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Capítulo 10-El extraño caso del hombre rompecabezas

"No hay herejía ni filosofía tan odiosa para la iglesia como el ser humano". James Joyce.

Era un muy tranquilo día 20 de mayo, tal vez demasiado tranquilo. Diana estaba regresando de hacer unas compras, mientras subía las escaleras hasta su departamento, pero de la nada escucha un disparo, provocando que ella se agache por puros reflejos. El casero del edificio, Don Ramón Aguirre bajó rápidamente las escaleras.

-¡Detective Santaella! Como me alegro de que esté aquí-dijo Don Ramón mientras se escuchaba otro disparo y ambos se agachan-. ¡Ese psicopáta empezó a disparar quien sabe a que cosa! El olor al polvora está por todo el piso, ahora tengo que persuadir a todo el edificio de que no llamen a la policía. Por favor, hable con él.

-Tal vez solo esté colgando un cuadro, solo dígale eso al resto de los inquilinos-dijo Diana subiendo,  dejo sus cosas dentro de su departamento y se dirigio hasta el departamento de Miguel Ángel.

-¿Miguel Ángel? ¿Qué está haciendo?-preguntó Diana tocando la puerta un par de veces antes de abrirla. Al abrirla ve como Miguel Ángel le está apuntando con un arma, este dispara y Diana suelta un grito pero nota que nada le había pasado-¡¿Qué carajo le pasa, Miguel Ángel? Pude haberme meado encima!.

-Calmese, detective. Mire, es un fusil de chispa, no tiene balas y lo único que suena es la polvora al explotar-dijo Miguel Ángel dejando aquel fusil de lado-. Como alguien que disfruta mucho la comedia solo diré que si usted se hubiera meado, me hubiera dado mucha gracia.

Diana respira lento y hondo para calmarse y no asesinar a Miguel Ángel; una vez calmada, se fija que Miguel Ángel aún a las once de la mañana todavía tiene su pijama puesta y anda descalzo. Este se recuesta en su sofa cama y enciende la televisión, dejándolo en un canal de caricaturas. Diana se sienta a su lado, cruzando las piernas y juntando las yemas de sus dedos, como deseosa de hablar.

-Ok, quiero saber, ¿Por qué parece un hombre desempleado?.

-¡Porque estoy aburrido! Hace un mes que no tengo un caso interesante-dijo Miguel Ángel retorciéndose en el sofá-. Ni siquiera los inútiles del CICPC son capaces de darme algo estímulante.

-No se desespere tan rápido, Miguel Ángel-dijo Diana sintiendo algo de pena ajena-. Estoy segura de que algún caso llegará pronto.

Diana volvió a su departamento para acomodar sus compras, tras terminar esa tarea, volvió a donde estaba Miguel Ángel, solo para asegurarse de que no vuelva a asustar al resto de inquilinos . Tras unas horas de ver caricaturas, alguien toca a la puerta. Diana habre la puerta y ve como es que el visitante es un padre, con piel clara, algunas canas en las patillas pero no era alguien viejo, parecía estar apenas en los cuarenta años, él vestía el traje típico de los sacerdotes. Pregunta si aquí es donde vive el detective privado Miguel Ánge Pérez, Diana lo afirma y lo invita a pasar y a sentarse en la sala. Miguel Ángel sabe que se trata de un cliente, por lo que se sienta normal, sin tomarle mucha importancia a su vestimenta.

-Buenos días, detective-dijo el padre tomando asiento.

-Detectives, la señorita Santaella es mi compañera-dijo Miguel Ángel analizando a su visita.

-Claro..., mi nombre es Pablo Cortés y soy el padre de la iglesia que queda en la avenida Caroní, necesito su ayuda en algo que ocurrió hace dos días-dijo el padre Cortés tomando un gran soplo de aire para contar el relato-. Era una noche sin luna y con fuertes lluvía, la iglesia solo era alumbrada por las velas que yo encendí, estaba apunto de irme a dormir cuando noté que había una persona en el confesionario, entonces, entré y comencé a hablar con él.

