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Capítulo Unico

El retrato

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"A pale tortured blue blistering through"

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No podía ser posible que, una vez más, el tiempo se le escurriera como agua y fuera a llegar tarde. No tenía fama de ser impuntual pero allá iba de nuevo, llegaría casi quince minutos pasados la hora. Silas lo veía ir y venir por la habitación mientras su amo iba cambiando el color de la camisa o del saco, combinando esto y lo otro y nada, nada quedaba bien para esa noche especial.

—Nada me queda bien, ¡debí ir de compras! —se decía Milo molesto delante del espejo aventando prenda tras prenda a la cama ignorando que el gato estaba ahí y que posiblemente podría recostarse en alguna camisa limpia y recién planchada o un saco color negro.

Afrodita lo había invitado a su primera exposición de arte y no solo era el día de apertura de la exhibición sino, también, su aniversario. El joven no podía creer lo rápido que pasaba el tiempo, pareciera que fue hace unos cuantos días que el antiguo Santo de Piscis y él cruzaron palabra para dar paso a una sincera amistad y a una relación formal.

Hacia tanto tiempo de eso.

En aquellos días, el Patriarca solía organizar una cena especial para los caballeros que demostraran su mejor desempeño en un periodo de tiempo indicado por él, así habría oportunidad de que todos pudieran disfrutar de esos eventos sin exclusión y era una forma de motivarlos a dar lo mejor; una pequeña recompensa, por decirlo así, que él quería darles.

—Me alegra contar con su presencia esta tarde. No quiero que esta cena especial se malinterprete como que Ustedes deban esforzarse para obtener algo a cambio. No, no es esa mi intención; este evento es para premiarlos por su excepcional esfuerzo este periodo, esfuerzo que es apreciado por la diosa Atena. ¡Así que adelante y disfruten los alimentos!

Milo estaba arrodillado al lado de Aldebarán y ambos pasaron juntos a la mesa luego de las breves palabras del Patriarca. Había pocos en ese evento, no era ni la mitad de la orden de oro y en la única mesa dispuesta para ello estaban Milo, a su lado Aldebarán y frente a ellos Afrodita quien no los miraba y esperaba en silencio los alimentos manteniendo ambas manos sobre la mesa.

Los santos de Escorpio y Tauro intercambiaron una mirada que indicaba que no estaban del todo cómodos con la presencia del santo frente a ellos ya que no podrían charlar en confianza como solían hacer a solas. Asi que sin más esperaron los alimentos también.

Milo observó cómo estaban puestos platos y cubiertos en su lugar y le resultó curioso ya que hacía bastante tiempo que no veía una disposición y acomodo como ese tanto de la vajilla como cubertería. Su atención estaba fija en esto y no noto que Afrodita lo miraba extrañado intercalando la mirada hacia Aldebarán quien, a todas luces, se veía que no tenía idea de que cubierto debía tomar primero y cual después ya que estos estaban acomodados en la mesa, de tal forma que, había una larga fila de tenedores a la izquierda de la pila de platos y otra larga fila de cuchillos y cucharas al lado derecho así como varios vasos y copas en la esquina superior derecha.

—No te preocupes —le susurró Milo a su enorme amigo—, solo has lo que yo.

—De acuerdo —le respondió aliviado observando como Milo tomaba la servilleta de tela y la colocaba sobre sus piernas haciendo lo propio.

La imitación de estos movimientos le resultó inesperada a Afrodita y, más inesperado aún, que el custodio del octavo templo tuviera tan buen manejo de los cubiertos. Apenas empezaron a servir Milo le señalaba discretamente a su amigo que tenedor, cuchillo o cuchara debía tomar impresionando incluso al santo de Piscis quien, por un momento, olvidaba que cubierto seguía observando también a Milo y siguiendo sus indicaciones sin ser visto por sus colegas.

