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O3

Una semana había transcurrido desde su choque con Felix. Una semana en la que había estado evitándolo completamente, y aguantando los reclamos del castaño.

Aún no se sentía preparado para hacerlo, y sentía que nunca lo estaría.

No importaba cuanto pensara en el tema, seguía sin saber cómo hacerlo, no podía
ir simplemente hacía el y besarlo
así de simple.

La campana que anunciaba la hora del receso había sonado, por lo que sólo
tenía cinco minutos para correr hasta la biblioteca y esperar a que el tiempo
acabara e ir a su próxima clase.

Esa era su rutina desde hace una
semana, de había grabado de memoria del recorrido que hacía Felix todos los días por el instituto, para atrasar lo más que pudiera aquel beso.

Y no lo malinterpreten, la idea de besar los carnosos y apetecibles labios de Felix es algo que había ansiado desde que tuvo un flechazo con el rubio pero era tan inseguro que si se lo volvía a cruzar lo único que lograría hacer es salir corriendo.

Al llegar a la biblioteca se dejó caer en uno de los sillones del fondo, sacando una manzana de su mochila mientras tomaba uno de los libros que había cerca, empezando a leer con concentración.
El lugar era tan calmado que a veces
y aprovechaba para tomar
pequeñas siestas.

Estaba completamente concentrado en
su lectura hasta que una risa muy
conocida para él se hizo presente en el lugar, levantando la vista aterrado observó al rubio ubicarse en una de las tantas mesas que habían disponibles en la biblioteca acompañado de sus amigos.

Maldiciendo su mala suerte guardó
todo apresuradamente y caminó lo más
apresurado que podía mientras
procuraba no ser visto visto por el rubio y se dio a la fuga de la biblioteca, corriendo por los pasillos mientras el corazón le latía a mil llegó al patio trasero en donde se sentó debajo de uno de los tantos árboles que había, llevando una de sus manos hacia su pecho intentando
regular su respiración después de la inesperada corrida que tuvo que dar.

Cerró los ojos soltando un suspiro de alivio al verse fuera de "peligro" completamente y se dejó caer en el
tronco del árbol tras de sí, respirando pausadamente e intentando recobrar la paz que tenía anteriormente. Sin duda
no se había esperado cruzarse con Felix,
pues el menor llevaba haciendo el mismo recorrido todos los días que pensó que
así podría evitarlo con facilidad.

Pero al parecer no le había funcionado por mucho tiempo. Decidido a tomar una pequeña siesta debajo de la sombra de
aquel frondoso árbol acomodó su mochila para utilizarla de almohada y se dejó
caer completamente sintiendo el fresco pasto bajo su tacto.

Pero claro, su suerte nunca había sido la mejor.

— ¿Acaso estás evitándome?

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