-"En que puedo ayudarle hijo mio"-dije como de costumbre.

-"Perdonéme padre porque he pecado... he matado a un hombre"-digamos que mi sorpresa fue enorme cuando dijo eso pero seguí con la confesión.

-"¿Hace cuanto que ocurrió?"-pregunté en un intento de saber algo.

-"Hace ya seis meses, lo mate y oculté su cuerpo, sin embargo, recientemente la culpa me ha carcomido por dentro"-el hombre parecía realmente perturbado por ese hecho.

-"¿Eras cercano al hombre?"-pregunté tratando de sacar a la luz algo.

-"Dígamos que si, él había hecho mucho por mí pero aún así lo maté".

-"¿Como se llamaba?".

-"¡¿Por qué me está interrogando padre?!"-gritó bastante alterado.

-"Solo quiero saber lo que pasó exactamente para que puedas encontrar el perdón, recuerda: la verdad nos hará libres"-le dije en un intento de calmarlo y que me contara más pero fue en vano.

-El hombre salió corriendo, por la oscuridad no pude verle bien la cara pero si pude notar que tenía una gorra de los magallanes. ¿Me pueden ayudar con este misterio detectives?.

-Ciertamente estoy intrigado padre, ¿no se supone que los sacerdotes no pueden revelar nada de la confesión?-dijo Miguel Ángel queriendo saber la respuesta del sacerdote.

-Estoy al tanto de ello, detective. Estoy dispuesto a recibir el castigo que se me imponga por esto pero, ¿qué es más importante? ¿Una regla creada por un humano? o ¿El mandamiento de Dios que dice: "no matarás"?-dijo el padre Cortés con aires de erudito.

-Muy bien, muy bien. Acepto este caso, déjeme cambiarme y usted y yo iremos a su iglesia para ver si puedo sacar algunas huellas dactilares del confesionario-dijo Miguel Ángel, levántandose del silló para cambiarse a otra habitación-. Detective, usted vaya al CICPC y revise la base de datos de personas desaparecidas en los últimos seis meses y homicidios sin resolver.

-Entiendo-dijo Diana retirándose del departamento.

Tras unos quince minutos, Miguel Ángel y el padre Cortés partieron rumbo a la iglesia. Una vez en el sitio, Miguel Ángel con su kit forense revisaba todo el confesionario, mientras el padre observaba.

-¿Es usted religioso, detective Pérez?-preguntó el padre por mera curiosidad.

-No, yo soy ateo-admitió Miguel Ángel a secas.

-¿En serio? mientras usted se cambiaba pude ver varios libros sobre espiritualidad en su librero-dijo padre para sacar conversación.

-Si pero ninguno es de religión, creo en el karma pero nada más allá de eso.

-¿A qué se debe eso?-preguntó el padre Cortés de nuevo por curiosidad.

-Uno mis primeros casos en el CICPC fue sobre la muerte de un hombre que había perdido la vida en un robo que salió mal, el hijo de la víctima oraba todas las noches para que se hiciera justicia y su padre pudiera descansar en paz pero... nunca ocurrió, el asesino nunca fue hallado, ni siquiera yo pude encontrarlo.

-¡Que trágica historia!, sin embargo, Dios nunca le ha hecho nada a nadie, son los hombres los que se hieren los unos a los otros-dijo el padre, pensando en aquella triste historia.

-¿Que hay de usted padre? ¿Por qué cree en Dios?-pregunto Miguel Ángel para saber más de su cliente.

-Cuando era niño, era un caso perdido, consumí drogas, participaba en peleas callejeras, robé joyería de mis vecinos-respondió el padre con una expresión meláncolica pero a la vez con esperanza-. Una noche, cuando yo tenía diecisiete, estaba conduciendo borracho y choque el auto contra una contrucción; varias barras de acero atravesaron mi cuerpo. Me llevaron a urgencias y tuvieron que operarme... yo morí, detective, estuve muerto un minuto entero pero cuando morí tuve esta visión del Hombre de Galilea, me arrodillé ante  el y cuando puso su mano en mi hombro pude sentir una paz que nunca antes había experimentado y luego, con su voz dulce me dijo: "Pablo, ve y haz mi voluntad". Allí volví a la vida y los cirujanos me habían salvado, dijeron que si una de las barras hubiera estado cinco centímetros más cerca del corazón, yo no hubiera sobrevivido. Desde entonces he decicado mi vida a servir a Dios y a encaminar a otros en un mejor futuro.

-Es una muy interesante historia padre-dijo Miguel Ángel guardando sus cosas en el kit-. Es inútil, está lleno de huellas dactilares, incluso hay huellas sobre huellas. Me tomaría siglos poder recolectarlas todas, lo siento. Habrá que ver si Diana encontró algo.

Hablando de la reina de Inglaterra, en aquel momento Diana llamó a Miguel Ángel avisándole sobre un raro hallazgo hecho por el CICPC. Miguel Ángel se despidió del padre Cortés. El duo detectivesco fue a la morgue, donde se encontraba Abi, ella escuchaba musica con sus audifonos morados por lo que no nota inmediatamente la presencia de los chicos hasta que Miguel Ángel le pone una mano en el hombro y ella se asusta un poco.

-¡Vaya!... que bueno que llegaron, chicos-dijo Abi recuperándose del susto y abrazando a sus amigos.

-¿Qué tienes para nosostros, nena?-pregunto Miguel Ángel sacando una lupa desde su bolsillo.

-Hace unas pocas horas, unos vagabundos encontraron esto en las alcantarillas del municipio, enseguida llamaron al CICPC-dijo Abi dirigiéndose a una de las mesas de autopsia, mostrando un brazo que era puro hueso debido a a la descomposión.

-Curioso-Miguel Ángel inspeccionó el hueso, notando ciertas cosas.

Había marcas realizadas por varios animales, y en la parte superior del húmero, había marcas de una herramienta, la cual usaron para cortar el brazo.

-Las mordeduras más recientes parecen ser de rata o ratón, pero las más viejas son parecidas a las de los perros-dijo Miguel Ángel con elocuencia-. Las marcas en el hueso pueden ser de un objeto filoso, como un machete o hacha. Abi si me permites... Diana si me... no, necesito a una mujer de tamaño promedio.

Miguel Ángel salió de la sala de autopsias y regresó unos segundos después con una de las mujeres que trabajaban allí y le pidió que tendiera su brazo para compararlo con el que se encontró.

-Ok, gracias Srta, puede retirarse-cuando la mujer salió de la sala, Miguel Ángel prosiguió con sus deducciones-. Sin duda este brazo le pertence a un hombre; Diana, verifica el ADN en personas desaparecidas, ADN de personas previamente sentenciadas, etc. Yo coordinaré una búsqueda por todo el municipio para encontrar más partes del cuepo. Muchas gracias por llamarnos, Abi-Miguel Ángel abrazó a Abi antes de retirarse de la sala junto a Diana.

Todos tenía mucho trabajo que hacer aquel día, Diana estaba en un laboratorio forense analizando muestras de ADN; Miguel Ángel coordinó a los miembros de su pandilla para buscar más partes del cádaver de este "Juan Pérez". Pasaron horas, en las cuales no tuvieron ningún hallazgo. Se volvieron las cuatro de la tarde, cuando los caballeros del Rey Carmesí pudieron encontrar en terrenos solitarios de la ciudad, más partes de un cuerpo. Más especifico: el torso y la cabeza, las partes fueron llevadas a la morgue para su inspección. Miguel Ángel entró a la morgue, Abi estaba inspeccionando el craneo encontrado.

-Ser o no ser, esa es la cuestión-dijo Abi a forma de chiste-. Gracias a las partes encontradas, ya podemos saber la causa de la muerte.

