Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

transformación


El primer aliento que tomé fue una bocanada de aire caliente, cargado del olor de cenizas y madera quemada. Abrí los ojos de golpe, pero lo que vi no era lo que esperaba. Ya no estaba en la penumbra del sueño, ni rodeado por las llamas que habían consumido mi cuerpo. No sentía dolor, pero mi cuerpo no se sentía igual. Había algo diferente, algo monstruoso.

Cuando me incorporé, los gritos ahogados y los jadeos de los aldeanos me llegaron como una tormenta distante. Estaban ahí, a mi alrededor, con rostros deformados por el miedo. Un miedo que no entendía hasta que bajé la vista hacia mis propias manos. Ya no eran mías. Eran negras como la noche, cubiertas de un pelaje que brillaba tenuemente bajo la luz de la hoguera. Mis dedos terminaban en garras, afiladas como dagas. Sentí cómo mi pecho se apretaba mientras llevé una mano temblorosa a mi rostro. Al tacto, encontré una estructura que no reconocía: orejas puntiagudas, un hocico que nunca había tenido.

—¿Qué... qué soy?— murmuré, pero mi voz no era mía. Era grave, gutural, casi inhumana.

Los aldeanos comenzaron a retroceder, tambaleándose, tropezando entre ellos mientras me miraban con terror absoluto. Algunos dejaron caer sus armas improvisadas; otros simplemente salieron corriendo sin mirar atrás. Sentí una mezcla de confusión y angustia. No quería hacerles daño, pero sus miradas eran como cuchillos que me atravesaban, recordándome que ya no era uno de ellos.

—¡Es un demonio! —gritó alguien, y esas palabras parecieron encender el caos.

Retrocedí un paso tambaleándome, pero mis piernas eran extrañas, fuertes y pesadas. El suelo bajo mis pies se agrietó cuando di un paso más. Mi corazón latió con fuerza, el sonido retumbando en mis oídos mientras intentaba procesar lo que estaba ocurriendo. Entonces, sentí una fuerza dentro de mí, algo oscuro, algo que no era yo.

—Tranquilo, Sergio...— la voz de Sombra resonó en mi mente, seductora y calmada. —Ellos te temen porque finalmente ven lo que siempre has sido. Su verdugo.

—¡Cállate!— grité, llevándome las manos a la cabeza, pero el sonido que salió de mi garganta fue un rugido, profundo y amenazante.

La multitud se dispersó como hojas al viento. Algunos lloraban, otros rezaban en voz alta, y unos pocos intentaron atacarme con lanzas y antorchas. Pero antes de que pudieran siquiera acercarse, una fuerza desconocida se desató de mí. Un estallido de energía oscura los lanzó por los aires, apagando la hoguera y sumiendo el lugar en una oscuridad casi total. Todo se detuvo por un momento, y entonces los únicos sonidos que quedaron fueron los de sus pasos desesperados alejándose.

—Esto... esto no puede estar pasando...— susurré, intentando contener el pánico que creía que me consumiría.

Sin previo aviso, mi visión se nubló. Sentí una sensación extraña, como si el mundo girara a mi alrededor y se disolviera en sombras. Cuando volvió la claridad, ya no estaba en el pueblo. Estaba en un bosque, rodeado de árboles altos cuyas copas se extendían como garras hacia el cielo nocturno.

—Bien hecho— dijo Sombra, su voz resonando con una satisfacción palpable. —Te he traído aquí. Este es nuestro nuevo hogar, por ahora.

—¿Por qué hiciste eso? ¡Quiero respuestas!— rugí, sintiendo cómo la energía dentro de mí se agitaba peligrosamente.

—Respuestas que ya conoces— replicó Sombra con calma. —Ellos te destruyeron, Sergio. Te negaron. Ahora tú eres el cazador, no la presa. Es hora de que abraces lo que eres.

Mi cuerpo se movió solo, mis garras rasgando un árbol cercano que cayó con un crujido ensordecedor. Sentía una furia que no era completamente mía, una rabia alimentada por algo más profundo y oscuro. Intenté detenerme, pero no podía. Mis movimientos eran torpes pero destructivos; ramas y troncos caían mientras avanzaba, dejando un rastro de caos tras de mí.

—¡Detente! ¡No quiero esto!— grité, pero la fuerza dentro de mí no me escuchaba. Sombra, en cambio, solo se reía.

—No puedes escapar de lo que eres, Sergio. Ahora eres Negrus. Eres mi elegido.

Finalmente, caí de rodillas en el suelo del bosque, jadeando y temblando mientras las voces en mi cabeza se desvanecían poco a poco. La destrucción que había causado estaba a mi alrededor, y no podía ignorar el peso de lo que había hecho. Mi cuerpo, aunque poderoso, se sentía como una prisión, un recordatorio constante de que ya no era humano.

—Esto... esto no puede ser mi destino...— murmurré, sintiendo cómo las lágrimas ardientes caían por mi rostro transformado.

—Tu destino apenas comienza— susurró Sombra, como una promesa oscura en el silencio del bosque.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro