CAPÍTULO I
Era abril, días tranquilos y con mucha monotonía rutinaria; este mes tenía esperanza de ser diferente a los anteriores, quizás menos hundido en la miserable tristeza, amanecía un poco más temprano y anochecía más tarde —al menos en el primer par de días que habían transcurrido—. Esta mañana iba como las anteriores, pájaros cantando, o quizás autos pitando en las avenidas. Mientras tanto, Roderick iba de camino a su lugar de trabajo, el cual no quedaba muy lejos de su casa.
Unas calles antes de llegar al edificio donde Roderick trabaja hay un café por el que debía cruzar todos los días, este lugar y sus cercanías son muy apreciadas por Roderick, más que por lo que venden allí es por el aroma a café fresco en las mañanas antes del trabajo. Allí tomaba sus primeros sorbos de energía que lo animaban día tras día en su labor como columnista de un periódico local en donde se encargaba a dar datos interesantes y de una sección dedicada a historia universal junto con análisis personal del escritor, como una sección de debate para gente excéntrica. Curiosamente era lo que Roderick disfrutaba hacer.
— ¡Gracias! — Dijo apurado después de mira el reloj en su muñeca, faltan 5 minutos para las 9:00, ya debería estar subiendo las escaleras de su edifico. Aún faltan dos calles para llegar a la entrada.
Algunos minutos después, Roderick pasa corriendo junto a un viejo edificio ubicado en una esquina bastante concurrida, actualmente alberga un banco, por lo que es posible encontrar decenas de personas allí fuera esperando en la acera para poder ingresar y realizar sus trámites. Justo en el momento en que Rod gira la esquina para cruzar la calle y entrar en su edificio se escucha fuertemente el sonar de las sirenas de unas patrullas de policía que pasaban velozmente por allí. La fuerza con la que pasaron tantas unidades policiales hizo vibrar el suelo, casi como si provocaran un leve movimiento sísmico.
Mientras Roderick esquivaba a las personas allí atravesadas también escuchaba el sonido de las sirenas y sentía el fuerte efecto que provocaron en el suelo. Instantáneamente las personas alrededor empezaban un fuerte estertor de pánico mientras trataban de correr huyendo de los fragmentos de piedra desprendidos del antiguo edificio del banco.
El fuerte retumbar provocado por las personas que corrían despavoridas en la calle y de los vehículos que por allí circulaban, produjo que las paredes exteriores que estaban frágilmente sujetadas al edificio se desprendieran. Muchos de estos escombros cayeron en pedazos de tamaño considerable para herir a muchas personas que se encontraban aglutinadas allí en la calle, entre ellos Roderick, quien de repente siente un fuerte y doloroso golpe en su cabeza.
Cayendo al suelo y quedando cubierto de polvo y escombros, Roderick logra escuchar las voces y gritos de las personas a su alrededor
—¡CORRAN! —Exclamaban varias voces dentro del mar de gente allí aglomerado.
Personas presas de la incertidumbre y el pánico de aquella escena, atónitos, cobardes y valientes salen directo al cumulo de polvo y piedras que acababa de caer en búsqueda de las personas que se habían quedado bajo esa impredecible lluvia de escombros. Se encontraba aquí y allá personas con todo tipo de lesiones. Roderick con la cabeza rota, y un gran trozo de roca en una pierna alcanzaba percibir un pequeño haz de luz que iba desvaneciéndose lentamente mientras perdía la consciencia en ese instante.
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