-¿En serio? Muéstrame-Miguel Ángel empezó a observa con su lupa una marca dejada desde hace tiempo en el craneo-. Hmmm, interesante.

-Esto nos podría indicar que la causa de la muerte se trata por un golpe contundente-dijo Abi como una observación.

-Si. A juzgar por el tamaño del torso, sin duda, también es de un hombre-dijo Miguel Ángel pasando su atención al torso-. ¿Verificaste si el ADN de las tres partes son de la misma persona?

-¿Por quien me tomas?-preguntó Abi mostrando unos papeles con los analizis realizados-. Las tres partes del cuerpo coinciden, son de la misma persona. Sin embargo, todavía no hay resultados para saber la identidad del hombre rompecabezas.

Miguel Ángel recibió una llamada de Diana.

-¿Hay algún hallazgo, detective?-pregunto Miguel Ángel, espectante.

-Más o menos, el ADN que recolectamos coincide en un 50% con un tal Kadir Hasad-explicó Diana, mirando el expediente en su computadora-. Esta preso por robo, cumple cuatro años de prisión y fue arrestado el año pasado.

-Si es un 50% eso quiere decir que se trata de un padre o un hermano. Envíame la dirección de la prisión en la que se encuentra y nos reuniremos allí para interrogarlo.

Miguel Ángel y Diana se encontraron en la prisión del municipio, con los contactos del primero, lograron pasar rápido para interrogar a Kadir. Él era un hombre moreno, con ojos café y pelo crespo, era uno veinte centimetros más alto que Miguel Ángel.

-Buenos días, Sr. Hasad. Me llamo Miguel Ánge Pérez, soy detective privado y ella es mi compañera, la Dtve. Diana Santaella del CICPC-tras concluir las presentaciónes, Miguel Ángel le mostró las fotos del cádaver de la víctima-. Recientemente el CICPC encontró estas partes del esqueleto de una persona.

-¿Eso que tiene que ver conmigo?-pregunto Kadir, con desgano.

-El ADN de la víctima coincide en un 50% contigo-dijo Diana siendo directa-. ¿Tienes a algún padre o hermano viviendo aquí?.

El temor se apodero de Kadir, se cubría la cara con las manos, y después se quedó cabizbajo, sin querer mirar a los detectives a los ojos.

-Mi hermano, Umed Hasad. Él vive en la ave. Anauco-Kadir empezói a lamentarse-. Oh Alá, ¿Por qué mi hermano? El era un santo.

-Un hombre sabio me dijo el día de hoy: "Dios nunca le ha hecho nada a nadie, son los hombres los que se hieren los unos a los otros". Piense en eso un rato-dijo Miguel Ángel retirándose de la sala de interrogación junto a Diana.

El duo detectivesco condujeron rumbo a la ave. Anauco, mientras iban por el camino, Miguel Ángel saca su laptop para investigar un poco sobre Umed Hasad.

-Sin duda es el hombre más normal del mundo-dijo Miguel Ángel viendo toda la información que pudo recolectar-. De fe musulmana, inmigrante turco, trabajaba en páginas web programador desde casa, era soltero, no tiene ningún antecedente criminal a diferencia de su hermano. Ningún otro familiar aquí en Venezuela, no parece tener muchos amigos en redes sociales; con razón nadie reportó su desaparición.

-Eso es triste, es como si ese hombre nunca hubiera existido-comentó Diana con una expresión de tristeza.

-Pues nosotros lo haremos descansar en paz por fin-dijo Miguel Ángel con una inmensa hambre de justicia.

