9. Epílogo
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Epílogo
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Dos años después
Pandora despertó en medio de la noche luego de haber visto visiones extrañas en su cabeza unos minutos atrás. Estaba desconcertada más no asustada ya que no habían sido horrores, más bien imágenes de sucesos cotidianos mezclados con sus recuerdos de la guerra santa haciendo que la joven observara el techo con extrañeza. Tras lanzar un leve resoplido irónico, intentó salir de la cama apartando con cuidado el brazo de su acompañante quien parecía estar fuertemente aferrado a ella.
Luego de cubrirlo con una manta, la joven se envolvió en una bata oscura saliendo de la habitación deseosa por algo de beber. No le pareció necesario encender las luces del pasillo pues, la luz de luna se filtraba por la amplia ventana junto con el brillo de las farolas exteriores haciendo que se iluminara un poco el ambiente.
La chica bajó a la cocina tratando de no hacer ruido, al llegar encendió la luz buscando un vaso. Tras llenarlo a la mitad con el agua del grifo, se quedó recargada en el mueble más cercano un momento más sin pensar en nada en concreto, tan solo agradecida porque sus pesadillas habían cesado desde hacía más de dos años, a veces le parecía que todos esos malos sueños eran cosa de una vida pasada. De hecho, cuando Shura pasaba la noche con ella dormía mucho mejor pese a que, realmente, se iban tarde a la cama pues invertían el tiempo juntos de mil formas antes de culminar en la habitación.
La joven dibujo una sonrisa traviesa en sus labios pensando en el apuesto hombre que dormía en su cama. Decidio darse prisa en volver a la habitacion ya que el calor de su acompañante le vendría bien en medio de una madrugada fría como esa, el que la rodeara con sus brazos casi cada noche, desde hacia dos años, le había ayudado a cerrar la puerta a los malos sueños pues su atención estaba en otro sitio muy lejano sin reparar en esos capítulos negros de su pasado.
Su mente se hallaba lejos pensando en el presente y el futuro sin prestar atención a nada a su alrededor, hasta que algo la hizo dar un respingo aterrada.
—Buenas noches, Pandora.
La joven dejo caer el vaso, el cual se hizo añicos al chocar contra el suelo, mientras observaba con ojos desorbitados a la visión que apareció de la nada delante de ella. El hombre alto de ojos y cabellos plateados la observaba duramente mientras su hermano, Hypnos, la observaba con la misma mirada desde la entrada de la cocina. La joven sentía como el corazón le estallaría en pedazos mientras que su respiración entrecortada era insuficiente para evitar que se ahogara.
—Hypnos... Thanatos... ¿qué hacen aquí? —dijo en un hilo de voz— ¿Por qué están en este lugar?
—No debes temer —indicó Hypnos con calma sin aproximarse a ella—, tu función como doncella de Hades ha llegado a su fin. Ya no nos eres útil desde hace mucho tiempo.
—¿Eso significa que soy libre de ustedes? —preguntó temerosa sin apartar la mirada de ambos— Se marcharan para siempre y me dejaran en paz.
—Eres libre, Pandora —comenzó a decir Thanatos con voz sedosa—. Sin embargo, nuestra influencia no termina aqui.
La joven solo los observaba sin decir nada fuertemente aferrada a la orilla del mueble sobre el que estaba recargada.
—Hace más de 243 años, la familia Heinstein vendió su porvenir con tal de pertenecer a las filas del dios Hades; se podría decir que firmaron un contrato eterno con nosotros. Un miembro de sus descendientes es elegido para servir a nuestro dios en cada guerra santa, así como tú lo fuiste —comenzó a decir el dios de la muerte.
—La guerra santa ha terminado, no obstante nosotros apareceremos nuevamente dentro de 243 años tal y como está escrito desde la era mitológica. El dios Hades no parará hasta haber derrotado a la diosa Atena en su territorio. Tal y como tu fuiste elegida, un miembro de tu línea de descendencia, será seleccionado para cumplir las mismas funciones que tu.
La joven los observó con los ojos muy abiertos sin saber qué decir exactamente como si esa información no tuviera sentido o no pudiera encontrar el significado correcto de esas oraciones.
—Entonces es como una maldición eterna, ¿no es así? No acabará nunca, ¿verdad?
—Terminara cuando sea el momento.
—¿Cuando Hades, finalmente, gane la guerra Santa? —preguntó la joven temerosa.
