Capítulo 21
Recuerdos grabados
Ese domingo Hwang y yo nos despedimos antes de lo esperado, al menos para mi que estuve bastante tiempo planeando invitarlo a una tarde de películas con pop corn incluido. No obstante, no tuve oportunidad de mencionarlo siquiera porque el muchacho se despidió de mi con prisa.
—Esta noche es la presentación inicial de las pinturas de la tía Binna y tengo que estar listo antes de las siete para acompañarla. Debo ser obediente y no darle mas dolores de cabeza a papá.
Palabras como "tengo" y "debo" me parecían algo chocantes.
Aunque Hwang no me habia dicho, sospechaba que su familia, quizás debido a algunos problemas en el pasado similares a lo que sucedió en la escuela, ejercía sobre el muchacho un control algo extremo para un chico de casi diecinueve años.
Pasé el resto de la tarde y noche con Edward, cenamos y vimos un poco de televisión, pero antes de las diez, cada uno se fue a descansar, pues a la mañana siguiente debíamos levantarnos temprano. Sin embargo, como me sucedía a menudo, no pude conciliar el sueño.
No sé por cuanto tiempo estuve cambiando de posición, a veces pateaba la sábana para liberar mis piernas, aunque momentos después volvía a echármela encima, pues sentía frío. Cansado, me incorporé un poco sobre la cama, en el mismo momento oía la llegada de una notificación al celular, el sonido anunciaba un mensaje de texto.
Curioso, me senté al borde de la cama con el móvil en la mano. No se me ocurrió quien podría enviarme mensajes, y el nombre de Hwang Lee no paso por mi mente, no obstante era precisamente él.
«No puedo dormir...que tonto soy, probablemente tu estes en el quinto sueño»
Sus palabras me sacaron una sonrisa.
«Estamos en las mismas, Hwang»
Hwang envió unos emojis que mostraban sorpresa y diversión.
«Creo que me vendría bien un poco aire fresco, seria muy extraño si te invito a vernos dentro de quince minutos en el parque»
La propuesta me dejo sin palabras o pensamientos claros por segundos, pero mi respuesta fue que lo vería en el parque, prefiriendo no abundar sobre lo extraño o no que resultaba, porque para mi no tenia importancia, ya que raro o no, iría a su encuentro de igual manera.
El viejo reloj pulsera que llevaba mostraba las once y minutos cuando antes de cruzar la calle hacia el parque le eche un vistazo.
Una brisa suave y templada se colaba entre las hojas de los árboles, apenas rozándolas. La chaqueta que llevaba era suficiente para resguardarme. Divise a Hwang Lee sentado en uno de los bancos, vestía una sudadera blanca con capucha, la cual le cubría la cabeza, pantalones de pijama como yo, y en sus pies llevaba una pantuflas bastante obstentosas.
—Seguro cualquier adulto diría que somos unos locos por estar aquí a esta hora. —Hwang se puso de pie, mientras decía aquello y su mirada iba de mi a los alrededores.
—No nos pasara nada...
Estaba bastante confiado de la seguridad del sector, aun a esas horas que para algunas personas en Nueva York apenas comenzaba la noche.
Hwang volvío a sentarse y yo lo imite, tomando lugar a su lado.
—No podía dormir, es algo que me sucede con bastante frecuencia, pero nunca como hoy.
—Parece que el insomnio es algo que tenemos en común, Hwang. Yo tampoco podía dormir —comenté mientras daba una palmada sobre el regazo, Hwang me echo una mirada que yo correspondí antes de echarnos a reír.
En el parque vecinal, contrario a lo esperado, se podía apreciar algo de movimiento, en su mayoría, personas paseando a sus mascotas.
—Hay algo que quiero decirte, Oliver, creo que es esa la causa principal de mi desvelo. Es que realmente no podía esperar hasta mañana para hablarte de ello, y más temprano me falto el valor. —El gesto risueño y algo nervioso de Hwang se fue apagando a medida que se expresaba. Noté que su mirada la mantenía lejos de mi, en algún punto al frente. También fue evidente, al escuchar su voz, la ansiedad que se apoderó de él por dejarme saber lo que tanto parecía afectarle, y tuve miedo.
De pronto, temí que el motivo de su desvelo lograra abrir una brecha de distancia entre nosotros. A medida que los segundos pasaban y Hwang Lee no parecía animarse a hablar, el nerviosismo crecía en mi, reflejándose en el errático movimiento de una de mis piernas.
Y no dejaba de asombrarme el vínculo que en tan poco tiempo fue creándose, al menos de mi parte.
