O2
— Te lo dije.
Eso fue lo primero que dijo el castaño al abrir la puerta de su casa. Dándole una mala mirada lo dejó pasar al interior de esta para después cerrar la puerta con algo de fuera denotando su enojo.
— Te odio, enserio lo hago Seo
Changbin.
— Se que me amas, además, me lo agradecerás después. No todos los días tienes la oportunidad de besar a uno de los chicos más guapos del instituto.
—sentenció con una sonrisa burlona en su rostro.
Aunque no lo admitiera, cosa que nunca haría y menos en frente de Changbin,
tenía un pequeñísimo, gran, crush con el australiano, pero mirara donde lo mirara
¡El chico era perfecto! No sólo era una de las personas más hermosas con las que pudo toparse en toda su vida, sino que también su personalidad era un
completo encanto, el chico era un ángel y no pudo evitar caer a sus pies sin más.
— En serio te odio, de cualquier persona en el instituto, tenía que chocarme con Lee, ¡Con el mismísimo Lee Felix!
¡¿Cómo es eso posible?!
En su frustración se dejó caer tal costal de papas en el sofá de la sala de estar,
mientras que el castaño buscaba algo que pudiera comer en la cocina del peli negro.
— Vamos, no es para tanto, sólo es un beso y ya. —dijo mientras su cara se encontraba dentro del refrigerador aún en su búsqueda por saciar su hambre.
"Un beso y ya." Si claro, como si fuera tan sencillo.
Tomando un cojín del sillón lo estampo en su cara ahogando un grito de frustración, mientras que en el rostro de Changbin se formaba una sonrisa
divertida.
Sintió que el mueble se hundía un poco a su lado, suponiendo que su amigo se
había sentado ahí. Soltando un bufido destapó un poco su rostro encontrando
al mayor comiendo un emparedado tranquilamente. Se reincorporó en su sitio cruzándose de piernas y mirando al contrario con el ceño fruncido.
— Bien, según tú ¿Cómo haré para besarlo?
El contrario se encogió de hombros y siguió comiendo de su emparedado sin inmutarse mientras en la cara del menor se instalaba una mueca de incredulidad mezclado con enojo. Levantando el cojín que estaba entre sus manos lo estrelló varias veces en el cuerpo del castaño ignorando sus quejas.
— ¡Está bien! —gritó para que el peli negro dejara de golpearlo.— No sé, solo intenta acercarte a él. No es como si fueran desconocidos ¡Conquístalo con tus encantos! —Al terminar guiñó en dirección al menor, sacándole una pequeña risa pero dejándolo con una
gran duda.
— ¿Qué encantos? —preguntó confuso.
— Ay querido Hyunjin, puede que
tengas cara de mamón, pero eso no significa que no tengas encantos. Eres lindo a tu manera. —se encogió de hombros.
Y ahí murió el tema. Entrada la noche,
minutos después que el castaño abandonara su casa, se encontraba acostado en su casa mirando directamente a su ventana, donde podía observar el hermoso cielo despejado y bañado de estrellas.
Las preguntas viajaban de un lado a otro por su mente, dejándolo nervioso sobre lo que haría.
"Con suerte y puedo hablarle, ¡¿Cómo podría intentar besarlo?! Es un completa locura"
Gruñó molesto escondiendo su rostro en su almohada con fuerza. Dormiría mejor y después podría preocuparse por su
ahora nuevo "problema."
— Maldito gnomo de jardín, me las pagarás.
Y con ese último pensamiento en mente,
sucumbió antes los encantos de Morfeo, sumiéndose en un profundo sueño acompañado de una linda sonrisa y unos rubios cabellos.
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