Finalmente llegaron a la casa de Umed, Miguel Ángel sacó una ganzúa y en pocos segundos abrió la puerta; era una casa de dos pisos, el primer piso era bastante amplio, había una televisión marca sony en la sala que estaba cerca de la cocina, pasando por una puerta al fondo de dicha sala, se encontraba el que alguna fue, el cuarto de Umed Hasad, con una cama que llevaba tiempo sin desempolvar, en general toda la casa estaba llena de polvo, pero nada como el cuarto de Umed. Miguel Ángel saca su equipo forense, le da a Diana un par de guantes e inspeccionan todo el lugar, de cabo a rabo. Diana abre el armario, ese lugar estaba lleno de polvo, polillas y chiripas; Moviendo de lado un poco la ropa, encuentra tres maletas de viaje, las mueve y se escucha que una de ellas tiene algo dentro. Diana agarra aquella maleta mediana de color negro y se la entrega a Miguel Angel.

-¿Qué cree que haya aquí dentro?-preguntó Diana  a Miguel Ángel.

-Tardaremos un rato en averiguarlo, es de esas maletas que necesitan la combinación correta-dijo Miguel Ángel viendo la cerradura, la cual era de tres dijitos-. Por ahora, vayamos a inspeccionar el resto de la casa para ver si encontramos algo más.

El duo detectivesco continuó su investigación por toda la casa; Miguel Ángel abrió la nevera de la casa, se fijó que había comida en buen estado, cosa ilógica teniendo en cuenta de que Umed llevaba muerto seis meses, a no ser que el asesino haya permanecido en la casa durante todo ese tiempo. Una vez que no encontraron más pistas en el primer piso, subieron al segundo. Este segundo piso era bastante pequeño, parecía más otra habitación de la casa que un piso en sí. Miguel Ángel, por las marcas de polvo dejadas en el lugar pudo deducir que el asesino abandonó el lugar recientemente, muy probablemente después de ir a confesarse con el padre Cortés. Fuera de eso, ya no quedaban pistas relevantes en la casa, al salir de esta, ven a una dulce anciana echándole agua a sus plantas con la manguera de su casa. Miguel Ángel y Diana se le acercaron para preguntarle sobre Umed Hassad.

-Buenos días Sra., somos detectives privados, queremos hacerles algunas preguntas sobre la persona que vivía enfrente de usted-Diana sacó su libreta de notas, lista para la ronda de preguntas-. ¿Qué nos puede decir del Sr. Umed Hassad?

-No sabría que decirle, es un chico bastante amable ,   reservado y apenas si salía de la casa-la anciana comenzó a intentar a hacer memoria sobre alguna cosa de su vecino-. Hace como... creo que ya un año, comenzó a vivir con otra persona que le rentaba el piso de arriba.

-¿Sabe como se llamaba?-pregunto Miguel Ángel intrigado.

-Lucio... ¿Pilar?, creo que así se llamaba; él era más sociable que Umed, aunque el propio Umed una vez me confesó que su amigo tenía problemas de apuestas.

-Muchas gracias Sra., nos ha sido de gran ayuda-Diana le dedicó una sonrisa a la Sra. y luego se retiró junto con Miguel Ángel.

Una vez en el auto, el duo detectivesco empezó a discutir sobre su siguiente movimiento.

-Bien, entonces ya tenemos el nombre de nuestro sospechoso, ¿ahora qué?-preguntó Diana, poniendo a arrancar el auto.

-Por ahora, me dedicaré a intentar a abrir esta maleta, puede que no haya nada útil, como puede que sí. Dígale al CICPC y a mis hombres que sigan atentos a más partes del cuerpo de Umed para poder darle una sepultura digna a ese pobre hombre-Miguel Ángel se recostó en su asiento y quedó absortó en sus pensamientos.

Aquella noche, Miguel Ángel se quedó en su departamento tratando de abrir la maleta, estaba probando todas las combinaciones que podía, su mente estaba totalmente concentrada en esos tres digitos; hasta que alguien tocó la puerta, Miguel Ángel se levantó del sofá y abrió la puerta, era el padre Cortés.

-¿Qué puedo hacer por usted, padre?-preguntó Miguel Ángel dándole la bienvenida a su visitante.

