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11. "Ojo por Ojo"


05 de junio, 2286
Spring Valley, Nevada
Valle Inutilia.

El corazón de Liberty era duro por fuera, pero muy blando por dentro. La decisión de dormir afuera de su casa la tomó ella, y la esperanza de que la detuvieran para que se quedara se había borrado por completo. Sin embargo, aún tenía planes en marcha y esa era su oportunidad de seguirlo.
Con los pies mojados por los charcos que pisó, subió los escalones de una casa vecina. Tocó la puerta unas tres veces hasta que una joven enrulada y pelirroja apareció por la entrada.

—¡Llegaste, amiga!—dijo.

—Hola, Julie. Lamento no haber venido a visitarte antes, espero que no sea incómoda mi visita... Me preguntaba si tal vez podría dormir aquí esta noche.

—Por supuesto que sí, Libby. Hemos dormido juntas muchísimas veces en nuestra infancia—Se movió hacia un costado dejando libre la entrada—. Ven, pasa. Mi hogar es el tuyo.

Ambas muchachas pasaron hacia el interior. Julie era una joven muy independiente, teniendo la misma edad que Liberty, ya se había independizado de sus padres y comprado su propio hogar. Ambas eran amigas desde muy pequeñas, sólo que a Liberty ya no le interesaba salir y reunirse con su círculo social como solía hacer antes de que su padre falleciera.

—Tu casa es muy cómoda, Julie. ¿Estás casada?

—¿Yo? No, eso jamás Libby. No necesito una pareja para vivir independientemente. Además, ya soy mayor de edad, al igual que tú.

—La vida te ha sonreído después del instituto… Yo aún estoy con mis estudios, en unos días termino.—comentó Liberty, observando las fotos en la pared. Una de ellas mostraba a ambas jugando en el parque, mucho más jóvenes, más inocentes.

—Sí... fue un infierno, ¿recuerdas? —Julie sonrió amargamente mientras sacaba dos tazas de una repisa—. Las burlas eran insoportables… Ser mitad hitachi, mitad meridianam parecía ser lo más extraño en este lado de Exanimun... Hubiera sido lindo ser ambas de la misma clase, ¿no crees?

—Sí...Es curioso que los inutilia se burlen de mezclas… somos tan extraños —respondió Liberty, con una sonrisa cansada.

Julie se dirigió a la cocina para preparar té. La casa, aunque cálida, se sentía oscura, con una iluminación mágica tenue que apenas iluminaba los rincones. Liberty la siguió calmada.

—Entonces, ¿qué ha sido de tu vida? —preguntó Julie con ligereza mientras ponía el agua a calentar—. Debes estar feliz de que Azul haya vuelto. No tengo hermanos, pero debe ser hermoso tenerla en casa.

—Sí… es lindo que haya regresado —respondió Liberty con una sonrisa forzada—. Pero, la verdad, casi no está en casa. Su trabajo como chasovoy la mantiene ocupada todo el tiempo. Me ofreció unirme a su escuadrón, pero no me siento lista… Somos tan diferentes.

Julie la miró con compasión antes de notar las pantorrillas húmedas de Liberty.

—¿Quieres cambiarte? Tienes las piernas empapadas, ¿no tienes frío?

—Estoy bien, Julie. De verdad —Liberty sacudió la cabeza—. Sólo quiero disfrutar este momento contigo. Tenemos toda la noche por delante… Y, además de quedarme a dormir, realmente necesito hablar contigo.

Julie dejó su taza sobre la mesa. Por el tono en la voz de su amiga supo que lo que venía no sería fácil de escuchar.

—He estado guardando muchas cosas, Julie. Cosas que apenas he compartido con una persona… y me cuesta mucho hablarlo con mi familia. Pero contigo… tú eres mi única amiga. —La voz de Liberty tembló antes de soltar las palabras que había estado reprimiendo—. Me iré del país, Julie.

El aire en la habitación pareció congelarse por un momento. Julie soltó una risa incrédula, aunque su rostro reflejaba más preocupación que humor.

—¿Irte del país? ¿Ahora? —preguntó alzando la voz sin querer—. Libby, sabes que estamos pasando por tiempos difíciles… ¿por qué tomar esa decisión ahora?

—Ya no quiero estar en casa —dijo Liberty en voz baja, con los ojos clavados en la mesa.

—¡Entonces ven a vivir conmigo! —exclamó Julie, intentando encontrar una solución rápida.