—Es correcto. Hasta ese momento la guerra se repetirá y se repetirá. Los ejércitos de nuestro Dios se volverán a formar y todo se llevará a cabo de acuerdo a lo planeado —indicó Hypnos con calma.
—¿Por qué han esperado tanto tiempo para decirme esto? —preguntó Pandora molesta—. Han pasado casi siete años desde que la batalla terminó. ¿Por qué ahora?
—Se te daría esta información cuando estuvieras satisfecha con tu vida y temerosa de lo que pudieras perder, si te lo decíamos en un mal momento, querrías acabar con tu existencia estropeando nuestros planes a futuro —respondió Thanatos malicioso—. Tienes todo lo que siempre deseaste, ¿querrías renunciar a todo esto solo por impedir algo que ocurrirá dentro de mucho tiempo? De ser así, elegiríamos a otra que quiera ocupar tu lugar, de ser necesario.
—Son unos malditos... —masculló entre dientes— Pero creo que este plan no les resultará como quieren. La persona que me trajo a la vida fue la diosa Atena, ya no tengo que ver con Hades.
—En eso te equivocas, chiquilla necia —intervino Hypnos lanzando una mirada fulminante a la asustada chica—, tal y como la diosa lo dijo: ella no tiene jurisdicción sobre las pertenencias de otros dioses; en este caso, tu. Si, te trajo a la vida pero tú perteneces al dios Hades. Y, en todo caso, eso no anula nuestro contrato con tu familia pues tu error fue buscar la caja.
—¿La caja?
—Si, estabas tan obsesionada con encontrarla, que eso nos vinculó de nuevo a los Heinstein quienes nos vendieron las almas de todos sus descendientes para elegir al que asistirá al dios Hades llegado el momento. ¿Te das cuenta Pandora? De haberla dejado abandonada en las ruinas del palacio, sería el problema de otro.
—Thanatos... —replicó furiosa y horrorizada.
—Olvídate de nosotros y sigue tu camino. Adiós Pandora, que tengas una buena vida —dijeron de pronto sin añadir más.
Ambos desaparecieron haciendo que la joven saliera de un especie de trance. En ese momento, Pandora sintió como si despertara de un mal sueño notando que todavía sujetaba el vaso desorientada pues, este no había caído al suelo. La sentencia de ambos aún estaba fresca en su cabeza mientras se tocaba el vientre con cuidado, bien sabía que no estaba embarazada ya que, hacía solo un par de semanas, asistió a una consulta médica cuyos resultados fueron negativos.
—Mi línea de descendencia... —se dijo pensativa tratando de contener el coraje y las lágrimas— La caja maldita —sentía que era la historia de no terminar nunca. La maldición cuasi faraónica que la perseguiría de por vida.
Habría dado lo que fuera por no saber esa información, esos dos no podían dejarla en paz sin aparecer de la nada diciendo sandeces que destruyeran su tranquilidad mental. Era cierto, tenía muchas cosas que perder en ese punto de su vida y jamás renunciaría a todo lo que la rodeaba pese a la maldición de su familia. Tratando de mantener la calma volvió a la habitación. Esta vez no trataría de resolverlo sola, tenía un compañero en quien podía confiar y le diría todo esto por la mañana.
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Shura se quedo pensativo un momento apenas Pandora terminó su relato. Ambos estaban en el sofá del salón sentados uno al lado del otro escuchando nada más que el leve tic-tac del reloj de pared. La joven lo observaba con aprehensión esperando lo que tuviera que decir, ya fuera un consejo o un reclamo a causa del peligroso objeto que aún estaba en esa casa. Sin embargo, el correr de los minutos la ponía nerviosa comenzando a temer la respuesta de este ya que, lo que menos deseaba en esos momentos, era perderlo a causa de la caja.
Así como terminó su relación con el fénix tiempo atrás.
—Escucha... —comenzó a decir el custodio del décimo templo tras una larga reflexión— hay varios caminos que podríamos tomar en este punto. El primero sería que, por favor, hagas lo que te he pedido este último año —acto seguido señaló el mueble donde estaba la caja—: Deshazte de eso. Por lo visto, esa cosa amenaza con volver a quebrar tu paz mental.
—Si, lo sé... —respondió ella en voz baja aproximándose a él para recargar la cabeza en su pecho mientras que el joven la estrechaba fuertemente— Aunque, aún no puedo determinar si aluciné todo eso que te dije o fue real.
