Capítulo 1 - Promesas rotas
Las nubes se notaban tenues mientras vagaban por la noche oscura. La luna andaba escondida entre parábolas para no tener razón de brillar arriba de la silenciosa ciudad que yacía a oscuras por su culpa.
Una mujer caminaba por la calle con aires tenebroso, caminaba sin temor alguno, al parecer lo único que le quedaba en su ser lo había perdido por la manera de su andar. Un rayo alumbró la noche y la mujer se fijó en una catedral a unas cuadras desde donde estaba. Mirando ambos lados con ojos inseguros se apresuró a cruzar la calle para llegar al edificio.
La fémina llegó hasta las grandes puertas de roble de la iglesia y suspiró antes de abrir con cuidado la gran puerta y escabullirse entre ellas.
Hacían siglos desde la última vez que la mujer había entrado a un templo y para implorar clemencia por sus faltas. La oscuridad ya era parte de ella pero las estatuas que la rodeaban la hacían sentir más incómoda de lo que se suponía, en especial la estatua de la Virgen María.
Sus ojos verdes continuaron pegados al dulce rostro de la Virgen, llenos de misericordia, paz y perdón. Perdón...lo que menos merecía la vampira por su alocada y descarada vida.
Con un pie al frente del otro decidió acercarse al altar, pero en el proceso escuchó unos pasos aparte de los suyos y se escondió.
Un sacerdote se acercó al altar con incienso mientras susurraba oraciones en latín.
- Pater Noster, qui es in caelis, sanctificétur nomen Tuum, adveniat Regnum Tuum, fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
La vampira se mantuvo detrás de una estatua mientras escuchaba al sacerdote murmurar palabras que conocía muy bien, y que por desgracia la hacían recordar sus mayores temores.
- ¡Puedo darte cualquier cosa!
Emilia suplicó, ante la mirada penetrante de una mujer con ojos marrón oscuro.
- ¡Eres un demonio! No hay nada valioso que me puedas ofrecer, tu alma la perdiste hace siglos...
La vampira la fulminó con la mirada antes de dar un paso adelante y poner su frente en alto. Nadie le decía no a Emilia Rozenn y seguía vivo. Dio unos pasos más hasta que saco a la bruja de su círculo de protección hasta que esta retrocediera y chocara con la pared.
- No son solo mis caprichos, Latoya. Otra bruja anda buscando este maldito collar para practicar magia negra. ¡Si lo encuentra estaremos fritas!
La mujer morena brincó tan pronto la vampira le grito las últimas palabras antes de que esta agarrara su cuello para acercarla a su rostro, la bruja solo asintió nerviosa.
- No puedo traerla de vuelta, pero quizás pueda establecer una conexión de comunicación con el otro lado. - La bruja masculló con el poco aire que le quedaba.
Emilia sonrió satisfecha, le soltó el cuello e hizo espacio para dejar a la bruja regresar a su lugar de trabajo.
- Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie, et dimitte nobis débita nostra...
Otro rayo alumbró el templo y el sacerdote quedó congelado al notar a la mujer parada al lado de la estatua de San Pedro. El padre hizo la señal de la cruz aterrado por la fachada de la mujer. Emilia se encontraba descalza, su ropa sucia y empapada, su cabello se notaba oscuro, muy largo para una mujer normal y sin cuidado, pegándose al cuerpo de ella dándole aires escalofriantes. Parecía sacada de una película de terror.
- ¿Est..Estas bien, mujer? - Tartamudeó el padre nervioso.
La vampira rió entre dientes antes de subir su rostro lentamente y mostrarle al padre una sonrisa de oreja a oreja, dejando ver sus afilados colmillos.
- Oh padre, perdóname porque he pecado.
El padre se volteó rápidamente tratando de escapar pero la vampira apareció al frente de él, haciéndolo gritar y llevarse una mano al pecho.
- ¿Un ataque cardíaco? Patético...- Murmuró ella antes de clavar sus colmillos en el cuello del sacerdote antes de que este cayera al piso.
Par de ventanas explotaron haciendo que miles de pedazos de cristal llovieran alrededor del templo, pero la mujer no se soltaba del hombre, estaba demasiado hambrienta como para detenerse.
Lluvia y viento comenzaron a entrar por las ventanas haciendo que los cristales volaran a diferentes partes del espacioso lugar. Un rose en su brazo hizo que la vampira retirara sus colmillos del cuello del hombre y observara su alrededor. Otro rayo alumbró el templo pero la luz se enfocó en la estatua de la virgen, Emilia entrecerró sus ojos para ajustar su vista y cuando notó la cara de la virgen, tiró el cuerpo a un lado y se arrastró hacia atrás.
Lagrimas escarlatas estaban bajando por los ojos de la estatua que ahora se encontraba en dirección a ella. La vampira comenzó a respirar con dificultad y se puso de pie.
Emilia...
La vampira se volteó asustada al reconocer la voz que había susurrado su nombre.
Más rayos y truenos se hicieron escuchar y esta vez el lugar se alumbró por completo dejando ante sus ojos una figura familiar de una persona que aún no dejaba ir. El suceso la hizo recobrar energías de donde no las tenías para salir de aquel espantoso lugar. Huyendo como una cobarde, como solo ella lo sabía hacer.
Nota de la autora:
¡Sorpresa! Primer capítulo de la segunda parte de "Las dos caras de Emilia". Se siente estupendo, me siento muy emocionada de haber llegado hasta aquí. Así que les doy las gracias a ustedes, porque sin ustedes no estaríamos aquí.
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