Quien diría que esa noche el santo de Escorpio sería el campeón indiscutible de los modales en la mesa. Afrodita se sentía de los mejores en esa área pero su colega lo había derrotado de una forma tan natural e inesperada que debía quitarse el sombrero delante de él. Había algo en el pasado de Milo que le llamaba la atención ya que no era muy común que alguien que se llamaba así mismo un "simple huérfano" supiera tales cosas.

La lección de "Modales en la mesa" hizo para Afrodita una velada muy agradable y eso ayudó a que relajara su postura y sonriera a sus compañeros. El Patriarca los miraba sonriente, le gustaba que sus santos de élite tuvieran buena relación entre ellos ya que ahora compartían una cena en común y charlaban sin preocupaciones.

—Me impresionaste Milo —comentó Piscis cuando los tres salieron del gran salón—. De los doce caballeros dorados eres quien tiene las habilidades más inesperadas y no lo digo por ser sarcástico.

—Viniendo de ti lo tomaré como un cumplido —Milo sonrio levemente—, me alegra que te hayan sido útiles mis conocimientos.

—¿Dónde aprendiste todo eso?

—Por ahi... las experiencias de la vida. Buenas noches.

Milo no dijo más y tanto él como Aldebarán fueron escaleras abajo dejando a Piscis en su templo, este los observaba bajar la escalera con la mirada fija en Milo, apenas reparó que no dejaba de mirarlo volvió al interior del templo sacudiendo la cabeza. Estaba comenzando a pensar en tonterias y no se dio cuenta que tenia una sonrisa dibujada en el rostro.

—Quien diría que impresionarías a alguien como Afrodita -decía Aldebarán mientras ambos iban escaleras abajo con paso lento—, te miraba como si nadie más en el mundo supiera usar una cuchara y un tenedor.

—No pretendía impresionarlo solo que no pude evitar tomar los cubiertos como no lo hacia desde hace tiempo pero, siendo honestos, no me preguntes para qué sirve cada uno, solo sé como se sujetan y el orden correcto. Es algo mecánico en realidad.

—No le digas esto a Piscis o te mirará como si fueses un sirviente.

—Solo tu sabes este secreto —ambos rieron un rato y Milo subió a su templo pensando en lo que acababan de charlar.

Ciertamente el ver una mesa tan bien dispuesta lo ponía un poco melancólico por el pasado más que nada, bien dicen que "lo que bien se aprende jamás se olvida". Él había aprendido modales en la mesa hacia mucho tiempo y estos simplemente salieron a flote luego de todos esos años sin usarlos o estar consciente de ello, curiosamente, fue delante del que se consideraba no solo él hombre más hermoso de los 88 sino el más petulante y engreído de todos.

Temprano por la mañana el santo dorado de Escorpion iba en búsqueda de un sitio interesante para el entrenamiento del día. Se alejo de los lugares comunes como el Coliseo, los alrededores de los doce templos y sitios así, quería algo diferente así que se acercó al límite este, el lugar que daba al majestuoso y prohibido templo de la Corona. No pretendía adentrarse ahí solo acercarse y entrenar en paz aprovechando la soledad de ese sitio.

Pero no consideró que alguien más podría estar ahí tambien invadiendo el espacio.

Milo observó sorprendido a su colega Afrodita quien no solo llevaba una ropa muy ligera y no de entrenamiento sino que estaba delante de un caballete y un enorme lienzo blanco; sujetaba la paleta con la mano izquierda y un largo pincel con la derecha. Desde atrás pareciera mirar al infinito buscando el mejor ángulo.

—No te esperaba Milo —dijo de repente haciendo que este diera un respingo ya que pensaba retirarse para no interrumpir—, pensé que nadie venia a esta parte del Santuario.

—Lo lamento, no quería molestar tu trabajo. Solo buscaba donde entrenar. A propósito nos meteremos en problemas porque este sitio está prohibido.

—Lo sé pero es el único con estas vistas tan hermosas.

