepto mi padre. Es  muy fácil escaparme de ella, está muy perdida.

-Gracias Lucio, estás soportando esto mejor de lo que me esperaba-dijo Miguel Ángel, sacando algo de su bolsillo, era folleto de su conservatorio-. Si necesitas un lugar donde ir, aquí te recibiran con los brazos abierto.

-Gracias, detective-dijo Lucio, admirando el folleto.

Miguel Ángel y Diana se retiraron del tejado, dejando solo a Lucio, quien cuando no hay nadie cerca, empieza a llorar. Esta era una lección que su padre le había enseñado desde que era niño:
-"El mundo está lleno de tiburones, esperando la más mínima gota de debilidad. Nunca debes mostrarte debil ante los demás, solo con tu familia"-recordó en su mente, con la voz de su padre resonando como un distante eco.

El duo detectivesco entró a la habitación del sr.  William ; un cuarto con poca iluminación, las vetanas estaban cubiertas por gruesas cortinas, en toda la habitación había varias fotos de él y su esposa, demasiadas y solo había unas tres de él y su hijo. Miguel Ángel y Diana inspeccionaron toda la habitación, de cabo a rabo para ver si podían encontrar algo de interés para el caso. Quitando un cuadro de la esposa, Diana descubre una caja fuerte con combinación mecánica, la cual se abre introduciendo la contraseña mediante el giro de la llave.

-Me pregunto cual sería la contraseña-dijo Diana, jugueteando con su labio mientras pensaba.

-Oh, eso es fácil de averiguar-dijo Miguel Ángel, sacando de su equipo forense un estetoscopio.

Usando su estetoscopio, Miguel Ángel trata de averiguar la contraseña, estuvo intentándolo durante una media hora sin mucho éxito, pero el esfuerzo tiene su recompensa. Al fin, la caja fuerte se abre y dentro había solamente cosas básicas las cuales poner en una caja fuerte, dinero, joyería, etc. Pero había algo allí que rápidamente llamó la atención de Miguel Ángel y que le hizo reír de forma tétrica. Hasta que Diana le regresa a la realidad de un pellizco.

-¡Au! ¡¿Por qué?!-exclamó Miguel Ángel, sobandoce el hombro donde Diana lo había pellizcado.

-Porque me daba repelús-dijo Diana con una cara de desagrado.

-Usted es más cobarde-dijo Miguel Ángel, tomando su objeto de interés: una tarjeta de membresía-. Esto que ve aquí, mi compañera de buen ver, es una tarjete de membresía para un prostíbulo, El Hogar de Afrodita; el cual es dirigido por uno de mis guardianes escarlata: El Coro.

Miguel Ángel y Diana partieron hasta dicho prostíbulo, se encontraba bien oculto entre las calles del Municipio Libertador. Hasta llegar al local, de color morado, con varias luces de neón apagadas durante el día, pero por la noche, era simplmente un espectáculos de luces, sus vidrios eran opacos y totalmente negros. El local tenía dos entradas conocidas, la delantera y la trasera, la cual era reservada únicamente para los ricos y las figuras más prominentes de Caracas, quienes buscaban este lugar, para tener algo de pasión en sus vidas. Ellos entraron al lugar y fueron hasta la recepción, Miguel Ángel tocó el timbre, pero nadie venía.

-¿Dulce? ¿Estás ahí, Dulce?-dijo Miguel Ángel esperando que alguien saliera de la cortina detrás de la recepción.

De la nada Diana suelta un grito y se queda paralizada y temblando, mientras una mujer la manoseaba por todo el cuerpo, ella era Dulce sin apellido conocido y Miguel Ángel le prometió que nunca se lo diría a alguien nisiquiera a su compañera. Dulce de 38 años, media 1,57 mts, con cabello castaño y liso que le llegaba hasta los omóplatos, su piel era sumamente pálida, tenía grandes ojeras, pecas en las mejillas y vestía con una bata de color blanco, lo que le daba una apariencia de espanto de los llanos. Sin embargo, esa belleza misteriosa emanaba un aura que encantaba a los hombres y hacía que las mujeres se apartaran, teniendo sumo cuidado con sus partes íntimas.

