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Capítulo 23


Cruzando límites


Una lluvia torrencial me abrió los brazos en cuanto puse un pie fuera de la tienda. Giré a la izquierda, desorientado, no sabia donde estaba, o porque, y mucho menos reconocía al chico asiático que me seguía mientras llamaba mi nombre.

Corrí sin medir distancias hasta que el cansancio, la incomodidad y realmente no saber hacia donde dirigirme, hizo que ralentizara mis pasos y trastabillando fui a dar contra la pared en un callejón que parecía no tener salida, donde a pocos pasos había dos enormes zafacones de metal repleto de desperdicios.

Un sonoro trueno se escuchó seguido de un resplandor que cimbro el cielo.

—¡Oliver! —El chico de cabellos oscuros, tan empapado como estaba yo, me dio alcance, plantándose frente a mí. En su tono de voz escuché pura angustia.

Aquello me hizo levantar la mirada para fijarla en él y sentí vergüenza de no haberlo reconocido antes, y la pena dio paso al miedo.

¿Qué diablos me pasa? ¿Por qué me desorienté tanto que no reconocí a Hwang? ¿Qué estaba pasando conmigo?

—Hwang...Hwang.

—¡Dios santo, Oliver! —Hwang llevo sus manos sobre mis hombros, el agua de lluvia recorriéndonos desde las cabezas a los pies—. ¿Qué te sucedió? ¿Por qué reaccionaste de esa manera en la tienda? —En sus ojos oscuros pude leer una chispa de temor. Y aunque entendía sus preguntas, no podía contestarlas, pues no sabia que decir, no tenia una respuesta, a penas recordaba verme frente a él y al hombre de la tienda antes de correr hacia la calle, desesperado.

—No recuerdo. —Aquella realización acabo de llenarme de pavor— .No sé de que hablas —Hwang me echó una extraña mirada. La lluvia continuaba despiadada sobre nosotros, y a mi un frío casi sobrenatural me invadió y no pude evitar los temblores.

—¡Tranquilo, Oliver, tranquilo! —Hwang llevó sus brazos sobre mis hombros atrayéndome hacia él.

Agradecí la cercanía, aceptando el abrazo, entre nosotros un extraño libro que no recordaba de donde había obtenido. Continuaba sintiéndome desorientado, pero las caricias de Hwang sobre mis cabellos comenzó a tranquilizarme.

Elevé uno de mis brazos anclándome a su cintura, mientras que conservaba el pequeño libro en mi otra mano.

La lluvia fue aplacándose, entonces Hwang me animó a volver a casa. Nos dividimos las bolsas plásticas y iniciamos el camino, yo más calmado.

Cuando llegamos cerca de la casa le pregunté a Hwang si quería acompañarme a cenar, no quería verlo irse.

—Puedo darte ropa seca —ofrecí esperanzado, aunque Hwang de inmediato asintió a mi invitación, aun antes de mencionarle eso último.

Edward hizo un mini escandalo al vernos llegar con la ropa aun escurriendo agua lluvia, comentando que de seguro nos enfermaríamos. Enseguida busque un cambio de ropa para ofrecerlo a Hwang antes de que Edward lo animara a darse una ducha en el cuarto de aseo de su habitación.

—Tu ve a hacer lo mismo, hijo —dijo Edward.

Después de cenar y luego que Hwang llamara por teléfono a su tía para decirle donde estaba, mi amigo y yo dejamos a Edward viendo un episodio de una de sus series favoritas y nos fuimos al cuarto que yo ocupaba.

No lo dije, pero estar allí ya no se sentía como estar ocupando una habitación de invitados en casa ajena, no, de alguna manera para mi el sentir era otro, se sentía mía, como nunca antes.

Hwang y yo nos sentamos sobre el colchón con las piernas cruzadas, uno de frente al otro. Abrí la boca para hablar, a la par que lo hizo Hwang, y ambos no pudimos controlar las risas.

—Veo que ya te sientes mejor —mencionó Hwang, a lo que yo asentí con un leve movimiento de cabeza. —¿De dónde lo sacaste? —La mirada de mi invitado viajo hasta una de las mesitas de noche donde había dejado el pequeño libro e hizo un gesto con la barbilla.

—No sé si lo llevaba conmigo en todo momento.

—Yo no te vi con nada, creo que lo sacaste de la última tienda que visitamos y ni cuenta te diste —dijo él e hizo una cómica mueca—. ¿Quieres hablar de lo que sucedió?

—No he podido dejar de pensar en lo que sucedió esta tarde y solo me queda creer que es consecuencia de lo que me sucedió meses atrás. Del accidente y mi pérdida de memoria. —Hwang no sabía nada sobre lo último, hablar de ello, con cualquiera que no fuera Edward o los médicos que me atendían, siempre me pareció vergonzoso y así se lo confesé.

Sin embargo, supe que habia llegado el momento, y más si mi condición mental se estaba deteriorando de tal manera que las personas que me rodeaban debían de conocer los detalles y así estar preparados en caso de que yo lo necesitara.

