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Capítulo 11


Deja vu


Alguien tiro de mi, lanzándome al vacio. Por unos instantes sentí verdadero terror de frente a la agresión desconocida, y mi corazón amenazo con salir por mi garganta en una carrera contra el reloj. Sin embargo, de inmediato mi agitación dio paso a una inexplicable calma, mientras caía, aún cuando tuve la sensación de que no dejaba de caer a un abismo sin fin.

Tome aire por la boca en una sonora exhalación en tanto abría los ojos, manteniendo la vista fija en el plano techo del cuarto de hospital. La sensación de estar solo desapareció cuando escuche un carraspeo proveniente de mi lado derecho, algo sorprendido dirigí mi atención sobre un hombre, que desde su posición sobre la única butaca en el cuarto, con una de sus piernas sobre la otra y la azulada mirada sobre mi, parecía querer leer mis pensamientos.

—Hola Oliver.

Escucharlo llamarme por el nombre que sentía tan mio provoco una pequeña sonrisa en mi.

—Así te llamas. ¿No?

Su duda echo por tierra todas mis expectativas.

—La enfermera me dijo que le comentaste en la mañana que recordabas ese nombre, el cual tiene mucho sentido para mi, pues asumo que eres el hijo menor de mi primo Oliver Fitzgerald. El parecido entre ustedes es casi irreal...déjame decirte que eres igualito a tu padre cuando tenia tu edad.

Había olvidado por completo mi intercambio con la enfermera que paso a verme muy temprano.

—¡Oye muchacho no te estreses!, todos los médicos con los que he hablado me dicen que tarde o temprano lograras recordar no solo que paso la noche que te encontraron, sino tu vida, el nombre de tus familiares...y cuando Oliver aparezca...

—¿Dónde esta su primo?

El que supuestamente es mi padre.

—No lo sé muchacho, la misma noche en que te encontraron, Oliver desapareció.

Un escalofrío recorrió mi espalda y por unos momentos sentí náuseas.

—Que eso tampoco te cause estrés , yo sé que Oliver se encuentra bien en algún lugar, quizás decidió tomarse unas vacaciones...aunque podría decir que todas sus cosas están en el apartamento. Seguramente no sabía que tu llegarías a visitarlo...carajo, jamás pensé que ese bribón tuviese otro hijo...

Las habladurías de aquel sujeto comenzaron a agobiarme y en un momento dado deje de escucharlo, mientras echaba la cabeza hacia atrás volviendo a fijar la vista en el techo.

—Oliver, muchacho...

El hombre que se identificaba como primo de mi alegado padre se movió hasta quedar de pie a mi lado y con una de sus manos tocó mi antebrazo.

—Ni siquiera sé si ese es mi verdadero nombre...

—Pues yo creo que si, me lo dice mi corazón.

El hombre embozo una amigable sonrisa y en ningún momento alejo su mirada de la mia.

—Recordar tu nombre es una buena señal, mientras tanto creo que lo que prosigue es que abandones este hospital y continues viviendo la vida.

—Me siento desarraigado, sin familia, y sin recuerdos.

—¿Cómo que sin familia? Yo soy tu tío...¡y para comenzar ya puedes llamarme tío Edward!

El hombre daba muestras de ser una persona con la que era fácil llevarse, una persona buena gente, de carácter fácil y amable. Ante aquello sentí algo parecido a la esperanza, quizás no todo estaba perdido, quizás solo tenia que sobrevivir a la desesperanza que toda la situación provocaba en mi. Darle tiempo al tiempo...

**********

Edward estuvo todo el día haciéndome compañía. Después de almorzar, a petición mia, contrario a horas antes, me mentalice para escuchar todo lo que mi tío quisiera decir. Edward era un hombre bastante hablador que compartía sus pensamientos y opiniones con quien quisiera escucharlo.

—Regresé de mis vacaciones dos días después del incidente, cuando el portero, que me conoce, abrió la puerta del apartamento de Oliver, él y yo entramos con miedo ante lo que nos podíamos encontrar, pues me había cansado de tocar a la puerta, llamar al teléfono fijo y a su celular, y Oliver no contestaba, así que el hombre y yo pensamos lo peor, pero gracias a Dios no fue así...

Edward relato que había quedado con su primo en que después de sus vacaciones en Massachusetts iría a pasar unas semanas como su inquilino, pues se encontraba en trámites de divorcio y necesitaba donde vivir, mientras encontraba un lugar propio.

Dijo, que se instalo en el apartamento de Oliver, a quien nadie había visto recientemente, a la espera de su regreso.

—Según pude ver, Oliver no se llevo nada de ropa, o artículos personales. Tampoco cargo con su celular y cartera, ese detalle fue el que me llevo a comenzar a preocuparme y al otro día, fui a denuciar su desaparición. Y cual fue mi sorpresa al enterarme de que había un chico joven hospitalizado en cuyas pertenencias se encontró un recibo con el nombre y la dirección de mi primo.

