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8. La despedida

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La despedida

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Pandora lloraba en silencio detrás de Ikki, ninguno decía nada, no se miraban siquiera. Era tanta la tristeza que sentía por todo lo ocurrido gracias a la caja maldita que no se atrevía a pedirle a su acompañante que abordaran algún transporte de regreso ya que le dolían los pies. Prácticamente caminaron desde el castillo hasta el hotel. Una vez que llegaron seguían sin dirigirse palabra hasta que él rompió el silencio.

—Espera aqui —le dijo mientras iban por la recepción.

Pandora tomó asiento dejándose caer en una de las bonitas sillas de la recepción, jamás había sentido dolor en los pies como hasta ahora. Jamás había sentido dolor realmente y era la primera vez, en todos los sentidos, que había hecho un esfuerzo como ese sintiendo dolor físico como recompensa. Aunque su corazón roto dolía mucho más desde la noche anterior.

Ikki volvió llevando un papel en la mano sin cambios importantes en su actitud o expresión facial.

—Vamos arriba, debo hablar con Atena sobre todo lo ocurrido.

—De acuerdo...

Regresaron a su habitación mientras Ikki buscaba el teléfono sin ocultar el fastidio que sentía por tener que usar un aparato como ese cuando, bien podría, llamarla usando el cosmos y todo quedaría resuelto en cuestión de segundos. Sin embargo la advertencia de la diosa había sido clara: nada de cosmos por el momento.

—Necesito hablar con la Señorita Saori —Tastumi fue quien respondió al teléfono indicando a gritos que la señorita estaba ocupada y que había pasado demasiado tiempo sin reportarse—. Escucha, lo que haya estado haciendo no te incumbe. ¡Solo quiero hablar con ella! —respondió sumamente molesto.

Al otro lado de la línea se escuchó la voz molesta de Saori exigiendo que le diera el auricular.

—¿Qué sucede Ikki? No esperaba una llamada tuya.

—Tenemos que hablar de algo importante. Hicimos un descubrimiento en el Castillo Heinstein y no sé bien... qué será lo mejor.

—¿Qué hallazgo? —Saori estaba más desconcertada por el tono de voz molesto que Ikki tenía y le preocupaba— ¿Está todo bien?

Pandora solo esperaba a que Ikki dijera lo que tuviera que decir respecto a lo ocurrido: que ella era una mentirosa, que sabía que la caja estaba ahí y solo deseaba recuperarla para desatar otra guerra santa y demás acusaciones. Solo esperaba con paciencia la sentencia que la diosa le hiciera cumplir.

—Entre los objetos que buscaba Pandora en el Castillo apareció una caja fuerte que era de su familia y dentro estaba la caja que tiene el espíritu de los dioses gemelos: Hypnos y Thanatos.

—Dioses... ¿Ikki, tienen la caja con Ustedes?

—Si, aquí la tenemos y está cerrada. No hay forma de abrirla —respondió hermético.

—Eso me tranquiliza, esa caja no debe quedar desprotegida. Eso quiere decir que ambos dioses volvieron al interior a esperar otros 243 años o menos. ¿Qué hará Pandora con esa caja?

—¿Qué hará ella? —pregunto sin entender del todo.

—Si. Imagino que ella fue hasta allá a recuperarla ya que, tengo entendido que su familia la resguardaba hasta que murieron, según leí rápidamente en un documento que estaba en el Santuario: los Heinstein han tenido la caja, al menos, desde la pasada guerra Santa.

—No quiero interrumpirte, pero ella no nos informó que vendría a buscarla y yo no creo que lo haya hecho sin conocimiento —Ikki no se lo iba a guardar y Pandora lo miro preocupada por el rabillo del ojo.

—Eso lo sé, y quizás debió decirnos algo sobre eso, pero no hubiéramos podido hacer nada al respecto.

—¿Por qué no? La fundación tiene los medios para resguardar la caja si lo hubiese dicho con tiempo.

—No, me temo que no es así. Los objetos pertenecientes a otros dioses no están bajo mi protección ni jurisdicción. Si yo hubiese sabido que ella pensaba recuperar la caja hubiera sido la primera en decirle que no podría volver. La caja le pertenece a Pandora, a su familia y ellos deben decidir dónde guardarla y cómo mantenerla oculta.

—Ya veo... —resopló enfadado.

—¿Está todo bien Ikki? Te escucho muy molesto.

—Si, está todo bien.

Algo le decía a Saori que la molestia de Ikki iba más allá del hecho que Pandora no le hubiera dicho que pensaba buscar la caja, su tono de voz denotaba que estaba enfadado por algo que pasó entre esos dos. Algo que iba más allá de una omisión de información. Saori supo enseguida que Ikki cruzo la línea con la joven y las cosas salieron mal, algo no funcionó o no pudo ser y eso frustraba al fénix de formas inimaginables. Saori era joven no obstante, era algo que hasta ella podía percibir.

—¿Tienes alguna sugerencia que pudieras darnos para ocultar la caja? —pregunto resignado.

—Si ella aun no te comunica que piensan hacer con ese objeto, yo puedo sellarla desde aquí. Mi sello llegará de forma muy discreta a la cubierta, con eso puedo garantizar que no podrá ser abierta sin embargo, desde mi punto de vista, debe estar oculta.

—Algo así comentó ella —se dijo.

—Pienso que esa caja debe quedar escondida en algún sitio al que nadie tenga acceso. Es ella quien debe hacer ese análisis, Ikki. Lamento no poder hacer nada al respecto.

—Esta bien, con eso es suficiente.

—Si no deseas seguir ayudándola... nadie te obliga a quedarte, puedes volver en cualquier momento —indicó la joven firme.

—No, no es eso.

—Cuando esté guardada, por favor házmelo saber. Necesito que esa caja esté segura y lejos de la mano de cualquier persona.

—Por supuesto.

Pandora escuchaba la voz de Saori hasta el otro extremo de la habitación y no supo si alegrarse porque ella no le dio la razón al enfurecido fénix, porque seguramente él quería que la diosa la castigara. Al ser una diosa era justa y analizaba las cosas antes de decirlas, cosa que el pasional ave fenix no hacía. La última frase que Saori dijo "Nadie te obliga a quedarte" era muy clara. Él era libre de marcharse si así lo deseaba y ella no le guardaría rencor. A pesar de todo, la joven aún sentía algo por él.

—Escucha... —dijo al fin sentándose frente a ella.

—Creo que las cosas no te salieron como querías —dijo seria mirándolo con resentimiento, esa mirada hizo que el joven diera un leve respingo pues no se lo esperaba y le dolió de alguna forma—, pretendías que la diosa me castigara y no fue así.

—Tienes razón en parte, sin embargo jamás me referí a ti como una traidora. Solo dije que no nos habías dicho nada sobre la caja. No esperaba que ella respondiera que, independiente de todo, la caja no era asunto nuestro sino de tu familia y no podrías volver si la traías contigo.

—Es correcto, como te dije ha estado en mi familia por mucho tiempo.

Pandora abrió la valija de viaje sacando la caja de madera, la cual llevaba un detalle nuevo: un listón dorado grabado en la superficie, como si este estuviera fundido con la madera y la cubría a lo largo. Era el sello de Atena, el cual ya no se trataba de un endeble sello de papel sino una tira metálica gruesa que impediría que alguien pudiera abrirla por cualquier medio. Tendrían que destruirla para llegar al contenido ya que el cerrojo estaba cubierto por el mismo sello.

—¿Vas a marcharte? —preguntó la joven mirándolo con tristeza.

—No hasta saber que estarás bien y qué sabes donde la guardarás.

—Vaya, yo pensé que no querrías volver a hablar conmigo luego de todo lo que paso ayer: la caja y... lo demás.

—La caja me preocupa y lo demás... —comenzó a decir tragando saliva sin saber cómo decirlo o si era buena idea hacerlo— no quiero que pienses que solo me aproveché de ti. Yo estaba seguro de que estaba bien y todo, pero no sé... aun no tengo una respuesta para darte —no pudo mirarla, no quería que ella lo mirara con esos ojos resentidos que le dolían, o peor, que le dedicara esa mirada tierna que aún llevaba grabada en la memoria.

Si Pandora lo miraba de nuevo con esos ojos risueños, él caería a sus pies y no deseaba hacerlo. Al menos, no por ahora. Lo de la caja estaba resuelto reconociendo que armó tremendo alboroto por nada.