-Hablé con su compañera esta tarde en el CICPC, me dijo que estaban cerca de resolver este caso y quise expresarle mi gratitud a ustedes dos-el padre Cortés le hizo entrega a Miguel Ángel de un libro: Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. Por Diógenes de Laercio-. A su compeñara le regalé un libro de Agatha Christie, pensé que a usted le gustraía más este tipo de lectura.

-¿A usted le interesa la filosofía?-pregunto Miguel Ángel interesado en saber un poco de su cliente.

-En mi seminario para volverme sacerdote, conocí a San Agustín de Hipona, eso me llevó a conocer a Platón y a Socrates, tiempo después conocí a Søren Kierkegaard y recientemente empecé a tener cierto interés en Francis Beacon-el padre Cortés estiró la mano en señal de amistad hacía Miguel Ángel-. Gracias, por haber aceptado mi caso, quería agradecerle personalmente porque es probable que sean mis últimos días como sacerdote. Un compañero de la iglesia informó a la arquidiócesis de Caracas sobre su presencia en los confesionarios, les expliqué mi versión de la historia, pero lo más probable es que sea excomulgado.

-Lo lamento, padre. Veré que puedo hacer por usted-Miguel Ángel se despidió de su nuevo amigo, pero justo antes de que se fuera le lanzó una pregunta-. ¿Por qué cree usted que exista la maldad?.

-Los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor, por algo poseemos libre albedrío, la maldad es producto de la falta de bondad y justicia dentro de las personas-con esa respuesta, el padre Cortés se retira del lugar.

El día siguiente, Diana utilizó la copia de la llave del departamento de Miguel Ángel y entró, encontrándose con Miguel Ángel en la cocina, calentando un café en el microondas.

-¿Tuvo suerte con la maleta?-pregunto Diana, tomando asiento en la sala.

-Sí. Me tomó casi toda la noche abrirla, pero por suerte, yo cuento con el sagrado poder del café-Miguel Ángel tomó asiento junto a Diana y ella notaba de como las manos le temblaban por el exceso de cafeína-. Encontré esto-Miguel Ángel tomó sus guantes de latex y sacó una bolsa de evidencia la cual contenía el objeto dentro de la maleta-: Es un cenizero de vidrio, fíjese en esta parte de aquí, aparte de estar rota, tiene restos de sangre, también encontre unas huellas dactilares. Sin duda es el arma homicidia, le enviaré todas las muestras a Abi para que las analice y que todo esté correcto. ¿Qué ha descubierto de ese tal Lucio Pilar?

-He encontrado su residencia actual, por lo visto vive con su novia en la av. Leonardo da Vinci-Diana citaba lo que había anotado en su libreta.

-Muy bien, vamos a entrevistarlo.

El duo detectivesco fue conduciendo hasta la residencia de Lucio Pilar, tocaron la puerta y la novia del sospechoso fue quien los atendió, preguntaron por él y cuando los dejó pasar se dieron cuenta de que Lucio Pilar se estaba escapando por una ventana de la casa, lo que dio inicio a una corta persecución. Lucio salió de la casa a toda velocidad mientras era perseguido por Miguel Ángel, antes de que pudiera doblar en una esquina para poder escapar, Diana quien había tomado una desviación para intersectarlo, lo detine con un lariat que lo deja tumbado en el piso.

-¿Nunca te pareció algo estupido que en las series policiacas, los sospechosos siempre salgan corriendo? Nunca entendí el porque de eso, al final no llegarían tan lejos-con esa pequeña reflexión, Diana arresta al sospechoso y se lo llevan al CICPC.

Lucio Pilar, un hombre en sus veinte, con un empleo promedio, cristiano catolico y con una linda novia, estaba sentado y esposado en sala de interrogatorios del CICPC. Miguel Ángel y Diana entran a la sala con un aura intimidante; Miguel Ángel saca las fotos de los restos de Umed Hassad de una carpeta y los pone en la mesa.

-¿Qué nos puede decir sobre eso?-pregunto Miguel Ángel con una mirada fría y maquiavelica.