El joven se acercó y noto que delante del templo Corona había una vista magnífica de la montaña y los bellos jardines que ahí crecían todo eso acompañado por un envolvente silencio hacían de ese lugar un sitio perfecto para pintar o estar en paz.

—No sabía que te gustaba pintar.

—Soy principiante. Como he diseñado jardines para el Patriarca pensé que sería fácil tomar pintura, un caballete y plasmar algo hermoso en un lienzo pero... es más difícil de lo que creí.

Para Milo fue inesperado que le hablara tan sereno y sin animos de agredirlo ya que Afrodita tenía fama de no ser muy cortés con sus respuestas o ser demasiado cortante.

—Bueno, es como todo —dijo honesto— solo necesitas práctica.

—Anoche me dejaste impresionado sabes —empezó a decir con voz suave—, el Patriarca también quedo complacido al ver que sus Santos no solo dominan las artes de la guerra.

—¿Por lo de la cena? ¡Ay por favor! No fue nada importante, a cualquier niño le enseñan modales en casa.

—No sabes la cantidad de veces que mi madre trató de enseñarme que cuchara es para la sopa, que tenedor es para la carne y cual para el pescado. Yo jamás pude memorizar todo eso ni el orden en el que se usan —fue honesto con su respuesta y Milo lo observó por un momento dibujando una leve sonrisa en el rostro—. Creo que no eres un simple huerfano como bien te has denominado, algo me dice que tu y yo tenemos más en común de lo que parece.

—¿De verdad lo crees así?

—Es correcto pero solo es una idea, no tengo evidencias de lo que digo —Afrodita esperaba silencio tras decir esto ultimo y eso obtuvo.

Milo jamás revelaba información de su pasado así fuera una tontería como esa. Lo unico que el joven hizo fue sentarse a su lado en la derruida columna donde Afrodita estaba. El joven Piscis lo observó de reojo viendo como el aire mecía el cabello de ambos y no pudo evitar sonrojarse apartando la mirada.

—¿Tu madre también trato de enseñarte a pintar? —preguntó de repente con voz suave mirando al infinito.

—Si, es una de las tantas cosas que ella intentó enseñarme sin éxito. Hace relativamente poco tiempo decidí retomarlo y he pintado un par de cuadros que han quedado muy mal. El paisajismo no es lo mío —reconoció sintiéndose derrotado.

—Bueno, si mal no recuerdo, hay otra clase de cuadros como los retratos ¿por qué no pruebas hacer alguno?

—Seguiré tu consejo —respondió sonriente.

Ambos se pusieron de pie y decidieron ser compañeros de entrenamiento desde ese día.

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Tan solo habían pasado un par de días desde ese encuentro en las inmediaciones del templo Corona y Milo pensaba en su colega estando en la privacidad de su habitación. Este tenía algo atrayente sin duda además de sus enormes ojos azules y el aroma a rosas que siempre lo acompañaba; no solo era un hombre hermoso sino que quería pintar un cuadro excepcional, lo irónico es que, entre más se esforzaba, peor le quedaban los cuadros.

—Estos son mis bodegones —le dijo una mañana que fue a visitarlo al doceavo templo.

Si bien Milo no sabía de arte podia apreciar que esos bodegones nada tenían que ver con el artista, estos parecían haber sido hechos por el alumno de una clase básica de pintura. No quería decir en voz alta que no habían quedado muy bien pero se podian mejorar. Lo que tenía Afrodita era afición por pintar cuadros de rosas, rosas aquí y allá se veían en las paredes de las habitaciones privadas del templo; unas mejores que otras pero rosas al fin y al cabo.

—La naturaleza muerta no me atrae así que pinto mis rosas, a veces lo hago con más o menor detalle —dijo sin entusiasmo—. Por cierto, quiero pedirte un favor atrevido.

—¿Atrevido?

—Si, ¿podrías ser mi... modelo? —lo pregunto con un tono de voz que nadie le habia escuchado antes, Afrodita se sentía terriblemente apenado por la solicitud pero si no lo decia en ese momento no lo podría hacer después.