—¿Te mencione que suelo tener más pesadillas que el típico adolescente? Al menos eso dice mi tía...las tengo desde niño, pero casi siempre no lograba recordar nada al día siguiente aunque inevitablemente tenia la sensación de que habia soñado. —Yo no podía decir lo mismo, al menos no con esa precisión, ya que no recordaba nada de mi pasado, pero últimamente también sufría de pesadillas y sueños extraños. No obstante, en esa ocasión no dije nada.
—Entonces, de pronto, hace algunos meses, diría que más de un año atrás, comencé a recordar cada una de las pesadillas y sueños que tenia —añadió Hwang, y mientras lo escuchaba fui moviéndome hasta lograr mirarlo, admirando su perfil unos segundos, antes de que él girase a su vez y buscara mi mirada con la suya.
—¿Sabes por qué te huía, Oliver? Porque, aun cuando me sentía increíblemente atraído a ti, daba a demostrar lo contrario, e incluso llegue a ser un antipático contigo, mientras tu solo me demostrabas amabilidad...
Me sorprendí moviendo la cabeza negativamente en reacción a sus palabras, pero no dije nada. Hwang volvio a guardar silencio, mientras su mirada iba y venia sobre la mia. Tuve la sensación de que mi amigo dudaba ante lo que tenia en mente.
—Estas en mis sueños y pesadillas, Oliver. Desde el primer momento en que pude recordar estuviste allí, ¿te imaginas?...pero creo que puedes haber estado desde antes, desde siempre, no sé. —Tardé unos instantes en procesar lo que habia dicho, fue algo totalemte inesperado, y extraño, como casi todo lo que me rodeaba.
—¿No dices nada?
En esa ocasión era yo el que rehuia su mirada mientras Hwang, con algo de ansiedad en el tono de voz luchaba por que lo mirara.
—Espera, sé cómo se oye, bastante loco, raro, y lo que sigue, pero es cierto, Oliver. ¿Puedes entender porque no me animaba a decírtelo? —El tono de ansiedad paso a ser algo parecido a la desesperación, entonces me puse de pie, colocándome frente a él y con mi mejor sonrisa hice un gesto con las manos pidiéndole calma.
—Y no podía dormir, Oliver, si no bajaba y te decía, no hubiese podido dormir...
En un impulso lo tome de las manos apretándolas con las mias, haciendo un poco de fuerza y tratando de inmovilizárlo para mirarlo de frente. Quedamos cerca, bastante cerca, ambos un poco agitados. Amplie la sonrisa consiguiendo una tímida respuesta de su parte.
—Ahora podrás conciliar el sueño, y yo también.
—¿Me crees, Oliver? No le he comentado esto a nadie.—Aun teníamos las manos ocupadas sosteniéndonos mutuamente.
Hwang me sostuvo la mirada donde sentí que no me engañaba, aprecie expectación ante lo que esperaba oír de mi parte, porque de seguro algo así lo ameritaba, aunque yo continuara sin saber que decir.
El tema de las pesadillas y sueños no era ajeno para mi, incluso, como en su experiencia, habia una persona que destacaba con frecuencia, un chico que ni siquiera habia conocido y que murió hacia años atrás.
Porque mientras Hwang aseguraba que aun antes de conocernos, me habia visto en sus sueños, yo daba fe de que Luca Anderson era el protagonista de los mios.
Sin embargo, lo que no podía negar era el hecho de que nuestras experiencias parecían tener mucho en común, y de pronto llego a mi la idea de que todo aquello y mi perdida de memoria podían estar conectados.
—Por supuesto que te creo, yo también sufro de pesadillas y algunos sueños inquietantes. Y ahora comprendo el porque de tu actitud recién nos conocimos, creo que yo hubiese hecho lo mismo. —No quería ni imaginarme lo absurdo que seria encontrarme a Luca de frente, aunque la verdad, no seria solo absurdo, sino sobre natural.
—¿Crees en la reencarnación, Oliver?
De inmediato solté sus manos, y de pronto inquieto, más de lo que me habían dejado sus anteriores palabras, retrocedí algunos pasos, aunque rápidamente volví sobre ellos hasta detenerme de frente a él.
—No bromees con eso. Y no, no creo.
—En algunas culturas...
—Es mejor que vuelvas al apartamento de tu tía, Hwang, que yo volveré a casa, ya es tarde y tenemos que ir a clases dentro de unas horas. Después hablamos sobre ese tema.
Seguía percibiendo esa sensación incómoda que llego con la pregunta del chico sobre vidas pasadas. Inesperadamente lo único que deseaba era volver a la casa, pero no quería oírme rudo, menos aun tener gestos bruscos, fruto de mi estado de ánimo.
Me cerciore de que me mirara y amplie la sonrisa, antes de dar varios pasos lejos de él, invitándole a iniciar el camino de vuelta.
Recuerdo que mis intrusivos pensamientos iban una y otra vez sobre la confesión de Hwang, mis propios extraños sueños, mi perdida de memoria y para completar la inusual mezcolanza, la peculiar presencia del vagabundo, que cualquier otra persona hubiese delegado al olvido, pero que yo no podía dejar atrás.
Me di cuenta de que cada vez que recordaba su presencia, más familiar la sentía.
Solo durante mis cinco horas de sueño profundo y tranquilo, que no se vio interrumpido por ninguna pesadilla, pude dejar de pensar en todo lo que habia sucedido desde que desperté en aquella habitación de hospital
Y lo primero que pensé cuando puse los pies en el piso fue en contarle a Hwang sobre mi accidente y perdida de memoria, aunque no sabia bien si me serviría de algo, solo deseaba sincerarme con él, así, quizás, Hwang dejaría de llamarse a si mismo, raro. O de plano seriamos raros los dos.
Mi semblante pensativo y algo huraño, cambio en cuanto vi a Hwang Lee. No sé porque esa mañana se grabo en mi memoria y cada vez que mi mente va sobre ella, siento la misma felicidad que sentí en aquel momento, rememorando ese instante que siempre se ha mantenido fresco.
Hwang Lee, apoyado sobre la pared al final del pasillo principal, lucia como si esperara por mi, mientras una minúscula y tímida sonrisa distendía sus labios. Me acerque sin vacilar, pero no me pasaron desapercibidas las miraditas que me echaron, al pasar frente a ellos, Henry y su grupito de amigos.
—Hey, ¿Cómo amaneciste? ¿No se te pegaron un poco las sabanas? Yo lo único que deseaba era quedarme en mi cama. —La sonrisa de Hwang se ensancho, pero noté que solo la mantuvo por unos segundos, antes de que su mirada pasara sobre mi. Supuse que Hwang miraba al grupo de majaderos liderado por Henry que en esos momentos reían tan fuerte y desagradable que parecían hienas.
Hwang puso cara de circunstancias antes de bajar un poco la cabeza, rehuyendo mirarlos y mirarme.
Yo, que me encontraba dándole la espalda me moví para poder echarle otra vistazo al grupo de inadaptados, pero en especial al cabecilla a quien busque mirar fijamente, mientras mantenía mi barbilla en alto.
—No pierdas el tiempo con ellos, Oliver. Recuerda que aun faltan semanas para que termine el semestre y lo menos que nos conviene son problemas.
Hwang dijo aquello en un tono muy bajo, en tanto tocaba sutilmente la manga larga de mi suéter. Vi como Henry llevaba su atención sobre sus amigos invitándolos a moverse, y como ellos lo siguieron alejándose. Deje salir un suspiro antes de volver a mirar en dirección de mi amigo.
—No buscaré problemas, Hwang, pero tampoco tengo que soportar sus intentos de acoso.
El primer timbre anunciando el comienzo del periodo lectivo se escucho fuerte por los pasillos atestados de la escuela, Hwang y yo nos despedimos pues no coincidíamos en las primeras clases.
Debo decir que estuve bastante distraído pensando en lo que quería compartir con Hwang, en mi mente buscaba el momento ideal, y decidí que este seria luego que terminaran las clases ese día.
—Hola Ming.
El chico se encontraba frente a mi en la corta fila frente al escritorio de la maestra para entregarle el trabajo en el que estábamos trabajando. Ya habia notado que Ming ni siquiera habia correspondido al gesto de saludo cuando nos vimos al entrar al salón más temprano, aun así quise ofrecerle un saludo directo, por si no me habia escuchado antes.
Ming me miró de reojo.
—Hola —dijo apenas audible. Azariel, el otro chico con quien habia pasado muchos almuerzos se acerco a Ming desde la derecha, él tampoco me saludo, solo me echo un vistazo.
—Te espero afuera, Ming.
Para ese momento ya me hacia una idea de lo que estaba sucediendo, y lamente darme cuenta de que aquellos muchachos que antes compartieron conmigo, se mostraban huraños, me ignoraban y hasta me negaban el saludo.
Me di cuenta de que muchas personas, sin importar lo jóvenes o lo modernas que se consideraran, aun tenían prejuicios e ideas preconcebidas que le impedían aceptar lo que consideraban diferente.
Y luego de varios segundos esa realización solo me causo una triste risa y pena ajena. Y la seguridad de que su indiferencia no me afectaría y mucho menos me alejaría de Hwang.
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