—¡No es algo que vaya a cambiar! —La voz de Liberty resonó con una mezcla de desesperación y miedo, asustando a Julie. Inmediatamente se arrepintió de haber alzado la voz—. Lo siento… Es que todo este asunto de los sekunder me tiene mal. —Suspiró profundamente—. Sólo quería despedirme de ti, pasar un último día juntas. La verdad es que tengo la oportunidad de estudiar en el extranjero y… quiero aprovecharla para huir.

Julie no pudo ocultar el dolor en sus ojos, pero también vio la determinación en la mirada de su amiga. Sin decir nada, tomó la mano de Liberty desde el otro lado de la mesa, dejando que el gesto hablara por ella: entendía, aunque le doliera.

Las horas pasaron al compás del chisme de dos viejas amigas. Congeniaban muy bien entre ambas, tanto que parecían una sola persona. Cuando llegó la media noche, fueron juntas al cobertizo a buscar un colchón para Liberty. Durmieron tranquilas, con confianza y seguridad.

A la mañana siguiente, muy temprano antes del alba se despertaron lúcidas.

Procuraron desayunar rápido, ya que Liberty quería volver temprano a su hogar antes de que el resto de su familia se despertara. Ante de irse, ayudó a ordenar lo que habían movido de lugar. Lo primero ante todo era acomodar el cuarto y quitar aquel colchón mohoso en el que habían dormido.
Volvieron al cobertizo. El espacio estaba muy sucio y se sentía un aroma desagradable.

—Ten cuidado con las latas, llevo una semana quitando toda la hojalateria del suelo.—Liberty entró cuidadosamente detrás de Julie, sin decir nada, sin siquiera respirar. La pelirroja tomó una plancha de acero con dificultad, su mano fue levemente cortada por el material, largó un quejido. De espaldas a ella, su amiga no parecía notar que la necesitaba— Liberty, ¿podrías ayudarme?

Liberty miró con gusto y extremismo las pocas gotas de sangre que cayeron de la palma de Julie. Su amiga la miró preocupada... Comenzó a sentirse incómoda.

—Liberty. —llamó nuevamente.

Todo se nubló en ambas luego de eso. La invitada corrió hasta ella y la acorraló contra el suelo.

—¡Suéltame, Liberty!—Julie tomó los brazos de ella para quitárselos de encima, pero Liberty era mucho más fuerte.

—Los sekunders nos están atacando, Julie... No podemos escapar, están aquí, nos lastimarán... ¡HAY QUE HUIR!—gritó Liberty como una maniática.

—Sekunders...¿DE QUÉ DEMONIOS ESTÁS HABLANDO?—Julie tiró su cuello hacia atrás intentando respirar. Miró por el costado de la puerta, asustada, desesperada... Impresionada por lo que estaba viendo.—¡¡AAAAH!

—¡CUIDADO JULIE!—Liberty la empujó de una patada estrellándola contra la punta del cuarto. Una varilla de hierro se cayó del estante atravesando el ojo derecho de Julie. La pobre gritó adolorida. La sangre comenzó a salir de su globo ocular a grandes cantidades.

Julie se retorció del dolor en el suelo hasta casi desmayarse. En su último momento de sentido, vio como Liberty comenzó a moverse de manera descordinada y bruta. Parecía que alguien más estaba poseyendo su cuerpo... Su ojos estaban fuera de sí, perdidos. Lo último que escuchó de ella fue la tos rimbombante y el golpe seco del suelo que advirtió que Liberty había caído a manos del sekunder.

Residencia Vancouver

Los primeros rayitos de sol entraron por la ventana del cuarto de Liberty, en donde estaban durmiendo Luke y su hija, los primeros en despertar.

—Papá... Papá...—Willow sacudió el hombro de Luke—. Despierta papá.

—¿Qué sucede, Willow?

—Ya deben ser las siete, seguramente. No debe faltar mucho para que llegue el general de los chasovoy... Hay que despertar a mis tíos...

—¡Ve y despiértalos, Willow!—Luke cubrió su cabeza con la manta.

