Prólogo
"Porque es como un sueño. Un maravilloso sueño hecho realidad"
Cenicienta
1983
En algún lugar de Massachusetts, Estados Unidos.
Jamás he podido olvidar la expresión aturdida que vi en el rostro de Luca y como el brillo en sus ojos grises que yo tanto amaba, y que comparaba con el fulgor de las estrellas, fue perdiendo intensidad. Recuerdo incluso como aquel brillo comenzaba a ser remplazado, aunque el luchaba por mantenerlas a raya, por un caudal de lágrimas.
Yo no pude mantenerle la mirada, y abandoné el calor de su cuerpo exponiéndome al frio suelo debajo de mis pies en cuanto los apoyé en la vieja losa.
Sin pensar mucho comencé a vestirme, primero el pantalón, luego la camisilla, todo dándole la espalda. Luca permanecía sobre la cama, con las sábanas que guardaban nuestro olor sobre sus piernas, desnudo.
—Nada tiene que cambiar, Oliver. Sabes que te amo y que siempre estaré para ti, amor.
Lo sabia, claro que lo sabia. El hombre que amaba, y que me amaba a pesar de mis malos momentos, de mis dudas y del terror que sentía ante la perspectiva de que alguien descubriera que amaba a alguien de mi mismo sexo, nunca me daría la espalda.
Y era tan cómodo para mi, porque siempre fui tan egoísta.
Luca, mi Luca, siempre a mi lado, incondicionalmente. Incluso cuando me comprometí con Eleanore porque eso era lo que la sociedad dictaba. Siempre me he preguntado que hubiera sucedido entre Luca y yo, de no haber sido por la intervención de Adolph, el padre de Eleanore.
A ese hombre nunca le guste para su hija, solía decir que no veía en mi compromiso, ahora pienso que mi suegro siempre intuyo que no amaba a su hija como ella me amaba a mi y que además, no era sincero en otros aspectos.
Aun así cuando Eleanore se embarazo Adolph no tuvo de otra que aceptar que yo seria parte de la familia, sin embargo, paso de mirarme con sospecha a indagar a fondo sobre esa parte de mi vida lejos de su hija, la vida que compartía con Luca.
No pasó mucho tiempo, recuerdo que nuestro matrimonio civil estaba a menos de un mes, cuando Adolph me abordo al cerrar la tienda de revelado, de su propiedad, donde yo trabajaba hacia algunos años.
—Si no fuera porque mi hija esta esperando un hijo tuyo te sacaría de aquí a patadas.
Adolph era un hombre alto y robusto que cuando se enojaba bufaba como un toro, en tanto su rubicundo rostro se pintaba de rojo. Esa noche estaba muy enojado.
—No voy a entrar en vergonzosos detalles contigo, Fitzgerald. Solo te dire que termines esa relación antinatural que tienes con el afeminado de Luca Anderson, para que puedas dedicarte a mi hija y a mi nieto. Si no lo haces no solo Eleanore sabrá el maricon que tiene por novio y futuro padre de su hijo, sino que se enterara todo el pueblo, incluso el pobre de Rowan, tu padre.
Después de esas palabras las cuales le dieron bastante trabajo pronunciar, Adolph tartamudeaba demasiado cuando estaba por perder los estribos, añadió lo perjudicial que podría ser para la salud de mi padre, que en aquellos años se encontraba muy débil debido a problemas cardiacos, saber que su único hijo tenia un romance homosexual con su supuesto mejor amigo.
Nunca olvidé el coraje que sentí, la frustración y los deseos de gritarle a ese hombre tantas cosas, sin embargo, solo apreté los puños a mis costados, incapaz de emitir palabra.
Poco a poco sentí como sus palabras nublaron mi mente, orillándome a actuar como el padre de Eleanore quería. Sin embargo, Luca nunca supo nada sobre las amenazas de Adolph, lo menos que deseaba era un enfrentamiento entre él y mi suegro.