—Esta bien —dijo ella amable evitando cruzar la mirada con él—. Tienes la ventaja de que yo no espero nada de ti luego de eso, no sé qué clase de expectativas se deban tener luego de hacer algo así pero yo no las tengo. Solo me alegro de que tú me lo hayas mostrado y no otra persona —respondió seria—. Al menos, esa primera vez fue con alguien de confianza.

—¿Quieres decir que alguno de los gemelos o de los espectros intentó...?

—No, siempre me impuse y jamás le permití a nadie acercarse, pero todo el tiempo tuve terror de que alguno de ellos pretendiera hacer algo así.

Ikki la miró consternado, fue una mujer en medio de cientos de sujetos despreciables. Seguramente también fue la única niña en medio de ese grupo sintiéndose culpable. Seguro que más de un espectro la miró de esa forma irrespetuosa muchas veces queriendo cruzar la línea con ella. Eso le enfadó ya que, pese a su molestia actual, la joven frente a él era tan valiosa como una joya preciosa considerando que nadie era digno de estar con ella.

—Normalmente lo haces con alguien a quien amas. Digo normalmente porque en la actualidad la gente lo hace casi por diversión —no sabía si decirle eso pero ya estaba dicho.

—¿Tu lo has hecho con alguien a quien ames?

—Si claro. Hace tiempo conocí a una chica llamada Esmeralda y ambos aprendimos juntos.

No entró en detalles pero le narró cómo fue que la conoció en su lugar de entrenamiento, cómo se enamoraron en medio de aquella adversidad y dieron paso de la amistad al amor. El primer amor de ambos.

—Ella perdió la vida poco antes de que yo terminara el entrenamiento.

—Lo siento, debe ser lindo tener alguien que te ame y terrible perder a esa persona. Alguien que sienta todas esas cosas por ti.

—Lo es y... espero encuentres a alguien que valga la pena —le dijo honesto pero dolido ya que con esas palabras mataría todo sentimiento entre ambos—. No a un idiota como yo —dijo con aún más dolor.

—Gracias. Yo espero que podamos seguir en contacto, eres malo dando consejos pero los pocos que das son útiles.

—Que amable —respondió esbozando una leve sonrisa queriendo mirararla a los ojos nuevamente pero reprimiendose.

La tensión bajo bastante aunque difícilmente cruzaban mirada alguna, Pandora no conocía mucho de cómo actuaban las personas ordinarias pero sí sabía que su trato con Ikki no volvería a ser el mismo aunque ambos intentaran actuar con normalidad. No se arrepentía de nada aun así, solo sonrió mientras ambos iban escaleras abajo para comer algo luego de aquel largo día.

Durante la cena Pandora se cuestionaba dónde podría guardar el peligroso tesoro que tenía, ¿a qué lugar nadie podría tener acceso para encontrarla?, ¿cómo garantizar que esa caja estaría realmente oculta? Ya no tenía un castillo donde esconderla ni una caja fuerte para guardarla.

La diosa confiaba en que ella la mantendría segura.

—¿En qué piensas? —Ikki sirvió café para ambos observando como ella parecía estar en medio de una encrucijada mental.

—Dónde guardaré la caja.

—Lamento no poder apoyarte con eso, como lo mencionó la diosa, lo debes resolver tú.

—Lo sé.

—Pero, se podría ocultar en un edificio desolado, en una columna, en un mausoleo...

—Mis padres no tuvieron una tumba —comenzó a decir pensativa—, quizás si pudiera levantar un mausoleo para ellos podría meter la caja ahí.

Por lo pronto llevaría la caja con ella a donde fuera y, dado que, no podía volver a Grecia por ahora, era buen momento para tomar una decisión y seguir el camino por su lado.

—Creo que es momento de que tome mi camino —comenzó a decir sin dejar de mirar al infinito esperando provocar alguna respuesta en su acompañante.

Ikki la observó sin decir nada pero visiblemente preocupado por esa inesperada decisión, no se imaginaba que ella diría algo así de súbito. No deseaba separarse de Pandora tan pronto, pese a no querer involucrarse sentimentalmente con la joven, no le había mentido: era hermosa y le gustaba mucho. Su abrazo la noche anterior fue muy cálido y significativo pese a sus dudas, pese al rostro de Shun que se dejo ver en sus pensamientos al culminar el acto; tenía demasiadas inquietudes y miedos en su cabeza.