Willow de mala gana salió del cuarto, se sentía avergonzada por caminar dentro de casa ajena sin el consentimiento de los dueños. Además, no sabía con certeza en cuál de los cuartos se encontraban los demás.
Entró al cuarto de al lado abriendo despacio para no despertar a nadie. Su tío Jeremy estaba abrazando fuertemente por la espalda a Azul Vancouver. Cerró riéndose.
Continuó con el cuarto de la esquina, allí estaban sus tíos Samantha y Fred acurrucados como una parejita feliz... Sinceramente le dio vergüenza.
Bajó las escaleras para entrar al cuarto de Lucrecia Vancouver y consultar si podía tomar algo de la alacena, pero el sonar de la puerta de entrada la alertó. No quiso ser descortés así que fue a abrirla.
Detrás de ella, dos hombres uniformados estaban esperando ser recibidos, uno era más alto que el otro.

—¿Y tú quién eres?—dijo el más bajo.

—Poder adaptado meridianam, ¡cancelación absoluta del poder!—Willow adelantó rápidamente su poder para verificar que no se tratara de impostores, pero el guardia frenó la cancelación levantando su mano y cerrando su puño—No daré información personal sin que se identifiquen...

Los guardias se miraron y esbozaron una sonrisa.

—Tú debes ser una de las recomendadas—Tomó de su bolsillo una credencial y se la alcanzó a Willow—. Teniente Roucker, capitán del escuadrón Anti Sekunder. Y él es el oficial Lyubithelzhizni Aldavinski, también es parte de él.

Willow dudó unos segundos de la veracidad del documento, lo sostuvo en sus manos un instante y los miró a los ojos.

—Permitánme despertar a Azul Vancouver,  ¿podrían esperar aquí afuera?

—No es necesario, pequeña—dijo Aldavinski—. Esperaremos adentro.

El hitachi avanzó en la puerta unos pasos, pero instantáneamente Willow lo tumbó al piso.

—¡No pasarán hasta que identifique sus identidades! La joven Vancouver está en manos del Maestro Jeremy Morbus, y él no tendrá miedo de castigarlos si se acercan hacia ella!

—Cuarto poder base inutilia, hechicería inutilia, fase uno: ¡Petrificación!—De las manos de Anthony salió un rayo violeta que paralizó por completo a Willow. El bullicio despertó a Luke y a Fred, quienes bajaron enseguida.

—¡HEY! ¡MI HIJA!—Luke corrió sobre el cemento hasta llegar a Anthony y tumbarlo. Lo golpeó en la cara—¿QUIÉN ERES, ENFERMO? SI LE PONES UN SÓLO DEDO ENCIMA, JURO QUE TE CORTARÉ LA MANO.

—¡Lucas, para! Deben ser los generales—Frederick tomó a Luke por la espalda para quitarlo de encima del merilia. Aldavinski, desentendido, aprovechó el momento para quitarse a la petrificada Willow y correr a despertar a Azul.

***

—Hey, Azul. Buenos días… —dijo Jeremy con suavidad y una sonrisa persistente.

Azul abrió los ojos lentamente, pero al ver a Jeremy tan cerca, su cuerpo se tensó. No estaba acostumbrada a compartir una cama, y mucho menos con alguien que la miraba de esa manera.

—Jeremy… Me asustaste, lo siento—murmuró mientras se sentaba en la cama, tratando de disimular su incomodidad—. Gracias por despertarme.

—No hay de qué —respondió él, acercándose de nuevo metiendo sus ojos fijos en los de ella. Azul permaneció inmóvil, atrapada en una mezcla de anticipación y temor. Jeremy se inclinó lentamente hacia ella, casi a punto de besarla, pero la puerta se abrió de golpe, separándolos abruptamente.

—Azul, tienes que venir. Abajo hay un gran disturb—

Aldavinski quedó tieso de la impresión. No creyó que las palabras de la joven Willow fueran ciertas, pero el panorama ante sus ojos lo confirmó.

—¿Y tú quién eres?—preguntó Jeremy con arrogancia aumentando la tensión en el aire.

—Aldavinski, ¿qué estás haciendo aquí?—inquirió Azul, asombrada, sin dejar que él respondiera.

Jeremías ocultó el asombro de su presencia. Había recopilado información de él, pero era la primera vez que lo tenía enfrente. Aldavinski...

—Estoy acompañando a Anthony... Recuerda que estamos trabajando—respondió Aldavinski. Su mirada se desvió hacia Jeremy, quien estaba más cerca de lo que le gustaría. Una incomodidad creciente lo invadió. Se sintió mal tercio.

—Los dejaré solos—agregó cortante delatando los celos que burbujeaban dentro de él—. Y, por si acaso no están enterados, estamos con problemas allí abajo...