-No se quien es esta persona-Lucio miro las fotos diez segundos, empezó a sudar frío y aparto la mirada.

-No puedes engañarnos; son los restos de Umed Hassad, la persona a la que rentabas una habitación y la que mataste-dijo Miguel Ángel manteniendo una actituda maquiavelica, sin alzar la voz y manteniendo la compostura.

-No es no es cierto, Umed desapareció y como yo no podía pagar las cosas solo me fuí a vivir con mi novia-Lucio poco a poco se estaba alterando más.

-¡Suficiente de mentiras! tenemos tus huellas en el arma homicida-Diana saco de la carpeta la foto del cenizero-. Además de tus huellas, tiene la sangre de Umed en ella. Mataste a Umed, cortaste su cuerpo en pedazos y luego los botaste como si fuera basura, ¡¿Por qué?!

-¡Tenías deudas, ¿ok?! Le debía a gente peligrosa con la que apostaba, así que robé algo del dinero de Umed. Él se dio cuenta y discutimos, la discusión escaló y el me dio un golpe, agarré el cenizero que estaba en la mesa de la sala y lo golpee en la cabeza, no quería matarlo ¡lo juro!. Lo corté con un machete que él tenía y me deshice de todas las partes.

-¿Por qué fuiste a confesarte a la iglesia de la avenida caroní?-pregunto Miguel Ángel como último cabo suelto en este misterio.

-No se de que está hablando.

El caso del hombre rompecabezas se había cerrado, Lucio Pilar una vez atrapado indicó a los detectives del CICPC donde estaban el resto de las partes de Umed Hassad. Sin embargo, el caso del padre Pablo Cortés aún seguió sin resolverse.

Por la noche, Pablo Cortés deambulaba, había sido suspendido de sus labores como sacerdote y lo más probable es que lo excomulgarán, caminaba deprimido por la calle pensando que aunque él fuera excomulgado al menos otra persona podía ya descansar en paz. Mientras caminaba, una figura sombría se le acercó, era el Rey Carmesí.

-Hola padre Cortés-dijo el Rey Carmesí con un tono respetuoso.

-Yo ya no soy un sacerdote y la máscara no sirve de nada si no trata de ocultar su voz, detective- a pesar de estar hablando con un rey del crimen, Pablo estaba tranquilo.

El Rey Carmesí se quitá la máscara y mira a Pablo con sus brillantes ojos carmesí.

-Le dije que trataría de hacer algo por usted, quiero ofrecerle ser uno de mis guardianes escarlata.

-¡Nunca trabajaría para usted! Ví lo que hizo hace años, profano la imagen de Cristo-a Pablo no le molestaba el hecho de Miguel Ángel sea el Rey Carmesí, le molestaba que hubiera usado su religión para un acto tan vil.

El Rey Carmesí sacó una lupa de su bolsillo y apreto con fuerza el mango.

-Esta lupa le pertenecía a mi padre, uno de los pocos recuerdos que me quedan de él-dijo con convicción en sus palabras-. Ante esta lupa y por el alma de mi padre juro, que usted nunca se verá involucrado en mis actividades criminales. Lo único que quiero es que trabaje en el conservatorio Bodisattva, que ilumine con sus conocimientos en teología y filosofía a todos los jovenes que allí estudían para que no se conviertan en lo yo me terminé convirtiendo. ¿Qué me dice, Pablo? Al final, mi principal propósito es alejar a los niños de las pandillas.

-Ya veo, de ser así acepto-Pablo tenía la misma convicción en sus palabras-. Al final, para salvar a este mundo, hay que educar a los niños para que construyan un mejor futuro.

-Bienevenido a los guardianes escarlatas, ahora usted es: El Peregrino-el Rey Carmesí le hizo entraga a Pablo de un anillo dorado, con una gema color castaño y la silueta de un peregrino.

https://youtu.be/s4_RNg6ChT0

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