Sentía muchas cosas por ella, pero no estaba listo para enamorarse. Esa era la dolorosa realidad.

—La caja y su destino son mi responsabilidad. Como en el mito, la caja es de Pandora, y yo soy quien debe custodiarla. No quiero retenerte más, ha llegado el momento de hacerme responsable por mi vida.

—Pandora, ¿estás segura?

—Si —respondió sonriente—. Yo puedo hacerme cargo de la caja, por favor confía en mí.

El fenix la miro con gravedad no estando seguro si ella podría estar sola, pero algo le decía que debía quedarse un poco más, no quería dejarla a su suerte tan pronto. A pesar de que Pandora bien mencionó, era importante que aprendiera a cuidarse por si misma, él sentía que no debía volver aún. No obstante, también su adorada soledad le esperaba, la compañía no era lo suyo a pesar de querer quedarse un poco más.

Se debatía entre irse para continuar con su vida o quedarse un poco más con ella.

—¿Qué harás con la caja?

—La tendré conmigo mientras busco la mejor alternativa para ella. No puedo abrirla si eso es lo que te preocupa. Nadie puede. Mañana me iré en el tren a otra ciudad, quizás ahí pueda empezar de nuevo, una nueva vida sin ser esclava de nadie.

—Espero que lo consigas... —tenía más palabras atoradas en la garganta sin saber como decirlas bajando la mirada.

Pandora lo observó con sus ojos tiernos esperando que él la mirara tambien, ella sentía que si ambos cruzaban sus miradas, algo cambiaría y el fénix añadiría algo más. La joven deseaba que él sintiera algo más por ella, que no la dejara marcharse. No obstante, nada sucedía, Ikki se limitó a buscar un poco de café mirándola como a cualquier persona ignorando los ojos de la joven. Pandora sintió un nudo en la garganta tratando de contenerse aceptando el café sin más.

La relación entre ambos estaba destrozada irremediablemente.

Sus asuntos en Ruhpolding estaban completos, ella viajaría en el tren de regreso a Salzburgo apenas se despidieran ya que la ciudad donde estaba el castillo Heinstein le agradaba poco para quedarse y la zona del castillo le traía malos recuerdos.

—Tengo miedo de que aún haya espectros en la cercanía del castillo.

—No es probable, ya hubieran aparecido. Como sea, es buena idea que vayas a otra ciudad.

Decidió no acompañarla, aunque dentro de él, si deseaba hacerlo. Solo la llevo a la estación del tren ya que él abordaría un avión privado que Saori solicitó, Ikki habría estado encantado de viajar usando el cosmos desafiando las órdenes de la diosa. Pandora hablo con Saori usando el teléfono del hotel dejándole saber sus intenciones para con la caja y el plan a futuro ofrecido por la diosa.

—Me quedaré en otra ciudad y tendré la caja conmigo. Sé dónde puedo guardarla pero tomará tiempo que lo consiga como lo he planeado.

—De acuerdo. Confío en ti Pandora, sé que tomarás una buena decisión para evitar cualquier tragedia.

Ikki dejó a una joven con un bolso y una valija de viaje en la estación tratando de ocultar su preocupación, estaba tentado a decirle alguna cosa más antes de retirarse pero no pudo. La joven noto que él deseaba decir algo, tenía las palabras en la boca sin decirlas y sin mirarla, tan solo la abrazó herméticamente apenas si acercándola a él. Pandora le dedicó la misma mirada una última vez recibiendo indiferencia por respuesta. Ikki se percató de esto ignorando esos hermosos ojos despidiéndose rápidamente antes de querer cambiar de opinión.

—Mantente en contacto, ¿de acuerdo?

—Por supuesto. Espero escribirles a ti y a Shun largas cartas dentro de poco —respondio con tristeza tratando de que no se le quebrara la voz.

Pandora abordó el tren llorando amargamente sin mirar atrás mientras Ikki la observaba desde lejos. Pasarían varios años antes de que coincidieran de nuevo en el mismo lugar.