El silencio se volvió pesado. Azul miró a Jeremy, confundida por lo que acababa de suceder. Mientras que Aldavinski, afuera, tambaleaba entre la frustración y el deseo.

—Lo olvidé... —murmuró para sí misma mientras se levantaba apresurada—. Me olvidé completamente.

Corrió por la habitación, buscando algo con qué vestirse. Mientras tanto, Jeremy la observaba con una sonrisa que no lograba borrar de su rostro. Azul encontró unas alpargatas y se las puso apresuradamente.

—¿Qué haces ahí parado? ¡Levántate! —Le espetó, irritada por su falta de prisa. Jeremy soltó una carcajada sonora.

—Es que me tienes loco, Azul...

—Pues yo enloqueceré si no bajamos ahora mismo a cumplir con el deber. Te dejaré vestirte tranquilo, nos vemos abajo.

Ella salió rápidamente, mientras Jeremy permanecía adentro, sonriendo a la habitación vacía.

Al igual que le había advertido Aldavinski, la entrada de la casa era un verdadero caos. ¿Por qué estaba Willow petrificada? Deshizo el problema con rapidez.

—¡Hey! ¿Qué está pasando?—gritó Azul al ver la pequeña guerrilla—Anthony, ¿qué haces? Willow sólo tiene nueve años—advirtió al ver que la estaba sujetando de los cabellos.

—Joven Azul, no los dejé pasar. La seguridad de esta casa ajena depende de nosotros, los invitados. Lo conocido asusta, pero lo desconocido da pavor. ¡Me atacaron! Son impostores.

—Willow, no tienes por qué preocuparte. Ellos son los generales, mis amigos. ANTHONY, ¡YA DÉJALA!—Anthony la soltó—. ¿Eso que tienes ahí es sangre?

—Oh, lo siento Idazul—corrigió Luke—. Atacaron a mi hija y no respondí de mí. Lo siento general. —Juntó sus manos en señal de disculpa. Tony asintió con la cabeza.

—¿Por qué no mejor seguimos esta conversación en el cuartel? Tal vez sería mejor calmar las aguas ahora.—Sugirió Aldavinski cruzándose de brazos.

—Tienes razón, Al. Llevaré a los muchachos, los espero allí—Azul recogió su cabello—. Estaremos allí a las nue...

—¡Auxilio! ¡Auxilio!—Una voz desesperada resonó sobre la casa. Buscaron con sus cabezas de dónde provenía—¡AYÚDENME POR FAVOR!

Los presentes pusieron atención a la grotesca presencia de Liberty junto a un cuerpo lastimado, ambos cuerpos lastimados. Aterrizó maleante sobre el suelo dejando caer a la desmayada Julie en el cemento.

—¡Liberty! ¿Qué pasó hermanita?— Azul saltó sobre ella para atender la causa.—Profeti, ¿qué es esto?

—Nos...nos atacaron—dijo entre lágrimas Liberty—¡LOS SEKUNDERS NOS ATACARON! ¡Casi matan a Julie!

—¡Llama inmediatamente a Sam, Anthony! Sólo ella puede salvarla.

—¡No! Hay que llevarla al centro de salud, si esto paso aquí, no es seguro—Aldavinski tomó a Julie por la espalda y la cargó sobre él. Estaba tomando el control—. Azul, Anthony. Vengan conmigo. El resto, por favor, atienda a Liberty.

—Aldavinski, yo me quedo con mi hermana—resistió Azul.

—Lo que dijo Al es prudente, Azul. Si esto fue obra Sekunder, lo mejor será que vengas con nosotros. Lucrecia cuidará de Liberty, volveremos pronto—dijo Anthony.

—Libby, todo estará bien. Yo volveré pronto y me ocuparé de ti—tomó las mejillas de la menor y limpió sus lagrimas—. Te amo.

Azul besó la frente de su hermanita y disparó vuelo. Todo ocurrió en un solo instante. Los Morbus se encargaron de entrarla y atenderla, para aquel entonces, Lucrecia y Arthur ya habían despertado.
Con la ayuda de Willow y Luke, caminó hasta el sillón y se recostó. Tenía algunas heridas en sus brazos, y un fuerte ardor proveniente de sus ojos permitieron que enrojecieran.

—¿Cómo fui capaz de dejar que te fueras?—Lucrecia limpió con un paño la sangre seca que pintaba su rostro— Aquí estamos contigo, Libby. Entre todos te cuidaremos.

