Traté de ignorar mis preocupaciones y me empeñé en sacar adelante mi restaurante. Conseguí un préstamo para comprar carne de puerco esta vez. Ya no me importaba que el restaurante no consiguiera el prestigio de antes. Solo quería que no hubiera más muertes. Y sabía que Melody, a pesar de su cara feliz, no opinaba lo mismo.

   Aquella noche los clientes comieron un buen filete de puerco. Yo me quedé hasta tarde con Melody para dejarlo todo en orden. Estaba tranquilamente limpiando las ventanas, cuando algo me golpeó fuertemente en la cabeza y perdí el conocimiento.

   Recobraba a veces la consciencia. Lo suficiente para darme cuenta que Melody estaba desnuda encima de mí, y yo me encontraba en la mesa de la cocina. Tenía una idea bastante exacta de lo que ocurría, más bien lo que Melody hacía.

   Desperté finalmente al cabo de un rato, con los pantalones abajo. Horrorizado, me los subí enseguida y vi a Melody, desnuda y mirándome fijamente desde una esquina de la cocina. Me quedé inmóvil y cuando recobré mis fuerzas para hablar, le pregunté qué me había hecho.
Sonrió sin dar respuesta y simplemente se puso el uniforme. Le advertí que le contaría todo a la policía. Se volteó a mirarme y se me acercó. De una manera sombría, me murmuró que no lo haría. Luego se fue como si nada.