Así fue como Edward dio conmigo.

—Desde que te vi esa primera vez no tuve dudas de tu parentesco con Oliver. Eres idéntico a él cuando era un adolescente, quizás un poco menos lleno, pero aparte de eso...

La policía tenia abierto el caso de la desaparición de Oliver Fitzgerald y en cualquier momento llegarían por el hospital a entrevistarme con la esperanza de que pudiera dar luz al misterio.

Yo lamentaba no poder servirle de mucha ayuda, pues definitivamente formaba parte del asunto.

Mi alta estaba pautada para darse dentro de dos días, aunque debía de continuar visitando al neurólogo que llevaba mi caso y no dejar de tomar los medicamentos recetados. Recuerdo que el mismo día en que saldría del hospital fueron a visitarme los detectives que llevaban el caso de Fitzgerald.

Edward se encontraba presente ya que por ley ningún menor de edad podía ser entrevistado por la policía, sin el consentimiento del tutor o familiar.

Los detectives Smith y Palmer pertenecían a la unidad de desaparecidos del distrito ventisiete de la ciudad de Nueva York. Eran dos hombres maduros, probablemente de la edad de Edward, pero hasta allí llegaba la similitud entre ellos.

Smith era enjuto y apenas pronunciaba palabra, mientras que su compañero mostraba actitud afable y era quien hacia las preguntas, algunas de ellas en apariencia inofensivas, otras no tanto.

Smith y Palmer jugaban a ser el policía bueno y el policía malo, sin embargo, a través de mi no consiguieron hacer ningún avance en el caso, lo que fue una evidente desilusión para ellos.

Después de media hora de preguntas e indagaciones, los policías se despidieron con más interrogantes que respuestas.

—Nuestro equipo hizo averiguaciones sobre personas perdidas, en especial jovencitos, en otros estados, pero no hubo suerte, ninguno hizo match contigo. Solo queda esperar a que recuperes tus recuerdos, Oliver, o algún familiar o conocido se presente. En cuanto al señor Fitzgerald, por ahora no hay avances en la investigacion, y continuaremos indagando.

Palmer comentó que no habían tenido suerte entrevistando a los vecinos o con los videos de vigilancia, pues las cámaras del edificio donde vivía Oliver, justo ese día se encontraban apagadas.

Ante el detalle de que Oliver Fitzgerald y yo compartíamos nombre, los agentes de la ley, muy intrigados sugirieron lo siguiente;

—Nos gustaría ordenar una prueba de ADN entre ustedes, así podríamos confirmar el parentesco.

Luego de ponerse de acuerdo con Edward sobre el día, el lunes de la próxima semana, en que iríamos por la oficina de distrito, los policías se marcharon. Mas tarde Edward y yo abandonamos el hospital, yo aun me encontraba algo débil, entonces el ordeno un taxi que nos llevara al apartamento en Greenwich Village que de ese momento en mas, seria mi hogar.

—Mañana debemos salir a hacer algunas compras, según lo que vi no hay nada tuyo entre las cosas de Oliver, mientras tanto tendrás que vestirte con algo que te quede...

Aquello era lo menos que me preocupaba, mientras el vehículo que nos llevaba se movía por las congestionadas calles y avenidas de la ciudad en plena hora pico, yo me preguntaba si en algún lugar existía alguna desesperada mujer, volviéndose loca porque su hijo adolescente no aparecía.

************

Los siguientes días fueron muy raros para mi, pues desde que llegue al apartamento que ocuparía junto a Edward tuve la sensación de que vivía en un Deja vu constante, aunque de igual manera se mezclaba con la sensación de que todo era nuevo para mi.

Sin embargo, Edward no podia ser más amable y considerado, pendiente de todas mis necesidades y gustos. Sus atenciones y la presencia de Tom, un hermoso gato Calicó que en cuanto me vio entrar por la puerta salto sobre mi, lograron que poco a poco las incómodas sensaciones desaparecieran.

—Yo jamás fui padre así que me perdonaras si soy algo torpe en mi trato contigo, pues no estoy acostumbrado a tratar con muchachería.

No lo dije, pero lo menos que me sentía era un muchacho.

El día siguiente a mi salida del hospital fuimos de compras, como había sugerido Edward. El hombre se hizo cargo de comprarme varios jeans y camisetas, además de ropa interior, medias y dos pares de zapatos tenis, esa fue la primera vez que mencionó la inminente llegada de septiembre y el comienzo del nuevo curso escolar. Yo opte por no darle mucha mente, pensando que quizás para ese momento mi memoria hubiese regresado y mis circunstancias serian otras.

