Capítulo 17
Encuentro inesperado
Las primeras nevadas cayeron antes del día de Acción de gracias. En la escuela todo era excitación entre los estudiantes ante la proximidad de las fiestas decembrinas que iniciaban la siguiente semana precisamente con el feriado antes mencionado.
El tío y yo planeábamos pasar las fiestas juntos disfrutando de una cena para dos, luego Edward hablo de ir a pasear por Manhattan, donde después del día de gracias solían comenzar las decoraciones de Navidad.
Sin embargo, recibimos una inesperada visita, que sorprendió a Edward y a mi me produjo demasiada tensión. Fue el día antes de Acción de Gracias, Edward estaba ocupado en la cocina preparando el relleno para el pie de manzana, cuando se escucho el timbre de la puerta principal anunciando visita.
—¡Yo me encargo!
Salí de la habitación donde me ocupaba de la ropa sucia que tenia que echar a lavar y sin pensarlo mucho fui a abrir. Detrás de la puerta se encontraba una pareja bastante atractiva y enseguida note su parecido con Oliver Fitzgerald, en especial la joven de cabellos rojizos y ojos verdes.
Mi mirada iba del hombre de cabellos oscuros y barba, a la mujer, y viceversa, mientras ellos no me quitaban los ojos de encima, de una manera tan fija que comencé a sentirme incómodo. Escuchar los pasos del tío significo un gran alivio para mi, y no dude en echarme a una lado para que él se hiciera cargo de la visita. Enseguida me quedo claro quienes eran.
—¡Aidan!...¡Isabelle! ¡Que sorpresa!
Ya antes escuché los nombres de los hijos de Oliver Fiztgerald, mis medios hermanos, incluso había visto fotos de ellos junto a sus respectivas familias en redes sociales, sin embargo, no los reconocí de inmediato.
Con la llegada de Edward los hermanos Fitzgerald embozaron sendas alegres sonrisas y de inmediato se fundieron los tres en un emocionado abrazo, en tanto no podían disimular sus exclamaciones de júbilo.
Pegado a una de las paredes yo sonreía, feliz al ser testigo de ese encuentro. Según tenia entendido, Edward no veía a sus parientes hacia años.
—¡Que alegría verlos! ¡Pasen, no se queden ahí!
Fue claro para mi que el tío no esperaba la llegada de los hijos de Oliver. Y mientras ellos lucían alegres, en cambio, yo comenzaba a sentir que la incomodidad daba paso a la incertidumbre, pues no sabia a que me enfrentaría, después de todo esas personas eran los hijos legítimos de Oliver Fiztgerald, un hombre que continuaba en paradero desconocido, y yo, el supuesto hijo que habia salido de la nada.
El trio se desplazo hacia la sala del apartamento, yo me quede atrás y cerré la puerta. Los hermanos cargaban poco equipaje, y sinceramente eso fue un alivio para mi, pues lo asocie a que no se quedarían mucho tiempo. Sentí que con su llegada perturbaban la convivencia entre Edward y yo.
—Ven acá muchacho, no te escondas, ven a conocer a tus hermanos.
«Medios hermanos»
Sentía el rostro hirviendo en tanto caminaba los escasos pasos que me separaban de la sala donde los hermanos habían tomado asiento en el sofá, mientras Edward permanecía de pie frente a ellos.
Me di cuenta de que Aidan apenas podía dejar de mirarme, mientras su hermana hacia todo lo contrario, apenas me miraba. Edward me agarro de uno de los antebrazos buscando halarme hasta casi tenerme pegado a su costado.
—Chicos, este muchacho es Oliver, su hermano.
Fueron los segundos más engorrosos que había vivido, aunque realmente no tenia con que compararlos, pues mi vida habia comenzado en el momento en que abrí los ojos en el hospital hacia pocos meses.
—Entonces es cierto, se llama Oliver, como papá.
Isabelle apenas pudo disimular su propia irritación.
—Eres el que más se parece a papá, físicamente.
Si antes Aidan, apenas podía disimular su escrutinio, esa vez deposito su mirada en mi fiajmente, mientras yo no sabia que decir.
—Hola.
—¿En realidad no recuerdas nada? ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Dónde vivías antes? ¿Quienes son tu familia? Papá jamás hablo de otro hijo...
La joven mujer parecía que no pararía de hablar, y de hacer preguntas a las cuales yo no tenía respuestas, en tanto hacia gestos cada vez más desesperados con sus manos.
—Todo esto es muy raro, y sospechoso. Este chico aparece de la nada y nuestro padre desaparece. Por Dios, tío, hace más de dos meses que no se sabe nada de él.