-¿Ella es la Bruja de Fuego?-preguntó Dulce, bostezando y sentándose en la recepción-. Nada mal, pecho 79 cm, cadera 81 cm y cintura 82 cm. ¿Qué los trae aquí? Ha pasado mucho tiempo desde nuestros encuentros, supongo que vienen por un caso y no por un trio.

-Oh, debo decirte mi querida amiga, que ya inicié una relación con alguien, es algo serio-dijo Miguel Ángel, sonriendo ligeramente.

-¿En serio? Debe ser la correcta, nunca te había visto de tan buen humor-comentó Dulce, casi quedándose dormida, pero Miguel Ángel chasquea los dedos y se despierta-. Perdón por eso, tengo sueño.

-Estamos aquí para investigar a uno de tus clientes-dijo Miguel Ángel, entregándole la tarjeta de membreía-. William Marcano de Marcano, murió esta mañana. Sé muy bien como funciona este lugar, quisieramos hablar con su "musa" para ver si le contó algo que nadie más sabía.

-Wow, ¿El Sr. Marcano murió? Es una lástima, pagaba bien y trataba con respeto a las chicas-dijo Dulce yendo hasta la cortina-. Espérenme aquí, iré a ver mis registros y veré quien era la chica.

Incluso cuando Dulce se había ido, Diana aún estaba a la defensiva, cubriéndose el pecho cruzando los brazos.

-¿En serio ella es una guardiana escalarta?-dijo Diana, confundida.

-Bueno, usted ya conoce a Selena, detective. Además este es un lugar "respetable"-explicó Miguel Ángel-. Aquí vienen las personas más ricas, famosas, influyentes y poderosas del municipio; recurro a Dulce y a sus chicas para conseguir información y poder sometarlas bajo mi mano. No se preocupe, Dulce jamás contrata menores, todas sus chicas jamás son menores de veinticinco años. Este local no solo ofrece sexo, sino también compañia, la calidez del afecto, el uso de la sexualidad para conseguir inspiración y alabar la belleza de la mujer; por eso también es un lugar bastante visitado por artistas.

-Dulce mencionó unos "encuentros" ¿acaso usted y ella...?-preguntó Diana, un poco incómoda.

-Si, fuimos amantes durante un tiempo, no fue nada romántico solamente pasional-dijo Miguel Ángel, exhalando con nostalgia-. Dulce fue una de mis primeras guardianas escarlata, en aquel tiempo yo me sentía muy solo, antes de conocerla a usted y al resto de guardianes escarlata, Dulce me dió su amistad y su cariño cuando esa soledad que sentía me carcomía por dentro, ella me hacía sentir mejor conmigo mismo. Nuestro amorío no solo se baso en el sexo, sino también en confianza mutua, ella sabe más cosas de mí que cualquier otra persona.

Durante ese relato Miguel Ángel recordó un momento en específico de esa época.
Miguel Ángel estaba de pie enfrente de la cama de Dulce y con solo un mono gris puesto, ella estaba taciturna como siempre y vestida con una bata negra.

-Estos días han sido díficiles, cada vez que me pongo la máscara del Rey Carmesí siento que olvido como era yo antes de esto-dijo Miguel Ángel, cabizbajo y preocupado-. Constantemente tengo miedo de perderme, de perder mi yo original y que solo quede el Rey Carmesí.

-El Rey Carmesí jamás se apoderará de tí, el Rey es solo un personaje, tu eres el actor que decide cuando dejar el papel y cuando retomarlo-dijo Dulce, abriendo sus brazos-. Ven aquí.