Milo reconoció el valor de pedirlo directo y al grano, él sería el primer retrato que el santo de Piscis quería pintar y aunque se apenara por verse a si mismo plasmado en un lienzo no rechazó la solicitud.

—De acuerdo, seré tu primer modelo —respondió con voz suave—. Sin embargo, debo aclararte que no hago desnudos.

—Oh no... nada de eso —se sonrojo sin querer dando la espalda a su invitado—. Quiero hacer un retrato, aun no tengo el nivel para pintar una persona de cuerpo completo.

Le indico donde podía sentarse porque en la habitacion ya tenia todo listo para la llegada del modelo. El caballete estaba colocado a unos pasos de la silla así como esta recibía la mejor luz de la ventana. Todo para crear lo que podría llamarse como "el retrato perfecto". Milo tomo asiento con naturalidad observando al joven pintor quien se acomodó en su puesto y lo observó con calma, quería encontrar el mejor ángulo y plasmarlo en el lienzo pero algo le decía al Escorpion que su colega tenía problemas con eso ya que no lo veía muy satisfecho con algo en la composición.

—¿Todo bien?

—Si, no te preocupes —respiro hondo y empezó a dar las primeras pinceladas con algo de imprecisión al inicio pero conforme pasaban los minutos Milo veía como este tomaba el pincel y mezclaba la pintura con más y más auto confianza—. Creo que esta quedando mejor de lo que esperaba.

—Me alegro —le sonrió con honestidad distrayendo al artista.

Ambos no sintieron el paso del tiempo hasta que la luz empezo a ser escasa. En ese momento notaron que estaba cayendo la tarde.

—¿Qué te parece si paramos por el dia de hoy? Has de estar cansado de solo estar sentado mirando al frente.

—Creo que si, es mejor hacer una pausa. ¿Puedo ver como vas?

—Si claro... solo espero que perdones que no sea un Raphael o un Rembrant, es la primera vez que trato de pintar un retrato.

Milo se acercó y miro gratamente sorprendido lo que Afrodita había pintado, si bien no estaba plasmado cada detalle de su rostro era una representación más o menos fiel, el joven no se esperaba algo del calibre de las pinturas del museo de arte pero tampoco ese cuadro tan sencillo que le parecía bonito.

—Aun no está terminado, quiero trabajar en los detalles el resto de la noche —comenzo a decir hablándole a la pintura—, creo que puedo mejorar tu cara, el tono del cabello y la ropa.

El joven no lo escuchaba decir palabra, tan solo se quedo mirando su rostro sin moverse. Algo en Afrodita era hermoso y él no podia quitarle los ojos de encima, sentía un impulso por dentro que tampoco le permitía apartarse de su lado. No estaba seguro si era buena idea solo lo haría, solo sería un instante sin pensar en las consecuencias.

Sin hacer una segunda consideración a sus impulsos, Milo tomo el rostro de Afrodita y lo beso profundamente dejando a su colega sin saber qué hacer.

—Lo siento... de verdad lo siento, no pude evitarlo —dijo Milo de repente apartándose—. Tienes algo que no sé qué es pero me atrae.

—Espera...

No pudo detenerlo, Milo simplemente salio de la habitación corriendo escaleras abajo dejando a Piscis sin entender lo que acababa de pasar.

—Me beso y se fue... asi como así...así sin más —Afrodita volvió a su habitacion sin saber qué pensar.

Milo rememoraba todo esto mientras iba en un taxi rumbo a la galeria de arte ¿que lo impulso a besar asi a su colega con quien apenas si habia cruzado un par de palabras y solo llevaba algunos días de conocerlo realmente? Aun luego de todos esos años, no tenía una respuesta. No pudo responder esa pregunta un par de días despues en que ambos decidieron hablar de lo ocurrido.

—¿Sientes algo por mi? —Afrodita no pensaba dar rodeos así que fue directo y al grano— Si es así quiero saberlo porque...

