Capítulo 20
Evidente conexión
El día que fuimos a la isla Roosevelt terminamos comiendo en un restaurant vietamita en Brooklyn, sus dueños era una pareja de ancianos que conocían a Hwang, pues su padre tenia negocios con ellos.
—Uno de los hijos de Han y Bian, Phuong, es el esposo del maestro Byrne.
Hwang menciono ese dato en el momento en que llevaba a mi boca con cuidado un puñado de calientes fideos y por poco me quemo la lengua, me apresure a beber un poco de agua ante la risueña mirada de mi nuevo amigo.
—Shhh, te van a oír y dirán que estamos murmurando sobre su hijo.
—Solo es un dato interesante que quería compartir contigo, apuesto a que eso no lo sabias.
Y no, no lo sabia, como tampoco sabia que el chico a mi lado tenia su lado pícaro y divertido, una verdadera sorpresa viniendo de una persona que parecía todo menos ocurrente.
Segundos después pensé que Hwang quizás quería ver mi reacción, buena o mala, ante aquella información sobre Finley Byrne y su esposo Phuong.
Y por algún tiempo me entretuve pensando, mientras trataba de volver a colocar los fideos restantes alrededor de los palillos como Hwang me había indicado, si no habría metido la pata, o si mi reacción podría haber sido tomada por mi nuevo amigo como una de molestia al oír mencionar a la singular pareja.
Con un rápido vistazo de reojo pude ver a mi compañero muy relajado, disfrutando su comida.
—Todo está muy bueno, ¿verdad?
—Buenísimo.
Aunque eso de comer con palillos no era lo mio.
*************
Después de cenar, Hwang y yo regresamos a Greenwich village y contrario a lo que esperaba, aunque no le dije nada, el muchacho se despidió cuando estábamos frente al edificio donde vivíamos Edward y yo.
—Mi tía debe de estar por regresar a la casa, no le dije que saldría así que debo de llegar antes que ella lo haga, si no quiero escuchar un sermón.
Admito que fue desilusionante verlo partir a pesar de que llevábamos juntos casi todo el día, mi idea era invitarlo a ver una película, de esas clásicas que tanto le gustaban.
—¿Nos vemos mañana?
Su entusiasta invitación, mientras se alejaba casi trotando fue motivo para una enorme sonrisa de mi parte.
—¡Seguro! Hasta mañana, Hwang.
Recuerdo que estuve largos segundos observando a Hwang alejarse, antes de sentirme observado y por instinto giré un poco hacia la izquierda.
Cruzando la calle, de pie justo en medio de la acera, al parecer sin importarle obstaculizar el paso de los traseuntes, habia un hombre. Era alto y de complexión grande, vestía harapos oscuros y desde mi posición, no alcanzaba a verle el rostro pues lo llevaba cubierto, pero intuí que no me quitaba los ojos de encima.
De pronto, la seguridad de que lo habia visto antes, aunque no lograba recordar donde, se instalo en mi mente.
Un inesperado escalofrío me recorrió de pies a cabeza, experimentando miedo a la par que aversión, pues lo primero que se me cruzo por la mente fue la posibilidad de que aquel extraño formara parte esencial de aquel pasado que no recordaba.
Nunca supe con certeza por cuanto tiempo estuve mirando a ese hombre que tampoco se movió de su lugar.
—Oliver...
Escuche mi nombre de labios de mi tío antes de llevar la mirada de aquel extraño personaje al rostro de Edward, justo de frente y muy cerca.
—Oliver, te he llamado más de cinco veces y ni siquiera me escuchas...
La expresión en el rostro de tío Edward dejaba ver consternación con algo de enojo.
Repase a Edward de arriba abajo, antes de volver a mirarlo a los ojos que él mantuvo entrecerrados con sospecha.
—Hoy estas más distraído que de costumbre, hijo.
Me encogí de hombros e hice una mueca tratando de verme divertido.
—¡No exageres, tío! Solo no te oí...además ese hombre de allí me llamo poderosamente la atención, se ve tan raro...
No quise señalar con mi mano al vagabundo de la acera contraria, pero luciendo lo más casual posible, giré el cuerpo hacia la izquierda buscando que Edward mirara en esa dirección y lo viese.
Sin embargo, pronto me di cuenta de que el extraño personaje ya no estaba.
—¿De quién hablas?
—Del vagabundo...hace unos momentos estaba justo allí...
Esta vez señalé directamente y sin dudas hacia donde, hasta hacia unos segundos atrás, estaba el hombre que juraría no me sacaba la vista de encima, pero que habia desaparecido, ya no estaba allí, y no solo eso, tampoco lo vi por los alrededores. Algo agitado miraba hacia la derecha y hacia la izquierda, buscándolo, pues aquel alto hombre no había podido desvanecerse en el aire.
—Estaba allí, tío. Un hombre muy alto que no puede pasar desapercibido o desaparecer así como así...
No pude dejar de moverme frente a Edward haciendo gestos con mis brazos, yo mismo notaba mi sobre reacción, pero aun así no podía detenerme.
—Oliver, hijo, no pasa nada. Estamos en Nueva York, aquí hay demasiado movimiento y una persona, sin importar lo grande que sea puede perderse entre la gente en un abrir y cerrar de ojos.
El tono de voz de Edward dejaba ver algo de su preocupación ante mi inesperado desespero e insistencia. Yo mismo me sabia absurdamente agitado, comportamiento nada usual en mi.
Mi tío se cruzo frente a mi y coloco una de sus manos sobre mi antebrazo, inmovilizándome con suavidad, pero firmeza. Fue entonces que deje escapar un suspiro mezcla de resignación y cansancio, vencido.
—¿Por qué no subimos? Debes de estar muy cansado después de todo el día fuera de casa.
El tío Edward me guio de frente al edificio.
—¿Ya cenaste? Si no, puedo hacer algo de comer, aunque yo ya comí algo en ese restaurant Tailandes que abrieron nuevo a dos cuadras de aquí, la comida es deliciosa, un día de estos podemos invitar a tu amigo e ir...
Edward buscaba distraerme mientras hablaba, yo camine a su lado hasta que este se detuvo para abrir la primera puerta hacia el vestíbulo.
—Ya comi, fui con Lu...
Olvide lo que quería decir, o me confundí, no lo sé y con el olvido vino un fuerte mareo que me hubiese enviado al suelo de no ser porque Edward estaba a mi lado y actuo rápidamente, sosteniendome. Por instinto habia cerrado los párpados, buscando que remitiera la incómoda sensación, mientras sentia como si mi cabeza fuera un globo de helio, amenazando con desprenderse de mi cuello.
Sin embargo, lo más inquietante fue escuchar voces distantes, nadie me lo dijo, pero tenia la seguridad de que aquellos sonidos no provenían de nadie que estuviese cerca. No era la voz de Edward, no era yo, ni siquiera alguien próximo a nosotros. Era como si viniesen de muy lejos y las sentia como si llegaran a mi a traves de un tubo, una especie de conducto cerrado.
Aquel fenómeno, no pude darle otro nombre, desapareció igual de ligero como se hizo presente.
*******************
—Ya casi llegamos, déjame buscar la llave...
Edward evito que me desplomara y también logro ayudarme a entrar y dar unos pasos, siempre con él a mi lado, hasta llegar al ascensor. Pronto salimos al pasillo que conducía al apartamento, ya para ese momento yo estaba bastante recuperado de mi inesperado malestar.
Cuando entramos al apartamento me ayudo a llegar hasta mi cuarto donde no dude en dejarme caer sobre el colchón, me sentía mejor, pero débil.
—Quieres ir al médico, puedo llamar un taxi y...
El tío no se molesto en ocultar su preocupación por mi salud.
—No, nada de médicos. Ya me siento mejor. En serio, no hace falta.
Me acomodé de costado tirándome una de las sábanas encima, mientras le daba la espalda a mi pariente, deseaba quedarme solo para analizar lo que me sucedió antes.
Edward palmeo mi hombro.
—Voy a preparar un poco de café, dejaré la puerta abierta por si necesitas llamarme, recuerda que ya estoy un poco sordo...
Aquello último, lo de su supuesta sordera, era solo una excusa para poder dejar la puerta abierta y así estar más tranquilo.
Lo escuche alejarse, mientras poco a poco me encorvaba sobre el colchón. Se me estaba haciendo muy difícil dejar de ir una y otra vez, no solo sobre mi extraño avistamiento, sino mi posterior mareo y el recuerdo de las voces lejanas, cuyos murmullos no pude discernir.
Sin embargo, no solo me perturbaba lo anterior, sino la total seguridad de que cuando le dije a Edward que ya habia cenado, el nombre que tenia en la punta de la lengua no era Hwang, sino Luca.
Luca, a mi memoria no llegaba la imagen de nadie conocido. El único Luca del que yo habia oído hablar era aquel amigo de Oliver Fitzgerald, el mismo que tanto significo en la vida del hombre, y quien habia muerto muchos años atrás.
Por largos minutos no pude parar de darle vueltas en mi mente a todo lo anterior, con la seguridad, de que todo aquello tenia mucho que ver con mi perdida de memoria. Agobiado, me incorporé, sentándome con las piernas recogidas sobre el colchón y llevando mis manos sobre la cabeza.
Volvía a sentirme agitado, con deseos de salir corriendo, pero logré controlarme, en parte porque me concentre en los sonidos que venían desde la cocina donde Edward preparaba su café, mientras tarareaba una melodía.
De un impulso dejé la cama y busqué la vieja caja de zapatos que sabia se encontraba en el closet, con ella en las manos volví a la cama y no tarde sacar de ella la vieja fotografía de Luca Anderson.
Por que sentía que ese chico, que habia muerto hacia mas de diez anos, y al que nunca conocí comenzaba a ser tan importante para mi.
Con los colores subiéndome por el rostro recordé el sueño que habia tenido con él semanas atrás, y como olvidar lo que me paso en la biblioteca de la escuela cuando claramente vi la imagen traspuesta de su rostro sobre el rostro de Hwang Lee.
Todo eso eran cosas de loco y era precisamente eso lo que temía estuviese sucediendo conmigo, temía estar perdiendo la razón.
*******************
Desperté con la vieja fotografía de Luca Anderson cerca de la almohada. La noche anterior me habia acostado con ella en la mano, no podía dejar de mirarlo, detallando su borrosa imagen.
Luca habia sido un muchacho muy atractivo, de complexión delgada. Me imagine que tenia el cabello bastante oscuro, la piel muy blanca, y un rostro de facciones delicadas, pero eran sus grandes ojos, en la vieja imagen era imposible notar su verdadero color, el rasgo más llamativo de su cara.
«Luca tenia bonitos ojos grises. Eran grandes, delineados con espesas pestañas y parecían haber recogido en su interior el brillo de millones de estrellas»
Aquel pensamiento se instalo en mi mente, de la nada, porque estaba seguro de que nunca oí semejante descripción.
Permanecí varios minutos mirando el techo antes de incorporarme. Busque la fotografía y en vez de volver a meterla en la caja, la coloque en el marco con la fotografía del viejo Oliver Fiztgerald, pues allí me parecio que era su lugar.
—Seguro que este es tu lugar, Luca, al lado del amor de tu vida.
Aquello último no podía saberlo, pero de algún modo tenia la certeza de que así era.
**********************
Hwang me esperaba sentado en uno de los bancos del parque, verlo, levanto mi espíritu. El desgano que una ducha no pudo hacer desaparecer, lo logro su presencia. Mirándolo, aun me preguntaba que habia sido del Hwang antipático que conocí, a donde se habia ido dejando en su lugar a aquel «gemelo» de sonrisa fácil y carácter alegre.
Esa mañana le pedí que fuera mi modelo y él de inmediato acepto.
—Estuve pensando toda la noche en eso y tengo una idea que quería compartirte.
Hwang me propuso tomar una fotografías únicas y diferentes. Su idea era irnos de compras a las tiendas de segunda mano para conseguir ropa que hubiera estado de moda más de cuarenta años atrás, en los años setenta y ochenta.
Hwang Lee hablo de tomar las fotografías usando la vestimenta, recreando aquellas épocas, y a mi me parecio genial.
Recuerdo que ambos estábamos muy entusiasmados.
—Voy a estar con mi tía por lo menos diez días más, así que podremos organizar el viaje de compras en esta semana.
Yo parecía que solo podía asentir a todo lo que el muchacho propusiera, con una sonrisa de bobo en el rostro. Y aunque al principio estaba algo ausente, pues lo que habia sucedido la noche anterior todavía rondaba mis pensamientos, poco a poco logré echar mis preocupaciones a un lado, a un rincón de la mente.
Y pronto solo tuve ojos, mente y corazón para aquel chico de intrigante personalidad.
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