—Vamos a suponer que fue real. Creo que sería buena idea que lleves esa caja a una bodega o algún sitio alejado de aquí —Pandora lo observó por un momento ya que una idea se formaba en su mente.
—¿Una bodega? La sepultura conmemorativa de mis padres tiene cuatro nichos en su interior, ¿crees que podríamos pedir que metan la caja ahí?
—De hecho si —afirmo él observándola fijamente— y eso me lleva al segundo punto.
—¿Y es?
El joven lanzo un suspiro pensativo, analizando muy bien qué decir antes de continuar.
—Esto sonará muy egoísta, pero si lo pensamos con calma, por mucho que te atormentes, aún faltan 243 años para la siguiente guerra. Es un periodo de tiempo muy largo y muchas cosas podrían acontecer durante esos años. Lo más que podemos hacer por ahora es ocultar la caja. Al final del día, ¿no crees que es un problema que la "Pandora del futuro" tendrá que resolver?
—Es cierto... —respondió Pandora pensativa clavando la mirada en su compañero— yo he estado comportándome como si la guerra se fuera a desatar la siguiente semana y aún falta mucho tiempo para eso.
—Si te preocupa el futuro, la otra alternativa sería que nos mantengamos solos tu y yo sin que nadie más se añada a nuestra familia. Creo que eso impediría que hubiese descendencia que llegara hasta ese momento fatal.
Pandora lo observó triste y sorprendida. Esa medida estaba totalmente fuera de sus planes y no quería escucharla de la boca de Shura.
—¿Tu quisieras eso? —pregunto casi decepcionada en un hilo de voz— Que solo seamos tu y yo por siempre...
—No —respondió rápidamente tomando su mano—, como dije es una alternativa.
—Creo que, el futuro de esa guerra santa y los dioses gemelos, no serán problema para nosotros o nuestros hijos y nietos ¿verdad? —la joven parecía analizar las cosas con más detalle entendiendo finalmente que aquello no les afectaría en el futuro inmediato.
—Es lo que intento decir. Llevar esa caja a la tumba de tus padres es una buena idea, no podemos impedir que esos dos aparezcan de nuevo, pero podemos dificultarselos, no hay que hacerlo fácil para ambos.
—Será algo extraño llegar con una cajita vacia solicitando que se abra ese sepulcro —dijo en medio de una risita.
—Eso no es problema, podríamos decir que tuvimos dos perritos —dijo Shura seriamente—, uno se llamaba Hypnos y el otro Thanatos. Se contagiaron de rabia y ambos murieron de esa enfermedad.
Pandora volvió a sonreír ampliamente ante semejante ocurrencia, finalmente, el haber expresado sus inquietudes en voz alta tuvo un resultado bueno: meterían la caja maldita en una tumba vacia ubicada en un cementerio a muchos kilómetros de ahí. Ya más tranquila, fue que observó a su compañero embelesada dibujando una mirada soñadora en sus ojos y una sonrisa tierna en sus labios. Aquel gesto no paso desapercibido para Shura quien no pudo evitar sonrojarse sonriendo discretamente.
—Otra vez estás mirándome como si fuera un especie de postre o algo así —dijo con suavidad acariciando una de sus mejillas.
—Oh vaya pues, si quieres, puedo mirarte como si fueras el plato fuerte —le guiñó un ojo haciendo que este diera un respingo aclarándose la garganta.
La joven lo rodeó con sus brazos mientras susurraba palabras dulces en su oído haciendo que Shura la estrechara fuertemente uniéndose en un largo beso.
—Gracias —dijo ella separándose un poco mirando como el santo dorado la observaba sin entender del todo a qué venía ese agradecimiento—, en vez de enfadarte me ayudaste a buscar alguna alternativa útil.
—Es lo mínimo que puedo hacer por la persona que amo, me gustaría hacer mucho más de ser posible —lo dijo con tal seguridad mirándola sonriente recibiendo una ola de caricias y besos en seguida.
Horas más tarde, Pandora estaba recostada sobre su amado mientras este recorría su espalda bajo las sábanas. El rostro de ambos era iluminado por la lámpara de mesa que rompía la oscuridad de la habitación formando un ambiente acogedor e íntimo.
—Dentro de unos días tengo la reunión trimestral con la diosa Atena —dijo el joven— ¿irías conmigo a Grecia?