—¿Por qué...?

—Dímelo Milo, no me dejes con las palabras en la boca.

—No lo sé... solo lo hice y me gusto. Tienes algo que no tienen los demás, no puedo definir que es pero ese algo me atrae.

—¿Y solo por eso me besaste? —respondió molesto— ¿No hay algo más?

—Dímelo tu, ¿acaso sientes algo por mi?

—¿Eso estaría mal? No te invite a mi templo por nada. Lo del retrato era cierto sin embargo también era una excusa para acercarme más. Desde esa cena la otra noche no he podido sacarte de mi cabeza.

Aquella honestidad era apabullante para alguien que no solía abrirse así con los demás. Milo quedo desarmado ante tal confesión porque no estaba muy seguro de sus sentimientos en ese momento, quizás podría estarlo más adelante pero ahora mismo no lo estaba y lo tomo por sorpresa el que Afrodita si supiera lo que quería.

—Me gustaría salir contigo —dijo el escorpion al fin—, no estoy seguro de nada pero quiero intentarlo y ver a dónde nos lleva esto.

—¿Así nada más? —volvió a responder molesto— ¿no hay declaraciones románticas ni nada?

—Vamos, no seas pesado —Milo se defendió tratando de frenar un poco a su acelerado amigo—. No es necesario tener tanta prisa, nos sobra tiempo para conocernos mejor y estar juntos.

—De acuerdo... por algo hay que empezar —Afrodita se escuchaba resingado porque él estaba acostumbrado a ir más rapido en sus relaciones pero con Milo no sabía, no estar seguro de los sentimientos del otro lo tenía en la cuerda floja.

El escorpion era muy cauteloso, no solo era privado con sus cosas además cuidadoso con sus sentimientos. Él lo había imaginado más impetuoso pero ir descubriendo poco a poco lo que este tenia en la mente sería divertido también.

—Por cierto, ve esta noche a mi templo. Ya termine el cuadro.

—Esta bien. Te veré más tarde

Milo se miraba en el espejo del baño privado en el octavo templo, al ver su reflejo en el empañado espejo y en medio del ambiente húmedo que flotaba noto que estaba más nervioso que de costumbre, no era la primera vez que estaba con alguien pero si era una de esas pocas veces que se ponía nervioso.

Antes de notarlo habría podido comportarse despreocupado como siempre pero no ese día, se sentía desarmado y no sabía cómo comportarse sin estropearlo. Por un lado, le emocionaba estar con alguien tan diferente, alguien que podría enseñarle a ver el mundo con otros ojos pero, por otro lado, temía que esas diferencias fueran a ser un obstáculo para que las cosas fueran por buen camino.

—¿Y por qué pienso tanto en el futuro? —se cuestionaba molesto— Que caso tiene si ni siquiera hemos empezado a salir oficialmente.

Por lo que conocía de Afrodita ambos tenían ciertas cosas de su pasado en común aunque Milo no le hubiera dicho gran cosa ni revelado datos de su infancia, los detalles que Afrodita revelaba de si mismo lo confirmaba: antes de llegar al Santuario ambos habían vivido en casa con sus madres, eran niños bien cuidados y educados a quienes les habían inculcado modales no solo en la mesa sino en el vestir, en el hablar y en el día a día.

La gran diferencia era que Afrodita no era considerado como alguien capaz por su madre, según le narró para ella él nunca fue suficientemente bueno; ella quería una niña y él no cumplía ese requisito para empezar, lo que explicaba mucho de su persona. En cambio Milo era otra historia, este creció muy sobreprotegido y él mismo era incapaz de hacer muchas cosas porque su madre no se lo permitía, el pequeño Milo vivía asfixiado detrás de sus faldas costosas y sus estrictas reglas.

El agradecía el haber llegado al Santuario ya que eso le dio la oportunidad de tener una vida, sentimientos y pensamientos propios además de metas que perseguir cosa que Afrodita tambien encontró en el mismo lugar; alguien tan poco valorado y él, alguien tan asfixiado, encontraron su camino en un sitio ajeno a casa.