Miguel Ángel, un poco sonrojado, se aclara la graganta.

-No creo que sea merecedor de tal muestra de afecto, Dulce-dijo, apenado.

-No importa si eres merecedor o no, quiero que durmamos abrazados-insistió Dulce.

-No creo que haga falta, además mañana tengo trabajo que hacer y...

-¿Me obligarás a repetirme tres veces, Miguel Ángel?-preguntó Dulce, suavemente, pero frunciendo el seño con seriedad.

Miguel Ángel se recostó en la cama y abrazó a Dulce.

-Tienes una gran oscuridad Miguel Ángel, pero tu luz es superior a la del sol-dijo Dulce, susurrando-. Esa luz me dió ganas de vivir de nuevo.

Miguel Ángel es regresado al presente por Dulce quien está acompañada por una de sus chicas.

-Ella es Diamond, era la favorita del Sr. Marcano-dijo Dulce, quedándose dormida en la recepción.

-Disculpenla, ella siempre es así-dijo Diamond.

-Si, me acostumbré a eso hace tiempo-dijo Miguel Ángel, riendo al ver a Dulce dormir-. Supongo que usted y el Sr. Marcano han tenido varios encuentros estos últimos años.

-Oh, no es lo que ustedes piensan, detectives-declaró Diamond, para confunsión de ellos dos-. En el mundo de la prostitución, existen dos tipos de clientes: los que pagan por sexo y lo que era William, una persona que pagaba para ser escuchado.

-¿Disculpe?-preguntó Diana, incrédula.

-Lo que escucharon, William era una persona que vivía deprimido por la muerte de su esposa, agréguenle el estrés que provoca ser uno de los más grandes empresarios de Venezuela; él nunca mostraba debilidad con nadie, solo conmigo-explicó Diamond a detalle-. Todos los viernes, él venía y conversábamos sobre temas variados, política, libros, películas, negocios, familia. Yo era como su confidente, una persona con la cual él podía desahogarse de todo. Sin embargo, todo cambió hace nueve meses.

-¿Qué fue lo que pasó?-preguntó Miguel Ángel, intrigado.

-Verán, resulta que William sospechaba que había un espía en su empresa, ya que su rival comercial, Santiago Arcadio, se le adelantaba en todo-dijo Diamond, como si relatara un film noir-. Para fortuna de William, descubrió un secreto de ese hijueputa y es que el asiste a este mismo burdel todos los sábados y contrata Kini, entonces los tres nos confabulamos para devolver la jugada y así William pudo hacerle frente.

-¿Kini está aquí para hacerle un par de preguntas?-preguntó Diana.

-Dudo que consigan algo nuevo de ella, Arcadio dejó de venir desde hace cuatro meses. Supongo que empezó a sospechar.

-Ok, gracias Diamond-dijo Miguel Ángel, retirándose del local junto a su compañera, quien recibe un mensaje de texto.

-Es el Dr. Torres, terminaron los análisis de la comida, no hay rastro alguno de belladona. Revisaron dos veces-dijo Diana, decepcionada.

Miguel Ángel se quedó callado, con los ojos cerrados y cabizbajo. Casi inmediatamente, sonrié de manera maliciosa.

-Este misterios está casi completo, solo necesitamos entrevistar a una última persona: Juan Robinson.

Diana y Miguel fueron hasta el hospital donde era atendido Juan Robinson. Un hombre en sus cincuenta y cinco años, con cabello blanco, regordete, con la piel pálida y conectado por la nariz a un tubo de oxígeno, había sobrevivido a la belladona de milagro y estaba consciente, pero el doctor a su cuidado les pidió a los dos que fueran breves.

-Buenas tardes, Sr. Robinson, somos los detectives que investigan su caso-se presentó Miguel Ángel.

-Por favor, detectives... ¿Qué paso con William y Jorge?-preguntó bastante débil.