—Por supuesto, sabes que me gusta mucho acompañarte a donde vayas. ¿Le informarás sobre tus planes para el futuro, lo que me propusiste y demás?
—Si, espero no te moleste que le de reportes con tanta frecuencia.
—No me molesta. Es tu jefa y te parece importante tenerla al tanto de tus movimientos.
—Si, asi es.
Juntos habían recorrido gran parte de Grecia el último año, así como Alemania, pasando por las ciudades más importantes de ambos países dejando de lado la población al pie de la montaña donde estaban ubicadas las ruinas del castillo Heinstein. Aunque, el sitio más significativo para ambos había sido el lugar de entrenamiento del caballero dorado, Shura la llevó a conocer aquel lugar apartado en los Pirineos narrando todas sus vivencias desde que fuera elegido como portador de la armadura dorada.
—¿Me llevarías a la ciudad que te vio nacer? —dijo ella de pronto observando el horizonte y el panorama frente a ambos aquel frío día.
—Me encantaría, pero no recuerdo el nombre de la ciudad —respondió con tristeza—. Sé que estaba al sur del país, muy cerca de la costa pero no tengo más referencias en mi cabeza.
Pandora le propuso recorrer las ciudades del sur ya que quizás eso lo ayudaría a recordar sus raíces, de esa forma viajaron por toda la costa del sur de España desde la frontera con Portugal hasta el límite con Francia. El joven tenía la impresión de que su ciudad natal pudiera estar ubicada entre Marbella y Málaga, sin embargo no estaba seguro en ese momento y no lo estaba ahora.
—Visitemos el sur de Grecia, ¿qué opinas? —preguntó a su compañero perdiéndose en sus ojos verdes.
—Lo haremos.
Si había algo que a Pandora le gustaba mucho de Shura, aparte de su físico, altura y porte, eran sus ojos. Eran de un verde que la hacían mantener la mirada soñadora y fija en ellos por horas. El caballero dorado la rodeó con sus brazos mientras que ambos se giraban bajo las mantas uniéndose en una larga entrega por el resto de la noche.
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La "tumba" de los Heinstein estaba ubicada en el cementerio local de Rupholding siendo Pandora la solicitante de los cuatro nichos en la pared. Con el apoyo de la fundación Graude, logró hacerse del espacio conmemorativo así como del castillo de Hades logrando que las ruinas del palacio quedaran bajo el resguardo de la fundación, quien decidió preservarlo tal y como estaba. No se harían remodelaciones y reparaciones de ningún tipo.
Para la joven fue algo extraño el colocar la caja maldita, tal y como estaba, dentro del espacio que hubieran ocupado sus padres. Además, fue solicitado al personal del lugar que se colocara una división interna de ladrillo dejando la caja prácticamente sepultada al final del nicho y sin posibilidades de ser encontrada por nadie. Haría las cosas lo más difícil para los consejeros de Hades pues, inicialmente, su padre tuvo la caja en una bodega al alcance de cualquiera. Pandora siempre tuvo en mente que por esa misma razón ella dio con aquel objeto.
—No tendré esa cosa en mi casa más tiempo aunque tuviera una caja fuerte donde ocultarla —se dijo con desprecio observando como los sepultureros cerraban la cripta volviendo a colocar la placa.
Pandora pasó la mano por la placa tocando el relieve que formaba los nombres de sus padres lanzando un largo suspiro. Las fechas de muerte de ambos eran especulativas pues no estaba segura de cuándo ocurrieron realmente ni quería indagar esa información.
—Con eso debe ser suficiente —comentó Shura a su lado pasando su mano sobre la espalda de la joven.
Al dejar el lugar atrás, Pandora sentía que podía observar esa ciudad con otros ojos por primera vez en muchos años. Siete años en total desde la última vez que estuvo ahí. La pareja recorrió el camino hasta el Castillo Heinstein en el cual había varias personas curioseando aqui y allá. Lo único que la fundación Graude mandó realizar fue quitar las rocas del paso permitiendo que los turistas pudieran llegar hasta la fachada y algunos metros más en el interior. Ese palacio era el recuerdo de muchos malos momentos y una batalla cíclica que no tendría final pues, ambos sabían que, en 243 años, otros jóvenes caballeros derrotarían a Hades tal y como habían hecho ellos y sus predecesores en el siglo 18. Los dos recorrieron un poco los pasillos internos y, en medio de la multitud, Pandora creyó ver dos o tres rostros familiares.