Lo que tanto temi, estaba sucediendo, e incluso iba más allá del encuentro incómodo que esperaba, pues estaba seguro de que aquella joven me veía como sospechoso en la desaparición de su padre, y realmente yo en su posición estaría pensando igual.
En tanto su hermana gesticulaba, mientras parecía no poder dejar de hablar, su hermano Aidan, manteniéndose sosegado, al menos por fuera, permaneció a su lado con la cabeza algo gacha, las manos cruzadas al frente y la vista sobre el suelo.
Edward no podía disimular su impotencia ante los reclamos de la tal Isabelle, y no dejaba de intercalar la mirada entre ella y yo.
—Pobre papá, sabrá Dios dónde está, en que condiciones se encuentra, y aquí estamos nosotros, a punto de celebrar y ¡en compañía de un perfecto extraño que no se sabe de donde salió!
En esos momentos recuerdo que lo único que deseaba era ir a esconderme en la habitación y por primera vez en muchas semanas sentí nuevamente el peso de no recuperar mis recuerdos.
Porqué, aunque en mi interior estaba seguro de que no le habia hecho daño a Oliver Fitzgerald, no tenia manera de demostrarlo.
—¡Ya es suficiente, Isabelle!
La voz que se alzo sobre la aguda de la joven mujer fue la de su hermano. De inmediato todos dirigimos las miradas sobre él, que se habia puesto de pie.
—No existe nada que sostenga las suposiciones de que este chico sea el responsable de la desaparición de papá. Todos queremos saber que sucedió, encontrarlo, saber como esta...
La joven mujer se llevo ambas manos sobre el rostro, ocultando sus facciones y expresión, en tanto se encorvaba un poco sobre si.
Aidan llevó una de sus manos sobre su espalda aplicando un poco de presión.
—Entiendo como te sientes hermana, porque yo siento lo mismo, frustración e impotencia ante la situación, pero no podemos llegar aquí acusando a este muchacho que ni siquiera recuerda donde está el resto de su familia.
Al decir aquello Aidan me echo una mirada acompañada de una sonrisa que transmitía comprensión y entendimiento, una sonrisa que me parecio tan familiar y que envio un escalofrío por toda mi columna vertebral.
Isabelle rompió en llanto, en tanto su hermano y Edward trataban de consolarla. Yo permanecía de pie sin decir una sola palabra y fueron las caricias de Tom, en mis tobillos, las que me despertaron de aquel letargo.
Aprovechando el momento de distracción me escabullí hacia el cuarto, aunque una vez adentro sentí la necesidad de salir, después de todo ese cuarto tampoco me pertenecía, realmente yo era un extraño en mi propio cuerpo, un extraño sin pasado, con un presente incierto y un futuro en las sombras, nada claro.
Los hermanos Fitzgerald estuvieron con nosotros hasta el domingo, ósea casi cinco días. Sin embargo, después de aquel estallido emocional y acusatorio de parte de Isabelle, nuestra convivencia mejoro, aunque yo sabia que hasta que no se resolviera el misterio, ya sea con el regreso de Oliver o de mis recuerdos, asumiendo que con ellos pudiera esclarecer que sucedió, por lo menos ella no podría verme con otros ojos que no fueran de sospecha.
No obstante, la mujer me ofreció una disculpa que yo acepte, y pudimos compartir el resto del fin de semana en armonía.
—Esto no se lo he dicho a nadie, tío, pero no me extrañaría que papá se fuera a propósito...la última vez que hable con él lo oí bastante desanimado. Quizás, cansado de la rutina, y de la soledad en la que vivía decidió largarse lejos, donde nadie lo conozca...
Aquello se lo escuché decir a Aidan por casualidad, el mayor de los Fitzgerald hablaba con Edward. Por unos minutos los escuché discutir sobre aquella posibilidad, a la que Edward parecía darle algo de credibilidad.
—En cuanto a Oliver...nuestro hermano, pues realmente no sé que pensar. Papá jamás comentó que tuviese un hijo fuera de matrimonio, ni siquiera la sospecha, aunque no seria raro que algo así sucediera y él quizás no se entero hasta que este chico apareció buscándolo...lo que no acabo de entender es que le sucedió a Oliver, ¿por qué lo encontraron inconsciente sobre la acera?, en medio de una tormenta y como si no fuera suficiente, sin memoria...