La cita en la estación de policía llego y salimos de allí sin nuevas pistas sobre el paradero de Oliver Fitzgerald, los detectives no lo mencionaron directamente, pero según lo que pude entender era que, mientras no encontraran el cuerpo del hombre, las esperanzas de hallarlo con vida, aunque fuera desorientado y herido, se mantenían.

Lo que si llevaba Edward en una de sus manos era la orden médica para nuestro examen de ADN en un laboratorio cercano.

—Palmer me comentó que según los datos oficiales el único ciudadano vivo en Estados Unidos llamado Oliver Fitzgerald tiene cincuenta y cinco años, ósea mi querido primo...eso lo lleva a pensar que si tu nombre es Oliver probablemente tengas otro apellido, quizás el apellido de tu madre. Añadió que ampliarán la búsqueda incluyendo a todos los ciudadanos adultos, y menores, de nombre Oliver, y puede que de esa manera darán contigo.

«Y si mi nombre no es Oliver...»—aquel pensamiento que no compartí con Edward permaneció en mi mente el resto del día.

Las pesadillas eran constantes, pero también parecían difuminarse rápidamente, pues apenas recordaba imágenes inconexas y una vez me incorporaba sobre el amplio colchón, en la cama que hasta hacia poco utilizaba el legitimo dueño del lugar, desaparecían. Siendo así las cosas no era mucho el tiempo y esfuerzo que dedicaba al intento de recordarlas.

Junio dio paso a julio, con una ola de calor sofocante que me obligaron a permanecer bajo techo y con el aire acondicionado central funcionando todo el día. Edward habia vuelto a su rutina laboral en una firma de arquitectos y yo pasaba casi todo el dia viendo televisión, programas sobre expediciones a lejanos países y los telediarios estaban entre mis favoritos, con Tom a mi lado.

Eso si, hice el compromiso de ocuparme en cocinar la cena, de ese modo sentía que le reciprocaba a Edward algo de lo que hacia por mi. Con el paso de los días se instalo en mi la sensación de estar en mi verdadera casa, y me pregunté que pasaría conmigo cuando Oliver Fitzgerald regresara.

Después de estar conviviendo por casi un mes y quizás cuando él lo creyó adecuado, el tío Edward, él insistió mucho en que comezara a llamarlo así, dedico algo de tiempo en hablarme sobre Oliver, el hombre que probablemente fuera mi padre. A veces pensaba que si era así, quizás enterarse de mi existencia fue lo que le provoco pánico, un pánico tan intenso que logro fundirle la mente y hacerlo salir corriendo lejos de mi.

La posibilidad de que ese hombre y yo hubiésemos tenido una pelea comenzó a parecer muy real, pero el miedo evitó que se lo mencionara a Edward.

Esa fue la primera vez que vi una foto del susodicho, un hombre grande e imponente que no sonreía a la cámara. Su cabello ondulado y pelirrojo lucia muy parecido al que veía todas las mañanas al despertar, incluso sus ojos eran muy parecidos, por no decir igual, a los mios.

—Sin embargo, la fotografía que quiero enseñarte la debo tener por aquí...en ella salimos Oliver y yo cuando teníamos más o menos tu edad.

Edward soltó un grito de alegría cuando dio con la fotografía que tanto buscaba entre sus cosas, aún en cajas de cartón.

—Dime si no es como si te estuvieras viendo en un espejo.

La emoción del tío Edward no podia ocultarse en tanto ponía bajo mis narices la mentada fotografía.

Con dedos trémulos, no supe porque no me atrevía a mirar la imagen, tome la fotografía por uno de los bordes, como el que toma un pedazo de carbón incandescente. Y mientras Edward se arrimaba a mi alentándome con gestos a observar su hallazgo, yo lentamente bajaba la vista para mirar lo que él con tanto empeñó me queria mostrar.

La vieja y algo deslucida imagen mostraba a dos muchachos, uno de ellos era Edward, mucho más joven y delgado, y sin entradas en su cabello rubio cenizo. A su lado, un jovencito alto, y grande, de piel muy blanca y abundantes cabellos pelirojos. En tanto el joven Edward mostraba su mejor sonrisa a la cámara, el chico pelirrojo embozaba una tenue sonrisa sin mostrar su dentadura.

—Ese chico era mi primo Oliver, ¿puedes notar el gran parecido entre ustedes dos?

Seguro que podia, incluso, cualquiera que no conociera la historia podría decir que el chico de la fotografía era yo mismo, vestido con ropa de varias décadas atrás. Así de impresionante era el parecido.

Recuerdo que apenas pude devolver la fotografía a su dueño antes de sentir que el mundo me daba vueltas, al tiempo que una imagen, una especie de flash donde me vi cargando una vieja cámara, mientras hacia lentos movimientos, ocupo por varios segundos mi mente.

Esa noche me disculpe con Edward, quien lucio algo desilucionado ante mi alegado desinterés, y me apresure hacia la habitación que ocupaba, no me sentía bien física y mentalmente.


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