Ese pensamiento conclusivo me dio pavor, asustado cruce mis brazos al frente, y llevé mi atención sobre Hwang que me miraba intrigado.

—¿Tuviste un accidente?

—Así es, y perdí la memoria, de hecho, todavía no la recupero, en otras palabras, no sé quién soy. Solo recuerdo mi nombre y nada más. —Hwang abrió los ojos cuanto pudo dibujando sobre sus labios un gesto de asombro, de perplejidad.

—¿Lo dices en serio? —Encontré la expresión en el rostro de mi amigo casi tierna. Y me explayé sobre lo que había pasado algunos meses atrás.

—Tuve mucha suerte de que Edward se encargara de mi, de una persona que nunca había visto y de quién jamás oyó hablar. No sabes lo agradecido que estoy con él, por sus cuidados, siento que me ve como ese hijo que nunca tuvo. Creo que nunca se lo he dicho, pero he aprendido a amarlo, a verlo como ese padre que no tengo, o que no recuerdo tener...

Para ese momento comenzaba a enredarme con mis propios pensamientos, y a tener problemas organizándolos para emitirlos, el nerviosismo y la emoción me ganaban. No podía dejar mis manos quietas, entrelazándolas sobre mi regazo, mientras mantenía mi mirada en todos los lugares posibles lejos de Hwang.

Sentí que Hwang se movió, de reojo lo vi inclinarse un poco hacia mi antes de sentir sus manos sobre las inquietas mías. Hwang hizo un poco de presión sobre ellas obligándome a dejar de moverlas.

—Entiendo como debes de sentirte, y solo lamento que no me contaras antes, Oliver —mencionó él en tono suave, casi un murmullo, mientras con sus manos acariciaba la piel de mis manos—. Sé lo que es sentirse diferente, y tener miedo al rechazo de los demás. Y no puedo imaginarme como debe de ser vivir sin recuerdos, pero creo que deberías de mencionarle lo que te sucedió hoy a tu tío, y al médico que te ve...—añadió. Como antes, bajo sus caricias, sentí que fui calmándome.

Hablamos de Oliver Fitzpatrick, mi supuesto padre, de su desaparición por los mismos días en que yo estaba en el hospital. Hwang escuchó pacientemente mis quejas sobre lo que era vivir casi a oscuras, sin saber si allá fuera una familia te buscaba. Lo que era vivir lleno de dudas, incertidumbre y miedo ante un futuro que a veces ni siquiera sentía mío.

Más tarde esa noche, acompañé a Hwang hasta el portal del edificio donde vivia su tía. Desahogarme con él fue casi reparador para mi. Nos despedimos con la promesa de vernos al día siguiente para esa sección de fotos que tanta ilusión nos hacia a ambos.

*********

Fue Hwang el que decidió que Central Park era el lugar idóneo para esas fotografías que no solo formarían parte de mi portfolio, sino que serían con las que entraría al concurso para principiantes.

Esa fue la primera vez que visite el apartamento en el que vivía Hwang con su padre, Jae -Sung. Resulto ser un penthouse en uno de los rascacielos de Manhattan, lujoso, enorme y decorado todo de blanco, donde cualquier punto de color sobresalía, impresionante.

No voy a negar que al entrar me sentí cohibido y temeroso de que en cualquier momento saliera de alguna habitación el padre de mi amigo, aunque él me había asegurado que estaba de viaje.

Hwang no tardo en hacer de la espaciosa sala el lugar para acomodar los cambios de ropa, mi amigo se mostraba animado, contrario a mi, que por momentos me dejaba arrastrar por esa sensación de pesar que me acompañaba desde el día de la tormenta y aquel episodio de confusión que experimente.

Edward ya sabia y no tardo en llamar para adelantar mi cita trimestral con el neurólogo, y el psicólogo.

—¡Animate, Oliver! ¡Que con estas fotografías ganaras ese concurso! —Ante tanto entusiasmo se me hizo imposible quedar inmune.

Recuerdo lo guapo que se veía Hwang con cada uno de aquellos cambios de ropa. Ante mis ojos todo le quedaba bien, lo hacia brillar.

En el inmenso y memorable parque, el llamado pulmón de Manhattan, mirándolo atraves del lente de la cámara recuerdo haber pensado que podría quedarme para siempre admirando la belleza de su piel, la sedosidad de sus cabellos negros, su picara sonrisa, o cuando fruncia los labios buscando inyectarle algo de seducción a su oscura mirada.

Hwang poseía eso que muchos llamaban ángel, ese brillo que hacia voltear cabezas, y atraía miradas, y que a mi me tenía hechizado.

En un solo día completamos las fotografías, estábamos felices y muy satisfechos con el resultado final. Esa noche, de vuelta a Greenwich Village cargando sobre los hombros las mochilas con la ropa y el equipo fotográfico, y planeando ir con Edward para contarle y mostrarle el trabajo hecho, nos encontramos frente al edifico a la tía Binna.