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Cuatro años después

Dos viajeros iban en el tren de Trieste rumbo a Salzburgo. Uno dormitaba mientras que el joven del cabello verde releía la carta que tenía sobre la mesa. Una carta de Pandora, una de esas que tenían lo que era ya su estilo personal: papel grueso en tono café claro donde la joven plasmaba, de su puño y letra, las cosas que le acontecían en su día a día en tinta azul o negra. Al principio su caligrafía era torpe pero conforme iba pasando el tiempo esta había mejorado considerablemente y ahora era una experta usando la pluma y la tinta. La joven remataba la carta al cerrarla con un sello de cera fundida donde se leían sus iniciales: P.H.

—Es increíble el esfuerzo que pone en cada carta que envía —Seiya despertó desperezándose y se reacomodo en el asiento—. Es una pena que tu hermano no quisiera venir.

—Lo sé y no me canso de repetirle que fue un idiota —respondio Shun lanzando un resoplido.

Ikki narro lo ocurrido con Pandora a Shun, apenas llegó a Grecia, quien lo miro con ojos fulminantes durante toda la charla no sabiendo de donde se había sacado Ikki semejantes ideas. A él le habría encantado verlo al lado de la joven, creía que hacían buena pareja pero para Ikki no era así aparentemente. El cabeza dura de su hermano lo había estropeado todo con Pandora.

—Se que está arrepentido —decía Shun doblando la carta—, todo el tiempo habla de ella ya sea feliz, molesto o triste pero siempre está en sus pensamientos. Le he dicho que se trage el orgullo y la contacte.

—¿Y ella lo menciona en sus cartas o pregunta por él?

—No, Pandora ya lo dejo atrás. A veces escribe líneas como "da mis saludos a Ikki y la diosa" y ya. He querido persuadirla, pero me dijo que lo que sentía por él murió tiempo después de que el se marchara.

—Bueno Shun, te quedaste sin hermana política. No lo veo tan grave. Además lo llevas mejor con ella que Ikki, tan solo ahora vamos a visitarla a su casa por invitación de ella misma.

Pandora llevaba tiempo pidiendo a Shun que la visite en su casa en la ciudad de Salzburgo, donde encontró un sitio no mucho después de separarse de Ikki en la estación del tren. La joven trazo un mapa lo mejor que pudo en su última carta donde indicaba a Shun como llegar desde la estación.

El joven pidió a Seiya que lo acompañara hasta allá ya que, dentro de poco, volverían todos a oriente cosa que dificultaría que se vieran en un buen tiempo. El jovencito quería recorrer el mismo camino que Pandora narraba con tanto detalle en sus cartas y tras organizar el viaje entre ambos iban bastante bien desde que salieron de Atenas el día anterior. Apenas llegaran a la estación debían abordar un autobús afuera el cual los llevaría, prácticamente, hasta la puerta del hogar de la joven el cual se ubicaba casi en las afueras, al sur de la ciudad.

Shun pensó que no era raro que ella quisiera alejarse de la gente lo más que pudiera, independiente de la caja, por el hecho de que estaba acostumbrada a estar sola.

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La joven preparaba todo ese día para la llegada de sus invitados. No había dormido mucho la noche anterior ya que, desde que tenía la caja con ella, tenía pesadillas un par de veces al mes. Cuatro años con malos sueños donde los espectros o el mismo Hades la visitaban en sueños diciendo que era afortunada por estar viva pero sería pasajero. Hypnos y Thanatos no se habían dejado ver aún.

Pandora llego a un punto donde estaba acostumbrada a verlos en sus horas de vigilia y escuchar sus reclamos, sabía que eran las voces de seres frustrados que no tuvieron nada mejor que la maldición de la inmortalidad en el encierro del Inframundo. Sin pensar en nada más dejo sonando el aparato de música con una melodía clásica mientras terminaba de preparar la habitación de huéspedes esperando que la estancia fuera de su total agrado.

Antes de continuar dejo un momento lo que hacía ya que debía hacer una llamada telefónica a una persona importante que esperaba noticias suyas. Un buen amigo que antes fuera su enemigo en la gran guerra Santa contra el dios del Inframundo. Este había hecho planes para visitarla aprovechando que dos caballeros de bronce estarían ahí, sería bueno volverlos a ver luego de tanto tiempo.