Al detenerse un momento buscando quienes pudieran ser su sangre se heló al notar, desde la distancia, que esos tres rostros no eran otros que los mismos jueces del Inframundo: Minos, Aiacos y Radamanthys quienes también curioseaban en medio de las ruinas percatándose de la presencia de la joven. Un segundo después, los tres se aproximaron a ella saludando como si fuesen amigos luego de un largo periodo sin verse.
—Buenas tardes Pandora —fue Radamanthys quien la saludó primero seguido de los otros dos.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó ella cortes aunque a la defensiva— No se supone que las salidas grupales al mundo mortal están prohibidas.
—No tenemos dios por ahora —respondió Minos— y supimos por las noticias que este castillo estaba derruido no pudiendo evitar subir a curiosear un poco. Jamás creímos que se vendría abajo luego de la última guerra santa.
—Y más cuando 243 años atrás era un palacio magnífico —dijo el juez rubio señalando a su alrededor.
—Imagino la cantidad de historias que tienen para contar respecto a este sitio —comento Pandora sintiéndose un poco más tranquila recibiendo afirmaciones varias.
Shura apareció un segundo más tarde observando a los tres jueces con extrañeza. Sin los surplies no eran más que tres jóvenes turistas más que podrían perderse en la multitud. Pandora noto como Minos dibujaba una leve sonrisa traviesa.
—La vida sigue su curso —comentó el juez a Radamanthys por lo bajo.
—Y se abre camino —respondió el rubio sin interés ya que había presenciado la misma situación en el pasado bajo circunstancias distintas.
Pandora continuaba con su ciclo vital que daría origen a la siguiente persona que ocuparía su lugar.
La joven escuchó ambas apreciaciones confirmando que lo dicho por Thanatos e Hypnos era cierto. La maldición sobre su descendencia que se manifestaría en dos siglos más. Los jueces lo vieron en el pasado y, tal vez, lo presenciarian en el futuro por lo que para ellos no era más que una afirmación de que habría otra guerra mucho más adelante.
—Debemos irnos —dijo Minos de pronto sujetando a los otros dos jueces del brazo—. Que tengas mucha suerte Pandora y una buena vida. Es improbable que nos volvamos a encontrar —los tres le estrecharon la mano saludando a Shura igualmente retirándose de ahí consultando su mapa impreso un poco más adelante en el camino.
—Son las últimas personas que imagine encontrar aquí —comentó el santo dorado costándole creerlo—. Pensé que esos tres estarían muertos.
—No, son inmortales. Te sorprendería saber que, unas horas después del término de la guerra, ellos ya estaban detrás de sus escritorios como si nada hubiera ocurrido. En alguna ocasión Minos lo dijo, apenas terminó la pasada guerra, ellos ya estaban trabajando como cualquier día. El inframundo no detiene sus actividades nunca.
—Vivir eternamente para trabajar sin descanso.
Se tomaron de la mano mientras recorrían otro poco el inmueble antes de salir ya que su siguiente destino era Atenas.
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Ikki iba con dirección a la entrada del chalet seguido por Shun y Seiya pues irían al pueblo más cercano a realizar unas compras. No obstante, el fénix abrió la puerta principal de la residencia cuando, sin esperarlo siquiera, Pandora apareció de pronto intercambiando una mirada sorprendida con él. El joven la observó sin saber qué decir ya que, no la habia visto en siete largos años no pudiendo evitar contemplarla de arriba abajo por breves segundos; ya no era la jovencita miedosa que él dejó en la estación del tren, lejos había quedado esa chica, ya que la persona delante de él era toda una mujer. Iba maquillada vistiendo con cierta elegancia y su cabello lo llevaba suelto. Lucía hermosa y arrebatadora pensó Ikki.
—Ikki —dijo la joven sonriente—, hacía tanto que no te veía. Te ves exactamente igual que la última vez.
—Si y tu luces... bien, saludable —respondió cuidando no decir todo lo que pasaba por su mente en esos momentos.
La joven asintió sonriente mientras saludaba a los dos caballeros de bronce con más efusividad a pesar de haberlos visto hacía no mucho. Aunque, lo que más sorprendía a Ikki no era esa inesperada aparición sino el hombre al que acompañaba. Sus ojos miraron con estupefacción al sujeto que entró detrás de Pandora: un caballero dorado al cual dedicó una mirada de horror y casi odio apenas cruzó la puerta sin escuchar como este lo saludaba educadamente.