-Lo sentimos Sr. Robinson, los dos fallecieron en el acto-respondió Miguel Ángel, sin mucho tacto.

-Oh, Dios ¿Por qué?-dijo llorando-. Pobre Lucio, primero su madre y ahora su padre ... Jorge el hombre más honesto que conocí ¿Por qué ellos fallecieron y no un inútil y gordo anciano como yo?

-Usted no es un inútil Sr. Robinson y no tiene porque mortificarse, porque nosotros dos atraparemos al culpable de todo esto-dijo Diana, posicionando su mano en el hombro del pobre hombre.

-Pero para eso necesitamos su versión de los hechos-dijo Miguel Ángel.

-Nos reunimos a la siete y media de la mañana para hablar de la empresa como hacíamos una vez cada mes, le habíamos hecho frente a Santiago Arcadio en los negocios, pero él no se daba por vencido-relató Robinson sin olvidar ningún detalle-. La sirvienta trajo las tres tazas de café.

-¿Usted bebió toda su taza?-preguntó Miguel Ángel.

-Bueno, por accidente tomé un sorbo del de William.

-¿Cómo sabía que era el del Sr. Marcano?-preguntó Diana, intrigada.

-Porque tenía azucar y a mí me gusta el café amargo, volví tomar un sorbo de otra taza, pero también estaba dulce, entonces dejé el café de lado y seguí comiendo. De la nada nos empezamos a sentir mal, William y José comenzaron a convulsionar, yo me levanté para pedir ayuda, pero caí al suelo, mi visión se volvió borrosa y solo ví negro. Lo último que recuerdo es despertar aquí en el hospital.

-Muchas gracias, Sr. Robinson, gracias a usted hemos resuelto este misterio-dijo Miguel Ángel, con una sonrisa soberbia.

Miguel Ángel y Diana volvieron a la mansión de William Marcano de Marcano, estuvieron muchas horas volviendo a investigar el lugar, hasta la siete de la noche. Reunieron a todos en la sala principal. Loreta Acusta, Leonardo Paganini, Alfredo Babilonia, junto con unos cuantos detectives del CICPC.

-Ustedes tres son los principales sospechosos de este homicidio-dijo Miguel Ángel, caminando de un lado a otro con las manos detrás de la espalda-. Los motivos por ahora no importan, pero sí lo que dicen las evidencias, todos tienen la capacidad de haber envenenado la comida y de conseguir belladona. Sin embargo, antes de nada. Sr. Babilonia, ¿De qué se lamentaba cuando mi compañera y yo lo interrogamos?

-P-pues de la muerte de William, claro, era como un hijo para mí-dijo Alfredo Babilonia, consternado.

-Un "padre" que pierde a su hijo no pide perdón, se pregunta porque algo así le pasó, al menos que haya tenido algo que ver en su deceso-dijo Miguel Ánge, acercándose al anciano-. Usted sentía remordimiento por algo y ese sentimiento de culpa fue tan grande que le pidió perdón al espítitu del Sr. Marcano, confiese de qué se arrepiente y tal vez el alma del Sr. Marcano deje de atormentarlo.

Alfredo Babilonia cayó al suelo de rodillas y llorando.

-¡Está bien, lo confieso! Yo le daba información de la empresa del William a Santiago Arcadio-confesó entre ríos de lágrimas.

-Pero ¿Por qué?-preguntó Diana, perpleja.

-Él tenía amenazada a mi familia-dijo el anciano sacando una grabadora de voz-. Esto llegó hace meses a la casa de mi hija y nietos junto con una carta que decía: "Debes darle todo la información que puedas de William Marcano de Marcano a su rival o sino, una horrible persona matará a tus seres queridos de las formas más dolorosas posibles, es inútil ir con la polícia, esa persona te estará vigilando". Desde pequeño, William siempre compartió conmigo sus más valiosos proyectos, confiaba en mí y yo simplemente no fuí lo suficientemente fuerte como para seguirle siendo leal ¡No podía dejar que nada malo le pasara a mi familia...!