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Los dos chicos bajaron del tren y con pasos rápidos fueron por la estación buscando la salida del autobus indicado en el mapa. Este recorrió las calles de la ciudad mientras los viajeros miraban a todas partes muy interesados en el panorama, el día era magnífico y la vista de las montañas en la lejanía lo complementaban. El autobús los dejaría frente a la estación Salzburg Sud y ellos debían caminar hacía Salzachweg Strasse, al lado del rio Salzach. Mientras seguían el cauce del rio llegaron a la esquina de la calle mencionada donde vieron una residencia sola de dos pisos, paredes blancas y techo negro a dos aguas.

—Parece que es aqui —indico Shun señalando la residencia para simplemente llamar a la puerta.

La puerta que daba al jardin delantero se abrio y fue Pandora quien los recibio visiblemente feliz de verlos.

—¡Shun, Seiya! —los abrazó efusivamente.

Shun observó que, esencialmente, era ella. La joven ahora vestía de negro y encaje e iba ligeramente maquillada resaltando sus grandes ojos. Se le veía muy elegante ciertamente. Se le veía en paz. Los invito a pasar para que pudieran descansar luego del largo viaje.

El interior del hogar de Pandora poco tenía que ver con el austero exterior. La joven mantuvo el color claro de las paredes pero había pinturas de marcos gruesos en cada una, así como muebles de estilo antiguo y colores opacos con mesas de gruesas patas y lamparas anchas con pantallas decoradas y oscuras. Si, era todo el estilo de la joven según vio Shun pero, algo llamó su atención apenas entró al salón.

Sobre la chimenea, debajo del retrato de su familia, había una miniatura detallada del castillo Heinstein hecha de metal fundido y esta tenía una base sumamente gruesa, era una escultura que parecía un trofeo deportivo. El joven pensó con ironía que aquello sería una excelente arma de defensa.

Se preguntaba qué había en la base de aquella miniatura. ¿La caja estaría ahí acaso? Pandora habría mandado fundirla en acero ardiente para forjar una miniatura del castillo y colocarla sobre la chimenea. Algo así era posible.

—Es justo lo que estás pensando —dijo ella acercándose detrás de ambos.

—¿La caja está ahí? —pregunto Seiya con sorpresa.

—Tenía que garantizar que nadie tuviera acceso a ella y aunque me robaran esa estatua... sería imposible que logren abrirla. Esa caja es una con el acero fundido que la cubre.

—Que ingenioso... —pensaron ambos al mismo tiempo.

La joven les ofreció unas bebidas y mientras charlaban les narro el proyecto que Saori solicitó hacía no mucho. La diosa ya le había pedido que aportara algo a la comunidad y como Pandora era aficionada a escribir cartas largas decidió vaciar todas sus vivencias en un texto extenso. Pensó que solo serían un par de páginas sin embargo no lograba terminarlo ya que tenía mucho que decir.

—Seguro que quedará muy bien —añadió Seiya con entusiasmo—. Seré el primero en leerlo apenas lo vea en la librería.

Pandora observó sonriendo a Seiya, quien estaba totalmente revitalizado y lleno de vida ya que sonreía y gesticulaba con las manos. Estaba feliz por verlo de pie nuevamente. La maldición de Hades había quedado atrás sin perjudicar su salud.

Shun observo que al final del salón estaba un arpa muy alta y amplia. Recordó brevemente que dentro del castillo Heinstein había una, alcanzó a verla antes de que el palacio se viniera abajo. Se acercó a ella observándola con cuidado.

—Había un arpa en el castillo. ¿Era tuya?

—Si, toqué el arpa por tantos años que me sentía incompleta sin ella. Permítanme interpretar algo para Ustedes mientras beben su té.

—No te molestes...

—No es molestia.

Se colocó delante del instrumento e interpretó la melodía que fue obligada a aprender para el dios Hades aunque jamás logró tocarla para él, ahora lo haría para Shun. La joven tomó asiento al lado de la tabla de armonía del instrumento tocando las cuerdas como lo había hecho desde siempre. Ambos la miraban conmovidos. Era muy hábil y en alguna de sus cartas mencionaba que la había conseguido interpretar delante de varias personas en más de una ocasión. Pandora poco a poco se acostumbró a que la vieran interpretar y la gente disfrutaba su música ya que no solo interpretaba la pieza que las ninfas le enseñaron sino que, curiosamente, era capaz de entender las notas e interpretar casi cualquier pieza para arpa.

En ese momento Seiya entendió por qué Shun se refería a Ikki como "idiota", pero no podía culparlo porque el fenix no estaba hecho para esa vida tranquila y, aparentemente, sedentaria. Pandora ya no era sirviente de un dios maligno sino una joven normal que, si bien recordaba todo lo ocurrido, nada podía hacer para causar algun mal al mundo. Ella solo deseaba vivir en paz al lado de las cosas que la rodeaban como el rio, su música, las montañas y la gente a la que apreciaba.

Pandora jamás se acostumbraría al ritmo de vida nómada de Ikki, Seiya creía que con el tiempo Shun llegaría a aceptar que el destino era sabio a fin de cuentas. Sin pensar en ese tema ambos gozaron de aquella visita que duraría una semana.

—Por cierto —indicó la joven sonriente apenas terminó su interpretación observando a sus invitados—. Espero no les moleste, he invitado a un amigo a cenar esta noche. El los conoce y está deseoso de saludarlos.

—¿Un amigo tuyo nos conoce? —preguntó Seiya sorprendido observando cómo Shun sonreía, el chico de los cabellos verdes ya se esperaba ese anuncio.

—¿Por fin me dirás quien es ese amigo que conociste hace varios meses?

—Si, lo sabrán apenas lo vean cruzar la puerta.

Pandora narró a Shun que había conocido a una persona interesante en una de sus sesiones de música en el conservatorio. Este hombre la reconoció en seguida puesto que ambos fueron enemigos durante la gran guerra Santa contra Hades. Ambos pelearon en bandos contrarios y el tenía la consigna de llevar la cabeza de Atena antes de traicionar al dios del Inframundo.

En un principio quiso enfrentarla y cuestionarla, sin embargo con el paso de los días y las semanas, este se dio cuenta de que, en realidad, más que diferencias ambos tenían cosas en común siendo la guerra Santa una de ellas. Lo cierto es que aquel hombre calmo sus nervios apenas corroboró que fue la misma Atena quien trajo a Pandora de vuelta a petición de alguien más.

Del caballero fénix. De quien Pandora espero noticias fervientemente durante un largo año sin recibir ni una sola línea.

Al compartir estas experiencias con ese nuevo amigo es que ella comenzó a sanar y, al mismo tiempo, este se volvió más y más cercano, amigable y atento. También sentía soledad a su alrededor y como fuera, la antigua doncella de Hades se había vuelto su compañera para salir a cenar, al cine, de paseo o lo que fuera.

Ambos eran mejores amigos para esos dias.

Un momento después alguien llamó a la puerta mientras que, tanto Seiya como Shun estaban a la expectativa, escuchando como la joven saludaba efusivamente al recién llegado cuya voz reconocieron enseguida

—Creo que el destino es sabio, Shun —comentó Seiya gratamente sorprendido.

—Si, ahora lo creo y me encantaría ver la cara de Ikki cuando sepa esta noticia —respondió lanzando una risita.

Por la puerta cruzó un caballero dorado, el amigo que Pandora mencionaba en sus cartas. El hombre que del que Shiryu heredó la técnica "Excalibur". Este los miro con sorpresa saludándolos efusivamente dispuesto a compartir una agradable velada con los tres

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FIN

Continúa al epílogo

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Notas: el ship PandoraXIkki ya me rondaba la mente desde que volví a ver la saga de Hades hará unos dos años. De hecho, pensaba dejarlos juntos cuando escribí este relato allá por el 2021, pero el ritmo de la narrativa y el desarrollo orgánico de la historia me llevo a que no funcionara. No pude desarrollarlos y lo dejé por la paz.

Esta misma historia me inspiro para otro crackship que menciono al final de este capítulo. De hecho, el epílogo no es indispensable leerlo ya que el relato se puede quedar aqui. Solo es para redondear algunos detalles. Por cierto, el siguiente capítulo no es el final original de esta historia. El original es trágico e injusto, ciertamente, así que decidí revisar el relato y cambiar el final.

Está la publique originalmente en FF.net a inicios del 2021.

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