Eso era lo que los unía en primera instancia.

Dejo de pensar y se puso en marcha al doceavo templo con el corazón a punto de estallarle, las manos le sudaban y no dejaba de respirar agitadamente. No habia hecho algo malo y se sentía como si lo fuesen a reprender, tenía desbordadas esas emociones que no sentía desde hacía tiempo y nuevamente ahí estaban recordandole su humanidad.

Afrodita lo recibió en la puerta y a leguas se le notaba que también estaba nervioso, su respiración agitada y sus movimientos torpes lo confirmaban.

—Pasa por favor —le dijo titubeante.

—Gracias.

Al entrar noto que la habitacion estaba más limpia que otras veces, había mucho esmero en ese orden ya que todo estaba casi clasificado por letra y color, cada pincel, cada pintura y lienzo. Afrodita gustaba de ese control por lo visto.

—Me vuelve loco no saber que pasa por tu mente —decía— pero eso es lo que me gusta de ti, eres espontáneo mientras que yo vivo con el control que aprendi en el pasado.

—No es algo malo, no te culpes ni pienses que está mal. Solo necesitas dejar que las cosas fluyan con calma.

—Creo que por eso ningún cuadro que pinto me queda como quiero, quisiera plasmar lo que tengo en la cabeza hasta el más mínimo detalle sabes.

Le mostró el retrato y Milo se vio así mismo en el lienzo como el cuadro fantasmal salido de la imaginación de Oscar Wilde, por un momento le pareció ver a Dorian Gray y no a Milo de Escorpio ya que estaba retratado con tal detalle que las obras de Raphael y Rembrant se quedaban muy lejos de esa perfección; no le habría parecido mal que el cuadro envejeciera y el no, pensó para aliviar un poco la tensión que sentía.

—Es magnífico —le dijo con honestidad—, no sé mucho de arte pero esto es impresionante, tu trabajo es increíble. Hasta el mínimo detalle está plasmado aqui.

—¿Lo crees?

—Por supuesto, eres muy bueno con la pintura.

Lo abrazo por detrás y Milo no supo qué hacer ante ese gesto, solo sentía el palpitar de su corazón y la respiración agitada del joven pintor, sabía que debía moverse o corresponderle el abrazo, hacer algo que demostrara que estaba de acuerdo con esa expresión de cariño e interés que le demostraba su colega. El joven giro sobre sus talones tomando el rostro de Afrodita para dejar un prolongado beso.

No intimaron esa noche ni la siguiente, ambos acordaron hacerlo hasta que estuvieran plenamente seguros de que era lo que querían de esa relación y el futuro.

El taxi llegó a la galería de arte donde ya muchas personas esperaban a que la gerente del sitio los invitara a pasar, el joven llevaba una invitación especial y lo dejaron entrar sin problemas al ser reconocido como la pareja del expositor. Ahi pudo apreciar el magnífico acomodado de las pinturas, en realidad estaban una al lado de la otra, pero estaba seguro de que Afrodita lo habia pedido de tal modo que esa sensación de control se percibía tan solo al entrar a la sala.

—Llegas tarde —le dijo desde la puerta.

—Lo siento, me entretuve con cosas del trabajo luego debía comprar comida para Silas.

—No culpes a tu pobre gato por no ver la hora a tiempo —le respondio con calma—, estás aqui y eso es lo importante. Significa mucho para mi este día y quería compartirlo contigo.

—Gracias, toda la gente afuera verá tu gran trabajo.

Ambos estaban de pie ante el retrato de Milo, el primero que Afrodita logró pintar tras muchas horas de trabajo y detalle. El que tenía un valor mucho más significativo para ambos que los demás.

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FIN

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Igual, otra historia que trabajé para el MiloShipFest del año 2020. También hacía falta aquí. 😊

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