Capítulo 25
Volver a casa
Fueron días de mucha inquietud, mientras me asilaba un poco de todo y de todos. Sabía que Hwang resentía y y posiblemente se preguntaba cual era el verdadero motivo para mi ensimismamiento, y quizás en algún momento hasta pensó que tenia algo que ver con nuestra cercanía, debido a que la relación de amistad que teníamos comenzaba a verse y sentirse como algo más.
Entonces Timothee volvió a la escena, deseando también volver a la vida de Hwang.
—Tim me llamó y quiere verme —comentó.
Caminábamos juntos de regreso a nuestros respectivos hogares, Hwang llevaba días pernoctando nuevamente con su tía tras otro viaje de su padre.
Miré de reojo a Hwang quien a su vez, miraba al frente. No dejamos de movernos, mientras evitábamos a las personas que venían de frente. También estaban los que cruzaban a nuestro lado con la característica prisa de los neoyorquinos. La ciudad bullía en movimientos a esa hora de la tarde.
No supe que respuesta darle a Hwang, ni siquiera si esperaba por una, o simplemente era un comentario para dejarme saber. Sin embargo, el paso de los segundos en silencio y escucharlo soltar un sonoro bufido me indicó que Hwang si quería una respuesta de mi parte.
—¿Tú quieres ir ?—Me atreví a preguntarle dándome cuenta de que quizás no me gustaría la respuesta. Hwang ralentizo sus pasos y yo con él.
—Lo he pensado mucho, y quiero ir a decirle de frente que no me vuelva a buscar. Puedes ir conmigo,... si quieres —dijo.
—No...pienso que esto es algo que debes hacer tu solo —dije, a pesar de que a ese punto el miedo a que Hwang y Tim se reconciliaran comenzó a trepar por mi espina dorsal.
Él y yo nos despedimos frente al edificio donde vivía su tía, no dijimos más que un hasta luego. Yo di la vuelta alejándome con algo de prisa.
Me negaba a continuar penando en el inesperado reencuentro entre Hwang y Tim.
El predicamento con mi desconocido pasado y las visiones o alucinaciones que me asaltaban con frecuencia quedo olvidado en algún rincón de mi mente ante el regreso del exnovio de Hwang.
Me mantuve ocupado, Edward aun no había regresado de su día laboral, entonces decidí que seria un buen momento para sorprender al tío preparando la cena.
Cuando el tío regreso, cansado, fue gratamente sorprendido por la mesa del comedor preparada, últimamente solíamos cenar viendo televisión en la sala, y sobre ella, algunas piezas de pollo asado, verduras y un envase de papas majadas con queso.
Esa noche nos sentamos a cenar y a compartir vivencias, aunque Edward se quejo de ser él quien hablaba muchísimo, mientras que yo tenia momentos en que solo lo escuchaba.
Mientras me encargaba de limpiar los platos en tanto el tío los secaba antes de acomodarlos en uno de los gabinetes, no podía evitar darle vueltas, nuevamente, al encuentro entre Hwang y su antiguo enamorado.
Ya habían transcurrido algunas horas y no sabia nada de Hwang, pero no me planteaba llamarlo o enviarle un mensaje. Después de terminar la tarea y a punto de irme a la habitación, oí el intercomunicador avisando de la llegada de un visitante.
Eran casi las ocho de la noche y supe por instinto, con el corazón en la garganta y emocionado, quién era el visitante.
Le hice señas an Edward, que curioso se acerco cuando escucho la llamada en el interfono.
—Es Hwang —mencioné.
Edward embozo una picara sonrisita con sus ojos achicados, antes de regresar a la sala. Yo, emocionado casi trote hacia la puerta y apreté el botón de acceso para abrir la puerta principal, calculando mentalmente los pocos minutos que se tardaría Hwang entre entrar al edificio, esperar el ascensor, abordarlo y subir.
No pasó mucho tiempo para tenerlo de frente, para tomar una de sus manos y halarlo al interior del apartamento antes de cerrar la puerta.