-Suficiente, Sr. Babilonia-dijo Miguel Ángel, de forma analítica y fría-. Sé que usted fue quien le daba la información a Arcadio, pero usted no fue quien lo mató a él y a José de Cataluña. Quien realmente lo hizo fue ni más ni menos que la Srta. Loreta Acusta.

Todos en la sala estaban impresionados por esa afirmación de Miguel Ángel.

-¡¿Con que pruebas puede decir eso?!-exclamó Loreta, dejando de lado su caracter tímido.

-He estado leyendo su curriculum y dice que tiene diez años de experiencia trabajando tanto de sirvienta como de niñera y tiene excelentes recomendaciones de anteriores empleadores que son padres de familia, sin embargo como me mencionó Lucio, usted nunca estaba al pendiente de él, es curioso siendo alguien tan experimentada-dijo Miguel Ángel con una sonrisa burlona-. También está el siguiente hecho: usted sirvió tres tazas de café con azucar, si usted lleva cuatro meses trabajando aquí, entonces ya debería saber que al Sr. Robinson le gustaba el café amargo. Mi compañera y yo revisamos la despensa de la mansión analizando la bolsa de azucar recientemente abierta, no encontramos rastros de belladona, pero no nos rendimos y buscamos en otros lugares de la casa, llegando hasta los cubos de basura, una hora revisando los botes de toda la calle, hasta que finalmente encontramos la bolsa de azucar con rastros de belladona en la basura de los vecinos.

Loreta sudaba bastante, estaba entre la espada y la pared, en su desesperación le da una tremenda patada a Miguel Ángel en toda la cara y trata de escapar de la sala, pero Diana la detiene en el acto con un gancho ruso y los detectives del CICPC la llevan esposada en la cede.

Loreta Acusta estaba esposada y con las manos en la espalda, sentada en una sala de interrogación de la cede del CICP, a través del cristal unidireccional, la estaban viendo Miguel Ángel, Diana, Marcos, Gabriel y Márquez.

-No habla, no hemos podido conseguir nada de información de ella, sus huellas dactilares no aparecen en nuestros registros, también inspeccionamos más a fondo sus curriculums, todo es falso, ninguna de las familias que aparecían allí la contrataron-explicó Gabriel.

-Tampoco tenemos nada que la relacione con Santiago Arcadio-continuó Márquez-. Ni mensajes, emails, nada de nada.

-Entonces no podemos ponerle un dedo encima-dijo Marcos, con frustración.

-Yo podría sacar una confesión-dijo Miguel Ángel, con una sonrisa maquiavélica-. Si me dejan usar mis métodos, claro.

-No podemos torturar a una mujer, aunque sea una asesina, eso no es justicia-dijo Diana.

El Jefe Marcos, se queda callado, pensando.

-Jefe, no estará considerando lo que este maldito psicópata está diciendo ¿verdad?-farfulló Márquez.

-Silencio, quiero pensar...-tras reflexionar un rato, tiene una respuesta clara-. Si puedes hacer que confiense que fue contratada por Arcadio, entonces adelante miguelito, pero mi única condición es que no le hagas mucho daño, al menos no físico.

-Lo prometo, Marcos-dijo Miguel Ángel, sin poder ocultar una morbosa sonrisa.

Las luces en la sala de interrogación parpadean, hasta que Loreta se quedá con tan solo una debil luz de un bombillo, no podía ver nada a sus alrededor. A excepción de unos inquietantes ojos carmesí, parecidos a los de un demonio. Sus dientes rechinaban del miedo y de pronto, un trapo con cloroformo la deja inconsciente.