Mi querido Luca solía ser impulsivo y probablemente no hubiera dudado en darle cara a Adolph sin miedo a habladurías o desprecios. En tanto yo, consciente de que pronto me iría del pueblo dejándolo atrás no deseaba que se expusiera sin necesidad o más de lo que ya estaba.
—Estoy deseando irme de este pueblo, lejos de sus pobladores de mente corta.
Eso último era algo que escuchaba decir a Luca a menudo, y sé que finalmente lo hizo.
Mi Luca salió de la cama, caminó hasta mi sigilosamente y me rodeo con sus brazos colocando sus manos sobre mi estómago, desde atrás. Recuerdo que sentí sobre mi espalda el peso de su rostro y la tibieza de su aliento. En ese instante lo único que pensaba era en mantenerme firme, no mostrar debilidad ante mis sentimientos por él, unos sentimientos que para más de la mitad de las personas en nuestro entorno eran vergonzosos y prohibidos.
Siempre supe que nuestra relación tenia fecha de expiración, y que no seria Luca quien encaminara las cosas por ese sendero.
Por años ignore aquella certeza egoístamente, tratando de disimular el verdadero temor ante la llegada de aquel momento, pues sabia que nunca estaría preparado para mostrarle al mundo quién era mi verdadero y único amor, y presentarme ante mi familia con Luca de la mano, sin importar la desilusión, la vergüenza y el desprecio que vería en sus miradas.
Siempre estuve al tanto de mi cobardía. De ser una persona incapaz de salir y vivir la vida que deseaba, lejos de mi entorno de ser necesario.
Lo único que necesitaba en aquellos años para ser feliz era al hombre que tenia a mi lado desde hacia cuatro años, a quien amaba y me amaba en secreto, pero le di la espalda y escogí un destino diferente.
Ahora sé que aquello último era mi única verdad, pero en aquella época dejé que la ignorancia, el miedo a lo que la gente y mi familia pensara o hablara de mi, y mi propia homofobia manejara mis decisiones, llevándome por un camino equivocado.
Me hice mucho daño, pero fue más en daño que le hice con mis acciones y mi desamor a la única persona que había amado sinceramente.
Sin embargo, aquella noche aún no estaba preparado para dejarlo ir. Recuerdo haberme volteado, echando a un lado las intenciones que tenia de salir de allí para no volver. Nunca he podido olvidar cuando sellé sus labios con un apasionado beso del cual por años rememore su sabor salado, siendo incapaz de saber si las lágrimas que probé eran mías o de él.
Me aferré a Luca como el naufrago a su maltratado navío, mientras acariciaba el interior de su boca con mi lengua, enredándola con la suya, en una lucha de poder. Necesitaba de él como sabia que él de mi, y así abrazados compartiendo un ardiente beso que se multiplicó infinidad de veces, trastabillamos hasta caer nuevamente sobre las sábanas revueltas.
Por años retazos de esa y otras noches volvían a hacerse reales en sueños placenteros, cobrando vida en mi subconsciente.
Podía sentir sus besos, me perdía en el brillo de sus ojos grises, y acariciaba la suave piel de su espalda con mi mano antes de bajar la cabeza para besar aquella marca de nacimiento en su cadera izquierda, aquella que resemblaba un curioso número ocho acostado en su piel, y que me volvía loco.
Sin embargo, los sueños terminaban irremediablemente siendo pesadillas, cuando Luca se evaporaba en el aire frente a mi dejando no solo mis brazos vacíos, sino una sensación helada sobre todo mi cuerpo.
No fueron pocas las noches en que despertaba gritando su nombre, y llorando. Tampoco fueron pocas las veces en que Eleonore escuchó mi llanto, mientras balbuceaba el nombre de mi amor.
PD Con mucha ilusión presento esta historia que es algo diferente, es fantasía, a lo que acostumbro escribir. Sin embargo, como dije me tiene muy ilusionada y espero que sea del agrado de los lectores que sacan de su tiempo para leer y comentar.
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