Mi intención era prenderme a sus labios, pero me frené bajo la incertidumbre que tenia sobre lo que había sucedido con Tim.
Con la mirada busqué las respuestas a mis dudas.
Hwang enfrentó su mirada con la mía, mientras veía en sus labios florecer una sonrisa que dio paso a la mía. Y fue él quien tiró de mi hasta que estuvimos muy juntos, moviéndonos a un rincón, lejos de las miraditas curiosas que pudiera echar el tío.
De frente y muy cerca, Hwang y yo nos perdimos unos segundos mirándonos a los ojos, nuestros alientos entremezclados, a punto de unir nuestros labios.
—Ya está, Tim no volverá a buscarme, al menos no con intenciones de reanudar la relación que un día pensé que teníamos. Me pidió perdón y lo perdone...aunque no dejo de pensar que solo éramos un par de ignorantes jugando a los enamorados. En fin...le deseé lo mejor...y él a mi cuando le confié que estaba nuevamente enamorado. —Al decir aquello último Hwang bajo la mirada unos instantes, hasta que yo con mis dedos índice y medio, apoyados debajo de su barbilla, suavemente, lo animé a levantar la cabeza y volver a mirarme a los ojos.
—No podía dejar de pensar en que, quizás, deseabas darle una segunda oportunidad...¡Caramba, Hwang!, por momentos estuve seguro de que así sería...y no tienes idea de lo feliz que me hace oírte decir eso y que estes aquí, conmigo...—Con mi mano abierta acariciaba su mejilla, mientras él, con los párpados cerrados aceptaba mis caricias, y frotaba su rostro sobre la palma de mi mano.
—Estoy enamorado de ti, Oliver —Mi corazón, que poco a poco habia logrado normalizar sus latidos, se desboco nuevamente al escuchar su declaración. Rodee a Hwang con mis brazos apretándolo contra mi pecho, y no me costo nada abrir mi corazón.
—Yo te amo, Hwang. No sé en que momento me enamore de ti...pienso que sucedió hace mucho...mucho tiempo...
En ese momento todavía no tenia idea desde cuando...
*********
Tengo la impresión, cuando pienso en los días posteriores a aquella noche, de que el tiempo acelero su paso, llevándonos a Hwang y a mi entre su prisa.
Los preparativos y ensayos de los actos de graduación, y el baile, por lo menos a mi, me emocionaba bastante y disfrute siendo parte de ellos.
Hwang, por otra parte no tenia la misma libertad que yo, al regresar su padre este le exigía darle prioridad a sus clases extracurriculares, sin mostrarse preocupado por algo que según mi amigo, consideraba meras formalidades sin importancia.
—A papá lo único que le interesa es la transcripción de créditos y el diploma —comentó.
Pese a eso, Jae-Sung y Binna estuvieron presentes en la graduación, sentados muy cerca de Edward, que no dejaba de echarle miraditas a la guapa tía de Hwang.
Esa noche fue el esperado baile de graduación. Hwang y yo fuimos juntos, bailamos, reímos, y aprovechamos los rincones oscuros para dar rienda suelta a nuestras ganas de besarnos y explorar más allá de los limites.
*******
La relación amorosa entre Hwang y yo poco a poco fue haciéndose intima, donde los besos y caricias se hicieron insuficientes, y al igual que él, yo estaba preparado para cruzar las líneas.
Recuerdo que deseaba entregarme y recibir, descubrir y ofrecer, hacerme uno con Hwang.
Ajeno a todo lo que vendría luego, a ese remolino de descubrimientos, emociones y sentimientos que desataría nuestra primera vez.
Por esa época no solo Jae-Sung se encontraba de viaje, su hermana Binna se ausento por dos días en un inesperado viaje a New Jersey.
La tarde del segundo día, Hwang me invitó a subir, por primera vez al apartamento de Binna, muy similar al de Edward en espacio y su distribución.
Después de un recorrido por el apartamento, Hwang me mostro orgulloso el trabajo artístico de su tía, unas espectaculares pinturas, y terminamos en la terraza de la vivienda, disfrutando de la benévola brisa de la tarde noche que comenzaba a caer.