Loreta se despierta nuevamente atada, pero con una mordaza y los ojos vendados; no sabía en donde se encontraba, pero algo le estaba lamiendo las piernas. Le retiran la venda y ve sentado a un hombre sombrío, con máscara de diablo danzante, cabellos y ojos carmesí, mirándola fijamente en aquella habitación oscura, iluminada por el tenue brillo de los bombillos.

-¿Sabes qué es la crurofilia? Es el fetiche por las piernas-comenzó a relatar el Rey Carmesí-. Cuando tenía 13 años fuí a la casa de una tía en Valle la Cruz, ella tenía varias revistas de modelaje. Entonces por mera curiosidad las miré y me encontré con una modelo con lindas piernas y allí yo... ¿Cómo decirlo?... Tuve una erección.

El Rey Carmesí le quita la mordaza a Loreta.

-Vamos a divertirno aquí, hasta que confieses quien te contrato para matar a William Marcano de Marcano y sus socios-el Rey Carmesí levantó de su asiento y se sumergió en la oscuridad, trayendo con el un carrito metálico con varios instrumentos-¿Con qué debería torturarte? ¿Un soplete?... no, tal vez en otra ocasión, pero prometí que te haría confesar lo más intacta posible ¿Qué tal una electrocución en los pezones?... no, las baterías de auto son muy caras, la última me costó un ojo de la cara ¿Tal vez ponerte a ver "A Serbian Film" durante doce horas sin descanso? No, absolutamente no, ni siquiera Hitler merece algo así... ¡Ya sé! Primero vas a probar mis guantes con hormigas balas traidos y hechos directamente del Amazonas, luego pasaremos a una tortura psicológica con la tortura de la gota de agua. Será bastante divertido, al menos para mí.

https://youtu.be/EYmsQj-krl0

Miguel Ángel puso a reproducir en un megáfono, una antigua composición que había sido escrita por el diablo. En ese lugar, los gritos de Loreta eran ahogados por la música a todo volumen. Las hormigas balas son famosas por tener la mordedura más dolorosa del reino animal, su picadura es semejante a una bala atravesando tu cuerpo; en el Amazonas los adolescentes indígenas de cierta tribu tenían que realizar cierta danza usando guantes llenos de estás cosas para así convertirse en verdaderos hombres, era una experiencia infernal, la palabra dolor simplemente no alcanzaba. Loreta sentía como si fuera abatida a tiros una y otra, otra, otra y otra vez, se estaba destrozando la garganta a gritos, pero aún así no confesaba nada. Pasadas varias horas, Miguel Ángel le quita los guantes y la someta a la tortura de la gota de agua.

Loreta fua atada a una silla, en la cual, cada tres segundos, una gota de agua fría le caía en la frente. Esta es una de las torturas psicológicas más horribles que existen. El tormento del constante goteo sobre la frente, el daño que provocaba en la piel debido a la eroción, la imposibilidad de beber del agua  debido a la posición de la cabeza, era algo simplemente horrible. Loreta no sabía cuantas horas habían pasado, pero todo se sintió como una eternidad insoportable.

-Debo admirar tu resistencia, no quieres decirme nada-dijo el Rey Carmesí, mientras leía una novela-. Sin embargo, ya me aburrí de todo esto y las hormigas balas no son baratas.

El Rey Carmesí vuelve a poner a Loreta atada en una silla normal, ella estaba totalmente destrozada, pero con mucha terquedad, le escupe al Rey en los zapatos.

-Nunca sacarás una confesión de mí, cabrón-dijo Loreta, con tono burlésco.

El Rey Carmesí, manteniéndose sereno vuelve hasta el carrito, tomando una inyectadora.

-Temazepam, también conocida como droga de la verdad, es una fórmula especial que El Jardinero y yo estuvimos trabajando-dijo, inyectándosela a Loreta y sacando una grabadora de voz-¿Quien te contrató para matar a William Marcano de Marcano y a sus socios?

Loreta lucho todo lo que pudo, pero su boca se abrió sola.

-Santiago Arcadio.