Recuerdo que esa noche y unas cuantas más me iba a la cama a pensar, dándole vueltas y más vueltas a lo que habia dicho Aidan, y volví a preguntarme si en algún lugar existía alguien preocupado por mi paradero. O si realmente estaba solo.
******
Estuve varios días ensimismado, apenas prestaba atención en las clases, además de que me sentía bastante cansado, pues por aquel tiempo, después de la visita de Aidan y e Isabelle, tuve noches en que apenas dormía suficiente, ya que despertaba en la madrugada después de alguna pesadilla que como meses atrás no recordaba.
En la escuela comencé a aislarme, ya no me provocaba sentarme con Ming y Azariel, y debo decir que extrañaba a Ji – Woo quien no había regresado a clases, después del receso por Acción de Gracias.
Solía pasar los almuerzos sentado solo, no tenia humor para oír las conversaciones de aquellos emocionados pubertos porque dentro de poco habría el receso navideño. Muchos hablaban de las vacaciones familiares a otros estados, o los regalos que esperaban de sus familias.
Por aquellos días, cansado de vivir en la ignorancia, comencé a plantearme la idea de buscar ayuda más allá de la médica, para recuperar mis recuerdos, sin embargo, todo se quedaba en algunos pensamientos que iban y venían, y a los que no le daba forma, porque muy en el fondo tenia miedo de enfrentarme a la realidad.
Y sobre todo lo anterior, se encontraba Hwang Lee, que a pesar de, alegadamente, pasar de mi, en varias ocasiones le sorprendí mirándome.
La época festiva y de fin de año comenzó y terminó en un abrir y cerrar de ojos. Edward y yo nos dedicamos a cocinar variados platos festivos y a disfrutarlos. También decoramos y encendimos el árbol que compramos junto con sus respectivos adornos, pues Oliver no tenia nada de eso en la casa. Intercambiamos regalos la mañana de Navidad, y luego pasamos la tarde viendo películas por cable.
Para fin de año fuimos a patinar sobre hielo, ninguno de nosotros dominábamos la técnica y nos caímos varias veces, en la pista del Rockefeller Center, paseamos por Central Park y terminamos comiendo en un lindo restaurant celebrando con desconocidos la llegada del nuevo año.
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El año comenzó con temperaturas muy bajas, precipitaciones de nieve y vientos helados que amenazaban con hacerte caer si no tenias cuidado. Recuerdo que eran noches largas, y días brumosos, fríos y nublados donde oscurecía antes de las cinco de la tarde.
Los tres primeros meses transucurrieron sin cambios, solo éramos Edward y yo viviendo en aquel apartamento que pertenecía a Oliver Fiztgerald, un hombre que llevaba casi seis meses desaparecido, y no fueron pocas las ocasiones en que me pregunte si la policía aun lo buscaba, incluso sus hijos, aquellos que tan preocupados se mostraban, parecían haber continuado con sus vidas, tirando al olvido a Fitzgerald.
La primavera dio sus primeros pasos tornando los días más largos, templados y cálidos, y las noches de cielos límpidos donde si tenias suerte podias ver una que otra estrella. Con la llegada del mes de marzo me sentí animado, volví a agarrar la cámara y comencé a dar largos paseos por la ciudad en mis días libres inmortalizando con el lente algunos paisajes newyorquinos.
Fue en una de esas salidas que supe sobre unas clases de fotografía profesional no muy lejos de donde vivía, se lo mencioné a Edward quien como siempre me dio ánimos y se comprometió a ayudarme a pagarlas. También leí sobre un concurso para novatos de la fotografía que promocionaba la misma escuela, ilusionándome a participar, y para eso me propuse armar el requerido portafolio.
A partir de allí no solo salía los fines de semana a explorar en busca de las mejores tomas, sino que incluso en las tardes, después de la escuela, le dedicaba tiempo. Recuerdo que el tío me sirvió de modelo, así como hizo para su primo años atrás, e incluso Tom, al que fotografié dormido sobre la cama, comiendo, o simplemente cuando se sentaba frente a una de las ventanas de la sala a mirar hacia la calle.
Gracias a ese nuevo norte pude echar a un lado mi preocupación constante sobre mi pasado, y la incertidumbre que generaba en mi no saber que habia sucedido la noche que me encontraron inconsciente.
Y fue en una de esas incursiones al parque que visitaba con frecuencia, buscando la mejor toma de alguna pequeña flor amarilla, de un colorido pájaro o ardilla, que la persona que menos esperaba se acerco a mi, provocando que mi viejo corazón iniciara una alocada carrera cuando mi mirada se cruzo con la suya, y sobre todo, con su rara sonrisa.
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