El que observaba todo realmente divertido era Shun pues, bien sabía, que Shura tenía una pequeña audiencia programada por esas fechas y sería Pandora su acompañante. No había sido su intención que Ikki se topara con ambos sino que este permitió que fuera el destino quien decidiera si dicho encuentro se producía o no. El jovencito no quitaba la vista de su hermano y sus cambiantes expresiones mientras que Seiya estaba igualmente sorprendido observando al fénix.
La pareja de recién llegados fueron recibidos por Tatsumi quien les pidió que esperaran un poco para poder anunciar su visita.
Mientras tanto Ikki permanecía atento a los movimientos de Pandora quien observaba todo muy interesada, pero, sobretodo, el joven analizaba su interacción con el caballero dorado a quien dedicó una mirada muy particular que hizo enfurecer al fénix: eran esos ojos soñadores, mismos que la joven posara en Ikki varias veces años atrás. El se creyó dueño de esa mirada durante esos siete años imaginando que ella jamás la dedicaría a otro hombre. En cambio, Pandora observaba a Shura con ese mismo interés sin apartar la mirada de este en ningún momento.
¿Cómo se atrevía Pandora a mirar así a otro?, ¿cómo se atrevía Shura a posar la mano en el hombro de la joven recorriendo la espalda y el brazo hasta entrelazar su mano con la de ella?
Sin poder soportar más de semejante escena, Ikki salió de la casa hecho una furia seguido de Seiya quien fue detrás de él para calmarlo un poco. Shun, por su parte, permaneció otro momento observando a la joven. Pensando divertido que, de haberse quedado Ikki un poco más, las siguientes muestras de afecto habrían hecho que hiciera erupción cual volcán expulsando lava ardiente por las orejas.
Momentos más tarde, Pandora estaba en la misma silla de madera frente al jardín trasero esperando a su pareja. Echó la cabeza sobre el respaldo de la silla suspirando tranquilamente. No esperaba volver a ver a Ikki luego de tanto tiempo y, siendo honestos, le pareció una jugada interesante de la vida ya que, al fin pudo comprobar que podía estar en el mismo sitio que él sin sentirse mal o perturbada. Había visitado la casa de Atena en varias ocasiones sin que él estuviera presente, siendo esa la única excepción.
Ikki, el chico con el que cualquier chica soñaría en cierta etapa de su vida, así como le ocurrió a ella en su momento. Rebelde, complicado e inalcanzable. Nada más que eso, se dijo. Observando la situación con objetividad, Ikki jamás tendría la vida de nadie como destino final, su camino solo tenía paradas breves alegrándose por él y sus decisiones. Ella, en cambio, si quería estabilidad y una familia propia cosa que creyó perdida unos años atrás hasta que su recorrido por la vida la hizo encontrar a alguien que deseaba lo mismo.
—Hola —Shun se dejo ver por la puerta tomando asiento a su lado.
—Me alegra verte Shun, pensé que habrías ido con tu hermano y Seiya ya que vi que iban de salida.
—Si, era la idea pero preferí hacerte compañía un rato ya que volveremos a oriente, de nueva cuenta, mañana temprano. Como sabes, solo visitamos Grecia por temporadas.
—Lo sé, gracias por ese gesto —respondió sonriente.
—Debo decirte que te ves radiante y muy feliz, Pandora.
—¿De verdad? Oh dioses. Soy feliz de hecho, la vida me ha puesto cosas buenas en el camino y estoy agradecida.
—Me alegra mucho escuchar eso.
Ambos se quedaron charlando un largo rato mientras el atardecer caía en el sitio donde Pandora inicio su camino.
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FIN
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*Notas: No pude evitar reescribir el final y añadir este epílogo ya que creo que Pandora merecía un mejor final que el que le di en su momento. Además, todos se desviven por sus ships y en este capítulo hice lo propio por el mio jaja.
Como una nota curiosa, Radamanthys, hace referencia a un evento que él presenció en el pasado respecto a la "sucesión de Pandora". Si les interesa conocer esa historia, está en FF.net bajo el nombre "La invitada de Mr Warwick" ya que se mueven en la misma línea de tiempo solo que unos 117 años en el pasado. En ese relato, Rada tiene una visita que no es otra más que una ancestro de esta Pandora. Si puedo, lo traeré a Wattpad más adelante.
Mil gracias por leer. :)
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