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6. Ikki




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Ikki

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Los días volaron en un abrir y cerrar de ojos y aunque Pandora se hallaba más cómoda en su situación actual estaba ansiosa y nerviosa por partir, constantemente su mente daba vueltas a la búsqueda de su caja: no dejaba de pensar en su posible ubicación ya que no recordaba que había pasado con ese objeto luego de abrirla hacia tanto tiempo.

—No recuerdo donde podrá estar... —pensaba yendo y viniendo en su habitación sin detenerse obligándose a hacer memoria pero, lo cierto, era que la abrió siendo una niña y no recordaba si había caído dentro de la bodega donde solía estar o se destruyó luego del escape de los gemelos—. La bodega a la que papá me había prohibido entrar. Ahora que lo pienso no sé por qué estaba abierta la puerta —analizo con calma aunque, a esas alturas, ya no importaba.

Lo único que tenía en mente era regresar y buscar hasta dar con ella así tuviera que levantar las piedras del castillo una por una. La mencionada bodega se hallaba en la misma ala que el patio de armas, en el lado opuesto al abismo por donde subía el infierno verde, el que venía desde las entrañas del inframundo. Sitio que solía estar poblado por un hermoso jardín lleno de flores y árboles; sitio que ella amaba siendo niña y que, recién, volvía a recordar.

La joven estaba sentada frente al tocador observando su semblante preocupado delante del amplio espejo. Sentía frustración al no poderse marchar a sus anchas ya que no sabía cómo llegar, depender de otros para movilizarse le parecía poco práctico pero, siendo las cosas lo que eran, no había más remedio que esperar a Ikki y la fecha acordada.

Solo dos días más.

En ese tiempo, se aventuró prácticamente sola por los alrededores de la residencia ya que le era indispensable enfrentarse al mundo exterior si es que pretendía buscar la caja por si misma, sin que Ikki o Shun lo supieran. No deseaba desatar el caos por algo de lo que no estaba segura, había cosas que se podrían malinterpretar y ella era buena en encontrar situaciones así. En que alguien quisiera engañarla, burlarse de ella; solo que en este caso, no era su intención burlarse de Atena sino en prevenir cualquier desastre.

—¡Vamos al poblado de Marathon a pasear! —Shun iba acompañado de Ikki cuando ambos aparecieron por la puerta para la agradable caminata—. Vamos Pandora, te gustará.

La tomo del brazo antes de la joven pudiera oponerse, aunque contagiada por aquel entusiasmo, Pandora acepto la invitación sonriente y gustosa. Salieron de la casa en medio de los dos, tomándolos del brazo y sintiéndose mejor que nunca al estar con ambos hermanos; ella en medio de ese par de chicos, como si fuese parte de una familia que nunca tuvo. Era poco común que Ikki los acompañara, era raro que fuese compañía de alguien en general pero, Shun logró convencerlo de ir con ambos al mercado de poblado mencionado. Al sitio más lleno de gente en las cercanías ubicado a un lado de un precioso lago según mencionó el hermano menor.

Pandora trataba de sentirse tranquila en medio de la gente que se dejaba ver por ambos lados de la avenida principal donde estaban los comercios para los turistas. Era la primera vez que la joven veía tanta gente reunida y su primer impulso era salir corriendo, no obstante respiro profundo tratando de ser fuerte. Emprendería un viaje con Ikki en un par de días así que era importante aprender a mantener la calma, tan solo apretaba el brazo del fénix cada que se sentía nerviosa.

—Todo estará bien —susurraba Shun sin dejar de sonreír.

—No pienses en la gente —sugería Ikki—, imagina que no están aquí y solo concéntrate en tu caminar —se escuchaba menos arisco cuando hablaba con tranquilidad pero, definitivamente, no era muy bueno dando consejos.

Pandora sonrió, una sonrisa natural al escuchar las sugerencias sujetándolo del brazo con cariño. Se sentía segura en las calles de la ciudad con ambos a su lado, en especial al lado de Ikki. Era sorprendente como la gente iba de aquí para allá riendo e ignorantes de cuanto había acontecido hacia no mucho. En esos momentos, ella habría deseado mantenerse ajena a muchas cosas, así como esas personas normales, aunque se encontraba bajo el embrujo de Hypnos y Thanatos, deseo ser igual a esas personas, ser libre y tener una familia. Los envidiaba.

A veces las personas no son conscientes de la gran suerte que tienen.