—¿Qué fue lo que pasó, Joven Vancouver?—indagó Frederick encauzando respuestas.

—Cuando estábamos por regresar... Todo se nubló... Todo...—sollozó—Fue demasiado rápido, él me arrojó lejos y quiso matar a Julie—lloró—. Garras...sus uñas... ¡Le atravesó los ojos! ¡Me asusté mucho!

—Tranquila... Estás en casa, y estoy segura que July estará bien—Su madre la levantó y la abrazó dándole la mayor contención. Los Morbus miraron con tristeza a la pequeña Vancouver. Tomaron la mano de Liberty, haciendo saber que de alguna u otra forma también estaban con ellas.

Centro de salud de
Spring Valley.
Valle inutilia.

—...Esto fue muy grave...—Sam terminó de coser los parpados del ojo dañado—. Nunca me tocó un caso así, sólo similares.

—¿De qué se trata, Sam?

—Julieta Rodríguez, dieciséis años. Madre hitachi, padre meridianam. Dominancia de poder, panel materno superpuesto por el paterno, ambilingüe...—leyó la historia clínica—. Ingreso al centro: día 06 junio 2286, presunto ataque sekunder de manera anticuada, sin usar poderes... Pérdida total de la vista en su ojo derecho, y pérdida parcial de poderes base...

—¿En resumen..?

—Julie sobrevivirá, pero acaba de perder sus poderes base hitachi, quedó ciega de un ojo, y a juzgar por el diagnóstico de salud mental entró en demencia post traumática. No hay rastros de piel sekunder en su tejido, pero poco se sabe de cómo estarán esas bestias.

—¿Y ahora qué debemos hacer?

—Ustedes tres comiencen ahora mismo los entrenamientos de defensa, abran talleres, compartan todo con el pueblo. Yo me quedaré cuidando a la paciente por el momento, debe despertar para tomar su testimonio.

—Iré con JJ para dar el aviso. Azul, ¿podrías volver a tu casa y llevar a los Morbus al fuerte?

—Está bien... Quiero ir a ver a Liberty, debe necesitar de nuestra ayuda también—abrazó sus hombros sintiendo frío, había salido a medio pijama. Aldavinski lo notó y le tendió su saco—. Gracias, aunque no hacía falta.

—No hay de qué.

—En cuánto estabilice a Julie, dile a Liberty que la visitaré y me encargaré de curarla.

—Está bien, Sam. Aldavinski, acompáñame.

El hitachi y la inutilia salieron caminando del centro. No estaban lejos de la casa Vancouver, así que no había necesidad de salir volando. A mitad de camino, Aldavinski rompió el silencio.

—No debería decirte esto, Azul, pero quizás pueda levantarte el ánimo... —dijo al notar el afligido rostro de ella, quien sólo levantó las cejas—. Anoche, Liberty fue a verme a casa y me contó que aplicó para una beca de artes...

—¿Qué? —preguntó Azul, sorprendida.

—Tal vez no lo recuerdes, pero soy artista y doy tutorías. He estado en el arte durante años y le he enseñado casi todo a Liberty. Me pidió que la apadrinara nuevamente, pero con la responsabilidad que tenemos ahora, no puedo. Sin embargo, tal vez no sería mala idea que se aleje del valle.

Azul frenó su marcha, su mirada se iluminó al instante y lo observó con una sonrisa.

—¿Cómo es que lo ocultaste? —Lo tomó por los hombros—. No puedo creer que diga esto, pero estoy de acuerdo contigo, maldito Hitachi —lo golpeó suavemente, riendo—. ¡Debemos hablar con ella ahora! Estará mucho más segura en... ¿dónde es?

—Moscú, en Rusia.

—¡En Rusia, sí! —Avanzó un paso, llena de energía.

—¡Azul, espera! —La detuvo tomándola por la muñeca—. Liberty me confió su secreto, y es mejor que ella te lo cuente. No querrás que se altere más de lo que ya está.

Azul, vacilante, terminó por hacerle caso. Continuaron rumbo a la casa, la primera escala hacia la estación de entrenamiento.

La noticia de la beca para Liberty representaba una gran ventaja para la seguridad de su familia. Arthur había protegido inconscientemente a Azul de seguir siendo Idaly durante quince años; ahora, le tocaba a ella proteger a sus hermanos de la amenazante guerra que se avecinaba.

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