-Bien ¿Cual es tu verdadero nombre y de donde eres?

-Locusta Kanakaredes, soy de Atenas, Grecia.

-¿Trabajas sola o hay más como tú?

-Trabajo para un grupo de sicarios conocido como El Zodiaco-dijo, impactando al Rey-. Cada uno de nosotros se identifica con un símbolo del zodiaco, yo soy Scorpion.

-¿Cómo se llaman los demás, cómo lucen y en qué se especializan?-preguntó el Rey Carmesí queriendo llegar al fondo de esto.

-No sé sus verdaderos nombres, no nos vemos en persona, solo por llamadas, tampoco estoy segura en qué se especializan todos-confesó Locusta, debilmente-. Sagitario es un francotirador, Tauro es un bombardero, Picis hace misiones en altamar y Géminis es un hacker. Es todo lo que sé.

-¿Cual es su alcance? ¿Nacional? ¿Internacional?

-Trabajamos aceptando trabajos en todo el continente américano, nosotros mismos escogemos a nuestros clientes, a través de unos agentes conocidos como Las Estrellas Fugaces. Analizan a potenciales clientes y les ofrecen nuestros servicios mediante mensajes imposibles de rastrear: cartas escritas a manos.

El Rey Carmesí ya tenía lista su confesión, ya habrá tiempo de lidiar con El Zodiaco. Por la mañana siguiente, más específico, a las ocho y media de la mañana, Miguel Ángel trajo a Locusta ante el CICPC. En la entrada de la cede, lo estaban esperando Diana, Gabriel, Márques y el jefe Marcos.

-¿Qué carajo hizo Miguel Ángel? Estuvo afuera durante horas-dijo Diana regañando a su compañero.

-Si, era más resistente de lo que yo pensé, pero lo bueno es que tengo la confesión grabada, ya podremos arrestar a Santiago Arcadio-dijo Miguel Ángel, sonriendo con narcisismo.

De la nada, una bala atraviesa el craneo de Locusta, justo entre los ojos. Todos los presentes se ponen a cubierto con los autos del estacionamiento y sacan sus armas.

-¡¿Qué fue eso?!-exclamó Diana.

-Es un francotirador, pero ¿desde donde?-se preguntaba Miguel Ángel, pero tras dos minutos, el silencio se apoderó del lugar.

Locusta estaba muerta, ahora era imposible volver a interrogarla sobre El Zodiaco, ellos eran listos, al enterarse de su captura, enviaron a uno de sus hombre, Sagitario, para matarla y evitar que así revele información, lamentablemente para ellos, no tenían metido al Rey Carmesí en sus planes de contingencia. Miguel Ángel ahora tenía un nuevo caso que resolver. 

En la noche, en su departamento, había armado una telaraña, investigando todos los crímenes sin resolver en América que coincidieran con el modus operando de los miembros del Zodiaco que Locusta había mencionado.

-Oye, ya son las once de la noche ¿Cuando vas a venir a dormir?-preguntó Abi, desde el sofá cama, arropada y sin ropa.

-En un rato, este caso sin duda es... intrigante-dijo, sin apartar la vista de su telaraña-. El Zodiaco de alguna manera se enteró de que Locusta había sido capturada y por eso la mataron. Tengo algunos contactos, así podré empezar a invetigarlos.

-Miguel Ángel... ven aquí, durmamos-dijo Abi, destapándose por completo de las sábanas.

Miguel Ángel apreció durante varios segundos el tatuado cuerpo desnudo de Abi y simplemente rió.

-Eres peligrosa ¿sabías? Me haces perder mi fuerza de voluntad-dijo mientras se quitaba la ropa, quedándose en shorts y finalmente, acostó su rostro en el busto de Abi-. Buenas noches, mi dama de negro.

-Buenas noches, mi Rey Carmesí-dijo dándole un beso en la frente.

https://youtu.be/y2oxxIq8Mqc


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