Ikki era excepcionalmente amable con Pandora, para lo que él solía ser claro, según palabras de Shun y la misma joven comenzó a ver algo distinto en él; le daba consejos, la tomaba del brazo suavemente ya fuera para cruzar la calle o para conducirla entre las personas del mercado. La chica aceptaba todas esas acciones sin decir palabra aunque por dentro se sentía bien y feliz; nadie había sido amable con ella de esa forma y se imaginaba que en el viaje que estaban por emprender se comportaría exactamente igual. En ese momento, sin estar consciente de ello, Pandora dedicó una mirada diferente al fénix, una que él claramente noto haciéndolo dar un leve y discreto respingo haciéndolo sonreír para sus adentros.

Ambos estaban sentados en una mesa ubicada a las orillas del lago mientras Shun buscaba algo entre las muchas tiendas de souvenirs ubicadas en la calle de enfrente.

—Me he preguntado estos días... —comenzó a decir mirando a Ikki— si Shun es igual de amable con todas las personas que conoce.

—Es una buena observación —indico Ikki mirando a su hermano desde lejos—, le he dicho que no es bueno que trate a todos con tanta cortesía pero ¿lo preguntas por algo en particular?

—Si, es demasiado amable conmigo.

—Bueno, eres una invitada de Atena y creo que es mejor ser tratado con amabilidad antes de ser tratado como un delincuente. ¿Preferirías que se te trate como una criminal a punto de ir a juicio? —la miro con honestidad aunque, había algo de picardía en sus ojos.

—No, me gusta que sea amable y honesto.

El verlo elegir obsequios con tanto entusiasmo la alegro mucho.

El cielo azul y despejado sobre sus cabezas, la gente riendo a su alrededor, la compañía de los hermanos... la joven no quería que terminara. No por ahora. El viaje hacia el castillo estaba próximo y cambiaría la felicidad que sentía ahora por la búsqueda de una caja maldita. No quería cambiar esa felicidad, pero si sentir paz mental de ahi en adelante; no permitiría que sus miedos borraran toda la luz que había en su mundo.

—Estoy lista para partir Ikki.

—Me alegro, he planeado una ruta entretenida. Será muy agradable —Shun regreso un momento después, Ikki le tendió la mano ayudándola a levantarse de la silla y los tres volvieron al chalet de la diosa en el auto prestado.

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Saori les dijo que podría acercarlos hasta cierta parte en su jet privado ya que no era posible el viaje en vuelo comercial, puesto que eso supondría más complicaciones así que Ikki acepto la oferta.

—Se que quieres moverte en tren por todas partes pero un viaje desde aqui hasta Alemania será demasiado largo y complicado así que los acercaré a Trieste, como querías, y desde ahi podrán viajar en tren.

—Te agradezco y solo espero que Pandora no salga huyendo al ver el avión —ella tenía un mapa sobre la mesa del salón que él llevaba revisando y tachoneando por días cambiando rutas, caminos y buscando las ciudades más cercanas a su destino.

—Se cuanto te gusta viajar Ikki pero hay que ser prácticos, no vas de vacaciones. Es una pena que no aceptaras mi oferta de que el avión privado los lleve hasta su destino. Habríamos ahorrado tiempo.

—Lo sé, pero eso no añade ninguna emoción al recorrido. El tren es un gran transporte.

—Bien... —respondió sonriente a pesar de sus protestas.

La mejor ruta panorámica era desde Trieste, en Italia, hasta Salzburgo en Austria, de ahí abordarían otro tren hasta Rupholding, un recorrido de casi hora y media desde Austria, hasta donde estaba el castillo Heinstein, viaje que se podría ahorrar simplemente usando el cosmos, sin embargo Saori le indico que no podían usarlo.

—¿Cuándo podremos hacer uso del cosmos nuevamente?

—Habrá que esperar un tiempo antes de poder hacer uso de el de nuevo, por ahora viajen en el tren.

Ikki accedió gustoso. Viajar en tren no le molestaba en absoluto.

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Pandora estaba delante del espejo de su habitación completamente nerviosa, viajaría en un transporte aéreo y jamás habia usado uno aunque sabía que existían puesto que, esos días, los había visto sobre su cabeza desplazándose hacia Atenas en lo alto del cielo. Trato de mantener la mente entretenida enfocándose en las pertenencias que llevaría consigo pero, lo cierto, era que apenas si poseía dos vestidos, un par de cambios de ropa, el pijama y era todo. Esas piezas de ropa cabían perfecto en un bolso más o menos grande y con eso viajaría por varios países hasta donde Ikki tenía planeado.

Alguien llamo a la puerta de la habitación, ella indico que podía entrar y Shun entro llevando un objeto en las manos.

—Hola, quería despedirme antes de que te marches.

Se acercó mostrando un paquete pequeño envuelto con papel morado, se lo entrego y ella lo miro sorprendida.

—Gracias, este obsequio es hermoso. Es demasiada amabilidad, no tenías que molestarte —dijo con suavidad.

—Creo que sabes por qué lo elegí para ti —comenzó a decir el jovencito sonriente y amable—, estos días he comprobado que no eres una mala persona. Si fueras tan malvada como piensas que eres ya hubieras intentado atacarnos o fugarte de aquí. No te dolería la pérdida de tu familia o serías desdichada por la derrota del dios Hades y, todo lo contrario, te ves liberada y en paz.

—Shun...

—Yo insisto, eres buena persona Pandora, y deseo que podamos seguir en contacto aunque decidas no volver —la abrazó con efusividad como si ella fuera su hermana mayor—. Te deseo la mejor de las suertes.

—Gracias, siempre estaremos en contacto no importa donde esté.

Ella correspondió el abrazo tímidamente cerrando los ojos. Ese abrazo era distinto del día en que Ikki la estrechó fuertemente, el día en que ella quiso lanzarse al lago. El abrazo de Shun era similar al de un familiar cercano o de un amigo muy querido. Tan solo derramo unas lágrimas de tristeza porque no estaba segura de cuándo volvería a verlo echando de menos su consejo.

Se encontró con el fenix al frente de la propiedad donde el auto de la diosa los llevaría a un aeropuerto privado. Aún no habían cruzado la mitad del camino cuando Ikki noto como la joven apretaba con aprehensión la falda de su vestido mirando a la ventana tratando de tranquilizarse.

—Tranquila, todo estará bien —no se le daba ser como Shun pero lo intentaba, las palabras amables no siempre eran su punto fuerte, no sabía como pedirle que no estuviera nerviosa o asustada.

Pandora trataba de no pensar en nada ya que los nervios por el viaje mismo y su misión secreta estaban acabando con su mente. Giro la cabeza encontrándose con los ojos de Ikki quien la miraba preocupado. El auto se desplazó sin aumentar la velocidad por las carreteras mientras dentro un joven fenix trataba de mantener calmada a una joven asustada.

La joven se sintió mejor pasados unos momentos dedicando a Ikki la misma mirada que este vio durante ese viaje a Marathon, esos ojos comenzaban a gustarle mucho.

Finalmente llegaron al aeropuerto privado y Pandora iba aferrada al brazo de Ikki al ver el pequeño avión que tenían enfrente. Sentía que el corazón le estallaría así que solo cerro los ojos mientras caminaban hacia el transporte y subían las escaleras al interior. La joven abrio los ojos no esperando ver aquello: pocos asientos uno frente a otro, interiores de piel y espacios amplios en un transporte que, por fuera, se veía diminuto.

—Viajaremos solos —indico Ikki—, no tienes de que preocuparte. No habrá otras personas aquí.

—¿Por qué?

—Así lo dispuso la diosa Atena, a ella le gusta realizar viajes así.

Aquel lujo lo disfrutaban los dioses sin duda pensó la joven. Era la primera vez que veía algo así y el que no hubiera más personas la tranquilizaba. No estaba lista para estar con desconocidos en un espacio tan pequeño.

Ikki suspiro de tranquilidad al dejar atrás la parte más difícil del despegue ya que la joven a su lado estaba por destrozarle el brazo, ya más calmado tomo asiento en la silla de enfrente para quedar ambos uno frente al otro. También Pandora se le veía más tranquila y cómoda luego de experimentar, por primera vez, como un avión llegaba de la tierra al cielo. Al mirar por la ventanilla noto que el paisaje era hermoso y despejado, abajo se veían los verdes campos, los caminos y las casitas diminutas.

Le aterraba y le maravillaba a la vez.

—¿Cuánto tiempo volaremos? —pregunto en voz baja.

—Alrededor de cinco horas —respondió Ikki con calma adoptando una postura más relajada, recargándose en el asiento sin dejar de mirar a la bella joven frente a él.

Sentada con los brazos sobre la mesa mirando por la ventanilla se le veía distinta, tan diferente a la sirvienta de un dios maligno. Ahora tenía delante de él a una chica ordinaria que vestía ropa clara, de largo cabello negro y unos enormes ojos violetas que miraban impresionados la tierra desde el aire. Trato de ser discreto pero no podia quitarle los ojos de encima, se veía hermosa así y más cuando ella le dedicaba esa mirada que tanto le gustaba. Esos ojos que eran solo de él y de nadie más.

—Háblame de algo, ¿quieres? —Pandora lo dijo de repente—. Algo para distraernos las cinco horas que estaremos aquí. Estoy algo nerviosa ya que es la primera vez que viajo en avion y... es inquietante.

—Hace un par de noches, recordaba la primera vez que te vi.

—¿La primera vez? Te refieres a esa noche en las calles de la ciudad.

—Si, la noche en que supe que tendría que hacerme cargo de Shun de ahí en adelante.

—Es verdad, ¿qué hacías tú solo en las calles con un bebe en brazos?

Ikki miro su reflejo en la ventanilla y su mente viajo hasta aquel día, a la noche en la que tomo a Shun en brazos y, como pudo, lo sacó del pequeño apartamento de sus padres.

—¿A dónde ibas esa noche?

—A cualquier sitio lejos de la trabajadora social.... —respondió— Mamá murió al poco de nacer Shun, no estoy seguro si ella estaba enferma o no pero así sucedió. Mi padre apenas si podía cuidarnos, a veces nos gritaba cuando las cosas no salían bien o cuando Shun lloraba de repente —decía sin dejar de mirar por la ventanilla—. Una noche no regreso, solo lo vi salir y decirme "ya regreso". Pasaron las horas y no volvía.

Pandora lo observaba con atención, la historia de los hermanos, de los sucesos que se acomodaron para que se produjera su encuentro en la mitad de la noche en medio de las silenciosas calles de la ciudad.

—Una mujer llegó al dia siguiente, por la tarde me parece, estaba por anochecer. Ella dijo que nuestro padre no volvería y debían llevarnos a otro sitio. No pude soportarlo, no creía que él no fuese a volver así que... salí a buscarlo en cuanto la mujer se descuidara.

—Por eso llevabas a Shun en brazos aunque apenas pudieras.

—No sé de donde tome fuerzas para cargarlo, bajar a la calle desde el apartamento y caminar hasta donde pudiera. Solo sabía que anochecería pronto pero debía seguir adelante hasta encontrarlo, en cambio, te encontré a ti.

El la observó sin juzgarla pero la joven no supo como interpretar su mirada. Aquel encuentro no fue bueno ya que ella debía entregar un pendiente al bebe que Ikki llevaba en brazos, al huésped del dios Hades o llevarse al bebé con ella hacía el castillo y al inframundo.

—¿A dónde fuiste después de nuestro encuentro?

—No sé si fue el destino pero termine cerca del orfanato de la fundación Graude, la que años más tarde nos mandaría a entrenar para volvernos caballeros —respondió pensativo.

El tiempo había volado desde aquel evento, pensaba la joven meditabunda.

—¿Alguna vez supiste qué fue de tu padre, del por qué no volvió?

—La fundación investigo un poco nuestra situación y, entre la plática, alcance a escuchar que él se quito la vida. Al parecer sus deudas eran enormes, problemas financieros según y, cuando salió aquel día fue a una estación del metro Yamanote y saltó a las vias.

—Lo siento, fue terrible.

—Yo no. No tuvo el coraje para seguir adelante —respondió molesto.

—Tal vez tenía otros problemas que desconoces...

—Puede ser pero quitarse la vida no era el modo para resolverlos, nos dejo atrás a mi a Shun. No le importo qué sería de nosotros. Lo siento, hablar de eso me pone mal.

—Hablemos de otras cosas entonces —dijo sonriente mientras la encargada les servía alimentos y bebidas.

Ikki no tenía memorias muy gratas de diferentes situaciones en su vida, su entrenamiento fue más que difícil, sus primeros años al lado de Atena tampoco lo fueron ya que siempre ha sido alguien individualista y rebelde; trabajar en equipo no se le daba nada bien aunque, últimamente, lo estaba llevando mejor. Y hablar de Esmeralda no era algo que quería en ese momento.

—No sé si es algo que tengamos en común. Ambos hemos estado solos por mucho tiempo, siempre por nuestra cuenta.

—La diferencia contigo —respondió Pandora mirándolo tiernamente con la cabeza recargada en su mano— es que gran parte de esa soledad es porque asi lo has querido, te gusta estar por tu cuenta y hacer las cosas a tu modo; en mi caso, he estado sola por imposición. Ya estoy acostumbrada pero al principio fue difícil.

Ambos se miraron un momento perdiéndose en los ojos del otro al mismo tiempo que una voz anunciaba que aterrizarían en pocos minutos en el aeropuerto Friuli Venezia Giulia. Ikki sentía que podía quedarse observando a Pandora un buen rato más, la mirada que esta le dedicaba le decía todo lo que necesitaba saber respecto a cómo se sentía ella en su compañía. Él también se sentía bien y, extrañamente, en paz y feliz.

Estuvieron charlando por casi cinco horas sin sentir el correr del tiempo.

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Ikki la tomo de la mano para llevarla a la puerta del aeropuerto y desde ahí a la estación del tren. La mejor parte del viaje según le menciono. Pandora estaba impresionada por aquel control de la situación, realmente Ikki sabía dónde ir, qué preguntar, tenía las instrucciones necesarias para todo lo que se presentara. Ella se sentía segura a su lado, protegida de todo mal. Quizás podría confiarle sus intenciones, quizás él podría ayudarla.

Un transporte privado los llevo hasta Trieste Centrale en medio del tráfico, los autos y el ruido. La joven no lo soltó del brazo recargándose en Ikki, ese viaje en auto fue mucho menos difícil y más agradable.

—Abordaremos el tren hacia Salzburgo, es la mejor forma de conocer y pensé que quizás te gustaría más —Ikki dijo atropelladamente tratando de no mirarla de frente —. No encontré un viaje directo disponible así que viajaremos de esta forma.

—¿Lo hiciste por mí?

—Si... bueno, me gusta viajar en tren y pensé que también te agradaría.

—Vaya pues... gracias —respondió sonriente sin dejar de mirarlo.

Una estación de tren siempre está llena de gente que va de aquí para allá. La tarde no estaba lejana y aun les esperaban unas cuantas horas más de viaje. La joven se sentía mucho más tranquila luego de la charla, las atenciones del fénix y esos pequeños momentos de intimidad compartidos tanto en el avión privado como en el auto.

Prácticamente llegaron justo a tiempo para abordar el tren y eso le gusto además de la vista a las colinas llenas de casas y al hermoso cielo azul sobre sus cabezas.

Pandora nunca había viajado en tren pero si había leído sobre ellos aunque un tren moderno como ese no era exactamente lo que esperaba. Ella se sentó al lado de la ventana mirando como las casas, calles, autos y gente se iban quedando atrás conforme avanzaban. En ese momento la joven recordó aquel libro que había intentado leer varias veces en el cual, un joven miembro de una importante firma inglesa, cruzaba hacía los Cárpatos para entregar una documentación a un excéntrico Conde que vivía en un castillo antiguo en medio de las altas montañas.

Se sintió identificada con aquel protagonista ya que ella misma iba en un tren cruzando valles, rios y bosques rumbo a un castillo en ruinas ubicado en una alta montaña. Un sitio ahora desolado pero que en su momento estuvo lleno de horrores difíciles de imaginar y eso le preocupaba; que esos horrores aún estuvieran ahí en forma de caja o que en la entrada al castillo hubiera lobos aullando en medio de un infierno azul y dos de esos lobos fueran Hypnos y Thanatos.

Se estremeció al imaginar eso.

A su lado Ikki dormía profundamente. La joven se aferró a su brazo recargando la cabeza en él deseando tener un diario como el protagonista del libro donde anotar todos sus pensamientos y vivencias del viaje, además, de las cosas que había visto en esas horas luego de salir de la residencia de la diosa. Mas que nada, deseaba charlar de todo eso con Shun aunque, sería Ikki quien lo haría en su momento. Ella, en cuanto pudiera, escribiría una larga carta narrándole todos sus pensamientos e impresiones del viaje.

Les esperaban seis horas de viaje hasta Salzburgo, ciudad que ella sabía que existía ya que en uno de los vinilos que mamá tenía en una caja, al lado del fonógrafo, se decía que Mozart había nacido ahi y, posteriormente, se trasladó hasta Viena. La música de Mozart era hermosa y ella esperaba poder escucharla de nuevo.

Mientras el tren seguía su recorrido por en medio de amplios valles su mente rememoro el momento en que el castillo apareció en la televisión, el hombre con el micrófono hablo de la familia Heinstein; mencionó los nombres de sus padres.

—Wilhem y Katrina, así se llamaban ellos. No recordaba sus nombres, hacía tanto que los olvidé, como si no los tuvieran. ¿Mi nombre real sería igual al de mi madre? —era soñador pensar eso ya que podría ser una posibilidad.

Cayó la noche en el tren luego de varias horas de viaje que la joven aprovechó para pensar, analizar sus siguientes pasos y disfrutar del hermoso panorama que era consumido por la noche que caía. El atardecer había sido hermoso y Pandora supo que no vería Salzburgo iluminado por el sol.

Trato de conciliar el sueño recargándose nuevamente en el hombro de Ikki. Ella deseaba dormir igual de profundo que él pero, mas que nada, deseo no soñar durante ese viaje.

Pero soñó y en ese sueño Pandora era una joven viajera. Vio levemente su reflejo en la ventanilla del carro y noto que llevaba su cabello recogido bajo un sombrero, un vestido oscuro de cuello alto y cerrado además de una larga capa oscura sobre sus hombros y botas de cuero. Iban hacia un castillo en medio de los bosques, solo lo sabía en el sueño. Viajaba en un carro tirado por caballos cruzando un desfiladero que dejaba ver un vacío negro hacía abajo y el alto castillo en la lejanía envuelto por las sombras acompañados por una luna llena de fondo.

Sin embargo, Ikki la despertó justo cuando la puerta del castillo estaba por abrirse no dejándola ver quien estaba detrás de la puerta.

—Estamos por llegar —indicó Ikki.

—Lo siento, no supe en qué momento me quede dormida.

—No importa.

—¿Pasaremos la noche en Salzburgo o viajaremos directo al castillo?

—No, perderemos tiempo. El tren a Ruhpolding sale apenas lleguemos a la estación, pasaremos la noche en aquella ciudad directamente e iremos al castillo por la mañana.

—De acuerdo.

No era posible mirar por la ventana y ver algo porque afuera solo se veía oscuridad. La que Pandora conocía tan bien. Ya no hablaron el resto del camino puesto que Ikki prefería dormir y la joven seguía atormentada por sus propios temores.

Llegaron a la ciudad de Ruhpolding casi a medianoche, la cual estaba ubicada casi a la falda de los Alpes, sitio perfecto para descansar y esquiar. Sin embargo, ambos viajeros no iban a eso precisamente. Pandora solo se dejo llevar mientras Ikki buscaba transporte para llegar al hotel donde pasarían la noche, ella no tenía mucha idea de donde estaban esa clase de lugares y con tanta oscuridad le era difícil ubicarse siquiera.

Fueron a un hotel ubicado casi en las afueras de la ciudad, un sitio de dos pisos de forma cuadrada y techo a dos aguas que se perdía en medio de la negrura. Consiguieron una habitación con camas gemelas y deseosos por llegar a dormir subieron enseguida. Pandora estaba realmente cansada, la última parte del viaje fue pesada en verdad.

—Mañana viajaremos todo el día de nuevo ya que no sé bien qué tan lejos está el castillo así que sugiero dormir —Ikki no dijo más dejándose caer en la cama.

—Estoy de acuerdo.

Pandora no tuvo que pedirle nada más ya que el fénix se durmió enseguida, ella deseo poder tener esa capacidad, de dormir profundamente apenas tocara la almohada. Descorrió las cortinas pero no entró ninguna luz del exterior más que las farolas del pasillo. A lo lejos se veían la silueta de las altas montañas y el castillo Heinstein estaba en la cima de una de ellas. Ojalá pudiera saber a donde ir, incluso antes de que sus padres murieran no salió del castillo más que unas cuantas veces en auto sin prestar atención a donde iban ya que era el chofer de papá quien conducía. Lo único que se veía desde el auto eran los arboles al lado del camino.

—Espero que no nos encontremos con ningún horror el día de mañana —se recostó en la cama sin poder conciliar el sueño.

Tenía miedo. Miedo de no poder encontrar su caja. Miedo de encontrarla y, peor, de lo que diría Ikki si es que se la mostraba y tenía miedo de lo que diría si la encontraba o él la descubría in fraganti. La odiaría eso es un hecho y la joven no deseaba eso, no quería que el fenix la odiara, le echaría en cara haberlo llevado hasta allá con mentiras. Y más ahora que el trato entre ellos era cálido y cercano.

—No he mentido —pensaba Pandora—, no quería obrar mal solo evitar una desgracia futura.

Cerro los ojos a la espera del amanecer ya que les esperaba una larga jornada.

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Continuará...

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