—Hola muchachos...

A pesar de su amable sonrisa y saludo, noté la tensión en la mujer.

—Tu padre acaba de volver, Hwang. Tenemos que irnos, nos espera en casa...—Fue evidente para mi la incomodidad que la llegada de su hermano provocaba en Binna, ya Hwang me habia dio que su padre tenia un carácter fuerte y que gustaba de controlar todo.

El que Hwang no estuviese con Binna cuando regresó de su viaje, seguramente no fue de su agrado, de ahí que la mujer saliera a buscarlo.

Un vistazo a mi amigo fue suficiente para notar que compartíamos la misma desilusión por aquel cierre tan abrupto a un maravilloso día.

*********

Con la llegada de Jae-Sung los encuentros entre Hwang y yo se limitaron a aquellos dentro de la escuela, donde éramos inseparables. El padre de mi amigo iba a recogerlo cuando finalizaba el día escolar. Los lunes, miércoles y viernes Jae-Sung habia matriculado a su hijo en un curso de defensa personal por espacio de cuatro semanas, al que Hwang no le tenia mucho interés.

Según Hwang, su padre también le hablo sobre unas clases de idiomas a las que planeaba matricularlo cuando finalizara el año escolar.

—Quiere mantenerme ocupado —Gracias a ese empeño mi amigo hablaba con fluidez, además del inglés, y el coreano, francés e italiano.

—No sabia que tenia un amigo políglota—dije admirado ganándome varias muecas de su parte.

Hwang y yo hablábamos por celular y nos enviábamos mensajes a toda hora. Yo, habia comenzado el curso de fotografía, eso me ayudaba bastante y aplacaba el sentimiento de añoranza que me embargaba cuando no podíamos vernos.

Recuerdo que para la fecha en la cual se anunciaría el ganador del concurso Hwang estaba más nervioso que yo, pero no dejaba de darme ánimos.

Esa tarde, después de la sección me lleve tremenda sorpresa al encontrarme a Binna y Hwang en el vestíbulo del edificio donde estaba la academia, esperándome. Hwang quería estar allí cuando anunciaran los ganadores y le habia pedido a su tía que lo llevara.

En ese mi primer concurso fui merecedor del segundo lugar, y aunque no niego que me hubiese gustado ganar y llévame a casa no solo la distinción, sino los quinientos dólares que eran parte del primer premio, fui muy feliz con ese segundo lugar, y lo más que me gusto fue tener a Hwang a mi lado, celebrando mi triunfo, que para mi era de ambos.

Edward, que habia llegado a la academia con algunos minutos de retraso, nos invito a celebrar y terminamos los cuatro en nuestro apartamento. Binna y Edward congeniaron de inmediato, y rato después de llegar, se encontraban en la cocina compartiendo la preparación de una pasta repleta de diferentes quesos ,y una ensalada para acompañar.

Mientras tanto, Hwang y yo, seguidos de Tom, que no dejaba de restregarse entre nuestras piernas, fuimos directo a mi habitación. El plan era dejar la mochila, y el certificado que me otorgaba el segundo lugar junto con un cheque de doscientos dólares, para luego volver a la sala.

—Ese certificado hay que colocarlo en un marco —comentó Hwang an mis espaldas, mientras yo dejaba la mochila dentro del closet, y giraba para encontrármelo bastante cerca. De un vistazo me di cuenta de dos cosas, Tom había saltado sobre la cama para echarse una siesta y que la puerta de la habitación, antes completamente abierta, se encontraba semi cerrada.

Me acerque a Hwang para quitarle el sobre de las manos y dejarlo muy cerca de Tom. De pronto, fui muy conciente del atractivo chico frente a mi, y desee atreverme a pasar el límite que llevaría nuestra relacion hacia otro nivel, un límite que llevaba días, sino semanas deseando cruzar.

¿Qué me detenía?

Quizás lo que a muchos los detenia de avanzar, el miedo a ser rechazado, aunque en mi caso, también era el temor a arrastrar a Hwang a una relación con alguien rodeado de negras lagunas, como yo.

No obstante, mientras yo me perdía en mis pensamientos negativos, Hwang habia dado algunos pasos hacia mi, terminando de acortar la distancia entre nuestros cuerpos.

—¿Sabes que me encantaría hacer si me lo permites?

Su pregunta me hizo sonreír anticipando sus intenciones.

—¿No sientes ni un poquito de curiosidad por saber que? —insistió embozando una seductora sonrisa. Estábamos tan cerca que podía sentir su dulce aroma.

—Creo que es lo mismo que quiero hacer yo, Hwang. —Me atreví a decir, lo que provoco que una risa saliera de su garganta— .¿Puedo?

Ambos sabíamos lo que deseábamos y fuimos a por ello, uniendo nuestros labios por primera vez, al menos en esa vida.


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