<<¡Ya no más! Se le dijo a la soledad, para que nosotros seamos nuestra mejor compañía, podamos amar; amarnos, crecer y jamás volver a creer que estamos solos>>

Desperté aferrada a alguien, sus brazos me envolvían con protección, y me sentía así protegida; no recordaba haber despertado sin la soledad de mi cuarto y la dura falta de cariño, podía desear no levantarme de aquí nunca.

Se sentía como estar en las nubes, la comodidad de la cama se sentía más, mi cuerpo ya no tenía ese dolor continuó al no dormir bien y ya mis ojeras eran casi inexistentes.

Me deshago de sus brazos y con un suspiro me siento al borde de la cama.
¿Así se siente? Tener una familia, que tu estés mal y ellos estén. Se siente tan bien...

—¿Que tanto piensas? ¿Te sientes bien?— su voz adormilada inunda la habitación, volteo a ver su rostro lleno de preocupación y sonrió sin problema.

—Estoy bien, no te preocupes— sus gestos se relajan y quedamos en un profundo silencio.

Ella no dejaba de escanearme como buscando algo más de mí.

—¿Ella es tan mala?— rompió el silencio y yo la mire confundida  —mi tía, por eso tus pesadillas ¿No?— su pregunta toma sentido y miro a otra parte incómoda.

Mi mamá no es mala, solo esta cansada de la vida...

—No, ella solo a pasado por mucho— la mire directo a los ojos —Y tiene en su vida a personas que no son buenas— sus gestos llenos de dudas no dejan digerir mis palabras, se levanta y se sienta a mi lado.

—Niñas a desayunar— dice mi tía al entrar y mi prima no logra decir mucho —me alegran de que hayan hecho pijamada— nos sonríe con cariño y vuelve a salir.

—Yo creo que a ella se le olvida que somos mayores de edad— comenta con gracia y suelto una pequeña risa, me agarra con cariño la mano y bajamos a desayunar.

Ya mi tío se encontraba en la mesa donde todo ya estaba servido, nos sentamos a un lado de la otra y mi tía se sienta con demasiada emoción.

—Señor gracias por la comida que tenemos hoy y bendice estos alimentos— sus manos están entrelazadas, con cabeza abajo y sus ojos cerrados casi todos están igual menos yo.

Elisa es la primera en comer y mi tía no deja de mirarme.

—Mija, ¿Usted no agradece a Dios?— su pregunta me deja fuera de base.

—Yo... No soy muy creyente, mi madre y yo nunca oramos— me mira con tristeza e incómoda empiezo a comer.

***

Estamos en mi cuarto y Elisa me ayuda a preparar todo para la universidad, el lunes empezamos y yo que me muero de miedo.

—¿A que colegio fuiste donde vivías?— dejó de arreglar ropa y la miro triste.

—Mi mamá es maestra, ella me dio clases en casa y se encargó de que hiciera un examen para recibir título— me mira con sorpresa y trato de que eso no me afecte.

—¿Como es eso posible? Dios tu mamá es una controladora— término de guardar todo y me siento mirando a la nada.

—Tiene contactos en el Ministerio de educación y ella no era así, no hasta que papá murió, encerrarme fue una manera de no perderme, pero cuando Rompí esa regla todo se vino abajo— suspire y trate calmarme porque ya sentía mis ojos húmedos.

—¿Te arrepientes?— pregunta y yo me pregunto lo mismo, así que no no me arrepiento, no cuando aprendí tanto y logre salir de un infierno.

Después de un rato, niego, una lágrima cae y sus manos aprietan las mías en señal de apoyo.

—No me arrepiento, fue lo mejor y a la vez lo peor, dejarla sola tal vez la haga entender que no todo lo que hemos pasado esta bien— veo pasar varios recuerdos y los bloqueo al secar mis lágrimas.

—Siempre he estado acostumbrada a mi soledad, cuando intento salir de ella siempre pasa algo pero lo intente y ahora estoy aquí— vuelvo a hablar y eso la sorprende, ella intenta entenderlo y yo me esfuerzo en demostrar que esto no me esta afectando lo suficiente.

—Pero ya no estas sola, me tienes a mi, a nosotros— ella entrelaza nuestras manos y yo suspiro por ese pequeño gesto —somos una familia— me aferró a ella y me deshago, lloro y vuelvo a llorar por sentir que al fin algo esta mejorando en mi vida.

Lloro y no de tristeza, sino que ahora tengo la esperanza de que alguna vez todo cambie entre mi madre y yo.

—Mi abuelita decía que nosotros debíamos sentirnos cómodos con nuestra propia compañia para no caer en la soledad y si no sabías valorar tu propio esfuerzo para eso estaba la familia— yo si sabía valorar mi esfuerzo al menos el que empecé a construir antes de llegar a aquí.

A pesar de la distancia, de los días que ya llevo aquí, siento que nunca debí dejarla sola; pero si no lo hacía jamás hubiera podido seguir.

Sigue y no te detengas, deja atrás a las personas que no quieren que avances y crece demostrando lo que nunca creyeron de ti.

***
Hola a todos, disculpen mi ausencia en la actualización de mis dos historias, han sido días difíciles y estoy de luto, pero espero les guste.
Capítulo dedicado a mi abuelita que ya es un Ángel.

Besos.

Att: Liss❤