Como siempre, nuestra cercanía dio paso a besos y caricias que fueron intensificándose, haciéndonos perder el control. Ni él o yo podíamos dejar de acariciarnos mutuamente y con pasión y ganas, nos despojamos de casi toda nuestra ropa, allí en la sala, vestimenta que nos estorba.
—Ven...ven conmigo, Oliver...
Hwang se las arreglo para huir de mis besos, tomándome de una de mis manos, e invitándome a seguirlo hasta la habitación que ocupaba en el apartamento.
Dejé ir la mano de Hwang en el momento en que él se adelantó, entrando a la amplia habitación decorada en tonos tierra, tan impersonal comparada con la que ocupaba en el penthouse de su padre.
El chico sonrió con timidez sin dejar de buscar mi mirada, ante el supuesto momento de duda, que no lo fue realmente, pero que quizás lo confundió o no, no lo supe.
Dejar ir su mano y detenerme a un paso de pasar el umbral de la puerta, no fue indecisión, al contrario, lo hice porque necesitaba verlo de frente, a unos pasos de mí, para disfrutar su belleza que enardecía mis deseos.
Atrás quedaron las dudas, y los temores.
¿Cuántas noches perdí horas de sueño atormentado?, pensando con una mezcla de emoción y temor en nuestro primer encuentro íntimo, creyéndome ignorante, un torpe idiota ante Hwang.
Caminé los pocos pasos que me separaban de Hwang, y solo me detuve unos instantes para darle un puntapié a la puerta que se cerró con solidez sobre el marco.
Ante mi inesperado movimiento Hwang se echo a reír con nerviosismo en tanto yo, mirándolo fijamente terminaba de cubrir la distancia entre nosotros. Ambos solo vestíamos ropa interior.
No le di tiempo a decir nada antes de asaltar su boca con la mía, mientras llevaba una de mis manos a su nuca para arrimarlo a mi. Hwang se anclo sobre mis hombros entregándose a mi impetuosidad.
Fui yo el que marco el ritmo, se sentía tan bien, tan correcto, se sentía como volver de un largo viaje a los brazos del ser amado, volver a casa.
Hwang se entrego a mi y yo lo veneré con mis labios, besando cada recoveco de su cuerpo, mientras escuchaba sus gemidos, haciendo eco de los míos. Adore con mis manos la sedosidad de sus cabellos, el largo de su cuello, la suavidad de su piel, mientras crecía el deseo y la excitación entre nosotros.
Me encontraba fascinado y besé con ardor esa marca de nacimiento en su cadera izquierda, mientras Hwang se estremecía disfrutando y halo de mi con suavidad buscando que uniéramos nuestros labios nuevamente.
Recuerdo que Hwang se rindió ante mí, y yo a él. Sin pensar, solo dejándome llevar por el intenso deseo, no dejé lugar del cuerpo de mi amante sin probar, preparándolo y preparándome, para la culminación, para juntos llegar a la cima y dejarnos caer.
*********
¿Han tenido una pesadilla donde caen, y no dejan de caer hasta el infinito?
Esa dónde el corazón y el estómago parecen unirse para saltar al vacío.
Ese fue el preludio de mi despertar, algunas horas después, apretado a la espalda de mi joven amante, que roncaba suavemente.
De pronto estaba desorientado, sin saber dónde estaba, y mucho menos quién era el chico que dormía a mi lado. Me incorporé con cuidado, echándole un prolongado vistazo a la persona de cabellos negros, y muy joven.
Retiré el brazo que todavía reposaba sobre su cintura y mi mirada se deslizo más abajo, sobre la cadera, sobre ese curioso número ocho invertido, aquella marca de nacimiento que me pareció tan conocida.
Y fue entonces estando allí medio sentado, medio echado sobre aquel colchón, cuando una avalancha de imágenes, sonidos y aromas, mezcladas y sobrepuestas unas sobre otros amenazo con sepultarme en el más puro horror.
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